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Imán por Carito_d

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Notas del capitulo:

Holanda, como les va? vamos avanando con esta cosa llamada imán, cada vez queda menos, que triste :C

Si han visto nuestra pagina, seguramente ya se habran enterado que 18 de Julio tendra una segunda temporada que es 24 de Abril, si, mpreg para ustedes :3

Para las personas que nos han preguntado cuando subiremos el primer cap, tranquilos, pronto lo haremos. Necesitamos avanzar un poco mas en imán y dejarlo bien encaminado hacia el final, pero entre mas reviews tengamos, mas rapido avanzaremos y podremos subir 24 de abril pronto. 

Pd: paren de ser tan hermosos u.u nos llenan el corazoncito de amor <3

Pronto prepararemos una nota hermosa para todos ustedes, no se trata de algun fic ni de un drabble de 18 de Julio, es algo diferente, asi que esten atentos a nuestra pagina <3

https://www.facebook.com/NapoleonYMermelada

Se dieron muchos más besos de los necesarios. Jonghyun le jalaba desde la camiseta apenas conseguía separarse un solo metro, volviendo a besarlo, mientras Key sonreía y se quejaba sin mucho énfasis.

Si seguían con esa despedida eterna probablemente perdería el avión y no podría irse, pero tampoco era una idea que le ponía tan de mal humor. Especialmente con lo bien que se sentía estar entre los brazos de Jonghyun.

De su Jonghyun.

-      Jjong –intenta quejarse sin lograrlo mucho-. Perderé el avión.

-      No veo el problema aún.

Se besan cada centímetro de piel, apropiándose de ella, probablemente llamando la atención de cada persona que pasaba cerca de ellos. Key se esconde en su cuello y el moreno le abraza desde la cintura, grabándose ese perfume que creyó haber olvidado.

Tres meses y no tendrían que separarse nunca más.

Tres meses y podrían ser felices.

Tres meses, y ya parecía demasiado tiempo.

-      Creo que ya te echo de menos.

Jonghyun ríe, bufando en su cuello, mientras sus manos se aferraban a la espalda del mayor, dibujando cosas invisibles por sobre su chaqueta. Ahora recordaba porqué se había negado en que le acompañara al aeropuerto, específicamente por esto.

-      TranquiloKibum… –el moreno se pega más a su oído, susurrando sobre él ya casi de manera íntima-. El sexcam siempre será bienvenido.

-      ¡Eres un idiota, Jonghyun!

Le empuja desde el pecho, separándolo de él y subiendo su bolso que ya había comenzado a caer hasta quedar atrapado en su antebrazo. Agradecía que nadie más hubiese escuchado eso aunque sus mejillas fueran capaces de delatarlo en un segundo.

-      Si no me llamas todos los días te mandaré a quemar vivo.

-      Mándale saludos a mi padre.

-      No sé como lo haces para hablar tanto.

Le interrumpe besándolo de golpe y pegándolo más así, acercándolo desde su nuca. Ya no le importaba que la gente le viera como desesperados porque sinceramente, ninguno de ellos había tenido que vivir ese martirio. El moreno le lame los labios un poquito y él retrocede porque si no lo hacía ahora no lo haría nunca.

(Solo que se arrepiente cuando nota que los ojos de Jonghyun ya estaban un poco aguados).

-      Te amo –susurra, besándolo por última vez.

-      Y yo mucho más.

La maleta choca con sus talones cuando avanza y cuando se asoma por una ventana para verle por última vez con un puchero en los labios. Jonghyun le sonreía con la mirada algo rota, pero volviendo a ser el de siempre y no el que se había acostumbrado a Londres.

El que no tenía vergüenza de hacer el ridículo cuando sus brazos no parecían lo suficientemente rápido para lanzarle besos en el aire.

Y por eso mismo, el viaje fue mejor que el de ida. Ahora pudo dormir relajado y dejar su mente en blanco hasta que le movieron desde el hombro para avisarle que ya aterrizarían. Había viajado la mayor parte de la noche, viendo el cielo nublado de Seúl que tanto había extrañado apenas abrió los ojos. Ya no había un Jonghyun al que consentir ni hacerlo volver a sí, sino que solo un Taemin que parecía un poco –por no decir mucho- decepcionado de la vida. Porque cuando entró al departamento intentando ser lo más silencioso posible respirando de manera alterada por haber subido cuatro maletas él solo, los pasos que escuchó pasado unos minutos eran demasiado lentos y cansado y no de la manera que siempre solían hacer.

Taemin le miraba desde un par de metros más allá con los ojos pequeñitos sosteniéndose de la puerta de su habitación, pero sin ninguna sonrisa en sus labios. Ni siquiera algo que le dijera que se alegraba de verlo.

Solo Taemin serio. Demasiado serio para ser real.

-      Llegaste.

-      ¡Taeminnieeeeeeee! –pero él nunca ha sabido contenerse así que literalmente corre y abre los brazos, estrechándolo tan fuerte que hace que ambos se tambaleen casi a punto de azotarse de golpe contra el piso-. ¡Cariño, te extrañé tanto!

-      Pensé que llegarías con Jonghyun hyung.

Y solo ese maldito tono de voz desanimado, le hace separarse y mirarle nervioso, preguntándose si había hecho algo mal. Si no le había llamado lo suficiente o si le había comprado muy pocas cosas que no parecían las correctas.

Algo le pasaba y esperaba que por favor no fuera eso que suponía.

