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Frozen in my heart por Sawako_chan

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Notas del fanfic:

¡Hola!

Pues las vísperas navideñas nos atacan, y mi espíritu se ha reforzado ésta vez trayendoles una historia rarita. Pero diferente que espero les guste y los haga disfrutar esta navidad. Es muy adelantado este regalo, pero no me podré conectar los siguientes días y quería hacer algo para estas fechas. 

Espero que les guste.

Notas del capitulo:

Espero y les guste esta historia, que ha salido de mi mente en dos horas. Ojalá y les guste tanto como a mi escribirla. 

 

 

 

 

*OoO*OoO*OoO*OoO*

 

 

---Frozen in my heart---

 

 

*OoO*OoO*OoO*OoO*

 

 

 

 

Los primeros copos caían anunciando la llegada del invierno. La realidad fría y blanca de los meses que se avecinaban sobre un nuevo año. Quizá mejor, o quizá peor. ¿Qué pasaría? Toda la gente aspiraba sueños, hacían promesas que a lo mejor jamás llegarían a cumplir. Muchos prometían dejar de fumar, conseguir una pareja, casarse, sacar mejores notas en el colegio. ¿Y él? Pues él no tenía deseos, no aspiraba a cosas que sabía y eran imposibles.

 

La nieve, antaña a un recuerdo montañoso, se convertía poco a poco en la realidad de los días. Días para encerrarse, arroparse, prender fuego en la chimenea y con una taza de chocolate caliente, mirar por la ventana. Para otros, los indefensos copos se convertían en un incordio para sus rutinas, un obstáculo. Como era su caso. Un copo pequeño de nieve cremosa cayó sobre su azabache cabello, y otro más sobre la punta de su nariz, haciéndolo gruñir y frotarse la zona con su guante negro hasta dejarla un poco irritada. ¿Por qué había tenido que salir de casa precisamente cuando la nieve había comenzado a caer? ¡Ah, sí! Porque el tonto de Naruto le había pedido que la navidad la pasara en su casa.

 

Se había negado rotundamente cuando escuchó su voz por el otro lado del teléfono, pues hacía mucho tiempo que no se veían, y al parecer esos años escolares de amigos inseparables habían ido quedando atrás con el tiempo. Dos años habían transcurrido desde que él se había marchado de su hogar y se había instalado ahí, en Tokio, donde vivía Naruto. Lejos de su familia. Sin embargo, no por ese motivo volvieron a verse, y no es como si él lo hubiera buscado, no era ese tipo de personas que busca entablar nuevamente amistades pasadas. Más bien le hubiera gustado comenzar de nuevo, sin conocer a nadie. ¡Pero no! El usuratonkachi rubio se había cruzado en su camino un día de nieve como este, y su amistad se había retomado. Aunque sinceramente, poco quedaba de ello.

 

Hacía un año que no se hablaban para nada.

 

¿Motivos? Simplemente no le daba la gana de buscarlo. Y más porque Naruto se había vuelto un poco esquivo, y si no mal recordaba, habían tenido una discusión que los había separado. ¿La causa? Simplemente trabajo. Eran la competencia en el mercado financiero. Él, en la empresa de su padre, Fugaku; Naruto dirigiendo la empresa de su abuelo. Entonces los problemas habían comenzado y una larga historia que no planeaba recordar mientras caminaba.

 

Una ventisca de aire congelado lo atacó, y sintió como calaba profundo hasta sus huesos. Ajustó la bufanda gris que traía enredada sobre el cuello y se arropó más con su abrigo negro, tratando de darse calor inútilmente. El vaho le salía por la boca, y respiraba un poco agitado, pues la casa de Naruto no quedaba muy cerca de la suya. ¿Y por qué había ido caminando? Pues porque su coche estaba en el taller mecánico a causa de que hace un par de semanas un idiota se atravesó cuando el semáforo marcaba en rojo y se estrelló contra él… además los taxis estaban ocupados con toda esa gente haciendo sus compras navideñas.

 

A lo lejos pudo divisar a un señor vestido de Santa Claus, sentado sobre una gran silla de terciopelo roja, un trineo a su lado, junto con un reno falso y un duende, también falso. Cargaba a los niños simulando alegría y los montaba sobre su regazo, haciendo la voz más estúpida que jamás hubiera escuchado, mientras los infantes le pedían los regalos de navidad que querían por haberse portado bien. Después el señor barrigón y con barba blanca, se reía y les acariciaba la cabeza, soltándolos y deseándoles feliz navidad. Luego otro niñito arribaba a su presencia. Sus ojos viajaron a través de la larga fila que se escurría por la pared de la avenida. Rodó los ojos.

