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Imán por Carito_d

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Notas del capitulo:

Hola! la verdad es que teniamos pensadado pasar por aqui ayer en la noche, pero AY no abria u.u asi ke dije ya en la mañana lo subo Y ME LEVANTARON TEMPRANO PARA SUBIRLO! 

Gracias a las personas que dejaron reviews y leyeron el primer capitulo, espero que sigan todo este fic hasta el final ♥

Capítulo 2

Taemin abre un ojo algo desorientado, pensando seriamente en dónde se encontraba. Intenta enfocar la vista en algún lado, pero solo consigue concentrarse en el vacío que había a su lado con restos de perfume demasiado masculino.

Sonríe por el solo hecho de recordar lo que había pasado unas horas atrás, mientras se sentaba con cierto dolor que creía que había valido la pena.

No recuerda de quién era la casa ni si había alguien a punto de matarlo por estar ahí, durmiendo en la cama de sus padres.

-       Mierda, dónde estoy.

No recuerda ni si había hablado con Key ni si le había avisado de que no se iría con él.

Solo recuerda lo importante. Más cuando se mira en un espejo, desnudo aún, con ciertos hematomas en su cuerpo, que le dejaban más que claro de lo bien que había estado su noche.

Mira de reojo el vacío que había dejado Minho en la cama, sin importarle demasiado y sin romper esperanzas que creyó tener.

Minho sería de él solo una noche. Lo tuvo claro desde que todo empezó y terminó. Hacerse esperanzas sería en vano y más aún si se trataban de despertar junto a él y que el moreno le dedicara unas palabras consoladoras o algo por el estilo, porque simplemente no era así.

Y nunca lo sería.

Minho era de Yuri. Por mucho que quisiera, no había vuelta atrás.

Recoge sus pantalones y su polera colocándoselas antes de salir y mira su celular completamente muerto por la falta de batería. Se queda un rato viendo el lugar que olía a sexo a kilómetros, pensando todas las cosas que le diría Key cuando llegara y si es una buena idea decir la verdad o mentir tan solo un poco.

¿Choi Minho y Lee Taemin?

Imposible.

Simplemente imposible.

Baja las escaleras con cuidado esperando encontrarse con alguien en el medio del camino, pero solo consigue ver un montón de gente durmiendo en el suelo, en un estado de conciencia bastante deplorable como para preocuparse.

Se termina de colocar las zapatillas antes de salir, echando un último vistazo al lugar para ver si se encontraba con una cabeza morena rondando por el lugar.

Cuando se sube al autobús y se sienta en el último lugar ya casi por costumbre, se convence a si mismo de que lo de la noche anterior no se volverá a repetir y que Minho simplemente es un ser humano de lo que no hay porqué preocuparse.

Key deja la taza a un lado cuando ve que la puerta de su casa se abre, dejando ver la presencia que tanto esperó la noche anterior. Traga con dificultad el café que quedaba en su boca, mientras Onew le miraba serio, sabiendo el caos o la tercera guerra mundial que se vendría en ese momento.

Ya casi no se sentía incómodo; no era la primera vez que presenciaba un ataque de madre nerviosa de parte de Key por Taemin. El único que según el rubio, conseguía sacarle canas verdes.

-       ¿Se puede saber dónde estabas?

Parece escupir las palabras, mientras extrañamente, Taemin se acercaba y sonreía. Sonreía de la nada, como si tuviera pensamientos extraños que le hicieran recordar cosas agradables.

Cosas que a Onew le sacan escalofríos sin saber porqué.

-       Te busqué hasta tarde- continúa-. Y no te encontré. Tuvimos que venirnos sin ti porque Jonghyun no podía esperar más.

Cuando Onew escucha una carcajada de Taemin, de verdad se asusta. Ahora cree pensar que aún está bajo los efectos del alcohol, o quizás peor, bajo el efecto de algún alucinógeno.

-       Lo siento, hyung- no deja de sonreír a pesar de estar recibiendo una de las tantas reprimendas que tanto le hacían enojar-.

