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Imán por Carito_d

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Notas del capitulo:

Hace un frio terrible aqui en Santiago y lo peor es que vino con lluvia. Agradezco a todas las personas que nos han dejado reviews, llevamos 644 hasta el momento, los leemos todos toditos asi que sigan dejando mas <3. El capitulo esta un poco corto, o como dijo la canu "esta normal" espero que disfruten.

COMO SIEMPRE LES DEJO LA PAGINA:

https://www.facebook.com/NapoleonYMermelada

Se concentra en rozar con cuidado los lunares de su espalda desnuda, uniéndolos con líneas invisibles y masajeando esas zonas que parecían tensas.

Minho siempre era el primero en dormirse, o al menos la mayoría de las veces. Y él siempre terminaba agradeciéndole de forma silenciosa porque le gustaba demasiado verlo dormir. Ver como su labio inferior bajaba más, dejándole ver un puchero, y sus cejas se fruncían un poco cuando ya había comenzado a soñar.

Una especie de ritual que Taemin tenía siempre que estaba con él, acostándose de costado para finalizar con la cabeza sobre su cuerpo, ahí entre sus omóplatos, acompasándose acorde a su respiración.

Lo mismo de siempre, una y otra vez, sin dejar de dormirse sobre él, pensando en las imperfecciones de Minho que le hacían quererlo cada vez más.

Enamorándolo más, como si fuera posible.

Como si un día pudiera averiguar desde cuando se había comenzado a enamorar de esa forma tan enfermiza.

Y como era usual, no supo en que momento se durmió y en que momento ni como, Minho había logrado escaparse bajo su cuerpo sin despertarlo.

Estira sus brazos cuando despierta, abriendo los ojos de forma perezosa y sintiendo lo fría que se había vuelto la cama con la ausencia de su novio. Su olor aún parecía flotar en el ambiente, embriagándolo y haciéndolo bostezar porque le daba pereza levantarse con ese frío que parecía azotarle el cuerpo. Pero lo hace de todas formas, enrollándose la sábana en su cuerpo desnudo y quejándose cuando sus pies tocan la madera fría.

Dios. Ni siquiera sabía que hora era.

Camina por el frío pasillo, bostezando una vez más y viendo al final a Minho sentado en el sillón fumando despreocupadamente mientras descansaba una pierna sobre el apoyabrazos. La escena era tan bonita desde el punto de vista en el que estaba, que se quedó un par de segundos más observando como el humo se difuminaba y las patas de Mermelada se acercaban al alto en busca de un poco más de cariño.

Minho era tan contrario a su familia que el odio que sentía hacia ella era más que obvio si se lo conocía aunque fuera solo un poco.

-      ¿No tienes frío así?

Su voz le hace asustarse, cuando camina lento y acompasado, sentándose a su lado y besándole un poco su hombro desnudo. Hacía tanto frío y Minho parecía inmune, vistiendo apenas su ropa interior.

Mermelada maúlla entre las piernas de ambos, pidiendo un poco de amor que ambos parecían ignorar.

-      No, estoy bien- susurra, sacudiendo el cigarrillo y botando el exceso de cenizas.

-      ¿Pasa algo?

Ya era la segunda vez que le preguntaba en el día y probablemente lo seguiría haciendo hasta conseguir esa respuesta que esperaba y que seguramente le haría sufrir.

Era un poco masoquista, era una característica enferma de él.

-      No, ¿por qué?

-      Hace tiempo no fumabas, ya lo habíamos dejado Minho.

Una promesa cursi, pero promesa que él no se había encargado de romper al fin y al cabo.

-      Es solo uno, no me matará.

-      Estás raro y no me quieres decir porqué.

Minho parece meditar la respuesta, quedándose absorto en como el humo se difuminaba y en como las caricias de Taemin en su brazo parecían pequeñas descargas eléctricas.

-      Solo estoy cansado y aburrido de todo y no sé, extraño a Jonghyun- le dice en un suave susurro como si le costara asumirlo-. Extraño hablar con él.

-      Puedes hablar conmigo, estoy aquí. No solo somos sexo Minho.

