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Boda (Au). por aoi nicole

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Notas del capitulo:

Anna no te preocupes tambien te amamos es solo que dan ganas de violar a Maribel, asi que ten cuidado con estas locas seguidoras de tu historia.

 ese fue el mejor comentario de la otra vez, es de pink

bueno ustedes me dijeron sus edades, yo les dire la mia, tengo 15 y ya mismo cumplo 16, el 24 de octubre jeje

un saludito a kaoripo y a la anonimo de Maribel contra ataca XD ajaj saludos

un beso grande para esa gente bella que lee mis fics los amo XD

espero q no les disguste la cancion que puse, aunque si no les gusta solo no la oigan.

la cancion es: prefiero ser tu amante de Maria Jose.

y la pregunta de esta vez es ...chan..chan..chan ( sonar tambores)

¿cual es la parte que mas aman de este fic? ( puede ser algun capitulo o escena

:3 esper comentarios

chao gente hermosa¡¡¡

N. Maribel.

El celular me sonó mientras yo iba en un taxi, lo conteste con rapidez pues podía ser importante.

-¿Buenos días?-

-¡Hola!, ¿Dónde andas?, quiero hablar contigo-esa voz…, bien eso no era correcto ni mucho menos estaba bien, no tenía que verla, me lo prometí.

-no puedo-me negué rotunda.

-¡vamos!, me lo prometiste ebria-oí su suave risa tras el teléfono, suspire con pesadez entrecerrando las cejas, no era nada gracioso.

-te dije que no-repetí ya molesta, no quería tener que darle falsas expectativas que no tendría.

-digamos que tengo algo que se te olvido-menciono dulcemente.

-¿mi anillo de compromiso?, ¡va!,  te lo regalo si quieres; no es de mi gusto y  no me interesa-murmure entre dientes.

-no es eso…-dijo volviendo a reír.

-¿entonces qué…kay?-la voz casi se me corto cuando deslice mi mano por mi cuello, ¡no tenía mi collar!, regrese la mirada por mi cuello, ¡nada!, un sudor frio me recorrió el cuerpo, los ojos se me quedaron blancos del espanto.

-¡e-escucha eso es una reliquia!-me sobresalte en mi puesto, ¡mierda, Vanesa me sacaría las tripas y los ojos si no llegaba con eso a la casa! De solo pensarlo y con la anterior bronca que tuvimos eso solo me ponía más de los nervios, terminaría haciendo añicos a lo primero que tuviera en las manos.

-es de mi madre….no hagas idioteces…-casi grite feroz.

-entonces tomemos un café con tranquilidad, charlemos-sugirió.

-¿Dónde?-dije de golpe, no podía perder ese collar, había pasado a mis manos y perderlo en una noche de borrachera con kay no era nada bueno, ¡sabía que si lo deseaba podría venderlo!

-en el lugar de siempre, la cafetería alado del bar, ya sabes…te espero en una hora-gruñí por lo bajo, me tenia donde quería.

-¡Bien!-corte la comunicación, me había arruinado el día, ¿charlar sobre un collar?, ¡HA!,  eso nunca, tal vez quería volver a pretender lo de antes y en la peor situación discutiríamos y no nos veríamos, lo cual era muy bueno ya que no teníamos que hacerlo.

Tenía que parar con ese rollo pero lo creí finiquitado hace un tiempo, lastimosamente no sabía que terminaría en el mismo lugar y con la misma persona, suspire contra la ventana y pedí al conductor que me llevaría a la dirección acordada, el hombre asintió en silencio.

Cruce mi pierna  y medite lo antes hecho, debía tener la cabeza fría para todo, pesarlo con calma y medirme al hacerlo, había desgastado tiempo con eso y mi vida, mi vida ya no era tan llevadera aun así en este punto podía cambiarlo y lo haría, todo por Anna.

 

-te  lo dijo ahora y claro para que entiendas, te volveré a enamorar aun así se me vaya la vida en ello-jadee contra su oído, sentía que sus piernas cederían si no la sostenía,  sus ojos me miraban molestos y a punto de volverse vidriosos.

 

Si, sonreí, a pesar de la molestia que me deparaba el futuro sería divertido  ver sus reacciones y en parte alimentaria mis ansias por volver a cambiar, ¡hoy nacía otra Maribel!, tomaría las virtudes de aquella joven de la que se enamoro Anna y a cambio de su atención las mejoraría, brillaría y haría latir a su corazón como lo hice tantas veces en el pasado pero para ello tenía que terminar todos mis asuntos, aunque debía pensar que ahora no éramos niñas, no era algo con lo que me pudiese divertir y por ello debía calcularlo, fiera o no le enseñaría a Anna que podía y puedo tenerla a mis pies tanto como quiera, sea pasado o presente es igual, hare que tiemble con solo verme, hare que vuelva a sentir ese amor que aun duerme en sus ojos, hare estremecer a su alma tantas veces hasta que pueda decir las palabras anheladas, mías.

Te amo.

Hare que sus ojos lloren por placer y que me pida que no la aleje, ya tenía pase, ya se lo había confirmado y con ello podía decir que había recuperado la gran parte de mi pasado, mi fiereza y mi confianza, mi dos hermosos fuertes no se habían apagado, tal vez solo se ocultaron por su mirada congelante y llena de enojo, pero sabía que algo había cambiado y eso fue lo que me decidió a dar el paso.

Tembló contra mi cuerpo por nervios y eso…, eso era una exquisita muestra de debilidad.