-      Es una larga historia –susurra decepcionado-. ¿Qué pasa? No te veo contento. Te desperté.

-      Estaba por levantarme, Capuccino no paraba de llorar.

-      ¿Y tú? ¿tampoco podías parar de llorar?

Taemin intenta sostenerle la mirada por unos segundos, pero no dura mucho, empujándole un poco y dejándose caer en el sillón de una forma no tan sutil. Apenas había dormido un par de horas, si es que se le podía llamar a eso despertar y volver a cerrar los ojos en cada instante, preguntándose tantas cosas que era imposible dejar la mente en blanco.

Dejar la mente sin ningún rastro de él.

Sube un poco el cuello de la camiseta, pudiendo hundir su nariz en ella, buscando rastros de un perfume que a veces conseguía relajarlo.

Eres un idiota, Taemin, un verdadero idiota.

Ve como Key camina hasta la cocina, quitándose el chaleco y diciéndole que haría el desayuno porque tenía mucho que contarle, solo que cuando abre el refrigerador, pareciera que el lugar hablara por sí solo porque ni siquiera había una mísera papa. Nada. Solo las rejillas y potes vacíos y sucios.

Como si el departamento hubiese estado abandonado.

-      Parece que aquí no viviera nadie –bufa, devolviéndose-. ¿Cómo has sobrevivido? Si es que se le puede llamar así a verte de la forma en la que estás.

-      Ramen.

Taemin deja caer la camiseta y no le mira, solo sube las piernas sobre el sillón, abrazándolas y soltando un suspiro ahogado que parecía multiplicarse con cada segundo que pasaba. Por eso mismo no quería que Key llegara a Seúl. Hablar por teléfono con él y mentir no era un problema tan grande como verse enfrentado a él. Le era difícil actuar que estaba bien cuando no lo estaba y cuando no tenía ganas siquiera de levantarse e ir a clases.

A veces iba y no entraba, a veces solo caminaba sin rumbo hasta cansarse y darse cuenta que no era el único que estaba así, Minho ya ni siquiera aparecía en la facultad y él se estaba muriendo por no saber que ocurría.

Porque no aparecía cuando él estaba dispuesto a seguir sufriendo.

-      ¿Volviste con él?

El cojín del sillón se hunde cuando Key se deja caer a su lado, apenas rozándolo. No le regaña, solo le pregunta porque quiere saber y porque de una u otra forma él estaba dispuesto a escucharle, tanto su odio como su amor obsesivo.

-      No quiero saber de nada que tenga apellido Choi.

-      Entonces no entiendo porqué sigues usando su camiseta para dormir.

Mierda.

Le dan ganas de responderle de una forma no tan amable, pero se arrepiente cuando nota que Key le miraba preocupado. No estaba enojado por su odio, sino que solo estaba preocupado. Especialmente de que no lo quisiera dejar atrás.

-      ¿Quieres que la deje de usar? En ese caso Capuccino ni siquiera debería estar aquí.

-      Regalémoslo, no nos costará encontrarle una casa, aún es pequeño.

-      Me niego –contraataca rápido y casi asustado-. Choi no va a interrumpir nuestras vidas.

-      Deja de enojarte conmigo y quítate esa porquería, te compré mucha ropa hermosa y cuando digo que es mucha, es porque de verdad lo es.

Y no mentía.

Key sacó alrededor de diez bolsas de una maleta y parecían haber más del triple aún sin desenvolver. Todas apretadas, todas guardadas a presión y solo con cosas para él. Camisetas, pijama, zapatos, pantalones, calcetines y hasta ropa interior. Key claramente no temía en exagerar porque le había comprado ropa hasta como para dos temporadas más.

-      ¿Lo has visto?

No y moría a causa de eso.

Taemin se toma su tiempo en responder, mirando una camisa que desenvolvía el rubio desde otra maleta.

-      Ni siquiera ha ido a la facultad –susurra-. No pienses que estoy preocupado por él.

No era necesario que hubiese dicho porque Key nunca le creería algo así, especialmente si le veía rodar los ojos de forma grotesca.

-      Jjong habla todos los días con él. Me enteré que está viviendo con su papá.

-      No me importa –pero si lo hacía y no sabía como ocultarlo, obligándose a tomar lo primero que tenía en frente para distraerse-. Me gustan mucho las camisas.

-      Quítate esa cosa y dámela, sacaremos su ropa de esta casa.

-      Es mejor que…todavía no.

Pero cuando Key se levanta, soltando un bufido y advirtiéndole que pediría algo de comer o ambos morirían de hambre, le es imposible no notar que algo extraño pasaba con Taemin. Le veía mirarse la mano impactado como si hubiese descubierto un sexto dedo o como si uno de ellos se hubiera partido en dos.

O era una u otra cosa, solo que ahora estaba dispuesto a ser más firme si estaba Jonghyun de su lado.

-      ¿Qué pasa?

-      El…anillo.

-      ¿Qué anillo? –mierda, no-. Por favor, dime que no seguías teniéndolo tú.

Pero claramente era así porque Taemin corrió hacia su habitación a buscarlo. El sonido de los cajones abriéndose y cerrándose provocan que él se deje caer en el sillón y piense en el gran problema que tenía por delante.

O era Jonghyun o era esto, pero nunca estaría en paz.

-      Taeminnie, tranquilízate –le grita-. Debe estar acá.

-      No me lo quitaba ni para bañarme.