Sexo.

Que palabra tan irónica porque ni siquiera él creía que alguna vez tuvo sexo con Minho. Quizás la primera vez sí, pero el resto para él eran como entregarse en amor.

-      A veces creo que sí.

Le cuesta asumir su respuesta, soltando su brazo y enrollándose mejor la sábana sobre el cuerpo.

¿Había oído bien? ¿De verdad le había dicho eso?

El frío se volvió más insoportable y le hizo sentirse más ajeno en el lugar y más distante de Minho. Ya no quiere rozar su piel y analizar si era sexo o no, solo quería levantarse y llorar porque de repente se sintió demasiado herido y usado.

Sobre todo usado.

-      No pensé que veías de ese modo nuestra relación.

Ya no habla en susurros ni con cuidado, habla con rabia y esperando que Minho lo notara y se diera lo estúpido e inhumano que era, pero el maldito solo apaga el cigarrillo y baja la pierna desde el apoyabrazos quedando sentado en la misma condición que él.

-      Antes no, pero ahora sí. Solo hay que ver porqué nos juntamos ahora.

-      Tú tampoco te opusiste- contraataca.

-      ¿Estás asumiendo lo mismo que dije yo de nuestra relación?

-      No, no soy tan hijo de puta como tú.

Taemin se levanta de golpe, enrollando mejor las sábanas para caminar más rápido e irse luego de ahí. Lo odiaba. Mierda, lo odiaba tanto que no sabía como reaccionar a esto. Como reaccionar a su capacidad de hacerlo sentir un millón de emociones en un solo segundo.

Pero Minho no hace nada, solo se queda ahí, viéndole irse y siguiendo con esa actitud de despreocupación que le dejaba impaciente porque sabía que no estaba bien. Que en su mente pasaban miles de pensamientos y uno era peor que el otro.

Se quita la sábana de su cuerpo, enojado consigo mismo, sintiéndose estúpido mientras se agachaba y recogía sus calzoncillos para ponérselos rápidamente. No alcanza a terminar de ponerse la camiseta cuando siente los pasos de Minho acercándose lentamente y deteniéndose en el marco de la puerta, apoyándose y buscando un soporte que necesitaba de forma urgente.

-      Taemin, lo siento- susurra-. No quise decir eso.

Pero el castaño lo ignora. Sigue respirando de forma grotesca, mientras se agacha y recoge prenda por prenda que se encontraba esparcida por el suelo. Se viste con rabia y le mira cuando cree que no puede seguir aguantándose y que el enojo está comiéndoselo vivo y que es injusto que solo él sufra.

Necesita hacerlo enojarse aunque fuera un poco.

Que sintiera algo por la mierda.

-      No tengo nada más que hacer aquí, me voy- se coloca los calcetines y se levanta enojado. No, emputecido-. ¿Somos solo sexo Minho? ni siquiera tengo el derecho para estar hablado de esto contigo. Seré como las putas, que te llevan a la cama, consiguen su dinero y luego se largan.

Pero Minho no se adentra a la habitación ni le afirma de los brazos ni obliga a mirarlo, solo sigue ahí de pie, sin sentir frío ni sin decir tantas palabras que le podían entorpecer la boca.

Solo respiraba, o al menos eso creía.

-      Taemin basta- susurra sin ganas-. No eres una puta.

¿Qué mierda le pasaba?

¿Qué mierda lo tenía así de muerto en vida?

¿Qué necesitaba para hacerlo reaccionar y para volver a sentir que era el Minho de siempre y no ese que estaba parado ahí sin expresión?

-      Me siento usado Minho, todo este tiempo has pensado eso, y yo siempre he tratado de que tengamos una relación normal. Te llevé a Busan, te presenté a mis padres y mi hermano- inevitablemente sus ojos se ponen llorosos a la vez que su voz deja de ser tan fuerte y comienza a debilitarse-. Es injusto que por un solo día que quiera estar contigo de esa forma, pienses que solo te busco para tener sexo contigo.

Ni siquiera se mueve un milímetro, sino que sigue ahí, mirándolo hipnotizado y fijándose en esa primera lágrima que cayó sin previo aviso.

