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Imán por Carito_d

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Notas del capitulo:

Hemos demorado... pero solo un poco jijijij. Espero que disfruten, pronto tambien actualizaremos 18 de julio.

No olviden ponerle me gusta a nuestra pagina:

https://www.facebook.com/NapoleonYMermelada

Garabatea un par de palabras en su croquera y se echa sobre la mesa, aburrido y con el suficiente sueño como para dormirse en el instante. Le aburría la clase, las fotografías y su vida en general que hace días estaba con falta de acción.

Hace más de dos días que no veía a Taemin y el día anterior habían hablado muy poco porque él se sentía tan incómodo y con tanto cargo de conciencia por los golpes, que ni siquiera era capaz de hilar una maldita conversación.

(La idea de que su madre tuviera que ver en eso era algo que le estaba comiendo el cerebro.)

El profesor cambia la imagen en la diapositiva y él suelta un bostezo justo cuando una mano le frota la pierna, asustándolo en el acto.Si no fuera por un suave susurro que conoce más que bien, un Minho sobre su oído, le habría pegado o hubiese respondido de mala manera, pero no hizo nada.

Igual que todos los días desde que vio a su mamá.

Ya no hacía nada.

Taemin le mira medio sonriendo y besándole suave sobre la mejilla, sentado a su lado y con una cara lo suficientemente inocente para pasar desapercibido, solo que él solo logra enfocar la vista en ese ojo que aún no terminaba de deshincharse, retorciendo su estómago en un solo golpe.

-      ¿Taemin? ¿qué estás haciendo aquí?

-      Te vine a ver.

Le mira sonriendo y él se siente incapaz de responderle de la misma forma, solo se levanta de la mesa y se fija en que el profesor no haya notado su presencia.

-      Pero estoy en clases- susurra.

-      ¿Tiene algo de malo?

Un corto beso que no le deja responder y que le deja más angustiado que antes, asustándolo y sintiendo cosas que no debería sentir.

Cuando veía a Taemin ya no se sentía feliz, se sentía incómodo, asumiendo que el 90% de las cosas malas que le pasaban era absolutamente por su culpa y la de nadie más.

(Y quizás de la mafia de su familia también.)

Solo que… no lo soportaba. Ni tampoco sabía cuanto tiempo más podría seguir ocultándole esas sospechas que tenía y que no terminarían en nada bueno.

Pero nada.

-      ¿Cómo está tu ojo?

No tan bien como lo estuvo antes, pero recuperándose casi de forma dolorosa.

Ve como Taemin se lo toca de forma inconsciente y le mira con el ceño fruncido porque la preocupación por la golpiza ya llegaba a un punto en el que se volvía extraña.

-      ¿Qué tiene que ver?- susurra-. No quiero hablar de eso Minho.

-      ¿Me vienes a raptar?- le interrumpe.

-      ¿Quieres que lo haga?

Los pasos del profesor ya no pasan desapercibido, asustándolos a ambos cuando notan que se coloca tras ellos, observando la situación divertido. Quizás porque no era algo común que un compañero con otro hablaran así de cerca y también porque ese chico castaño se le hacía bastante conocido.

-      Hasta que logro conocer al modelo de sus fotos, señor Choi.

Un respingo de parte del alto que consigue una risita de él, mientras el más joven de los tres, le miraba con miedo como si temiera que lo expulsara de ahí, que era lo que menos quería.

Escucha atento la explicación de un alumno hasta que Minho se voltea y le mira casi serio, como si fuera a regañarlo.

-      ¿Me lo quiere quitar?

-      No sabía que yo era tu modelo, Minho.

Ahora entendía la cara de impresión del jovencito. Se acerca a él y le pega unas palmaditas luego de advertirle y sonreír, permitiéndole quedarse ahí.

-      El señor Choi está abusando de usted. Ya sentía que lo conocía solo por sus fotos.

Unos pasos que suenan toscos cuando se van, interrumpiendo ese ambiente de duda que había dejado entre ambos. Nota como Minho mira hacia delante distraído, anotando un par de palabras e ignorándolo por completo como si estuviera avergonzado de que se hubiese enterado que él era su modelo en la mayoría de las fotos.

(Si es que no eran todas.)

-      Minhoooo.

Le jala desde el chaleco, llamando su atención, pero el alto no tenía ni un poquito de interés en voltearse, sino que solo anotaba cosas que estaba seguro que estaba inventando con tal de no verse obligado a mirarlo.

Insiste una vez más, pero consigue lo mismo.

-      Me morí.

-      Estás rojo- se burla, acostándose también en la mesa y mirándolo-. ¿Te avergonzaste?

-      No, ¿seguro que no te duele el ojo? Lo veo hinchado.

