Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Imán por Carito_d

[Reviews - 1298]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

ES EL CAPÍTULO MÁS LARGO DE LA HISTORIA y no sé porqué. Les juro que escribí todos los días y no entendía porque no terminaba y bueno, siempre son como 18 hojas promedio un capítulo (hojas de word) y hoy, SON 39 HOJAS. 

No sé que pasó, pero lean porfi :( que no les gane la flojera (?) el 2min se lo merece.

 

Y ESO CHAI :3 <3

 

Sígannos en la página de fb: https://www.facebook.com/NapoleonYMermelada

Y me hice un tuiter

Taemin recuerda que le costó levantarse, pero lo hizo. Que le costó desenredarse del cuerpo de Minho y dejar de sonreír porque era una escena que extrañaba demasiado para que fuera cierta. Su olor, su obsesión por hacerle notar que era él y su poca resistencia a cambiar esa opinión. Coloca los pies con cuidado sobre el suelo frío, soltando un escalofrío y viendo como un montón de gatitos se acercaban llorando para que les diera comida.

Si no paraban lo despertarían y no le convenía, pero si se demoraba mucho, también Minho despertaría, y no estaba preparado para vivir el encuentro incómodo de verse al otro día en la mañana. Solo atina a caminar rápido y a ir al refrigerador, sacando bastantes pocillos que habían cerca y repartiendo leche de forma equitativa. Una imagen que inevitablemente le enternece y le hace esperar viendo a su alrededor en silencio y fijándose en pequeños detalles que el día de ayer no había visto. Ya no habían fotos dispersas por todos lados y caos por donde mirara, era como si Minho apenas viviera ahí, lo que le preocupa.

Mermelada se pasea entre sus piernas, recordándole y agradeciéndole, mientras Taemin camina con cuidado entre un montón de gatitos que le seguían. Y se viste en silencio, viendo como Minho se volteaba de forma inconsciente, quejándose como siempre lo hacía y empujando una sábana que parecía molestarle.

La misma situación de siempre que le hace sonreír y tomar uno a uno los gatos, para acostarlos a su lado y volver a taparlo porque no tenía ganas de verlo enfermo. Los felinos se acurrucan en su espalda, buscando calor, mientras Minho hacía un puchero sin parar de dormir.

Le dan ganas de besarlo por última vez, pero solo se queda unos segundos mirándolo hasta acercarse a Capuccino y meterlo dentro de su polerón para darle calor.

Probablemente debería ir a la facultad, pero después de lo que acababa de pasar, dudaba mucho que hiciera exactamente eso. Y cuando entra a su casa, lo hace con tal cuidado que parece traspasarle su temor al gato que solo le miraba sin hacer ni el más mínimo ruido.

Al parecer Key aún dormía porque cuando entró a su habitación y se puso el pijama imitando haber estado siempre ahí, en ningún momento el rubio dio señas de existencia. Menos de gritos de alerta porque no le veía hace más de diez horas lo que significaba peligro inminente en su vida. Pero cuando se le ocurre dejarlo encerrado en su habitación e ir rápido a la cocina en busca de algo de alimento, debió haberse arrepentido porque dejar el gato solo y con Key era una pésima idea.

Sabía de su odio por los pelos, por el ruido, por la arena de gato, por los sillones rotos, por todo lo que le sacara de su burbuja de perfección y que venía constantemente de animales. Así que cuando vio la puerta abierta de donde recién había dejado al pequeño felino, escondió rápido un pocillo de leche tras su espalda para no ser descubierto.

-       Tae, ¿lo conoces? –Key le mira apenas le ve entrar con un rostro que indicaba cero culpa. El rubio aún estaba en pijama, probablemente porque recién había despertado-. Se metió este gato roñoso a la casa.

De roñoso no tenía nada. De hecho se sorprendió cuando los vio porque todos estaban demasiado limpios y gorditos siendo claro lo preocupado que había estado Minho por ellos. Había sido un buen sustituto de padre.

-       No lo conozco, pero que lindo es –sonríe, intentando apaciguar el tema.

Pero Key no parecía dar ni señas de rendirse porque su rostro solo indicaba asco y más asco.

-       ¿Lindo? –gruñe-. Es pequeño y llorón por eso lo descubrí. No debe tener ni un mes, así que déjalo porque debe estar lleno de pulgas.

-       Se ve que está limpio y bien cuidado hyung, no seas malo.

El pequeño gatito había corrido hacia él, cayéndose de golpe de la cama junto a un cojín y maullando porque seguramente extrañaba a Mermelada.

Y lo entendía perfectamente, especialmente si era recibido de esta forma y no había un Minho que se encargara de darle cariño cada un segundo.

(Como tanto él también necesitaba).

-       Taeminnie, los gatos botan pelos y los pelos se pegan en la ropa.

-       Deberíamos quedarnos con él, nos hace falta una mascota, ¿no crees? –insiste.

-       ¿No? –ironiza-. Estoy bien como estamos.

-       Dale una oportunidad.

Ve como Taemin se agacha dejando un pocillo encima de una mesa, tomando el pequeño gato entre sus manos y acercándolo hasta su rostro, intentando poner la máxima cara de ternura posible, lo que lamentablemente le resultó.

Tenía asumido que esta batalla la perdería, pero no podía ser así como así.

Especialmente si el gato provenía de donde él creía.

-       Más encima le traes leche.

-       Pero míralo bien, es demasiado lindo para echarlo a la calle.

No podía hacerlo si lo tenía así de cerca de su cara, poniéndolo nervioso y pensando en quizás cuantas enfermedades y bacterias podía transferirle con esos bigotes que rozaban las mejillas de Taemin.

Era algo catastrófico.

(Pero era lindo y mucho, pero no quería decirlo).

-       Prometo cuidarlo y hacerme cargo de él –insiste ante su silencio.

Sabe que de una u otra forma, la imagen de él comprándole comida y leche cada vez que va al supermercado, es algo más normal que pensar en Taemin haciendo eso como también cambiando la arena de sus necesidades.

Agradecía que Taemin no usara arena para ir al baño, porque probablemente él también tendría que cambiársela.

-       Tú no lo trajiste, ¿cierto?

-       No –le responde rápido, acercando el gato a su cuerpo y sin mirarlo-. Como crees.

-       ¿Dónde estabas anoche?

-       ¿Por qué? ¿para que necesitas saberlo?

Rueda los ojos al solo escuchar eso.

Recuerda que la última vez que Taemin no llegó a dormir fue a causa de Minho y quiere pensar y convencerse de que ahora la razón fue otra. Una con más peso y que no le hiciera sufrir como si le estuvieran quemando toda su ropa frente a su cara.

Minho no era una buena influencia ni una mala influencia, simplemente no debía ser nada para Taemin.

Un nada a secas e inexistente.

-       Choi no tiene nada que ver en esto, ¿cierto?

Lo dice solo para ver como reacciona ante su nombre y como sus sospechas dejan de serlo para convertirse en algo cierto.

Taemin solo mira al gato y le deja al lado de su pocillo, dejándole alimentarse mientras le miraba despreocupado como si ya no se hubiese delatado lo suficiente.

-       ¿Choi? ¿qué Choi?

-       ¡Lo sabía! Él te dio ese gato.

-       Y de dónde lo iba a sacar él, no seas paranoico.

Le dan ganas de burlarse de la imagen que se está dejando Taemin a si mismo, pero no le hace porque le parece más divertido seguir viendo como sigue convencido de lo seguro de si mismo que está.

Y una mierda.

-       Taemin voy a tu misma facultad. Recorro los mismos pasillos, los mismos lugares y leo los mismos carteles que tú –le explica con mucha calma-. No puedo creer que hayas permitido que te de un gato.

Y ese fue el fin del espectáculo.

Taemin le mira con un puchero y una mirada mucho más decepcionada, rendido.

-       Pensé que te gustaría.

-       Dime por favor que no te metiste con Choi.

Silencio, eterno silencio y una mirada con una sonrisa algo avergonzada es todo lo que consigue.

Ya las cosas no parecían tan divertidas sino que iban de mal en peor, porque sabía que Taemin no debe haber puesto mayor oposición en lo que Minho le dijera, porque mierda él podía entenderlo.

Se ponía inevitablemente en su lugar y si fuera él, sabía lo que significaba el término “la carne es débil”.

-       Te acostaste con él –se deja caer en la cama y le mira entre abochornado y enfurecido tapándose la boca-. Y por un gato.

-       ¿Y qué tiene? Nos habíamos acostado muchas veces antes, ¿que hace que esta vez sea diferente?

Que lo fue.

Que significó mucho más que las otras porque se pudo dar cuenta cuanto lo necesitaba.

Taemin le mira distraído, quitándole un peso que sabe perfectamente que es una mentira. Había sido diferente y mucho.

-       ¿Te das cuenta que me preguntaste de que cuál Choi hablaba y ahora terminas admitiendo y alardeando de tu excelente vida sexual con él? –su tono de voz ya no es nulo, es casi enojado-. Taemin, terminaron su relación, no tienes porqué seguir cayendo en su juego.

Juego.

Él nunca sintió que estuviera en algún tipo de juego.

-       Lo necesitaba –susurra.

-       ¿El tener sexo?