Se levanta sin mucho ánimo cuando siente un montón de cosas caer contra el piso, seguramente a causa de Taemin que se desesperaba cada vez más, desocupando el escritorio y esperando encontrarlo de una sola vez. Lo que no era así, porque cuando entró, la habitación ya estaba hecha un caos, mientras Capuccino se acariciaba contra sus piernas.

-      Quizás era cosa del destino que desapareciera.

-      Me va a matar, hyung –revuelve las sábanas, desordenando aún más-. Me va a matar.

-      ¡Taemin, por favor, tranquilízate! Él ni siquiera te va a preguntar, lo que menos le importará será tu maldito anillo.

Y eso, fue lo que le hizo reaccionar.

Y le hizo arrepentirse en el acto cuando vio a Taemin detener sus movimientos de golpe para mirarle e intentar asesinarlo a la vez.

(Lo que le creyó muy capaz de hacer en ese preciso momento).

-      ¿Mi maldito anillo? –repite incrédulo-. ¿Qué harías si Jonghyun te regala un anillo que fue de su mamá que está muerta y tú lo pierdes? ¿¡Qué harías tú, hyung?! ¿¡EH!?

-      ¡Me lo habría quitado el primer día que terminé con él! –le grita sin contenerse-. Taemin, te estás comportando de una manera masoquista. No me has preguntado cómo me fue o si Jonghyun va a venir o… ¡nada, Taemin! ¡solo te interesa ese idiota de Minho! y no me digas que no estás preocupado por él porque te conozco más que a mi mismo y sé que estás muriendo porque no ha aparecido. Si dejaras de ser un poquito de orgulloso yo no tendría problema en contarte el porqué no ha ido a clases, pero claro, “no quiero oír nada de Choi”.

-      ¡SI NO ME VAS A AYUDAR ES MEJOR QUE ME DEJES SOLO!

Nunca en su vida le había gritado de esa forma a Key. Nunca. Ni en el peor de los casos o de las situaciones. Siente como su pecho se infla y desinfla en busca de oxígeno, mientras Key le miraba con los ojos demasiado abiertos antes de retirarse rápido de ahí.

Se había pasado, lo tenía claro, pero ya no sabía como reaccionar a nada, ni siquiera a su vida anterior. Quería volver a ser el Taemin de antes, pero algo se lo impedía, como si alguien quisiera hacerle notar que algo estaba haciendo mal, que se tranquilizara.

Que Minho se merecía otra oportunidad.

Pero no podía. No lo soportaba.

Sacude las sábanas con más cuidado notando como sus ojos comenzaban a humedecerse y sus manos a detener los movimientos. Tenía que tranquilizarse y buscarlo calmado, sabía que estaba en algún lugar y que lo encontraría, que volvería a estar en su dedo y volvería a sentirse parte importante de algo. De algo a lo que él seguía aferrándose a pesar de asumir lo mal que le hacía.

Busca entre los cajones y ordena cosas que había roto sin querer, hasta encontrarse con un polerón de Minho que le hace quedarse largos segundos con la vista pegada en él.

Y le fue difícil no ponérselo. De hecho lo hizo, buscó toda la mañana y parte de la tarde, ordenando y asumiendo que el anillo ahí dentro al menos no estaba. Ni en el baño ni debajo de su cama. Mete las manos a los bolsillos jugando con unas basuritas que habían dentro de ellos hasta que siente unos golpecitos suaves en la puerta justo cuando se había sentado en la cama.

Apenas había recordado que Key había vuelto. Era el peor amigo existente.

-      ¿Vas a comer? –le dice desde el otro lado-. Tengo la cena lista.

-      No tengo hambre.

La cabeza rubia de Key se asoma un poco como si estuviera tanteando terreno hasta que le ve sentado con la cabeza gacha y mucho más tranquilo de lo que era antes.

-      Intenta comer un poco –susurra-. ¿Por favor?

-      Me comporté mal contigo.

Y ahí estaba de nuevo.

¿Quién se podía enojar con alguien así?

Le dan ganas de correr y abrazarlo hasta hacerle sentir seguro, pero solo se atreve a caminar hasta quedar frente a él y sonreírle con confianza.

-      Tranquilo, tuviste que soportar mucho más de mi parte, es lo que merezco. Ahora ven a comer para que recuerdes el sabor de algo que no es ramen.

-      Intentaré comer algo.

Se deja arrastrar hasta caer sobre un piso y ver dos platos suculentos que parecían desbordar comida. Probablemente esa porción era lo que había comido durante las dos últimas semanas y no lo que esperaba comer de una sola vez.

-      ¿Lo encontraste?

-      No –susurra, comenzando a comer de a poco-. No tengo idea donde debe estar.

-      ¿Y si se te quedó en Busan?

Mierda, Busan.

De solo pensar en eso, una jaqueca viene a su mente como una puntada directa. Había bebido tanto la última vez que no supo como fue capaz de recuperarse y levantarse al día siguiente sin parecer un zombie.

O quizás lo parecía y él no lo notó.

(Lo peor es que no recordó nunca que hizo, solo que fue algo patético porque Jongin le miraba con pena y le daba palmaditas cada vez que lo tenía cerca).

-      Deberías llamar a tu madre y preguntarle –insiste Key, echándose un trozo de carne a la boca-. Ella te lo guardaría.

-      Hay algo que no sabes.

Agradece que Taemin era un hombre y era imposible el embarazo masculino porque esa era la primera idea que se le hubiese pasado por la cabeza al ver ese rostro de preocupación que puso repentinamente.

