Era lunes y Chanyeol, Baekhyun, Kai y yo hablábamos en uno de los descansos de las clases.
-¿Qué tal el final de la fiesta? – Pregunté para que me contaran sus hazañas. Seguro que tenían ganas.
-Puf…hasta las seis de la mañana. Modo occidental, vaya. – Rió Chanyeol.
-Yo conseguí su número. – Me dijo Kai levantándome una ceja y dando a entender que se refería a la chica con la que bailaba.
-Bacon consiguió su lengua. – Empezó a reír Chanyeol escandalosamente.
-¿¿¿En serio??? – Dije atónito.
-Sí… - Baekhyun estaba un poco avergonzado. – Aunque ella se cree que estudio Física en la Konyang, y que tengo veintitrés años.
-La tía tenía que ser un poco estúpida para creerse que tienes esa edad, con la cara que tienes. – Seguía Chanyeol riendo.
-¿Y tú, Sehun? Hubo un momento que te perdiste… Y después apareciste para decir que te ibas. – Me dijo Baekhyun. Mis ojos inquietos miraron a todos.
-Es verdad. Yo te vi en la barra y luego al rato no estabas. – Dijo Kai.
-Ya, es que…me di una vuelta por todo el local, para entretenerme. – Reí falsamente.
-¿Hablaste con alguien? – Me preguntó Chanyeol pícaro.
-N-no… - Bajé la mirada y el profesor me salvó. Por fin empezaban las clases…
Por favor, que no me preguntaran más sobre aquella noche. Me daba igual contárselo a Kai, al fin y al cabo siempre se lo he contado todo y aunque me daría vergüenza puedo pasar por ello. Pero Chanyeol y Baekhyun seguro que se cachondean de mí…
Las clases habían terminado. Me despedí de todos y fui a por mi bici. Como ya empezaba a hacer buen tiempo había decidido usarla como transporte todos los días que pudiera, así tardaba menos que andando y no me pasaba lo de la semana pasada…
Me agarré bien la mochila y puse rumbo a casa. Ah…La brisa. La brisa me recuerda a la noche del viernes. No, no, no. Sehun, deja de pensar en eso. La verdad es que había estado todo el fin de semana pensando en aquel universitario. Como si hubiera tenido un flechazo o algo por el estilo. Sólo pensaba en él. En su rostro, algo difuminado en mis recuerdos. En su forma de hablar. En su aroma. En…lo que me hizo. ¡Dios! Todavía no puedo creerlo. El viernes fue mi primera vez en tantas cosas… Fue mi primer beso, todavía me arrepiento de que haya sido así. Por tanto, era la primera vez que me liaba con alguien que no conocía, así en plan rollo de una noche. Pero es que además fue la primera vez que…en fin, eso. Eso sí que no se me había olvidado. Quizás no me acordaba bien de la forma de sus ojos o de su tono exacto de voz, pero de la sensación justo en ese momento…De lo caliente que se sentía. Del roce. Joder…
*PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII*
¿Qué coño? ¡Un coche! Doblé el manillar corriendo y me metí en la acera de forma estrepitosa, y de repente…BUM. Mierda…Me había librado de que me atropellara un coche, pero al precio de atropellar yo a un peatón. Au…me dolía la rodilla. Y la cabeza. Eso me pasa por ir pensando en cosas que no debo…
Me levanté como pude y fui a ver si la otra persona estaba bien.
-¿Está usted bien? Perdone, yo… - Y de repente alzó su vista. No me lo podía creer. Era él. ÉL.
-¿Tú…? – Me miró con los ojos entrecerrados, frotándose la cabeza con su mano (probablemente le dolía a causa del golpe) y me reconoció al instante. Entonces su mirada bajó unos centímetros y sus ojos se agrandaron enormemente. - ¿¿¿UNIFORME???
¡Mierda Sehun, sal corriendo! Fue lo primero que pensé, pero no podía dejarle en ese estado, ¡tenía sangre!
-Yo…yo… - No sabía ni qué decir. - ¿Estás bien? ¿Te duele algo?
-¿Qué coño haces así vestido? ¿Eres un puto crío? – Me dijo levantándose y muy enfadado. La había cagado…
-Te lo puedo explicar, yo…
-Me cago en la puta. – Seguía maldiciendo y me mordí el labio arrepentido. Él suspiró fuerte y se llevó las manos a la cabeza.
-Oye, ven. Sentémonos en ese banco, tienes sangre…
Me miró con desconfianza pero finalmente me siguió. Cojeando un poco. Desde luego vaya desastre… ¿Por qué tenía que pasarme a mí esto?