-       ¡Necesitaba estar con él!

Toma un cojín amenazándolo con tirárselo, pero se contiene cuando le ve mirar a Capuccino sin la mirada de asco que tenía hace poco.

Sabía que terminaría queriéndolo, de una u otra forma lo haría porque así era él.

-       Si no supiera que ese desgraciado te ama, te juro que iría a romperle la cara y a dejarle el gato encima.

Prefiere hablar rápido antes de que su sonrisa de adolescente enamorada se le escape.

-       No me hagas devolvérselo –ruega-. Por favor.

-       No porque eso incluiría sexo de devolución, conozco su manera de actuar y razonar.

Una manera que él no rechazaba y que solo le hace sonreír coqueto.

-       No entiendo porqué te enojas tanto, ¿tú nunca tuviste sexo con Jonghyun hyung? –le mira atónito-. NO ME DIGAS QUE ERES VIRGEN.

Pero Key no se indigna ni le mira con odio por su grito más que exagerado, solo se levanta lento, ordenándose unos mechones de cabello que estaban fuera de lugar y le mira serio, muy serio.

-       No conozco a nadie que se llame así.

Y otra vez con lo mismo.

-       ¿No lo extrañas? ¿de verdad no lo extrañas hyung?

-       No –miente-. Y no necesito ningún gato para sentirme mejor.

Key camina hasta la puerta para irse antes de que la conversación hubiese ido demasiado lejos, pero Taemin logra sorprenderle aún más que antes, viéndose más baboso que antes por quien ahora se trataba de su ex novio.

-       El gato se llama Capuccino –le corrige ofendido-. Y no pienso cambiárselo, no me importa que no te guste.

-       No puedo creer que le dejes hasta el nombre que le dio Minho.

-       No es por Minho –miente ya no tan convencido.

-       ¿Entonces?

-       Me gusta el nombre.

-       ¿Y Minho?

Key solo se sostiene por largos segundos en la puerta hasta que se aburre y se va sonriendo y dejando a Taemin más que atrapado entre sus pensamientos. Sabe que no está claro de lo que siente y que se está dejando llevar demasiado por las emociones sin pensar ni un poco las cosas, pero creía que en el punto en que se encontraba ahora, no era una persona digna ni de dar consejos ni de regañar demasiado.

Solo atina a caminar hacia la cocina y a preparar el desayuno, pero cuando el pequeño gato corre torpe entremedio de sus piernas, le es imposible no enternecerse e incluso agacharse a acariciarlo cuando nadie le está mirando.

Su perfección al ser tan blanco y solo tener una mancha naranja en su cola, le hacía más bonito y distinto entre todos, haciendo que Kibum le hablara como un idiota y tuviera que susurrar para no quedar en vergüenza por si Taemin aparecía.

Un gato no podía ser tan malo después de todo, lástima que cuando ve un animal solo consigue pensar una y otra vez en Roo.

**

Key apoya la mejilla en la barra en busca de algo frío mientras su cabeza comenzaba a bombear, advirtiéndole de un fuerte dolor de cabeza que se veía venir.

(Y que se merecía porque nadie lo tenía obligado de estar ahí).

La música estaba sonando demasiado fuerte y él se estaba volviendo demasiado ajeno con cada segundo que pasaba y con cada persona que entraba dentro de su radio de visión. Especialmente ese viejo gordo que no paraba de mirarlo de forma asquerosa desde que notó su presencia.

El hecho de ser rubio, bonito, delicado y de encontrarse solo en un bar en un día de semana, no eran índices que podían sacar buenas deducciones. Menos unas de un futuro muy esperanzador. Probablemente estaba ahí porque era prostituto o porque tenía penas amorosas que no podía superar solo ni de una forma madura.

(Le hubiese gustado que la causa hubiera sido la primera opción porque la segunda ya la encontraba patética).

Siente la voz del joven que le había atendido hace un rato hablando con alguien que le preguntaba de “forma disimulada” que le ocurría o si estaba bien, pero el otro solo atina a decir el común ya sabes, es otro de “esos”.

Genial, todos ahí sabían y daban por hecho de su homosexualidad.

Golpea con cuidado el bolsillo de su ajustado pantalón, sacando con mucha dificultad el teléfono y marcando ese número que para él significaba como llamar a emergencias: Onew.

(Lo mejor es que apenas son dos tonos y ya le había contestado.)

-       Hola Jinki.

-       ¿Quién habla?

Onew frunce el ceño cuando siente una música al otro lado de la línea, creyendo pensar que estaba sacando malas suposiciones y que no era lo que creía.

-       Yo, Key, Kibum.

Pero sí lo era.

Otra vez.

Se sienta rápido en su cama y se desordena el flequillo, frustrado. Hoy tenía ganas de acostarse temprano y dormir, pero debido a los hechos recientes, sabía que sus planes ya no serían tan relajados como pretendía.

-       Ah Kibum –suspira-. ¿Cómo estás?

-       Mal –su bufido le preocupa, pero ni siquiera alcanza a preguntarle cuando Key ya lo atacaba con muchas palabras-. Estoy sentado en un bar, solo, y un viejo gordo me mira, ojalá me esté escuchando. ¿Por qué no vienes? Estoy en el centro.

Porque no debería y porque es injusto que le haga sufrir de esta manera.

Pero Onew nunca sabe decir que no, solo sostiene el teléfono con el hombro y se coloca rápido los pantalones porque sabe que Key lo necesita. Como lo ha hecho de hace más de una semana casi todos los días.

-       Pero no tomaré Kibum, no puedo.

-       Ven Jinki –insiste-. El gordo me asusta.

Toma una chaqueta y se la coloca mientras busca un gorro que le intente combinar aunque sea un poco y no sea solo el chico desesperado que llegó apenas le llamó.

Inevitablemente escoge el rojo, ese que le regaló Key.

-       ¿Estás bebido?

-       No –la voz de Kibum es demasiado débil comparada al lugar en donde estaba. Se lo podía imaginar triste, pero llamando aún así la atención porque él podía hacerlo hasta en silencio. Era su don-. Ojalá lo estuviera, pero me di cuenta que borracho y todo, sigo recordando a Kim maldito desgraciado Jonghyun.

Como siempre.

Le dan ganas de negarse y de decirle que él no era Jonghyun para consolarlo y para hacerlo sentir bien, que solo era Onew, o Jinki a secas, pero no pasa nada de eso porque ya estaba en la calle y caminaba hacia un paradero mientras Key susurraba un par de indicaciones vagas que de una u otra forma le hicieron llegar al lugar.

Uno más extraño de los que antes había tenido que rescatarle, temiendo de entrar, pero viéndolo de inmediato apenas dio un paso en su interior.

La cabellera rubia de Key estaba esparcida en la mesa, mientras miraba a un lugar que él no entendía, pero que le hace acercarse hasta quedar frente a él.

(Y Key se alegra cuando lo ve, pero no lo suficiente.)

(Él lo sabe.)

-       Había tráfico –se excusa-. Me demoré un poco.

-       Hola Jinki.

Una sonrisa que no alcanza a llegar a sus ojos y que le hace levantar la cabeza de la mesa y mirarle con ojos casi somnolientos. Probablemente el joven del bar pensaba que Onew era su eterno enamorado por el que tanto esperó y por el que pidió esa botella de whisky que no fue capaz de beber, pero esto no era así ni tampoco lo sería en un futuro cercano.

Onew no se sienta, solo le mira de pie, sin sonreír ni sin hablar demasiado, solo estando ahí porque esa era su función en la vida, solo estar.

-       ¿Quieres quedarte aquí o prefieres caminar?

-       Caminemos.

Kibum se toma su tiempo cuando se levanta y Onew paga por un trago que no bebió y que quedó en el mismo estado en el que fue servido. Al menos agradecía que no tenía que cargar con el rubio borracho porque eso sería mucho peor y menos llevable de lo que estaba siendo ahora.

Incluso le asustaba un poco porque ya no habían reacciones de rechazo ni un Kibum demasiado rudo y distinto al usual, solo estaba siendo el Kibum de siempre, el que estaba demasiado enamorado y no sabía como llevarlo.

El deprimido y el que ahora, parecía no estar avergonzado de estarlo.

-       ¿No te ha llamado?

Caminan por una calle con bastante gente y Key niega en silencio. Parecía tener frío y estar distante por la situación, como si se hubiese aburrido de hacerle creer a la gente que tenía todo controlado.

-       No quiero que lo haga –susurra dolido-. No reaccionaré de una manera digna.

-       Debe estar asustado, ¿no crees?

No le responde. Solo esconde las manos en su bolsillo y encoge los hombros sin mirarlo. Pareciera como si hace días no comiera porque los huesos de su rostro parecen más prominentes que antes.

(Y le preocupa, pero no se cree capaz de poder decírselo).

-       Estoy seguro que ha hablado con Minho.

Él también lo creía y pensó en hablar con él, pero supo que no era correcto. Creyó que Minho pensaría que no lo hacía con buena intención y que le miraría extraño, hasta de forma cortante.

De todas formas él era el mejor amigo de Jonghyun, estaba en su derecho de tratarlo como quisiera.

-       Deberías preguntarle.