 

No odiaba la navidad, pero tampoco es como si fuese a celebrarlo como todos ellos. No gustaba de cenas armoniosas en familia, tampoco le gustaba ir por allí contagiando el espíritu navideño, no decoraba su casa y tampoco hacía regalos a sus amigos y compañeros. Era mucho decir que por la mañana le había llamado a su madre para desearle un buen día y una feliz velada con Fugaku.

 

Caminó por quince minutos más, atravesando calles y cuidándose de la nieve que pudiera hacerlo caer cuando comenzara a desvanecerse sobre el asfalto. Por fin, dio la media vuelta sobre una florería y distinguió a lo lejos un portón azul, y una casa amarilla. Estacionado enfrente había un coche bastante peculiar solo para dos personas, color naranja. Esa era su casa. Lo sabía. Suspiró y por fin sus pies gritaron por un descanso. No estaba muy acostumbrado a caminar, y con el ajetreo de tanta gente sobre las calles, la cabeza había comenzado a dolerle. Ese tonto Naruto se las iba a pagar.

 

Cuando llegó al portal, todo estaba en completo silencio. Solo las pequeñas lucecitas de colores que habían colgado sobre éste, emitían una susurrante cancioncilla navideña. Esperaba y dentro no lo pusieran a cantar villancicos. Según Naruto, la cena sería familiar y algo normal. Recordó que entonces solo serían ellos dos y los abuelos del rubio, Jiraiya y Tsunade. Sus padres habían muerto cuando él apenas tenía cinco años, y prácticamente, había crecido bajo un seno familiar distinto.

 

Tocó dos veces el timbre, esperando un poco impaciente, pues el frío y la nieve se hacía cada vez más densa. Cuando su paciencia se agotó y estuvo a punto de dar media vuelta y volver ésta vez en un taxi, la puerta se abrió, dejando ver entre la oscuridad y la ventisca de viento frío, a un par de ojos azules impresionados, que lo analizaban de pies a cabeza, como no creyéndose su presencia.

 

     —¿Qué pasa? —gruñó.

 

     —La verdad no esperaba verte a ti… —susurro asombrado, pero cuando vio que el ceño del azabache se fruncía, disipó la idea errónea que comenzaba a formularse y corrigió:—. ¡Quiero decir que no esperaba que vinieras, ‘ttebayo!

 

     —¿Y por qué no? —su mirada analizó otro punto que no fuera el rubio, pues comenzaba a incomodarse un poco por tanto análisis. Además se veía muy bien: una camisa blanca y por encima de ésta un jovial suéter rojo, y unos pantalones de vestir color negro. El cabello rubio lo llevaba despeinado, como siempre, y tenía un toque casual pero rebelde que lo hacía simple y sencillamente atractivo para cualquiera.

 

     —Porque a ti no te gustan las festividades, Sasuke. No pensé que quisieras salir de tu casa con este frío, y… —

 

     —Si sigues parloteando voy a reconsiderarlo, y tal vez me vaya. —lo miró de forma indiferente cuando las mejillas del blondo se colorearon de un toque rosita y se hizo a un lado para dejarlo entrar.

 

Sacudió sus zapatos en la entrada, y vislumbró un alumbrado pasillo por luces y adornos navideños. Retiró la nieve de su abrigo y con cuidado se quitó los guantes, guardándolos en una de las bolsas de su vestimenta. Naruto le sonrió, y sin decir ninguna palabra lo dirigió por el pasillo hasta dar con una puerta blanca. Abrió y lo único que escuchó fue el ensordecedor retumbar de las bocinas y los gritos alocados de la muchedumbre.

 

Dentro, todos bailaban pegados al ritmo de la música, cuerpo contra cuerpo, algunos besándose y tocándose, y otros simplemente bebiendo. A lo lejos distinguió al DJ. Su confusa mirada se paseó por el terreno y dio media vuelta para irse, pero una palma sobre su pecho lo detuvo. Naruto, con una sonrisa traviesa y misteriosa sobre sus facciones zorrunas, negó con un suave gesto y con un leve empujón lo introdujo a la casa y cerró tras de sí. Lo miró con el ceño fruncido.

 

     —¡¡Dijiste que era una cena nada más, usuratonkachi!! —gritó fuertemente, para que su voz lograra escucharse al menos sobre la música ensordecedora. El rubio se encogió de hombros, mientras lo tomaba por un brazo y lo conducía por entre toda la gente, llevándolo a la sala.

