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Imán por Carito_d

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Notas del capitulo:

HOLA MIS AMORES u3u soy la canu holi u3u nos demoramos menos esta vez porque fui buena y escribí mucho y eso, tengo que seguir haciendo planos así que chai <3 la tarrito le manda muchos besitos y yo puros agarroncitos :33 jjji NO NOS ODIEN PORQUE HAY FLUFF Y NOS COSTÓ MUCHO <3 bai n_____n

Minho le suelta la mano de manera inconsciente apenas entran al metro, dejándose llevar un poco por la multitud al igual que él que no tenía mucha opción de movimiento. Ve como el alto le mira con el cuello estirado, hasta que lo ve llegar lo suficientemente cerca de él con la misma sonrisa que tenía desde que salieron del departamento.

¿Dónde iremos?

No te lo diré, es una sorpresa.

Admite que la primera opción era que lo llevaría a la facultad por obligación porque ya no soportaba que ambos siguieran faltando a clases, pero no fue así; siguieron caminando hasta llegar al metro que los llevaría quizás dónde, pero que lo tenía claramente intrigado.

-       ¿De verdad no me vas a decir dónde iremos?

Minho sonríe y sus ojos parecen más grandes por la felicidad. Lo peor es que niega rápido, sin dudar.

-       ¿Acaso odias las sorpresas?

-       No, pero odio esperarlas, deberían llegar rápido.

La multitud comienza a avanzar hacia las puertas, mientras ellos son arrastrados hasta llegar a la parte de atrás del vagón, Minho chocando su espalda con la puerta y Taemin frente a él, sosteniéndose y balanceando un poco su cuerpo mientras se sostenían.

No se hablan y no se tocan, solo se miran y Minho le sonríe para que deje de odiarlo como lo estaba haciendo ahora. Así que prefiere cambiar rápido su objetivo y fijar su vista en una pareja que estaba frente a ellos y que se besaban de forma demasiado acaramelada. La chica sonreía, mientras su novio le acariciaba el cabello y le decía cosas al oído que la hacían sonrojarse y susurrarle que dejara de ser tan cursi.

Taemin miraba descaradamente sus actos casi muriéndose de celos por la situación que parecía tan normal dentro de un lugar público y que ellos no podrían imitar por no querer llevarse unas miradas sospechosas o con malas intenciones.

Taemin la envidia y también a su novio que no tenía vergüenza de decirle que la amaba frente a toda esa gente.

Sabía que Minho lo quería, podía deducirlo, pero admitía que el hecho de escucharlo por sus propios labios era un acto que le inquietaba y le quitaba el sueño.

-       Deja de mirarlos.

Un susurro que le interrumpe y una mano que lo acerca desde su brazo, despegándolo desde el fierro en el que se afirmaba y obligándolo a acercarse a él que no le había quitado la vista de encima. Minho abre los brazos y él no duda en pegarse a su cuerpo, abrazándolo desde la cintura, pero mirando de todas formas a la otra pareja.

Sabía que era infantil, pero el hecho de que Minho lo hubiese abrazado en ese momento –leyéndole la mente por completo- era algo que le había hecho bastante feliz. Especialmente cuando la chica lo notó y le miró con un dejo de desdén.

Un beso en su frente y una sonrisa como recompensa le hacen sentirse como un pequeño niño entrando a una fábrica de dulces. Y se aferra más a su cintura, apretando su camiseta, mientras Minho abría más su chaqueta y cubría a ambos cuerpos por el frío. La chica deja de mirarlos y Taemin sonríe glorioso cuando se despega de su novio y se bajan del vagón, dejando atrás esa imagen de envidia.

Minho olía rico y él ya no se arrepentía tanto de esa sorpresa que parecía nunca llegar.

-       ¿Cuánto falta?

Le mira con los ojos entrecerrados y estirando un poco los labios para que Minho los rozara con los suyos –cosa que también pasó-.

-       Poquito.

Mentía.

Cuando se salieron del metro en una estación por la que nunca había andado, más que encontrarse con una ciudad extremadamente poblada, habían apenas un par de calles y muchos más árboles que personas. Era un barrio de gente adinerada –lo notó de inmediato porque todos andaban en auto menos ellos- y no entendía que hacían ahí.

¿Irían a la casa de la mamá de Minho?

Sinceramente no estaba preparado ni psicológica ni físicamente para eso.

-       ¿Qué pasa?

Minho lo jala desde una mano, pero él se niega a avanzar, hundiéndose en el miedo.

-       ¿Iremos a la casa de tu mamá?

-       ¿Qué?- el desgraciado se ríe y suelta un bufido-. No, por supuesto que no, no te haría eso. Ni a mi.

-       No entiendo dónde estamos.

-       Lejos de dónde lo estábamos hace un rato.

Sabía que no conseguiría una respuesta mejor por lo que no le quedó otra que acatar y comenzar a caminar a paso lento sin demasiado ánimo. Lo lamentable fue cuando cruzaron la quinta cuadra –que según él, mentalmente eran como quince cuadras normales- suelta un bufido lo suficientemente fuerte para que el alto lo mirara e hiciera algo al respecto.

¿Qué? No tenía idea, pero no quería seguir caminando.

-       Deberías dejar de quejarte y caminar- Minho está a un paso más adelante, sosteniendo su mano-. Aprovecha el oxígeno que hace bastantes días no lo sentíamos.

