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Abel, el hijo perfecto por Destroy_Rei

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Notas del fanfic:

Faby, put it back on! :$

Notas del capitulo: Extrañaba así demasiado hacer un MinKey, hueón :( A AY le faltan MinKey :C si que si

Habían cosas que estaban prohibidas. Kibum, ojos felinos y cabello castaño, lo entendía perfectamente y siempre intentaba evitarlas, desde hacer mal al prójimo, o robar, o probar sustancias que resultaran tóxicas e invasivas en su sistema. Estaba orgulloso de siempre haber respetado las reglas, actuado de manera correcta, de poder comulgar tranquilo en la iglesia, y más aún que todo, de ser el hermano perfecto, de sentirse el Abel de la casa. Su hermano mayor resultó ser una oveja negra, el rebelde, alejado de la enseñanza santa de la biblia y los tutores escolares. Jonghyun, ojos de cachorro y cabello decolorado, vivía un mundo de frenesís muchas veces inserto en el pecado, había perdido la virginidad bien joven, con alguien cuyo  nombre no recordaba, y a sus jóvenes diecinueve años, ya se intoxicó un par de veces.


 


El hermano menor lo observaba con una sonrisa compasiva en los labios, le apoyaba, incluso lo hizo cuando trajo al primer novio a la casa – que escandalo, el hermano grande aparte de todo, también iba tras los hombres – aún cuando estuviera tan enterrado en el pecado, porque él era un joven noble y compasivo, “Qué sería de nosotros sin ti” suspiraban sus padres agradecidos, así lo hicieron la noche que se embarcaron en unas largas vacaciones. Kibum los despidió de beso y abrazos, llenándoles de bendiciones, y luego cerró al puerta sonriente. Ahora era él el dueño de casa, o por lo menos hasta que volvieran.


 


Jonghyun no bajó a despedirse, su relación con sus padres era terrible, siempre acababan en gritos, por lo que el último tiempo optaban por ignorarse. El chiquillo de ojos felinos preparó la cena, alimentó a su hermano y se quedaron la primera noche tranquilos, compartiendo como hace un tiempo no lo hacían. Sentía que los papeles estaban mal puestos, él no era solamente más alto que su hermano mayor, sino que también era más responsable y quién acababa cuidándole, pero el último tiempo se habían alejado un poco: Jonghyun tenía un novio, un novio que le quitaba mucho tiempo.


 


Nunca le cuestionó ni criticó sus preferencias sexuales, creía que aquello era solo una etapa de confusión, él mismo no estaba interesando en las chicas en ese momento y no lo había estado desde que tenía recuerdos, pero no perdía la esperanza, en cualquier momento aparecería la mujer perfecta para llenar de hijos su hogar.  Si, y su vida sería perfecta, con las calificaciones que tenía en la escuela, a sus diecisiete años ya podía imaginarse con un futuro brillante, una familia hermosa y una salud increíble.


 


-       Hermano – sonrió el más bajo a la mañana siguiente, radiante. Kibum debió prever que algo pasaría.


-       Hermano – contestó, levantando los ojos  de su plato de cereales, con expresión que cuestionaba


-       Tengo a alguien que presentarte~


 


La risa del más bajo se fundió con una más grave y fresca a la vez, tironeó un brazo largo juguetonamente, y antes de que el menor de los Kim pudiera reaccionar, un chico alto, guapo, hermoso y varonil se paraba torpemente junto al de menor estatura, sonriendo como si le diera la bienvenida con esos dientes blancos, con esos ojos profundos y enormes que le miraban curioso. Oh no. El corazón del chico que se había quedado con una cucharada llena de leche a medio llegar a su boca estaba bombeando rápido, bien rápido. Tenía miedo. Había leído muchas veces sobre esa sensación, y sabía muy bien que lo que se expandía por su vientre no eran ganas presurosas de ir al baño.


 


-       Hola – saludó con su voz deliciosamente gruesa. “Piensa en Jesús crucificado”, se dijo mentalmente el de mirada felina, ahora asustada – Soy Choi Minho.


-       H-hola – sonrió como pudo – que Dios te bendiga.


-       Se llama Kibum – suspiró el más bajo, negando avergonzado – mi hermanito es algo religioso, pero no es malo.