 

     —¡¡Estaba seguro que si te lo decía ibas a negarte, ‘ttebayo!! —le sonrió—. ¡¡Solo ve y disfruta ésta noche, toma cuanto puedas que la cerveza y el tequila es gratis!! —con un suave empujón, lo sentó en uno de los sofás al lado de una pareja que estaba prácticamente comiéndose, y volvió tras unos segundos con un vaso lleno de bebida embriagante y hielos. Le guiñó un ojo y volvió a perderse entre la gente, dejándolo ahí.

 

Gruñó en cuanto se fue, y sin nada más que hacer, dio un trago grande a la bebida. Sonrió de medio lado. Al menos Naruto sabía hacer algo bien: había preparado la bebida de forma exquisita. Sin poder resistirlo, tomó otro trago, y otro más, hasta que el vaso quedó vacio y lo único que tintineaba en su interior eran los cubos de hielo.

 

El calor comenzó a subir por su cuerpo, ya que la temperatura dentro y la de afuera era demasiado distinta. ¿Qué podría pasar? Se dijo a si mismo mientras se despojaba de su abrigo y lo dejaba en una de las sillas. Se acomodó su camisa color azul petróleo y se sentó mejor en su lugar, sintiéndose cómodo y comenzando a relajarse. El dolor de cabeza se había disminuido, pero no era suficiente. Tal vez ir él mismo por otro vaso de esa bebida lo ayudaría a curar esa migraña.

 

Se levantó con paso tranquilo, sin sentirse mareado, pues era un buen tomador, y se mezcló entre la gente. Empujones y uno que otro toque sintió hasta llegar a la cocina, donde se detuvo un momento. ¿Estaría bien pasar y tomar una cerveza o un vaso con tequila sin pedir permiso? Después de todo esa no era su casa, y no se sentía bien yendo y viniendo como si nada. Vio salir a dos sujetos con dos cervezas en cada mano, tan alegres de la vida y borrachos que solo pudo recordar las palabras del atolondrado rubio:

 

“¡¡Solo ve y disfruta ésta noche, toma cuanto puedas que la cerveza y el tequila es gratis!!”

 

Entonces, con un poco más de confianza surgiendo desde su interior, entró. El olor del vino, el tequila y la cerveza inundó sus fosas nasales. Cajas y cajas cubrían la parte lateral de la cocina, mientras que botellas de diversas marcas reposaban sobre el desayunador color blanco. ¡Vaya que se había excedido en cuanto a bebida gratis! Todo el mundo terminaría perdido, estaba seguro de eso.

 

Su vista se paseó perezosamente, hasta dar con el refrigerador. Sobre él había pequeñas notas y fotos que seguro guardaba la vieja Tsunade. Era tan típico de una abuela que se hacía absurdo y no hubiese nada. Sin nada más que hacer, caminó hasta allí y sonrió de medio lado al ver que una de las notas que con tanto ahínco se exponía, era el examen de tercero de secundaria del rubio. Una gran “F” en color rojo y taches no se hicieron esperar. Sasuke recordó entonces aquel día en que Naruto no había estudiado, raro en él, pero esta vez ni la suerte lo había acompañado.

 

Una nota más se distinguía al fondo, y leyó con voz profunda y calmada:

 

     —“Ni se te ocurra hacer nada más que una pequeña reunión en la casa mientras no estemos en esta navidad. Atte: Tsunade.” —sonrió para sus adentros. ¿Qué cara pondrían ellos si supieran el pequeño convivio que había organizado su nieto? Se paseó un poco más a la derecha, y vislumbró una foto que le causó un poco de nostalgia. Eran los padres de Naruto, y él, a los cinco años.

 

No los había conocido, pero le hubiera gustado hacerlo aunque ya no los recordara. Había conocido al rubio a los seis años, cuando la tragedia familiar ya había pasado. Eso no significaba que en la mente de aquel niño no hubiese estragos que sanar, y junto a su amistad y peleas, retos y sonrisas, había salido adelante.

 

Sus ojos se movieron un poco más abajo y entonces el corazón se le aceleró tanto, que pareció pararse de la impresión después. Sus ojos se entrecerraron con dolor al ver aquella foto… la última foto de él. Itachi y el primo de Naruto, Deidara, habían sido novios a escondidas de ambas familias, haciéndoles creer que solo eran compañeros de piso en la universidad. Los únicos que sabían la verdad eran el rubio y él. Se habían mantenido así durante un par de años, pero en una fría nevada, habían decidido confesar su amor a la cabeza de la familia Uchiha. Fugaku se había negado rotundamente a que su hijo, el primogénito y heredero de las empresas familiares, a quien le había dado su total confianza y había sido su orgullo por tantos años, era gay.