Esto no podía estar pasando.

Por favor no.

-      Nunca tendremos una relación normal, Taemin. Te fijaste en la persona que menos cosas te puede prometer y de la que más se aleja la palabra normalidad.

Siempre lo supo, pero nunca le importó ni le importaría.

Sorbetea la nariz una vez más y se limpia las lágrimas lo suficientemente rápido para intentar hacer como si nada hubiera pasado. Pero Minho sí le había visto y no le miraba de la misma forma que antes porque él también sabía que era lo que estaba a punto de pasar.

Algo que ambos se negaban, pero que uno de los dos tenía que ser el encargado de dar el primer paso.

-      No quiero seguir con esto, me hace mal. Nos hace mal, Minho.

Y quiso ser él porque era su única esperanza que le haría reaccionar a Minho y negarle lo tonto de su confesión. De hacerle creer que estaba pensando todo erróneamente y que solo era un mal día y el amor de siempre volvería a ser como antes e incluso más.

Es estúpido que siga escondiendo las lágrimas porque caen sin permiso y marcando un recorrido por sus mejillas que era imposible no llamarle la atención.

Y hubiese dado lo que fuera por abrazarle y que Minho le acunara entre sus brazos y le permitiera hundir su nariz en su cuello, diciéndole todo lo que le quería y eliminando sus inseguridades de una sola vez, pero no fue así.

Y tampoco lo sería.

-      Perdón por no ser capaz de prometerte algo. Tú te mereces una familia e hijos y unos suegros que te quieran, pero yo no soy capaz de darte ninguna de ellas. Lo siento.

Si esto se lo hubiese dicho en el mismo estado en el que estaba antes, probablemente no le hubiese creído ni una mierda y se hubiese sentido peor por ser el que le estaba poniendo fin a esto porque creía que era el único que sufría, pero cuando ve una lágrima, una maldita e inevitable lágrima, Taemin se hizo pedazos.

Creyó que no podía haber nada peor que ver a Minho llorando.

Pero nada.

Sus ojos grandes estaban tan brillosos que era imposible no notarlos, al igual que ese camino de agua que bajaba por ellos hasta perderse en el hueso de su mandíbula.

A Minho le pasaba algo y no le decía. Podía dar su vida por ello.

-      Eso no era lo importante Minho- solloza entrando en una fase de angustia-. Me da igual la familia, los hijos, los suegros, porque yo solo quería amarte a ti. Solo a ti, Minho.

Fue lo que siempre quiso y con lo que siempre soñó.

Fue la primera idea que se le cruzó cuando lo vio y de la que Key se burló porque decía que soñaba cosas demasiado imposibles. Cosas que en su mundo no pasarían porque personas como Choi Minho eran extrañas y su estatus social no le permitía convivir con la demás gente.

Pero él nunca fue así. Nunca le importó la ropa de marca ni de donde era su familia, lo que probablemente le hizo enamorarse más de él. Caer en esa red o especie de burbuja de la que no quiso salir nunca más porque se sentía demasiado feliz.

Taemin se enamoró de la imagen. De lo distinto que parecía al resto cuando entraba a la cafetería susurrando por un expreso doble, mientras atraía muchas miradas de chicas porque era demasiado masculino como para no verlo.

Demasiado exquisito.

Pero él los ignoraba. A todos y cada uno. Ignoraba cuando hablaban de él a sus espaldas y cuando le gritaban cosas alusivas a su dinero o a su belleza, ignoraba tanto que a Taemin más ganas de conocerlo le daban.

Pero cuando dejó de hacerlo con él, se dio cuenta que la imagen no era nada comparado como era Minho en verdad. En como sus imperfecciones lo hacían completamente perfecto.

Y ahora estaban ahí, ambos mirándose y ambos hundidos hasta no poder más en ese sentimiento que no supieron controlar y que se les escapó de las manos. Las lágrimas de Minho dejan un surco en sus mejillas, mientras que a Taemin ya se le estaba haciendo difícil poder respirar.