 


El alto sonrió divertido, el menor de los Kim pensó que era precioso. Jonghyun estaba hablando de algo, pero su hermano no le prestaba atención, estaba muy ocupado sonriendo ampliamente, como idiota, hacia el recién llegado. En ese momento no pensó que sentir ese tipo de “cosas” por un hombre estuvieran mal, en ese momento no pensó en nada, solo en que la playera de tirantes del alto estaba algo desacomodada y podía ver perfectamente un pezón deliciosamente oscuro que le estaba dando un extraño dolor en la ingle.


 


-       … así que se quedará un par de días con nosotros, no hay problema, ¿verdad?  - la voz musical llegaba a sus oídos lejana, pero apenas ese ‘se quedará un par de días con nosotros’ cruzó sus tímpanos, volvió sorprendido en si.


-       ¿Qué? – inquirió cambiando radicalmente el semblante “no quiero extraños en la casa” pronunció su madre muy seriamente antes de partir.


-       Que Minho se queda con nosotros – sonrió el mayor, tomando con firmeza la mano grande entre las suyas


-       ¿Y quién ha dicho que se puede quedar? – A Kibum le quedaba poco de cordura, pero no iba a perder su sensatez y responsabilidad


-       Hermano – Esos ojos de cachorro – no tiene donde más quedarse, sus padres también viajaron y no podemos dejarle solo, ¡Es más pequeño que tú!


-       ¡No soy pequeño! ¡Soy más alto que tú! – replicó su novio, desordenándole el cabello cariñosamente


-       ¡Cállate y ayúdame! – se quejó Jonghyun, haciendo un puchero.


-       No – suspiró el de cabello desordenando, volviendo sus ojos hacia los felinos, que temblaron ante el solo contacto visual – lo siento, no hay problema.


 


Parecía tan seguro, tan varonil, esa pequeña reverencia que realizó, sus piernas largas, su tronco fuerte…


 


-       Aish, está bien, puedes quedarte – casi gimió el hermano menor, no podía evitarlo, ese chico podía doblegarlo a cualquier cosa, y acababa de conocerle.


 


Jonghyun saltó de la felicidad, abrazando a su novio, ambos celebraban como un par de idiotas. El chico a cargo de la casa suspiró, iba a ser un mes difícil, uno muy difícil.


 



 



 


Minho resultó ser más infantil y a la vez más encantador de lo que su primera impresión dictaba, era muy respetuoso de las creencias de Kibum – a diferencia de Jonghyun – y era muy atento cuando se trataba de realizar favores, era básicamente el hombre perfecto, el menor de los Kim quería creer que lo que despertaba en él era solo devoción, pero esa mentirita se hacia difícil de creer cuando afloraba el único defecto del alto muchacho: Su mala costumbre de andar por la casa sin playera. Incluso el de mirada de cachorro solía regañarlo por ello, pero el menor no podía evitarlo, decía que se sentía más libre, que había demasiado calor, se inventaba mil y una excusa para ese habito tan salvaje, el de cabello castaño oscuro lo perdonaba, solo porque era la cosa más hermosa que había visto en su vida.


 


El día era fácil sobrellevarlo, entre las bromas de la pareja y los quehaceres era sencillo distraerse, el problema estaba en la noche, malditas noches, en que Minho se metía a la cama de su novio por las noches, de madrugada, cuando ambos creían que Kibum no podía escucharlos, siendo que, el hasta entonces responsable Abel, se pegaba a la puerta de su hermano, expectante, con el corazón palpitando desesperado, tomando nota de todos los jadeos graves que florecían en la oscuridad, gimiendo él también mientras recreaba las caricias, que nacían entre el par de enamorados, en medio de sus delgadas piernas.


 


El alto chico le acompañaba a misa todos los domingos, y era el único espacio a solas que realmente compartían, porque no habia forma de despertar un fin de semana temprano al mayor. Kibum había dejado la religión y a Dios mismo de lado por ese muchacho, se aferraba a su brazo como si fueran los mejores amigos, le sonreía feliz, casi podía sentir que algo entre ellos estaba naciendo, cada vez que los dedos largos y varoniles se ensortijaban en los propios a la hora de la comunión.


 


No podía evitarlo, por más oraciones que recitara, Minho era todo lo que quería, lo estaba matando. Estaba tirando toda su moral al tacho de la basura, estaba arrastrándole lentamente al infierno con tanta tentación, con sus abrazos amigables, con sus sonrisas sinceras, con su aroma fresco y masculino, con su torso esculpido de Dios griego, y Kibum quería trazarlo completo, con sus dedos, con sus labios, con su lengua. Y se odiaba, porque no solo estaba deseando a un hombre, estaba deseando al hombre de su hermano.  Jonghyun, quién le agradecía siempre, infinitamente su comprensión, que jadeaba en las noches con el alto bien adentro, ¡Y cuanto lo envidiaba! Tanto, que ya ni siquiera podía pensar correcto o alejar sus pensamientos de la pecaminosa piel tostada del menor y de su musculatura preciosamente trabajada.



