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Oni Kokoro por Itachi Madness

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Notas del fanfic:

Pues éste es el primer long-shot que hago y espero terminar. No soy Itachi Madness, soy la chica que últimamente ha subido algunos one-shots y mi amiga me ha permitido subirlos a su cuenta, ya que ella ha participado en algunos con ideas. Tal vez al inicio éste fic se vea como muchos otros donde hablan de bullyng, además del mpreg, pero el mío es diferente, éste tiene misterio, suspenso y una trama sobrenatural, no hay plagio de nada, sólo ideas tomadas de los mismos lugares que los demás las han tomado sin ofender a nadie o usar una historia ajena como mía. Sólo espero que aquellos que disfruten de este estilo de narración y temática vean esto como una historia más que espero algún día sea tomada en cuenta.

Gracias

Notas del capitulo:

Advertencias:


Yaoi

 

Mpreg

 

Lemon

 

Violación

 

No recomendable para menores de 16 años

 

El lector podría estar desperdiciando su tiempo en algo mejor

Capítulo 1: La Divina Tragedia

 

 

Todos los días son iguales, levantarse, vestirse, desayunar, irse al colegio, pasar por una mala broma, entrar al salón, ser recibido por comentarios mordaces, encontrar a tus amigos esperándote, pasar un buen rato antes de que el profesor llegue y comience a dar clase, comer juntos, que te tiren alguna cosa en tu cabello y cara, empujarte, que el almuerzo termine, y en vez de ir a clases vayas al baño a asearte y tal vez cambiarte de ropa si el daño fue mucho. Salir, regresar a casa, no encontrar a nadie, comer solo o acompañado por la servidumbre, hacer la tarea e irte a dormir.

 

 

Hay veces en que el orden de los acontecimientos varía, otras en que tu pelo o piel no salen dañados, a veces sólo recibes palabras hirientes, a veces, con suerte, sólo te ignoran por estar ocupados en algo más. En casa también puede variar, puede que en vez de comer solo, tengas la oportunidad de comer en la cocina junto con la servidumbre que parecen más tu familia que la propia sangre. Hay otras en donde casualmente tu padre y “madre” llegan, y para mantener las apariencias, comen “juntos”.

 

 

Pero de una u otra forma las cosas no cambian, siempre, siempre son iguales. Es estar en un tiempo que se repite una y otra vez. Sumergirte en la aburrida cotidianidad de la que poco a poco te cansas, te hartas y buscas internamente una forma de salir y liberarte. Pero cada mañana el sonido del despertador te muestra que no es así, que sigues en tu purgatorio viviente. ¿O es que desde hace mucho dejaste de estar vivo?

 

 

El reloj del celular marca la 6:00 am, se levanta sin ánimo y entra al baño, dejando su escasa ropa en el camino. Una ducha de 10 minutos es suficiente para despertarlo, sale envuelto en su toalla y comienza a sacar su uniforme. Una playera blanca y planchada, con el escudo de la escuela en la parte izquierda, un pantalón corto verde oscuro también planchado, largas, muy largas calcetas que le llegan hasta por encima de sus rodillas, del mismo verde. Ése es el uniforme de doncel en su secundaria privada, una de las mejores en todo Japón, donde reciben a los hijos de empresarios o de gente rica en general. Caminó a su tocador, se peinó y secó su cabello rubio y erizado, era muy molesto, sólo con latas y latas de fijador podía lograr que no pareciera puerco espín amarillo. Salió de su cuarto y caminó escaleras abajo, donde el mayordomo sostenía su mochila y abrigo.

 

-Buenos días joven Naruto- Saludó con una amable sonrisa, la cual fue correspondida.

 

 

-Buenos días Yamato-san-

 

 

Yamato era un hombre alto y robusto, de cabellos castaños y ojos inusuales, era el mayordomo y el jardinero, el cual se encargaba de llenar su jardín con bellos árboles bonsai.

 

 

-¿Hoy tiene clase de literatura verdad?-

 

 

-Hai-

 

 

-Tenía que ser, ayer estaba leyendo “La Divina Comedia” en la sala cuando lo llamé a cenar-

 

 

-Así es-

 

 

-Entonces suerte, abajo lo esperan unos buñuelos con duraznos recién hechos, no olvide terminárselos todos-

 

 

-¡Hai!- El rubio bajó las escaleras más a prisa, a desayunar lo que la amable cocinera le hacía, la quería mucho porque siempre le hacía algo tanto en el desayuno como en la cena que le subiera el ánimo.

 

 

Luego del desayuno fue a la entrada, se puso sus zapatos y abrigo, abrió la puerta encontrándose con un paisaje  gris oscuro. Observó el cielo, igual de gris que todo y se colgó su mochila. Su mansión estaba en una zona empinada, y abajo estaba su escuela, no le era necesario tomar transporte público o auto para llegar, desde la banqueta podía ver el sol salir de las montañas y colorear el cielo de azules y amarillos… era una vista hermosa… al menos hasta que llegabas al prestigioso Colegio de Ciencias Puras y Sociales de Konoha. Un lugar que tenía primaria y secundaria, además de un pase directo a la Universidad de la Hoja, la cual tenía muchas facultades, una para cada carrera.

