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Imán por Carito_d

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Notas del capitulo:

Holi u3u sé que nos demoramos un montónnnnnn, pero lo siento, la universidad me está explotando u_u ya tenemos buenas nuestras manos y todo eso <3 creí que el capítulo estaría mucho después, pero justo lo terminé así que decidimos subirlo altiro :3 para la gente que pide 24 de Abril, tendrá que esperar un poco porque ahora subiremos un oneshot de WGM y de ahí el capítulo <3 y eso :3 lean y desquítense :3 

 

Chai, mis amores u3u

 

P.D: si no entienden que chucha pasa y lo que leen está en cursiva, es porque es un recuerdo. 

Minho llamó a Taemin hasta que sus dedos se acalambraban y su oído se aburría de escuchar el monótono sonido de la línea. Probó en la mañana, en la tarde, a la hora de las comidas, pero en ninguna obtuvo respuesta. Solo un profundo y eterno silencio.

Pero cuando se encontró con Key y obtuvo un resultado parecido al de él, apenas pudiendo hablar con su madre, se dio cuenta que sería mejor ir a Busan directamente.

No sería un viaje eterno y valdría mucho la pena sabiendo que podría verlo y estar un rato con él.

(Se había vuelto un cursi de mierda, pero dos semanas sin haber tenido contacto con él ni una sola vez, era algo que salía de sus límites).

Aparte que el viaje ya no se le hacía tan eterno cuando iba en tren, fotografiando a la gente cuando se aburría o a cualquier cosa que se le cruzaba por en frente con tal de no darse cuenta que siempre, inevitablemente, todo le hacía sentirse nervioso. Cuando la distancia cada vez era más corta, las mariposas en su estómago comenzaban a revolotear y él se rendía de querer controlarlas porque sabía que la única forma en la que se detendrían era teniendo al que las provocaba en frente de él. Sonriéndole. Demostrándole que nada malo ocurría, sino que su celular simplemente había muerto y no se trataba de una técnica de evitarlo.

No estaba preparado para verlo triste, pero también sabía que dos semanas después de la muerte de su padre, seguía siendo demasiado poco tiempo.

(Y sentía que sus brazos ya estaban preparados para abrazarlo por horas eternas y tardes infinitas).

Cuando se baja del tren, las mariposas se alborotan más y él camina rápido porque empieza a entrarle la desesperación por verlo. Reconoce las caras de la misma gente en varios lugares y toma un taxi sin dudar ni un segundo en la dirección. Busan, increíblemente, se había convertido en algo así como su segundo hogar.

Pero cuando llega frente a su casa, se desespera más y más porque Capuccino jugaba afuera del antejardín, mordiendo el pasto y escupiéndolo cuando le molestaba. Las cosas comenzaban a hacérsele familiar y Taemin no estaba por ningún lado aún. Ni tampoco se deja ver cuando Minho se agacha y acaricia el gato, sacando ronroneos y movimientos de cola que chocan contra sus piernas.

Y diez minutos fueron suficientes para verlo. Para sentir una sombra sobre él que le hizo levantar la vista y encontrarse con un Taemin que no le miraba con una sonrisa de alegría ni con sus usuales ojos brillantes, sino que casi como impactado. Como si no fuera una buena idea que se hubiese aparecido por ahí.

A Minho le cuesta levantarse y saber como reaccionar cuando el castaño solo atina a besarlo corto y torpe después de haberle dicho un “sorpresa”, que no sonó con tanto ánimo como tenía planeado.

Al parecer dos semanas, eran nada, comparadas con toda la pena que Taemin aún guardaba en su interior.

-       ¿Qué haces aquí?

-       No me contestabas, quería saber cómo estabas así que vine.

Minho le besa las mejillas hasta casi rozar su oreja y Taemin solo atina a afirmarse de sus hombros porque no recordaba que alguien pudiera expresar tanto amor como conseguía hacer el alto.

Tanto amor que hacían que sus pensamientos perdieran su rumbo y la necesidad de que su relación tuviera sentido, dejara de existir.

-       Lo siento, perdí mi teléfono.

-       ¿Estás bien?

No.

Taemin asiente suave intentando sonreír y siendo él el que se acerca a darle un beso igual de corto que el primero. Uno que a él le hace sentir inquieto y a Minho satisfecho.

Caminan tranquilos hasta la cocina, en donde Minho toma un largo trago de jugo ante la atenta mirada de Taemin que no le quitaba los ojos de encima ni por un segundo. Como si estuviera volviendo a conocerlo.

Pero cuando sus dedos se vuelven a entrelazar, es él el que siente la necesidad de separarlos cuando se sientan en el patio, sobre la mecedora. Procura que su pierna no toque la de Minho y que el alto no le abrace porque no lo soportará.

Porque todo lo que se había propuesto y había logrado construir, con un solo toque, un solo roce, y todo se iría a la mierda.

-       ¿Pasó algo malo?

Las piernas de Minho se encogen sobre la mecedora, sentándose de lado, dejando la mirada fija en él.

No era necesario que le mintiera. Nunca lo había sido. Minho parecía tener un radar que le decía cuando las cosas iban mal.

-       Tenemos que hablar.

(Pero a veces a Taemin le daban ganas de que no tuviera ese don. Que justo ahora él no hubiese sido tan obvio y hubiesen podido aprovechar de querer aunque fuera un poco más).

-       ¿Pasó algo malo?

Y solo obtiene silencio. Taemin sube una pierna y apoya su mejilla contra ella, pensando una y otra vez si estaba bien en lo que había decidido. En las conclusiones que había sacado cuando no lo tenía cerca. Cuando se creía capaz de pensar.

-       ¿Taemin?

-       Lo he estado pensando toda esta semana y…

-       ¿Y?

-       No volveré a Seúl.

Era imposible que dijera que no le dejó un poco pasmado, porque sí lo había hecho por mucho que hubiese asimilado esa situación antes. Había asumido que eso era lo más correcto por hacer en su situación, especialmente si su madre lo necesitaba con ella.

Pero cuando Minho aún asimilaba la frase, llegó otra, mucho más fuerte, que le hizo temer y voltearse rápido, como si quisiera esconderse. La voz de Taemin suena segura, al contrario de los latidos de su corazón que parecían comenzar a detenerse.

Seis palabras que hicieron que su piel se erizara y que provocaron que se arrepintiera de estar ahí.

Seis palabras que le hacen querer levantarse y correr. Correr tanto hasta olvidar quién era. Quién era y a quién le pertenecía su corazón.

-       No creo que podamos seguir juntos.

Siente la tranquila respiración de Taemin chocar contra la pierna con la que se sostenía, mientras él intentaba hacer que las cosas calzaran y tomaran un sentido que parecía fallarle ahora.

-       ¿Lo dices por la distancia? –le pregunta entorpeciéndose con sus propias palabras-. No es tanto, no es algo que debería separarnos… ¿no?

-       No es solo eso.

-       ¿Entonces qué?

-       Lo siento, la última vez que nos vimos no lo pensé. Yo solo necesitaba cariño y olvidé todo lo que nos había pasado.

-       ¿Y yo, Taemin? –su voz inevitablemente se eleva haciendo que el castaño lograra mirarlo por mucho que lo evitara-. ¿No has pensado en lo que necesito yo?

Lo evitaba. Y solo por eso conseguía ser capaz de decirle esas palabras.