Si hubiese cambiado el tema de una forma no tan obvia o si hubiese sido por un tema mejor, no le hubiese molestado como estaba siendo ahora. Le dan ganas de pegarle y de decirle que detuviera sus preocupaciones porque él ya estaba bien y era lo suficientemente grande para salir solo, pero se contiene.

Por su relación, porque no quiere pelear y por Minho, sobre todo por él.

Acerca con cuidado una de sus manos hasta alcanzar su rostro, acariciándolo con cuidado y notando como parecía ceder ante esto.

Algo le pasaba. No podía descifrar qué.

-      He pensado mucho en ti- se sincera-. Te extraño.

Todos los días más que el anterior. Cada hora más que la pasada y cada minuto más que el que se fue, pero Minho parecía no existir. La preocupación repentina y excesiva le hizo volverse de una manera ermitaña y solitaria en la que ambos parecían haber olvidado su relación.

Minho le llamaba cuando lo creía necesario y Taemin cada vez que podía, pero asumiendo que recibiría respuestas tan cortas o mínimas como la anterior.

No sabe si fue la golpiza o algo malo que hizo, pero algo había hecho clic en la cabeza de Minho y no de buena manera.

-      ¿Por qué?- apenas le mira, con los ojos entrecerrados por el sueño-. Estoy aquí.

-      No de esa forma, tonto. Quiero que me toques.

Se lo dije cerca y rozando sus labios con su brazo que dejaba un trocito de piel desnuda. Le besa con cuidado y sin dejar de mirarlo, mientras notaba como su actitud cambiaba, poniéndose alerta y mirándole como si estuviera intentando decirle ten cuidado.

Pero estaba aburrido de tenerlo, de dejar esa adrenalina que tenía su relación en un principio cuando era ilegal y en donde los besos robados sabían mejor y las preocupaciones de ser encontrados eran las que le daban el toque. Su relación estaba en un punto tan extraño que Taemin solo quería avivar esa chispa que de repente paró de funcionar.

(Y que al parecer, tenía bastantes posibilidades de volver a crecer.)

-      ¿Me viniste a ver porque quieres sexo? ¿es en serio?

Mierda.

Lo único que le faltaba.

Lo que necesitaba para que la situación fuera más obvia y le refregara en la cara que las cosas no andaban bien. Minho no sonríe coqueto ni le mira con picardía, sino que solo le observa, ahí, ofendido y como si con esas pequeñas y pobres palabras le hubiese roto el corazón.

¿Desde cuándo estaba tan sensible?

-      Minho noooo.

Pero nada. Ya ni siquiera le mira. Solo se concentra en la explicación de una fotografía y lo interesante que era cuando necesitaba ignorarlo.

-      Minho, te necesito- insiste.

Te necesito para saber que aún estás aquí.

El aludido levanta la cabeza desde su brazo y le mira como si su vida dependiera de eso, asustándolo.

¿Qué mierda le pasaba? ¿Su abuelo estaba bien de salud?

¿Mermelada ya había parido?

-      Y yo a ti- susurra como si fuera doloroso hacerlo-. Pero estoy en clases.

-      Vamos a tu departamento, te esperaré.

Tiene claro que suena muy desesperado, pero no sabe de que otra forma actuar y menos cuando nota que aún le observa y de esa forma tan rara, como si las palabras quisieran salir de su boca, pero estuvieran atascadas y le impidieran respirar.

Y lo peor es que cuando logra escupirlas, las palabras no surgen el efecto que él espera, sino que todo lo contrario, casi traumatizándolo.

-      Te amo Tae, mucho.

No le acaricia ni le besa, solo le mira como si su vida dependiera de ello y no pudiera hacer nada más que infundirle miedo de esa forma que solo él sabía hacer.

(Y estaba seguro que le pasaba algo porque ya no podía ser más obvio.)

-      ¿Pasa algo?

-      No- pestañea tupido, volviendo a fijar su vista de manera normal-. No pasa nada.

Mentía.

Era más que obvio. Desde la manera en que evitaba mirarlo hasta en la forma que movía sus brazos intentando verse despreocupado, pero fallando en cada gesto posible.

Minho mentía tan mal que hasta un niño de cinco años lo hacía mejor.

-      ¿Quieres que me vaya?

-      ¿Qué? No- niega rápido-. ¿Ya no quieres ir a mi departamento?

Si miras de esa forma, se transformaría en pecado que alguien pudiera decirte que no.

Taemin asiente lento, acercando su silla y fijándose en que nadie más tuviera la vista puesta en ellos, porque se sentiría más incómodo de lo que ya estaba.

-      Sí quiero, ¿te tengo que esperar?