No de aquella que hiriere y lastima sino de aquella que rememora al afecto sentido y dado.

Su cuerpo me reconocía y de eso no había la menor duda.

Se sabía mis carias de memoria.

Y mis palabras solo la hicieron pequeña ante mi vista.

Porque quería llorar y dejarse caer como en años pasados, porque en esos ojos había un amor que quiso ocultar y que le saque a fuerza.

Con ese hermoso sonrojo que tenia al momento de casi besarnos me dio solo el sí.

Mis labios se delinearon en una coqueta sonrisa.

-ya eres mía-

N. Anna.

¡Mierda!, me acomode una y otra vez en la cama, no podía descansar, trate de calmar los nervios que me inyecto Maribel pero era simplemente imposible, parecía que sudaba por gusto pero no era así, me saque la ropa y me metí a la ducha, pase ahí largo rato, Elizabeth estaba en mi cama descansando y yo…, yo ya no se qué hacer, lo más seguro es que Maribel ya lo noto.

Mis sentimientos no han cambiado, lo único que he logrado hacer en estos años es una pequeña coraza  con la que trato de proteger mi mundo, y llega ella y lo quebranta como cristal, fríamente y con rapidez sin medir lo que vendría o lo que seria, y lo peor de esto es que…¡deje que lo notara!

Mis puños chocaron contra la baldosa fría mientras mis cabellos cubrían gran parte de mi vista, las tenues gotas recorrían mi cuerpo logrando apenas sacarme un suave hilo de voz, el agua caía por mi pecho  y mi espalda, respiraba un poco de aquel suave vapor que se formaba.

 

¿Cómo le demuestro que ya deje de quererla?

¡No podía! Y me lo propuse cientos de veces y falla con solo un movimiento de su parte.

Por más que grite, chille o patalee ahora estoy metida de cabeza con por su culpa.

 Y este corazón ingrato solo me a fallado, a latido a traición por aquella…que aun yo amo.

Amo, Amar, era una idiota al volver a meterme esas palabras en la cabeza, pero solo Maribel volvió a mandármelas en bandeja de oro, se atrevió a tocarme y no pude retroceder, como antes, como aquella vez en la que fruto de ello nació Elizabeth, nuestra hija, no, mía, ella no tiene nada que ver en ese punto, aun así debo tener una seria charla con Eli por lo que menciono Maribel, no pudo dejar las cosas así, siempre en incertidumbre, no es la manera de arreglarlo, ya veré como me las doy con Maribel luego, debo seguir como hasta ahora, ella tiene su vida y yo la mía.

No es correcto rememorar sentimientos tan furtivos como el amor y el ser amado.

Ya no soy buena para ello, el juego acabo, las palabras se cortaron hace años, no debo volver a sentirme tan vulnerable entre sus brazos, ¡no se lo demostrare!

Solo espero no fallar por que como van las cosas solo me puedo tambalear en la cuerda de las dudas, no puedo evitar sentir ese amor que creí muerto y tampoco puedo entregárselo por que ahora ya tengo una familia, porque ahora ellas ocupan su lugar y pese a ello tampoco me siento conforme porque siento la culpa de alejar a Eli de ella, ¡pero ni siquiera me tendría que importar y sigo así!, ¡loca, estoy loca!, me tendría que dar por muerta para que todo el suplicio terminara.

 

-con suerte Eli no nos vio-murmure

-¿a qué te refieres con eso Anna?-me apoye contra el rincón de la ducha y vi como las cortinas se corrían, Susan estaba ahí enfrente de mí con la ropa a medio quitar mirándome con esa mirada serena, no pude evitar sonrojarme cuando vi como la ropa resbala de su cuerpo y me mostraba su desnudes, me hizo una seña para que me tranquilizara y le diera paso.

-tenemos que hablar-dije a media voz cuando se apoyo contra mí y corrió de nuevo las cortinas.

-lo que tú digas- sonrió de lado para atraerme hacia ella en un abrazo mientras juntaba nuestras frentes y suspiraba contra mi boca.

N. Kay.

Me apoye contra las silla, Maribel llevaba retrasada como unos 20 minutos…con suerte sabia que vendría ya que dudo mucho que quería que regale su fina joyería a cualquiera, recorro con mis dedos la hermosa joya, es singularmente preciosa, con bordes de platino un rubí de color intenso de forma circular, la reliquia de su madre, una joya que tiene historia y familia, escucho el ruido de la puerta y noto su presencia, agitada y  claramente sin un buen humor.

Me busca con la mirada, sonrió gentilmente, ella se acomoda un poco la ropa por el trote que dio y viene hacia mí en su porte,  no deja la compostura ni por un momento, se acomoda enfrente de mí,  respiro con tranquilidad mientras apoyo mi brazo en la mesa, me levanto y me acerco con un caminar lento a ella.

-Kay-

-Maribel-pronuncio respectivamente, le rodeo el cuello  con afecto y atrapo sus labios con los míos en un gustoso beso.

Crees que es tuyo solamente, pero es una farsa
y te convences que esto acabará, te equivocas...
Tu papel es el de ser esa mujer que el se cansó de ver,
que ya no toca más, que ya no quiere más...

 

Anna…seas quien seas, no te sedera tan fácilmente a Maribel, la hare olvidarte, hare que rememore mi cuerpo y que se borre tu maldito recuerdo.

Te hare añicos y borrare tu dolor de su alma.