Intenta pensar en otras situaciones, pero ninguna le llena. Ninguna evita que quiera llorar y que quiera decirle que no le escuche, que está mal, que es un idiota y que no quiere terminar con él. Que él no quiere. Que solo está haciendo lo que su mamá le pide. Pero no se lo dice, le dan ganas de preguntarle qué es lo que necesita para poder hacerlo feliz, pero no lo hace solo porque él no debía hacer eso.

Tienes que alejarte de él, Taemin.

(Solo que nunca fue capaz de hacerlo. Ni las tres veces que intentó llegar a él).

Cuando lo vio, supo de inmediato que tenía que conocerlo. Le habían costado dos años para notar su presencia, pero cuando lo hizo, supo que había valido la pena. Que lo conocería como diera a lugar y por mucho que Key se negara a ayudarlo, repitiéndole una y otra vez que tenía novia.

Con suerte le dijo su nombre. “Se llama Choi Minho y será inalcanzable para ti, así que deja de mirarlo de esa forma”.

Solo que él nunca pudo.

Le gustaba mirarlo de pies a cabeza cuando se lo encontraba en cada rincón de su universidad. En los pasillos, en la cafetería y en los patios, cuando a veces le veía fumar. Incluso una vez le sostuvo la puerta, casi chocando con él cuando entraba al baño.

Cada situación más cotidiana. Cada situación más tentadora.

Solo que la primera vez que decidió acercarse y hacerle frente, fue un verdadero fiasco. Su plan se fue a la misma mierda porque no tenía los dotes de la actuación en sus venas, y porque pegarle en el hombro repentinamente y confundirlo con Key, cuando todos sabían lo distintos que eran, era una pésima idea.

Pero que intentó al fin y al cabo.

Lo que obtuvo como resultado solo una mirada extraña de parte de Minho, casi frunciendo el ceño, para seguir caminando como si nada hubiese pasado.

Pésima idea. Estúpido Taemin.

La segunda vez podría decir que fue mucho mejor. Por no decir, que tuvo un éxito rotundo. Había pensado una y otra vez en cómo acercarse a él, hasta que le llegó un rumor sobre una fiesta a la que la mitad de la facultad iría.

Incluido Key. Que fue el que le avisó que Minho estaría ahí.

Recuerda que cuando entró a la casa de la cumpleañera, que no tenía idea siquiera de su nombre, el olor a tabaco le hizo toser, al igual que el humo de otras sustancias que le dejaron un poco ido.

Tomó dos cervezas enteras antes de verlo. Y cree que si hubiese habido una tercera, la situación se hubiese convertido en una mucho mejor.

Taemin se acercó a Minho después de cinco minutos de no quitarle la vista de encima. El alto andaba con unos pantalones oscuros y demasiados ajustados para su imaginación, y con una camiseta holgada a la que le daban ganas de meter las manos bajo ella.

(Lo que tuvo que contenerse mucho de hacer cuando lo tuvo en frente).

-       Hola –Taemin se acerca justo en el momento en que lo ve solo, caminando rápido hacia él-. ¿Te acuerdas de mi?

-       ¿Qué? –le grita-. No te oí.

Minho olía a tabaco por todos lados. Su camiseta, su piel y mucho más su cuello, cuando lo tuvo cerca de él, a pocos centímetros de su boca, buscando oírlo.

Era demasiada cercanía para él. Más de lo que esperaba tan pronto.

-       Que si te acuerdas de mi- le dice cerca de su oído, pegando su lata de cerveza a su piel-. Chocamos el otro día.

-       Ah, sí. Pero tú chocaste conmigo, no yo.

Maldito.

Desde ese maldito segundo Minho empezó a jugar con él.

Taemin se separa lo suficiente para mirarlo a la cara y fijarse en cómo sonreía y en como sus labios parecían fundirse con la boca de la botella de cerveza.

Todo era demasiado para él. Minho era demasiado para él.

Y él sabía eso.

Quizás ya todos sabían su debilidad por él.

(Y lo peor es que él sentía muchas ganas, en ese preciso minuto, de ser esa botella y fundirse junto a él).

-       Lo siento por eso –titubea-. Me llamo Lee Taemin.

-       ¿¡Cómo!? –se vuelve a acercar, irrumpiendo su espacio-. No te oí.

-       Me llamo Lee Taemin. Tú eres Minho, ¿verdad?

-       ¿Quién es Minho? me llamo Jonghyun.

Odiaba a Key. Con su vida.

Taemin se vuelve a separar y Minho vuelve a beber otro trago de cerveza sin quitarle la vista de encima. Sin dejar de mirar cada trozo de su piel como si fuera la primera vez que le viera así de cerca.

Porque así era.

Solo que él no sabía como actuar frente a él. Se sentía demasiado tonto. Y nervioso, sobre todo nervioso.

-       Pensé que te llamabas Minho.

-       Te informaron mal.

Y otra vez bebe cerveza. Otra vez le deja la garganta seca y otra vez vuelve a aparecer ese deseo de ser un objeto inanimado.

-       ¿Te gustaría bailar?

-       ¿A mi? ¿contigo?–le pregunta casi atónito-. Yo no bailo con hombres.

-       ¿Solo esta vez? –insiste sin cansarse-. Soy bailarín, ¿sabes?

-       Algo he oído sobre tu fama en la facultad.

Le dan ganas de preguntarle sobre que fama habla, pero se obliga a si mismo a concentrarse en su plan inicial.

-       ¿Entonces? ¿te gustaría bailar conmigo?

-       ¿Y por qué quieres bailar conmigo… Lee Taemin?

Si todos le decían su nombre de esa forma debía ser pecado. Porque está seguro que Minho se lame los labios cuando lo llama y se agacha un poco más, haciendo que su respiración chocara con sus labios.

Estaban demasiado cerca para ser cierto.

Demasiado cerca para no pensar en esas cosas que nunca creyó que podrían hacerse realidad.

Y cuando Taemin se da cuenta de eso, se atreve. Se atreve mucho. Tanto así que Key no estaría orgullo de él.

-       No sé, quizás –se acerca a su oído, casi llegando a que sus labios rozaran su lóbulo-. Podríamos divertirnos un poco.

-       Pero yo tengo novia.

(Sin embargo, a pesar de eso, no había retrocedido ni un solo milímetro).

-       No vamos a hacer nada malo, ¿o sí? Solo vamos a bailar.

-       Oh que pena, te creía más rebelde.

Lo odiaba. Lo odiaba tanto que le daban más ganas de besarlo y más ganas de meter sus manos bajo su camiseta. Porque no solo era él el que quería jugar.

Ahora eran ambos.

Y eso conseguía hacer todo mucho mejor.

-       Eres muy bonito, ¿sabes? Si fueras gay ni siquiera estaríamos conversando.

-       ¿Te puedo decir algo?

Mierda. Mierda. Mierda.

Había arruinado todo.

Todo lo que había conseguido por sus propios medios, lo había mandado a la real mierda.

Minho vuelve a acercarse a pesar de su cara de estupefacción, colocándole una mano sobre su cintura, pegando su boca a su oreja.

-       Era cierto que me llamo Minho –puede sentir la humedad de sus labios, pegándose a su piel-. Nos vemos, Taemin. Tú también eres bonito.

Y él lo era demasiado para ser humano.

El tacto de su mano en su cintura fue algo que nunca fue capaz de olvidar. Algo que le hizo suspirar por días enteros  y convencerse de que tenía que seguir con su plan.