 



 


 


-       huele rico – habló la voz grave contra su oído, la piel del de cabello castaño se erizó, las manos grande estaban cerradas cómodamente en su cintura, ¿era eso parte de alguna de sus descabelladas fantasías eróticas?


-       E-es pollo – sonrió nervioso, Minho cogió la mano suavemente del mayor que sostenía un cucharón con el caldo, y lo llevó despreocupadamente a sus labios abultados. Kibum se sentía ahogado, tan caliente, tan solo con observar esa boca succionar desde el metal y sentir los dedos largos acariciar suavemente su panza.


-       Esta rico – aprobó, más infantil ahora, dejando un sonoro beso en su mejilla, para alejarse, probablemente hacia la sala de estar, hacia Jonghyun, si, era lo más probable.


 


Y en ese momento, el de mirada felina tomó una decisión, un extraña, una egoísta, una alejada de todos sus principios, pero que nacía espontanea, que era natural quizá debido a lo que estaba sintiendo. Miró a la pareja, vio a su hermano besar desesperado al menor que estaba casi recostado contra su cuerpo, y pidió perdón mentalmente, por el plan que empezaba a maquinarse en su mente. Porque ya no podía más, trazó con los propios dígitos la caricia pequeña que Choi había repartido por su abdomen, y deseo sentirla por todo su cuerpo y… mierda, no podía seguir esperando.



 



 


Los encuentros, las señales, todo empezó a ser más evidente, por lo menos para el hermano menor. A veces el alto huésped se quedaba mirándole el trasero cuando estaba en la sala de estar y podía claramente observarlo a través del enorme espejo de centro, podía saborear las risas nerviosas, y ver sus sonrojos cuando el espacio personal dejaba de ser tan ‘personal’.  Las doctrinas de Dios se hicieron un poco inalcanzable conforme los dedos largos empezaban a rozarle con más frecuencia de manera ‘involuntaria’. Lo quería, no había duda de ello y, aunque tuviera que caminar de rodillas hasta Jerusalén, él iba a darse ese ‘gusto’ que le estaba empezando a volver loco.


 


-       hermanito – habló Jonghyun, entrando a su cuarto ese martes por la noche. Levantó la vista del libro que estaba leyendo y contempló atentamente al mayor – muchas gracias


-       De nada – le sonrió con falsedad sin que el otro lo notara. Kibum siempre había sido un poco sínico y egoísta, sin intenciones de causarle mal al prójimo claro, lo evitaba a toda costa, pero ahora era algo que escapaba de su alcance, lo que sintió con Minho era tan natural y espontaneo…


-       Me has regalado el mejor mes de la vida – declaró el más bajo sentándose en la cama feliz – Minho es todo lo que podía pedir, ¿sabes? Y quizá te parecerá asqueroso, pero en la cama, Dios, es una bestia Kibum, podría matarme si quisiera…


 


Tragó duro, aguantándose las ganas de pedir un poco más de información, además, le ponía celoso, terriblemente celoso. Él lo sabia, había escuchado los alaridos desesperados del primogénito cada vez que el alto se escabullía a su cuarto, se había tocado fantaseando ser Jonhyun, delirando de placer con el pene de Choi, con sus dedos largos, con su lengua caliente y húmeda.


 


-       No quiero detalles – le cortó fríamente


-       Bueno – rió divertido – oye hermanito, ¿puedo pedirte un favor?


-       Por supuesto que no venias solo a agradecerme – suspiró derrotado


-       ¿Puedes quedarte con Minho mañana por la noche? No voy a estar, ¿Recuerdas a Jinki? Me ha invitado a una fiesta y pues… no puedo ir acompañado – claro que recordaba a Jinki, su primer ‘cuñado’ ¡Jonghyun iba a engañar a Minho! – por favor


-       Jonghyun – le miró con reproche, pero en el fondo, estaba saltando, Dios, Minho y él, una noche solos, aquello le ponía con solo imaginarlo – No hagas algo de lo que luego vayas a arrepentirte


-       ¿Eso es un si? ¡Es un si! – le abrazó estrecho.