 

-¡M..maribel!-y tus labios y sus caricias por mi cuerpo, nunca deje de sentir ese calor en ningún segundo, mi espalda se semi arqueaba por las corrientes de placer que me dabas, mis dedos se entrelazaban a tu cabello, no solo me enamore de tu manera de tocarme…sino también…de tu alma, de aquellos ojos hipnóticos, de aquel deje de inocencia que parecías tener al cobrar conciencia de nuestros actos.

De tus llantos, de tus quejidos, de tu miedo, de tu dolor, de todo, no podía olvidarte, te tenía tan gravada, en cada encuentro con ese deje de dulzura que me mirabas, con aquella forma gentil con la que me tratabas, me empecé a enamorar, porque me conquistaste con aquellos pequeños detalles que nadie noto, con tu presencia, era un consuelo mutuo en sí, me ayudabas con el dinero que me dabas de inicio y yo daba mi cuerpo como prenda, pero luego no fue así, empecé a desear que esos gemidos rememoraran mi cuerpo y no el recuerdo de alguien  parecida a mí, habían tantas cosas que me empezaron a fascinar de ti, como las charlas amenas que manteníamos y tu manera de ser, te mostrabas vulnerable ante mí, humana, nunca decidiste contarme sobre tu dolor y eso en parte me intrigo de ti pero no decidí causarte una molestia al cuestionarte, empecé a sentir de todo por ti, desde angustia por tu vulnerabilidad hasta seducción por tu manera de hacerme el amor, si, porque yo así lo consideraba, con tus palabras, con tus miradas de posesión , solo buscabas mi presencia, poco después supe de mi gran parecido con aquel pasado que decidías omitirme en silencios, decidí hacerte sonreír por el afecto que me dabas y el cariño con el que me tratabas, aun así a veces dolía porque sabía que  tal vez me tratabas de ese modo por ser casi idéntica a tu anterior amante.

Siempre quise restarle importancia a eso y disfrutar de tus caricias, de las pocas veces que en silencio te calmaba y lograba sacarte sonrisas.

En cambio yo, tengo sus noches y su pasión,
sus fantasías y su obsesión, aunque te duela soy
la que en tu cama probó su amor, tú eres rutina
por eso yo, prefiero ser su amante, su amante...

-¡kay!-me sostuvo de las muñecas separándome de ella, suspire molesta mientras ella me alejaba.

-¿Por qué me evades?-gruñí tratando de abrazarla pero sabía que era en vano así que me senté frustrada en la mesa.

Había poca gente y con suerte ni nos regresaron la vista.

-¡¿Por qué hiciste eso?!-ella me miro enfadaba, rodé los ojos.

-sabes porque…-no quería que se hiciera la desentendía con mis sentimientos.

-no vine para hablar de eso, creí dejártelo claro la otra vez-rozo sus labios molesta, le evadí la mirada hastiada.

-no me hagas repetirlo Maribel…-advertí, ella se sentó y vino hacia nosotras una mesera, Maribel pidió rápidamente un café cargado y yo me di la molestia de pedirme un crepe y un capuchino.

Cuando la mesera se perdió de nuestras vistas Maribel me dijo.

-bien, estoy aquí, dámelo -exigió, sus ojos me miraron de manera distinta y no dude en estremecerme, había algo raro en sus ojos, me moví un poco incomoda en mi puesto, no lo había notado…

La intuición no se equivoca cuando sientes celos
no estás loca, y entérate, yo soy la otra...
El de ti ya esta aburrido y a mí me persigue como
un niño, soy un dulce que siempre le sabe bien...

Y en esta situación yo solo era una parte de ambos lados, sentía celos de saber que ese alguien regreso a su vida y en parte puedo volver a ser algo de lo cual ella dependa, su amante…de nuevo.

-Hay algo raro en ti…-mencione en voz baja más para mí misma que para ella, Maribel me miro con indiferencia y luego sonrió con arrogancia.

-¿Qué notas?-sus ojos centellaban y parecían más vitales que nunca, me volví a mover incomoda en la silla.

-¿la has visto?-quise saber, mis dedos apretaron la falta que tenia, estaba…molesta.

Sus ojos me miraron sorprendidos, me esquivo de nuevo el tema dando un bufido de molestia.

-Maribel-pedí con la voz leve.

-no la conoces-ella también parecía tensa con ello, fruncí la ceja.

-se llama Anna, es lo único que se-dije concisa, ella cambio su expresión, pareció serenarse.

-bien, si sabes eso ya debes saber que ella está aquí…y también que…-

-volviste a estar mal por su culpa-aclare cabreada, así que por ella había vuelto a mí.

-no es cierto-me menciono en su defensa, parecía segura de sí misma, si, sin duda la Maribel que estaba ahí no era la que yo conocía.

-te equivocas, si no fuera verdad no hubieras venido a  mi….supongo que te dio un inminente rechazo, ¿verdad?-dije venenosamente, ella lo sintió y a regaña dientes dijo.

-te equivocas-

-¡no te ama!-solté emocionada y queriendo reír con superioridad.

-¡no sabes absolutamente nada y aun así ya la elegí a ella!-si, sus palabras fueron más que dagas, hice una mueca notable de dolor, ella la noto, trato de disculparse conmigo pero no había caso, no habían palabras de medio.

-no te entiendo…yo eh estado a tu lado, soy más joven que ella…-

En cambio yo, tengo sus noches y su pasión,
sus fantasías y su obsesión, aunque te duela soy
la que en tu cama probó su amor, tú eres rutina
por eso yo, prefiero ser su amante, su amante...