 

 

Su puesto acomodado como hijo de un magnate, dueño de la empresa Rasengan, le permitía asistir a ella, para que tuviera un buen futuro en los negocios para cuando estas le pertenecieran… Pero desde hace tiempo, sentía que Minato ya ni siquiera recordaba que tenía un hijo.

 

 

Llegó con 20 minutos de adelanto, lo que era muy bueno, sus demás compañeros se tardaban más por el tiempo que usaban en esperar a que su chofer los llevara entre el tráfico, pero claro, preferían tardarse media hora más a caminar 100 metros. Además, muchos eran hijos que se la vivían en fiestas, incluso niños de 13 y 14, que asistían allí, ya habían besado, bailado y bebido. Por lo que sus compañeros de 16 y 17 años debían pasarse el tiempo en miles de fiestas alocadas que terminaban muy tarde. Eso le daba ventajas a él. Fue hasta su casillero con pasos ligeros y sigilosos, esperando no encontrarse con ningún compañero suyo.

 

 

Pasar desapercibido era su deporte, no preferido. Pero era lo que le permitía sobrevivir antes de que las clases comenzaran. Al ser una escuela de diseño europeo, no se quitaba los zapatos en la entrada, como en cualquier otra secundaria pública, eso le daba ventajas cuando a alguien se le ocurría meter tachuelas o alguna cosa parecida en sus zapatos. Sólo en días de educación física había que cambiarse por unos deportivos y caminar descalzo en las duchas, así que por seguridad debías de revisarlos un par de veces antes de ponértelos.

 

 

Tomó sus útiles de la clase de Estadística y Probabilidad, era de las materias que más odiaba, su mente no fue hecha para los números y para estar encerrado en un laboratorio de computación, a él siempre le gustó educación física, natación y los talleres de arte, materias que lo enriquecían física y espiritualmente.

 

 

Regresó a la realidad cuando dieron las 7:00 am y sus compañeros comenzaron a llegar, el primero de todos fue Rock Lee, un estudiante becario que por sus excelentes notas y condición física le permitieron entrar a esta institución. Lo malo es que por ser de orígenes humildes y a su pobre atractivo sexual, lo convirtieron en otra víctima del tan mencionado “bullyng”.

 

 

Lee tenía el cabello negro, con un corte de tazón, con unos ojos redondos y saltones, acompañados por unas enormes y pobladas cejas, era bajo para sus 17 años y siempre daba excéntricos discursos acerca del poder de la juventud y de nunca rendirse a pesar de los obstáculos. Todo ello hacía una combinación perdedora y digna de burlas. Pero Lee nunca se rendía por más crueles que fueran las palabras contra él.

 

 

Naruto había llegado a tomarle cariño así que muchas veces se sentaba a su lado y platicaban.

 

 

La siguiente en llegar fue Hyuuga Hinata, una chica de 16 años, de cabellos largos y negros, también amiga de Naruto y Lee. Ella era la hija mayor de una familia muy rica, y como heredera debía cumplir con las expectativas de todos. Lamentablemente para ella, Hinata era una chica tímida, demasiado tímida, con problemas de baja presión y enfermiza, por muy bella que fuera, su “inutilidad” también la volvieron blanco de crueles bromas, nunca decía nada de lo que le sucedía en la escuela, decirlo sería otra deshonra más traída a la familia, que de por sí ya habían comenzado a replantear ver a Hinata como futura heredera, ya que su hermanita menor Hanabi, a sus 12 años, tenía el carácter y la voluntad que ella nunca tuvo.

 

 

Subestimada y abandonada, Hinata se unió al pequeño grupo de amigos, donde se sentía querida y valorada. Naruto desde el primer momento en que lo conoció, le tuvo gran respeto y admiración, hubiera sido el hombre de quien ella se enamoraría, si no fuera un doncel.

 

 

-¡¿Cómo están mis maravillosos amigos en éste día que desde temprano nos permite explotar nuestra llama de la juventud?!-

 

 

-Lee-kun, no deberías… gritar tanto- Decía en voz baja Hinata, algo preocupada de que en cualquier momento su profesor Asuma llegara y los regañara por siempre hacer escándalos por las mañanas.

 

 

-¡Tranquila Hinata-chan, conoces a Asuma-sensei, no nos pondrá a trabajar hasta las 7:30 y aún no dan las 7:20, es más, ni siquiera ha llegado alguien más aquí!-

 

 

-Bueno… eso es cierto. Cielos estaba preocupada de no poder llegar temprano, Neji-niisan me dijo que podía llevarme en su motocicleta, pero el ya tenía que irse a su facultad y no quería causarle problemas… al menos llegué a tiempo-

 

 

-¡Yo vine corriendo desde mi casa!-

 

 

-¡Lee, tu casa está a 4 kilómetros de la escuela, ¿cómo que viniste corriendo?!-

 

 

-¡No puedo soportar la idea de que siempre me tarde media hora en llegar! ¡Debo de seguir entrenando para llegar en tan sólo 20 minutos! ¡Y si no lo logro, escalaré todos los árboles alrededor de la escuela!-

 

 