 

Recordaba la pelea a golpes que había presenciado a sus diecisiete años, las lágrimas de Mikoto, los gritos y suplicas, la furia de su padre… y la última mirada de su hermano antes de tomar a Deidara por la mano y salir huyendo de la casa hacia un viaje desconocido. Un mal presentimiento se había instalado en su pecho cuando su hermano partió diciéndole que lo amaría siempre, y que volvería por el al cumplir la mayoría de edad. Tras esa promesa se marchó… pero para siempre.

 

La noticia de su muerte había llegado unas horas más tarde, mientras en su casa todo estaba incluso peor con la discusión de sus padres. La noticia los había tomado desprevenido y un gancho al corazón llegó en vísperas navideñas de hacía diez años. Al parecer el auto donde viajaba la pareja a gran velocidad, había derrapado por la carretera a causa de la nieve y la neblina que había en el pueblo, haciendo que el coche perdiera el control y saliera volando hacia un barranco donde rodó y quedó destrozado. No había ningún sobreviviente.

 

Con esa promesa incumplida, los sueños que Itachi tenía para su futuro con Deidara, y la forma en que habían quedado las cosas en su familia, él murió. Sin arreglar ese asunto, sin poder permitirle a su padre pedirle perdón o al menos platicar. Sin permitirle verlo de nuevo.

 

Sus puños se apretaron frente al mueble y arrugó el entrecejo cuando los ojos le escocieron. No iba a llorar, pues le había prometido eso a su hermano. La única vez que lloró fue en su entierro, y junto a Naruto. Después una máscara de frialdad lo había invadido. Su ejemplo, su hermano, su rival y todo lo que conllevaba Itachi se habían ido. En un soplo. Por culpa de la nieve. Por culpa de las discusiones… por culpa de su padre.

 

Quizá por eso se había alejado de ellos desde entonces, quizá por eso había querido inicia una nueva vida en Tokio, aun contando las lágrimas de su madre tras su partida. La carga en sus hombros era tan pesada que apenas y recordaba lo bien que se sentía ser un empresario de su elite. no solamente eran los proyectos, las negociaciones. Era el orgullo que quería implantar en su padre, era el querer sentirse necesario para él, el querer superar la marca de su hermano, que incluso lo perseguía. Aun a sus veintisiete años, no podía superar su perdida. Incluso parecía irreal, un mal sueño.

 

Salió de su estado de trance cuando una mano sujetó su hombro con firmeza. No necesito darse la vuelta ni oír la voz para saber de quién se trataba.

 

     —Si hubiera sabido que vendrías, habría quitado la foto para que no recordaras. —un suave susurro cerca de su oído, y los vellos de su nuca se erizaron gustosamente. Sonrió con amargura.

 

     —La heridas deben superarse, dobe, pero no dejarlas en el olvido. Hay que mantener el dedo sobre la llaga. —y tras esas palabras, esquivó al rubio y volvió a donde estaba el vino. Tomó una botella entera y salió de la cocina, dejando al otro con las palabras en la boca.

 

La música volvió a aturdir sus sentidos, y tratando de olvidar el amargo momento que había revivido, abrió la botella y tomó un sorbo directamente. El licor picó por su garganta a su paso, y se mareó un poco por el brusco trago, pero no por eso se detuvo. La empinó más en su boca, hasta que casi escurría por sus comisuras, degustando el agrio y a la vez dulce, sabor que degustaba.

 

Una mano ajena retiró la botella de su boca y otra más lo tomó por la cintura, pero antes que pudiera reclamar cualquier cosa, unos demandantes labios se apoderaron de los suyos, dejándolo imposibilitado para poder blasfemarle. Sus labios se entreabrieron dándole paso a una ávida y sensual lengua que se movía experta hasta encontrar la suya, que adormecida por el alcohol, se sumó al juego. A lo lejos oía la música, pero eso no era lo importante. Lo importante en ese preciso momento, era la mano que danzaba sobre su camisa y comenzaba a bajar y bajar por su vientre hasta dar con la hebilla de su cinturón. Cuando aquellos traviesos dedos alcanzaron su miembro por encima de la ropa, gimió entre bocas y se separó.