N. Maribel.

Ya no quería causar sentimientos  tan desastrosos en la gente, doy asco al hacerle esto pero no hay marcha atrás con mis decisiones, ahora me hare cargo de lo que venga sea bueno o malo, por eso decidí dejarlo todo, ¡no me arrepentiré!

-kay…es verdad, eres joven, tienes la oportunidad de estar con otras personas, eres bella y dulce….yo no sirvo para seguirte el ritmo, puedes enamórate de alguien más, tienes tan solo 23 años…-

Ella guardo silencio ante mis palabras.

-es lo mismo que dijiste hace un año-murmuro sentida.

-es la verdad-dije con sinceridad.

-¡no trates de alagarme con tu palabrería!-no creí que se lo tomara así, me encogí de hombros.

-¿Qué más querías que te diga?-

-¿la amas?-cuestiono lavándome la vista profundamente, no sabía a donde quería llegar con eso.

N. kay.

-decidí luchar por ella-eso fue todo lo que menciono, sencillo y claro, bien, está bien, no me tengo que poner mal con esas palabras, se lo impediría a costa de todo mundo, no la dejaría ir, no sin antes darle una buena pelea a esa tal Anna.

-de acuerdo-me levante, creo que no quería comer nada, se me quito el hambre-te ayudare-ella se quedo un poco estupefacta  por mi respuesta, mis labios solo lo pronunciaron sin querer.

-si es digna de tenerme cederé, de lo contrario no y lo sabes,  yo también decido luchar por ti desde el día de hoy-

Yo tengo sus noches y su pasión,
sus fantasías y su obsesión, aunque te duela soy
la que en tu cama probó su amor, tú eres rutina
por eso yo, prefiero ser su amante, su amante...

-no, no necesito tu ayuda…y te pediría de favor que  no digas cosas que sabes que luego te perjudicaran a ti, no quiero herirte-advertía.

-ya estoy demasiado quemada por ti, no creo que puedas herirme pues ya tengo esas lindísimas marcas tuyas-solté con perversión a lo que ella me miro impactada y completamente abochornada. Deje el dinero en la mesa y me acerque hasta ella.

Yo tengo sus noches y su pasión,
sus fantasías y su obsesión, aunque te duela...

-hare que vuelvas a mi, Maribel, lo sabes-la bese pausadamente pero ella solo ladeo el rostro, sonreí con nostalgia y diversión a la vez.

-no pongas esa cara de arrepentimiento que no te la creo-solté campante-nos vemos Maribel-me despedí.

Ella me sujeto de la mano, regrese la mirada, sus ojos aun me atemorizaban, si…era verdad, no era la misma, había un fuego más ardiente en ellos que yo desconocía.

-te lo advierto no quiero lastimarte-lo  pronuncia diferente de otras veces, su voz no solo era de advertencia sino también era intensa, fuerte, demostraba nobleza y firmeza.

Esta Maribel, a esta Maribel yo no la conozco, emana una energía tan distinta y fuerte que creo no hablar con la misma persona, no se ve vulnerable si no lo contrario, esta fortalecida y en sus ojos solo hay esa luz que parece fuego ardiendo, intenso, pasional, efímero, fiel.

¿Quién te dio esta luz?

¿Quién te despertó de tu letargo?

¿Es aquella que confundías conmigo?

No parecía una Maribel que se pusiera a chillar por los recuerdos, no era aquella que sostuve entre mis brazos hace unos días.

Si, sin duda algo le paso, sonrió internamente, si la vuelvo mi amante de nuevo…no solo conseguiré a la Maribel de antes sino a alguien mejor, alguien que ahora empieza a brillar por sí sola, alguien que no mostraría su lastima de nuevo.

Tal vez ahora esta Maribel es más tormentosa, porque a  su alrededor puedo ver no solo el brillo que la sigue sino también la pasión de una fiera que solo espera a su presa y pienso convertirme en ella.

-estoy  atrayéndote bajo mi propio riesgo-dije con suficiencia dándole un coqueto guiño-goodbye-


Su amante, su amante, SOY YO

 

N. Anna.

-¿así que la ayudaste?-sabia por su tono de voz que estaba molesta.

-sí, si lo hice…no tenía otra opción, no quería que Eli viera otra vez que cometo errores, no es un buen ejemplo-explique, sus manos se deslizaron por mi espalda baja y me apoye un poco temblorosa contra la pared-S…susan- advertí, ella volvió a acariciar mis hombros.

-¿sucedió algo más?-lo medite apenas pero sabía que no debía mencionar algo por lo que tal vez luego pelearíamos.

-no, solo le cure la mano y luego ella se fue-mentí pues era lo mejor para ese momento.

-¿solo eso?-me sujeto del brazo haciéndome voltear hacia ella, apegaba su cuerpo al mío sacándome un estremecimiento.

-Susan…por favor aléjate…-pedí intimidada por su cercanía, ella sabía a la perfección que no pudimos cruzar el límite que ella espereza.

-Bien-se alejo  y terminamos de bañarnos, ella salió primero, sabía que no estaría de buen humor por un rato, suspire, tal vez no debí decirle que traje a Maribel aquí.

Hubiera sido peor decirle que estuvo a punto de besarme, apreté los puños frustrada, ¡ojala me de amnesia!, así no tendría ningún remordimiento con respecto a Maribel…y hasta tal vez podría enamorarme de Susan, pero, este no era el caso y mientras tuviera mis memorias frescas por sus malditos roces no podría vivir tranquila, aparte tengo a su dulce retrato cerca mío, tengo a una parte de ella conmigo, a…, uff, por mucho que me costara pensarlo era verdad, nuestra bebé.