-       No quiero que me diga que sí.

Onew se queda en silencio y un poco atrás cuando deja pasar una mujer anciana delante de él. Hace un par de días una academia lo había aceptado y había entrado en una especie de vida en la que apenas le permitían salir y tener amigos. Ya no podía contar con sus fines de semana libres y menos con sus noches que solo le servirían para descansar, excepto esta, que creyó que tendría que ser la oportunidad perfecta para que Key se enterara y tuviera que verse algo afectado por esto.

A veces Jinki se aburría de solo escuchar, a veces él también quería hablar.

-       Ya no podré venir a rescatarte cada vez que tú quieras, Kibum.

Y al fin le mira. Cuando él entra en escena, Key es capaz de mirarle y sorprendido porque no entiende que pasa para que esto sea así.

Para que le roben a su psicólogo personal de golpe.

-       ¿Por qué?

-       Hace unas semanas fui a una audición –le explica tímido-. Estaré en entrenamiento durante unos meses y no tendré mucho tiempo, ¿sabes?

Lo peor es que la respuesta no es inmediata. No hay saltitos de emoción como creyó que sería ni una sonrisa de oreja a oreja porque Key decía que era imposible, que no lo podía creer, que él era el mejor, que se lo merecía y muchas frases más.

No hubo nada de eso, solo silencio.

Un eterno y profundo silencio.

-       Estoy orgulloso de ti, Jinki.

(Pero no le hizo sentir mejor.)

Siguen caminando en silencio y la calle parece demasiado larga y él no entiende hacia donde llegarán, solo avanza porque se siente estúpido y porque le duele pensar que si a Jonghyun le hubiese pasado lo de la audición, hasta él habría terminado contento por culpa de Key.

Quería solo un poco de esa felicidad. Era injusto que Jonghyun se la hubiese llevado toda con él.

-       No te sientas culpable por no poder estar conmigo más adelante –le interrumpe Key, acercándose para que le oyera mejor-. Lo entenderé.

Algo es algo.

Asiente tímido, pero sonriendo casi entristecido.

-       Sé que Taemin podrá estar en mi lugar.

-       No he querido decirle que extraño a Jonghyun, me hago el fuerte delante de él.

-       Pero ya no lo odias tanto como la última vez que te vi.

-       Porque soy un idiota –bufa.

-       Él es el idiota.

Key a veces despierta y le dan ganas de ir donde su amigo y decirle la verdad. Decirle que le envidiaba su valentía por no rendirse con Minho y que quería ser como él, que era más pequeño, pero con una emoción digna de envidiar. Como si no le diera vergüenza ser un idiota enamorado.

Taemin era tenaz y decidido, y él no. Solo era un idiota demasiado egoísta consigo mismo y cobarde, tanto que no era capaz de hacer nada más que sufrir y seguir ahogado en eso.

Caminan hasta una plaza y se sientan en una banca que está demasiado helada y que hace que Key suelte un escalofrío. Pero Onew no lo toca como antes, solo lo mira, distante, aburrido de la situación probablemente.

De ser el que siempre está ahí.

Era entendible.

-       ¿Has intentado hablar con tu familia? Ellos deben saber donde está.

Ninguna, porque su cobardía apenas le dejaba ver a su madre.

-       El papá de Jonghyun me evita, por algo será.

-       Vamos Kibum, no creo que solo él lo sepa ¿o sí?

No.

Pero está seguro que es estúpido intentar conseguir algo con su madre porque no le dirá nada ni le ayudará si lo ve en ese estado deplorable.

En ese estado que lo demás no ven, pero que ella vería con demasiada claridad porque Kibum era solo un libro abierto que nadie estaba seguro de cómo ver.

Excepto ella y Jonghyun, nadie más.

-       No te amargues por mi Jinki, hay que celebrar tu próximo futuro de cantante.

-       No exageres, puedo morir en el intento.

Y una vez más ese silencio. A Key le dan ganas de darle más ánimos y decirle que era el mejor, pero no puede. No puede.

Es como si Jonghyun estuviera ahí en el medio y le mirara con cara de perrito herido y le dijera te odio Key, te odio porque me haces morir de celos y porque a mi no me dices que soy el mejor, solo a él. Es como si Jonghyun le mirara y él también y Onew estuviera demasiado lejos para tocarlo, para pedirle perdón porque siempre estaría Jonghyun. Porque aunque él no quisiera, él siempre estaba ahí.

(A veces Key piensa que cuando llega a su departamento Jonghyun está ahí y le espera con una sonrisa y le pregunta como le fue y que si almorzó. Después le besa y le invita a comprarse ropa porque le dice que le gusta su sonrisa cuando ve una camiseta nueva, que le gusta cuando sus mejillas huesudas suben a causa de eso.

Pero Jonghyun no está. Nunca está.)

-       Key escúchame.

Voltea la cabeza con lentitud como si tuviera miedo de quebrarse en cualquier minuto y como si no fuera capaz de seguir soportando esto por ni un segundo más.

Jonghyun no está aquí, Key, nunca está.

Los dedos de Onew se entierran en sus hombros, volteándolo de golpe y acercándolo hacia él, pero no tiene miedo. No le importa si le besa ahora o hace algo que no debería porque quizás es eso lo que necesita, que alguien le haga volver a la tierra y hacerle que se diera cuenta que seguía vivo, que por mucho que Jonghyun no estuviera y se sintiera sin alma, él seguía ahí, respirando, existiendo.

Pero el castaño no lo hace, solo le mira preocupado de haber actuado así para llamar su atención, preocupado de que la vista de Key cada vez parezca más perdida y ajena a él.

Key era un zombie.

Un muerto en vida.

-       Prométeme que si sabes algo de Jonghyun, tratarás de comunicarte con él. Prométemelo Key.

No puede.

Tiene miedo, mucho miedo.

Miedo de que él sea el problema. De que Jonghyun no se haya ido por culpa de su padre sino que por culpa de él, porque se aburrió de la relación, se aburrió de que fuera tan insistente y tan celoso y tan necesitado de atención.

Key solo quería ser perfecto para él, pero el miedo de no serlo, era aún mayor.

-       Pero y si… y si no me quiere, Jinki.

Como si alguien pudiera no quererte, Kibum.

-       Él te quiere, solo tiene miedo.

-       No sé si estoy dispuesto a luchar por él una vez más –susurra sin mirarlo.

-       Tienes que estarlo, tú lo amas, no puedes seguir negándotelo.

-       ¿Tú sigues luchando por mi, Onew?

Se lo dice sin pensarlo y arrepintiéndose en el acto.

Se lo dice porque es tonto y porque merece que Onew le diga algo, lo amenace o lo trate mal por desubicado, pero no lo hace, porque por muy idiota que sea, aún le quiere.

-       Ya me rendí –suspira, bajando la cabeza avergonzado.

Pero Key parece más feliz con su declaración, tocándole el hombro y sentándose de costado para mirarle mejor.

Era como si Jonghyun hubiese estado ahí y se hubiese puesto muy feliz por oír eso.

Pero Jonghyun no está Key, basta.

-       No valía la pena luchar por un idiota como yo, Jinki –intenta alivianar el tema, sonriendo-. Suelo ser muy apestoso por las mañanas, Taemin se queja bastante.

-       Eso era lo que menos me importaba –susurra-. Cuando amas a una persona, la amas con sus defectos y virtudes.

-       Pero tengo muchos defectos.

(Que lo hacían volverse perfecto).

Le mira de reojo con algo de vergüenza, fijándose en su mejilla apoyada en el respaldo de la banca y en como su ropa demasiado extravagante parecía relucir en la noche. Exceso de negro, exceso de tachas.

Exceso de glamour que él parecía no tener.

-       ¿Jonghyun te odia por ellos? –le pregunta dolido-. ¿Taemin te ha abandonado por ser insoportable?

-       Sí y sí –le responde riendo-. Al menos ahora tengo un gato.

Ríe porque se contagia y no por el hecho de que ambos le hubiesen abandonado. Aunque probablemente de Taemin era entendible porque era el que tenía que vivir más tiempo con él.

-       No me digas que Minho les regaló uno.

Cuando Key asiente se ríe más porque no puede creer que le guste tanto y que no tenga ni una pizca de esperanza. Se ríe de él, de su enamoramiento y de lo estúpido que era porque solo quería que Jonghyun volviera e hiciera a Key feliz.

Tanto como él nunca podría hacer.

-       He pensado en pedirle uno para no estar tan solo.

-       Hazlo o terminaré con diez gatos más –bufa-. Taemin cambia gatos por sexo.

Una carcajada que le sale más natural que las anteriores y que hace que Key se ría solo porque sí y no porque entendía lo divertido de los pensamientos de Onew.

Cuando el mayor reía sus ojos parecían desaparecer y terminar solo en una línea y a Key le gustaba mirar eso, que no fuera perfecto, pero sí que fuera algo muy bonito de observar.

Key.

Me importa una mierda Jonghyun, me gustan sus ojos.

Es tonto que pelee consigo mismo, pero lo hace porque siente que Jonghyun estuviera en su cabeza y le regañara desde ahí, controlándolo.

Celándolo.

-       Ten cuidado con Minho, te dará sexo a cambio de un gato –se burla.