Oxígeno y una mierda.

-       Me duelen los pies, hemos caminado mucho y prefiero el oxígeno que tenemos en casa- le suelta la mano de golpe, demostrando lo molesto que estaba-. Aquí hace frío.

-       ¿Quieres que te cargue en mi espalda? No falta mucho.

Lo peor es que Minho lo mira aceptando el reto y demostrándole que hablaba en serio por muy estúpido que sonara.

-       No, me da pena, tu cámara debe ser más pesada que yo.

Pero el alto lo ignora por completo y se quita la mochila, colocándosela en la espalda y agachándose lo suficiente para cargarlo sobre su cuerpo.

O esto era una especie de broma o Minho quería que se lo comiese a besos.

Lo peor es cuando se queda de pie como tonto, mirándolo y sin creer lo que pasaba en ese momento, Minho mira hacia atrás con el ceño fruncido y le dice que se suba pronto, que no sea tonto porque habla en serio.

Mierda. Necesitaba comérselo a besos.

Incluso se arrepiente de quejarse tanto cuando Minho se levanta con su cuerpo, volviendo a su altura real y caminando como si se tratara de lo más normal cargar a tu novio en la espalda. Tenía las manos ancladas a su cuello, mientras el alto le sostenía de las piernas, sin ningún problema.

Estaba seguro que ni su padre había hecho eso.

No se balancea mientras camina, ni tampoco se queja de algo. Solo avanza en el eterno recorrido que parecía nunca acabar.

-       Me preocupa que peses menos que mi cámara- la voz de Minho le interrumpe su burbuja de amor, haciéndolo volver a la realidad-. ¿No estás pasando hambre en mi casa, cierto?

¿Hambre? El día anterior se había preocupado de estar más gordo de lo habitual al notar como su estómago comenzaba a perder forma.

-       Da igual si estoy comiendo bien o mal, tu amor me llena.

Un beso que suena más de lo que cree sobre su mejilla, mientras el cuerpo de Minho comienza a irradiar una temperatura mucho más agradable sobre su pecho.

Se sentía consentido y ya apenas le quedaba un poco de remordimiento por ser cargado por él.

Caminan en silencio –o más bien, Minho-, pasando por calles casi inhabitadas y por un exceso de arbustos que hacen que el alto se queje cada cierto tiempo y se fije bastante por donde camina.

De pronto los pasos comienzan a descender hasta detenerse por completo, mientras Minho se agacha y le deja caer con mucho cuidado sobre el césped. Y si antes creyó que no entendía, ahora todo resultaba peor. Supuestamente habían llegado al lugar tan deseado, pero solo veía un gran terreno lleno de árboles y unos juegos antiguos que necesitaban mantención con urgencia.

Ve como Minho abre la mochila en su espalda,  y saca una pequeña palita con la que camina un par de metros hasta llegar bajo un árbol y comenzar a excavar, quitando bastantes piedras de encima.

¿De qué se había perdido?

-       ¿Minho?- cree que el alto se olvidó de su presencia, volviéndose loco-. ¿Qué estás haciendo? ¿vinimos a buscar un tesoro?

Y no fue necesaria una respuesta porque el rostro del aludido fue más rápida que sus palabras. Su cara de odio profundo, tomándose en serio el rol de excavar, le hacen caminar y ayudarle lentamente y preguntarse una vez más que era lo que estaba pasando.

-       No entiendo porqué estamos haciendo esto.

Empuja un par de piedras con cuidado, mirando de reojo el repentino entusiasmo del chico al chocar su palita con algo, haciéndolo sonreír de inmediato.

-       Por esto.

Una caja de metal es jalada por las manos del alto, empujando un cerro de piedras y llevándose un gritito de impresión de parte de él.  De que se trataba eso, no tenía ni la más mínima idea, pero de que le sorprendió, si lo fue.

-       Sabía que buscabas un tesoro.

-       No es un tesoro- le pasa la mano por encima, quitándole restos de tierra-. Es una caja que enterré cuando tenía como diez años. Vivía cerca y pensé que sería divertido, pero no creí que aún pudiera existir.

De pronto la emoción también se apodera de su cuerpo, acercándose y mirando de lleno el objeto sobre las piernas de su novio.

-       Ábrela, quiero saber que cosas enterraste.

Inevitablemente el hecho de estar haciendo eso con Minho le pone más contento de lo que creía capaz. Su felicidad infantil se le contagia, al igual que su entusiasmo de niño pequeño por saber que escondía a esa edad.

Minho le sorprendía más de lo que él creía.

Y las cosas comienzan a caer en el momento en que se sientan en el pasto, cerca de un rayo de sol, atrapando autitos de juguetes y muchas fotografías de personas que él apenas conocía. Minho sonreía mientras observaba las cosas de cerca y él sonreía mirándolo, solo porque sí.

-       No sé como tu mamá te dejaba venir tan lejos a jugar.

-       No me dejaba, solía escaparme sin que lo notara.

Una fotografía de una mujer de bastante edad le atrapa por unos segundos hasta que ve un torpe y fugaz movimiento que delata a Minho en el momento en que esconde algo en el  bolsillo de su polerón.

Lo peor es que lo mira como si no supiera que fue descubierto, viéndose como un niño de apenas cinco años.

