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Boda (Au). por aoi nicole

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Notas del capitulo:

Bueno a sido mucho tiempo, lo sé, lo sé y realmente no prometo actualizar seguido, acabo de ingresar a la U y bueno…pasaron muchas cosas en estos últimos meses que quizá me atreva a contárselos más luego y ah detalle, oh haga un fic de eso, ya saben, le pondría algo así como: ‘’la perdida de mi maldita musa’’

Bueno, no abandonare este fic, es un hecho, sus personajes me ayudaron a salir de muchas cosas que vivía en mi día a día, en especial Maribel que fue inspirada en mi musa maldita, como dije se los diré en otro cap, bueno espero que disfruten de la lectura y un comentario no haría mal a nadie n-n, ya saben los reviews motivan.

LA PREGUNTA DE LA SEMANA ES:

¿Qué piensan de Susan? ¿Cómo ven su participación en la vida de Anna?

¿La aman? ¿La comprenden? ¿La odian?

¿Why?

Besos, Aoi Nicole.

N. Susan.

-¡No! Necesitamos una dosis extra de adrenalina, Alein encárgate de ello-dijo firme, evitaría que su pulso bajara con ello, ahora necesitaba, no, tenía que mantener la situación controlada para evitar un sangrado masivo y la pérdida del pulmón.

Lo haría, la salvaría, Anna era una joya que no podía perder, le dio lo necesario para saber que su vida valía la pena, que el poco tiempo que le quedaba…era precioso, era valioso.

-Tu no morirás-murmuro utilizando la maquinaria necesaria mientras miraba detenidamente el electrocardiógrafo.

Mis ojos se entreabrían cansados, la luz me cegó momentáneamente mientras parpadeaba con lentitud, la cabeza me palpitaba, sentía un ligero temblor recorrerme los dedos, podía oír un ligero llanto a mi lado, incline la cabeza para ver de quien se trataba, pude notar los cabellos negruzcos de Anna cubrir mi mano, la mano que Anna sostenía entre sus manos, aquella sobre la cual derramaba sus lágrimas.

-S…Susan, despierta…por favor…-mi ojos la miraron con más detenimiento, su figura se mantenía encorvada a mi lado, Anna llevaba aquella preciosa blusa maternal que delataba su estado, ¿Qué había sucedido?, fuera lo que fuera…me había hecho ver que era valiosa para aquella joven de la cual se enamoró.

-Anna…-fue un susurro débil, casi invisible para cualquier otro ser.

-Susan-el murmuro temblaba en sus labios, podía ver aquella mirada desfalleciente de ojos rojizos por el llanto, me hizo sentir lastimera al provocar aquellas reacciones, quería disculparme por hacerla llorar  en su estado.

-¿Qué menciono el doctor…?-dije sutil, dando un ameno apretón a la mano de Anna.

-D-déjame avisarle, p-por favor…-las palabras tropezaban en sus labios, era algo simplemente dulce de contemplar, la vi separarse de mi con lentitud, como aturdida por lo que acababa de pasar, con un leve movimiento alcance a detenerla tirando un poco de su blusa.

-No tienes por qué preocupart…-iba diciendo con la voz cansada, amortiguada.

-¡¿Cómo demonios me puedes pedir eso?!-desde mi  lugar podía ver como todos los músculos de Anna se estremecían, como si hubiesen liberado un dolor incontenible, la espalda de Anna, subía y bajaba entre intervalos rápidos, como si…, cuando mis  oídos escucharon sus primeros sollozos lo comprendí.

Su Anna se abrazaba a sí misma, temblorosa, con el rostro empapado en lágrimas.

-¿Por qué…Por qué no me dijiste?-podía oír el temor impregnado en sus palabras, tanta angustia que cortaba estas en hilos que vibraban.