Curiosamente, esta escena se repetía todos los días, siempre eran las mismas pláticas, que aunque nunca eran mal recibidas, siempre terminaban en lo mismo…

 

 

-¡Pero miren a quiénes tenemos aquí! A los freaks de la escuela, ¿Díganme, qué se siente saber que nunca disfrutarán de una verdadera adolescencia por dormirse temprano como niñitos de kínder?-

 

 

Los tres voltearon a ver a una chica pelirroja de lentes llamada Karin, una de las jóvenes más populares de todas, su cuerpo bien desarrollado lleno de curvas la hacían un muy buen partido, sin olvidar que era hija de empresarios los cuales día a día ganaban más mercado. Lo malo de ésa chica, era que siempre se la vivía con su grupo de “amigos” famosos que se la vivían en fiestas y reuniones. Palabras como “trabajo” y “humildad” no existían en su diccionario.

 

 

-¿No me responderán nada verdad? Es mejor así, todo lo que sale de sus bocas es humillante-

 

 

Pasó junto a ellos, para sentarse en uno de los asientos más alejados, al tener la clave del internet, encendió el ordenador y se metió a una de sus múltiples páginas sociales, mientras que los tres trataban de ignorarla lo más posible, cada uno por razones diferentes, Lee no era alguien rencoroso, y además era bastante pacifista fuera de combates oficiales, nunca, pero nunca aprovecharía su fuerza contra una chica débil como Karin, de piernas y brazos excesivamente flacos y débiles, según él. ¡Seguramente si el viento soplaba lo suficientemente fuerte podría llevársela volando! Hinata debido a su debilidad jamás sería capaz de defenderse, o eso era lo que siempre se repetía a ella misma. Y Naruto apretó la manga de su abrigo, porque él sí tenía un comentario mordaz para contestarle a  cada insulto que cualquiera podía lanzarle, el impulso peleaba por salir, pero siempre mantenía su boca cerrada, provocando que al final su contestación muriera en su garganta sin poderla expresar nunca… Pero eso era lo mejor, no quería tener problemas con esa chica ni con ninguna otra.

 

 

Después los demás alumnos comenzaron a llenar el salón, cada uno jugando con su celular nuevo o con alguna aplicación en la computadora, después de un par de bocanadas de su cigarro, Asuma-sensei llegó para dar su clase, en la cual pocos eran los que le prestaban atención.

 

 

Como se mencionó antes, Naruto nunca fue bueno en esta materia, pero siempre procuraba al menos poner atención y no dormirse en clase u oír música a escondidas. La clase pasó y fueron al laboratorio donde su maestra Kurenai estaba haciendo reacciones con diferentes compuestos cerrados en recipientes de vidrio con tonalidades ámbar, en ésta clase, Hinata era especialmente buena, y Kurenai le había tomado cariño.

 

 

Una vez que química terminó, fueron a la cafetería a comprar sus almuerzos. Hinata siempre compraba una sencilla ensalada y unos sándwiches, junto con un zumo de naranja. Naruto como siempre, pedía un ramen instantáneo junto con una botella de leche fría, pero para completar su desnutrido almuerzo, Lee siempre convidaba su extenso bento que siempre se hacía, verduras salteadas, onigiris, pollo frito, carne con salsa de ciruela y arroz frito. Era increíble que Lee pudiera cocinarse solo todo eso, y que además le quedara tan bueno, podía apreciarse la extraña pero muy agradable esencia de la comida hecha con cariño y esfuerzo, cosa que en una escuela como esa era muy difícil encontrar.

 

 

La paz terminó cuando a punto de dar su bocado de ramen de cerdo, unos pasos de tacones de punta fina hicieran eco en el lugar, aquellos que estaban sentados alrededor subieron sus miradas hacia la entrada, para ver pasar a un grupo de 6 o 7 personas caminando de forma lenta, grácil y vistosa. De nuevo Karin apareció con un grupo de compañeros, parecidos a modelos sacados de revistas, que usaban el uniforme de modo desarreglado, informal, pero curiosamente sexy. Y en medio de todos ellos, una chica de aspecto despampanante, con cabellos rosas lacios, aunque con algunos rizos que caían bien definidos en algunas partes, recién hechos con plancha. La chica de 16 años, no tenía muchas curvas, pero tenía piernas bien formadas, lucidas por unos tacones blancos, maquillaje discreto en toda su cara y parte del cuello, y un par de enormes pechos, abultados, muy redondos y a juzgar por la falta de movimiento y elasticidad que debería ser causada por el contoneo de su cuerpo al caminar, falsos. Pero a los demás parecía no importarle en absoluto, haciendo “la vista gorda” y fingiendo que nadie se daba cuenta, con tal de ver esas enormes bolas que enseñaban piel por el escote que se había hecho en el uniforme a falta de una corbata y de los primeros 3 botones desabrochados.

 

 

Haruno Sakura, una estudiante muy reconocida en toda la secundaria, hija de una famosa modelo de renombre que siempre se la pasaba viajando y paseándose por las pasarelas del mundo, y de un padre médico cirujano plástico que siempre se la pasaba en casas de estrellas Hollywoodences haciendo citas para una liposucción o reconstrucciones faciales. Naruto había conocido personalmente a Sakura cuando los dos iban en la primaria y siempre se vió acomplejada por su larga frente y por su falta de busto. Ahora ya en secundaria tiene los senos que siempre quiso.