 


La sonrisa se extendió inconsciente en los labios acorazonados.



 


 



 


 


El día transcurrió tranquilo, Minho no tenía idea de nada, había almorzado como siempre, sonriendo tan incómodamente como últimamente lo hacía hacia el hermano de su novio, se sirvió más fideos que de costumbre, se bebió el caldo, le besó la mejilla en agradecimiento por un ramen ‘tan rico’ Kibum rió avergonzado, con las mejillas ardiendo. Ordenaron la casa silenciosos, Choi jugó videojuegos el resto de la tarde, el mayor se acostó a tomar un siesta, porque esa noche sería larga, muy larga.


 


Cuando despertó eran las 11 de la noche, se estiró perezosamente, salió de su habitación, y comprobó que todas las luces, que todas las habitaciones estaba cerradas. Asomó la cabeza por la baranda hacia el primer piso, Minho estaba durmiendo hecho un ovillo en el sofá, su largo cuerpo apenas y calzaba en el mueble de cuero, sonrió más ancho el dueño de casa, y se encaminó a la pieza de su hermano.


 


Cerca de las una de la mañana sonó la puerta, un rechinar lento, como si hubiera sido abierta con cuidado, Kibum se mordió el labio, escuchaba las pisadas firmes, y luego habia un peso extra y luego… Dios.


 


-       ¿Minho? – inquirió a la oscuridad, las manos que lo habían estrechado tan cariñosamente perdieron un poco de fuerza, el mayor tenía miedo, pero no forzaría al otro en nada.


-       ¿K-Kibummie? – preguntó la voz grave, como incrédula.


-       ¿Qué haces aquí? – pregunto aparentando somnolencia.


-       Y-yo, n-nada, ¿y tú? –estaba nervioso , “que tierno” pensó el más bajo.


-       Me gusta dormir en la cama de mi hermano, es más cómodo – suspiró, acurrucándose un poco más, echando su trasero ‘accidentalmente’ hacia atrás, haciendo jadear al alto.


-       A mi también me gusta – habló algo más decidido - ¿hay algún problema si compartimos cama? – Se pegó más al cuerpo menudo, Kim reprimió un jadeo, podía sentir cada parte del de cabello desordenado contra su espalda.


-       No – casi gimió, cerrando los ojos, intentando calmar su corazón.


 


Minho no podía contenerse mucho, estaba abrazado al hermano de su novio, al hermoso hermano de su novio, quién solo llevaba una playera de dormir y un par de bóxer ajustados, dejó un beso en esa mejilla suave que amaba besar, levantó un poco la playera, dejó sus manos frías sobre el estómago plano. El mayor se removió contra su cuerpo, algo incómodo, algo excitado, ese pequeño trasero bien redondo estaba haciendo estragos en sus regiones inferiores. El mayor giró un poco el rostro respirando contra los labios abultados, sin mover su cuerpo, sin dejar de apretarse contra el falo que empezaba a despertar del alto. Minho lo besó con hambre, fue el cielo mismo. La boca caliente con ese toque a menta, el hermano mayor podría haber muerto en ese mismo instante, era delicioso, la caricia bajaba casi a su mentón,  chupaba su labios sonrosados, jadeó desesperado en busca de aire, se sentía tan caliente…


 


-       Hyung – susurró la voz grave contra su oreja – no tengas miedo Bummie –dejando caricias en el estómago bajo del niño religioso.


-       No tengo miedo – se quejó, quitando las manos de su estómago, empezando a deslizar él mismo sus bóxer por sus piernas largas – pero tengo mucho calor…


 


Se volteó un segundo, podía ver los grandes ojos brillar en la oscuridad, le dio un besó pequeño y le bajó los pantalones de pijama de un tirón. Minho estaba completamente sorprendido, y no reaccionó, hasta el momento en que el trasero redondo y perfecto estaba presionándose contra su pene, completamente desnudo. Gimió ronco, Kibum se mordió el labio, podía sentir las manos empezando a trabajar en sus pezones, la boca caliente besando su cuello, el pene duro, caliente, enorme, chocando con suavidad entre sus nalgas.