-Anna, yo…-

-¿Por qué? ¡¿Por qué fuiste tan egoísta al ocultármelo?!-apreté con más  fuerza la blusa de la menor, debía calmarse, debía decirle, tenía miedo…tanto miedo de malograr esa mirada de amor en Anna.

¿Qué podía decir? ¿Qué mi  único defecto de vida era la muerte…?

-No tenías por qué preocuparte por mí, tienes suficiente con la amenaza de aborto como para que cargar con estas cosas sin importancia que…-al levantar la mirada para afrontar a Anna, pude contemplar en sus ojos tanto reproche como melancolía, vi la mano levantada de ella cerca de mi  rostro, cerré mis ojos, lo había aceptado, aceptaría lo que Anna quisiera entregarme.

Pero más allá de sentirse sorprendida por no recibir una inminente cachetada…se quedó casi  pasmada al sentir una delicada caricia en su mejilla junto al peso de la menor que se aplastaba contra ella, Anna la estaba abrazando, podía sentir la humedad de las lágrimas contra su cuello, sus brazos no dudaron en estrecharla de igual modo.

-Tenia tanto miedo S-Susan…tu no respondías y yo no podía hacer nada, no sabía lo que te pasaba, no sabía que tu corazón, que…tu…-la podía oír hablar entre hipidos, tratando de calmar su pesar.

-Anna mírame-pidió con cariño, se sentía adormilada por los sedantes.

Las manos de la menor le acariciaron el rostro, las suyas en cambio la estrecharon y se deslizaron con cuidado hasta el redondo vientre, acariciándolo con ternura.

-Realmente no quería preocuparlas-

-¡¡Pero lo hiciste!! ¡Maldita sea Susan, yo no sabía que hacer contigo, me sentía inútil, sentía que te me ibas de las manos! ¡¿Cómo no quieres que me sienta así?! ¡Estabas inconsciente en nuestra habitación, no podías ni respirar!-dijo apretando sus manos en puños como si quisiera golpearla aunque al final no lo hizo, la pudo ver mordiéndose los labios con impotencia, temblando, ocultando su rostro contra su cuello, movió un poco su cabeza entre la almohada para besar la frente de la más joven.

-…-

-tu corazón, no podía oírlo, no podía sentirlo en tu pecho, quería oírlo…lo necesitaba tanto Susan, si algo te hubiera pasado…si no hubiera llegado…tu-

-Anna-llamo estrechándola más en la cama del hospital-ya no digas más, ya ha sido suficiente para ti por una noche, me siento mejor…puede que no cuente con una vida larga pero lo que sea que la vida quiera para mi estaré satisfecha, no eh tenido complicaciones en años anteriores, es la primera vez que me ha sucedido si te soy franca-un silencio aletargante se posó entre ambas, mi respiración se cortó por los nervios, mis labios se apegaban con un poco más de fuerza a su rostro, no quiero perderte, era absurdo mentir, lo sabía, todas las mentiras caían algún día pero quería que la mía perdurara hasta mi muerte, no, no era la primera vez que me sucedía, mis fallas cardiacas me llevaron por años de niñez y adolescencia a un hospital en el que miraba como la vida se me iba lentamente del cuerpo, no podía soportar ese ambiente, supongo que eso fue mi mayor motivante a la hora de sanar mi maltrecho corazón, nunca goce de buena suerte, nunca hubo un donante para mí, los doctores siempre decían que mi corazón podía darse un poco más de cuerda con los medicamentos, les creí cuando no sentía aquella presión en el pecho que me dejaba sin aire y me hacía perder la conciencia, oh en ocasiones me producían pesadillas y desvaríos que me hacían terminar sollozando y aferrándome a los brazos de mi madre.

Cuando pude salir del hospital no hice más que sentirme incomoda, Anna lo sabía, sabía que mentía, mis quejidos eran prueba de ello, en más de dos ocasiones había pensado en doparme para calmar el malestar de mi corazón, era insoportable.

