CIRANO
por
Helen Karlray
CAPITULO 1: CONSEJO
-Ya me voy- la agitada voz de Minho traspasaba la puerta.
El departamento semivacío envolvía en su oscuridad al único ocupante, que aún de pie en la puerta de la cocina, miraba la puerta por donde hacía instantes el rano desapareció. Su sonrisa siempre firme y sexy se transformaba lentamente en una melancólica, atormentada, su rostro confiado cambiaba a una mueca dolida.
Apretaba su botella de agua con toda la furia contenida. –Adiós- susurraba para sí mismo. Sentía unas tremendas ganas de llorar, quería aventar esa botella contra el piso, correr tras Minho y tomarlo entre sus brazos, decirle que no debía ir con él, que no lo abandonara, que lo amaba.
Pero en cambio caminó directo a su habitación para dejarse caer en la cama y mirar el techo como si este pudiera darle alguna respuesta.
Se quedó ahí suspirando, reprimiendo el llanto, sintiendo la impotencia en cada fibra de su ser, recordando cada instante a lado del rano, su conversación, sus consejos y la forma en que los grandes ojos de su compañero brillaban cada que mencionaba su nombre, cada que pensaba en esa persona.
-Hoy iré a verlo, me llamó…iremos al cine- me dijo entrando a mi habitación unas horas antes. Su rostro mostraba esa ensoñación que nunca antes había visto, estaba realmente emocionado por la cita que tendrían. Lo sabia, sabia que le llamaría, que le pediría verlo, sabía todos y cada uno de sus movimientos porque yo se los dije, fui un estúpido.
Ahora sé que me convertí en el idiota más grande del mundo, pero ¿cómo saber lo que pasaría? él era un amigo y vino conmigo a buscar consejo
Fui muy creído y orgulloso, al principio le di consejos para que conquistara a cualquier chica, pero él no buscaba a cualquiera. Lo transforme entonces en un reto personal, adoraba que llegara para platicarme de sus encuentros con esa persona a quien deseaba pero que simplemente no le correspondía.
Era un desafío, usé mis mejores armas, le recomendé las tácticas infalibles para conquistar al ser más complejo que existe…tú.
Ahora me doy cuenta que le ayude a conquistar lo que no conquisté, que fueron mis palabras las que te sedujeron. Te enamoraste de mi através de su boca, sus labios susurrándote mis mensajes. Lo miras a él como deberías mirarme a mí.
Uno de esos días esperaba como siempre en la cafetería donde nos reuníamos para hablar de sus citas. Yo estaba ansioso por saber si el último plan había funcionado. Cual fue mi sorpresa al verte llegando con él. Mi rano venia a su lado sonriendo ampliamente y mostrando esa cara que siempre desee que me dedicara a mi.
Que ironía pensar que al hablar de su amor, se refería a Minho…a mi amor. Trague con dificultad todo el dolor. Respire profundo y sonreí. Ni siquiera tenía ánimos de echarme a llorar. Estaba decepcionado, no había nada que hacer mas que poner buena cara ante lo que venia, sin quererlo ni temerlo me convertí en testigo y tal vez en cupido del amor de los dos.
Se sentaron frente a mí, mis amigos...juntos. Minho estaba sonrojado, mi amigo, mi hermano, mi compañero, mi amor. Lo miraba descaradamente, analizaba cada uno de sus rasgos, esos gestos nuevos y sorprendentemente lindos.
Escuche que me nombraban, reaccione y volví a sonreír. Una fan nos pedía una fotografía. Actúe como siempre, después de todo soy un profesional y no puedo dejar que esto me derrote, al meno no en publico.
La cena trascurrió sin que ellos me dijeran ni una palabra de su relación, pero era mas que obvia. Las miraditas, la forma en que se tocaban casualmente las manos sobre la mesa, las risas cómplices.
Me tuve que retirar después de un rato. Caminé lentamente hasta nuestro departamento. Tenía que despejar mi cabeza, y no solo eso, tenía que asimilar que ahora ya no había esperanza para mí. Minho lo eligió a él.
Es por eso que ahora me encuentro de nuevo en mi habitación mirando el techo como siempre, tratando de olvidar, de asimilar que ahora él te tiene. Pero no puedo, simplemente no puedo. El dolor y el coraje me invaden, estoy llegando a mi límite, no soportaré mucho más el verlos en vivo o en las noticias, los videos de las fans, abrazándose y paseando juntos. Los odio. Me siento tan miserable y aun así no puedo hacer nada.
Me causa gracia que me preguntes el porque me veo tan mal últimamente, los dos se preocupan por mí, son buenos amigos. Casi estoy seguro que mi adorado rano te preguntará si sabes del porque me veo tan triste. Te platicará que ha intentado de todo para poder consolarme, incluso me compro un celular nuevo.
Tomó el aparato entre mis manos y lo miro, de fondo de pantalla esta una foto mía y del rano, abrazados y sonriendo después de una pequeña salida en grupo. Nos vemos felices, su sonrisa es hermosa…sin embargo no es la misma que le muestra a él.
Es mi amigo pero esta enamorado de él…me sumerjo cada vez más en mi desgracia. Porque a pesar de todo, los aprecio mucho, quisiera enojarme pero ellos no hicieron nada malo, por el contrario este dolor que siento es debido a mi cobardía.
Cada que te miro llegar después de entrenar, me muero de ganas de tenerte, cruzas la puerta y corro a abrazarte, necesito estrecharte al menos en esos instantes donde sólo eres mío. Donde no hay nada, ni nadie más en el mundo que nosotros, donde me estrujas con fuerza, donde quedo como un pequeño niño envuelto en tus brazos. Hasta que el sonido del teléfono me despierta de mi ilusión.
Él te llama y tú me sueltas para poder ir a contestarle y yo… ¿yo qué puedo hacer?…me convertí en un Cirano.
-Hola Changmin- lo nombras con ese calor y esa pasión que tanto anhelo.
-Sí, estoy bien- tu voz se suaviza, tu mirada se pierde, pareces un chiquillo al que le acaban de dar un grandioso regalo. Cada una de tus expresiones es tan maravillosa que me ahoga.
- Yo también a ti, nos vemos- susurras ocultándote para que no te veamos. Pero es obvio lo que te preguntó, es notorio en ese sonrojo que ya se está haciendo normal en tus mejillas.
Mirando como lo amas, sufriendo en silencio, viviendo y ocultando mi querer, queriéndote sin podértelo decir.
¿Fin?