-¿Cuántos años tienes? – Me preguntó nada más sentarnos y mientras se examinaba todo el cuerpo por si tenía alguna herida más aparte de la del codo.
-Diecisiete… - Contesté cabizbajo y arrepentido por mi mentira.
-¿¿Diecisiete?? – Exclamó alarmado. Le asentí sin mirarle a los ojos pero me imaginaba su cara desencajada del enfado. – Joder que eres un niño, que me pueden encerrar por esto.
-No seas exagerado, sólo son cuatro años… - Resoplé irónico.
-¡¡¡Eres menor!!! Y estabas borracho… ¿Qué coño hacías allí?
-El primo de un amigo mío nos coló en la fiesta…
-Joder… - El chico miró al suelo. – Bueno, ¿qué estoy diciendo? ¿Por qué me iban a encerrar si fuiste tú el que se me echó encima?
-¡Mentira! Tú te acercaste. – Le acusé mirándole por fin.
-Yo me acerqué a hablar, ¡pero tú te tiraste encima de mí! ¡Me diste vía libre!
-Pero yo no quería que me hicieras nada y me…me…
-Te la chupé. – Contestó de forma seca. – Joder, eres tan crío que ni puedes decir esas palabras sin ponerte como una nena.
-Eh, no te pases… Ni que tú fueras un machito. – Le increpé yo también enfadado. Se estaba pasando al meterse conmigo y no tenía ningún derecho. El silencio se hizo entre nosotros y yo mantenía mi mirada baja, con miedo a mirarle, hasta que Luhan dio un respingo como si se hubiera acordado de algo de repente.
-Espera…Espera, espera, espera. – Empezó a decir de forma apresurada mientras abría su mochila y sacaba un ordenador. Lo abrió, le dio al botón y no encendía. - ¡Me cago en la ostia!
-¿Qué…qué pasa? – Pregunté con miedo. No me digas que ahora me había cargado su ordenador del golpe.
-¡El ordenador! ¡No funciona! – Exclamó alarmado mientras le daba constantemente al botón de encendido sin que el aparato reaccionara. - ¡¡Mi tesis de la Universidad está dentro!!
-¿No tienes una copia?
-¡¡¡NO!!! – Gritó desesperado.
-¿Por qué coño no tienes una copia? Todo el mundo la tiene.
-Mira…por favor, no me vaciles porque si estoy en esta situación es por tu culpa. Jodeeeer. – El chico… ¿Luhan se llamaba? Se llevó las manos a la cabeza. Parecía a punto de echarse a llorar.
-Oye…tiene que haber alguna manera de sacarlo. Está en el disco duro, eso se puede recuperar seguro.
-Eso si no se ha roto también el disco duro. – Me contestó desanimado. De repente no se le veía con ganas ni de pelear. – En fin, déjalo. Mira, estoy bien y además del rasguño no me he hecho nada, así que creo que me voy a ver si encuentro a alguien que pueda arreglarme esto.
El rubio metió su portátil en la mochila desanimado y cerró de forma brusca. Después se puso en pie y me miró con odio. Ni siquiera me dijo adiós, pero pude escuchar unas palabras suyas mientras se alejaba. “Puto mentiroso”.
Me quedé sentado en el banco con el cuerpo destrozado, y no precisamente del golpe. Acababa de provocar un accidente, había descubierto una mentira muy gorda que me dejaba fatal y encima me había cargado su ordenador. Lo que se dice destrozar a alguien física y mentalmente. “Puto mentiroso”, sus palabras resonaban en mi mente. Yo no quería mentirle, pero… Las lágrimas se agolparon en mis ojos, iba a ponerme a llorar como una maldita mujer. Pero me dolía mucho el corazón y tenía la cabeza llena de remordimientos. Después de haber pasado todo el fin de semana fantaseando como un enamoradizo con él, aun sabiendo que era imposible que ocurriera nada más porque le había mentido acerca de quién era yo. Sin mencionar que estaba aún confuso por mis recientes sentimientos hacia los hombres, o al menos hacia él. Y ahora volvía encontrarme con él, de la peor forma que hubiera imaginado y con un terrible desenlace.
Al fin cogí mi bici como pude, le puse derecho el manillar que se había torcido y seguí conduciendo hacia casa, esta vez mucho más lentamente y con la mirada perdida en la nada…
A la mañana siguiente llegué a clase con unas ojeras que me llegaban hasta las rodillas.