-       ¿Qué es eso? ¿qué escondiste ahí?

-       Nada, agarré una pelusa que había en el aire.

Choi Minho, la persona más pésima al momento de mentir.

-       No te creo, ¿es algo que tu novia de diez años te regaló? – se cruza de brazos, enojado-. Por eso no quieres mostrarme, lo sé.

-       ¿Qué te hace creer que tenía novia a los diez años?- el maldito se ríe, burlándose-. ¿Y por qué tendría que guardar algo de ella? No seas celoso, por favor. Menos de alguien de diez años.

-       Alguien de diez años que ahora podría tener tu edad- el hecho de que existieran posibilidades de que Minho estuviese con Yuri en ese tiempo, le hacen pensar cosas estúpidas-. No soy celoso, solo no me gusta que no me digas la verdad.

Minho parece pensar un poco las cosas y sacudir sus manos antes de hacer algún movimiento.  Lástima que él se distrae de nuevo en el minuto en que el rostro del alto se encoge junto a sus hombros, haciéndolo parecer nuevamente un niño pequeño que le daban ganas de abrazar.

Mierda, le gustaba tanto.

-       Es un anillo. Y no, no me lo dio mi novia de diez años, fue mi abuela.

La palabra idiota le quedaba corta en ese momento. El solo hecho de crear una imagen mental de un Minho con diez años menos, jugando con autos y con los pantalones llenos de tierra, mientras su abuela le supervisaba y le daba consejos para un futuro no tan lejano, era demasiado para su mente. Y lo peor, es que nunca se había preguntado si es que tenía una abuela.

Se sintió el peor novio del mundo.

Y más aún cuando ve como se sacude las manos y sopla con cuidado un anillo de plata frente a sus labios. Estaba seguro que era un denario, lo había visto las pocas veces que había ido a la iglesia con su familia.

-       Es hermoso- parecía relucir más sobre la palma de Minho que lo sostenía frente a su cara-. No entiendo porqué lo enterraste.

-       Porque no quería perderlo cuando me dieran ganas de darle uso.

-       Ahora que eres mayor no lo perderás.

Dobla su mano, escondiéndolo en su palma y regalándole una sonrisa que lo hiciera ver menos estúpido. Pero Minho se niega y vuelve a abrir la mano, acercándola de golpe a la suya.

-       No, espero que tú no lo pierdas- lo deja sobre su palma, mientras él comenzaba a caer en un profundo estado de shock-. No vine a buscarlo por mi, quiero que tú lo uses, no yo.

-       ¿Qué? No, yo no puedo.

Ni en esta vida ni en la siguiente ni en la próxima. Ni siquiera conocía a su abuela ni de su existencia como para tener que cargar con un tipo de reliquia así.

¿Acaso estaba drogado o esto era parte de la realidad?

-       Te quejaste cada paso que dabas, úsalo. Es tuyo, quiero que lo uses.

-       Es importante para ti, no puedo Minho.

Pero el alto parece ignorarlo porque cierra su mano en torno al anillo, y empuja su brazo hasta que llegue a la altura de su pecho. Lo quería lejos, sin opción de que pudiera devolvérselo.

Mientras él, seguía en un estado de espasmo en el que solía dejarlo Minho cada vez que realizaba una acción de este tipo, en que el amor hacia él era demasiado y era casi como un golpe que lo dejaba noqueado.

-       ¿Y si lo pierdo?

Su voz suena débil y estúpida, pero no sabe qué hacer. Ni siquiera tiene ganas de besarlo, solo de estar ahí con la mano apoyada en su pecho, sosteniendo algo que estaba seguro que valía más que su vida.

-       No podemos hacer nada, era su destino.

Apenas le ve encogerse de hombros a un nivel de despreocupación total, no se controla ni a él ni a su mente, solo se acerca de golpe, chocando de forma torpe con su nariz y dándole un corto beso que más que placer había causado dolor.

Cada segundo que pasaba, lograba quedar más como un estúpido.

-       Te juro que lo cuidaré.

Besos cortos que se vuelven risueños hasta que Minho se aburre y se separa en busca de oxígeno. Oxígeno que a él aún no lograba llegarle a los pulmones en el momento en que pasó el anillo por su dedo índice que parecía de la medida perfecta al momento de probarlo. Se mira embobado por largos minutos la mano, sonriendo de forma demasiado exagerada, casi como si le hubiesen dejado entrar gratis por una semana a la confitería más grande del país.

Y olvidándose completamente, de que no estaba solo.

Una cabeza se mete por debajo de sus brazos levantados, apoyándose sobre sus piernas y acostándose cómodamente como si nada pasara. Minho tiene el ceño fruncido, pero la sonrisa se le escapa inevitablemente al notar su felicidad con el anillo.

-       Odio cuando no me prestas atención.

-       Tu siempre quitas toda mi atención, no te quejes.

Se arrepiente de su excesiva sinceridad hasta que ve como el moreno se deleitaba de la nueva información. Información que él creía que era más que obvia.

-       Lo sé, siempre notaba cuando Key discutía contigo porque me mirabas mucho cuando entraba a la cafetería, ¿no tenías vergüenza de que yo supiera de que te gustaba?

(No. Ese fue un gran problema.)

Enreda sus dedos en esos cabellos rebeldes que caen por su frente, desenredando una y otra vez.

