Near estaba en el gran salón, como siempre, tan concentrado en su único mundo los cuales era los juguetes que lo rodeaban. Yo solía mirarlo por unos cuantos segundos, mordía el dulce que tenía en mis manos y seguía mi camino al encuentro de mi mejor amigo. Se me había hecho costumbre mirarlo todos los días por un par de segundos.
Los domingos descansábamos. Todos se ponían felices porque se solía estar libre de tareas y a mí me encantaba esa sensación de libertad. Para mis amigos y yo todo eran risas a nuestro alrededor. El bullicio era protagonista en el patio, apenas podía escuchar a mis amigos hablar, estamos muy contentos. Entre alegrías mías pensé que el también lo debería estar en su mundo.
Cuando regresaba a la mansión era inevitable pasar por el gran salón. Él siempre jugaba ahí y yo apenas lo miraba disimuladamente. Una vez me quedé mirándolo más tiempo del acostumbrado hasta que una voz conocida me despertó. Mi mejor amigo me golpeó con su camiseta y yo le seguí la corriente golpeándolo también.
Un día bese a una chica, sí, lo hice. Todo había sido de broma, pero creo que a ella le gustó ese beso. Después de aquello no se me despego de mi lado por todo ese día. Mi amigo me dijo que ella había estado esperando que le pidiera ser mi novia. Ese beso fue de broma y por eso no le iba a pedir que sea mi novia.
Odiaba los castigos. Una tarde, cuando estaba mirando la tele en el gran salón, Luna me tiro con fuerza un cuaderno en la cabeza. ¡Está loca! Y algo me dice que lo hizo porque no le pedí que sea mi novia. Luego de agredirme dijo que debería casarme con Near. Cuando escuché eso me quede en shock. Antes de ponerme a pensar en cosas vergonzosas, le pegue como si ella fuera un niño. Después de eso me castigaron y todos pensaron que era una mierda.
Empecé a creer que me estaba enamorando. Matt me empezó a decir que estaba loco. Ayer llevaron a Near al hospital por una neumonía. Nos dieron noticias de que estaba bien, pero que seguirá internado. Lo extrañe tanto. Quería verlo en el gran salón y entonces de la nada pensé en pedirle que sea mi novio. También pensé seriamente en hacer lo que dijo Luna, pedirle a Near que se case conmigo.
Él regresó, fue lo que escuché. Salí de mi habitación para ir en su búsqueda y pedirle sin rodeos que se casara conmigo. Mientras caminaba al cuarto de Near, pensé lo bonito que se vería en vestido blanco.
Near no estaba en su cuarto. Busqué por debajo de su cama, en su armario y no estaba. Quería verlo así que grité muy fuerte su nombre, muy, muy fuerte para que viniera a mí. No lo vi venir. Fui a prisa al gran salón y lo miré a los lejos. Él estaba sentado muy distraído haciendo garabatos en un cuaderno. Fui en donde estaba sentado y grité sin temor: ¡¡Cásate conmigo!! Y antes de escuchar su respuesta fui hacia él y lo besé.
Siempre odié los castigos. Me castigaron por gritar y besar a Near, al menos eso me dijeron. Me hablaron por miles de horas y el superior del orfanato me dijo que no era bueno besar a los niños porque yo también lo era. Mi corazón se rompió. Yo siempre creí que Near era una niña.
Ahora todos esos regaños forman parte del inicio de los lazos que fuimos haciendo muy fuertes. Las pedidas de matrimonio no dejaron de sorprenderte e ingeniosamente desviabas el tema con unos bonitos rubores en tus mejillas.
—Near, te casarás conmigo— Te digo mirándolo fijamente.
—No soy una niña, lo sabes—me responde muy serio.
—Lo sé desde que te hago el amor, no tienes que decírmelo — le susurro.
Los regaños después del primer beso no hicieron que te dejara de querer. Luego de aquella primera reprimenda vinieron muchas más y aun así solo quería tenerte junto a mí.
“No me importa que sea un niño, Near se va a casar conmigo. Algún día te casaras conmigo, Near” gritaba corriendo por todo el pasillo para que el superior no me alcanzara. Estaba cansado de los regaños, así que esa vez me escape del salón de castigos. Poco antes de la huida yo había besado a Near otra vez.
Me había escapado al patio. A un a par de metros lo vi en brazos de una señora cuidadora. Near me miró con sus grandes y hermosos ojos negros desde arriba. “Near, cásate conmigo” le pregunté tratando de escalar de manera imposible a la señora quien solo sonreía muy enternecida.
Estaba perdido, me habían atrapado. Traté de liberarme de mi captor porque ya no quería escuchar sermones, estaba cansado, aburrido y harto de todo. A poco metros lejos escuché:” ¿Si nos casamos siempre estaremos juntos? “Todos se paralizaron. Con una ancha sonrisa y un gran brillo en los ojos le grité un “Sí” rotundo.
—Amo tomarte de la mano cuando vamos a visitar el orfanato.
—Te gusta retar al Señor Roger—dijiste haciendo pucheros muy lindos.
—Me gusta mostrar que eres mío.
Los regaños habían dejado de ser aburridos porque estabas conmigo. Esos recuerdos cuando nos escondíamos en el armario para besarnos son inolvidables. Las veces que nos encontraban y acusaban eran terribles, pero de pronto cesaron sin darnos cuenta y nuestro amor fue libre. Cuando llego el momento de irnos del lugar donde crecimos, lo hicimos juntos.
—Near, crees que el superior nos dé un solo cuarto para los dos—le dije.
—Definitivamente no.
— Al fin y al cabo, eso no importa. Siempre puedo ir a escondidas a tu cuarto, eso lo haría más divertido.
El me abraza muy complacido. Near tiene uno ojos tan negros que me hipnotizan, él es muy especial. Me sonríe sonrojado.
— Near, cuando nos casemos quiero verte en un vestido de novia.
—Ni lo sueñes — él me mira haciendo un hermoso puchero.
—Algún día hare que te pongas uno en la noche.
—Insísteme siempre y seguro que sí — me responde sonrojado.
Y después de visitar el orfanato a buscar una casa cómoda para los dos. Un matrimonio debe tener una para poder criar a los hijos.