 


-       quiero… - las palabras se atoraban en la boca grande, que hablaba pesadamente contra el cuello esbelto del menor - … quiero hacerte el amor Bummie, quiero… - bajó las manos hasta esos glúteos suculentos, amasándolos entre sus manos - …quiero hacerlo muchas veces, quiero correrme bien adentro – se relamió – ah… quiero comerte todo


-       por favor – pidió, empujando más su cadera, moviéndose en las manos que lo apretaban, jadeando, sintiendo el pre seminal en la punta de su pene – hazme el amor Minnie, méteme tu enorme pene – se sonrojó terriblemente, no podía creer lo que acababa de decir, pero el gemido ronco del menor le decía que estaba bien, sintió la humedad contra su entrada, sintió la punta bien caliente, tan dura…. – por favor, quiero ser todo tuyo….


-       Mi Bummie precioso…


 


Lo volteó, agarrándolo firmemente de las caderas y estrelló su boca caliente contra la del mayor. Kibum gimió en el beso, los dedos largos estaban acariciando su estrecha entrada, tenía un poco de miedo, no podía negarlo, jamás había hecho ni pensando siquiera algo así, pero Minho seguía enloqueciéndole, con su otra mano le metió tres dedos en la boca. Eran los dedos más deliciosos, tan largos, tan elegantes. Los saboreó como si fueran lo más rico de la vida, y en alguna extraña forma lo eran, Minho besaba y chupaba sus pezones rosas, estaban quemándose en la pasión, era algo terriblemente ilógico, el mayor sentía que perdía la cabeza, los dígitos se alejaron de sus labios, ahora volvían a ser los labios gruesos los que se abrazaban a los propios, esos dedos bien mojados hacían presión en un entrada, se aferró de los hombros fuertes conforme iban entrando.


 


El dolor le excitaba, sabía que luego de esa intromisión vendría el glande ancho y largo que había deseado desde hace semanas. Vio los ojos oscuros y esa boca jadeante respirándole encima, entonces entró, de una sola estocada, hasta el bendito fondo. Nunca se había sentido tan bien tan maravillosamente bien, ni siquiera cuando viajó a ver al Papa, ni cuando hizo su primera comunión. Soltó un grito desesperado. Minho estaba sobre su cuerpo, embistiéndole como un depredador hambriento, le encantaba, especialmente cuando los dedos largos que le sujetaban la cadera se cerraron en su pene, acariciándole con suavidad, con cariño, no podía explicarlo.


 


-       Eres tan grande – se quejó aunque en realidad estaba completamente satisfecho


-       Y tú tan estrecho bummie – jadeó, casi acostándose sobre el cuerpo menudo, besando su cuello níveo – Te voy a hacer gritar como jamás lo logró tu Dios.


 


Todo lo excitaba, le excitaba saber que estaba follando con un hombre, que era el novio de su hermano, que estaba soltando blasfemias contra su señor, que estaba masturbándole con tanta delicadeza, que estaba besando sus pezones duros como rocas, que estaba entrando tan fuerte, tan rápido. Enterró sus uñas en la espalda ancha, delirando de placer, tirando la cabeza hacia atrás con tanta fuerza que creyó se desnucaría, chillando como un loco y, si, jamás había gritado con tanta fuerza como lo hacía ahora, con Minho en su cuerpo.


 


-       ¡OH SANTO DIOS! – bramó, arqueándose, estaba muy cerca.


-       Córrete para tu nuevo Dios – ordenó entre gruñidos el alto, sus manos bajaron al trasero redondo impulsándole, facilitando penetraciones más completas.


-       ¡MINHO!


 


Se derrumbó desecho, el cuerpo caliente del menor se siguió moviendo un poco más y, santo cielo, lo tenía en todo su cuerpo, incluso cuando salió el semen goteaba, caliente, viscoso, y se sentía tan rico. Kibum se acomodó como un gato perezoso, atrayendo al alto por el cuello, besándolo profundo con sus últimas energías, pegando su sudor al del más alto mientras sus cuerpos agitados se rozaban.


 


-       No vayas a decirle a Jonghyun – suspiró contra sus labios Minho, con un poco de cargo de conciencia, no quería arruinar la relación de los hermanos…


-       No le diré si tu no le dices – sonrió con inocencia.


-       Muchas gracias – le llenó la boca en una sonrisa, con los ojos cansados, se veía adorable


 


“Gracias gracias” pensó en su mente el hijo Abel, más creyente que nunca, pero hacia una divinidad mucho más carnal. Sonrió hacia el alto, bajando sus manos por el pecho esculpido, llegando al comienzo de esa extensión que lentamente palpitaba entre sus manos.


 


Amen.

Notas finales: te amo faby :$

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