-       Yo… no, no me daba, cuando te gusta tanto alguien todo te da lo mismo.

-       ¿Siempre has sido así de romántico, Minnie?

(No, solo contigo.)

-       No soy romántico, solo digo la verdad.

Los cabellos de Minho caen con fluidez entre sus dedos, rozando su anillo cada vez que ingresaba su mano nuevamente, atrapándolo. Un juego que causaba relajo para evitar esa desesperación de honestidad que se lo estaba comiendo vivo.

Se sentía con los sentimientos a flor de piel.

-       Siento que yo también debería decir la verdad con más frecuencia.

-       En este momento, por ejemplo, deberías decir la verdad.

La primera vez que vio a Minho se preguntó como debía ser estar en una relación. Si era una persona que decía te amo cada vez que te veía o cómo sería él con Yuri cuando no los veían, cuando él pensaba escenas irreales de las que nunca podría participar.

-       Me gustas Tae, esa es la verdad. Tus mejillas y tu cara de odio cuando te digo algo que no esperas.

Sus dedos parecen quedarse atrapados en su flequillo, apenas permitiéndole verlo. Se siente débil y sin pensamientos una vez más en menos de cinco minutos.

¿Por qué se comportaba de esa forma tan infantil cuando estaba con él?

¿Por qué se le olvidaba pensar?

Siente sus manos acariciando sus mejillas, y sonriéndole mientras se burlaba de él casi de forma descarada. Solo que no lo odió, simplemente por tratarse de él, de Minho.

-       Gracias Minho- un susurro desesperado que apenas consigue salir de su garganta-. Por esto- apunta el anillo-. Por cuidarme, por no sé, por todo.

-       Odio que me digas cosas así porque no sé qué decirte, y generalmente logro quedar como un idiota.

(Al menos no era el único.)

-       Cualquier cosa que digas, lograrás quedar como un idiota igual.

-       Por cosas así, eres mi persona favorita.

Una sonrisa que nace sin que se lo pidan, dejando sus dedos apartados, olvidando las caricias.

-       ¿De verdad? Dime más, cuéntame cosas bonitas.

De repente se olvida que están en medio de un parque en que ni siquiera supo como llegó ni cuán lejos está de su casa, solo siente la mano de Minho tomando la suya y colocándola de nuevo sobre su cabello para que no detuviera las caricias.

Caricias que parecían ayudar al alto a sincerarse y a decir todo lo que se le cruzaba por su mente.

-       ¿Qué quieres escuchar?

-       Cuánto me quieres.

Es tajante. No lo piensa ni medita porque es lo que piensa cuando se despierta y antes de dormir. Es su duda de todos los días porque mierda, era un inseguro y alguien tenía que afirmarle las cosas frente a su cara para que estuviera seguro.

Especialmente Minho, que solía ser su excepción máxima de inseguridad.

-       ¿Eso no debería decírtelo por iniciativa propia?

-       ¿Entonces no me quieres? ¿ni un poquito?

-       ¿Estás hablando en serio?

-       Por supuesto que no- se convence-. Sé que en el fondo de tu corazón me quieres.

Se auto convence de que sea así porque sabe que Minho no es de decir sus sentimientos. No es la persona que tenía como prototipo, que se levantaba y le decía a su pareja cuanto lo amaba. Ese no era Minho, Minho tenía un serio problema con expresarse y él… lo entendía, era capaz de soportarlo.

-       Yo no te quiero- se sienta con el ceño fruncido, dejando su rostro a una distancia en el límite de lo besable y lo inbesable-. Yo te amo con todo mi corazón de fotógrafo incomprendido.

La primera vez que vio a Minho fue en la cafetería de su facultad. Él hacía la fila para el almuerzo cuando el alto se puso a su lado con su bandeja. Y no es que hubiese sido como una historia de drama televisivo porque Minho ni siquiera le miró, solo jugaba un estúpido juego en su celular sin fijarse en nada más que en la pantalla.

Era idiota, pero le llamó la atención lo despreocupado que parecía del mundo, como si nada más le importara excepto ese maldito juego. Hasta que llegó su novia, una chica más bonita de lo normal y con una belleza digna para él, solo que ella parecía salida de una revista, mientras que él… parecía salido de nada, de una especie de burbuja. Una burbuja en que solo él vivía y que lo tenía separado y diferente a los demás que a pesar de ser de su mismo círculo social no se parecían en nada.

Minho siempre fue distinto, eso fue lo que siempre le gustó.

Un abrazo que no alcanza a decir todo lo que lo ama, envuelve el cuerpo del alto, obligándolo a pegarse a su cuerpo y a aceptar su amor que siempre parecía sobrarle cuando se trataba de él. sus manos se afirman de su cuello, y su nariz se enterraba en su hombro, amándolo más que nunca.

Dios, quería morir.

-       ¿Estás triste?- la voz de Minho suena dudosa, casi al borde de lo infantil-. No quiero que estés triste. No me gusta verse así y menos si es por mi culpa. Lo siento si he sido un insoportable de mierda.

Le dan ganas de pegarle para que deje esa actitud excesivamente tierna, pero se contiene cuando ve su rostro preocupado y sus ojos más grandes de lo normal, estudiándolo.

-       No estoy triste, estoy más feliz que nunca Minho, tú me haces feliz.