Taemin nunca fue capaz de sacarse a Minho de la cabeza.

(Y Minho tampoco a él).

El viento de Busan era algo que Taemin siempre había odiado desde pequeño. Le hacía encogerse, levantar el cuello de su chaqueta y soltar un escalofrío por todo su cuerpo. Pero ahora no era eso, era algo mucho más adentro. Algo que le hacía sentir frío desde lo más profundo de sus órganos.

Como si estuviera congelándose en vida.

Siente la respiración débil de Minho a su lado, como si de alguna forma se estuviera conteniendo de botar el aire. De meter ruido o simplemente existir.

-       ¿Qué te hace pensar que va a funcionar ahora? –Taemin es el que rompe el silencio, diciendo las palabras tal cual había pensado durante toda la semana-. No funcionó la primera vez, tampoco la segunda, no estamos destinados a estar juntos, ¿entiendes?

-       ¿Y qué te hace pensar que ahora no está funcionando? Ni siquiera nos ha pasado algo malo.

-       No quiero tener una suegra que cree que soy una perra.

Se lo dice de una vez y sin anestesia.

Y justo en el momento en que es capaz de verlo y de notar cada reacción y cada cambio en su sonrisa, sus ojos y sus cejas. Todo es distinto. De cómo pasa de ser la persona más triste del mundo a la más decepcionada.

(Lo que le hizo sentir peor persona aún).

A Taemin le dan muchas ganas de abrazarlo, pero solo se queda en el intento. Porque después de todo, él era el único culpable de lo que estaba pasando ahora. El único que estaba rompiendo su maldita burbuja que les hacía escaparse de la realidad.

-       ¿Qué estás diciendo?

Su suave susurro hace que un trozo de su cuerpo comience a romperse internamente, dañándolo y haciéndolo sufrir más de lo que tenía pensado.

Cada frase que había dicho la había premeditado cuando había estado solo. Cuando iba a ver a su padre o cuando solo se quedaba en el mismo lugar de ahora, asumiendo lo mal que estaban.

Lo irreales que eran en el momento de mantener una relación que ya no era posible.

Y ahora, ya no había opción de seguir en lo mismo. Él quería dar vuelta la página. Recordar como era el antiguo Taemin y no el Taemin que nació cuando Minho había aparecido. Quería seguir siendo el antipático y fiestero de antes, no quería que todos lo reconocieran en la facultad como el emocional.

Como el enfermizo por estar con su novio.

Porque eso era.

Estaba enfermo por Minho.

-       No soy la clase de persona que tu mamá espera para su hijo. No tengo tanto dinero, tengo una familia humilde que no es famosa y un padre muerto. Soy el peor para ti.

-       ¿Por qué me estás diciendo esto? Son cosas que nunca me han importado. Taemin, de qué hablas.

-       No quiero que tengas problemas con ella, no quiero que me paguen con dinero para dejar de verte…yo… yo no quiero que…

Y no pudo más.

No pudo terminar lo que había planeado ni tampoco recordar las palabras exactas porque sus lágrimas no le dejaban soltarlas. Simplemente parecían atrapadas entre sus labios, impidiéndole respirar.

Pero Minho no le consuela. No siente una mano por sobre su hombro, ni un abrazo desesperado, sino que solo estaba ahí, quieto, con la vista pegada al pasto cuando él solo necesitaba un abrazo.

Un maldito abrazo suyo.

(Y que nunca llegó).

-       ¿Te intentaron pegar de nuevo?

Niega, a pesar de que en ese momento se sentía como si le estuviesen dando una paliza por dentro.

-       Fue a hablar conmigo.

No es necesario que le aclare quién porque Minho entiende rápido. Más de lo que le hubiese gustado.

-       ¿Qué hizo? –vuelve a preguntar en el mismo tono casi inaudible.

-       Cuando estaba en Seúl…fue al departamento de Key hyung –solloza, intentando tranquilizarse a si mismo-. No quiere verme más contigo… y me ofreció dinero para dejar de hacerlo.

Pero Minho no llora. No parece destruido como él ni tampoco intenta tranquilizarse. Solo está ahí, sentado, con las piernas un poco abiertas y estiradas. Casi como si estuvieran hablando de cualquier cosa y no de una relación que les incumbía a ambos.

Que a ambos les había cambiado la vida.

-       Destruí tu vida y… -Taemin se hace el valor de mirarle como si eso sirviera de incentivo para que el alto reaccionara-. Minho…yo no quiero destruirla más.

Y lo hizo.

Vio sus movimientos en cámara lenta. Sus piernas encogerse y sus manos abriéndose para tapar su rostro entre ellas.

Por favor, no llores. Te ruego que no lo hagas.

-       No la destruiste, Taemin, hiciste todo lo contrario.

Se deja caer a su lado en la cama, mientras el castaño desenredaba sus piernas entre las de él. Se pasa la mano por su frente, subiendo su flequillo y secando restos de sudor, hasta que siente una risita a su lado que le hace voltearse con el ceño fruncido.

No era una simple risita. Era una risa de verdad, solo que Taemin se tapaba la boca para no dejar escapar una carcajada.

-       ¿Y a ti qué te pasa? ¿te volviste loco?

-       No –voltea un poco la cabeza y le mira, quedando tan cerca que casi une sus ojos en uno solo-. Nada.

Pero no podía parar de reírse.

Minho se sienta, llegando casi al punto de enojarse, porque no entendía que le pasaba. O se estaba acostando con una persona con cierto grado de locura o Taemin se estaba burlando directamente de él.

-       Estoy hablando en serio.

-       Y yo –se burla-. ¿Qué te pasa? ¿no me puedo reír?

-       ¿Qué persona se ríe cuando acaba de tener sexo?

-       Lo siento –se vuelve a tapar la boca, sin dejar de reír-. Lo siento, no puedo evitarlo.

-       ¿Hice… algo mal?

Minho piensa en cada segundo en que lo hicieron y Taemin en ningún minuto pareció quejarse o poner una mala cara, sino que todo lo contrario. Cada vez parecía estar más en éxtasis.

-       No hiciste nada malo, te lo juro.

El castaño se sienta sin pudor a su desnudez y le acerca desde la nuca, besándolo despacio. Casi como hacían los novios de verdad y no lo que eran ellos en eso momento.

Esa relación prohibida de la que casi nadie estaba enterado.

-       ¿Qué te parece tan gracioso? –insiste, aún con el ceño algo fruncido.

-       Nada, estoy feliz, estuvo bueno.

Pero Minho no le cree y solo cruza los brazos, quedándose en silencio, mientras Taemin apoyaba la cabeza en su propio hombro, descansando.

Ambos desnudos, ambos mirándose sin ninguna gota de vergüenza.

-       ¡Minho! –le grita nervioso-. Te estoy diciendo que estuvo bueno, que me gustó, que lo disfruté. No me mires así.

-       ¿Estuvo tan bueno… que te da risa?

-       Sí –vuelve a reír-.

-       Eres muy raro, Lee Taemin.

Pero el castaño vuelve a acercarlo de la nuca, mordiendo su labio inferior y jalándolo un poco para hacerlo sufrir.

Y un susurro fue suficiente para que Minho asintiera y comenzara a colocarse nuevamente sobre él, acatando de inmediato a su “quiero hacerlo de nuevo”.

Solo que cuando terminaron, no fue Taemin el que ahora no pudo parar de reírse.