 

 

Lee por un tiempo estuvo suspirando días por ella y su belleza, hasta conocerla mejor y ver a una niña berrinchuda que gozaba de hacerle la vida horrible a los que consideraba menos.

 

 

Una vez que recorrieron la cafetería como pasarela se sentaron en una larga mesa, junto a unos ventanales grandes que dejaban entrar mucha luz. Para el pequeño grupo de amigos, su presencia siempre significaba problemas. A veces era mejor retirarse antes de que el enemigo los viera.

 

 

-Saku-chaaaaan~ Creí que ya no vendrías- Decía Karin en forma melosa.

 

 

-¿Cómo crees Kari-chan? ¡Si hoy toca clase con Kakashi-sensei!- Sakura le respondió del mismo modo meloso y exagerado, increíblemente falso.

 

 

-Ahora que ellos no nos ven deberíamos retirarnos, aún podemos comer en las canchas- Dijo Hinata, animando a los demás a seguirla, Naruto asintió y con cuidado se levantó llevándose su ramen.

 

 

-¡Oh, pero si son ustedes! ¡¿Cómo no los ví?!-

 

 

La voz de Sakura taladró en sus oídos anunciando cosas muy malas.

 

 

-¡¿A dónde van?! ¡Naru-chan, Hina-chan, Lee-kun!-

 

 

Ella y otros dos chicos de gran tamaño y robustos se levantaron, los rodearon y se les repegaron para evitar cualquier intento de huída.

 

 

-Hina-chan, hace días que no te veía, ¿cómo sigues de tu inutibilidad?, ¿has tomado algún tratamiento? ¡Oh, es cierto, no hay cura!- Y de ése mal chiste, todos comenzaron a reír, la ojiperla no podía sentirse más humillada, pero como siempre, se callaba mientras recibía los insultos como esponja.

 

 

-¿Sakura, sí recuerdas el texto que teníamos que leer para hoy?- Dijo Naruto, serio, y enojado por cómo hacían sentir a su amiga.

 

 

-¿Y  yo por qué habría de saberlo o de decírtelo? Niño de 10 ¡Esas cosas ya deberías de saberlas tú!-

 

 

Había un modo de hacer rabiar a Sakura fácilmente, y esa era recordarle que era la chica de 6, menos tomada en cuenta en la clase del profesor más joven y apuesto de todos. Hatake Kakashi, sensei de Literatura, y el maestro preferido de Naruto, el único capaz de hacerlo leer un buen libro y era por eso que siempre sacaba 10 en su materia, porque, en Estadística por ejemplo, tenía suerte si pasaba con 7. Kakashi siempre trataba de hacer sus clases lo más interesantes posibles utilizando textos antiguos de muchas partes del mundo que relataban historias fantásticas, dramáticas o crudas. Esta semana, leerían el texto del poeta Dante Alighieri, “La Divina Comedia” y harían algunos análisis sobre la época en que se escribió y cómo estaban las cosas en esos tiempos.

 

 

Los ojos de Sakura y Naruto se habían conectado al hacerle la pregunta, y él siempre podía ver en la verde mirada furia y envidia. Y una parte interna suya no paraba de reír y burlarse de la chica. Pero el rubio nunca hizo ni dijo nada, esa emoción al ver así a sus enemigos y regodearse de su frustración, siempre se quedaría en algún sitio de su oscuro interior.

 

 

El descanso terminó, con un buen sabor de boca en Naruto que a pesar de haber comido todo su frío ramen en el camino al salón, había hecho hervir de rabia a la desagradable de Sakura, y eso fue lo que mejor le cayó después de llenar su estómago.

 

 

Llegaron a su salón, Naruto se sentó ésta vez junto a Hinata y sacó su libro, leyendo otro fragmento más mientras su profesor llegaba... tarde como todas las veces, llegando con una escusa barata y sin sentido, pero a pesar de eso, los alumnos lo querían.

 

 

-¡Hola niños! ¿Cómo les va? Lo siento por la demora, pero me encontré con una ancianita con cinco gatitos queriendo cruzar la calle y no pude negarme a ayudarlos-

 

 

El hombre de 32 años, de cabellos plateados, despeinado, con un saco y corbata mal acomodados, caminaba por el salón hasta su escritorio, muchas alumnas lo veían con deseo, pues era muy apuesto, tenía la piel blanca, barbilla cuadrada, muy varonil, y un ojo oscuro que siempre observaba todo con tranquilidad, el otro estaba cubierto por un parche, nadie jamás había visto ése ojo oculto.

 

 

Sakura, Karin y otras chicas más, estaban embobadas con el sensei, según ellas, era un hombre adulto y maduro, sensual y de seguro, también buen amante. Justo por eso es que tenían tan bajas notas, por quedársele viendo tan estúpidamente mientras él daba sus clases y nunca lo escuchaban.