-¡¡Ahh!!-la respiración se me cortaba, abrí los ojos a punto de llorar, sentía el sudor recorriéndome el cuello y la frente, sollocé ahogadamente al cubrirme la boca con el antebrazo, que Anna no, que no me haya escuchado.

-Susan- sentí su murmuro sobre mi oído con cuidado, delicado, sus brazos me hamacaron con cariño haciéndome entre abrir los ojos, tenía miedo, miedo de mi propio cuerpo, miedo de que este me desamparara.

-Anna, Anna…Por favor, yo…-ya no quería hacerlo, ya no quería guardarme ese miedo, me acurruque contra su cándido cuerpo,  sus manos no dejaron de apaciguar mi terror, acariciándolo tiernamente, besándome la frente y los parpados humedecidos por las lágrimas, por mis miedos, mis jodidos miedos.

-Estamos aquí Susan, estamos aquí-dijo en baja voz, tomando mis manos para que rodeara su redondo vientre, suspiraba casi consternada, no podía controlarme, ¡Estoy viva maldición, lo estoy, lo estoy!

Aun lo estoy.

Apoye mi frente contra la de Anna, respirando su aroma, sentía sus manos acariciando mi espalda, calmándome, apaciguándome, sus labios se apegaban con lentitud a los míos, dando pequeños picos, me fui adormeciendo, dejándome mimar y relajar por ese cuerpo, por esa alma.

-¿Mejor?-susurro.

-Sí, porque están a mi lado-dije en un hilo, presionando mis manos a su vientre, concentrándome, creyendo oír un pequeño latir entre nosotras.

 

 

-Susan, ¿podríamos hablar un momento?-Regrese la mirada a Anna, estaba junto a la puerta, asentí y la seguí, no sin antes depositar un dulce beso en la mejilla de nuestra hija, Eli seguía profunda en su cuna.

-¿Pasa algo?-cuestione acomodándome en el sofá, Anna se sentó con cuidado, aun se veía adolorida.

-Quería hablar contigo sobre…bueno-la vi súbitamente nerviosa, esquiva.

-¿Sobre qué?-

-Una vecina, me menciono que una mujer había estaba buscándome, ¿sabes algo?-aclaro, veía algo diferente en sus ojos, quizá era esperanza, trague saliva.

-¿Una mujer?-

-Si-

Apreté mis puños disimuladamente, sonreí con fingida sinceridad, había algo dentro de mí que me decía que hacia lo correcto, ignoraba a la otra mitad que me miraba con decepción.

-No eh sabido nada Anna, seguramente se confundió, ya sabes que hay muchos inquilinos en el edificio-aclare evitándole la mirada momentáneamente, suspire cansada, su mirada se apagó ante mis ojos.

-Oh, ya veo, tienes razón seguramente se confundió-dijo con una leve sonrisa, mirándose las manos un poco, por un momento creí que lloraría. No fue así.

-¿Has tomado tu medicamento?-dijo cambiando de tema con rapidez, evitando toda emoción de debilidad en sus facciones por preocupación genuina.

-Si-dije levándome para acomodarme a su lado.

Anna se apretó con delicadeza hacia mí, pase mi brazo sobre sus hombros, recostó su cabeza sobre mi hombro.

-¿Qué te a dicho el doctor?-

-Que debo tomar mis medicamentos y estar pendiente de los registros de donación, aunque no es algo necesario, la medicación puede mantenerme al margen del hospital por muchos años-ella me miro inquieta, desconfiada de mis palabras.-Anna-

-Por favor no te lo tomes a la ligera-dijo con severidad, llevando su mano hacia mi corazón.

-Deseo estar contigo muchos años más y tú debes cuidar de el para ver la graduación de Eli-

-¿De la escuela?-dije con una risita, me dio un pequeño golpe en el hombro.

-¡¡Boba, de la universidad!!-dijo alarmada, casi haciendo puchero, atraje su rostro sonriente al mío.