-      …¿Qué?

-      Cuando fui a Busan, Jongin y yo…nos emborrachamos.

-      Mierda, qué hicieron.

Conocía a Taemin y había sido el desafortunado en presenciar más de alguna borrachera de su parte. Todas pésimas y denigrantes, siempre hablando de más sin importarle si la gente se quería enterar o no.

Así que…podía entender perfectamente su preocupación. Si es que el pobre de Jongin ya no se había suicidado por no querer saber tanto sobre el sexo homosexual.

-      No sé, solo nos emborrachamos.

-      Quizás ahí te lo sacaste y Jongin lo tiene. Él sabe que es importante.

-      Él es muy despistado, no creo que lo tenga, quizás se me quedó en la habitación.

-      Cuando lo encuentres, si quieres yo puedo devolvérselo.

Y ahí estaba de nuevo.

El solo hecho de que alguien le dijera o le recomendara evitar el contacto con esa persona que él evitaba nombrar, le sulfura. Odiaba que se metieran en su relación, era su sufrimiento, sus lágrimas, su masoquismo.

Y su anillo.

-      No se lo devolveré, él me lo regaló, dijo que era mío.

No es necesario que Key diga algo porque le entiende sin siquiera haber pronunciado una palabra. Seguramente pensaba que se estaba comportando de manera estúpida, irracional e infantil.

Y todas eran ciertas y no quería hacer algo al respecto.

-      Siento mucho lo de hoy, no se volverá a repetir.

-      Da igual, come, estás muy delgado. ¿Has ido a clases, cierto?

Asiente sin mucho ánimo, empujando un poco de arroz que le molestaba a la vista hasta que siente carraspear al rubio, levantando la cabeza y encontrándose con una sonrisa que era capaz de contagiársela. Las cosas habían ido bien en Londres, solo que él, como era el peor amigo del mundo, aún no era capaz de preguntarle algo.

-      Jonghyun volverá, Taeminnie. Ignoraré el hecho de que no me has preguntado solo porque estoy muy feliz de que todo esté saliendo bien.

-      Me alegra saberlo, ya le echaba de menos.

-      ¿Te molestaría si se viene a vivir con nosotros?

-      No, por supuesto que no, es tu casa, hyung.

Excepto que la idea de que Minho era su mejor amigo le hizo erizar cada vello de su piel.

-      Es nuestra casa, no solo la mía. Y ah, de Capuccino también.

El menor sonríe algo triste, empujando un trocito de carne hasta dejarlo caer al piso sin querer. Un “te estoy mirando, Taemin, Capuccino ya comió” le hace volver a concentrarse en su plato hasta que no ve ni un solo mísero grano de arroz.

Probablemente ahora se sentiría mejor con Key teniendo un ánimo más digno, pero por muchas cosas que le hubiese traído ni siquiera el rubio fue capaz de quitarle la ropa de Minho mientras dormía. Parecía pegada a su piel.

(Y sin hablar del dueño, que parecía anclado aún más adentro de su cuerpo).

**

Le vio apenas entró al lugar, con un bolso de la cámara sobre el hombro y su mochila más que cargada en su espalda. Parecía mejor de aspecto y de apariencia; claramente el hecho de vivir con su padre le había influenciado de buena manera. De hecho, desde ahí estaba seguro que podía sentir el olor del champú y no el del tabaco que era tan característico de él.

Come un poco de arroz mientras mira a Taemin de reojo, dándose cuenta que éste aún no notaba lo que le hacía perder la cabeza, lo que no sabía si era bueno o malo.

Había notado que le buscaba sin hacerlo notar, levantando la cabeza cuando entraban a un lugar masivo o volteándose repentinamente cuando iban caminando por el pasillo o pasaban cerca de las zonas de pasto en donde todos fumaban, pero nunca vio a Minho, solo se encogía de hombros y susurraba un “no pasa nada, hyung, creí que me llamaban” , que le hace sentirse más frustrado y desesperado.

Pero ahora que Minho estaba ahí, volviendo al fin a clases y estando en el mismo lugar que ellos, no sabía si era buena idea decirle o simplemente ignorarlo, aunque cuando vuelve a levantar la cabeza, ya no estaba tan lejos como hace un rato, sino que al frente, pegando su cuerpo a la silla que tenían delante.

(Y no, efectivamente no olía tanto a champú como creía, el tabaco seguía apoderándose de su cuerpo).

Y podría describir con mil palabras lo que veía. Desde el momento en que levantó su cabeza y Minho moduló un “Hola Key” que le sacó una sonrisa consoladora, intentando decirle que no lo odiaba; distinto a lo que pasó con Taemin, que apenas se dio cuenta de lo que pasaba, pareció cortar el oxígeno con un solo suspiro.

(Suspiro que Key notó y le hizo sentir ajeno al lugar).

Taemin aún sostenía los cubiertos entre sus dedos, sin pestañear, pero con un pulso tan débil, que sus manos no paraban de tiritar. Él quería reaccionar de otra forma, pero su cuerpo parecía actuar por si solo, sin importarle.

Sin preocuparse de no dejarle en vergüenza en frente a la persona que más odiaba y repelía.

(O que eso intentaba).

-      Hola –susurra Minho, tímido-. ¿Podemos hablar?

-      Que lamentable Choi, pero no tengo tiempo para hablar contigo.

Y así sin más, le ignora, creyendo que el cuento de volver a comer era algo muy creíble. Porque al menos para Key no era nada así.