-       ¿Para qué existen los celulares? Te llamé infinitas veces y me sonaba apagado.

-       Yo mejor me voy.

Onew se levanta de la silla apenas siente que el tono de voz de Key comienza a aumentar con el paso de las palabras, pero cuando ve su mirada amenazadora posarse en él, cree que es mejor no retirarse y sentarse como si no hubiera pasado nada.

Y seguir cumpliendo con el rol de buen amigo que lo apoyaba cuando se trataba de la tan reprimida rebeldía de Taemin.

-       ¿No vas a responderme?

-       No tengo nada que criticar.

Eso era raro. Hasta para Key.

Le estudia por unos segundos como si se tratara de una broma, esperando que soltara la gran cantidad de palabras que solía despotricar en su contra cuando lo regañaba. Pero aún así, nada.

Los segundos pasaron y Taemin seguía sonriendo, como si incluso lo estuvieran felicitando por una hazaña o algo por el estilo.

Una hazaña que Key creía sospechar, pero veía demasiado imposible para ser real.

-       Llamó Kai- le advierte, esperando que eso le asustara al menos. Cosa que al parecer, da algo de resultado.

-       ¿Y qué dijo?

-       Que eres un desconsiderado, ni siquiera has llamado a tu madre y hace más de un mes que no te apareces por allá. Creo que más de dos, incluso.

-       Es demasiado exagerado.

Key parece no escucharlo, continuando como si nada.

-       Claro, y el muy lindo, metiéndose quizás donde.

Taemin ve como su amigo embetuna una tostada con mantequilla hace más de un minuto, casi esparciéndola de forma aterradora. Se concentra en el cuchillo y en la mantequilla que se funde con el calor.

No sabe cómo, pero de un minuto a otro eso le recordó cierto gemido de la noche anterior.

Sonríe, sin poder evitarlo.

-       ¿Y puedo saber por qué sonríes tanto? ¿¡Acaso te parece divertida la situación!?

Taemin toma la taza de la que Key tomaba café y le deja un beso en la mejilla antes de irse del lugar.

-       Muere de viejo y no de copuchento.

-       ¿¡Qué me quieres decir!?

Lo que él quisiera entender.

Bebe los últimos sorbos de café al entrar a su habitación, encontrándose con el caos que había dejado el día anterior a causa de una buena tenida para la fiesta de la noche.

Efectos de un desorden que claramente valió la pena.

Guarda un par de prendas en un bolso, mientras recuerda segundo a segundo lo vivido, a la vez que el calor de la pieza parece aumentar acorde pasan los momentos en su mente, rememorando.

Siente como si ahora de nuevo tuviera sus dientes hincados en su cuello, casi haciéndolo gemir.

Cuando se nota a si mismo sonriendo nuevamente, cierra el bolso de un solo golpe, sacándose la camiseta por sobre la cabeza, y buscando una tenida mucho más presentable para ir de visita donde su madre.

De vez en cuando, era grato ir a Busan.

El ambiente era mucho más calmo que Seúl y el tiempo era más cómodo de acuerdo al ritmo de la ciudad.

Deja el ramo de flores junto a los chocolates en el asiento de su lado, acomodándose sobre esos duros asientos, a la vez que miraba por la ventana, como la nieve se comenzaba a apoderar de un ambiente que parecía cada vez más crudo en invierno. Suelta un escalofrío, y ve como una pareja junto a una pequeña niña, se sientan frente a él, sonriéndole y haciéndole pensar cosas indebidas en el momento.

Como la idea de cómo sería Minho en un futuro.

Sí. Ese Minho. El que se había apoderado de él la noche anterior y le había hecho perder más la cabeza de lo que ya estaba. Perder la cabeza por una noche de sexo desenfrenado y suspiros ajenos que no le correspondían, pero que de todas formas habían sido provocados por él.

Ve como la pequeña niña le sonríe y le susurra algo a su madre, mientras no le quitaba la vista de encima, hipnotizándose a si misma.