-       ¿Por qué Taemin hizo eso? ¿no habían terminado?

Key se encoje de hombros sonriendo y dejando esa imagen amarga atrás, como si ahora el desamor al fin lo hubiera dejado en paz.

-       No los entiendo –suspira-. Ni a Taemin ni a Minho.

Pero él no responde ni le apoya, solo se estira en la banca y estira sus piernas, arrastrando un poco de tierra con sus zapatillas porque él si entendía.

Entendía mucho y de forma clara.

Si él estuviera en la posición de Taemin tampoco se rendiría con la persona que más amaba en el mundo y tampoco la dejaría de lado si tenía problemas, sería todo lo contrario, se transformaría en una persona desagradable con tal de saber que sucedía con él. Pero él no era Minho ni Taemin, no era Jonghyun ni Key, solo era Onew.

El Onew de ojos pequeños y el que siempre estaría ahí.

**

Admite que se despertó temprano para ir. Que puso la alarma, se programó, trabajó rápido y fue a clases porque no quería que nada lo interrumpiera en el momento perfecto.

(Incluso se bañó).

Se tomó el tiempo necesario para comer un par de cosas en el patio y luego entró en el momento preciso para conseguir una posición digna y en la que nadie le pudiera interrumpir.

Lo peor es que llamó de inmediato la atención porque él no debía estar ahí, pero lo estaba. Era una presentación de la facultad no solo de Taemin.

(Aunque estaba en un punto en que la facultad se podía ir a la misma mierda porque no le importaba).

Mira hacia ambos lados desesperado y aburrido de las presentaciones previas, mirando a un grupo de personas que le miraban y susurraban cosas que él no alcanzaba a oír, y que no tenía ganas. Estaba tan acostumbrado a que la gente inventara historias sobre su vida, que ya todo le daba lo mismo, menos lo que acababa de salir al escenario.

Minho se volvió loco, no hay otra forma de decirlo ni explicarlo.

Porque cuando Taemin salió en escena solo con dos chicos más, fue como si le hubiesen puesto una especie de propulsor que le impedía sentarse y controlarse. Saca su cámara, que no pasó para nada inadvertida con ese lente enorme que tenía, fotografiando cada centímetro del chico que le miraba y sonreía porque sabía que lo estaba viendo a él.

Solo a él.

Y mierda, se veía perfecto.

No sabía si era su cabello recogido en una pequeña coleta o esos labios que parecían más carnosos con ese extraño brillo labial o si era el maquillaje que le hacía ver con rasgos femeninos o simplemente era su existencia entera.

Sí, era eso.

Era Taemin de pies a cabeza.

Una extraña música comienza a sonar y las luces se apagan repentinamente excepto una que solo iluminaba a Taemin en el centro que no paraba de hacer movimientos bruscos, uno tras otro que Minho capturaba en cada fotografía. Sonríe casi de forma orgullosa cuando le ve bailar de esa forma, sintiéndose como los padres cuando iban a las funciones de sus hijos.

Pero esto era mucho mejor, era como si su cuerpo se llenara de un orgullo que no sabía explicar. Algo que nunca había sentido.

Sostiene la cámara frente a su rostro, sosteniendo el lente y ajustándolo con su mano derecha cuando siente una suave tos a su lado y murmullos de la gente que estaba tras su asiento, quejándose que ya no podían ver.

Hubiese preferido no haberse despegado de su cámara porque cuando lo hizo no fue para nada agradable encontrarse con el rostro del profesor de Taemin así de cerca.

-       Choi, no se permiten fotos.

Imposible.

Sostiene la cámara sobre sus piernas y echa un vistazo a su alrededor, encontrándose con muchos compañeros de su clase que hacían lo mismo que él y sin nadie regañándolos por lo que estaban haciendo.

-       ¿Por qué? Hay mucha más gente haciéndolo, soy estudiante de fotografía de esta facultad.

-       Está prohibido –le insiste sabiendo que mentía-. ¿Quién te dejó entrar?

Lo mataría, ahora si que lo haría.

Mira al escenario y agradece que el turno de bailar no hubiese sido el de Taemin porque ahí si que le haría la vida imposible.

-       ¿Prohibido? –le dice muy fuerte llamando la atención de la gente a su alrededor-. ¿Qué le pasa?

-       ¿Tienes invitación?

No era necesario que lo entendiera porque todos ahí a su alrededor ya sabían que el profesor de baile de Taemin lo odiaba y lo quería fuera.

Pero Minho no se rinde ni se altera aún, solo levanta rápido su mochila del piso y saca un papel doblado que había dejado Taemin antes de irse a su casa con el gato.

La invitación era legal y no podía negarle nada si la tenía ahí.

Taemin quería que estuviera y nadie se lo impediría.

Menos él.

-       Me la dio Taemin –afirma con odio.

-       No me importa –le devuelve el papel, tirándoselo encima de las piernas-. No puedes sacar fotos. Tendré que quitarte la cámara si lo sigues haciendo o tendrás que salir.

De verdad lo odiaba.

Pero desde lo más profundo de su ser y no quería entender porqué.

Minho le mira sin poder creerlo, junto a un par de chicas que estaban sentadas a su lado que no entendían la repentina furia del profesor. De ese que siempre parecía calmo, pero que ahora estaba más que claro que había perdido la paciencia.

Tenía algo en contra de Minho. La fila tras ellos y un par más de adelante podían notarlo.

-       Estoy viendo la presentación –le dice con una calma que todos notaban que estaba a punto de terminarse-. ¿Es necesario esto?

Pero el profesor no parece satisfecho y se apoya con la mano en el respaldo de su asiento y metiéndose más en su metro cuadrado.

Quería intimidarlo y decirle que se fuera de ahí porque desconcentraría a Taemin y si salía algo mal todo sería su culpa.

Pero Minho no se rendía, el hijo de puta, nunca se rendía.

-       Me parece que no me estás entendiendo.

-       Me parece que a mi no me estás entendiendo.

Ya no hay respeto de por medio. A Minho no le importa y no le preocupa en lo más mínimo, solo quiere que se vaya de ahí y lo deje ver a Taemin porque sabe que está bailando en ese momento, lo siente.

Su vista clavada en él.

Pero el profesor no cede, se queda ahí, llamando la atención de más gente que estaba demasiado lejos.

Era obvio, esto quería conseguir, hacerlo sentir culpable de algo que él no empezó.

Solía pasarle por muy victimizante que sonara.

-       Es mejor que te vayas –finaliza-. Vas a distraer a Taemin si sigues aquí.

-       ¿Qué problema tienes conmigo?

Escucha un suave uuuuh de algunas personas de más allá, dándose cuenta que nadie le prestaba atención al escenario sino que solo a él.

Lo único que faltaba.

Le dan ganas de levantarse para detener esto de una maldita vez, pero era injusto y él no había hecho nada para merecerlo. Solo había ido a ver a su ex novio y no encontraba nada e malo en eso, o al menos eso creía.

-       Ninguno –bufa con una sonrisa irónica-. Será mejor que abandones el lugar antes que llame a seguridad.

Pero ya nadie presta atención al escenario cuando Minho se levanta y coge su mochila del piso, tomando su cámara con fuerza para salir rápido de ahí. Solo que no solo camina tranquilo, escondiéndose para no entorpecer la vista de la gente que estaba tras él, sino que se levanta de pie, furioso y cuando pasa por el lado del profesor, le empuja desde el hombro y el hijo de puta sale intachable de sus labios cuando camina saliendo del lugar.

Y ya nadie susurraba cosas infantiles ni se daban codazos para que vieran lo entretenido de esa pelea, todos solo le miraban en shock sin poder creer su atrevimiento con un profesor, lo que significaba la expulsión inmediata.

Era una falta de respeto que ni al mayor enemigo tenían permitido decirle.

Pero que Minho sí había hecho.

Porque era un Choi. Porque podía. Porque la maldad en su sangre a veces se apoderaba de él y no sabía como controlarla.

-       ¿Qué dijiste?

Se sostiene en la puerta con una mano, sin empujarla ahí y volteándose lento porque sabía que todo el auditorio le miraba incluido Taemin. Incluido el maldito de su profesor y toda la gente que realmente esta disfrutando esto.

Pero él no lo hacía. Sabía lo que significaría esto para Taemin.

Pero mierda, estaba hirviendo de furia y las palabras le comían la boca y solo quería ir corriendo y pegarle un combo en pleno rostro y hacer que esa maldita sonrisa desapareciera porque sabía el porqué de todo esto. Quería arruinarlo porque Taemin no podía.

Hijo de puta. Taemin es mío.

-       ¿Acaso eres sordo? –le responde fuerte-. Creo que lo dije bastante claro.

-       Esto no se quedará así, Choi.

-       Que miedo –ironiza, empujando la puerta y saliendo casi con aplausos si no fuera porque Taemin seguía bailando.

Y lo peor de todo, es que Taemin había bailado exclusivamente para él y ni siquiera había poderlo visto.

Ni un mísero segundo.

**

Empuja a un par de personas que no le dejan salir, recibiendo un par de elogios y de miradas que no le gustaría tener que ver.

