Cansado de estos confusos pensamientos, corrí lo más lo más rápido que pude, quería llorar, quería gritar, pero esos complicados sentimientos, se quedaron atorados al fondo de mi garganta.
-No te ves bien- un chico de tez blanca y cabello negro salto desde lo alto de un pequeño tejado en el distrito Ikebukuro.
-Pense…- hizo una pausa –que te había dicho que no apareciaras por aquí-
-mph, parece que hoy no estás del todo bien- el pelinegro dijo lo último en un tono burlesco y camino lentamente directo a su presa –como vamos a divertirnos hoy?- paso su lengua por sus labios de una manera provocativa y miró lascivamente al chico que se encontraba ya, a unos escasos pasos.
El rubio lo tomo por la cintura y lo arrincono contra la pared, sus labios apresaron los labios del peli negro que parecía encantado por tal acontecimiento, lo cargo con fuerza y lo llevo a toda prisa a su departamento.
-cuál es la prisa- sonrió pícaramente el pelinegro –Shizu-chan, tanto quieres estar dentro de mí- se mofo Orihara.
-Izaya- lo llamo por primera vez por su nombre, su cuerpo se estremeció de solo escucharlo, Heiwajima Shizuo estaba descontrolado, lo tumbo a la cama bruscamente y desgarro sus ropas como un lobo hambriento y succiono cada parte de su cuerpo.
-ha… ahhhh… Shi-zu…- el pelinegro estaba ahogado de placer, su cuerpo se calentaba con cada beso y sintió un pequeño dolor en el pecho –que pasa- dijo agitado –sabes que solo tienes que meterlo, no necesitamos ninguna mierda de preparación- sonrió el chico.
El rubio lo miro por unos segundos y le regreso la sonrisa –si así lo quieres- el rubio levanto las piernas del pelinegro y las empujo hacia arriba, llevo su erecto miembro al pequeño agujero del pelinegro y lo metió rápido y sin ninguna consideración empezó a embestirlo salvajemente.
-aaahhh- gimio con fuera Orihara, sus manos apretaban con fuerza las sabanas de la pequeña cama individual sobre la cual se mecían, mordía sus labios con fuerza mientras babeaba de placer y gritaba –MAS… MAS FUERTE, MAS PROFUNDO- su cuerpo temblaba descontroladamente, sentía que en cualquier momento se desmayaría, no podía evitarlo, estaba demasiado excitado.
Heiwajima lo embistió con fuerza y durante dos días lo penetro en diversas posiciones hasta hacerlo sangrar, aquel hombre al cual estaba determinado a odiar, se satisfacía con su delgado y firme cuerpo.
Si estos sentimientos, salieran a la luz, no solo yo, si no esa persona en particular, lo odiaría. Después de todo es la clase de amor, en la que ni siquiera sabes, que papel ocupas.
-ni si quiera puedo caminar- murmuro mientras se tocaba el trasero húmedo por tanto semen –mira Shizu-chan- sonrió y mostro una de sus manos manchadas con el liquido blanquezco que goteaba de su agujero –que desperdicio de espermas- sonrió traviesamente y se dejo caer sobre la cama.
-Idiota- Heiwajima lo miro desde la puerta del baño, en sus manos se encontraban una cubeta de agua y una pequeña toalla, camino a la cama y se sentó al lado de Orihara, sumergió la pequeña toalla en la cubeta, exprimió la toalla un poco y la paso por el abdomen del pelinegro.
-lindo- sonrió el pelinegro –también tienes que lavar aquí- Orihara toco con su dedo índice la punta de su pene y una mirada picara se dibujo en su rostro.
-Claro- respondió el rubio con un poco de apatía, suave y delicadamente limpio de principio a fin el delgado y pálido cuerpo de su amante.