-       Pero ella no piensa igual.

Minho sale de su letargo justo cuando Taemin toma una bocanada de aire y se limpia las lágrimas, con la manga de su polerón.

Sus manos parecían estar muertas porque por mucho que quisiera hacer algo, su cuerpo no quería reaccionar. Se negaba a ayudarlo. Se negaba a que siguiera haciéndose daño cuando Taemin era el que estaba terminando con él.

Contente. Contente. Contente.

Él necesita que pares.

-       Ella nunca me ha importado. No es mi mamá. Es lo que más se aleja de una.

-       Yo…-titubea-. Yo no quiero estar contigo y pensar que cada vez que salgo a la calle me puede pasar algo… no quiero.

-       Estás en todo tu derecho.

Taemin observa cada movimiento de Minho, grabándolos en ese rincón de recuerdos que nunca pretendería olvidar.

Sus manos, sus pestañas chocando rápido como si fueran a atrapar lágrimas y la torpeza con la que pasaba la manga de su chaqueta por su rostro.

Todo de él. Incluso las cosas en las que nadie le ponía atención.

-       No volveré a Seúl, supongo que eso hará todo más fácil.

-       No tienes que cambiar tu vida por mi. No creo que siga en Corea cuando termine la universidad, así que… no nos veremos más.

Sonaba demasiado drástico para ser cierto. Y demasiado injusto para ser real.

Taemin no quería terminar con él. Nunca hubiese tomado esa decisión por muy necesaria que fuese, hubiese buscado una forma de arreglar sus problemas y de que la relación siguiera firme, porque sabía que lo podían lograr, pero cuando era algo externo, ya no sabía que hacer. Taemin ya no temía tan solo por él, sino por lo que incluso podía pasarle a Minho si seguían juntos.

Y eso, era algo que no sabría como soportar.

Taemin mira de reojo las manos de Minho y toma una de ellas entre las suyas. Por un momento pensó que el alto se opondría, pero cuando sus dedos se relajaron y se dejaron acariciar, Minho suspira.

(Y está seguro que  en cada bocanada de aire, se le hace más difícil respirar).

-       Siento mucho que hayas viajado tres horas para esto.

-       No vale la pena que te disculpes por eso, yo debería ser el que te debería pedir perdón por muchas cosas más. Ni siquiera sé por donde empezar.

-       No digas eso –enreda sus dedos con los de él y le acaricia el torso de la mano con su pulgar-. Tú no me has hecho nada como para pedirme perdón.

-       ¿Crees que mi mamá no es la excusa suficiente para eso?

Sí, y lo era tanto que por eso estaba pasando esto, solo que le parecía demasiado duro e irracional decirle eso, sabiendo que tendría que vivir con ella por el resto de su vida. Por mucho que la evitara, seguiría siendo su madre.

-       Lo siento, si seguimos con esto será siempre igual.

-       Fue demasiado bonito para durar para siempre.

Cuando siente la cabeza de Minho apoyarse en su hombro, Taemin cree morir. No por el hecho de que le estuviera tocando, sino que era netamente porque Minho no lo odiaba. Porque a pesar de que hubiese viajado en vano y le hubiese dicho casi de inmediato lo que le pasaba, no le rechazaba.

Lo que hacía todo más difícil cuando querría dedicarse a olvidarlo.

¿Cómo olvidar a una persona que parecía quererla más cada segundo que pasaba?

Taemin siente como el cabello de Minho le acaricia en la piel de su cuello y como su respiración parece tranquila y contraria a la suya. Mientras él intentaba esconder las profundas ganas de querer ahogarse en sus lágrimas, Minho solo estaba ahí, quieto y asumiendo las cosas de una forma que él no espero.

Como si estuviera decepcionado de su propia vida.

Su pulgar vuelve a comenzar a acariciar su mano y su cabeza se deja caer sobre la de él, igual como hacían antes. Igual a cuando Minho llegaba y le pegaba con la cabeza entre el espacio del hombro y su cuello, pidiendo un poquito de cariño y que sus dedos entraran por su cabello, calmándolo. No supo en qué momento las palabras dejaron de ser necesarias porque creía conocer perfectamente qué quería Minho y donde.

Porque Minho siempre quería un poquito de amor. Aunque fuera solo un poco.

-       Prométeme que serás feliz, con quien sea, Minho.

Prométeme que dejarás que alguien pueda entender cuando necesitas cariño y cuando no. Alguien que soporte que lo empujes cuando te ríes demasiado fuerte y cuando lo abraces en la noche porque tienes frío. Que dejarás de tener miedo de conocer gente y conocerás a alguien que no tenga miedo de quererte de verdad.

A alguien que te necesite más de lo que te necesito yo.

Pero no le responde. Minho se concentra en como sus manos siguen acopladas y en como el pulgar de Taemin se mueve lento y circular sobre su mano, relajándole. Haciéndole sentir querido aún.

Le hace incómodo el solo hecho de pensar en conocer a alguien más. En dejar que otra persona le pueda conocer como le conoce Taemin.

-       Hey –baja su hombro y la cabeza de Minho queda esperando, solo que su mano le hace levantar el rostro, tomándolo del mentón-. Prométemelo, por favor.

Pero sus ojos brillosos le evaden y Minho sorbetea la nariz, deshaciendo el agarre de sus manos y pasándolas de forma tosca por su rostro, temiendo que alguna lágrima hubiese conseguido escaparse.

Lo que (aún) no era así.

-       Minho –insiste.

-       No te prometeré algo que no se va a cumplir.

-       Yo sé que podrás y que encontrarás a alguien mejor que yo. Mucho mejor que yo –su voz de quiebra sin que quiera, soltando un suave sollozo-. Por lo menos ahora ya sabes… que también te gustan los hombres.

¿Y si el problema era que no la iba a encontrar porque nadie lo querría más de lo que él hacía?

Taemin se inclina sobre sus rodillas, escondiendo el rostro entre sus manos y pensando en lo egoísta que estaba siendo. En lo idiota que era que le pidiera que estuviera con alguien más cuando la sola idea de imaginarlo abrazado a otra persona, lo estaba matando.

-       No me gustan los hombres, Taemin, solo me gustabas tú.

Un nuevo sollozo se le escapa entre sus manos, pero la nueva caricia que quiere  y necesita, tampoco llega. Solo está ahí, quieta, a su lado, cayendo en un estado de trance del que él no quería ser partícipe, pero que ahora entiende.

-       ¿Te puedo pedir una cosa?

Taemin se levanta y asiente rápido, limpiándose el rostro de misma forma que hacía él, casi arrancándose los ojos.

-       Lo que quieras –suspira.

-       No salgas con tu profesor. Prefiero matarme, antes de que salgas con él.

La risa que se le escapa es pura y sincera como lo estaba siendo Minho en ese momento, que le miraba sin entender mucho. A pesar de que ya hubiesen terminado, los celos siempre saldrían a flote.

-       No lo haré, no lo veré más. Ahora estudiaré acá, en Busan –le asegura-. Tampoco es alguien que valga la pena.

Y la misma persona que le pidió que dejara de fumar, ahora le ofrecía un cigarrillo con esa misma cara que él se derretía y comenzaba a suspirar.

No quería dejar de verlo. Necesitaba tenerlo cerca, era algo que su alma le exigía para seguir respirando tranquilo.

-       Supongo que como empezamos es como deberíamos terminar.