-      Eres libre de hacer lo que quieras, Minnie, no soy nadie para tenerte atado a mi.

¿Y ahora se lo decía? ¿Ahora que ya no había vuelta atrás?

La palabra Minnie resuena por largos segundos en su mente, provocando un llanto de mayor intensidad y con mayor desesperación, haciéndolo pedir a gritos un abrazo que nunca llegó.

Se limpia las mejillas con las mangas de su polerón, viendo como Minho simplemente se dejaba estar, llorando en silencio y sin limpiar las lágrimas, aburrido de todo.

De su vida, de su madre, pero nunca de Taemin.

(Solo que era mejor que el castaño no supiera esa parte.)

-      Es mejor terminar- finaliza.

Lo que más temía y lo que más quería evitar. Ya no se preocupa de sus lágrimas ni de los saltitos que pega su cuerpo por los sollozos, solo le preocupa Minho que parece inerte y no hace otra cosa que asentir y sollozar en silencio.

Mierda, quería abrazarlo hasta dejar de respirar.

Pero no lo hace porque todo será peor, sino que solo camina, acercándosele y viendo más de cerca el grueso camino que dejaban las lágrimas y lo desoladora que parecía la escena si se le veía de cerca.

Minho no era una persona que lloraba, lo tenía claro. Ni por impotencia ni por tristeza, solo se expresaba con demasiadas palabras, pero ahora nada de eso ocurría y sinceramente, hubiese preferido eso que verlo en este estado.

Le pican las manos por limpiarle las mejillas, pero no lo hace porque ya no son nada.

Absolutamente nada.

-      Minho háblame por la mierda- solloza acercándose peligrosamente y subiendo su tono de voz para salir de ese maldito trance-. Di que me amas y que me quede contigo para siempre.

Ni siquiera él es capaz de terminar la oración de forma entendible porque el llanto se lo impide. Le impide respirar y pensar con claridad y asumir que esto si estaba pasando, que ya no vería a Minho todos los días porque ambos querían, sino que solo por encontrarse en algún pasillo de la facultad vagando (cosa que sinceramente evitaría). Ya no habrían besos robados ni consentidos, volverían a ser peor que antes, a evitarse e intentar hacer como si no existieran.

Y la sola idea de pensar en eso, lo devasta.

Se miran por largos segundos hasta que Taemin no soporta más y termina acortando la distancia, besándolo. Pero no fue como siempre, de hecho probablemente sentía que era el peor beso de su vida. El más llenos de sentimientos y contradicciones que él no entendía, mientras las lágrimas de ambos mojaban sus labios. Se afirma desde una de sus mejillas, estirando su cuello y Minho le responde con tanta calma que sabe que tampoco se quiere separar.

Que si fuera posible, pudiera morir ahí, pegado a él.

Pero lo tienen que hacer, por sanidad mental o porque necesitaban darle fin de una vez a esto que los estaba matando.

Pero cuando Taemin se va, llorando más fuerte que antes, Minho solo se deja caer por la puerta hasta quedar sentado y poder esconder el rostro entre sus rodillas, creyendo que realmente, no estaba seguro de cómo seguir viviendo.

**

Suelta un gruñido cuando siente los golpes en la puerta, volteándose e intentando averiguar en donde estaba, pero el maldito ruido le hace levantarse y chocar de golpe sus talones contra el piso de madera, dándose cuenta que se había quedado dormido en el sillón dios sabe cuando.

No, ni Dios sabía.

Había perdido la noción del tiempo y de su vida en general.

Pero cuando abre la puerta y ve a su abuelo mirándole con el ceño fruncido mientras sostenía un par de bolsas, la realidad le hace caer de golpe.

Mierda.

-      Qué estás haciendo acá.

No le pregunta ni le saluda de forma habitual sino que solo se queda ahí, parado en la puerta, sosteniéndose con una mano y observándolo con el peor ánimo posible.

¿Aún era de día? ¿En qué momento de ayer se aburrió de llorar y logró quedarse dormido?