Había bailado como la mierda, pero no le importa en este momento, solo quería fijarse que Minho estuviera bien y que su profesor de mierda dejara de amenazarlo de la forma que pudo ver hoy en la presentación.

Algo andaba mal entre ellos dos y tenía la mínima sospecha de qué.

El maquillaje comienza a molestarle y a desesperarle cuando no lo ve por ninguna parte. Se sube a lo más alto de una escalera y comienza a mirar hacia todos lados hasta que ve a una persona sentada en el pasto, completamente sola y fumando.

Bingo.

Era él.

Sus pies comienzan a entorpecerse cuando se acercan, tiritando a causa del frío y de lo desabrigado que andaba, pero sin detenerse ni un poco, firme en su objetivo. Minho no levanta la vista cuando llega frente a él con el aliento perdido y desesperado de que haya ido a verlo como le prometió.

Que hubiese intentado estar cuando lo necesitaba a pesar de que ya no debía hacerlo.

Aún es capaz de sentir como su panza no paró de subir y bajar cuando subió al escenario y le vio en la penúltima fila, de pie y sonriéndole. Sonriéndole a él. A la vida, a las promesas, a lo que eran.

A que aún habían esperanzas entre ellos dos.

El cigarro de Minho se consume entre sus dedos y puede notar que él sabe que está ahí porque su cuerpo se puso alerta, solo que no quería verlo. Quizás por miedo a que le regañara o fuera a culparlo de algo que él no tenía nada que ver.

Tenía que ser objetivo.

Y especialmente ahora que lo beneficiaba.

-       Minho –susurra suave y agradeciendo que el alto levanta rápido la cabeza, pero sin ninguna sonrisa que le hiciera sentir bien.

Estaba preocupado por la pelea, era obvio.

Lo entendía. Según lo que había escuchado Minho no había ayudado para mejorar las cosas sino que todo lo contrario.

-       Hola.

-       Pensé que no te encontraría aquí –miente, hablando rápido solo por nerviosismo.

-       Estoy esperando mi sentencia.

Un escalofrío le recorre la espalda cuando le escucha decir eso, fijándose en como acercaba el cigarrillo a sus labios y botaba el humo con demasiada calma para ser real.

No podían expulsarlo, por favor eso no.

Pero la escalofriante paciencia de Minho le intimidaba, como si estuviera asumido a que no pertenecía a este lugar y que ya no valía la pena seguir luchando.

No podía perderlo ahora.

-       Lo siento –susurra desesperado-. No pensé que no se podían sacar fotografías.

-       Sí se podía, yo no podía.

-       Pero será mi culpa si te metes en problemas. Lo siento, de verdad.

Pero Minho es el antónimo de su nerviosismo, solo encogiéndose de hombros y restándole importancia como si fuera un pequeño problema que tenía una fácil solución.

-       Quería verte bailar.

Y eso, solo eso, le hizo sentirse la persona más feliz del planeta, queriendo saltar de un lado a otro y gritar como una maldita niña. Las mariposas volvían a flotar en su estómago y Minho le miraba como si no hubiese dicho algo que le puso con la piel de gallina, botando lento el humo del cigarrillo.

Maricón, deja de ser tan perfecto.

Se olvida de lo costosa que había sido esa ropa que traía puesta, sentándose de golpe frente a él, enrollando las piernas y dejando de pensar en su profesor y en Key y en todo. Ahora la culpa invadía su cerebro.

-       Lo hice pésimo –se queja, tapándose el rostro con las manos.

Pero Minho deja el cigarro a un lado y acerca su mochila, pasándosela de forma brusca, pero atenta.

-       Siéntate sobre ella o te ensuciarás.

Deja de ser así Minho, por favor.

Deja de existir y hacerme sentir como si flotara.

Taemin asiente con algo de vergüenza, sentándose sobre la tela y viendo como Minho tenía apenas un cuaderno de diez hojas dentro de ella. Odiaba que gente como él, apenas llevara cosas para anotar y aún así consiguiera que le fuera relativamente bien.

(Solo que a él no podía odiarlo, era su excepción).

El alto da una calada al cigarrillo, apoyándose con un brazo en su espalda y mirándolo sin ninguna pizca de vergüenza. Mirándole el cabello tomado, el maquillaje, centímetro a centímetro de su piel expuesta y esa ropa extraña y casi femenina que le hacían usar.

Le hace sentir pequeño y nervioso como si fuera la primera vez que están los dos solos, sin dejarle cometer ni el más mínimo error, pero haciéndolo actuar rápido y sin pensar, acercándose de golpe y quitándole el cigarrillo entre los labios.

No le importaba que le mirara así, sonriendo de medio lado o con odio, solo da una profunda calada y deja que el tabaco ingrese a sus pulmones y le haga sentir mejor, más calmo.

(Y menos histérico, que era lo que había logrado contagiarle Key inevitablemente).

-       Te ves bonito, aunque no deberías fumar.

Bonito.

Debería tener prohibido hablar de esa forma como si se violara las palabras una a una.

-       Da igual –ignora el halago porque no quiere sonrojarse-. Estoy angustiado y tengo frío y mi profesor es un hijo de puta.

Y ahí estaba de nuevo.

Minho se levanta un poco y baja el cierre de su polerón, entregándoselo y quedando apenas con una delgada polera blanca que él conocía más que bien. Era su favorita, la de ambos.

Ese Minho tan caballero le hacía daño, pero lograba embobarlo más y más hasta hacerlo sentir como un maldito enamorado que no daba más con su existencia.

Que no daba más con esos brazos desnudos que parecían más músculos que nunca.

Concéntrate, Taemin.

-       No bailaste mal, nunca lo has hecho.

-       Pero no salió como esperaba –suspira-. Todo este tiempo preparándome para nada.

-       No seas llorón.

-       Quería ver tus fotos.

-       Alguien más tiene que haber sacado, vi a más compañeros.

-       No me gustan las de otros –Taemin expulsa el humo del cigarrillo y le mira atento a que Minho le estuviera mirando, lo que claramente hacía-. Me gustan las tuyas.

Pero no se sonroja, nunca ha sabido hacerlo. Minho solo se ríe y se encoge de hombros, más despreocupado que antes y sin una gota de frío a pesar de lo helada que se estaba volviendo la noche.

(Y lo mejor es que Key aún no aparecía a buscarlo).

-       Ni siquiera las has visto –se burla-. Aparte tendrás que acostumbrarte, tu profesor hará que me expulsen y mi abuelo me querrá matar.

Le cuesta digerir esa información que había superado hace un rato, quedándose pegado en el escote de su camiseta que solo conseguía traerle un recuerdo tras otro.

Sus manos, su abdomen, sus bóxers y saliva. Mucha saliva.

Y mierda, manos, muchas manos.

(Y ni siquiera se avergonzó de verlo por primera vez después de lo que había pasado y lo que habían hecho. Solo se sentó y esperó lo suficiente para intentar concentrarse sin recordar el sexo. Pero las manos de Minho siempre volvían a su mente recorriéndolo, siempre).

-       No te expulsarán –le dice decidido, apagando el cigarrillo contra el pasto.

-       Pero sería la excusa perfecta para irme con Jonghyun.

-       No te expulsarán –repite con mas convicción-. No seas tonto.

-       ¿Me extrañarás?

Eso era justo lo que no necesitaba.

Le mira con odio, pero sabe que no le resulta porque Minho sonríe de manera coqueta, aprovechándose de tener el control de la situación y de él. De que nada se le escapara de las manos.

Obvio que lo extrañaría. Tanto como para ir a verlo al lugar en donde estuviera por muy patético que sonara.

-       ¿Qué te hace pensar eso?

-       Que estás aquí esperando mi sentencia en vez de estar con tus compañeros o con Key celebrando.

-       Key hyung debe estar buscándome.

-       Está ahí –apunta-. Mirándonos.

Mierda.

Tendría que irse y era lo que menos quería.

Se voltea rápido y se levanta sacudiendo su trasero y buscándolo, pero Minho es bruto cuando le tira de nuevo, haciéndolo sentarse con el ceño fruncido.

-       Era una broma, no hay Key a la vista. ¿Aún le temes?

Ojalá fuera eso.

-       Me mataría si me ve contigo.

-       ¿Volví a estar en la lista negra de Kim Kibum?

Taemin asiente con vergüenza y Minho hace un pequeño puchero, viéndose como el niño de doce años que tenía en su interior.

Las ganas de besarlo comienzan a crecer más y más, y la forma de seguir ocultándolo se estaba haciendo demasiado difícil.

(Y todo era peor si tenía su polerón puesto y su olor parecía embriagarlo).

-       Debería irme.

-       Nooo –se queja con un nuevo puchero-. Aún no.

-       ¿Por qué?

Minho le sostiene de la mano, mirándole hacia arriba con un puchero en esos labios que estaba muriendo por besar.

-       Porque no.

Una respuesta que le deja inquieto, pero Minho no lo suelta, aún sin dejarle que se fuera.

Aunque él tampoco ponía mucha resistencia.

Le dan ganas de decirle que pare su juego, que él tiene cosas que hacer, pero siente que ninguna valía lo suficiente la pena como para irse y dejarlo solo.

Después de todo el profesor le cagaba la existencia por su culpa.