-      Si tú quieres. Salgo en una hora y media más.

La cátedra del profesor parece tan aburrida que Taemin solo mira y se fija en el resto y estudia la situación. Mientras él debía estar en clases, igual que lo estaba Minho en ese instante, estaba ahí, con él, porque lo echaba de menos y porque no le convenía seguir bailando así de mal si tenía la cabeza puesta en otro lado.

Acerca más su silla a Minho, chirreando contra el piso, y apoyando su mentón sobre su brazo.

-      Te esperaré- susurra-. Pero déjame estar aquí, contigo.

Porque lo necesita, porque quiere saber que existe y que no es mentira, y que esa mañana cuando despertó asustado, era absolutamente un miedo sin fundamento.

Minho asiente y le besa con cuidado la frente, dejándole acomodarse mejor sobre su brazo y volviendo a anotar sobre fotografías sin sentido y que al parecer, eran lo único que conseguía hacerle poner los pies en la tierra.

Porque cuando Taemin suspira, Minho lo hace.

Y cuando Taemin cree ahogarse, Minho probablemente, ya lo había hecho con él.

**

-      ¿Por qué fuiste tan poco a clases hoy?

Minho cierra el refrigerador, sacando una botella de leche y bebiendo de esta misma sin siquiera ser capaz de servirse en un vaso.

Una rutina que a Taemin le trae sin cuidado, pero que extrañaba de ver.

-      No tenía ganas- se encoge de hombros y se le acerca, casi sentándose sobre la mesa.

Pero Minho no se le acerca, no aún.

-      Flojo.

-      Te quería ver.

-      Hace días no nos veíamos.

Ni siquiera un yo igual o un intento de mentira para hacerlo sentir mejor, sino que solo esa despreocupación que le daban ganas de sacarle los ojos y pegarle hasta molerlo a golpes.

-      Estás muy raro.

-      Ha sido una semana de mierda, estoy cansado y no te he podido ver, lo siento.

Sigue sus movimientos con la vista y como la botella de vidrio parece sonar demasiado fuerte cuando choca con la bandeja del refrigerador.

Todo era tosco y fuera de lugar.

Incluso ellos.

-      ¿Quieres hacer algo?

No alcanza a respirar cuando siente su espalda chocar demasiado fuerte contra un mueble, y los labios de Minho apoderarse de los suyos casi sin permiso.

Y le duele y se queja, pero Minho lo ignora, solo lo besa. Lo besa tanto que le ahoga y hace que se le olvide cómo era que se respiraba.

-      Hagámoslo- se separa solo un par de milímetros y eso cree que es suficiente como para notar el éxtasis que se había apoderado de sus ojos-. Ahora. Quiero hacértelo, Minnie.

Siente como la adrenalina sube y baja de su cuerpo y como su mente buscaba una forma de hacerle razonar y que dejara de pensar que todo se mejoraría con sexo, que de esta forma descubriría que le pasaba o que podría encontrar una solución.

¿Pero qué pasaba si esto era lo que les hacía falta? ¿esa chispa que de repente creyó apagarse?

Se deja lamer los labios y se separa de golpe, mirándolo y sintiendo como su entrepierna ya comenzaba a latir.

-      Lo que quieras Minho- susurra-. Hazme lo que quieras.

Lo que sea necesario para hacerte volver.

Le cuesta no desvanecerse cuando siente que Minho lo levanta desde el trasero, apretándolo y afirmándolo contra la muralla solo con su cuerpo y con esa maldita zona que latía como loca. Le besa desesperado y con un toque de locura que le hacía contagiarse y darse cuenta que si esto sería a este ritmo, él ya estaba en completa desventaja.

Sus pies apenas rozan el piso y a Minho no le interesa porque lo único que le preocupa es que su boca sea demasiado ágil y rápida para besarlo todo lo que no hizo durante estos tres últimos días en que las visitas casi fueron mínimas.

Y Taemin le jala el final del cabello, rozando su nuca, y rogando porque sintiera un poco de dolor al igual que él, que era azotado y golpeado contra el mueble cada vez que Minho parecía perder el equilibrio de ambos cuerpos, reacomodándolo sobre él.

Si lo harían contra ese maldito mueble, sabía que no sería de una forma ni cómoda ni con exceso de ternura, sino que todo rápido como si alguien se los estuviese quitando.

Como si estuvieran privando a Minho de estar con él.

Pero cuando le siente separarse y dejarle con el cuello y los labios estirados, se arrepiente de haberse quejado mentalmente porque aunque le doliera, no quería parar. Nota como Minho, con esa mínima distancia, es capaz de burlarse de él, sonriendo con los labios demasiado rojos y el cabello demasiado desordenado como para no mirarlo.