Solo que para Minho, lo de ambos, nunca empezó ahí.

Empezó mucho antes, incluso cuando Taemin ni siquiera se le había cruzado por la cabeza hablarle. Ahí no estaban en un paradero de buses ni había Yuri entre ambos, solo estaba él, observándole desde lejos como fumaba y como parecía atrapado leyendo un libro que sostenía sobre sus piernas.

Taemin nunca fue el que empezó esto. Fue Minho, solo que nunca encontró el momento perfecto para decírselo.

(Y ahora tampoco lo sería).

Siente como el humo de Taemin choca contra su hombro, y como le mira de lado, mientras él no quiere hacerlo. Mientras lo evita tanto, que solo se concentra en su cigarrillo y en unas manchas que hay en el piso porque justo ahora, no quiere volver a la realidad.

-       ¿Me…? -la voz de Minho se quiebra un poco, justo cuando evitaba que eso ocurriera-. ¿Me echarás de menos?

-       ¿Qué crees tú?

-       No quiero creer, quiero escucharlo de ti.

-       Sí, te echaré mucho de menos.

(Aunque mucho parecía una palabra que abarcaba poco en ese momento).

-       Yo ya lo hago.

Un susurro que le hace perder la cabeza y las ganas de seguir conteniéndose porque sinceramente lo que menos quería hacer era terminar con Minho. Era como si estuviera matándose a sí mismo. Como si estuviera dispuesto a contenerse por el resto de su vida y a tener una vida de mierda.

-       No lo hagas –se pasa la mano suavemente por la mejilla, limpiándose restos de lágrimas y suelta un suspiro-. No me eches de menos, te hará mal.

-       Hay muchas cosas que nos hacen mal y seguimos haciéndolas.

-       No las hagamos más.

Pero le era imposible a ambos. Porque cuando Taemin mira su mano, ahora es Minho el que la acaricia. Es Minho el que tiene apoyada la frente sobre su cabeza y es él que necesita un poquito de amor.

Un poquito de Minho.

El grito que pega el alto en el medio del living provoca que Taemin salga de la habitación con el ceño medio fruncido y lo pille acostado en el sillón con las manos levantadas y moviéndolas de forma frenética, mientras celebraba un gol.

Él odiaba el fútbol. Quizás no tan así, podía soportar verlo, pero no era capaz de estar sentado ahí porque no entendía mucho y si le preguntaba a Minho, le respondía rápido y no lograba entenderlo.

Aparte nunca entendió el sentido de que los arcos cambiaran después del primer tiempo. Era estúpido.

Deja una cámara sobre la mesa del comedor y se acerca, afirmándose con ambas manos e interrumpiendo, quizás, su momento de felicidad.

Desde que había llegado a esa casa, le había bajado el sentimiento que Key le había inculcado, ordenando lo que quizás, no se había ordenado desde que llegó ahí. Le había limpiado las cámaras y había mandado a lavar ropa que Minho incluso tenía dada por perdida.

Ese departamento era un caos por donde se mirara, pero al menos a él, que ahora vivía ahí, le dejaba hacer lo que se le antojara.

Y él lo hacía porque de esa forma no pensaba en Key. Era una forma tonta de desestresarse, pero le era útil.

-       ¿Hace cuánto no ordenas tu habitación? –le acaricia el cabello y Minho apenas se voltea, pegado a la televisión-. ¿No crees que ya es hora de hacerlo?

-       ¿Ah? ¿para qué?

-       No sé, me da alergia la tierra, Minho.

-       Puedo ir a comprarte una pastilla para la alergia si quieres.

Inevitablemente se ríe de lo que no debía hacer.

Minho le mira casi ofendido y él no podía creer que de verdad era así de despreocupado con cosas que para él eran normales.

Ordenar y ser limpio eran cosas que eran casi necesarias. Excepto para él. Y para Mermelada que ya estaba acostumbrada.

-       Hay que limpiar ahí –le suelta el cabello y se coloca a su lado, sentándose casi encima de sus pies-. ¿Dónde está la escoba?

-       No tengo escoba. Ven aquí –le jala el brazo intentando acostarlo frente a él, pero Taemin se opone-. Después llamo a alguien para que venga a limpiar.

-       ¿Cómo que no tienes?

-       ¿Es un pecado que no tenga una escoba?

-       ¿Con qué limpias, Minho? –le acaricia la pierna desnuda y suelta una carcajada cayendo en su broma-. ¿La estás escondiendo, verdad?

Pero cuando Minho niega mirándole asustado, llega a sorprenderse en como las palabras de Key aparecen en su cabeza diciéndole “te lo advertí, es un hippie mugroso”.

Porque quizás las palabras no estarían tan erradas si no fueran tan “descriptivas”.

-       Minho, ¿sabes que fue lo primero que compramos con Key cuando nos fuimos a  vivir a ese departamento?

-       Viniendo de Key, claramente fue ropa.

-       Fue una escoba.

-       Genial –se da el lujo de sonreírle y volver a acomodarse-. ¿Puedo terminar de ver el partido?

Pero Taemin toma un cojín y le pega encima del trasero, enfureciéndose repentinamente.

-       ¡Tu habitación es un asco! Si no consigues una escoba hoy, te juro que no voy a dormir más ahí.

-       ¿Qué tiene de asqueroso? ¡acabo de hacer la cama!

Si su cara no hubiese sido de ternura, probablemente se hubiese enfurecido, pero ahora solo deja el cojín y le mira tranquilizándose.

-       Deberías barrer de vez en cuando.

-       Creí que me querías tal como era –susurra, olvidándose del partido al fin.

-       Y lo hago, pero no estoy acostumbrado a tener polvo por todos lados.

Pero cuando Minho se levanta, empujándole con los pies y tomando una camiseta desde el piso, Taemin sonríe, tapándose las mejillas y sintiéndose un verdadero triunfador.

-       No puedo creer –Minho se coloca la camiseta y le mira enfurecido-. Que estoy dejando MI PARTIDO FAVORITO de lado, por ir a comprar una PUTA escoba.

-       Hazlo por mi –se levanta y le toma el rostro, colocándose feliz rápidamente-. Yo soy más importante.

Una escoba que hizo que Taemin no parara de sonreír y que a Minho le hizo ganarse más de un beso cuando no lo necesitaba.

-       Cuando me emborraché para navidad, tu papá me preguntó qué me gustaba de ti. Es lo único que logro recordar –Minho apaga el cigarrillo y Taemin lo imita-. Le dije que era porque me hacías sentir normal, como si no fuera un Choi.

-       Supongo que ahora si te trato como uno.

-       Era hora de volver a la realidad.

-       Hace tiempo debimos hacerlo.

Capuccino aparece a lo lejos, mirándolos a ambos y corriendo despavorido hacia otro lugar. Ninguno de los dos se cree capaz de ir por él ni de llamarlo, solo de estar ahí, rozándose las piernas porque ya no era tiempo de caricias, había que comenzar a superarlo de una u otra forma.

-       Si quizás…esa noche que hablamos…en la fiesta…no nos hubiésemos conocido.

Pero cuando Minho no lo apoya, Taemin se siente un idiota y le dan ganas de pedirle perdón por ser así, tan estúpido para no saber tratar sus propios sentimientos.

Ya ambos estaban asumidos con lo que estaban viviendo, solo que ninguno era capaz de dar el siguiente paso y dar definitivamente el adiós a la relación.