Se soba la sien con dos dedos, sintiendo punzadas de una horrible jaqueca que se veía venir cuando siente un empujón de su abuelo, entrando y cerrando la puerta de golpe mientras caminaba a la cocina como si fuera su propia casa, o como si no tuviera que darle explicaciones de qué mierda hacía ahí si él vivía en una casa de reposo.

Pero él se queda de pie, ahí al lado del sillón hasta que lo ve devolverse ya sin nada en la mano.

-      Ya me iba a ir, pensé que no había nadie.

-      Estaba durmiendo, lo siento.

Un paso que se acerca y un paso que Minho retrocede, cayendo de lleno en el sillón.

-      ¿Qué pasa, Minho? No me has ido a ver hace más de dos semanas y tuve que venir yo para saber que te pasaba.

-      ¿Que qué pasa?- bufa-. No sé que pasa, sinceramente no sé que pasa. Estoy harto de escuchar esa pregunta de mierda porque no sé que mierda responder. Eso pasa.

Ni siquiera analiza o piensa lo que dice porque supo de inmediato que estuvo mal, solo esconde su cabeza entre sus manos y agradece internamente que hubiese llorado tanto el día anterior porque era imposible que aún le fuesen a quedar lágrimas.

O eso esperaba.

Los pies de su abuelo se demoran en salir de su ensimismamiento hasta que se dejan caer a su lado, pasándole un brazo por sobre la espalda.

-      Hey tranquilo.

-      Lo siento- susurra sin mirarlo-. Tú no tienes la culpa, fui un idiota.

-      Pasó algo con Taemin, ¿verdad?

¿Tan obvio se había vuelto?

Las sílabas de su nombre logran rebotar en su tímpano, ahuyentándolo y haciéndole creer que todas las lágrimas del día anterior aún no eran suficientes, que aún quedaban más del doble.

-      Terminó conmigo- susurra casi con miedo como si se fuera a romper el mil pedacitos, pero la caricia de su abuelo llega tan rápido que no se lo permite.

-      Lo sabía.

-      No sé que hacer.

No sé como volver a respirar, como volver a dormir en esa cama y como volver a tomar mi cámara si se encargó de grabarse en todos lados.

De marcar todo lo mío como su territorio.

Minho mete los dedos en su cabello, recordando que hoy era día de semana y que debía estar en clases, que era lo que menos le importaba.

-      Déjalo, así tendrá tiempo para pensar las cosas.

-      Pero no quiero que vuelva conmigo.

Claramente ni los miles de años de sabiduría fueron suficientes como para que su abuelo pudiera entender, solo le mira con el ceño fruncido y ordenándole el cabello que se lo había dejado hecho un caos.

Si hubiese estado en un estado “más normal” probablemente no le estaría tratando con la misma paciencia, sino que solo con golpes en el cuerpo para que dejara de ser tan vago y parara esa estúpida obsesión que tenía de rebelarse contra si mismo.

Negándose.

-      ¿Te dio algún motivo para terminar contigo?

-      Yo le di miles, nunca fue su culpa.

El abuelo rueda los ojos, aburriéndose de su actitud.

-      Anda, cuéntame.

No sabe como partir.

Intenta recordar en qué punto había visto por última vez a su abuelo, pero con lo que había pasado el día anterior las cosas se habían vuelto demasiado difusas en su cabeza, y con la jaqueca que le punzaba la frente más le costaba buscar un sentido a las escenas.

Pero piensa porque lo necesita. Porque si no estaba Jonghyun nunca podría sacarse esa angustia de estar guardando algo tan importante que le costaba respirar y el dolor del pecho se le hacía insoportable. Y todo desde que fue a ver a su madre. Desde que el sueño se empezó a ir y sus ilusiones a romper. Una a una.

Desde ese día la imagen de Taemin se hizo difusa, como si fuera un espejismo que le dijera que no debía acostumbrarse a él. A su amor y a su dependencia.

Y le cuesta empezar. Encontrar las palabras precisas que no le hieran más de lo que está, subiendo sus piernas desnudas al sillón y abrazándolas como si ese simple acto le diera toda la valentía que necesitaba.

(Pero le sirvió. Y mucho.)