Todo era perfecto. Todo indicaba a sexo y que él, necesitaba más que nunca.

Un acercamiento más y Minho retrocede, sonriendo y olvidando toda actitud extraña que había tenido. Pero avanza otro paso buscando alcanzarlo, pero una vez más retrocede hasta chocar con una pared del pasillo y verse acorralado por los labios del castaño, que más que besarlos, solo querían hacerlos sufrir, incluyendo mordiscos si eran necesarios.

La garganta de Minho suelta un gemido gutural en el momento en que Taemin le lame el lóbulo de la oreja, jalándoselo un poco, y asumiendo que ahora él tenía el control. Pero el alto no le permite las cosas fáciles, empujándolo de golpe y provocando una vez más que su espalda se azotara contra el muro.

Si Taemin creería que esto sería como siempre, estaba muy equivocado.

Pero muy.

Los labios de Minho suenan cuando succionan su piel, distrayendo a Taemin y derritiéndolo tanto por dentro como por fuera, porque cuando le quita el polerón y la camiseta en un solo movimiento, su boca es ágil y comienza a crear un recorrido invisible desde detrás de su oreja hasta más abajo de su hombro, succionando y marcándolo como parte de su propiedad.

Pero cuando la mano de Minho le aprieta el entrepierna sobre el pantalón le es imposible no gemir de una forma casi animal si más encima le pasaba la lengua por sobre su pezón.

Intenta convencerse que la falta de sexo era el problema, pero no alcanza a analizar ni un poco cuando Minho le acerca de golpe y le viola la boca con la suya y con una lengua que solo pedía más y más hasta casi dejarlo sediento.

Si esto estaba siendo recién el comienzo, no quería pensar en cómo terminaría todo.

Caminan a tientas por el pasillo, tropezándose entre si y botando cosas que se les cruzaban por el camino, pero cuando Minho se aburre de su lentitud, vuelve a tomarlo desde el trasero y a caminar de forma más rápida con su cuerpo como si se tratara de una simple pluma. Y a él le es difícil no anclarle las piernas, afirmándose mejor de su cintura y distrayéndolo hasta que le deja caer en la cama sin tanta suavidad a la habitual.

Minho estaba tan salvaje que le calentaba, inevitablemente.

Especialmente cuando él queda acostado en el medio de su cama, con los pantalones desabrochados y con Minho mirándole de pie y con toda su ropa puesta.

Una desigualdad más que obvia, pero que el alto no quiere cambiar porque cuando Taemin se sienta y gatea hacia él, tocando el botón de su pantalón, su negación es tan clara que ni siquiera se atreve a rechistar, solo acata.

(Cuando le conviene.)

(Como ahora.)

Las manos de Minho le bajan el cierre del pantalón rápido, comenzando a tirarlos desde las piernas y desesperándose de que al ser tan ajustados no salieran con la velocidad que él quería.

O necesitaba.

Porque por mucho que se hiciera el fuerte, ya no sabía cuanto más aguantaría sin demostrar que realmente solo quería frotarse contra él y embestirlo de golpe hasta hacerlo aullar su nombre. Hasta que se diera cuenta que el haberse metido con él había sido la peor idea de su vida y no la mejor como él cree. Que ser un Choi es una maldición y que todos los que se le acercan quieran o no, terminan saliendo heridos.

Las desnudas piernas de Taemin se erizan con su contacto como si recibieran una descarga eléctrica, acorralándolo con sus piernas y mirándolo tan de cerca que ambas respiraciones se mezclaban. Minho le lame los labios y una de sus manos le toca por sobre la ropa interior, notando como Taemin se encogía con el agarre de sus dedos, encorvándose y soltando un profundo Minnnnnnnnho que le hizo calentarse más que antes.

Taemin era perfecto por donde se le mirara. No había nada malo en él, ese era el puto problema.

El recorrido de sus labios comienza a descender hasta tal punto de que su lengua succiona bajo la piel del ombligo, notando como Taemin no encontraba otro punto más de donde afirmarse que desde su cabello, sin dejarle levantarse ni moverse, sino que solo bajar.

Bajar tanto hasta ser capaz de lamerle sobre la ropa interior y notar de golpe lo excitado que estaba. Lo desesperado que estaba porque le tocara y le hiciera sentir solo como él sabía.

Tanta responsabilidad a la que Minho no sabía como responder de la misma forma ni tampoco que le ayudaba a buscar una palabra que describiera como se sentía en ese momento. Las manchas de algunos hematomas aún no desaparecen por completo, haciéndole sentir un imbécil y machacándolo mentalmente cada vez que mira a uno sin querer.