(Aparte que mierda, no quería que Minho le soltara nunca más en la vida porque ese roce se sentía demasiado bien).

-       ¿Cómo está Capuccino?

-       Creciendo.

-       No es necesario que te quedes si no quieres hacerlo, puedes decir que no.

No. No puede.

Se sienta apenas la mano de Minho deja de sostenerlo, acomodándose sobre la mochila y colocándose el gorro del polerón por el frío.

Llevaba apenas cinco minutos con esa prenda puesta y ya sentía que olía a Minho.

(Y le encantaba.)

-       ¿Qué has hecho? A parte de venir aquí, obviamente.

Minho se sorprende cuando Taemin es el que inicia la conversación, pero sin mirarle mucho, tímido aún. Solo encargándose de arrancar una y otra vez manojos de pasto y soltarlos, casi como si se tratara de una terapia de relajación.

-       Estuve trabajando con un profesor y ahora me ofrecieron trabajo en una revista de moda de esas que lee Key.

-       ¿Lo aceptarás? –le pregunta orgulloso y sonriendo por sus logros.

-       No lo sé, no quiero tener que fotografiar ropa de mi mamá.

Siempre ese tema de mierda.

Minho parece incomodarse al nombrarla, como si hubiese hecho algo malo de lo que no estaba enterado. Le dan ganas de acercarse más hasta tocar sus delgadas e interminables piernas, enredándolas con las suyas, pero no lo hace porque le da miedo.

Le da miedo que él quiera, pero que Minho lo rechace.

Y Taemin no sabe como reaccionar ante eso, a que Minho no lo quiera.

-       ¿Tienes otro cigarro?

La sonrisa que se le escapa a Minho entre sus labios cuando niega le hace saber que está mintiendo.

Maldito, quiero comerte a besos.

-       Mentiroso –sonríe.

-       Prometiste que no volverías a fumar.

También se prometieron un montón de cosas más y aquí estaban, como desconocidos, pero enamorándose más que antes.

Minho se muerde el labio inferior y Taemin no lo soporta acercándose de golpe y revisándole con sus manos su cuerpo. Le toca sobre los bolsillos, sobre el abdomen, sobre el pantalón, sobre partes que no debería tocar y Minho no hace nada, solo se deja revisar, riéndose de forma casi nasal porque le daba cosquillas y porque Taemin le metió las manos en los bolsillos traseros del pantalón hasta que los encontró.

Demasiados roces, demasiadas cosas que no tenían permitidas, pero que aquí estaban. Taemin triunfante con la cajetilla en su mano, volviendo a sentarse y dejando a Minho en una posición bastante denigrante y divertida.

-       Me manoseaste el trasero.

-       Seguro no te lo he manoseado antes.

Minho cree fundirse en el humo del cigarrillo y en el fósforo que apaga Taemin con un movimiento rápido de su mano.

Debería estar prohibido ser tan bonito y perfecto e inquebrantable y fumar. La gente perfecta no debía fumar, era demasiado para el mundo.

-       Soy tímido, no te aproveches –estira la mano, sin poder dejar de mirarlo fijo-. Dame la cajetilla.

-       Fuma conmigo, no puedo fumarme uno entero yo solo.

Y otra vez ese movimiento rápido en el que Taemin lo deja estático, con su olor inundándolo y su rostro demasiado cerca mientras se sacaba el cigarrillo de sus labios y lo colocaba en los suyos, obligándolo a fumar.

Se queda hipnotizado cuando ve sus ojos perfectamente delineados y su piel más tersa que nunca, llamándolo a que la tocara. A que la hiciera suya. Sus labios tenían mucho brillo labial y se avergüenza un poco de que él también tenga y que se lo haya traspasado a través del cigarrillo.

-       Ahora tengo brillo labial por tu culpa.

-       No es tanto.

Mierda, lo quería matar.

Taemin no se aleja y sigue hincado y demasiado cerca, y le saca el cigarrillo y le limpia con cuidado con dos dedos sobre los labios, quitándole todo resto de maquillaje.

Todo resto de oxígeno, todo resto de aire posible.

Siente como si tuviera su corazón en la boca y Taemin fuera capaz de tomarlo y apretarlo y pisarlo si se le antojaba.

(Y a él no le importaría en lo más mínimo).

Y que si no hacía algo, terminaría pidiéndole perdón y diciendo cosas cursis porque sentía que Taemin lo estaba embrujando o haciendo alguna especie de magia extraña en él. Sus dedos son cuidadosos cuando le limpian y él no lo soporta más y le muerde uno porque no se aguanta más.

Porque necesita que se detenga o terminará implorando cosas que no debería rogar en el patio de su facultad.

-       No hagas eso –se queja, frunciendo el ceño.

-       Y tú no me toques los labios si no quieres que te muerda.

-       Tú eras el que te quejabas del brillo labial.

-       Pero tu profesor me pegará si te ve haciendo eso.

Taemin retrocede instantáneamente, mirándolo con mucho odio.

-       ¿Crees que tengo algo con él?

Admite que por un momento creyó que sí. Que Taemin no se demoraría mucho en superarlo porque era bonito y podía conseguir a la persona que quisiera porque podía.

O que simplemente ocuparía el dicho de “un clavo saca otro clavo”, siendo la forma más rápida de superarlo.

Pero Taemin no era así, le costó asumirlo, pero Taemin nunca haría eso. Era más probable esa actitud en él que en el castaño.

-       No –responde serio-. Pero de que él quiere algo contigo está más que claro.

-       No seas tonto.

Cuando Minho se encoge de hombros sin mirarlo, puede notar y sentir lo celoso que estaba en ese momento, haciéndolo sentir muy bien. Su mirada despreocupada que le hacía sentir seguro, pero que él podía entender perfectamente porque odiaba el tema del que estaban hablando ahora.

Odiaba a su profesor y a cualquier persona que se le acercara.

Y mierda, eso lo hacía sentir tan bien.

-       ¿Puedo sacarte una foto?

El silencio que se hizo demasiado largo fue interrumpido por Minho que le miraba con la cámara ya entre los dedos, sonriéndole coqueto.

Maldito. Por mucho que quisiera, a él no le importaría y se la sacaría igual.

Y lo peor es que sentía que la ropa que estaba usando ahora le hacía ver demasiado ridículo.

-       ¿Para qué?

-       ¿En serio me preguntas para qué? –se burla-. Estudio fotografía, Lee. Debe ser para hacerte vudú en mis ratos libres.

Lee.

Prefería cuando le decía Minnie o cuando el mi amor se le escapaba de los labios sin que se diera cuenta.

-       Deberías buscarte otro modelo, uno más bonito.

Pero Minho lo ignora y ni siquiera lo alaba porque no es necesario. Porque es imposible que exista alguien más bonito que él.

Taemin le mira con los ojos entrecerrados y los labios abultados y el obturador comienza a sonar de inmediato apenas empieza a fotografiarlo. Y ojalá fuera solo una, pero no se contiene y es imposible no aprovecharse si lo tiene ahí.

-       Pon cara de algo, no me mires con cara de: Choi te odio.

-       Nunca he sido bueno para las fotos, deberías saberlo.

Que mentira.

La mayoría de sus profesores le habían evaluado con la nota más alta cada vez que Taemin aparecía en un trabajo. Decían que la fotografía tenía un aire distinto a cuando fotografiaba al resto.

Y el creía saber porqué.

-       ¿Qué pasaría si hago una exposición y estás tú?

-       Te odiaría por el resto de mi vida.

-       ¿Más aún? –se burla.

-       ¿Piensas que te odio?

Le gustaría, pero solo niega porque sabe que Taemin no haría eso. Nunca.

-       Eres demasiado bueno para odiar.

O demasiado tonto para no poder hacerlo porque es imposible que niegue que no ha intentado hacerlo. Buscó la forma de crear la peor imagen de Minho posible, pero aún así, no sentía ni una pizca de odio hacia él, sino que solo sobreprotección.

Demasiada.

-       ¿Vas a seguir esperando a Key?

-       ¿Quieres que me vaya y lo busque?

-       No –sonríe, entregándole el cigarrillo-. Estoy bien.

-       ¿Me extrañas entonces?

-       No –vuelve a sonreír de forma más coqueta aún-. Porque estás aquí.

Era imposible no enamorarse de él si era así.

Si existía alguien así.

Taemin encoge las piernas y apoya su mentón sobre las rodillas, fumando lentamente, mientras Minho no hacía nada más que mirarlo fijo. Lo que le gustaba mucho y con lo que había aprendido a lidiar. Minho era fotógrafo y demasiado detallista. No era como la mayoría de los hombres que no notaban absolutamente nada, él se fijaba en todo. Incluso en si tenía un lunar nuevo.

-       No puedo olvidarte, Choi.

La gente apenas pasa cerca de donde estaban por lo tarde que era y porque todos estaban seguramente en sus casas, escondiéndose de ese viento helado, lo que Taemin agradeció. Necesitaba que se diera la instancia de ser sincero y que los juegos se acabaran por un rato porque necesitaba desahogarse de lo que sentía y no sabía con quién.

Aunque hacerlo con la persona con la que te pasaban este tipo de cosas, tampoco debía ser la primera opción.