Pero Minho no se rinde y él lo admira. Ve sus dedos y sus nudillos volviéndose blancos cuando se aferra a la silla, como si estuviera dándose el valor que le faltaba. Al parecer estaba dispuesto a que le escuchara como fuese porque no daba ni la más mínima señal de querer irse de ahí.

(Y él inevitablemente se sintió orgulloso de su tenacidad).

-      No te tomará más de diez minutos, Taemin.

-      No tenemos nada que hablar.

-      Yo sí necesito decirte algo.

Pero le ignora y no le mira. El castaño sigue concentrado en su comida, masticando más de lo debido la carne y ganándose el odio inmediato de Key que no podía entender su actitud.

Le daban ganas de decirle algo a Minho que le hiciera despabilar y provocara que Taemin le mirara con odio y se viera en la obligación de responder, pero no lo hace, solo se queda quieto, incómodo y viendo como las demás mesas comentaban sobre esta pelea que esperaban hace ya bastante tiempo.

Los mismos rumores de siempre, ambos la mayoría de las veces en el ojo del huracán.

-      Taeminnie, si quieres puedo dejarlos solos por un momento.

-      No –responde rápido y seco-. No quiero escuchar a este imbécil, sigamos comiendo.

Pero no le hace caso, no es capaz de comer ni siquiera un bocado a diferencia de él que parecía estar muriendo de hambre justo en ese momento. Estaba seguro de que antes que hubiese llegado Minho, se había quejado de lo incomible que estaba el almuerzo ese día.

-      ¿Por qué ni siquiera me das una oportunidad para escuchar lo que te quiero decir?

-      Te daré diez segundos y empiezan ahora…diez, nueve, ocho…

-      De verdad no me molesta dejarlos solos –interrumpe Key de nuevo.

Pero claramente no le escuchan porque Minho se acerca más con tal de no gritar ni llamar la atención. Él nunca quería ser el que estaba en boca de todos, a diferencia del resto de la gente con la que se relacionaba, especialmente esos que conoció a causa de su madre.

-      ¿Por qué sigues creyendo que estoy con ella? Taemin, yo no estoy con Yuri desde hace demasiado tiempo. Ella ni siquiera estaba en Seúl.

-      Bien, ¿alguna otra mentira que decir?

Key se da cuenta en el acto que Taemin se arrepiente de haber alzado la vista para mirarlo. Nota como su ceño se frunce un poco, pero no de rabia, sino que de frustración, como si se estuviera aguantando las ganas de llorar. Como si ver a Minho por un solo y maldito segundo, le hiciera mandar a la mierda toda esa dignidad de querer parecer fuerte delante de él que le había costado recuperar.

Todo en vano. Todo mínimo al lado de él.

(Y lo peor es que lo entendía tanto que solo baja la cabeza y mira a Minho y luego a él. Tampoco supo como ser fuerte, y tenía claro que nunca lo haría).

-      No te estoy mintiendo –susurra Minho.

-      No te creo.

-      ¿Me crees capaz de jugar de esa forma tan asquerosa conmigo?

-      Eh… sí. Tenemos que almorzar Minho, será mejor que te vayas. De todos modos, lo que digas no te lo creeré.

Se lo dice tosco y sin sentimientos, como si se lo dijera a cualquier persona que le había insultado en la calle y de la que ni siquiera sabía su nombre. Pero lo que más le impacta a Key, no es la actitud de Taemin, era Minho, lo seguro y convencido que estaba de sí mismo y de lo que decía, como si no le entraran balas.

Te admiro, Choi.

-      Necesito que me creas, Taemin –no se rinde nunca-. No te resulta ser el cruel ni el hijo de puta conmigo porque yo no te creo ese cuento.

Dicho y hecho.

Key se levanta de golpe justo cuando las palabras de Minho logran atravesar esa coraza, dando en el clavo con su frase. A Taemin ni siquiera se le ocurre como contratacar, solo pestañea tupido, mirándole a él y luego al alto, como si estuviera a punto de decirle “tú no me dejas solo con él”.

Pero lo hizo y no se arrepintió en ningún segundo desde que salió de la cafetería porque desde lejos pudo notar como Minho parecía acercarse más, mientras Taemin se hundía en la silla, rechazando la idea de dejar de mirarlo.

Si lo hacía, lo haría con ganas, grabando cada trozo de piel que creía que había olvidado a la perfección.

-      Puede que tenga la peor familia del mundo, que sea el peor humano posible, que tenga defectos y me ahogue en ellos, pero créeme, que yo nunca te haría eso. A ti no, Taemin.

-      No quiero tener que ver algo contigo o con tu familia –contraataca al borde de ignorarlo-. Nunca más.

-      Yo no te engañé con ella.

Cuando Taemin deja caer los cubiertos generando un estridente sonido, es más de una cabeza la que se voltea por completo a ver lo que ocurría. Ya no era miradas indiscretas que querían pasar desapercibido, eran personas que querían saber lo que pasaba fuera como fuera.

Porque probablemente se hablaría de eso por el resto de la semana.

-      ¿A qué viniste, Choi? –replica furioso-. ¿Qué pretendes con esto?

-      A engañarte, Taemin. A sacarte en cara que estuve con ella mientras estaba contigo, porque eso me hace sentir mejor –ironiza, alzando la voz más de lo que se hubiese permitido-. ¿Es en serio? ¿Crees que sería tan hijo de puta para venir a mentirte habiendo hecho eso?