Ambos intentaban alargar esto aunque fueran un par de minutos más.

-       Quizás ya es hora de que te vayas –susurra.

-       El último.

Y otro cigarrillo aparece frente a él. Era el cuarto que fumaban esa hora y sus pulmones ya no se sentían tan bien.

De hecho, estaba seguro que se sentía algo asqueado.

La pólvora salta cuando Minho acerca el fósforo a su cigarrillo, para luego encender el de él y volver a acomodarse en la silla.

Cada segundo lo disfrutaban más, pero a la vez se hacía peor. Hacía todo más difícil.

-       Quizás si algún día voy a Seúl, pasaré a visitar a tu abuelo. Me gustaría despedirme de él.

-       Como quieras –suelta el humo por la nariz y sacude el tabaco, arriba del pasto.

-       Y a Yuri quizás también deba enviarle mis saludos.

-       No te rebajes a su nivel.

-       Si yo no hubiese aparecido en tu vida, tu ya estarías casado con ella.

-       Taemin, solo… -levanta la mano y frunce un poco el ceño-. Solo… no hables. En serio.

-       Es una perra.

Lo había dicho porque lo necesitaba y era el mejor momento, a pesar de que Minho se lo negara. A pesar de que notara que el tema que le molestaba y le hacía sentir incómodo porque en ese momento, en lo que menos pensaba era en la vida de mierda a la que tendría que volver asumir.

-       Supongo que me iré.

Minho apaga el cigarrillo cuando apenas tenía la mitad consumida, levantándose de golpe y pisándolo fuerte contra el pasto.

A toda forma evitaba mirarlo, Taemin era capaz de notarlo.

-       Prefiero no ir a dejarte a la estación, sería peor.

-       Tampoco quiero eso –lo mira por un par de segundos, desviando sus ojos hacia otro lado para evitar llorar-. ¿Se supone que ahora debería decirte adiós y desearte una mejor vida?

-       Si tu quieres.

-       No me nace decirte que quiero que estés con alguien que te quiera más que yo.

-       Nadie va a quererme más que tú, Minho.

Era un golpe demasiado bajo. Ambos lo sabían.

Taemin se arrepiente de haber dicho eso cuando se escucha y cuando la cara de Minho se deforma ante sus palabras que de repente se convirtieron en unas demasiado hirientes. Demasiado directas.

Demasiado incómodas para ese momento.

El castaño bota el cigarrillo y se queda sentado, evitando su mirada y bajando la cabeza porque ahora era el peor momento del día, el que quería evitar a toda costa porque sabría que no terminaría de la mejor manera, sino que de una casi denigrante.

-       Es mejor que me vaya.

-       Sí –susurra.

-       Fue un gusto conocerte –Minho hace una reverencia que Taemin no mira porque no puede, volteando el rostro y ahogando un sollozo que parecía escaparse.

Los recuerdos le invaden más rápido el cerebro cuando los pies de Minho retroceden lento, entrando a la casa y alejándose con cada paso que daba. Recuerda cuando supo que Minho no le engañó y le duele. Le duele porque en las noches, le llamaba una y otra vez a su teléfono y Minho no contestó. Cada maldito día marcaba su número porque sabía que el alto era capaz de perdonarlo, de darle otra oportunidad, pero Taemin nunca fue lo suficientemente valiente para responderle, sino que solo escuchaba su buzón de voz una y otra vez, imaginándose su sonrisa cuando lo grabó o la situación en la que estaría.

Minho nunca supo que le llamó porque nunca prendió el teléfono.

Al igual que ahora.

Cuando Taemin se levanta, seguro de haber dejado atrás su cuerpo, entra rápido a la casa, llorando a mares, entorpeciéndose con sus propios pies y saliendo de tal forma que casi corrió cuando se dio cuenta que no podían terminar. Se arrepiente de sus actos, de ser tan idiota y de terminar algo que nunca debió haber terminado.

El cuerpo delgado de Minho iba caminando lentamente por la acera, alejándose cada vez más y viendo como las manos subían una y otra vez a su rostro como si lo estuviera limpiando. Al igual que debía hacer él, pero que no se sentía capaz.

Minho, voltéate, por favor, voltéate. Voltéate y esto no terminará. Minho, voltéate. Voltéate, voltéate.

Taemin se promete a si mismo que si el alto lo mira aunque sea una vez, correrá hacia él y le pedirá perdón. Se dedicará a armar nuevamente sus esperanzas y a recomponer el corazón que él ya había destrozado.

Solo que Minho no se voltea. Minho camina recto y lento, subiendo y bajando sus manos, mientras su cuerpo se sacudía a causa del llanto.

Taemin solloza sin dejar de mirarlo y rogándole a dioses inexistentes que le mirara. Que por favor le mirara.

Pero Minho no se volteó.

Ni una sola vez.

**

Key cierra la puerta con el pie, sosteniendo un montón de bolsas en sus manos, recibiendo la nula ayuda de Jonghyun que le miraba con los ojos entrecerrados desde el sillón.

En la misma pose que la mañana, la de ayer y la de antes de ayer. Y de los días anteriores también. Lo único que cambiaba era la forma de vestir o mejor dicho, su ropa interior, porque era lo único que usaba.

-       ¿Tienes hambre? –deja las bolsas encima de la mesa de la cocina y camina hacia Jonghyun que seguía con la misma pose desde que había entrado.

-       No.

-       ¿Estás bien? –se agacha hasta quedar a su altura, viéndole tan de cerca que podía contar sus pestañas-. ¿Pasa algo?

-       No pasa nada, Kibum.

Si su “no pasa nada, Kibum” se lo hubiese dicho directamente a los ojos, probablemente le habría creído, pero Jonghyun lo único que hacía era dedicarse a esquivarlo, colocando las manos bajo su cabeza, como si estuviera preparándose para una de las mejores siestas de su vida. Solo que estando ahí dentro le era difícil cansarse. Incluso dormir.

-       ¿Quieres… buscar una película?

-       No quiero ver televisión.

Le acaricia la frente con cuidado, despejándosela y recibiendo un rechazo que él fue capaz de entender.

(Y no sentirse dolido).

-       ¿Tienes algo que decirme? Te he visto desanimado estos días.

Pero vuelve a ignorarlo.

Jonghyun se voltea, evitando su contacto y cruzando sus brazos sobre su pecho desnudo.

-       ¿Jjong?

-       Estoy aburrido –le responde cortante.

-       ¿Quieres salir? Podemos ir a alguna parte cerca.

-       ¿Para qué? ¿para encontrarnos con mi padre de forma repentina y que haga un escándalo?

Ese era el problema. El maldito y común problema en su relación.

Key se deja caer en el piso, dejando apoyada su cabeza en el sillón, mientras Jonghyun le miraba preocupado de haberle hablado de forma idiota como solía hacer.

El mal humor era algo que ya ni siquiera él podía controlar, pero con Kibum debía hacerlo.

Tenía que aprender a comerse su mierda y callado, sin demostrarlo.

-       Estoy harto de estar aquí desde que llegué a Corea –susurra-. No he caminado a otro lugar aparte desde la sala a tu habitación y de tu habitación a la cocina. Estoy harto, Kibum, eso es todo.

-       ¿Quieres que nos cambiemos de casa?

Maldita sea Kim Kibum. Deja de ser tan adorable y de mirarme así que necesito dejar de quererte tanto.