Le gustaría que Taemin no hubiese notado esto, pero cuando le ve ahí, sentado sobre él, mirándole directo una mancha que tenía en sus costillas, un suave Minho no la mires le hace volver a poner los pies en la tierra y concentrarse en lo que hacía.

(O al menos pretender.)

Las caricias dejan de ser tan bruscas y su lengua ya no está desesperada, sino que se dedica a disfrutar. A saborear pedazos de piel con olor a olvido, mientras Taemin volvía a encogerse y a rogar porque no fuera tan lento o sino se correría ahí mismo.

Como si eso implicara un problema para él.

Se sienta sobre sus caderas sin parar de embestir sobre ellas y de sentir como ambos crecían y crecían entre cada roce, mientras él se quita al fin la camiseta quedando casi en igualdad de condición que Taemin.

Pero no se quita los pantalones aún, hace que sufra entre cada embestida que le hace con ropa, sacando gemidos guturales demasiado fuertes y demasiados desesperados como para no disfrutarlos. Taemin se afirma desde las sábanas casi rogando por piedad, mientras él besaba con sumo cuidado por el borde de su bóxer y también sobre él, dando lamidas cada ciertos instantes.

Si a Taemin le gustaba sufrir, tenía que sentirlo con ganas.

Le pega en las manos cuando intenta sobrepasarse y tocarle, alejándolo y bloqueándole cualquier movimiento que quisiera hacer. Si quería sexo, lo tendría, pero todo a su manera.

Minho le da una fuerte embestida con sus pantalones aún puestos y viendo como Taemin se derretía ante ese simple movimiento. Le aprieta el trasero, le mira intentando matarle y una gota de sudor le recorre el final de la columna, enfermándolo.

Era más que obvio que lo quería desnudo, pero Minho se toma su tiempo cuando lo hace:con una mano baja lentamente el cierre de su pantalón, mientras que con la otra sigue masturbándole sobre la tela y enmarcando eso que quería explotar, pero que él no le dejaba.

Se separa lo suficiente para tirarlos a un lado y continuar con los movimientos que ahora parecían más cercanos sin esa tela gruesa de por medio. Su excitación choca con la de Taemin y éste suelta un gemido ronco cuando nota que con ambas manos, comienza a quitarle lentamente su bóxer, chocando su erección con el cálido aliento de Minho. Una sonrisa coqueta que le hace pensar que las lamidas continúan, pero no es así, porque cuando siente un dedo masajeando su entrada, quiere matarlo.

De verdad quería matarlo.

Pero no es uno, sino que dos. Dos dedos que le hacen bajar y subir al infierno sin parar, que provocan que se aferre a las sábanas o morirá. Él o Minho que se encargaría de masacrarlo con sus propias manos.

Manos que se entorpecen cuando intentan tocarlo porque el muy desgraciado no se dejaba. Era o él o nada. Y sinceramente “nada” no estaba entre sus opciones.

Pero cuando cierra los ojos porque no aguanta más, apretándolos, una fuerte embestida le hace arrepentirse y volver a despertar y a darse cuenta que ese maldito salvaje que tenía encima era aquel que era su novio y que le juraba amor eterno mientras se lo hacía con cariño.

Uno completamente distinto al de ahora.

Una nueva embestida que le hace gemir de forma escandalosa y aferrarse a su espalda, mientras abría más las piernas y sentía como los huesos de las caderas de Minho chocaban con su trasero. Intenta tocarse a si mismo, pero las manos del alto no se lo permiten ni por un segundo.

-      MierrrrdaMinnnnnnnnnnnnhoaaaaaaggghn.

-      Shhhht, aguanta.

(Cuando ni siquiera él se creía capaz de hacerlo.)

Minho pasa una de sus manos por su abdomen, tocándolo en el momento en que el ritmo comenzaba a aumentar. E intenta no enfocarse en esos hematomas, pero le es imposible cuando los tiene así de cerca de su rostro y los gemidos de Taemin son tan esquizofrénicos que le hacen perder la cordura.

Taemin le muerde los labios cuando le tiene lo suficientemente cerca, amenazándolo de muerte por tenerlo en ese estado y rogándole que no parara ni que se le ocurriera disminuir el ritmo.

Algo que le cuesta acatar cuando se imagina como ese pequeño y femenino cuerpo fue golpeado con un 90% de probabilidades a causa de él. A causa de su familia, de su madre, de Yuri y de todos sentimientos encontrados que hicieron que Taemin se metiera en ese lío.

Y lo peor es que se desconcentra y explota desde lo más íntimo de su cuerpo. Desde cada fibra inexistente y cada partícula que le hace sufrir y sonreír a la vez. Aún sigue dentro de Taemin y éste lo imita, manchando ambos cuerpos en el momento en que se deja caer sobre él.