Toque mi ahora vientre plano, apenas y tenía unas pequeñas marquitas en mis caderas que casi ni se notaban, las estrías que toda madre portaba por tener a sus hijos en su vientre.

Mi Eli, mi bebé…

Aun cuando desconocía su existencia la sentía en mi, era aquella niña salvadora que al igual que su madre me saco  la felicidad más grande que podría tener.

Respiraba con dificultad y apenas y podía pararme dignamente, sangraba mucho, y casi por día quedaba muy débil.

-¡Susan!-ella me sostuvo lo mejor que pudo, me suplico y rogo por más de dos horas que descansara y yo terca no podía, no quería, necesitaba a mi bebé, los primeros días quería tenerla conmigo, solo la había visto una vez y casi muero después de ello, quería acariciar su cabecita, verla con claridad,  quería ver sus ojitos y saber con exactitud de qué color eran, quería arrullarla en mi pecho y darle de lactar, quería protegerla y acuñarla aun así me desmayara de cansancio, si, sin duda el instinto materno me tenía tan alterada.

-uhn…quiero verla-mis ojos se volvieron cristalinos, sentía la presión en el pecho que no me dejaba en paz-por favor…-le suplique de nuevo  a Susan, ella se rindió ante mis pedidos, me pidió que me quedara un momento mas y que ella mismo llamaría a una enfermera especializada para que me ayudara

Asentí dudosa, la tome de la mano antes de que se fuera-por favor-

-no te preocupes pero…-me regreso la mirada expectante, levante una ceja sin entender.

-nada, ya lo arreglaremos de ser necesario-seguí sin entender, ella se retiro, aun no podía cerrar bien mis piernas, suspire, sentía la columna hecha trizas, parecía que estaba fragmentada por dentro y la cadera…Dios, ya ni la sentía.

¡¿Eso era bueno o malo?!

Pensé con inquietud.

Eli…Elizabeth.

Como Maribel.

Agache un poco la mirada contemplando mi cansado cuerpo, al parecer dio al mejor lucha de todas, la de poder dar a luz a nuestra hija,…Maribel, y ni allí podía dejar de pensarte.

Maribel Elizabeth Serrat.

Me apoye contra el respaldo de la cama, oí el ruido de la puerta, Susan entro primero, ayudaba a la enfermera a transportar la termo cuna, me inquiete en mi puesto y mire nerviosa a la cuna.

-y…¿eso?-dije cohibida, Susan me dedico una mirada un tanto tranquilizadora.

-recuerda que la bebé es muy chiquita, no tiene el peso ni el tamaño de un bebé de nueve meses-lo sé, ¡es mi culpa!

http://www.youtube.com/watch?v=8zaGA3tq6Ro

(escuchen esta melodia mientras lean)

Ella logro entender mi mirada y se acerco a mí, acaricio mi mejilla pues había notado que no pude evitar llorar al ver a  la pequeña de Eli.

-todo va a estar bien-beso mis labios tan solo un poco, me sobresalte y como aun no tenía muchas fuerzas para responderle tampoco la aleje, solo enrojecí un poco y desvié mi mirada hacia Eli.

-¿C-cuánto mide?-dude en decir.

La enfermera miro con cierto deje de tristeza a Eli, eso me causo temor.

-es la bebé más pequeña que hemos tratado aparte que no cumplió todos los meses de gestación, mide 43 cm y pesa 1500 kilo gramos-

-¿puede…?-¡no maldición ni si quiera tengo que pensarlo!, desvié el rostro pero al parecer notaron mi interrogante.

-podría pero…-la enfermera cargo a Eli con cuidado, mi pequeña aun llevaba unas benditas en sus bracitos por los sueros que le tuvieron que poner.

No…mierda, si solo no me hubiera puesto mal en ese mes, tal vez, tal vez Eli estaría mejor, ¡no fui precavida y por ello ella ahora…!

-…no te cumplí…-las manos me temblaron un poco mientras le enfermera me ayudaba para sostenerla contra mi pecho, sentía la impotencia y el temor de verla ahí tan frágil entre mis brazos, era realmente pequeña, su cabecita cabía en mi mano y su cuerpito solo llegaba a mi codo, era prematura y débil, parecía que sostenía a una pequeña muñequita que en cualquier momento se rompería.

-…creo que a decido estar a su lado-me dijo la joven mujer, la mire un tanto consternada, ella sonrió con dulzura-ese pequeño angelito pudo haberse ido con usted el día que murió pero…lucho mucho para poder respirar y seguir aquí, la esperaba a usted-me señalo a Eli, mi pequeñita empezaba a abrir los ojos, acaricie su suave piel y tocaba su pechito oyendo los latidos que daba su corazón.

Estaba viva.

Sus ojitos se abrieron con incomodidad y yo la contemple con nerviosismo, entre abrió su boquita para soltar suaves sonidos, le acaricie la mejilla y ella recostaba su cabecita en esta, la bese mucho una y otra vez.

No quería dejarla ir, no quería dejar a esa parte de Maribel que era mía, no quería alejarme de aquella pequeñita que era mi soporte, mi razón de ser y de existir ahora.

Mi bebé se dejo acariciar.

-…lo siento…lo siento -repetía entre quejidos de dolor, la acunaba en mis brazos y no paraba de sonreír al verla, al ver sus tenues expresiones y como sus manitas se apegaban a mi pecho.