-      No sé, ni siquiera te conozco bien.

Empuja la bandeja en el instante en que mira hacia los lados y ve bastantes cabezas mirándoles fijo, murmurando cosas que no le hubiese gustado oír o de las que no tenían derecho porque no sabían nada. Incluso circulaba un rumor de que Minho le había pegado.

Todos unos imbéciles.

Minho aún más.

El alto lo estaba matando cada segundo que seguía ahí y no estaba seguro de cómo seguir soportando su presencia que parecía cada momento más imponente y más avasalladora. Minho estaba mejor que él y eso le destruyó. Darse cuenta que no estaba más delgado como él ni que sus ojeras profundas habían vuelto a aparecer, le hizo asumir que quizás él era el único que estaba sufriendo.

El único que seguía dándole vueltas a ese problema que ya parecía no tener solución.

Cuando el silencio se vuelve demasiado incómodo, más de lo que ya era, siente a Minho carraspear para llamar su atención (como si eso fuera necesario) pidiéndole que fijara la vista en él.

Y él no podía.

No podía caer otra vez.

-      Si quieres olvidarme –susurra-. Hazlo, estás en tu derecho, pero no quiero que sea por algo que yo no hice.

-      ¿Terminaste? Tu olor a tabaco me apesta.

Estaba seguro que hacerse el fuerte no le resultaba, especialmente cuando su brazo con el que se apoyaba en la silla flaquea. Había pensando un millón de veces en lo que le diría cuando se plantara en frente a conversarle, pero todo falló apenas le vio.

Él no era como Taemin que decía que no lo conocía, él sí era capaz de decir lo contrario, de decirle que entendía porqué estaba así y que entendía esa actitud de mierda que estaba teniendo con él.

Minho lo conocía mejor que a sí mismo y Taemin aún no se daba cuenta de eso.

-      No te conviertas en algo que no eres. Nunca serás “el chico malo”, ni el rudo, Taemin. No te amargues por mi, lo menos que quiero es seguir molestándote. Perdón por haber insistido tanto.

-      ¿Listo? Ahora te puedes ir.

-      No, hay algo más.

Por favor, no.

Taemin suelta un suspiro, sintiendo como el nudo de su garganta se agrandaba cada vez más casi impidiéndole respirar. Le hubiese gustado que esta conversación hubiese sido en un lugar más íntimo y sin tantos ojos viéndole, pero no fue así y tampoco podía serlo porque no puedes flaquear Taemin, no puedes.

Pero le era demasiado difícil mantenerse firme si los ojos de Minho se veían demasiado brillosos cuando se acercan más, a causa de sus manos que se apoyaban en la mesa.

Les separaba apenas un metro de distancia, pero para él era demasiado. Era una distancia insoportable, incómoda y angustiante.

En ese mismo orden, cada vez aumentándose más.

-      Me prometí ocultarte esto durante mucho tiempo, ojalá nunca te enteraras, pero si esto te sirve para seguir odiándome y terminar olvidándome de una vez por todas, te ayudaré a que lo hagas, me lo merezco después de todo –sus dedos largos se enredan con su flequillo, despejando ese rostro que Taemin se sabía de memoria-. Yo no quería terminar contigo porque estaba aburrido o porque me parecías “poco” para mi, siempre me pareciste perfecto y lo sigues siendo, pero cuando te pegaron, las cosas cambiaron a un rumbo completamente distinto tanto para ti como para mi, especialmente si mi mamá tenía que ver en eso. Sí, los Choi nacimos para ser unos hijos de puta, ¿no?

No podía ser.

Por favor que sea mentira.

Que Minho me esté mintiendo, por favor.

Pero no era así. El alto le miraba desde la misma distancia esperando una reacción dramática seguramente en donde le pegaría una cachetada y le diría cientos de “hijo de puta”, pero él solo se queda ahí en la silla, quieto, tragando palabra por palabra y decodificándola en su cerebro que parecía apenas funcionar.

“Los Choi nacimos para ser hijos de puta, ¿no?”

-      ¿Sabes qué? –escupe sin pensar, enfureciéndose-. No creo que sean unos hijos de puta…creo que son la peor mierda que puede existir en este mundo.

Fue lo primero que pensó y en lo primero que se arrepintió.

Eran las palabras que hubiese evitado ante cualquier circunstancia, pero al desesperarse y angustiarse por no querer llorar, no pensó en nada mejor.

De hecho ese había sido el problema, en que no pensó.

-      Bienvenido a mi mundo –Minho se cuelga de nuevo la cámara y le mira mordiéndose el labio inferior demasiado fuerte como para no notar que algo extraño le pasaba-. Nací siendo mierda y moriré siéndolo.

-      ¿Es todo? –le grita sin querer hacerlo-. ¿Terminaste de destruirme? ¿ahora debería llorar?

-      No, solo deberías asumir que fui el peor error de tu vida.

Cuando Minho retrocede, caminando rápido hacia la salida, se genera un silencio sepulcral en toda la cafetería. Decenas de miradas se movían de un lado a otro, hasta fijarse en Taemin que miraba la bandeja de la comida hipnotizado.

Nadie se movía, nadie era capaz de decir algo.

Pero cuando el castaño se levantó rápido y la empujó contra el piso, el estruendo del plato al quebrarse, hizo que varios le miraran asustados y se movieran a un lado cuando caminaba hacia la salida.

Nadie fue capaz de decir algo o de susurrar un nuevo rumor.