Y las respiraciones son tan agitadas que no hablan ni se susurran cosas, solo intentan recuperar la cordura y darse cuenta que nunca antes lo habían hecho de esta forma: con tan pocos, pero tantos sentimientos a la vez.

Cuando Minho se levanta lo suficiente, saliendo desde dentro de Taemin, el castaño le afirma desde la nuca, besándolo con un cuidado completamente distinto al de antes y sonriendo de una forma tan inocente que nadie entendería el contraste del que se trataba.

Pero cuando un te amo es susurrado contra sus labios, mirándolo sincero, Minho no se cree capaz de responder ni de decir una mísera palabra, solo se mueve hacia un lado y se acuesta boca abajo, afirmándole de la cintura.

Cuando piensa en todo lo que ha pasado por su culpa, en esas amenazas y golpes que no merece, Minho siente que no es justo que él le responda con un par de palabras que no sanarán nada.

Porque.. ¿qué pasaba cuando él era el culpable del dolor de la persona que más amaba en su vida?

¿Era justo seguir haciéndolo pasar por esa situación?

**

Suelta un suspiro rogando para que los golpes en la puerta se trataran de Taemin, pero la sorpresa es más grande cuando ve a su madre sonriéndole y con la piel un poco más tostada a causa de sus vacaciones.

Ni siquiera se había acordado de ella, era el peor hijo existente.

-      ¡Mamá! No me avisaste que venías, pasa.

Un abrazo que no es como lo usuales ni de su parte ni de la de ella, sino que uno más frío y ajeno. Las bolsas le entorpecen cuando entra, dejándolas sobre el sillón y juntando las manos como si no supiera donde ponerlas.

Porque probablemente, ya había notado sus ojeras y su trágico rostro.

-      Acabo de llegar y quería verte- le dice dejándose caer en el sillón junto a las bolsas y sonriéndole de una forma demasiado extraña-. ¿Cómo has estado, Kibum? Te noto más delgado, ¿acaso estás comiendo menos?

Ya ni siquiera recuerda que fue lo último que comió, solo niega mintiendo y convenciéndose de que no estaba siendo demasiado obvio.

-      Estoy bien, ¿Jonghyun regresó con ustedes?

Pero no lo fue. Dejó ver sus debilidades en una sola frase en la que pudo notar como la boca de su mamá cambiaba, eliminando la sonrisa por un rostro lo suficientemente serio.

No fue necesaria oír la respuesta porque ya la pudo suponer.

-      Eh… no, cariño, Jonghyun no estaba con nosotros.

-      ¿Pero regresará pronto? ¿tienes algún numero para comunicarme con él?

(Para decirle que lo odio y que es mejor que no lo vaya a ver porque lo mataré apenas le tenga en frente.)

Su madre intenta acomodarse en el sillón, dejando su cartera a un lado y cruzando sus piernas de manera formal. Todo le indicaba algo malo: desde la forma en que le miraba hasta en lo raro que se había vuelto el ambiente.

Y en lo duro que se le estaba volviendo poder respirar con calma.

-      Cariño, ¿me haces un café? Creo que tenemos que hablar.

Un creo que no tiene ninguna pizca de duda y que necesita ser concretado ahora, solo que él olvida el café o cualquier cosa que le hiciera perder el rumbo de la conversación.

Si tenía que saber algo, lo tendría que asumir ahora, sin más rodeos.

-      ¿De qué? ¿pasó algo?

-      ¿Estás seguro que estás bien?- insiste-. ¿No me estás ocultando algo?

-      Mamá estoy bien, ¿por qué me pasaría algo?

Era tonto seguir ocultándoselo, pero más tonto era delatarse de inmediato y decirle lo desesperado que estaba por no verlo hace tres días (lo que para él significaba una maldita eternidad) y que si no volvía pronto, sentía que moriría.

(Si es que ya no lo había hecho).

-      Porque ni siquiera me preguntaste como estaba ni que traía en estas bolsas- las apunta-. Soy tu madre Kibum, no cualquier persona.

Pero por eso mismo no quería decirle la verdad. No quería que supiera que tenía un hijo tan enamorado de alguien que sentía que Jonghyun era algo así como el oxígeno de sus pulmones.

Tenía que ser sincero consigo mismo y si le decía eso, sabía que sonaría patético y denigrante.

-      Lo siento, creo que estoy un poco distraído.

-      ¿Cómo está Taemin? ¿estás solo?

Dios.

Se terminaría sacando el cabello con sus propias manos si no tocaba de una puta vez el tema del que le venía a conversar.