 

Un hombre de su estatura, con el cabello rojizo, un tatuaje en la frente y los ojos aguamarina, lo miraba como un depredador, listo para el siguiente asalto. No pudo pensar bien, pues la botella fue puesta nuevamente en su boca y se obligó a sí mismo a dar un trago inclusive más grande, hasta que la bebida corría sobre sus comisuras y se perdía en su abierta camisa, manchando su pecho. No fue consciente cuando esa lengua, ahora más caliente, comenzó a lamer el recorrido por el que había pasado el tequila, hasta llegar a su pecho desnudo y comenzar a retorcer un pezón entre sus dientes. Gimió con placer, nublado por el alcohol que comenzaba a hacerle mella y ver todo doble y a la vez borroso.

 

Cuando sus manos viajaron a esos cabellos y los retiró de su lugar, solamente para atraerlo de nuevo a su boca hambrienta, una nueva canción comenzó, y aquel hombre comenzó a ondear sensualmente sus cuerpos, pegándolos poco a poco en medio de toda la gente que parecía igual de perdida que él. Se dejó llevar por sus instintos, retorciéndose arduamente, sintiendo no solo las manos de aquel hombre ardiente, si no otras más tocando su pecho y glúteos. Dos fuertes manos se posaron en sus hombros, y fue retirado con brusquedad del íntimo baile con aquel sujeto. Mientras alguien lo jalaba hacia tras a paso veloz, solo escuchó dos palabras que fueron gritadas para él entre aquel tumulto de gente embriagada:

 

     —¡¡Soy Gaara!! —

 

Lo siguiente que sintió, fue como alguien lo cargaba y sacaba de aquella fiesta, subiendo unas escaleras. ¿Qué iban a hacerle? ¿Quién lo estaba cargando? La verdad es que poco le importaba, solo quería regresar a la fiesta y seguir bebiendo y sintiendo los labios de ese sujeto encima de los suyos. ¡Estaba ardiendo en excitación, joder! ¡Solo quería follar duro hasta el amanecer! Sintió algo blando debajo suyo, y dándose el lujo de entreabrir los ojos, vio a un hombre de espaldas que marcaba un número en su celular.

 

     —Soy yo, lo encontré. Estamos en la habitación, sube pronto. —y después todo fue silencio. Mientras una risa involuntaria brotaba de su interior, y sentía que todo daba vueltas y vueltas, aquel sujeto se acercó. Solo distinguió una coleta amarrada, y unos ojos que lo veían de forma aburrida: —. Joder. Esto será problemático. —y se marchó, dejándolo solo.

 

Su vista se paseó por el lugar, y descubrió que aquel tipo no mentía. Se encontraba en una habitación, de eso estaba seguro. Pero no sabía de quién era. Con las pocas fueras que le quedaba, se sentó sobre la cama, y antes de ponerse de pie, la puerta fue abierta nuevamente y cerrada a su paso. Claramente verificó de quien se trataba. Esos rizos y color de cabello eran tan peculiares que hasta borracho los identificaba.

 

     —¡¡Joder, Sasuke, te busqué como loco por toda la fiesta!! —le gritó con voz parlanchina. Después hablaba incoherencias que a Sasuke no se antojaba escuchar, y movía los brazos exageradamente, dando vueltas por la habitación de forma frenética. De repente se detuvo frente a él y lo miró con el ceño fruncido y los ojos azules chispeantes en furia—. ¡¿Me estás oyendo, maldito teme desgraciado?! —pero él estaba muy cansado para escuchar sandeces y un sermón, así que solo se recostó en la cama y cubrió sus ojos con un antebrazo. Ahora solo quería dormir… y con ayuda de su mano bajar el problema que seguía viviendo entre sus piernas— ¿Quién diablos te ha hecho esto, Sasuke? —la pregunta fue lanzada tan cerca de su cuerpo, que fue tarde para reaccionar. Naruto estaba encima de él, viendo, quizá, una marca en su cuello que aquel sujeto pudiera haberle hecho.

 

Naruto frunció el ceño al no recibir respuesta. ¡Era tan injusto! Él se había pasado buscándolo por entre toda esa orgía de gente, preocupando porque quizá estuviera en el baño tratando de quitarse la vida, o se hubiera ido a casa a amargarse y perderse entre sus recuerdos, y muy al contrario, estaba de lo más feliz por ahí divirtiéndose con quien sabe quién.