-      Cuando te fuiste por navidad… le pegaron- prefiere evitar su nombre porque así la historia parece más lejana-. Lo dejaron en un estado tan…denigrante, que él no fue capaz de mirarse a si mismo por muchos días. Le deformaron un ojo y… casi le quiebran una costilla.

-      ¡¿Denunciaron?!- pregunta alterado y con los ojos demasiado abiertos pudiendo encontrar una similitud consigo mismo en ese simple gesto-. Minho, lo más importante en este caso es denunciar. Me imagino que lo hicieron.

-      No quiso.

Y tampoco insistió.

El silencio se apodera de su departamento, pudiendo oír bocinazos pisos más abajo y personas conversando de un tema sin relevancia.

Ni siquiera su abuelo era capaz de hablar. Sabía que de alguna u otra forma, el tema también le había afectado a él.

-      Mal, Minho. Muy mal- susurra-. Ese delincuente debería estar en la cárcel.

-      ¿Y si ese delincuente es tu hija?

Si le hubiese dicho eso a otra persona, explicándole que se refería a su madre, probablemente le hubiesen dicho que no tenía respeto por sus mayores y menos por su progenitora, pero cuando su abuelo lo mira sabe que lo entiende y que sabe de lo que es capaz por el dinero o tan solo por su reputación.

Su tan amada reputación.

-      ¿Qué te hace pensar eso?

-      Fui a verla después de navidad y me dijo “Espero que Taemin esté bien” siendo que yo ni siquiera le había dicho lo que había pasado. Se enteró sola.

Sabía que era una suposición idiota, pero que su abuelo también podría valorar como “amenaza”.

-      No puedo creer que haya criado a ese monstruo.

No soporta más y se levanta incómodo de la situación y recogiendo una cajetilla de cigarrillos del piso. Agradecía que hubiese uno.

Lo enciende ganándose una mirada de odio del mayor, pero notando que se comía sus palabras, aceptándolo solo por la situación en lo que se encontraba.

Y mierda, que le hacía sentir algo mejor el tabaco, casi como si fuera útil.

-      ¿Cómo mierda pretendes que actuara normal con él, asumiendo eso?

-      Hijo, debiste contarle- le reprocha mirándolo-. Él podría comprenderlo.

-      No se merece estar con alguien que no está bien consigo mismo- da una calada al cigarrillo y parece inhalarla como si se pudiera perder en el humo-. Yo no estoy bien abuelo, estoy pésimo.

Peor de lo que estaba ayer, pero menos de lo que estará mañana.

-      Mírate ahora, estás peor sin él.

Ni siquiera el tabaco fue capaz de contrarrestar eso.

Apaga el cigarrillo en una maceta y se balancea apoyando su frente sobre el ventanal del balcón. Mirara donde mirara recordaba una escena con Taemin, en la que reían, se besaban y terminaban hablando de un tema tan estúpido que el castaño podía reírse de lo mismo por horas.

¿Pero ahora que tenía?

Nada.

Solo fragmentos de memoria que prefería mejor no revivir.

-      Me siento muy solo, abuelo.

Los mismos pasos de antes que se levantan cansados hasta llegar a su cuerpo y pasarle una mano por sus hombros desnudos, repitiendo la misma caricia.

Era obvio lo mal que se encontraba su nieto. De hecho estaba seguro de nunca en su vida haberlo visto en ese estado, haciéndole sentir tan inútil.

Tan poco experto en amores juveniles.

-      Puedes contar conmigo.

-      Es injusto para él que esté con una persona como yo- susurra contra el vidrio e hipnotizándose en el vaho que generaba su respiración-. Yo soy todo lo contrario a él. tiene una familia perfecta, un hermano, un mejor amigo, es talentoso en lo que hace y yo, yo no tengo nada que ofrecerle. Es frustrante abuelo, saber que si está conmigo no ganará nada, solo perderá.

-      Te lo aseguro Minho, a él no le importa nada de eso.

Un suspiro ahogado y se voltea apoyando su cabeza en su hombro, buscando esas palmaditas en su nuca que le hacían sentir mejor.