-Lo que digas-dije acortando la distancia mientras apretaba su mano, ella podía sentirlo, mi corazón siempre estaría ahí, para ella, latiendo.

 

Las pesadillas fueron remplazadas por sueños, por esperanza, mi temor a la muerte se disipaba cuando reposaba entre sus brazos, cuando tocaba sus labios, cuando oía su risa, cuando guardaba de forma celosa cada pequeña cosa en mi maltrecho corazón.

La amaba. No, la amo, la amo demasiado.

Me apoye tambaleante en la silla, había acabado, lo hice, la salve, las manos me empezaron a temblar, un miedo lejano me arropo desde dentro, su vida estaba al borde de mis manos, estaba viva, lo hice, lo logre, rompí a llorar, lo necesitaba, mi cuerpo lo suplicaba desde dentro.

Me cubrí el rostro, no deseo que nadie mire, no quiero que lo hagan, me sentiría débil, me sentiría quebradiza, frágil. Una mano me recorre los cabellos con dulzura, el tacto es cálido, me amortigua el llanto,  no me atrevo a levantar la mirada, la voz me sale en hilos, atascada.

-¿A-Alein?-murmuro, se deja caer a mi lado apretándome contra ella, aprieto los labios, quisiera estar en su lugar, quisiera ser la persona que recibió la bala.

N.Alein.

Deslizo mis manos por sus brazos, tratando de calmarla, de apaciguar su ánimo, debió ser traumante, para mí lo fue hace mucho, hace demasiado, solté una súbita risa, Susan me mira confundida, con los ojos hinchados y lagrimosos, con los labios un poco más tentadores, coloridos.

-Está viva, dulzura-murmuro sobre su oído haciéndole cosquillas, ladea el rostro secándose las lágrimas, hipando. Le palmeo la espalda con cuidado, quiero que espabile, necesito tenerla de vuelta, necesito tenerla fuerte, altiva, alegre, seria, la quiero así, siendo ella. Nuestros manos se tocan con sutileza, me gusta ese gesto, le recorro los dedos con jugueteo, con mi mano libre saco un cigarrillo, sigo un poco tensa, estoy a punto de prenderlo y llevármelo a los labios cuando siento una manotazo, el cigarrillo cae, regreso la mirada claramente exaltada, Susan esquiva la mía.

-Se te pudrirán los pulmones-sisea, las mejillas las tiene coloradas, seguramente por el llanto, rio de nuevo, está bien, lo estará, es fuerte, su rostro me encara con una mueca de disgusto.

-Demonios Alein lo digo en serio, hueles a prostituta-

-¿De las baratas?-canturreo también temblando, quisiera gritar para calmarme el pánico.

-Ya los has dicho-dice de hito en hito.

-¡Oh!, creí que sería de las caras…-sonrió de oreja a oreja, apoya su rostro en mi hombro y se frota contra él.

-Deja de limpiarte los mocos en mí, dulzura-digo haciendo mohines, ella hunde más su rostro, lo peor ya ha pasado.

N. Maribel.

Elizabeth se a quedado dormida en mis brazos, la acuno tiernamente, le acaricio la frente, con mis dedos recorro sus facciones, es una niña hermosa, es como una gema brillante, pura, preciosa.

La mirada se me oscurece, nadie ha venido a avisar nada, ya han pasado demasiadas horas, siento una presión en el estómago, un malestar palpable, miro hacia el pasillo divisando una figura, por un momento me exalto creyendo que quizá era la esposa de Anna, cuando ya tuve a la persona frente a mí me di cuenta que era Alein.

Mi corazón se desemboco con fuerza, ¿Anna estaba bien? ¿Habían podido…? El miedo empezó a sacudirme cada poro, apreté mis labios para no soltar quejidos, debía mantenerme serena.

-¿Eli se durmió?-cuestiono en baja voz mientras se sentaba alado mío, tenía ojeras bastante marcadas aun así mantenía una actitud apacible, creo que todo estaba bien.