 

Esperó unos segundos más, pero Sasuke no contestó, y ni si quiera se dignó a darle una mirada. Frunció el ceño aún más y su vista se paseó por todo el cuerpo bajo él. Sus ojos se abrieron de la impresión cuando notó algo inusual en sus pantalones. ¡El teme estaba excitado, maldita sea! Intentó retirarse y dejarlo dormir, tal vez cerrar el cuarto con llave para no correr peligro de que pudiera salir y hacer cosas raras, pero fue demasiado tarde. Cuando menos lo pensó, aquellos ojos negros atravesaron los suyos, velados por una fuerza y un poder interno que incluso era palpable. Con un gesto rápido, Sasuke acercó sus labios y devoró los suyos en cuestión de segundos. Gimió con sorpresa ante el tacto, pero eso solamente causó que la caliente lengua del pelinegro entrara en su cavidad tentando la suya con leves toques que lo hicieron perderse.

 

Trató de separarse, pero Sasuke fue más rápido. Le dio la media vuelta, a modo de quedar encima de él, y se quitó primero su camisa roja manchada por el tequila, dejándole a la vista su blanco pecho y sus rozados y erectos pezones. Después arrancó su suéter y prácticamente le rompió la camisa blanca, ante su sorpresa, para después agacharse y comenzar a lamer su cuello de forma sugerente, mordiendo e intercalando con suaves y gatunas lamidas. Sus pulgares llegaron a sus pezones morenos y gimió cuando comenzó a masajearlo en esa zona, mientras movía su pelvis para hacer fricción con una erección que se formaba en sus negros pantalones.

 

¡No era posible! ¡Sasuke Uchiha iba a violarlo!

 

Cuando estaba a punto de reclamarle a Sasuke por tal acto, éste dirigió tres dedos a su boca, obligándolo a lamerlos. Mientras lo hacía, Sasuke bajó sus pantalones hasta las rodillas, i a él le desabrochó la cremallera. Dejó al desnudo su miembro erecto, con las venas palpitantes y una cabeza tan roja como una suculenta cereza envinada. Mordió levemente los dedos del azabache al ver tal imagen. Se le antojaba lamerlo y… ¡Y nada! ¡Quería que se quitara de encima y decirle que había sido una broma de mal gusto! ¡Maldita la hora en que había decidido invitarlo, joder!

 

Respingó cuando con la mano libre, Sasuke sacó su miembro de sus bóxer, relamiéndose los labios, y tras una mirada, bajo hasta la zona. El aire le faltó y sintió un sofoco por todo el cuerpo. ¡Joder! La lengua de Sasuke lamía su miembro, como su fuera un caramelo, alternando con leves mordidas en la punta y base. Sus manos se movieron instintivamente hacia ese cabello tan sedoso como el pelaje de un gato, y lo pegó mas a su pelvis, dándole a entender lo que quería. Sin una palabra más, Sasuke tragó su miembro en un solo movimiento. Naruto gimió con fuerza cuando sintió el acto, y el aire escapó de sus pulmones. Los dedos se retiraron de su boca y se perdieron en el cuerpo del azabache. ¿Qué había hecho?

 

Cuando estuvo a punto de levantarse, Sasuke levantó el trasero y gimió mientras seguía succionando con fuerza. Entonces a Naruto casi le dio un derrame de excitación. Sasuke estaba penetrándose con los tres dedos, a l mismo ritmo que lo lamía. ¡Quién diría lo caliente que podía llegar a ser Sasuke cuando tomaba! Se levantó de su lugar, con las mejillas sonrojadas y lamiéndose los labios. Casi había hecho venirse a Naruto, pues logró degustar el sabor de su pre-semen. Se limpió la comisura de sus labios y volvió a sentarse a horcajadas sobre el cuerpo sudado del rubio. Todo en él era perfecto. Ese pecho moreno musculoso, esas piernas torneadas y fuertes con una leve capa de vello cubriéndolo, esos ojos que ahora lo miraba con deseo… y ese miembro que ansiaba en su interior. Sin pensarlo dos veces, tomó aquel moreno pedazo de carne y lo dirigió a su entrada, ante la asombrada vista azulina.   

 

     —¡S-Sasuke, espera ‘tteba-bayo! —le gritó mientras trataba de incorporarse con los codos sobre la cama—. ¡Te va a doler, joder! ¡Necesitamos un condón y lubricante! —pero con un fuerte empujón, fue devuelto a la cama, recostado en su esplendor. Sintió una fatigada respiración en la oreja, y unas palabras susurradas.

 

     —A la mierda todo eso, yo solo quiero follar contigo ahora. —y tras esas palabras, le dio un beso tan ferviente, que a Naruto casi se le fueron las fuerzas. Sintió entonces un calor abrasador sobre su pene, y como llenaba poco a poco ese lugar tan asombroso. Gimieron al unísono al sentir la penetración. ¡Dios, se sentía como el jodido cielo!