Minho le mira con las piernas cruzadas y la cabeza apoyada en su hombro, sin quitarle la vista de encima. Podría jurar que quería sonreír y que se estaba conteniendo, pero prefería pensar que no era así.

-       ¿Quieres olvidarme?

Asiente rápido.

Quería volver a verlo en la universidad y no sentir que desfallecía o simplemente olvidar lo que habían pasado juntos porque había sido demasiado para él y era injusto que fuera feliz solo a causa de recuerdos.

Quería olvidarlo porque tenía que seguir viviendo y averiguar como se hacía eso.

-       ¿Y por qué estás aquí si quieres olvidarme?

Era cierto. El muy puto estaba riéndose, ya no podía contenerse.

Mientras él sufría, Minho se entretenía.

Genial.

-       ¡No te rías!

-       No me estoy riendo –sonríe-. Estoy muy serio. Muy serio, muy, muy.

Si no fuera porque sus labios se unen haciéndolo verse como un pez, Taemin no habría agarrado un manojo de pasto y no se lo habría tirado en la cara.

Pero lo hizo y la reacción de Minho fue lo que más necesitaba en ese momento.

-       Te odio –escupe-. Mierda, comí mucho pasto.

Las carcajadas de Taemin le hacen acostarse de espalda y tener que sobarse el estómago porque se estaba ahogando por la risa. Por la situación de no poder tener una conversación seria y porque Minho escupiendo sin ningún tipo de asco o vergüenza frente a él, era una imagen demasiado divertida.

-       Sácamelo.

No podía. La risa apenas le deja sentarse y ver a Minho caminando hincado hacia él con la lengua afuera porque tenía pasto pegado que no podía quitar.

Y mierda, debería tener prohibido ser tan adorable.

-       No –se queja.

-       Me voy a ahogar por tu culpa.

Cada vez más cerca. Demasiado cerca.

-       Debías cerrar la boca, idiota.

-       Quítalo.

Tenía que aprender a ser más fuerte porque ni siquiera opone mucha resistencia cuando se hinca y se acerca con el ceño fruncido y estirando su mano para quitárselo, pero cuando siente un manojo de pasto entrando rápidamente por la parte trasera de su polera, mierda lo quería matar.

-       ¡Estúpido!

Ahora era él el que se reía de espaldas en el pasto.

-       ¿Se siente bien?

-       Ahora me lo tienes que sacar tú.

-       No seas llorón.

Pero Taemin no bromeaba. Le miraba con odio, hincado y sosteniendo su camiseta lo suficientemente lejos de su espalda porque le picaba demasiado.

O le ayudaba o terminaría comiendo más pasto que una vaca.

-       No seas llorón, no seas llorón –le repite con mucho odio para que se sintiera mal-. Me dejaste lleno de tierra.

-       No seas mujer, Taemin. hay gente que usa tierra para máscaras faciales, deberías agradecérmelo.

Pero claramente Taemin no tenía nada de mujer porque cuando se levanta la camiseta, subiendo también su polerón, lo que menos ve es un cuerpo de mujer. A pesar de lo oscuro que se estaba volviendo todo, Minho es capaz de distinguir su perfecto abdomen desnudo, sus costillas y esa cintura pequeña y femenina que tenía.

Todo probado por él.

Todo de él.

(Y lo peor es que estaba seguro que tenía un charco de baba bajo su cuerpo porque no podía dejar de mirar).

-       Deja de mirarme.

-       No quiero –no puedo.

Taemin se sacude el pecho desnudo con la mano y deja caer la camiseta viendo como Minho hacía un pequeño puchero con ese movimiento.

¿Pero estaba mal que quisiera seguir desnudándose para que no parara de mirarlo?

-       Tienes tierra.

Muy poca, pero era la excusa que necesitaba para tocarlo.

(Odiaba que tuvieran que haber excusas para poder hacerlo).

-       Me tirarás más, te conozco. Es un plan repetido así que no te funcionará.

-       ¡Pero es en serio!

-       Dónde –Minho se limpia la cara de una forma bruta, desordenándose el cabello-. Yo me la saco.

Ya ni siquiera tenía sucio, pero Taemin comienza a acercarse igual, caminando hincado hasta quedar bastante cerca de él.

Las ganas de besarlo eran tantas que la excusa de la tierra era la única que hacía posible su misión.

Levanta un brazo y se arrepiente en el acto, pensando que era mejor usar otra técnica si quería tentarlo, como la de soplarlo por ejemplo. Taemin acerca sus labios hasta la nariz de Minho y suelta aire con mucho cuidado, notando como el alto se erizaba con ese leve contacto. Intenta mirarlo, pero estaban tan cerca que sus ojos solo conseguían unirse y desenfocarlo a cada segundo.

-       ¿Qué pasa si te beso ahora?

Bingo.

La voz de Minho es rasposa y Taemin sigue soplando sin que sea necesario, tentándolo más.

La cercanía ya estaba matándolo.

-       No quiero besos con sabor a pasto.

-       ¿Y si me limpio la boca?

-       Entonces… lo pensaré.

-       ¿Y… puedes pensarlo rápido?

Claro que podía hasta que sintió la mano de Minho anclarse a su cintura, anulándole el cerebro. Ya no podía pensar, ni siquiera recordaba cómo se pensaba.

Minho estira un poco el cuello y él agacha la cabeza, rozando su nariz con la suya, y abrazándolo desde el cuello. Cinco centímetros y volvería a ser feliz; cuatro centímetros y las pestañas de Minho cada vez se acercan más y él se estira y lucha por conseguirlo; tres centímetros y Taemin suspira porque falta tan poco y porque no le importa haber bailado mal si como recompensa obtendría esto; dos centímetros y los labios de Minho se abren un poco y se elevan sonriendo ganadores; un centímetro y ya se tocaban, sus respiraciones ya se fundían en una y Taemin ya había comenzado a jugar con el final de su nuca.

Medio centímetro y ya podía sentir el roce de los labios de Minho.

-       ¿Taemin te tengo que esperar mucho tiempo más?

Medio centímetro que de repente se convirtieron en treinta centímetros y solo en electricidad, mucha electricidad.

¿Era necesario que apareciera ahora? ¿justo ahora?

-       No –siente como las manos de Minho caen de su cintura y él se levanta rápido, alejándose-. Ya voy.

-       Hola Kibum.

-       Taemin no me contó que venías, Choi.

Probablemente nunca había presenciado un saludo tan fingido y tan antipático hasta que vivió este. Minho le miraba incómodo y con un suspiro atascado en la garganta, mientras Kibum…él solo quería matarlo.

A secas.

-       No me dejaron estar en la presentación, así que no sé si cuenta eso como que vine.

Sí cuenta.

El susurro de Taemin casi no es susurro, ganándose una mirada de odio del rubio que no paraba de observarlos de un lado a otro, impactado. Impactado de que se siguieran mirando de esa forma si él estaba ahí, incómodo, y sin querer presenciar ese acto de cortejo.

O de apareo.

No sabía como llamarlo específicamente.

-       ¿Nos vamos? Tengo frío.

El rostro de Taemin le delata inmediatamente, siendo claro que no quería irse, pero lo hace. Se despide en un susurro de Minho y agradece que no lo bese porque estaba seguro que lo iría.

Y que él no querría ver eso.

Lo peor es que cuando caminan no caminan como siempre, tiene que hacerlo soportando que Taemin se voltee cada cierta distancia y mire a Minho sonría y vuelva a fijarse en el recorrido.

Una y otra y otra vez.

-       ¿Qué significa lo que acabo de ver?

-       Estábamos jugando.

Sus brazos cruzados sobre su pecho le impiden ahorcarlo, lo que agradece porque se estaba conteniendo.

-       ¿Qué edad tienen? ¿ocho años? –bufa enojado-. Ni eso, los niños más chicos son los que se dedican a tirarse pasto como si fuera algo divertido.

-       No quiero que me arruines la noche hyung –Taemin ya no mira atrás porque no alcanza a ver a Minho-. Te has puesto tan amargado.

Ahora de verdad se sentía como su madre. Como si lo estuviera regañando porque se había escapado para juntarse con su novio rebelde con el que le prohibían salir.

Lo que era una historia bastante parecida a la de ellos.

-       Si no hubiese llegado, se hubiesen besado.

-       ¿Y eso qué?

-       ¿Quieres besarlo?

-       Eso no te importa.

Claro que quería.

Era lo que más necesitaba en el mundo.

Key suelta un bufido con su respuesta y abraza su cuerpo intentando conseguir un poquito de calor. Lo que claramente no necesitaba Taemin porque seguía con el polerón de Minho, y a propósito.

Necesitaba robárselo.

Era la única forma de tener que verlo de nuevo.

-       No quiero que seas plato de segunda mesa –la voz de Key le interrumpe sus pensamientos, destruyéndolos.

-       Sí, ya lo sé.

-       Digo esto porque me preocupo por ti, Tae, no es por ser un antipático solterón. No quiero que sufras por Choi, de nuevo.

-       Lo sé. No lo haré.

Esto estaba consiguiendo arruinarle todo el momento perfecto que Minho se había encargado de crear sin esfuerzo alguno.

Aún es capaz de sentir restos de pasto dentro de su camiseta que logran hacerlo sonreír.