Como nunca pensó. Como nunca creyó que podía estar. En las nubes, flotando a pesar de estar en medio de una pelea con su mejor amigo de la vida. Como si nada existiera aparte de ellos dos… y Mermelada.

-       ¿Entonces cuándo volverás a clases y hablarás con Key? Y no pongas esa cara de odio, te conozco.

Deja sus brazos en su cuello, acariciándolo con cuidado sobre la polera.

-       Cuando sea necesario, no arruines el momento.

Le besa con cuidado y enredando sus manos al final de su nuca, jugando con su cabello. Saborea sus labios con más calma y Minho parece seguir su ritmo, acompasándose a él y a su boca que ya no era desesperada.

¿El amor? Se lo estaba comiendo vivo.

-       Dímelo de nuevo.

Caricias sobre su cuello y una sonrisa de Minho que le volvía loco.

-       ¿Que vuelvas a clases? Que bueno que estés entrando en razón.

-       Eso no, tonto. Lo otro.

La respiración de Minho choca con la suya y se combinan pero sin que se rocen. Siente una mano subiéndose por su cuello y acariciándolo con un solo dedo, queriéndolo.

-       Te amo- una sonrisa tímida y un corto beso sobre sus labios-. Te amo- y otro-. Te amo-. Y otro-. Te amo.

Y uno que dura más que los anteriores, sin dejarlo respirar, pero sin saber si era por esto o porque simplemente creía que no valía la pena seguir existiendo, que ya había llegado a ese peak máximo de felicidad en que le asustaba que algo malo fuera a pasar  y le hiciera caer de golpe a la tierra.

Les cuesta levantarse y dejar de besarse y de sonreírse y de gustarse, pero Taemin se obliga a hacerlo porque le dice que él también le tiene una sorpresa. Una sorpresa que les hace caminar todo el recorrido de vuelta, mientras balancean sus manos entrelazadas al son de una canción estúpida e infantil.

-       Logré encandilar a Choi Minho.

-       ¿Se te están subiendo los humos a la cabeza?

-       ¿Por qué?- su cara de inocencia falla apenas lo intenta-. ¿Dije algo malo?

-       ¿Acaso que cayera en tus redes era una meta?

-       No eras una meta- aclara-. Eras imposible. Pensé que eras fiel y cien por ciento heterosexual.

La carcajada de Minho le hace detenerse de golpe, mirándolo ofendido.

-       ¿Cómo quería que siguiera siendo hetero si me tragabas cuando me mirabas? Nunca le agradecí a Key por como te vistió en la fiesta que… bueno, que tu sabes que pasó.

ignora la parte de la perdida de su virginidad porque así era menos vergonzoso.

-       Tú no lo hiciste porque yo te miraba, lo hiciste porque querías, asúmelo. ¿O se te olvida que tú también me “estudiabas”?

-       La carne es débil.

-       Cállate y mejor camina.

Pelean y se empujan contra los arbustos cuando se aburren de caminar en línea recta. Minho se aburre de que su sorpresa no llegue nunca y él lo odia porque no soporta que sea tan desesperante y no pueda dejar de quererlo. El alto se sube a su espalda, diciéndole que ahora era su turno de llevarlo y más encima después de semejante declaración digna de imitar.

Y lo hizo. A pesar de que su risa no le dejaba caminar y de que Minho le diera frases de ánimo que solo conseguían hacerlo reír más. Lo empuja contra los troncos de los árboles y pelean porque es muy lejos y él no puede creer que Minho viviera en esa zona de la ciudad.

-       ¿En qué momento aparecerá mi sorpresa?

Las manos en su cuello ya no se aprietan tanto, sino que incluso le acarician por sobre la chaqueta, tocando su piel.

-       No hay, era mentira, solo quería caminar contigo.

Minho se deja caer más aún sobre su cuerpo, quejándose de que había caminado por nada y que ya no le quedan ánimos ni siquiera de llegar a su casa.

Cosa que fue mentira, porque apenas abrieron la puerta la ropa se hizo poca y sus cuerpos solo chocaban contra los muros hasta llegar a la habitación.

Y mierda, Choi Minho le dijo que lo amaba.

A él.

A él.

**

-       ¡Aquí estás, hijo de puta!

Los pasos de Jonghyun suenan desastrosos contra el suelo, acercándose temerosos y casi sin control, mientras él miraba sobre su espalda sin entender.

-       ¿Perdón?

Pasos que se acercaban desde la puerta hasta llegar frente a él para levantarlo desde el cuello de su camisa y hacer que su cuerpo chocase de golpe contra la pared. Un par de huesos suenan en su espalda, pero los ignora porque la respiración desesperada de Jonghyun chocaba de forma avasallante contra su rostro.

-       ¿Perdón?- le pregunta imitándolo-. ¿De verdad estás haciéndote el estúpido diciendo perdón? Yo no soy Key para tener compasión contigo.

Sus respiraciones se combinan pero no en un acto sensual, sino que en uno que en el que esperaba cualquier momento para que Jonghyun se quitara la furia de golpe y le diera un mordisco sobre su cara. Parecía que tuviese rabia, así como los perros.

-       ¿Jonghyun, te puedes calmar? Y soltarme por supuesto, no sé a que viene todo eso.