-Lloro bastante-aclare suspirando, mis manos acariciaban el rostro de Eli, realmente quería desahogarme pero sabía que no era el momento-¿Anna está bien?-dije finalmente con consternación ella iba a responder cuando la voz de otra persona nos interrumpió.

-Lo está señorita Serrat, no comprendo que hace usted aquí-murmuro con desagrado la esposa de Anna, me sorprendí de sobremanera al verla llegar por donde antes había pasado Alein, sus ojos simplemente no podían verme con más desagrado, casi por inercia apreté a Elizabeth en mis brazos, mirándola con fiereza.

-Chicas…no creo que sea el momento ni el lugar…-iba diciendo Alein cuando Susan la cortó.

-Sí, tienes razón, no es momento, ni el lugar, ni la jodida hora, así que…le pido de favor que se retire ya que no tiene nariz en este asunto-me murmuro mordaz mirando con rabia el agarre que tenía en su hija, apreté la mandíbula furiosa, realmente no me había agradado desde que la vi en la oficina.

-Estaba preocupada, tengo el derecho como cualquiera de verla-dije cortante en baja voz para no despertar a Elizabeth.

-¿Oh, en serio?-dijo con un tono sarcástico-Por si no lo sabe esta zona es solo para familiares, solo Elizabeth y yo podemos estar aquí ya que ella es nuestra hija y yo soy su esposa-aclaro levantando el tono de voz. Realmente me quería precipitar sobre ella y escupirle un poco de cosas en la cara, decirle como había poseído a Anna mucho antes que ella, echarle en cara que Anna me amo por años…que la sostuve entre mis brazos cuando le hacia el amor, que le había robado besos en secreto, que podía mirar en sus ojos aun amor, pero sola por aquella ocasión me calmaría.

Solo moví mis labios con tenuidad, me sentía furibunda, melancólica, realmente mal por lo que había pasado esa noche, porque aún tenía la necesidad de verla, de cerciorarme que estuviera bien pero sabía que al fin y al cabo ese día no podría verla.

-Fue mía-

Vi sus ojos encandilarse como chispas, todo su cuerpo tembló y Alein tuvo que sostenerla para que no se abalanzara sobre mí dispuesta a golpearme o por lo menos expulsarme de la sala.

-¡Lárguese!-realmente no pudo contenerse con ese grito, Elizabeth se estremeció en mis brazos de repente, seguramente oyendo la voz de su otra madre, la moví con cuidado para que espabilara, se paró un poco tambaleante por el sueño, Alein se puso en medio para que realmente no nos masacráramos mientras Vanesa y Estefanía no dudaban en mirarme tensas con cara de que querían salir lo más pronto posible de ese lugar.

-¿M-Maribel…?-murmuro con sueño Eli, la estreche con cuidado a mi cuerpo dándole un suave beso en la cabecita.

-Ve con tu madre y cuida a Anna por mí, ¿sí?-susurre sobre su oído, sus ojos me miraron con inocencia, los tenia rojos e hinchados, acaricie su mejilla antes de separarla de mí ya que su madre parecía matarme con la mirada cada que me acercaba a Elizabeth.

-Con permiso, vámonos-señale a Vanesa y a Estefanía, Alein cargo a Elizabeth en sus brazos, manteniéndonos al margen de una disputa, quería dormir, pero seguramente no podría hacerlo, mire hacia el pasillo, hubiera querido verla, hubiera querido velar su sueño.

Mis ojos se encontraron momentáneamente con los de la esposa de Anna, y en aquel súbito momento supe que no me permitiría verla, que de ser posible me arrancaría los ojos con tal de llevar a cabo su cometido.

Supe que se sentía insegura con mi presencia, supe que me tenía temor.

Supe que le escupiría mil cosas más cuando Elizabeth no estuviera.

Supe que  marcaba su territorio con la mirada llena de odio.


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