Y que no se demoraron en llegar.

-      Él es demasiado bueno para este mundo.

-      Y tú demasiado tonto. Vuelve con él, inténtalo.

Palabras que le dejan sin reacción, volviendo al sillón mientras su abuelo le advertía que prepararía algo de comida porque parecía que hace días no probaba ni una ración de pan, al igual que Mermelada que ya se había aburrido de comer.

O al menos eso creía, porque cuando su abuelo se fue, Minho la buscó por todos los rincones del departamento, llegando a un punto en que el miedo se apoderó de él, pensando que se había escapado, pero cuando la encuentra dentro de un clóset, en un rincón, se da cuenta que no todo era tan triste en su vida. Mermelada tenía un charco de sangre debajo de ella y no paraba de maullar hasta que Minho corrió en busca de una caja, entregándosela y viendo como se acostaba en ella y comenzaba a llorar más fuerte.

Mierda, no tenía idea de qué hacer o como ser útil para que su gata dejara de sufrir, así que solo atinó a decirle palabras suaves y acariciar su cabeza hasta que vio un primer gato salir de ella.

Y creyó que no podía haber algo más increíble que esto.

Mermelada se levanta a cuestas y se le acerca a su pequeño hijo, lamiéndolo y preocupándose de que estuviera bien. Cuando los maullidos de la gata se pudieron escuchar nuevamente, Minho solo miraba al pequeño gatito y seguía acariciando la cabeza de su gata, intentando tranquilizarla.

Y fueron casi seis horas, si es que no más.

Cuando la luz del sol llegó a su habitación y Mermelada ya estaba acostada amamantando a sus seis gatitos, Minho pudo respirar en paz.

Seis gatitos.

Seis.

Y la mayoría de color blanco como lo era el gato de su vecino.

Puto violador.

Las ganas de ir a clases disminuyeron con el nacimiento de los gatos, acostándose de golpe en su cama a plena luz del día y sintiendo como el perfume de Taemin inundaba sus fosas nasales.

Mierda, lo extrañaba tanto. Pero tanto.

Que no estaba seguro de poder seguir aguantando.

**

-      ¿Taemin? ¿puedes quedarte un momento, por favor?

La voz de su profesor retumba en las paredes justo cuando sus compañeros le miran sospechoso y comienzan a salir de la sala.

No recordaba haber hecho nada mal aparte de haber faltado los últimos tres días, por razones bastantes obvias, obligándose a levantarse y a buscar alguna forma de que la palabra Minho saliera de su cerebro.

Solo que apenas llegó a la facultad, lo primero con lo que se encontró fue con la bicicleta amarrada afuera.

Y no quería verlo.

De hecho luchó consigo mismo bastantes minutos sin saber si entrar o no hasta que Key le jaló de un brazo, diciéndole que ambos estaban en la misma condición y que tenían que ser fuertes, no demostrar su dependencia a esa persona.

Solo que ni siquiera el rubio se convencía mucho de sus palabras.

Se seca el cuello con una toalla, mientras ata su cabello en una pequeña coleta por lo largo que estaba hasta llegar frente al docente y quedarse de pie frente a él.

No parecía enojado, pero si con un aire extraño en su rostro.

-      ¿Pasa algo, Taemin? ¿estás bien? Te noté distraído toda la clase.

Creyó por un segundo que no se notaría, pero cuando se fijó que había comenzado a bailar una coreografía completamente distinta, esto no pasaría desapercibido.

-      Lo siento mucho profesor, no se volverá a repetir.

-      Sé que nos conocemos hace poco, pero quiero que sepas que como profesor nuevo me interesan mis alumnos y si necesitas conversar con alguien, puedes hacerlo conmigo.

-      Lo tomaré en cuenta, gracias.

Quiere irse porque se siente incómodo, pero una nueva interrupción le hace voltearse y seguir sosteniendo la toalla pegada a su cuello.

Aún su profesor parecía dispuesto a hablar.

-      ¿Seguro que estás bien? Puedes confiar en mi.

Suelta un suspiro y deja caer su brazo, cansado.