Mentía, porque presentía de que podía venir, solo que sabía que le convenía hacerse el desentendido.

-       ¿¡No sé a qué viene todo esto!? ¿de qué tipo de broma estoy participando? ¿quieres perder los dientes de un solo golpe?

Siente como aprieta más su cuerpo contra el suyo, acorralándolo más y enterrándole el codo en el medio del pecho, dificultándole el fácil acceso al oxígeno.

Dios, Key.

-       Es porque Key me fue a ver, ¿verdad? –intenta empujarlo sabiendo que es en vano, pero perdiendo la paciencia-. Eres un celoso de mierda, Jonghyun.

-       ¿Un celoso de mierda?- la risa cruel del moreno parece retumbar y volverse más cruel mientras suena contra las paredes-. ¿Que no sé lo que le dijiste? No sé si tienes demasiado aire en vez de cerebro, pero Kibum es MÍO.

Sabe que cuando siente una puntada en su pecho no es a causa del cuerpo de Jonghyun ni de su codo ni de la falta de oxígeno, es de un dolor más interno, ahí donde se guardan los sentimientos y las emociones que parecían hundirse con cada nueva palabra.

Pero él era fuerte. Así le había enseñado su padre y no se rendiría tan fácilmente, menos ahora.

-       Así que KiBum te contó, ¿y ahora me crees una competencia?

-       ¿Competencia? ¿tú? Pfffff, ¿qué mierda pretendes con esto?

Lo mismo se preguntaba él. Qué había pretendido conseguir cuando le declaró sus sentimientos al rubio. ¿Un abrazo, unas palabras de consuelo que lo hundirían más?

No, quizás la esperanza de una oportunidad lejana.

-       Si piensas que te voy a quitar a KiBum estás mal, estás realmente mal.

El moreno se separa de su cuerpo, aburriéndose de la incomodidad de la situación y dejándole caer de golpe, chocando sus pies contra el piso.

Mierda, tenía más fuerza de la que creía.

-       Sé que no me lo quitarás y que ni siquiera te atreverías, mi pregunta es porqué mierda tenías que decirle- sacude los brazos amenazante, pero conservando la cercana distancia que le hacía temer-. ¿Qué mierda pretendes? ¿Dar lástima? Porque eso consigues, lamento decirte.

Lo sabía y se odiaba por eso. Porque le gustaba un rubio con sabor a otro y porque aún no era capaz de desechar esa última esperanza que le quedaba.

-       ¿Crees que puedo hacer cambiar su amor? ¿crees que tengo la capacidad para que él te olvide?- suelta un suspiro desesperado, angustiándose de forma inevitable-. Te ama más que a nadie.

-       ¡Lo sé, Onew, lo sé! ¡No entiendo tus malditas razones para hacerlo sufrir! ¿¡Crees que no tiene suficiente con nuestra relación y con Taemin para que tú le hicieras esto!?

-       ¿Y crees que con tus actitudes de matón no lo harás sufrir? ¿Crees que cuando se entere te va a aplaudir?

Un golpe tras otro. Era tal cual una pelea de adolescentes que formaban un triángulo amoroso. Solo que Key nunca le dio esperanzas y él aún no era capaz de rendirse al 100%.

Siempre a un 99%.

-       ¿Le vas a decir acaso?

-       Por supuesto que no, Key sabe todo, hasta lo que ni tú sabes de tu propia vida, él lo sabe. Me sorprende que no lo tengas claro.

Se sentía un maldito infantil que intentaba defender lo indefendible.

¿Por qué le hablaba sobre Key como si él lo conociera más? ¿Solo porque se consideraba el mejor amigo del rubio o era porque quería darse cuenta que él sí sabía más cosas porque lo que sí podría ser un mejor partido?

-       ¿Pretendes enseñarme de la persona que más amo en el mundo?- un paso amenazador le hace retroceder y volver a chocar con la pared-. ¿Estás hablando en serio, Jinki?

-       ¿De verdad vas a golpearme Jonghyun? ¿Crees que con eso se me va a quitar el amor por KiBum? ¿Crees que con eso podemos arreglar nuestros problemas?

Por masoquista que sonara, de una u otra forma quería que le golpeara. No por el hecho de que quería que Jonghyun desquitara su furia contra él, sino que porque se lo merecía. En el medio de la mejilla,  haciéndolo sufrir de dolor y haciéndolo perder las esperanzas de una vez por todas con ese rubiecito con demasiado aires de diva.

-       ¿Problemas?- ve como el moreno parece impactado con sus palabras-. ¿Ahora tengo que compartir mis problemas contigo? Nunca estuve de acuerdo con que Key te contara todo, pero eso no te da el derecho de hacer como si sabes de todos nosotros, porque tú no sabes NADA. Ni siquiera lo que sentimos en este momento.

Es cierto. No lo sabía. No tenía la más mínima idea porque por mucho que deseara estar en su lugar, no lo había conseguido. Key siempre guardaba la compostura con él a pesar de sus arrebatos sentimentales a causa de Jonghyun que le hacían despeinarse y aparecer en el medio de su departamento a las 3 de la mañana.

Onew tenía claro que no conocía ciento por ciento a Key. El problema es que no quería parar de conocerlo.

