El agua resbalaba sensualmente por el bien formado cuerpo del hindú. Había comenzado a enjabonarse cuando sintió que la puerta, se abrió de repente. Era Fénix que entraba desnudo. Shaka, rápidamente, se volteó y alcanzó a cubrirse con sus cabellos.
- ¿Qué haces? –interrogó confundido dándole la espalda.
- Estabas tan enojado conmigo que decidí entrar a ayudarte...
- ¡No! ... ¡No, no hace falta! ... ¡Sal, por favor! ...
Ikki tomó delicadamente de los hombros a Shaka y colocándolo frente a él, preguntó:
- ¿Qué sucede, Shaka? ... ¿Acaso, no confías en mí?
- ¡No, no es eso! ... es que tu...-trató de explicar pero no supo cómo, bajó la mirada.
- Déjame ayudarte, no me digas que ahora te incomoda mi presencia. No parecía molestarte cuando me veías duchar.
El guardián de virgo cubrió con ambas manos, sus mejillas de inmediato. Podía sentir lo sonrojadas que estaban...
- Discúlpame, yo no quise...
- Eso no importa, ahora. No te preocupes, solo... déjame ayudarte…-pidió colocándose detrás de Shaka, al tiempo que cogía el cabello del rubio entre sus manos y le echaba shampoo
- Tienes un cabello muy hermoso Shaka, es muy largo, me imagino que debe ser difícil para ti lavarlo...
- Uno se acostumbra...-murmuró Virgo nervioso.
El caballero de bronce, deslizaba cuidadosamente, uno a uno sus dedos, formando ondas en la cabellera de Shaka, tratando de desenredarla, mientras el agua tibia comenzaba a enjuagarla.
Los latidos del corazón del santo de virgo iban en aumento al sentir la piel de aquel caballero en contacto con la suya...
Jabonó sus manos y comenzó a deslizarlas por la fina espalda del ahora, inmóvil Shaka, recorriendo sus hombros, deslizándose por sus brazos y descendiendo, lentamente hacia su cintura.
Shaka comenzó a entrar en pánico sabía que el Fénix estaba despertando en él un oscuro sentimiento y temía por lo que podría suceder. De prisa, se dio vuelta y mirando un poco asustado al pollito, murmuró:
- Ikki... Gracias... pero... puedo seguir solo...
- ¿Me temes, Shaka?
- ¡No! ... ¡No es eso! –contestó con voz temblorosa.
- Entonces, permíteme continuar, por favor. Nunca haría nada que tú, no quisieras.
Y comenzó a deslizar sus fuertes manos por el pecho de Shaka...
El guardián de virgo al contemplarlo detenidamente de frente volvió a quedar paralizado. Su cuerpo era tan armonioso e imponente, sus ojos, una perfecta combinación entre ternura y madurez, le fascinaba…
El japonés continuaba enjabonando a Shaka desplazando suavemente sus manos por su vientre y descendiendo por sus caderas hasta cubrir con jabón sus piernas.
El santo de virgo, se encontraba arrinconado contra el cristal sin poder coordinar movimiento alguno...
El caballero de bronce tomó el jabón y se lo entregó al dorado.
- Es tu turno... ¿Me ayudas?
El vapor de agua inundaba aún más el toallet, creando una atmósfera de neblina que cubría con misterio, algunas partes de sus cuerpos.
El menor jaló suavemente las manos de Shaka, como intentando hacerlo reaccionar para luego colocarlas encima de su pecho.
- ¿Recuerdas, como lo hice yo, Shaka? ... Así, debes hacerlo...
El santo de virgo comenzó a enjabonar a Fénix, siguiendo con cuidado, los senderos que había trazado en su mente pero al sentir los relieves del cuerpo de su compañero, producto de los extensos entrenamientos sus manos comenzaron a temblar y el temor de reconocer los sentimientos que el caballero de fénix despertaba en él, provocaron que se detuviera y con ojos llorosos.
- será mejor que me marche... No debo estar aquí...
Rápidamente, se volteó para abrir la puerta pero entonces... los fuertes brazos del japonés lo detuvieron, posándose en su muy trabajado pecho.
- Quédate conmigo, Shaka-suplicó.
Este al sentir la cálida respiración del caballero de Fénix sobre su rostro volvió a quedar inmóvil.
- Solo... falta un poco más... ya casi.... Terminamos...-murmuró Ikki.
El corazón del guardián de ojos de cielo atravesaba un dilema, por una parte deseaba que ese baño terminara lo antes posible y por otra, rogaba que ese momento se perpetuara para siempre.
Allí en medio de aquella neblina de vapor de agua, Shaka descubría el amor y el deseo que sentía por Ikki pero no quería que él, lo supiera y trataba de mantener latente su razón en aquel momento de locura. El menor jabonó una vez más sus manos y mientras sujetaba con un brazo el pecho de Shaka con su otra mano comenzaba a enjabonar, delicadamente su entrepierna...
La reacción del joven virgo fue casi instantánea y perdido en estado de éxtasis sujetó con firmeza, la mano del otro acompañando cada uno de sus movimientos.
Luego de unos instantes, el caballero de bronce giró lentamente al santo de virgo y comenzó a enjuagarlo. Shaka se encontraba perdido, inmoble... en esos momentos estaba a merced del ave majestuosa egipcia.
Sin apartar su vista del joven de dorados cabellos, cerró el grifo y comenzó a secar con un toalla, los largos cabellos de Shaka al igual que el resto de su cuerpo. Como se viste a una muñeca, lo cubrió con una bata. Se encontraba casi hipnotizado, sin poder hacer ni decir nada.
El hermano de Andrómeda cargó entre sus brazos a Shaka, recostándolo sobre la cama y alcanzó a cubrirlo con algunas mantas.
Continuará…