 

 

-Haruno-san… ¿podrías decirme, qué es lo que el personaje Virgilio representa en la trama?-

 

 

-¿Eh? Vi-Virgilio… él representa… ¿la amistad? – preguntó nerviosa por la pregunta repentina, en milisegundos intentaba recordar algo sobre Virgilio, pero sólo recordaba que acompañaba a Dante en todos los infiernos…  ¿eso era amistad, cierto? Al igual que en las películas para niños.

 

 

-Bien… ¿Namikaze-kun? ¿Podrías darme una mejor respuesta?- Kakashi se giró, dándole la espalda, hablando con tono sarcástico mostrando así su insatisfacción por tal insípida respuesta.

 

 

Sakura cuando escuchó eso se sintió molesta; muy molesta, ése rubio horrible, bajo y sin encanto le robaba al guapo profesor.

 

 

-Ehhh… etto… ¿La razón? ¿La guía?- preguntó algo extrañado por habérselo preguntado justamente a él.

 

 

-Muy bien Namikaze… Virgilio, simboliza la razón que guía a Dante por el infierno y purgatorio, para alcanzar a su amada Beatriz y alcanzar el cielo…-

 

 

Las chicas suspiraban imaginándose una rosa historia de amor entre un guapo y varonil Dante, justo como el de Devil May Cry, y a una Beatriz, rubia, joven y muy bella. Kakashi comenzó a escribir cosas en el pizarrón, lo dividió en “Infierno”, “Purgatorio” y “Cielo”.

 

 

-Muy bien mis entusiasmados jóvenes, Sakura-san y Naruto-kun, pasen a hacer los círculos, Sakura has el Infierno, Naruto el Purgatorio, yo haré el Cielo, así que levántense y comiencen a escribir-

 

 

Los dos jóvenes se pararon de sus asientos y fueron, cada uno a tomar un plumón. Sakura se quedó allí parada frente a la blanca pizarra sin saber qué escribir, pero el rubio junto a él ya había comenzado a llenarlo con nombres extraños, los enumeró del 1 al 7, sin titubear mucho.

 

 

-Bien Naruto-kun… bien- Decía el maestro, hasta ver la aún blanca parte de pizarra para Sakura, entonces ella comenzó a poner cosas como “Pecado”, “Lujuria” y otras cosas. En general había términos correctos, pero ponía unos y quitaba otros. Estuvo a punto de ir a ayudar a Sakura cuando recibió una llamada.- Lo siento chicos, debo atender algo, Namikaze-kun, ayuda a la señorita a acomodar sus ideas mientras vuelvo-

 

 

-Hai sensei-

 

 

Una vez que Kakashi se fue, Naruto fue hasta la ojiverde y comenzó a señalarle cada uno de sus errores.

 

 

-Sakura-san, son nueve círculos, no siete, el primero no es “Pecado”, es “Limbo”…-

 

 

La chica dejó de prestarle atención, callada y encerrada en sus propios pensamientos maldecía  la sonrisa levemente divertida de Naruto, como si esta se burlara abiertamente de ella. Ya una vez que Kakashi volvió, elogió el buen trabajo del rubio.

 

 

-Haruno-san, deberías de volver a leer el texto, ya se te olvidaban algunas cosas-

 

 

Eso destruyó la ligera paciencia de la pelichicle, y se la pasó maldiciendo mentalmente a su compañero por todo el resto de la clase.

 

 

Hasta después de que la clase terminara, Naruto y los demás fueron por algo de zumo, Sakura y Karin los siguieron.

 

 

-Naruto-kun, no sabía que supieras tanto del libro- Dijo Hinata, una vez que llegaron a una máquina de bebidas, junto a una cafetera con agua caliente.

 

 

-¡Eso fue genial Naruto-kun! ¡Ya veo que aprovechaste tu llama para apreciar tan épica historia! Aunque no esté muy de acuerdo en el modo en que trataban a todos paganos, ¡Qué terrible hubiera sido que nos tocara esa época cuando en Japón lo que más hay es el budismo y sintoísmo!-

 

 

Naruto rió un poco por el comentario de Lee mientras Hinata sacaba su bebida, pero la alegría le duró poco cuando de nuevo su compañera de busto falso llegó.

 

 

-¿Qué creías que hacías Na-mi-ka-ze?- Dijo arrastrando cada sílaba de su apellido con asco y desprecio.

 

 

-¿Qué qué hacía? Simplemente lo que Kakashi-sensei pidió, no tendrías que estar enojada- Se defendió.

 

 

-¡No te hagas el tonto conmigo pequeño monstruo!- Ella lo tomó del cuello de su camisa y lo acercó a ella. -¿Tanto quieres la atención de Kakashi-sensei como para opacarme con tu graaaan conocimiento? ¡Idiota, lo que quieres es hacerme quedar mal!- Lo empujó, pudo haberse caído si no fuera porque Lee lo había atrapado.

 

 

-¡Sakura-san, no puede tratar a Naruto-kun así, él no tenía ninguna intención de hacerlo- Trató de defenderlo y hacer entrar en razón a su compañera.

 

 

-¡Cállate cejón! Gente como tú mancha nuestra institución, llenándola de pobretones…-

 

 

Naruto se enfureció al oírla, ya cansado de sus hirientes exageraciones, se le puso enfrente.