El movimiento del tren se hace más calmo, a la vez que Taemin parecía encontrar más cómodo ese condenado asiento que siempre se trataba del mismo una y otra vez cuando viajaba a Busan. Al lado de la ventana, en la penúltima fila del tren.

Tres horas de viaje que cada vez se le hacían más largas, pero que ahora se había convertido en un momento interesante cuando se trataba de analizar su vida.

De analizar sus amoríos y sus aventuras pasajeras con suspiros robados.

Lee Taemin tenía quince años cuando asumió su homosexualidad frente a su familia. Primero le contó a sus padres y al último a su hermano Kai, que nunca pareció asumir de muy buena forma la noticia. No es que lo rechazara por tener una inclinación sexual distinta, pero sí siempre se encargó de criticarle su vida amorosa y su falta de madurez a la hora de tener una, o de sentar la cabeza como le decía él. Su madre, pareció ni siquiera importarle la noticia, incluso le sonrió y lo abrazó porque le vio tan complicado para decir algo tan fácil, como le dijo ella cuando se enteró.

No es que no supiera, cariño, soy tu madre.

Una madre que lo era todo para él, pero que ingratamente iba a visitar poco por falta de interés en Busan. A veces le aburría tener que ir a un lugar en el que apenas contaba con amigos y en el que solo se trataba de visitar a sus padres que contaban con una librería con restos de polvo y un cariño demasiado grande, pero de todas formas iba, una o dos veces cada un mes, o algo así, pero iba.

Menos de lo que les gustaría a sus papás. Y lo necesario para él, porque no quería ser igual de dependiente que su hermano, que parecía que viviría con ellos hasta que tuviera pasado los cuarenta.

Cuando queda menos de una hora de viaje, Taemin cree sentir el olor a libros viejos y amontonados al final de su casa, por una nueva remodelación que se le ocurrió hacer a su padre a la librería. La librería que le aburría y le quitaba el sueño a su progenitor. Y lo más divertido, es que cree oír a la lejanía el sonido de las campanillas que colgaban tras la puerta y le advertían de alguien que se había metido a husmear o mendigar entre los estantes. La respiración agitada y contenta de su padre, siempre le hace sonreír, ante la nueva y pobre esperanza de que alguien se entusiasme con un nuevo libro en ese condenado lugar aburrido, que más que leer solo parecían respirar tranquilidad.

Eran tan calmos en Busan, que Taemin creía que siempre que colocaba un pie fuera del tren, ya se había estresado un poco ante tanta tranquilidad.

Cuando camina hacia su casa en ese recorrido que le gustaba hacer a pié, se imagina el rostro de su padre si llegara alguien de verdad interesado en su librería. Si llegara esa persona que le preguntara por los libros exóticos que guarda en el último estante y que son tan antiguos que cuando los saca, las hojas parecen quebrarse. El día que pase eso, Taemin está seguro de que él quedará en shock y no podrá parar de sonreír por la cara de sorpresa de su padre.

Por haber encontrado a alguien con los mismos gustos que él.

Alguien en extinción, probablemente.

Las campanillas suenan anticipando su entrada, mientras Taemin fija su vista en un montón de revistas nuevas que faltaban por acomodar. Ve como su hermano le mira desde detrás del mesón, con los pies sobre el rumbo de revistas, mientras ojeaba despreocupado un libro sobre cocina americana.

Taemin sabe que dentro de ese libro no hay nada con cocina ni con comida, sino que probablemente veía una revista porno y la tapaba con otra cosa por si su padre aparecía repentinamente.

Tan pornográfico. Tan hetero.

Deja caer su bolso sobre el piso de madera, mientras camina por el pasillo sin antes detenerse a dirigirle unas palabras a su querido hermano.

-       Viniste- Kai se adelanta, sin saludarlo.

-       ¿No me llamaste para eso en la mañana?

-       ¿De verdad tengo que hacerlo para que vengas?

-       ¿Dónde está mamá?- le ignora-. ¿Cómo está su salud?