Las lágrimas en aquel momento solo  expresaban todo lo que sentía.

El miedo de comenzar todo, de empezar a ver el mundo de distinto modo.

La emoción de saber que podía seguir por ella.

La ternura que me transmitía esa hermosura que era mi ser, mi esencia.

El dolor….de ver partir al pasado para darle paso a su presente.

-t…te amo…Elizabeth-

Veía sus ojitos grisáceos entre cerrarse del sueño, bostezo débilmente contra mi rostro, Susan me veía con cariño alado mío.

-¿Elizabeth?-dijo la joven enfermera mirando también conmocionada ante  la escena.

No dije nada, solo me dedique a jugar con las manitas de mi pequeñita que seguía mirándome con tenue sueño.

-es un bonito nombre-opino Susan acariciando mis brazos.

-te quiero-volví a repetir viendo como en sus pequeños labios parecía formarse una pequeña y fina línea que era una sonrisa.

 

Cuando logre calmarme arrullaba suavemente a Eli,  tarareaba apenas una suave canción de cuna, Eli volvió  a clavarme sus ojitos, seguía cansadita en mi pecho sin dejar de perder rastro de mis expresiones.

-creo que deberías darle de lactar-sugirió Susan.

Me sonroje un poco, era la primera  vez que iba…a hacerlo.

-¿crees que tenga hambre?-cuestione.

-si…ya es hora de que coma, será bueno que lacte de ti ya que los otros días que estabas inconsciente debían tenerla con sueros y otro tipo de leche en formula-se sentó tras de mi apoyando su barbilla en mi hombro.

-tranquila…te ayudare-zafó el nudo de mi ropa, la fue bajando con cuidado por mis brazos hasta dejar mi pecho al descubierto, me avergoncé bastante por ello pero no dije nada, sentí sus manos en mis hombros desnudos, su tenue respirar contra mi cuello que me erizo un poco.

-ven acá…-me acerco un poco más a ella, yo sujetaba con cuidado a Eli, mi pequeña tenía un respirar acompasado y lento, ¿estaba bien?

Mire de reojo a Susan que al parecer leyó mis pensamientos y dijo.

-no te preocupes, sigue con nosotras así que por ahora solo mímala-me abrazo por detrás, y con cuidado rozo mi pecho.

-¿Qué haces?-murmure confusa.

-shh...mira-apretó entre sus dedos una de mis pezones y vi que salía ese tenue liquido blanco.

Enrojecí a más no poder, Eli me miraba expectante, la acerco con cuidado, Susan me soltó levemente y dijo que acercara a Eli, suspire un poco y vi como mi pequeña empezaba a amamantar.

Siguió así hasta que sentí un leve dolor.

-anh…creo que mordió-Eli se aferraba a mi mientras yo la apegaba para que pudiera lactar bien.

-Tal vez chupo muy fuerte, los bebés a esta edad no tiene dientes-rio un poco por mi comentario, enrojecí.

-tienes razón-acaricie su cabecita, sentía que succionaba fuerte.

 

Esa miradita que me dedicaba, heredo los ojos de Maribel, profundos, penetrantes y llenos  de vida.

Esa miradita atenta de mis movimientos, de mis acciones.

 

-¡te prometo que siempre estaré a tu lado!-esas palabras tan llenas de ingenua inocencia, éramos tan solo unas chicas de 13 años en esa época.

-Maribel-la mire dudosa, ella me abrazo con cariño.

-eres mi mejor amiga, no te dejare y lo sabes-apoye mi cabeza en su hombro, si, si puedo estar con ella  por más tiempo seré la persona  más feliz del mundo.

-¿y si no cumples que hago?-la mire de reojo, sus grisáceos ojos me miraron expectantes, desvió la mirada hacia enfrente y dijo.

-tienes el derecho de olvidarme-

 

-ngh..-me volví a estremecer pero esta vez por frio, Susan puso su chompa sobre mis hombros.

-¿así está bien?-murmure.

-si, serás una buena mamá-sonrió.

 

Entonces tengo ese derecho desde ahora, un dolor se clavo en mi pecho para ese momento, ahora ya no  hay nada que me impida olvidarte pero…ni con ese derecho quise hacerlo.

N. Maribel.

Vaya…no pensé que diría esas palabras, eran idénticas a las mías, tenían el mismo tono en su pronunciación y significado, parecían una promesa rota tan solo, en aquellos días solo lo dije con nostalgia y con dolor como si fuera el peso de una culpa.

-no soy tonta Anna,  se de lo que eres capaz, y bajo mi propio riesgo es que te acojo bajo mis alas-

-estoy  atrayéndote bajo mi propio riesgo-

El lastimar, el ser herido, ¿Quién ganaba realmente en esto?

Hace más de un año la deje para que pudiera rehacerse, le explique que era absurdo permanecer a mi lado si es que yo no deseaba olvidar a Anna, no quería herirla y fui claro con lo que sentía.

No le puedo seguir el paso y más que ello yo deseo que realmente encuentre a alguien que si la ama.

Yo no  soy con exactitud esa persona a la cual ella podría encomendar su vida y su cariño.

No puedo darle esperanzas porque mis sentimientos con ella tan solo fueron ambiguos, torpes…y de ello simplemente se relacionaba a su parecido con Anna, nada más, por eso la aleje y creí que no la volvería a ver pero fue mi estupidez lo que me hizo volver a ella, fui yo la que le busco y por ello soy la culpable de ese dolor que vi reflejado en sus ojos,

¡Pero ya se lo dije y no deseo tener más líos con esto!