 

 

-¡No le hables así a Lee! ¡Si tu problema es conmigo no tienes que meterte con mis amigos!-

 

 

Sakura encendió la máquina de café, puso un vaso a llenarse mientras escuchaba los reclamos del niño.

 

 

-Tienes razón… pequeña zorra-

 

 

Tomó el vaso lleno con el líquido hirviendo y se lo echó encima. Pronto el lugar se llenó con un fuerte alarido de dolor, mientras Naruto se cubría los ojos y su ropa se manchaba con el líquido café. Pronto, un maestro llegó y al ver el estado del estudiante se lo llevó a la enfermería sin preguntar cómo se había hecho aquello.

 

 

La enfermera que lo atendió fue rápida y eficiente, le puso un ungüento y vendas. Su frente y brazos estaban cubiertos por la tela blanca.

 

 

-Muy bien Namikaze-kun, ¿podrías repetirme cómo te hiciste esas quemaduras?-

 

 

-Compré un café y me resbalé, por reflejo solté el vaso y me quemé… fue un accidente-

 

 

-Hmmm… Está bien… ¿Pero sabes? Es mejor que vayas a descansar a casa, tranquilo, mandaré un justificante a tus profesores, puedes irte ya-

 

 

-Gracias sensei-

 

 

Naruto se levantó e hizo una reverencia, la enfermera era una joven de ventitantos años de cabellos negros, era agradable y muy buena, pero no sabía si era lo suficientemente accesible como para ir a contarle sus penas. Además, tampoco era su trabajo y no quería hacerla pasar malos ratos escuchando sus desgracias que a ella no le concernían en absoluto.

 

 

Se puso su abrigo y mochila. Era una lástima no poderse despedir de sus amigos pero la verdad ya no quería pasar ni un minuto más en la escuela. Cuando salió el cielo estaba más gris que en la mañana. Todo apuntaba a que pronto llovería.

 

 

Sin ánimos emprendió su regreso a casa, tal vez tomaría un baño y dormiría, sólo esperaba tener una tarde pacífica. Llegó hasta su mansión y abrió la puerta con cuidado para no hacer ruido, dentro se escuchaba la voz de una mujer gritando, y al reconocerla, encontró en la entrada a su madrastra, discutiendo por teléfono con alguien.

 

 

Esa mujer, alta, de busto prominente y de cabellera roja y ondulada, era una modelo de renombre, que a pesar de haber cumplido los 30 años, seguía encantando al público. Su padre, muy pocos años después de la muerte de su madre Kushina decidió desposarla… Aunque nunca supo bien el porqué, lo único que tenía en común con su madre era el largo cabello rojo. Pero el de su madre era lacio, y más suave.

 

 

Su relación con ella era algo tormentosa, la modelo que se había casado con el poderoso, rico y viudo de su padre, era muy codiciosa, siempre quería dinero de Minato, quien a veces le daba dinero para que se comprara cosas, pero de él nunca recibía atención, siempre sumergido en su trabajo, en los recuerdos y en sus pensamientos, algunas veces tuvo problemas con Naruto por monopolizar la atención de su padre, el cual se había vuelto tan frío como el hielo, tan frío y muerto, que desde hace unos años había dejado de comportarse como si aún hubiera un padre y un hijo… tan sólo era un hombre de negocios con una enorme casa, una esposa maniquí y un hijo abandonado.

 

 

-Oh, eres tú… ¿creí que no salías hasta más tarde de tu escuela?-

 

 

-…Hoy fue especial-

 

 

La mujer lo miró de pies a cabeza con mirada juzgadora y afilada.

 

 

-Mírate, un doncel de tu edad usando esa clase de ropas… sube a cambiarte, hoy iremos a cenar a un sitio elegante, así que no quiero verte usando esos harapos-

 

 

-…Hai…-

 

 

Se sacó los zapatos y se dirigió a las escaleras, cuando a la mitad del camino, de nuevo la voz de su madrastra se oyó

 

 

-Y Naruto… trata de no avergonzarnos-

 

 

-Sí…-

 

 

De nuevo emprendió su camino, llegó a su cuarto y comenzó a quitarse la ropa. Se vió al espejo, y se quitó las vendas de su frente… la piel estaba enrojecida, ¿cómo podía ocultar eso? Abrió un cajón de su mueble y sacó maquillaje. Él en realidad nunca lo usaba, pero sabía cómo ponérselo. Era algo que todo doncel debía saber. Pero antes eligió algunas prendas, una blusa negra de manga larga y cuello de tortuga, como estaban en tiempos de frío nadie se preguntaría por qué lo llevaba, así ocultaría las vendas de sus brazos, luego tomó unos mallones también negros y por último unos pantaloncillos cortos naranjas… Le gustaba la ropa de varón, era más cómoda y no eran tan necesarios tantos conjuntos… pero para eventos como estos eran necesarios.

 

 

Su cabello era incorregible, así que no le prestó atención, sólo se puso un par de broches azules y un poco brillantes; ese todo de azul le gustaba. Después, tomó el maquillaje del mismo color de su piel y comenzó a cubrir su frente rojiza y quemada hasta que regresara a su color original, guardó los cosméticos y tomó su abrigo. Abajo, ella y su padre se arreglaban para salir… mas bien, era ella quien arreglaba a su padre para salir.