-       No soy mensajero.

-       Ni tampoco un idiota que no sabe hablar- le regaña-. ¿Dónde está?

Mueve la cabeza en dirección al pasillo por el que se dirigía, alentándolo a que siguiera caminando y se encontrara con esa sonrisa que tanto le gustaba alardear.

Según Kai, Taemin era el hijo favorito.

Según Taemin, Kai era un idiota. A secas.

-       Deberías dejar de ver porno a esta hora, te seca el cerebro antes de tiempo. Aparte, esos senos, no los verás ni en tus sueños, para de ser tan idiota.

Le ve abrir los ojos con una mezcla de odio y desilusión, mientras camina hacia el final del lugar, en donde se conectaba la librería con su casa.

Observa a su madre a la lejanía, correr tras un gato, mientras se interrumpe a si misma al ver a su tan querido Taemin. La ve limpiarse las manos en su ropa antes de dirigirse y darle un más que apretado abrazo.

De esos que le quitaban la respiración y le dejaban con resto de perfume femenino.

Perfume que por mucho que luchara, aún no conseguía quitarle olores de personas ajenas.

**

Minho deja caer un manotazo sobre la mesita cercana a su cama, apagando por séptima vez el maldito celular que no paraba de vibrar.

Ve como Jonghyun no se rinde y le llama una vez más, levantándolo ya de golpe y sacándose su gato de encima en un solo movimiento. Camina a pasos pesados hacia el baño, cuando contesta y se rasca el estómago frente al espejo, perezoso.

-       ¿Cuándo mierda me ibas a contestar?

-       Estoy durmiendo, vete a la mierda.

Y le corta.

No era la primera vez que lo hacía ni tampoco sería la última.

Ve como su gata se sube al lavamanos, acariciándose contra su estómago y ronroneando a viva voz, cuando nota un par de arañazos que atravesaban su piel de un lado a otro, apropiándose de ella. Se roza con la yema de los dedos, sonriendo inevitablemente al recordar los suspiros de Taemin cuando se mezclaba con su cuerpo.

Taemin. Era un chico bastante guapo, no podía mentir.

Le vienen recuerdos de sus cuerpos, tocándose más de lo debido, rozando sus entrepiernas y jugando con sus bocas como si las compartieran. Siente su lengua saborear sus labios e incitándolo a entrar en la suya.

Su celular nuevamente comienza a vibrar, asustándolo a él y a su gata que ronroneaba como si estuviera en pleno paraíso.

Mermelada. La amaba. Era una de las pocas cosas que de verdad amaba en su vida. Su gata y su bicicleta, más que nada en el mundo.

Duda si contestarle a Yuri, que al parecer no detendría su llamada hasta conseguir su objetivo.

Lamentablemente no podía tratarla como Jonghyun, por cosas de familia, cosas que le molestaban y cosas que le obligaban a hacer contra su voluntad.

-       Hola.

-       Dios, mi amor, pensé que te había pasado algo.

-       Estoy bien.

-       ¿Dónde estás?

Su voz suena calmada por mucho que él supiera que estaba molesta. Más aún cuando le escuchó pronunciar su respuesta.

-       Durmiendo.

-       ¿Durmiendo? ¿Mi amor que pasó con nuestro compromiso?

Detesta que le diga mi amor, pero por mucho que le pelee en que no le diga así, la chica es porfiada y lo ignora.

-       ¿Qué?- no recuerda ninguna cita-. ¿Que compromiso?

-       Minho, hoy es el desayuno en la casa de mis padres.

Desayuno y una mierda. Lo había olvidado por completo.

-       Mierda, voy enseguida.

-       Apresúrate.

Como no.

Minho camina con cautela hacia su habitación, mientras su gata Mermelada, se pasea entre sus piernas, rogándole por un poco de comida para irse luego de ahí. Busca entre un mueble que guarda la ropa, lanzando las camisetas al piso hasta fijarse en una camisa que parecía lo suficientemente decente, mientras se colocaba los mismo pantalones del día anterior que se encontraban con unos pequeños tajos en la rodilla y otro no recordaba dónde. Se ordena un poco el cabello con las manos, colocándose las zapatillas en un solo movimiento.