Si con Anna estaba martirizada peor lo estaré teniendo a kay de medio.

¡Pero no quiere entender!

Camine por las calles fumando un cigarrillo, iba distraídamente cuando…

-¡¡el collar!!-grite a media voz regresando la vista pero sabía que no tenia caso pues Kay se fue hace más de media hora.

¡Otro dolor de cabeza!

-¡agh!-

N. Anna.

Otra vez volvía a ser temprano en la mañana, Susan llevo a Eli a la escuela y yo Salí al trabajo, aun andaba callada conmigo y eso en parte me molestaba pero o podía obligarle a hablarme.

Llegue a tiempo, salude con algunos compañeros y compañeras que me recibieron gustosos, fui directamente a mi oficina que estaba a solo unos pasos de la de Maribel, no quería ni imaginarme como iniciaría ese día.

Y con su confesión poco o nada podía esperar, me sentía impaciente e intranquila pero lo disimule pues no era bueno mostrar tales sentimientos, seguía con mi mentalidad en ello, decidí abrir algunos archivos y ponerme a trabajar con rapidez para que cuando Maribel llegara solo me encontrara ocupada.

Oí el suave toque en mi puerta.

-pase-murmure, vi pasar a una chica que me saludo con timidez, era muy callada y observadora, atenta, como era recién llegada le dedique una tenue sonrisa para que se calmara.

-B-bueno días-enrojeció al tenerme enfrente de ella, tenía el cabello rojizo y largo, era muy delgada y su cara parecía la de una muñeca de porcelana, bella.

-Hola-casi cante con la voz, Eli me estaba pegando eso de ella.- toma asiento-señale, ella asintió y se acomodo.

-¿sucedió algo?-dije volviendo mi vista a los documentos, tenía que empezar a registrar algunas cuentas para la construcción de la nueva infraestructura.

-no, vine a decirle que la señorita Serrat me dijo que usted será mi tutora por unos cuantos meses…así que aquí está la forma-eso no lo sabía, mire extrañada el papel pero me acomode para leerlo, saque unos lentes de lectura que había empezado a usar desde hace tiempo, y en si era verdad, al parecer aquella joven no mentía.

Suspire resignada, nunca había tenido alumnas, tal vez estaban de pasantías, deje el papel a un lado y lo firme con rapidez.

-¿Cómo te llamas?-quise saber.

-A-Anita…aunque me llaman Anchi o como usted quiera llamarme…-la mire complacida.

-bien, mi nombre es Anna, creo que no te importara que te llame por tu nombre, ¿cierto?-ella negó-bueno, creo que no ser muy estricta contigo, son tus primeros días así que quiero que los pases amenos aun así te pediría de favor que me trajeras los últimos tomos que tengan en contabilidad y finanzas, en si los últimos temas que hayas estudiado para basarme en los conocimientos que tengas y saber que  funciones puedes cumplir aquí-ella acepto.

-por ahora vete a descansar, si te necesito te llamare-

-muchas gracias, mañana le entregare los libros-asentí-¡hasta luego!-sanaba animada.

-adiós-

N. Maribel.

Agobiada, histeria, ¡ja!, otra vez con lo mismo me grite internamente, era tiempo de tomar fortaleza, las lamentaciones no tenían tiempo de joderme.

Llegue a la oficina, como siempre todos me saludaron, era de esperarse, era la jefa, mantenía sus trabajos a flote y pro ahora debía supervisar algunos cambios, subí en el ascensor, movía los pies inquieta, me mire en el reflejo, mis cabellos estaban largos y lacios, me había arreglado respectivamente, pero…no podía evitar sentir ese nudo atorrante en el estomago, podría vomitar en cualquier momento, nervios quizá, si…nervios.

Anna, sonreí de lado, mis ojos se veían de manera distinta al pensarle, y mis sentidos solo se nublaban cuando ella pronunciaba mi nombre, ¿Por qué no pude tenerme en el pasado?, ¿Por qué fui ciega y no sentí el latir de tu corazón?...y tu dulce mirada, te dije que haría todo por ti y no mentía, ahora solo falta mi parte para cumplir esa promesa.

La puerta se abrió, bien, lo había pensado y debía actuar según lo planeado, suspire y camine por el pasillo, vi a una joven salir de la oficina de Anna, me saludo y yo solo asentí, mis pies parecían clavados en el piso, no me atrevía a dar un paso más, hice una mueca de disgusto.

 ¡Se lo prometí!

-eh…Buenos días-la mire con atención, no se atrevía a levantarme la vista.

 

N. Anna.

 

Me levante como pude sin dirigirle la palabra, por alguna extraña razón sentía el calor en mis mejillas.

 

-Buenas…-solo murmure sin verle realmente, note que se dio media vuelta, cogí algunas carpetas y le seguí, todo iba acompañado de un muy sentido silencio.

 

Entre a su despacho, ella se coloco en su lugar y me observo por largo rato hasta que alce la vista, me miro con curiosidad, expectante.

 

-no sabía que usabas lentes-me los quite y puse en mi bolsillo.

 

-no los suelo usar mucho…solo cuando los requiero-mencione.

 

-te sientan bien-me miro a los ojos y retrocedí cohibida, ella no lo noto mucho, si, sin duda no era la misma, cambio su expresión a una fría y seria, sus ojos me miraron casi como titilando.