-¿Y esa cara? ¿No has dormido? – Me preguntó Kai nada más verme.
-Muy poco… - Contesté, no quería decirle que había dormido sólo dos horas porque el resto de la noche me la había pasado en Internet buscando cómo recuperar archivos de un disco duro. Sí, había decidido ir a buscarle a su Universidad y decirle que tenía la solución. Era lo menos que podía hacer. – Después del descanso me iré, no voy a asistir a las últimas horas.
-¿Y eso? ¿Te encuentras mal?
-Eh…sí, un poco. Creo que debería descansar.
-Oye, si ha pasado algo sabes que puedes contármelo… - Miré a Kai agradecido y le asentí para que no se preocupara. Tarde o temprano lo sabrás Kai, pero de momento prefiero guardármelo…Estoy muy confundido.
Cuando llegó el descanso cogí mi mochila y la bici hacia la Universidad Nacional. Tardé bastante en llegar, y después casi otra media hora más para localizar en el campus la Facultad de Bellas Artes. Cuando por fin la encontré me dirigí a la entrada. En el patio había bastante gente hablando. Miré hacia todos lados buscándole pero no había nadie que se pareciera a él. Empecé a pensar que estaba perdiendo el tiempo y que no iba a encontrarle.
-¿Qué haces aquí? – Su voz a mi espalda me sobresaltó.
-¡Ah! – Pegué un bote y me di la vuelta nervioso. Cuando me vio el rostro parpadeó de forma extraña, creo que me notó la mala cara que tenía. Debía estar horrible, feísimo. – Yo…esto… - Vi a dos amigos suyos detrás, mirándonos de forma extraña. – Es que he descubierto cómo recuperar archivos de un disco duro y venía para explicártelo y ayudarte.
-Estúpido, he hablado ya con un informático y lo he recuperado. – Me contestó de forma borde. Sentí que el mundo se venía encima.
-¡Eh! ¡Luhan! ¿Éste es el chico que fuiste a buscar a la Konyang ayer? ¿Por qué lleva un uniforme de colegio? – Dijo uno de sus amigos que era rubio y muy alto. Me quedé a cuadros cuando le oí decir eso y miré rápidamente a Luhan, cuyas mejillas empezaban a sonrosarse.
-¡Cállate, coño! – Le exclamó y me agarró del brazo para alejarnos de sus amigos. – Mira, la tesis la he recuperado. Pero mi ordenador no funciona así que tendrás que pagármelo de alguna forma.
-No tengo dinero…
-¿Tienes ordenador portátil?
-S-sí…
-Vale. A partir de hoy te quiero aquí todos los días a las cuatro de la tarde. Te doy tiempo para que salgas de tu instituto de niños, comas y vengas. Te traes tu portátil y me haces la tesis.
-¿¿¿QUÉ??? ¿Cómo voy a hacer una puta tesis de algo que no entiendo? – Este tío estaba como una cabra.
-Tranquilízate, ¿eh? El contenido te lo diré yo, tú sólo haces el trabajo sucio: pasarlo a ordenador, ponerle un formato bonito, rellenarlo todo. Yo estaré al lado estudiando, que es de lo que me tengo que preocupar ahora, y de vez en cuando superviso lo que haces y te mando más tarea.
-No voy a hacer nada de eso.
-Amigo, sí lo vas a hacer. Eso o me compras un ordenador nuevo.
Le miré preocupado. En vaya lío me había metido… La verdad es que no podía negarme. Le había causado muchos problemas. Tendría que aceptar sí o sí.
-Está bien… - Asentí suspirando y me miró aguantándose la risa. – ¿Qué pasa?
-¿Has estado toda la noche pensando qué hacer con mi disco duro?
-Imbécil… - Volví mi mirada hacia un lado. No sé cómo pudo parecerme tan adorable en la fiesta, si en el fondo era un demonio.
-Gracias. – Me dijo acariciándome el brazo como si fuera una mascota. – Pero ahora tienes que preocuparte de llegar todos los días a tu hora y hacer el trabajo bien. Te espero mañana aquí. No faltes, o iré a buscarte a cual sea tu instituto, ya me sé el uniforme y puedo averiguarlo rápido.
-Vendré, soy un hombre de palabra. – Contesté un poco picado.
-¿De palabra? Perdona que dude eso… - Dijo y se fue con sus amigos, perdiéndole rápido de vista. Me quedé planchado en el patio de aquella facultad hasta que por fin reaccioné y decidí volver a casa para dormir aunque fuera unas horas más.