 

 

Bajó rápido pero silencioso, cuando la pelirroja lo observó.

 

 

-¿Naruto qué te he dicho de esa ropa? ¡Eres un doncel de clase alta por el amor de dios! Deberías usar ropa elegante más femenina-

 

 

-Disculpe señora… pero el joven Naruto-sama sigue siendo un estudiante de secundaria, no está en edad de buscar marido- Yamato salió de la nada a defenderlo, y le agradeció en silencio con una mirada, mientras su madrastra refunfuñaba y salía de la casa.

 

 

El camino en el auto fue muy aburrido, el conductor estaba muy ocupado en sus propios asuntos como para ver lo que sucedía allí atrás, bueno, tampoco había algo de interesante en ver a una familia completamente disfuncional. Naruto siempre se quedaba viendo la ventana cuando viajaban en la limosina, con anhelos de salir de ahí y correr libremente.

 

 

-Deja de mirar la ventana tan lastimosamente, das pena- Se quejó ella.

 

 

-Lo siento…- susurró y cerró los ojos todo el resto del recorrido hasta ése famoso sitio que tan poco le interesaba, bajó después de la pelirroja mientras daban su nombre y les daban la entrada.

 

 

El interior era bonito, con luces rojas, un sitio bohemio, pero elegante, muy al fondo les dieron una mesa junto a la pared, eso le recordaba a algunos lugares donde los restaurantes tenían unos asientos rodeando las mesas, le gustaban, pero allí, esas sillas tenían terciopelo muy acolchonado, y se preguntaba, ¿qué pasaría si de repente alguien derramara algo y las manchara? ¿Cómo le harían para limpiarlo o cambiarlo?

 

 

Por donde pasaban eran víctimas de las miradas asombradas. Su madrastra estaba acostumbrada al ser modelo, y le encantaba ser adulada, pero a él le parecía un tanto extraño, podía sentir muchas miradas observando su espalda y no era para nada agradable sentirse el centro de atención, sobretodo siendo tan retraído.

 

 

Él se sentó en la esquina, luego fue la pelirroja y después fue Minato. Ordenaron algunas cosas y luego su madrastra comenzó a hablar hasta por los codos de cómo había sido su día, nadie le prestaba atención. De repente, un mesero trajo un vaso con un líquido amarillo.

 

 

-Una naranjada para el joven… de cortesía- Naruto se sorprendió pero recibió la bebida con gusto y agradecimiento, era muy deliciosa, pero de repente sintió la mirada rencorosa de quien se sentaba junto a él… ¿Y ahora qué había hecho?

 

 

-¿Saben algo? He pensado en hacer algunos cambios…- Ella recargó su cabeza en sus finas manos y sonrió, algo dentro de él, supo que cualquier cosa que dijera, no le gustaría.

 

 

Minato seguía comiendo sin poner atención, como un robot.

 

 

-…Escuché hablar de un jardinero que hace obras de arte con las flores, y creo que Naruto-chan ya ha crecido lo suficiente como para tener a un sirviente…-

 

 

Naruto observó hacia el frente, presionando el vaso con su mano izquierda.

 

 

-¿Y qué piensas hacer?- Dijo por primera vez Minato, saliendo momentáneamente de su mutismo para luego caer otra vez en él.

 

 

-¡En despedir a Yamato!-

 

 

Una ola de recuerdos pasaron por la cabeza de Naruto en ésos momentos, los recuerdos de su querido mayordomo que siempre estaba ahí para él, para acompañarlo, para ayudarlo con las tareas que no entendía, para alegrar el jardín con sus bellos bonsai que él mismo se encargaba de hacer… Yamato fue el hombre que su madre había contratado mientras estaba embarazada de él… y Yamato prometió, desde que su madre había muerto, que siempre estaría allí para protegerlo…

 

 

-¡Ese hombre ha estado allí por más de 10 años, es un modelo viejo y necesitamos cambiarlo! Además le dará un nuevo aire al jardín… ¡¿Así que, qué piensan?! ¡¿No es una magnífica ide-?! – El sonido de algo quebrarse llamó la atención de todos, fragmentos de vidrios habían caído sobre el vestido rojo de la mujer.

 

 

Un par de meseros corrieron hasta la mesa para limpiar lo que se hubiera roto, pero se quedaron helados al ver la mano del jovencito ensangrentada y con cristales incrustados en ella. Hicieron que se levantara, pusieron unas servilletas blancas sobre la mano herida, Naruto se había asustado, ¿cuándo había pasado eso? ¿Acaso fue la misma presión que ejerció sobre el antiguo vaso?

 

 

Lo llevaron al baño para que se limpiara, el doncel no parecía asustado o sufriendo, sólo entró a ritmo lento. Abrió la llave de agua y comenzó a sacarse uno a uno los pedazos de cristal. Tal vez no le dolían tanto por el dolor que ahora mismo su corazón sufría.