Probablemente Taemin estaba tan entretenido teniendo sexo con el prostituto de novio que tenía, que ni siquiera le daban ganas de gastar neuronas u oxígeno en dar una explicación por su ausencia.

-      No, debe estar en la casa de su novio- prefiere omitir lo que hacían-. ¿Qué era lo que me ibas a contar?

-      Tú… ¿has hablado con Jonghyun? ¿cómo lo pasaron en navidad?

Se le retuerce la mente y el estómago del solo hecho de pensar en una respuesta a su pregunta. Daría lo que fuera por volver a sentir sus manos en su cintura, pero cuando ve a su madre que le mira de esa forma, cree que por un buen tiempo, eso no podrá ser así.

Algo pasaba.

Mierda, de verdad algo pasaba.

-      No, solo espero que vuelva, ¿lo hará pronto?

Se sienta porque cree que si sigue de pie se desmayará y será una imagen deplorable. Le dan ganas de pedirle un abrazo a su madre, pero se contiene.

-      Yo… no lo sé, Kibum. No sé nada de él.

Ese dolor de estómago de nuevo que no paraba de retorcerle.

-      Se supone que está con su papá ¿o no?- espera que sea una broma-. Mamá como no sabes, es tu esposo.

-      Jonghyun no está con él, cariño. Te mentí, no sé donde está.

-      ¿Qué?- sufre-. ¿Mamá sabes la gravedad de esto? Jonghyun podría estar en problemas.

-      No está en problemas.

Cuando escucha esas palabras, las únicas palabras de las que creía que podía haber esperanza, siente como su corazón se va rompiendo lentamente y cayendo pedazo a pedazo.

Nada funciona en su cabeza. Nada calza.

Solo ve a Jonghyun flotando y alejándose de él sin alguna razón. Solo alejándose.

Olvidándolo.

-      Me acabas de decir que no sabes nada de él, no entiendo.

-      Antes de que me fuera por la fiesta de navidad, Jonghyun pasó por la casa y me dejó algo para ti- su madre busca en el bolsillo de su cartera y le entrega un sobre blanco sellado. Sus nervios son evidentes porque le cuestan tomarla y no tiritar-. Me dijo que te la entregara si es que él no había sido capaz de hablar contigo y… creo que ya es momento de que dejes de sacar suposiciones.

Suposiciones.

Su mamá sabía todo y él no.

Una de las pocas personas en las que confiaba, pero que no había sido capaz de decirle la verdad para no lastimarlo.

Como él.

-      ¿Mamá, donde está?- su voz se quiebra cuando sus ojos se humedecen-. Me estás asustando.

Pero no le responde. Solo se levanta y toma su bolso antes de acercarse y depositarle un suave beso en la mejilla.

-      Es mejor que la leas tranquilo, yo puedo volver mañana o cuando quieras. Siempre estaré contigo hijo, no lo olvides.

Sus zapatos suenan cuando se retiran del lugar, inundándolo en una atmósfera que él no esperaba recibir ni estar. Sus manos tiemblan mientras sostienen el sobre, leyendo una y otra vez como al costado inferior derecho decía con una simple y conocida letra Kibum.

Una palabra y una persona que no estaba seguro de querer revisar que era lo que había en su interior. Teme de las desesperanzas y de la condición en la que se tenga que convertir su vida, en tener que dar un vuelco tan grande que no sea capaz de recordar quién era ni cómo era en un principio, antes de conocerlo.

Jonghyun había hecho tanto, pero con tan poco, que Key aún no se creía capaz de poder explicarle a alguien en palabras, lo que significaba el moreno para él.

Pero cuando abre el sobre, y deshace los pliegues de la carta, la letra de Jonghyun le asusta y le hace querer dejarla de lado y olvidarse de todo lo que había sucedido durante la última media hora. Las letras parecen chocar entre si y entorpecerse cuando la tinta se deshace a causa de goterones que la ensucian.

(Quiere creer que no se tratan de lágrimas.)

Hay un claro exceso de tinta y se puede notar como Jonghyun peleó consigo mismo al escribirla porque la fuerza con que estaba hecha, había dejado marcas al revés del papel.

Todo le indicaba que no debía leerla, pero cuando leyó la primera palabra se dio cuenta que no había vuelta atrás.

Kibum.

Probablemente en este momento ya me odias tanto que tienes ganas de arrugar la carta y dejarla a un lado, pero te pido que no sea así. A tu madre le tiene que haber costado hacerse el valor e ir a entregártela así que te pido que me des una oportunidad, la última. Como también debo asumir que si lees esto es porque no fui lo suficiente valiente como para llamarte y darte una explicación.