-       Yo estuve con él cuando tú no estabas, Jonghyun- le escupe, enfureciéndose-. Cuando lloraba por tu culpa, cuando su novio el tan estúpido, no sabía como enfrentar su familia. Yo le presté mi hombro, mi pecho para que llorara con tranquilidad, ¿o sino quién? Date cuenta de as muchas cosas que he hecho por él, y por ustedes.

Sabe que sus palabras causan algo porque el rostro de Jonghyun se desfigura, palideciendo, mientras sus piernas apenas parecían sostenerle. Y sabía que había sido cruel al sacarle en cara ese tipo de cosas, pero sentía la necesidad extrema de hacerlo caer a la tierra y que su rostro perfecto chocara contra el asfalto haciéndose pedazos.

¿Envidia? ¿celos? Todo junto.

-       ¿Crees que sería fácil enfrentar a nuestra familia? ¿Te has puesto alguna vez en nuestro lugar? ni siquiera gastes oxígeno en eso porque no sabes ni una mierda. No sabes lo que yo sufro cuando sé que no está bien, ni cuando estamos delante de todos y yo solo quiero tocar su mano. ¿Que tu estás sufriendo, Jinki? Tu dolor ni siquiera equivale a un décimo de lo que siento yo.

Sus piernas imitan a las de Jonghyun, flaqueando un poco y dejándose ser atacado por esas palabras que tenía claro, pero que no quería asumir. Sabía que el moreno lo amaba en su vida, pero la cobardía que tenía por enfrentar las cosas, le hacían defender a KiBum hasta la muerte.

-       No quiero seguir con esta conversación estúpida de quién sufre más o menos por KiBum, ¿necesitas algo más?

Al parecer sí porque Jonghyun se balancea y da un paso hacia él con los ojos brillantes y una actitud completamente distinta con la que había llegado hace un par de minutos.

-       ¿Por qué tenía ganas de pegarte hace dos minutos y ahora me dejaste hundido en la mierda? ¿Haces esto con KiBum para que se quede contigo?

-       Yo a KiBum no le hago nada, solo soy su amigo.

(Lamentablemente.)

-       Un amigo que me gustaría que dejara de ver, pero sé que no será así. Tampoco soy quién para decirle a quién puede y a quién no puede ver.

Una actitud que le parece noble por mucho que lo odiara y lo envidiara.

-       No lo haré Jonghyun, no lo dejaré de ver, tampoco te lo voy a quitar- por mucho que quiera, por mucho que lo intente, sabe que no será así-. ¿Te das cuenta que con tu actitud estás demostrando que desconfías de KiBum? ¿Piensas que se alejará de ti por estar conmigo? Todo esto demuestra lo desconfiado que estás. Tienes miedo, miedo a perderlo y que otro te lo gane.

Por un momento se olvida de su odio y le habla casi de manera psicológica, aconsejándolo, haciendo abrir los ojos y darse cuenta de lo estúpida que era su actitud ante algo que más que flaquear, debía defender.

Jonghyun tiene los ojos más brillantes que antes e incluso sorbetea la nariz. Ve como se limpia las mejillas como si algo hubiese caído, pero sabe que no es así porque no lo deja de mirar, estudiándolo. Estudiando sus movimientos e intentando descubrir que era lo que tenía tan encandilado a Key ante él.

-       Tú… tú no sabes lo que yo tengo que soportar día a día, Onew. No sabes ni una mierda de lo que me tengo que aguantar solo para demostrarle a Key que valgo la pena. ¿Crees que es fácil mentir delante de mi padre cuando estoy con él? ¿qué no envidio la relación de Minho, que le importe tan poco su familia? Yo no soy como él, no soy valiente ni capaz de gritar a los cuatro vientos que amo a Key, que lo necesito para vivir tranquilo y que él tiene muchas más posibilidades de encontrar a alguien mejor que yo, ¿crees que es fácil despertar y darte cuenta de lo penoso que suena eso?

El odio ya se esfuma por completo, incluso haciéndolo caer en la tentación de acercarse y darle un par de esas inútiles palmaditas que más que dar ánimo, te hacían sentir peor. Y de forma inconsciente piensa en Key, en lo feliz que era cuando le hablaba de Jonghyun y en esa sonrisa que tanto le encantaba que solo solía aparecer cuando el tema de conversación rondaba en torno al mismo.

Jonghyun aquí, Jonghyun allá, Jonghyun me compró esto, amo demasiado a Jonghyun.

Celos que se esfuman y le hacen volver a pensar como humano y como una persona que debía dar un consejo digno. Un consejo que Key le pediría en ese momento para su novio que más que ser feliz, parecía sufrir el 90% del día.

Y todo lo hace por él. Por Key, como siempre.

-       Él te valora- carraspea un poco, susurrando-. Te valora como a nadie más en el mundo, y tú tienes que cuidarlo, tienes que hacerlo feliz. Todas esas mañanas que tú despiertas y piensas lo penoso que eres, hazlas más lindas. Haz que KiBum sonría, hazlo olvidarse de todos los problemas- un paso hacia él, rompiendo la barrera del hielo y hablando con más comodidad, dándole consejos que más que datos útiles, eran pensamientos que se le cruzaban cada vez que él miraba a Key-. Jonghyun, él es muy lindo a la vista de un hombre. No seré el primero ni el último en enamorare de él. SI no soy yo el que te lo quite, será cualquier otro.