 

Sin poderse resistir a la pasión desbordante y la lujuria del momento, Naruto tomó de las caderas a Sasuke y con firmes y salvajes movimientos lo impulsó para sentir más. Las embestidas fueron potentes, arrebatadoras. Sus respiraciones se descompusieron cuando el placer comenzó a subir por sus cuerpos, llenándolos y consumiéndolos.

 

     —¡Joder, Sasuke! ¡Ahhh, así, así, muévete más! ¡ahh…! ¡Quiero ver cómo te vienes, perra! —las palabras obscenas salieron de su boca, sin poder detenerlas, pero lejos de hacer enojar al azabache, pareció calentarlo más, pues con ímpetu se meneaba sobre él, sintiendo las gotas de sudor resbalar por sus sienes.

 

     —¡Ahhh! ¡Na-Naru-to!... ¡Mgh! —y con un fuerte movimiento circular sobre el pene del rubio, se vino entre sus vientres. Cayó cansadamente sobre el cuerpo moreno, pues la postura era bastante agotadora. Arañó ese pecho suavemente cuando sintió leves besos sobre su frente y cabello, y una respiración irregular. Los fuertes y trabajados brazos lo rodearon, mandándole un atisbo de seguridad indefinida. Sonrió de medio lado.

 

Había sido una perfecta noche de sexo salvaje.

 

     —Duerme, Sasuke.

 

 

 

*OoO*OoO*OoO*OoO*

 

 

 

Naruto se revolvió entre las sábanas, y sus fosas nasales se inundaron de un penetrante aroma a lavanda fresca. Su cuerpo buscó el calor que lo había acompañado toda la noche, pero ya no estaba. Con los ojos cerrados aún, negándose a despertar completamente, tanteó con la palma de su mano, pero tampoco encontró nada. Entreabrió sus ojos, y vislumbró que, de espaldas a él, Sasuke se ponía la camisa arrugada, en silencio. Sonrió con amargura mirando ésta vez al techo.

 

     —Así que te vas. —murmuró, haciendo sobresaltar un poco a Sasuke por el repentino dialogo.

 

     —No tengo motivos para quedarme. —respondió de forma indiferente, esta vez buscando sus zapatos perdidos en algún punto de la habitación. La verdad es que su cabeza dolía como si un coche le hubiera pasado encima, o un martillo estuviera constantemente clavándole algo en el cerebro.

 

     —Huyendo… como un cobarde. —volvió a murmurar, sintiendo como se avecinaba una clara discusión. Pero lejos de eso, Sasuke se acercó hasta el lado donde él estaba aún recostado, y lo miró con una sonrisa ladeada y los ojos vacíos.

 

     —Creo que a mis veintisiete años, huir es una rabieta digna solo de un adolescente. No quería despertarte porque parecías estar muy alegre en tu mundo de sueños. —revolvió sus rubios cabellos con fuerza, queriendo causarle daño, y cuando se dio la vuelta para seguir buscando, una mano lo detuvo.

 

     —¿Y ahora qué? —el agarre se hizo más fuerte cuando sus labios se fruncieron en una línea delgada. Eso era lo que había estado pensando desde que había despertado hacía una hora. El calor que desprendía Naruto era tan confortante que le había sido difícil alejarse y comenzar a vestirse para volver a casa.

 

     —Ahora seguiré buscando mis zapatos. —se soltó del agarre, pero esta vez, un cuerpo desnudo se pegó a su espalda. ¡Oh, no! Sentía esos duros músculos, esas fuertes piernas, esos brazos rodeándolo, y… esa para nada despreciable anatomía que claramente podrían calentarlo de nuevo.

 

     —Dime, ¿Qué va a pasar ahora, teme? —el nudo en su garganta se atoró cuando la pregunta salió con tanto miedo. ¿Naruto tenía miedo de que pudiera marcharse?

 

     —No soy gay, y me aterra serlo. —se sinceró, y sintió como el abrazo se crispaba. Esa era la verdad. La muerte de su hermano había sido tan impactante, que incluso sentía miedo de sí mismo a veces. Pero era el momento de dejarlo todo, dejar esos miedos, prejuicios de familia, además presentía que al lado del dobe la confianza sería lo primordial—. Sabes que todo lo que ha pasado es… realmente… joder, no sé cómo decirlo. —su ceño se frunció con molestia. Odiaba cuando las palabras no llegaban a él—. Solo diré que las decisiones que tome, serán independientes de los prejuicios de mi padre.—

 

Pero con esas pocas palabras, que para él eran demasiadas, bastaron para hacer que una risa fresca inundara la alcoba y fuera volteado para recibir gustoso unos labios carnosos y demandantes sobre él. Sus manos frías se posaron en ese tibio cuerpo, arañándolo hasta llegar a sus glúteos y apretujarlos con gula. Naruto gimió entre bocas y se separó.