-       No, no es eso.

-       ¿Entonces?

-       Quiero irme lejos de acá, de todo. Que podamos salir tranquilos y no pensando en que mi padre puede llegar y matar todo. Es injusto que esté viviendo así, solo a causa de él.

-       Podemos irnos a Busan con Taemin, él se pondrá contento.

Pero no era eso. Era solo querer estar solo con él y con nadie más. Era querer salir con Key, con sus manos entrelazadas o con una mano en su cintura sin temor a abrazarlo porque alguien pudiera verlos. Quería ser feliz con él y hacerlo pasar por todas las situaciones cursis y extremadamente amorosas que se merecía.

Quería simplemente, quererlo hasta tal punto que no tuviera que tener permiso de alguien para hacerlo.

-       ¿O prefieres otra ciudad? –la mano de Kibum vuelve a enredarse en su cabello casi intentando tranquilizarse de alguna forma por su silencio-. Dime Jjong, haré lo que me pidas.

-       No quiero que seas injusto contigo solo para darme la razón a mi.

-       No seas tonto, no es darte la razón a ti –apoya su cabeza cerca de la de él, sin dejar de mirarlo ni ahora, de enredar sus dedos-. Quiero estar contigo sea donde sea.

-       ¿Y si la respuesta a todo fuera devolvernos a Londres?

Claramente eso no se lo esperaba porque Kibum no tuvo la mejor de las reacciones. Ya no habían caricias ni intentos de besos, solo un rubio demasiado asustado de las palabras que no creyó escuchar ahora.

Era cierto que por Jonghyun era capaz de hacer muchas cosas, pero esto, era algo que no podría tomar así como así.

Como si no tuviera una madre de la cual preocuparse.

-       Kibum –Jonghyun le levanta del mentón y se sienta, acercándose a él-. Sé que suena drástico, pero piensa. Londres es una ciudad que a ambos nos gusta y mucho. Sé que está al otro lado de Asia, pero no es tan lejos como para no venir a Corea cada cierto tiempo.

-       Jonghyun…no sé, mi mamá.

-       Hey – se acerca más, hasta quedar a una distancia demasiado considerable-. Si no quieres, no iremos a ningún lado.

-       No es que no quiera.

No es que no quiera, es solo verte de esta manera tan feliz y yo… aquí. Nulo.

Key apoya su cabeza sobre sus rodillas, pidiendo a gritos que le acariciara. Gritos que fueron aclamados de forma correcta.

-       ¿Qué haremos? –susurra-. ¿Cómo viviremos? No sé hacer nada, solo sé…bailar.

Pero es Jonghyun el que lo levanta y lo sienta sobre él y lo obliga a mirarlo. Es el que deja que acomode la cabeza entre su hombro y que se acurruque sobre su cuerpo desnudo.

Es el que le hace sentir seguro cuando más lo necesita y el que sabía hacerlo de la forma perfecta.

Era su otra mitad. Lo que necesitaba con él.

-       No tienes de que preocuparte, antes de venirme a Seúl me habían ofrecido trabajo, me iban a pagar bien y era estable –roza con su nariz sobre la suya, provocando escalofríos que Key no sabía como controlar-. O por lo menos, era lo suficiente para que viviéramos bien y yo pudiera pagarte los estudios en Londres. No tendríamos una vida de lujos, pero… sería algo.

El solo hecho de que piense en sus estudios y no en los de él, le enternece. Key pasa un brazo por su espalda y se aprieta más a él.

-       Yo también tengo ahorros.

-       Si quieres podría irme yo primero a Londres y tú quedarte un poco más de tiempo con tu mamá.

-       No es eso lo que me preocupa, no quiero dejarla aquí sola. Soy su único hijo, Jjong.

-       Y yo no tendría problemas en que se fuera a vivir con nosotros, Kibum.

-       Ella no va a querer, no va a dejar a tu papá.

Suelta un gruñido de solo escuchar esa palabra.

-       Ya estás asumiendo algo que ni siquiera sé si haremos.

Kibum se separa de golpe y le mira con el ceño fruncido, sin entender nada.

-       ¿Por qué dices eso? Si lo haremos, Jjong.

Una sonrisa se logra escapar por sus labios porque no podía contenerse si Key se ponía así de decidido y tan rápido. Ya no tenía mal humor y no sentía que su vida era una mierda por estar ahí encerrado todo el día.

Incluso le dan ganas de salir a correr.

-       Tenemos que hablar con mi mamá –susurra.

-       Hey, Bummie –le toma el rostro con ambas manos, sosteniéndolo desde las mejillas-. Yo fui lo suficientemente sincero para decirte lo que me pasaba, si no estás seguro de ir, quiero que seas igual de sincero y me lo digas.

Pero si le decía Bummie era imposible que consiguiera negarle algo.

-       Quizás tenga que pensarlo un poco.

-       Todo lo que quieras.

Ese día es Kibum el que se deja querer. El que ve a Jonghyun colocar la mesa y llevarle a tirones, obligándolo a comer más de lo que necesitaba su cuerpo.

Es Jonghyun el que le hace acostarse en el sillón para colocarse encima de él y ver un montón de películas a las que él no le encontraba sentido. Es el que le besa cuando se aburre y el que le dice lo mucho que lo ama cuando las palabras se entorpecen en su boca.

Es Jonghyun el que lo vuelve loco y por el que a pesar de todo, es capaz de hacer cualquier cosa.

**

No saluda a los guardias que le conocían ni al recepcionista del edificio. Tampoco cuando se sube al ascensor y cuando oye tímidos saludos que él parece ignorar. Solo respira exageradamente, inflando y desinflando su pecho, y odiando la lentitud del ascensor al llegar al piso diez.

Y cuando sale, imita sus acciones anteriores. Ignora a sus secretarias –porque era idiota y tenía más de una- y empuja ambas puertas de vidrio de su oficina, quedándose ahí, con el pecho inflado, el cabello más revuelto que nunca y los ojos tan hinchados que era imposible que no notaran todo lo que había llorado.

Todo lo destruido y desesperado que estaba.

-       Hijo –su madre se levanta de su escritorio y se acerca rápido, tocándole una mejilla, apenas le ve-. Estoy en una reunión, espérame afuera mientras termino.

Pero ese mínimo tacto a Minho le asquea. Le hace retroceder, fruncir el ceño y observar como al menos diez personas le miraban desde una mesa llena de papeles y telas. Probablemente hablaban cosas de moda que a Kibum le hubiesen vuelto loco, pero que a él le provocaban ganas de vomitar.

-       No –se suelta de su mano que le ataba de la muñeca y le mira por primera vez-. Tenemos que hablar. Ahora.

-       Después.

-       ¿A Taemin no lo haces esperar, cierto? Pero a mi sí –retrocede un paso y eleva más la voz sintiendo como la adrenalina comenzaba a ocuparse de su cuerpo-. Yo tengo que controlarme y esperar tu mierda de reunión en la que todos te adoran y no saben ni una mierda sobre la persona que quieres. ¿Es eso? ¿quieres que nos oigan? Porque yo no tendría problema.

El rostro de su madre se deforma cuando le oye y cuando se da cuenta que todos escuchaban su pelea que recién comenzaba. Incluso la gente que no participaba en esa reunión.

-       ¿Minho, qué estás diciendo? ¿no te das cuenta que estoy en una reunión importante? ¿puedes controlarte, por favor?