Soy un cobarde Kibum. Un cobarde de todo y lomo que se odia a si mismo más de lo que pueda hacer cualquiera.

Sé que debes preguntarte dónde estoy y porqué no te dije, pero la primera duda no te la puedo responder, solo la segunda, porque ni siquiera yo sé probablemente dónde estaré.

Pero también sé que tu sabías que algo pasaba o que algo ocurría en mi mente. Tus preguntas no estaban tan erróneas, pero yo no era capaz de respondértelas a la cara porque sé de la forma que actuarías y sé que buscarías solución a algo que ambos ya sabemos que no tiene. Mi papá sabe lo nuestro. Nos vio juntos. Sabe que estoy enamorado de ti y que prefiero morir antes de decirte que termináramos nuestra relación, si es que ya no lo estoy haciendo en este momento.

Kibum, no quiero que me busques.

Para mi ya fue lo suficientemente difícil estar contigo sabiendo que tendríamos que separarnos, así que no quiero que tú sufras lo mismo que yo. Tengo claro que has llorado, te conozco demasiado para no asumirlo, pero quiero que sean tus últimas lágrimas por mi. Quiero que te des cuenta que yo no te convengo ni que nuestra relación no llegaría a ningún lado porque no tenía futuro.

Tú te mereces a alguien mejor que yo, que no tenga que esconderse para besarte ni vivir una vida paralela para que mi padre no se entere de lo nuestro.

Tú eres mi vida Kibum, pero yo tengo que dejar de ser la tuya. Tengo que dejar de ser tu talón de Aquiles y tienes que volver a ser el rubio antipático del que me enamoré.

Tú eras demasiado para mi, yo no te merezco.

Y por favor, insisto, no me busques y si sabes donde estoy, no vengas. Tú eres mucho más valiente que yo y sé de lo que eres capaz, pero yo no sé si pueda resistir una vez más esto. No sé si pueda alejarme de ti una vez más ni negarte lo obvio.

Te amaré por siempre Kibum.

Jonghyun.

No fue una lágrima ni dos, era un río de llanto. Las mejillas del rubio estaban empapadas mientras se da cuenta que no era capaz de seguir sosteniendo la carta porque necesitaba tocar su rostro y saber que esto era verdad.

Pero no podía estar pasando.

Sube las piernas al sillón y hunde su rostro entre sus rodillas, escondiéndose de la realidad y asumiendo algo que nunca pensó. Mierda no, no podía asumirlo.

Las lágrimas no paran de caer y su cuerpo no para de desmoronarse poco a poco recordando letra a letra y palabra a palabra de lo que había leído.

Jonghyun lo había abandonado.

No quería verlo más.

Jonghyun. SU Jonghyun, le había dejado.

Para siempre.

Le dan ganas de gritar y no se contiene porque cree que se lo merece. Cree que se merece romper todo y gritarles a todos y acostarse y no querer levantarse nunca más en la vida, solo hundirse y hundirse más y odiar tanto que su cuerpo se demacrara y terminara secándose para morir de una puta vez.

Para darse cuenta de una de las razones por las que respiraba, dejó de existir y sin su permiso.

Odiaba a Jonghyun, pero no como antes, sino que lo odiaba, desde la última fibra de su ser hasta la primera, desde el principio de su cuerpo hasta el fin. Lo odiaba por ser un cobarde, por no ser capaz de luchar y decirle todo a la cara porque era un hijo de puta.

Llora como nunca en su vida lo había hecho y se aprieta las piernas porque esto tenía que pasar de alguna forma. Mierda tenía que pasar. Tenía que volver a respirar. Volver a sentir.

Tenía que volver a saber que era vivir.

Pero cuando levanta la cabeza y ve a Taemin mirándole desde la puerta, asustado y con los ojos hinchados y rojísimos, Key se da cuenta que esto era recién el comienzo de una nueva vida.

De una vida llena de mierda y pesimismo.

De una vida que tendría que saber como afrontar y saber como flotar porque mierda esto no podía estar pasando.

Pero las palabras de Taemin le dejan helado y le hacen cuestionarse cosas. Tantas cosas que no sabe por dónde partir.

Cuando Taemin sufre y él lo hace, ambos sienten que el mundo se detiene y se forma una especie de complot contra ellos.

Cuando Taemin llora, no es por nada, es por Minho. Porque Minho es su Jonghyun y él sabe lo que significa eso.

-      Terminé con Minho hyung. No sé que mierda hice, hyung. Terminé con él. Mierda hyung, terminé con él.

Y lo peor de todo, es que esto estaba recién comenzando.

Notas finales:

SE ACEPTAN TOMATES PODRIDOS Y MALAS PALABRAS AQUI:

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