Al mismo tiempo que el santo de bronce se secaba, el guardián de virgo recuperaba de a poco la consciencia:
- ¿Qué hice? ... en la ducha yo... no pude evitar excitarme, cuando él, me tocó... seguramente, se molestó conmigo... ¡por eso, me trajo hasta aquí! ... pero... ¿qué debo hacer, ahora? ... Ni siquiera, me habla...
Ikki, quien solo se encontraba cubierto por una pequeña toalla alrededor de sus caderas, se sentó en la cama junto a Shaka.
- ¿Te sientes mejor, Shaka? –preguntó acariciándole la frente.
-... disculpa... no sé lo que pasó...pero...
El guardián de virgo se levantó rápidamente, dispuesto a retirarse de aquel lugar pero el pollito lo detuvo posando delicadamente sus manos sobre sus hombros.
- Shaka ¿de verdad, quieres irte?
- ¡Sí! ... ¡estoy seguro de eso! ...
- Si estas tan seguro como dices, nada de lo que haga te hará cambiar de opinión ¿verdad?
Ni bien terminó de pronunciar estas palabras, comenzó a besar tiernamente los labios de Shaka y luego de unos instantes... volvió a preguntar:
- ¿Aún quieres irte, Shaka?
El joven virgo volvió a quedar hipnotizado, sus emociones parecían haberse congelado en el tiempo.
Sin darle tiempo a reaccionar, se dispuso a degustar una vez más, los ya humedecidos y puros, labios de Shaka, entretanto con sumo cuidado empezaba a despojarlo de su bata. Comenzó a acariciar con su rostro, el de su compañero para luego descender con sensuales besos, desde su cuello hacia su vientre. Sus manos inventaban caricias desconocidas para la piel del joven virgo.
Ikki sostuvo las manos de Shaka, extendiéndolas hacia arriba de su cabeza mientras con su otra mano acariciaba suavemente su entrepierna provocando que a Shaka, se le escaparan algunos gemidos. Luego de algunos momentos, pidió:
- Tómame, tu a mí, ahora...
El santo de virgo empezó a explorar con sus delicadas y temblorosas manos, la perfecta anatomía del caballero Fénix, mientras éste se recostaba encima de él sin dejar de acariciar su entrepierna, cada vez a mayor velocidad, dejando a Shaka sumergido en el éxtasis.
De repente, casi instintivamente fueron las propias manos del guardián de virgo, las que quitaron la toalla que cubría las partes íntimas de Ikki.
El japonés incrementaba a cada instante, la pasión de sus besos de fuego, transmitiendo, todo su cálido aliento en los sedientos labios de su compañero... Trataba, quizás, así de alejar el temor del inocente corazón de virgo.
El menor tomó de las manos a Shaka y las dirigió hacia su miembro...
- Tómame tú a mí...-susurró suavemente junto a su oído.
El santo de virgo recorrió la intimidad de su compañero, deslizando sus manos con firmeza por todo, el ya erecto miembro del pollito de fuego.
El corazón de Shaka comenzó a experimentar dos sentimientos contradictorios: el temor y el deseo. Su cuerpo temblaba por el miedo.
Observando esto, se detuvo por un momento y mirándolo, dulcemente dijo:
- Si quieres... puedo detenerme, mi amor... yo... nunca haría nada… que tú no desearas...
Shaka, dominado completamente por el deseo y a la vez, emocionado por las palabras de su Ikki se sintió más confiado y casi suplicaba porque ese momento no concluyera.
No podía hablar pero alcanzó a plasmar en un gesto, todo lo que no podía expresar en palabras y con un tímido y dulce beso hizo estremecer la piel y el corazón de Fénix.
-interpretaré eso como un “no”-murmuró complacido el joven pollo.
Acto seguido, dedicó toda su atención en los pezones rosados, suave y delicados del perfecto cuerpo del ser divino, provocando un estremecimiento en esa frágil humanidad; sacándole gemidos entrecortados al rubiecito hermoso, deleitándose con gran placer al observar con mirada lujuriosa y a la vez llena de amor el erguido miembro de su amado. Hace muy poco que descubrió ese sentimiento hacia Shaka…En un principio no podía creerlo pero ahora…se sentía completo, feliz, alegre, etc.
Su ansiosa lengua recorrió en inexpertos besos el torso trabajado del hindú, deteniéndose en el ombligo, introduciendo en juguetones círculos su lengua, provocándole cosquillas al joven debajo de su cuerpo, de su ser.
Siguiendo el descenso hacia el sur, llegó a la parte baja de su anatomía; sin ningún tipo de contemplaciones, se metió el miembro duro, erguido y caliente de su ángel dentro de su cavidad oral, sacando su lengua, recorriéndolo en toda su extensión, chupándolo delicadamente como si de un jugoso dulce se tratase, arrancando de la garganta de su rubio, un sinfín de gemidos; oyendo entrecortadamente la frase tan deseada.
-Ahhh…I-Ikki…te quiero… dentro de… mí-gimió apenas.
Obedeciendo los deseos de su amor, lo volteó, colocándolo bocabajo delicadamente, besando, chupando, mordiendo con delicadeza, la espalda blanca del caballero dorado, dejando tras de sí un sendero de saliva que iniciaba en su cuello, siguiendo la línea de su columna vertebral, llegando al lugar recóndito y deseado, ese pasaje cerrado, estrecho que se escondía entre las nalgas del rubiecito.
Cogió con sus manos las dos redondeces, separándolas delicadamente, siendo lo más gentil posible, hundiendo su lengua en aquel anillo virgen, haciéndolo círculos, dilatando la sensible zona.
Un estremecimiento atravesó el cuerpo de Virgo, sentir la lengua invasora de Ikki justamente ahí, le produjo una especie de descarga eléctrica. No pudo evitar tensar sus músculos, y por reflejo cerrar sus piernas; atrapando entre ellas la cabeza de Fénix.
-Shaka, tranquilo amor, relájate…-murmuró con muchísimo amor, con las justas.
Obedeció. Relajó sus músculos lo más que pudo. Cuando el otro lo sintió listo, se acomodó entre sus piernas, apuntando su turgente virilidad en la entrada ahora dilatada. Dándole la señal, inició el empujo lentamente, esperando no lastimarlo. La primera vez es dolorosa, y él lo sabía por experiencia propia. Por fin estuvo completamente dentro, soltó un gemido estrepitoso, siempre sería suyo, siempre.
Quedó estático por unos minutos, dándole tiempo al otro a acoplarse mejor a su cuerpo.
-Ikki…muévete…Ahhh…-rogó cuando el dolor prevaleció.
Complaciente, comenzó un vaivén lento, aumentando la fuerza de a pocos. Entre fuertes envestidas llegaron juntos al orgasmo, derramándose Fénix en el interior de su amor y este en entre sus vientres.
Acabando se dejaron desplomar sobra la cama, quedándose abrazados; tratando de recuperar el ritmo normal de sus respiraciones.
-Ikki…no sabes cuánto te amo. Estoy muy feliz de que mi primera vez haya sido contigo…-inquirió tras recuperar el aliento.
-Yo también te amo. Y me da mucho gusto haber sido el primero…-contestó con una agradable sonrisa.
-El primero y el único…
-Sí, tienes razón…
Quién creería que por una “ducha de pasión” unos muy buenos amigos se dieran cuenta de sus verdaderos sentimientos.
Fin