Solo unos pocos, se dieron cuenta que las lágrimas de Taemin ya apenas le dejaban respirar.

**

Lo odiaba.

Lo odiaba tanto que ni siquiera sabía como debía comportarse cuando lo tenía cerca, cuando aparecía en su radio de visión o cuando su aroma parecía inundarle hasta lo más profundo de su ser. Le molestaba su presencia, que le mirara de esa forma que le hacía sentir mínimo y que hubiese tenido el valor de acercarse a pesar de lo mal que le trataba, a pesar de que él siguiera buscando las mil y una forma de quitárselo de encima para poder olvidarlo y superarlo.

(Si es que en algún momento eso sería posible).

Tira la mochila con fuerza encima de su cama, espantando a Capuccino que parecía dormir su décima siesta del día. Quizás Key tenía razón y tenía que acabar con todo de una vez, quitando las cosas que le recordaban a él y que aún parecía guardar con tanto cuidado.

-      Te odio, Choi Minho.

Se deja caer en la cama, quedando boca arriba y rascándose el flequillo frustrado.

-      Te odio mucho –vuelve a susurrar.

Y eso, solo eso, le hace meter la mano entre las sábanas y jalar la camiseta que era del alto y que él se empeñaba tanto en usar. Apoya su nariz contra ella, dándose cuenta que ya no quedaba ni el más mínimo olor de Minho.

Nada, como si se la camiseta siempre hubiese sido suya.

Pero tiene tanto la necesidad de pegar la nariz contra algo suyo, que se levanta y abre el cajón correcto sin siquiera equivocarse porque ese era en el que más ponía cuidado y en donde todas las cosas de Minho estaban escondidas de las manos intrusas de Key. Tiene un polerón, unos calcetines con los que dormía y de los que el rubio no estaba enterado que no eran de él, y también un chaleco, su favorito.

Tanto de él como de Minho.

Todos con su perfume intacto que le hicieron soltar un suspiro y cerrar los ojos apenas lo pegó a su nariz. Tenía ganas de hacer eso desde que lo tuvo en frente, mirándole y suplicándole de una forma que nunca creyó ver.

De una forma que casi le convence y le hace querer levantarse y abrazarlo por horas ojalá. Delante de todos, sorprendiéndolos y sorprendiéndolo a él.

Sorprendiéndose a sí mismo de que ya hubiese pasado tanto tiempo y aún no hubiese caído.

Pero no lo hizo, solo estaba ahí, acostado de espaldas, con el chaleco pegado a su nariz, mientras una mano inconscientemente bajó hasta el botón de su pantalón.

Un movimiento y ya podía sentir su piel.

Taemin no era de los que se masturbaban mucho. Lo hacía cuando tenía ganas o cuando estaba tan nervioso el día anterior de una presentación, que buscaba la forma de concentrarse en otra cosa. Pero ahora cuando baja el cierre de su pantalón, no lo hace porque quiere relajarse, lo hace porque lo necesita. Porque la voz de Minho parece atrapada en su tímpano, jugando con sus sentimientos y con sus sensaciones. Todo a la vez.

Si fuera por él, no estaría haciendo esto, pero qué mierda, si quería olvidarlo lo haría con ganas y disfrutaría hasta el más último segundo con su recuerdo, empeñándose que aún no fuera a desaparecer. Su mano entra con calma hasta rozarse a si mismo, encorvando un poco la espalda por sus dedos fríos y apretando el chaleco contra su rostro.

Mierda, se sentía demasiado real.

Podía imaginar que estaba ahí y que no era su mano la que le tocaba, sino que la de Minho.

Nunca había entendido por qué la mayoría de la gente se empecinaba en hablar y recordar tanto su primer amor cuando él ni siquiera había pensado en quién se había tratado. Pero ahora sabía y lo tenía más que claro y asumido, y era terrible. Demasiado para ser real, demasiado para recordarlo por el resto de su vida. El solo hecho de imaginar una situación en que alguien en un par de años más le preguntara “¿Y cómo fue tu primer amor?” la sola idea de pensar en esa respuesta era tétrico. No porque no quisiera hablar sobre la mala experiencia en que se convirtió, sino que no quería compartir a Minho con nadie, solo lo quería para él.

Algo tonto, pero necesario.

Siente su pulgar alrededor de la punta, esparciendo los primeros asomos de su fluido, contrastándose con el frío de su mano. Se sentía sucio y repulsivo, pero inevitablemente se estaba relajando y el nudo de su garganta ya no subía, impidiéndole respirar.

Conseguiría olvidarlo, fuese como fuese.

Abre los ojos bajo el chaleco, imaginándose a si mismo con los pantalones abiertos, desastroso, excitado y con la mano dentro de su bóxer, viéndose completamente desesperado y necesitado. Casi erótico.

Casi.

Porque solo Minho hubiese hecho la palabra completa.

Inevitablemente recuerda cuántas veces le tocó. Cuantas veces él inició todo, abriendo el cierre de su pantalón y metiendo su mano rápida porque Minhonoaguantomástenecesito. Palabra tras palabra, una más desesperada que la otra. El alto le decía que se tranquilizara, pero él nunca pudo. Nunca pudo decir que no, nunca pudo contenerse de su dosis diaria. De su dosis de Minho que nunca creyó que llegaría a su fin. Recuerda cuando Minho le decía que era su turno y él no podía, se sentía inútil, como si su cuerpo no fuera capaz de reaccionar cuando le ponía un dedo encima porque disfrutaba demasiado. Más de una vez se preguntó cuantas personas habían pasado por esto y nunca fue capaz de llegar a un resultado porque sus dedos largos se lo impedían, le hacían abrir más las piernas y encorvar la espalda porque la electricidad apenas le dejaba respirar. Minho le acariciaba mientras le besaba y susurraba palabras de amor contra sus labios, para hacerle aguantar, para hacerle explotar desde la más mínima fibra inexistente de su cuerpo.