Era tarde y sentía como su cuerpo pedía un poco de auxilio por la sobre exigencia que provocaba cada problema que tenía en su vida.

Minho había sido autor de la mayoría de ellos.

-      Profesor, yo sé que debemos dejar los problemas en casa, pero me cuesta hacerlo.

-      ¿Te ocurrió algo grave? No es normal que el bailarín estrella se nos desconcentre tanto.

En otra ocasión probablemente ese simple halago le hubiese incomodado o hubiese sido un tema de conversación con Minho, viendo como este se enojaba y dejaba escapar unas cuantas groserías negándose a admitir que era celoso, pero ahora solo le resbala, como si no le hubiese dicho algo importante o algo nuevo.

No le interesaba lo que pensaba la gente. Ni tampoco estaba muy interesado en si mismo, sinceramente. Ya no tenía ganas de arreglarse en exceso o usar esos pantalones que le acentuaran más el trasero, sino que solo estaba ahí, de pie, procurando respirar de forma normal e intentando dejar de comparar cada situación de su vida con Minho.

Pero no podía. Se le hacía difícil.

-      Terminé con mi novio- susurra.

-      Oh,  ¿el fotógrafo?- su tono de voz no es tranquilo como el suyo, sino que completamente contrario-. Lo siento.

Le cuesta asentir, pero lo hace.

Mierda, ya se le comenzaban a aguar los ojos.

Respira, Taemin, respira.

Pero él continuaba. Como si no se diera cuenta que le dolía o que le incomodaba.

-      Creo que llevaban harto tiempo juntos, ¿no? Es algo triste, lo sé, pero piensa que hiciste bien y puedes encontrar a alguien mejor.

¿A alguien mejor que Minho? ¿era en serio?

Las lágrimas desaparecen de forma automática, levantando el rostro casi de manera desafiante. Sabía que él estaba débil anímicamente y que probablemente no daba una buena imagen, pero habían consejos y consejos y, sinceramente, justo ese era el que no quería.

-      Lo siento profesor, pero yo pienso que él es el mejor.

Claramente no fue algo que el mayor se esperaba porque no le miró ni de la mejor forma ni de una manera comprensiva, sino que como pensando: pendejo estúpido y enamorado de un imbécil.

Y qué.

Era su imbécil.

Y aunque quizás hubiese dejado de serlo, inevitablemente, aún lo sentía parte de él.

-      Entonces no entiendo porqué terminaste tú con él.

-      Porque soy un tonto.

Su respuesta rápida le deja atónito, provocando que se acercara y le tocara con cuidado sobre su hombro, generando cierta mirada de rechazo como respuesta.

-      No lo eres. Él debe serlo por dejarte ir.

-      No debería estar contándole estás cosas- se deshace de su agarre, retrocediendo-. Usted también debe tener problemas, ¿no?

-      Sí, pero también es importante para mi, la salud de mis estudiantes. Los profesores no somos tan inhumanos como parecemos, también tuvimos su edad.

Retrocede lo suficiente para recoger su bolso desde el piso y acercarse para hacer una leve reverencia.

-      Estaré bien, no se volverá a repetir lo de hoy.

-      No sería un problema para mi que hables conmigo. Me gustaría ganar tu confianza.

-      Trataré de ser más abierto con usted.

No se despide de nuevo, saliendo a paso lento de la sala y escuchando como el profesor comenzaba a guardar las cosas adentro.

La situación le había incomodado no solo por la cercanía del profesor, quizás pasando sus límites de respeto, sino que por el tema que creyó que no volvería a ser tocado por un par de días.

El frío parece irse al fin de Seúl, sin tener que salir extremadamente abrigado, notando como ya había oscurecido y también como la bicicleta que siempre solía estar, ya se había ido.

Ya nadie le esperaba ni se quejaba por su demora. Nadie aceptaba su perdón mediante besos ni palabras sin sentido, sino que solo estaba ahí, de pie, solo y afrontando esa dura realidad que no podía asumir.

Minho no fue hecho para estar con él y él, simplemente ya tenía que abrir los ojos de una vez.

 


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