 

-necesito que te quedes conmigo hasta la hora del almuerzo, trabajaremos la mañana para que puedas ir a ver a tu hija en la tarde-me quede callada y sorprendida por eso.

 

-¡lo dices en serio!-ese grito no se me pudo reprimir, me tape la boca, me emocione demasiado con esa idea, que vergüenza,  me miro con afecto algo que me hizo sentir más confuso, sus ojos, sus expresiones, sentía que el corazón se me saldría con otro de esos gestos…, era la mirada y los gestos de la antigua Maribel.

 

De…la que aun…am…

 

-ngh…-

 

-si-soltó una risa al ver mis gestos-aunque cuando realmente seas indispensable podrías traerla a ella aquí-

 

-bueno…eso ultimo creo que no-solté con mas…confianza.

 

-¿Por qué?-me pregunto, aunque no podía darle todos los motivos y el principal mucho menos.

 

-créeme, Elizabeth es un pequeño demonio cuando se lo propone-se quedo pensativa, me inspección por largo rato, ¡odiaba que hiciera eso!, parecía  que podía atravesarme con sus ojos, que podía ver atrás vez de mi.

 

-¿te sientes bien?, estas algo roja…-sonrió alegremente, acercándose a mí, afilo su mirada lo mejor que pudo hasta que estuvo a mi altura frente a frente.

 

-no es nada, creo que solo tengo inicios de gripe-

 

-¿en serio?- acaricio mi mejilla, no…no puedo moverme, mis puños se cerraron, le esquive la mirada.

 

Te recuerdo a la perfección seas quien seas.

 

-lo dijo en serio…-

 

-los niños suelen ser traviesos, es normal que Elizabeth sea así, aun es pequeña-

 

No la nombres con tanta confianza,  aun no quiero tocar ese tema con alguien como t…

 

N. Maribel.

 

-Anna-levanto tan solo un poco su mentón para que me vea con claridad, apenas solo di un respiro en su boca, sus ojos se entre cerraban confusos, sentí que intentaba alejarse y se lo impedí acorralándola contra la mesa con sutileza.

 

-M…Maribel…-tartamudeo con temor, acaricie su suave cabellera, se estremeció contra mí, cerraba sus ojos y podía ver ese sutil rosa en sus mejillas.

 

-no me has olvidado, ¿verdad?-se lo dije pausadamente contra el oído, la abrace tan solo un segundo mientras ella se tensaba en mi cuerpo.

 

-yo…yo…suéltame por favor-sonaba tan dudosa, suspire internamente.

 

-Anna…no quiero que olvides mis palabras, te voy a enamorar…-

 

 

N. Anna.

 

N…no digas este tipo de cosas, no trates de hacerte hueco en mi corazón, no trates de volver a revivir este maldito dolor.

 

Porque yo aun tengo miedo, aun tengo miedo de perderte…, el miedo de que me vuelvas a jugar las mismas pasadas, de que no aceptes a nuestro bebé, a Elizabeth.

 

No quiero tener que volver a olvidarte, ¡no quiero engañarme de nuevo!

 

Porque….si vuelvo a tenerte solo…solo dolerá más si te alejas.

 

-no te engañes…Maribel, yo no te voy a am…-no se con exactitud si quería decir esas palabras pero era lo mejor, si ella vuelve a fallar  estoy segura de que no podría soportarlo.

 

Porque este ingrato corazón solo quiere odiarla y amarla a la vez.

 

-Anna…no me mientas así, se que aun puedo revivir estos sentimientos-sentí sus suaves y tersos labios sobre los míos como un dulce, un dulce que en años probaba  y que era el más hermoso y cruel que sentía en la piel, mi respiración se agito levemente, y mi corazón…, mi corazón…para esos momentos saltaba y yo tenía el temor de que Maribel lo descubriera en su alocado ir y venir de mi alma.

 

¿Por qué tratas de amarme?

 

¿Por qué lo haces cuando ya no soy nada tuyo?

 

¡Ni siquiera sabes cuánto me duele quererte y que tu…siempre has hecho tu decisión,  mientras que yo…, yo solo dependo de ella para estar contigo!

 

-ngh..ah..-

 

N. Maribel.

 

Los  probé, probé su cándida boca, mis labios  le besaron, con delicadeza y firmeza, no quiero que me huya así, solo deseo recurar lo que fue mío, al principio siento su leve respirar al mío que se funde, y en su gentil accionar mueve sus labios con los míos en el beso.

 

No me dejes borrarte, sus ligeros estremecimientos solo me causaron un súbito placer, y mis manos dudosas de acariciarte fueron bajando con lentitud por tu espalda, tus labios estaban un poco húmedos por nuestro anterior roce, intente volver a hacerlo pero su mirada me lo impidió.

 

-…Anna…- sus pupilas temblaban completamente llorosas, vi como una a una las lagrimas fueron rodando por sus mejillas, las acaricie y limpie, sin dejar de mirar sus ojos, había tantas cosas en ellos que ahora no me permitía ver, que no me permitía decir.

 

-…yo, yo te olvide, ¿Por qué no haces tú lo mismo?-fruncí levemente mi ceño y suspire de lado, era dulce verle así y a la vez frustrante porque me negaba toda oportunidad sin intentarlo realmente, aun así sabia que en esas dudas suyas yo tenía una ligera luz de esperanza.

 

-¿realmente lo hiciste?, entonces dime…¿Por qué correspondiste a mi beso?-


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