Minho siempre se había encargado de despertar lugares nuevos que creía no conocer. Él nunca pudo.

Es capaz de escuchar su voz caracoleando en su oído y susurrando un aguanta, Tae que le hace gemir despacio y encovarse y prometerle a su imaginación que así sería, que aguantaría como si él estuviera ahí. Le da ganas de suplicar, pero se da cuenta que su mente estaba yendo demasiado lejos y le estaba haciendo alucinar como si sus dedos no fueran los suyos, sino que los de él.

Aunque se sentía tan bien.

Pero Taemin no quiere aguantar, no quiere contenerse porque es injusto que le siga haciendo caso hasta en sus pensamientos. Él era Lee Taemin, y nunca se había denigrado por alguien, nunca se había aguantado ni había suplicado por alguien más que él, así que no lo haría. La mano que sostenía el chaleco actúa por si sola, despegándose de su trabajo y entrando por su pantalón al igual que la otra, solo que esta tomaría un rumbo distinto.

Si iba a tener un último orgasmo a causa de Minho, tendría que ser el mejor.

(Y admitía que esto nunca lo había hecho y se sentía sucio, pero cuando uno de sus dedos rozó su entrada, el gemido salió automáticamente de sus labios, haciéndolo suspirar y agitarse a la vez).

Todo lo que Taemin sentía, lo hacía pensando en Minho. Pensando en sus dedos masturbándolo y en sus dedos preparándolo para lo que venía. Es capaz de imaginar los susurros contra sus labios y la forma en que rodearía su cuerpo con sus largas piernas. Probablemente se reiría de su rostro y le diría que es el ser más hermoso que existe en la Tierra y él se derretiría de solo oírlo.

Un dedo entra y él gime su nombre. Un Minnnnnhoque le deja con los labios húmedos y entreabiertos, acompañados de su respiración entrecortada.

-      Mierda, mierda, mierda.

No podía creer lo que estaba haciendo y lo bien que se sentía mientras creía que no era su mano sino que la del alto. Toca sus testículos, primero uno y luego el otro, mientras un nuevo dedo comenzaba a entrar en él. El frío de su piel le hace reaccionar, retorciéndose un poco,  aún sin ser capaz de llegar a ese punto que le haría llegar rápido al orgasmo.

(Y del que tampoco estaba seguro de poder llegar sin ayuda).

Las caricias se expanden por todas partes de su cuerpo, haciéndolo soltar cortos y suaves gemidos y sintiendo como el calor se concentraba en sus piernas hasta recorrer todo el resto de su cuerpo, fibra tras fibra.Los dedos siguen entrando, uniendo uno más y obligándose a detenerse porque no estaba seguro de cómo seguir soportando esto.

Taemin encoge su cuerpo, recostándose de lado y jalando un poco más abajo los pantalones. Se acaricia por debajo de los testículos, recordando que esa era la zona en la que tanto hincapié ponía Minho y que le hacía gemir como un loco.

(Agradecía que oyera a Capuccino llorar afuera de su puerta porque si estuviera ahí dentro nada de eso hubiese ocurrido).

-      Mierda, Minho, mierda.

Cuatro semanas soportando. Cuatro semanas que parecen demasiado eternas y le hacen pensar que cada día es un año nuevo. Una descarga eléctrica que le recorre por la columna y le hace retorcerse y gemir ahogado, difuminando la perfecta imagen de Minho.

Con sus dedos entrando y saliendo le cuesta recuperar el control sobre sí mismo, flexionando más sus piernas y logrando llegar aún un poco más adentro.

Pero no aguanta un poco, Taemin aguanta mucho. Aguanta más que cualquier otra vez que se masturbó o que Minho le hizo suplicar. Aguanta tanto que está seguro que cuando termine, todo se acabará con su propio llanto porque no podrá soportar ser capaz de masturbarse solo con su imagen a pesar de todo el daño que le había hecho.

Pero la voz de Minho en su mente, hace que lo imposible sea posible.

“Siempre me pareciste perfecto y lo sigues siendo”.

El orgasmo le sale desde lo más profundo de su ser. Distinto a los demás porque no sabe ni donde empieza ni donde termina, solo gime tan fuerte que apenas es capaz de quitarse los dedos a si mismo o dejar de tocarse. Siente como su ropa interior se mancha y como el líquido caliente se esparce entre sus dedos haciéndolo sentir más sucio, pero aún gimiendo desde el fondo de su cuerpo creyendo que se desarmaría junto al orgasmo. Escucha la voz de Minho en lo más profundo de su oído, felicitándolo y diciéndole lo orgulloso que estaba de él, que era el mejor de todos.

Que era su Taemin favorito en el mundo.

No tiene fuerzas cuando se levanta. Le es difícil sentarse y ver el desastre en que se había convertido y solo por su perfume, por su maldito olor.

El chaleco cae sobre sus rodillas y él se queda largos minutos mirándolo hasta que los maullidos de Capuccino le hacen salir de sí.

Todo por Minho, todo para Minho.


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