-|-
El juego de la botella, típico de los preadolescentes. Fue lo pensó Gerard cuando cruzo la puerta de su nuevo vecino. Un chico que hablaba bastante, al principio le causo impresión pero era agradable.
Acababan de mudarse a esa calle, Mateo y el no estaban del todo de acuerdo con la decisión de su madre pero que se le hacía, hay que hacer lo que los padres dicen… ¡Mientras seas menor de edad, al menos!
“Será divertido” dijo el chico nuevo, “Por favorrrrr” dijo su hermano. ¿Podía negarse? Donna, su madre, dijo que no podía negarse. Esto de ser el hermano mayor era jodido a veces, su hermanito tenía quince y el dieciocho, obviamente que tenía que cuidarlo. No le molestaba pero eso de ir de niñera cuando no tenía ganas de salir no era lo que precisamente alegraba su día.
-¡Gerard! ¡Matt! –Exclamo Eric cuando los vio en su puerta a las diez de la noche–. Pasen, ¡Será divertido créanme!
-Las fiestas de Eric son las mejores, especialmente si las hace cuando les da la gana. –dijo un chico, Gerard miro al chico que no debía tener más de quince y estaba con una cerveza en la mano. Pero no era por eso que lo miraba, sino por sus ojos… eran preciosos. Entre verdes y castaños.
–Soy Frank. –se presentó y le dio la mano.
-Estos son Gerard y Matt. –le dijo Eric con una amplia sonrisa, al ver como Frank y Gerard no dejaban de verse. –Vamos –Eric y Matt se movieron lejos mientras el primero le decía-: te presentare a los chicos, cuando dejes a Gerard me lo traes, ya sabes Frankie.
-Vamos por algo para que tomes. –Hablo con voz tranquila guiándolo a través de la pequeña multitud– ¿Así que son nuevos, no?
-Apenas y llegamos hoy. –respondió Gerard, el chico le paso una vaso y sin pensar lo tomo. Era cerveza- ¿Cuántos años tienes?
-¿Quince y tú? –pregunto con una sonrisita.
-Dieciocho. –Contesto enarcando una ceja–. Lindos ojos –le alabo sin querer.
Frank aparte de tener unos ojos preciosos tenía unos labios apetecibles, carnosos y rojos. Siguió mirando sus labios sin ser consciente de ello, el chico le sonrió y se mordió el labio. ¿A qué jugaba aquel quinceañero? ¡Acababa de decirle que era mayor que él! ¡Por tres años! Y le coqueteaba.
-Gracias. –le dijo con una vocecita tierna. En aquel momento el anfitrión estaba parado en medio de todos y quería decir algo– Vamos creo que Eric va a decir algo.
Trato de pensar de pensar en algo lejano a estar sobre los labios de Frank y…. el chico ese estaba por decir algo.
-Bienvenidos, mi casa es su casa. Pero no exageren, jaja. –Todos rieron y siguió hablando– ¡Disfruten de la fiesta! ¡Y demos la bienvenida a los nuevos vecinos: Gerard y Matt! –Gerard quería morir de vergüenza pero todos gritaron y siguieron con la fiesta.
*
La casa de Eric estaba un desastre pero este no se preocupó por “pequeñeces”, lo importante era que todos se divirtieran. Cuando vio que quedaban unos cuantos chicos se le ocurrió una idea.
En la casa, aún quedaban Frank, Gerard, Mickey, Linz, Jamia, Renata, Carly y el mismo. Esto iba a ser divertido. Les propuso jugar a la botella, Gerard enarco una ceja y sacudió la cabeza. Las chicas rápidamente se apuntaron. Mateo le rogo con la mirada a su hermano mayor y este acepto no de muy buena gana. Frankie se rió y acepto.
-Ahora, todos alrededor de la botella. –mando Eric con voz profunda.
-Parece la ouija. –dijo Linz riendo. Gerard estaba al otro extremo de Frank que le sonreía de manera burlona. –empieza tu Eric.
-Como quieras. –dijo y movió la botella. Esta paro en Jamia que le sonrió y se acercó a este. Se acercaron y le dio un beso corto. Luego se separaron, entre risas.
-Te toca Matt.
-Venga. –tomo la botella y la giro, cayendo en Carly. Una rubia que le sonrió y se apoyó en el suelo antes de alcanzar sus labios. Parecía que el beso no iba a terminar, acabo cuando el menor la separo riendo.
-¿Así tienen que ser los besos? –pregunto con sorna Frank, haciendo que Mateo se avergonzara.
Luego de que Frank se besara con Jamia, Eric, este último duro apenas unos segundos y todos se rieron ante la cara de asco que hicieron mutuamente. Bastaron unos cuantos besos más para que Gerard se empezara a aburrir. Ya había besado a Linz, Carly y se moría de curiosidad por saber cómo besaba Frank.
Justo antes de terminar el juego, Frank giró la botella y esta dio a la dirección de Gerard. Frank se estiro y se relamió los labios mirándolo fijamente. Gerard se incomodó pero se acercó. El grupo que los rodeaba se rieron al ver la incomodidad del de los ojos verdes.
-Venga Gee. –Le susurro su hermanito– ¡Hazlo de una vez!
-Ya lo hago. –mascullo y respiro. Acerco su rostro al de Frank, mientras este cerraba los ojos, gesto que le pareció bastante dulce. Contando que iba besar a un chico, Frank acerco su mano a la mejilla de Gerard, haciendo que se estremezca. En el momento que sus labios se tocaron, sintió electricidad recorrerle el cuerpo.
Movió sus labios contra los contrarios cerrando los ojos como Frankie, que en ese momento suspiro abriendo la boca más permitiendo que Gerard metiera su lengua en su boca. Sus lenguas se frotaron ante la mirada sorprendida de los espectadores.
-Creo que ya es hora chicos, sepárense. –pidieron los demás entre risas. Se oyeron varios carraspeos, en ese momento separaron sus mejillas estaban sonrojadas y bastante avergonzados– vaya, eso fue…
-Fue increíble. –Exclamo Carly parándose y abrazando a los dos– ¡Hacen una linda pareja!
Frank se rio y abrazo Gerard por la espalda, mientras decía lo lindo que era.
Los hermanos estaban a punto de irse cuando Frank apareció por atrás y los acompaño a su casa. Mickey se adelante y dejo que los dos tuvieran su momento a solas, no sin antes decirle que no hiciera que su madre se enojase con los dos por llegar tarde.
-Frank yo…
-¿Tu qué? –Al notar que Gerard no iba a decir más pregunto-: ¿Te gusto el beso? –Le pregunto mientras lo acorralaba contra la pared de su recién adquirida casa– A mí sí –no le dejo hablar más, ya que estaba muy ocupado besándolo. Movió sus labios contra los contrarios, mientras Gerard rodeaba su cintura con sus brazos, Frank colocaba sus brazos alrededor de su cuello y se olvidaban de todos.
Porque precisamente ahora, estaban muy ocupados con sus labios buscándose y sus lenguas encontrándose.
No había sido tan mala noche…