Jonghyun asiente, botando sin querer una lágrima que incluso le duele a él. Quiere limpiársela, pensando que haría Key en ese momento, pero el moreno es rápido y se hace el valiente, aguantándose el llanto.

-       ¿Te puedo hacer una pregunta?

-       Por supuesto que sí.

El moreno parece pensar un poco algo que ambos sabían que ya estaba más que analizado, solo que las palabras en momentos así parecían estancarse en vez de querer salir.

-       ¿Qué harías si estuvieras en mi lugar?

-       Me iría lejos, donde nadie me encuentre, con KiBum, claro- le responde claro porque siempre se había puesto en esa situación-. Lo haría feliz. Trabajaría todos los días para hacerlo feliz y comprarle las cosas que a él le gustan.

-       ¿Y tú familia?- insiste-. ¿Qué harías con ella?

-       No me importaría, en lo absoluto. Quizás sería como Minho.

-       Minho no está pensando en las consecuencias, está siendo infantil en este momento- le ve tragar saliva y limpiarle los ojos ante lágrimas ausentes-. Y si… ¿si Key no es feliz yéndose? Estarías pensando solo en ti, no en él.

-       KiBum será feliz si tú estás con él.

Cuando Key llegaba en plena madrugada a su departamento, sufriendo y llorando de forma exagerada, él le preparaba un té y le escuchaba atento. Asentía cuando correspondía y decía monosílabos cuando eran necesarios, porque sabía que después de eso, vendría la parte de la que ya no se sentía tan cómodo, en la que el rubio se quejaba de que amaba demasiado a Jonghyun y era un tonto solo por eso. Por quererlo demasiado.

Lo más extraño es que él nunca se quejó. Nunca se odió a si mismo por eso ni se sintió un estúpido adolescente por sentir cosas así.

Key fue la primera persona de la que se enamoró.

De la que inevitablemente, supo de lo que se trataba la frase que tanto le escuchaba alegar.

La que lo hizo analizar y darse cuenta que simplemente era porque lo quería demasiado.

**

Quince días habían pasado desde que Taemin se fue de la casa. Quince días en que se dio cuenta cual era su peak de llanto y cuan desesperado podía estar cuando el castaño estaba lejos de él.

Se quita los zapatos apenas entra y se arrastra cansado por toda la sala hasta llegar al sillón y dejarse caer de manera instantánea sobre él. Suelta un suspiro de derrota y preguntándose cuando sería el día en que dejaría de estar solo y de comenzar a acostumbrarse a eso.

Porque inevitablemente, lo estaba haciendo.

Jonghyun se quedaba a dormir un par de noches a la semana o cuando él simplemente se lo pidiera para sentir que la casa no estaba tan vacía. El moreno aparecía tarde, después de clases o de visitar a su padre, con una bolsa de comida caliente y una que otra cosa que le podía sacar una sonrisa. Sabía que sonaba interesado, pero simplemente Jonghyun sabía como hacerlo feliz.

Lo peor es que había pensado hasta en comprarse un perro para que no se sintiera tan vacío, pero el moreno se negó, diciéndole que le podía prestar a Roo si era necesario, pero que no cometiera ningún acto del que luego se podría arrepentir.

Como si una mascota le diera tanto trabajo.

Y Onew… bueno, eso era un tema aparte para él. Partiendo por el hecho de que no lo veía desde que se le confesó, intentando hacerle la vida más fácil y sin complicaciones o incomodidades, dejando de visitarlo de forma repentina o de llamarlo cuando estaba desesperado.

Lo extraña, pero ya se había acostumbrado a estar solo.

Incluso había aprendido a hablar consigo mismo en voz alta. Era algo estúpido, pero de una u otra forma le hacía bien y analizar las cosas de mejor forma.

Cuando el teléfono suena a su lado, salta angustiado, asustándose por algo estúpido y pensando que quizás la soledad le había puesto más alerta. Estira el brazo lo máximo que puede, sin tener que levantarse, llegando a un punto en que el hecho de moverse más implicaba demasiada fuerza y sinceramente no tenía ganas de hablar.

Quizás era su madre dándole un décimo consejo por sobre como llevar la vida sin amigos.

-       ¿Aló?

Una respiración entrecortada le hace fruncir el ceño y volver a repetir su frase con un tono lo suficientemente cansado como para seguir hablando. Pero cuando una voz suena al otro lado, diciéndole más de lo que le hubiese gustado escuchar, se da cuenta que la soledad no le quitó su lado maternal y su angustia de querer estar junto a él.

Cuando Key corta el teléfono se pone los zapatos en menos de diez segundos y toma las llaves y dinero suficiente para correr –literalmente- y desaparecer por la puerta antes de que fuera demasiado tarde.

La voz de Taemin sonó mucho más desesperada de lo que sonaba en sus pensamientos cuando se lo imaginaba volviéndole a hablar para perdonarlo, angustiándolo y dándole ganas de estar con él al instante.

Porque cuando Taemin llora, él cree morir.

-       ¿K… Key? Te… te necesito. No sé que le pasa a Minho, no despierta, no reacciona. Key, mierda, mierda, mierda, Minho no despierta, Key, no sé que le pasa.

Notas finales:

holi <3 jjji para más amor y más fluff y pa saber lo que pasará, DEJEN REVIEW POOOO <3


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