-       Cuida la casa, preciosa- acaricia a la gata naranja que aún ronroneaba, despidiéndose.

Se huele las axilas antes de salir y se coloca los audífonos, mientras saca la bicicleta de donde estaba colgada, para empezar a bajar esas infinitas escaleras que lo conectaban desde el primer al último piso, en donde vivía él.

En donde estaba su mundo, o el lugar al que pocos dejaba entrar.

Yuri odiaba su departamento, o más bien loft, solo por el hecho de que tenía muebles “reciclados” como le decía él, y no recogidos de la calle como decía su novia. Aparte que su gata “apestosa” olía mal y era callejera, cosa que no era necesaria para él teniendo todo el dinero que poseía.

Sí. Yuri amaba el dinero. Era su debilidad.

Pedalea con más lentitud cuando se acerca al jardín de los Kwon, siendo recibido por esos mayordomos que tan bien conocía y que le quitaban la bicicleta porque ya estaba prohibido pasar sobre el pasto con ella. Los saluda como si fueran sus amigos íntimos, quedándose incluso a conversar un rato con ellos.

Cualquier cosa era más divertida que esos estúpidos desayunos sociales que solo querían acaparar fama y reconocimiento dentro del país. Un reconocimiento que Minho nunca encontró necesario y por el que siempre se generan las peleas dentro de su familia.

Minho odiaba tener dinero. Odiaba pertenecer a una familia reconocida en Seúl y que cuando oyeran su apellido ya supieran de quién se trataba.

Odiaba la fama, odiaba la ropa limpia, los desayunos y las cenas en sociedad y hasta su madre. Principalmente eso, que conllevaba todo lo anterior.

-       Ya estoy acostumbrada a tu impuntualidad.

Yuri se le acerca con cautela y le besa los labios sin pedir demasiado, pero recordándole de inmediato unos iguales pero más carnosos que solo pedían más y no parecían conformarse con nada. Minho se retira de golpe ante el contacto, casi temiendo encontrarse con la imagen de Taemin frente a él y no la de su novia.

-       ¿Qué ocurre, mi amor?

-       Nada.

Ve como su madre aparece con un traje casi de gala por detrás de Yuri, acercándosele de inmediato y diciéndole algo lo suficientemente cerca del oído para que la chica no pudiera oír.

Minho podía intuir de que se trataba.

-       ¿Te costaba mucho colocarte una ropa que fuera menos de mendigo?

-       No te imaginas cuanto- ironiza.

Saluda cortésmente a sus suegros, mientras Yuri se colgaba de su brazo, encantada e intentando derrocharle a todas las chicas del lugar sobre quién era su novio. A Minho le molestaba eso.

A Yuri nunca le importó que le molestara.

-       ¿Cómo estuvo la cena con tu primo anoche?

Minho recibe del mayordomo un vaso de jugo, agradeciéndole y recordando rápidamente la no cena que tuvo el día anterior. Recuerda la boca de Taemin recorriendo su cuello y un poco más abajo.

Bastante más abajo.

-       Bien, comí bastante.

En verdad no mentía. Solo omitía información.

-       Te extrañé anoche.

-       Lo siento. No podía cambiar la cena, hace mucho no le veía.

El alto toma un largo trago de jugo, a la vez que Yuri le miraba sonriendo y casi confiando ciegamente en él.

Lo que le hizo sentir peor.

Tanto física como psicológicamente.

Siente como la resaca comienza a invadir su cuerpo, revolviéndose su estómago casi en un solo golpe. Lo peor es que no sabe si se trata de su conciencia que le está haciendo pagar, o realmente es su cuerpo que hace bastante no ingería tanta cantidad de alcohol.

O Taemin, que le hizo un maleficio para seguir pegado en su cuerpo a pesar de que no estuviera ahí.


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