-       ¿Estaban fumando? –esto no se acabaría nunca-. Estás hediondo a cigarro.

-       Sí, mamá –responde con rabia y harto-. Estuve fumando con Choi Minho, mi ex. ¿¡Feliz!?

No.

Ni un poco.

Pero Key no responde porque estaba arruinándole su momento de felicidad y debía dejarlo disfrutar aunque fuera un poco.

Un poco de esperanzas no le hacía mal a nadie.

**

02:08 am.

Y no conseguía dormir.

Taemin se voltea rápido y siente a Capuccino saltar sobre sus piernas, escalándolas, hasta llegar cerca de su rostro y acurrucarse bajo su cuello.

Era tan pequeño, que se lo permitía.

Y porque lo amaba, lo amaba demasiado.

Los ronroneos son capaces de escucharse como altavoces y Taemin suelta un bufido por no tener la misma capacidad de dormirse que él. Llevaba más de dos horas intentando hacerlo, pero no podía, el pasto no se lo permitía.

(En verdad eran sus pensamientos con Minho, pero prefería culpar al pasto).

Piensa en situaciones imaginarias que le hacen sonreír, cuando la vibración en su teléfono le asusta y le hace pensar que ya tenía que levantarse y ni siquiera había alcanzado a dormir un solo minuto. Pero no era eso, porque cuando miró la pantalla y vio el nombre del que llamaba, la sonrisa que tuvo fue capaz de quitarle hasta el más mínimo poquito de sueño que había conseguido tener.

-       ¿Hola? ¿hablo con el ladrón de ropa?

La voz de Minho era más ronca a esta hora y él lo sabía. Seguramente por todos los cigarros que fumaba en el día o porque estaba en la misma posición que él, hablando bajo las sábanas.

Cualquiera que haya sido, se da cuenta que era lo que necesitaba escuchar.

-       ¿Yo? –susurra bajito-. ¿Ladrón de ropa? Equivocado, señor.

-       ¿Y por qué se ríe jovencito? ¿No siente algo de culpa por robarle a los pobres?

Agradece no tener un espejo frente a su cara porque se habría odiado a si mismo por tener esa sonrisa tan grande que podía sentir.

Maldito Minho, maldito Minho, maldito Minho.

-       Yo no te robé, a ti se te olvidó.

-       Tú te hiciste el tonto, ahora me resfriaré porque me vine solo en camiseta a mi casa.

Que lamentable.

Odiaba no haber estado ahí para envidiar a esa camiseta durante todo el trayecto.

Se acurruca más contra la almohada y Capuccino le sigue, siempre buscando el calor de su cuerpo.

-       ¿Lo quieres de vuelta?

-       ¿Se te quitó la depresión por creer que bailaste mal?

Genial, Minho tampoco tenía sueño porque evitó su pregunta tan solo para no terminar la conversación.

Él tampoco quería.

No quería que esto nunca se acabara.

El coqueteo previo a una relación, eso que no fueron capaces de tener y que debieron haber tenido porque era necesario. Necesario necesitarse más.

-       Alguien me la quitó ese mismo día –responde sincero.

La risa áspera de Minho le hace querer acurrucarse y abrazar sus piernas y desear estar con él, acostado a su lado, mirándolo y viendo como el humo del cigarrillo salía de sus labios porque Minho amaba fumar por mucho que lo negara.

Y él amaba mirarlo, y no lo negaba.

-       ¿Y cómo…has estado?

-       ¿Key volverá a interrumpirnos o puedo responder con tranquilidad?

No era el único que lo odiaba, eso lo ponía feliz.

-       Está durmiendo –susurra con miedo a despertarlo.

-       Extrañaba hablar contigo. Si tu profesor hace que me expulsen, valió la pena.

Con Minho siempre valía la pena.

Las lágrimas derramadas, el dolor, la angustia, todo siempre valía la pena porque Minho hacía que de una u otra forma existieran los finales felices.

-       Me extrañabas a secas, Choi.

-       No te subiré el ego más de lo que ya está.

Cuando Taemin comenzó a tener los encuentros con Minho, siempre tuvo cierta especie de envidia a las parejas que tenían una relación. A que pudieran salir sin tener que ocultarse, o a que hicieran cosas que ellos no hacían porque no querían ser patéticos o cursis. Envidiaba que no le tuvieran miedo ni repelieran el amor, eso que a ellos parecía darles una descarga eléctrica.

A veces le hubiese gustado llamar a Minho solo para decirle que lo quería ver o que lo echaba de menos, pero temía que le cortara el teléfono o se burlaba de él. Quizás por eso ahora esta llamada estaba siendo tan placentera para él.

Porque estaban comenzando de nuevo, y estaba siendo como la relación que siempre debió haber sido, sin avanzar a pasos agigantados, sino que a su debido ritmo, disfrutándose con calma.

-       Deberíamos juntarnos otro día –Minho es el que rompe el silencio, pudiendo escuchar como apagaba un cigarrillo contra un cenicero al otro lado de la línea-. Ya sabes, para que me entregues mi polerón, maldito ladrón.

-       ¿Solo para eso?

-       ¿Qué más quieres?

Escucha su sonrisa pícara y realmente envidia no tenerlo en frente. O al lado, o abajo, o arriba.

-       Terminar lo que empezamos –responde con un poco de vergüenza-. ¿No crees?

-       Podría ser.

-       ¿Ya no quieres? –hace un puchero a pesar de que Minho no sea capaz de verlo-. Tú te lo pierdes.

-       No sabía que mi polerón venía con premio. Puedo prestarte más ropa si quieres.

-       Así me llamas más seguido –sonríe.

Le dan ganas de decirle ¿y tú entero?, pero solo se muerde los labios, queriendo pegar combos a la cama y sonreír y dar volteretas por toda la habitación.

Amaba a Minho. Le encantaba. Lo adoraba. Lo necesitaba.

Todo el día.

Tenía Minhonitis terminal.

(Y no quería sanarse).

-       ¿Cómo está Capuccino?

-       Está acostado conmigo.

-       Oh que afortunado.

Taemin se tiene que tapar la boca para no soltar una carcajada. Ya ni el pequeño animal entendía que pasaba, despertando y mirándole con los ojos entrecerrados para volverse a dormir.

Era divertido que ambos estuvieran en la misma situación, Taemin durmiendo con Capuccino y Minho acostado con más gatos, pero con una escena muy parecida.

-       Te dará envidia cuando te diga que duerme conmigo toda la noche.

-       Pobre, debe tener que soportar tus abrazos efusivos.

-       Esos que tu amabas cuando dormía contigo.

Golpe bajo.

Minho toma la cajetilla de cigarros desde el velador y saca uno, colocándolo rápido entre sus labios. Hace días no podía dormir bien, el insomnio era algo que lo acosaba todos los días y que al parecer ahora le había encontrado la solución.

Taemin.

-       Regalé otro gato, pero dudo que envidie a ese como a Capuccino –se sincera esperando una respuesta de Taemin, pero nunca llega, solo es capaz de escuchar su acompasada respiración-. ¿Debería cortar?

-       ¿Ya te aburriste de hablar conmigo?

-       No, pensé que tú lo estabas.

-       No lo estoy –Taemin pasa el dedo con cuidado sobre el lomo del gatito, erizándolo-. Me gusta hablar contigo.

Minho suspira y se queda un par de segundos en silencio.

No sabía si esto estaba bien. Empezar de nuevo, dejar que Taemin le diera otra oportunidad y que volvieran a estar juntos. Era cierto que lo evitó, pero cuando se dio cuenta que era algo imposible y que iba en contra de él, solo se dejó llevar por la marea.

Se entregó a lo que necesitaba.

A lo que Taemin necesitaba.

-       Que suerte que ya está haciendo calor –suspira, esperando que el tema de conversación fuera más liviano-. Era horrible tener que dormir con pijama y con tantos gatos.

-       Yo pensé que dormías todos los días en calzoncillos.

-       Por eso lo digo, ya no es necesario ni siquiera eso.

Los pasos de Kibum fuera de su habitación le ponen alerta, desconcentrándose y sin poder aprovechar el rumbo que estaba tomando la conversación.

Ni siquiera es capaz de imaginar su cuerpo desnudo solo por miedo a que entre repentinamente el rubio a su habitación y empiece un nuevo discurso del que él no querría formar parte.

-       Key.

-       Se acabó la diversión –se imagina a Minho haciendo un leve puchero, captando de inmediato lo que significaba esa mísera palabra.

Un puchero que él quería eliminar, besándolo.

-       Tendré que cortar.

-       Duerme bien –Minho bosteza y vuelve a pegar el teléfono a su oreja, con la voz más ronca aún-. Ojalá sueñes conmigo y que sean cosas muy sucias.

-       Las más sucias, Choi.

Una burla que termina con la conversación, pero que le deja con las hormonas a mil por hora y con su corazón bombeando al borde de su boca.

Era increíble lo que podía hacer Minho y ni siquiera le había puesto un dedo encima.

Realmente estaba enamorado.

Mierda.

Notas finales:

AL FIN TERMINARON :D! ahora dejen un reviú boni para ver si les gustó y sino, dejen uno feo da igual


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).