 

     —Deberías quedarte a desayunar, ‘ttebayo. —murmuró dándole tenues besos sobre la cara—. Y quizá, compartir una buena ducha. —mordió el lóbulo de su oreja con diversión, mientras Sasuke crispaba las cejas.

 

     —Hey, que mi trasero aún duele, usuratonkachi. —comentó con las mejillas un poco sonrojadas. Naruto rio incluso más fuerte, y lo miró con intensidad electrizante. No. Si se quedaba no estaba seguro de querer salir de ahí después—. Además, tus abuelos pueden aparecer en cualquier momento. —se dio la media vuelta, cruzando se brazos, tratando se poner una máscara de indiferencia que al rubio no pareció afectarle.

 

     —Ellos no llegarán hasta el próximo año, teme. Y hay unas cuantas botellas de vino que sobraron… podríamos destaparlas y… —

 

     —¡Ni se te ocurra, usuratonkachi! —le recriminó con el ceño fruncido y la punta de las orejas roja. Definitivamente, tomaría con mucha más moderación la próxima vez.

 

     —¡Solo bromeaba ‘ttebayo! —rascó su nuca, y luego lo miró intensamente. Había querido a Sasuke desde siempre, no sabía cuándo había comenzado aquel cariño más que fraternal, pero lo quería. Solo para él. Incluso lucharía por permanecer junto a ese gruñón, no solamente en navidad, si no para, quizá, muchos años. Así Fugaku lo odiara, así Mikoto le implorara dejarlo, así todos estuvieran en su contra, seguiría sus pasos. Estaría con él brindándole apoyo, el que nunca dejó de existir a pesar de la distancia, y que sin pensarlo, se había convertido en un sentimiento reconfortante en su corazón. Lo quería. Sabía que lo quería.

 

     —Estaré abajo, preparando el desayuno… si es que esas bestias dejaron algo decente para comer. —pero antes de llegar al pomo de la puerta para abrirla, dos fuertes brazos apresaron su cintura en un ceñido abrazo, y sintió como la frente contraria caía poco a poco sobre la altura de sus pulmones—. ¿Qué? —preguntó con indiferencia, haciendo uso de su autocontrol para que no le temblaran las rodillas ante esa sensación de sentir cerca al dobe.

 

     —Feliz navidad, Sasuke.

 

Entonces la mente de Sasuke se iluminó. Naruto no solo era el tipo de sujeto en quien podría confiar, si no también alguien a quien podría llegar a amar. Después de todo comprendió que nunca había estado enamorado antes, y no lo estaba de él ahora, pero le gustaba. Y claramente podía verse enamorándose de él. Sería algo fácil después de lo que habían atravesado juntos y el tiempo de haber sido amigos. Pero por otra parte algo le decía que sería igualmente dificultoso. El dobe y él eran muy distintos. ¿Serían demasiado diferentes para estar juntos?

 

Entonces, la idea de encerrarse, arroparse, prender fuego en la chimenea y con una taza de chocolate caliente, mirar por la ventana, ya no le parecía algo descabellado. ¡Claro! Siempre y cuando fuera con ese torpe rubio que lo había invitado a su casa para pasar la navidad. Quizá, ese había sido su regalo adelantado.

 

     —Feliz navidad, dobe. —susurró antes de cerrar la puerta del dormitorio.

 

Quizá lo que tendría que hacer a partir de ahora, y su única promesa para el año entrante, sería una que se haría año con año, navidad tras navidad, manteniéndose firme ante que lo que estaba deseando:

 

 

 

 

 Congelar a Naruto en su corazón. 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

¿Les gustó? Espero que sí :33

Perdonen si hubo mucho Gaasasu e.e pero era algo indispensable, solo fue algo pasajero para Sasuke, se lo merecía xD

Para los que leen "Indomables" lamento decirles que actualizaré después de navidad, pero lo haré pronto.

¡Feliz navidad y año nuevo!

Sean felices, digan lo que siempre han querdio decir, hagan lo que deseen, abracen, besen, ¡Lo que quieran! :33 porque en lo que este año sucede, en este año se queda ;)

 

Los quiere mucho y les manda un gran abrazo y beso, su autora:

 

Sawako_chan


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