 

 

Estaba por terminar, cuando de repente, comenzó a ver gotas cayendo en su mano derecha sólo manchada de sangre de la otra. Se miró al espejo y se sorprendió al ver su rostro lloroso. ¿Cuándo había liberado el llanto?

 

 

Bajó su cabeza con decepción, cerró la llave de agua, y como si de nuevo, se hubiera sumergido en un transe, levantó su mano y comenzó a escribir en el espejo con sangre.

 

 

Que todo cambie, que mi vida cambie, que mi padre cambie, que mi mundo cambie

 

 

-Ayuda…- Susurró en tono lastimero mientras el primer sollozo salió de sus labios, luego le siguieron otros. Al final ya no había nada que detuviera sus lágrimas.

 

 

Los golpes en la puerta lo hicieron regresar a la realidad, se mojó la mano y la servilleta y se la envolvió, mojó el espejo hasta quitar todo rastro de sangre, se secó la mano, y el rostro, con eso salió, como si lo que pasó hace unos minutos nunca habían sucedido.

 

 

-Yo… lo siento por romper el vaso- Lo primero que vió fue a la gente amontonada, incluyendo al mesero que tan amablemente le había ofrecido la naranjada.

 

 

-Está bien… ¿Tú cómo estás?-

 

 

-Pues… me duele, pero sigo bien- Dijo tranquilo. Los meseros estaban sorprendidos por la fuerza del niño que había soportado el dolor, lo dejaron volver con su familia. La mujer pelirroja lo veía mal, como si accidentarse hubiera sido su culpa. Pagaron y se fueron del lugar.

 

 

En el camino, ella comenzó a criticar su torpeza, lo inútil que era, la vergüenza que los hacía pasar… fue un regreso muy desagradable.

 

 

Al llegar a casa, Yamato los recibió con la delicadeza de siempre, hasta ver el estado de Naruto.

 

 

-¡¿Joven amo, qué le pasó?!-

 

 

-¡El inútil de cortó con un vaso!- Dijo la mujer y se fue. Yamato odiaba a esa tipa, quería decirle un par de cosas, pero Naruto lo detuvo, negó su cabeza y susurró.

 

 

-Así está bien-

 

 

Yamato suspiró derrotado y se llevó a Naruto a otra habitación. Sacó un botiquín con medicinas y otras cosas y comenzó a curar la mano del niño.

 

 

-No puedo creer lo que sucedió… ¡Te dejo solo con esa mujer y mira lo que te ocurre!-

 

 

-No es para tanto Yamato- Naruto sonreía honesto, alegre de al fín estar junto a él.

 

 

-¡Claro que sí es para tanto! ¡Prometí a Kushina-sama que lo cuidaría y sólo mírese! ¡Soy un fracaso!- Dijo exagerado, haciendo una escena que pretendía ser deprimente, pero sólo logró que Naru riera.

 

 

-Ahora que recuerdo, ¿cómo dices que te hiciste eso?-

 

 

-…Se me resbaló el vaso, traté de atraparlo pero cayó al piso y se rompió… y me corté…-

 

 

Su mano muy lastimada se veía bastante mejor luego de los cuidados del hombre de cabellos cafés, ahora estaba ya cubierta de blanco por los vendajes.

 

 

-Las cicatrices tardarán un poco en desaparecer, pero al menos ya no sangrarás más-

 

 

 

Una vez que su mano estuvo lista, saltó hacia Yamato y lo abrazó con fuerza.

 

 

-Gracias… en serio gracias…-

 

 

Yamato estaba sorprendido, pero correspondió el abrazo. Luego de unos segundos lo separó.

 

 

-Muy bien Naruto-sama, es hora de que vayas a descansar, mañana tienes clases-

 

 

-Hai-

 

 

De mucho mejor humor fue a su cuarto y se cambió. Del cielo negro comenzaron a caer finas gotas que poco a poco se fueron agrandando e intensificando, Naruto entró al baño y se lavó los dientes. Cuando salió, se sentó en su cama y se quedó viendo la lluvia. Bajó la cabeza entristecido, decidió hincarse en el piso, juntó sus manos y volvió a susurrar su deseo, como un poderoso mantra o un rezo.

 

 

-Que todo cambie, que mi vida cambie, que mi padre cambie, que mi mundo cambie…-

 

 

De repente escuchó un fuerte aleteo, un cuervo se posó frente a su ventana, lo había oído graznar. Abrió sus ojos y lo observó sorprendido. ¿Por qué había un cuervo negro bajo la lluvia posado frente a su ventana? Se le acercó para verlo mejor y abrirle, pero entonces un gran y luminoso rayo cayó a la tierra, iluminando el oscuro plumaje y un par de brillantes y demoniacos ojos rojos. Cuando el rayo pasó… no había más cuervo en la ventana.

Notas finales:

 ¡Espero que les haya resultado entretenido! Ahora especificaré unas cosas acerca de esos Cículos del poema "La Divina Comedia". En el texto (el de Dante) se especifica que el Infierno, Purgatorio y Cielo se dividen por círculos, gradas y esferas, el Infierno 9, el Purgatorio 7 y el Cielo 9

Podría especificar cada círculo, grada y esfera, pero sería mucha información, si quieren saberlas pueden buscarlas en Wikipedia, no hay pierde


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