-       No, no lo voy a hacer.

Cuando Minho sonríe, soltando una carcajada irónica, camina hacia la mesa en la que estaba sentada su madre, pateando la silla y ocupando su lugar, excepto que ahora estaba de pie. Probablemente tenía la peor imagen posible, pareciendo un maldito loco porque todos le miraban casi con miedo. Como si les fuera a pegar a cada uno y especialmente a su madre.

Solo que ellos no sabían que no era como ella. Que no hacía pagar a la gente de esa forma tan de mierda.

-       Disculpen que tengan que oír esto, pero ya es hora de que esta señora –la apunta y ve como la mujer se tapaba la boca con una mano-. Sí, esa señora, a la que ni siquiera me atrevo a decirle madre, es la peor persona que puede existir en todo el mundo.

-       ¡Sal fuera si no quieres que llame a seguridad, Minho!

-       No, por favor, aún no saben lo mejor de todo este escándalo. Espera un momento –vuelve a enfocar su vista en la gente de la reunión, notando como algunas mujeres le miraban impresionadas y un par de hombres, como si estuvieran a punto de levantarse a golpearlo-. ¿Saben que hizo esta señora? Mandó a pegarle a mi ex novio. Sí, un hombre, de esos que parece que a ella le causan asco. Ya se pueden imaginar a qué me refiero: gays, o mejor dicho como le gusta decirles a ella “maricón” o “perra” –Minho se voltea y la mira casi con una sonrisa, esperando alguna reacción de esa mujer que se había convertido en una estatua-. Mamá, ¿qué palabra prefieres? No quiero distorsionar mucho la historia.

-       Vamos afuera, no estás pensando en lo que dices.

Su madre le tira desde los brazos, mientras Minho lucha por quedarse ahí, sosteniéndose de la mesa y notando como un hombre se levantaba para ayudarle, pero solo se quedó quieto, probablemente temiendo al igual que él de la mujer.

Solo que Minho ya no le temía. Se aburrió de tener que vivir una vida de mierda a causa de ella. Una vida que nunca le perteneció.

-       ¡Y eso no es todo! –se separa de un tirón y vuelve a tener la atención de todos-. ¡Incluso le ofreció dinero para que dejara de verme, y lo amenazó! ¡le amenazó con dañarlo si me veía una vez más!

La mujer se rinde cuando le ve voltearse, casi temiendo de que Minho le fuera a poner una mano encima. Solo que él nunca haría eso, solo para que se diera cuenta que con cincuenta años, no había sido capaz de dedicarle ni un solo día a él. A su único hijo que lo único que quería era un poco de atención, y no reuniones en la que le obligaban a conocer gente que a él no le simpatizaba.

Gente igual a su madre.

-       ¡Nunca en mi vida deseé tanto sacarme tu adn de mierda de las venas para dejar tu hijo! ¡Me repugnas!

-       ¡CÁLLATE MINHO, ME ESTÁS AVERGONZANDO!

La cachetada que recibe el alto provoca que su rostro se voltee solo por el golpe, y el escozor aparezca de inmediato, dejándole la piel roja. Dejándole con los ojos llenos de lágrimas y un montón de sonidos de sorpresa a su alrededor.

Ya nadie estaba de parte de la mujer.

(Y quizás nunca lo estuvieron).

-       Tú solo te dedicas a hacer mi vida más mierda de lo que ha sido –susurra con un odio que parece destilar-. ¿Crees que alguna vez he sido feliz? ¿crees que alguna vez yo he hecho lo que quiero? ¡lo único que te has encargado es de quitarme lo único que me hacía feliz! ¡lo único que me hacía pensar que ser yo no era tan terrible!

-       ¡Soy tu madre, yo sé lo que es mejor para ti!

La misma que ahora le había hecho llorar y le había hecho sentirse tan vulnerable, que una mujer se levantó y se retiró porque no soportaba seguir ahí. Porque ver a un joven de veintidós años de esa forma, era desgarradora para cualquier que estaba ahí, excepto para ella.

Que más que afectada parecía a punto de explotar de la rabia.

-       Lo único que sabes hacer es conseguir que yo te odie más y más –solloza, sin limpiar sus lágrimas-. Nunca te dije algo por manejar mi vida, soporté TODA tu mierda, pero a Taemin, mamá, a él no lo tocas. ¿¡Escuchaste!?

La mujer salta de miedo cuando escucha su grito, levantando una vez más su mano para golpearlo, pero quedándose en el intento.

Porque por mucho que nadie le creyera, a pesar de todo si tenía corazón.

-       Él no es digno de nuestra familia.

-       ¿Y tú sí? –se ríe-. ¿Te sientes digna al ser mi madre? ¿al tener un hijo maricón que se la mete a otro hombre?

La cachetada estuvo a punto de llegar si no hubiese sido porque Minho fue más rápido y alcanzó a esquivarla. La respiración de su madre choca con la suya a pesar de que él sea más alto, agachándose y mirándola serio.

Intentando decirle que su juego de mierda se había acabado.

Que él ya no era una marioneta con la que podía hacer lo que quisiese, que era su hijo.

A ese que había dejado en el último lugar de su vida.

-       Vete de aquí, no quiero seguir escuchando tus estupideces.

-       Esta será la última vez que me verá, señora Choi.

-       ¡Prefiero no verte más si sigues con ese maricón!

-       Me das pena.

-       Más pena me da a mi por tener un hijo enfermo.

-       Que bueno que le dejaste a todos claro lo mala madre que eres –escupe cerca de su cara-. Veremos ahora cuántos clientes son capaces de soportar tu mierda.

-       Límpiate esas lágrimas por favor y ya vete de aquí.

-       Con mucho gusto, señora.

Cuando la mujer le ve avanzar tranquilo, nunca esperó que Minho hubiese querido seguir continuando “su espectáculo”. Nunca esperó que cuando tomó el florero de su escritorio fuera para seguir haciendo más daño.

Porque cuando le ve lanzarlo contra el enorme ventanal de su oficina, queda estupefacta. El sonido provoca que sus manos tiriten y que los vidrios salten sobre el cuerpo de su hijo y sobre toda la sala. Ve como sus secretarias se levantan sin saber qué hacer y como las personas a su espalda se ponen de pie, como si fueran capaces de hacer algo con él. Pero Minho pisa los vidrios con cuidado y sale tranquilo, encontrándose de frente con la seguridad del edificio. No se opone cuando lo atrapan y se despide con una reverencia de su secretaria y camina con ambos hombres, subiéndose al ascensor y yéndose sin siquiera rechistar a la comisaría.

Estuvo más de tres horas ahí, atrapado. Su padre le miró con los ojos como verdaderos platos cuando llegó, pero no le regañó ni un solo segundo cuando tuvo que firmar un montón de papeles a causa de él. Incluso unos de servicio social que Minho firmó a regañadientes.

No hablaron en el camino ni cuando pasaron a la clínica, sino que solo le fue a dejar a su departamento y respetó su silencio. Ese que solo fue interrumpido cuando se bajó y se volteó diciéndole una pregunta que siempre esperó y que él había formulado un montón de veces.

A veces peleaba con Minho, pero ahora, al verlo así, sabía el daño que le había causado su ex mujer.

En lo débil que había sido capaz de convertirlo.

-       ¿Cómo te pudiste casar con esa mujer?

Notas finales:

Límpiense los mocos y déjennos su odio en un review, los amamos <3


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