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¿Romeo y Julieta? No, Sasuke y Naruto por Risu

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Notas del fanfic:

Yo quería que sea un one-shot, pero salió algo largo y pensé que leerlo de corrido iba a ser un poco cansador, por lo que la otra parte la pondré dentro de poco.

 

No creo que sea mañana, porque *ejem* es mi cumpleaños... *-*

 

Pero de este año no pasa :D

 

Debo agregar que los personajes no me pertenecen, son de la propiedad de Masashi Kishimoto y la historia está inspirada en la rivalidad de las familias de la obra "Romeo y Julieta" de Shakespeare(que en paz descanse) Aunque no puedo decir que tiene un parecido, porque no he leído la novela Uu

Notas del capitulo:

Pues que los personajes no son míos, sino de Masashi Kishimoto y el fanfic está inspirado en "Romeo y Julieta" de Shakespeare.

 

Es el primero que publico, así que si quieren darme una sugerencia o alguna corrección, la acepto, pero que sean amables, por fiss *-* Y si quieren alabar mi trabajo, pues no me molestaría en lo absoluto :D

 

Sara: ¬¬' ¿Alabar? Te azotan antes.

 

Estabas tan bien calladita :v

 

Bueno, a leer... :3 Espero que les guste.

¿Romeo y Julieta? No, Sasuke y Naruto

 

 

En un lejano reino llamado Konoha, habitaban dos familias enemigas: La familia Uchiha y Uzumaki. Desde hacía mucho tiempo que no tenían contacto, es más, se contaba que desde sus inicios habían sido oponentes y, con el pasar de los años, habían olvidado por completo él por qué de la enemistad, pero aquello no era impedimento, el solo cruzarse en la calle provocaba una discusión y, si no había mediador alguno, se podía llegar a una pelea callejera.

 

Como lo era en ese preciso momento.

 

En el piso, tirándose puñetazos e intercambiando posiciones cada cierto tiempo, se encontraban 6 jóvenes varones, insultándose y-por la intensidad con la que se golpeaban-tratando de matarse entre sí. Pero la fuerza de los integrantes de ambos bandos era pareja. Si uno atacaba, él otro se defendía y luego respondía, comenzando así una danza coordinada.

 

Por otra parte, las chicas solo gritaban y apoyaban y, de vez en cuando, se insultaban con palabras tan vulgares que sorprendía que las conocieran, ya que al provenir de esas familias, su léxico tenía que ser exquisito, pero parecía ser que dejaban atrás quiénes eran y de dónde venían. El odio los cegaba, en general, pues este aborrecimiento no se ganaba, sino que se heredaba, procedía de antiguas generaciones y continuaría hasta la destrucción completa de estas familias.

 

−¡BASTA! –gritó parándose en el medio de la batalla, un hombre mayor de edad−. ¿Qué pensarían sus familias al enterarse de que estaban peleando como animales salvajes por un trozo de carne?

 

−Lo sentimos mucho, Sarutobi-sama –se inclinó en forma de disculpa un joven moreno proveniente del clan Uchiha.

 

−Aunque no hayamos iniciado la pelea, nos disculpamos también –imitó al joven un chico pelirrojo.

 

−Dejen de ser tan cínicos, fueron ustedes los que buscaron este enfrentamiento –se defendió un castaño.

 

−¡Mentira! –refutó un muchacho con triángulos en ambos cachetes−. Estábamos tranquilos hasta que llegaron ustedes.

 

−¡¡Suficiente!! –interrumpió nuevamente el mayor−. No me importa quién haya sido el causante de esta riña, solo quiero que se disculpen entre sí y prometan no volverlo a hacer.

 

−Sí, Sarutobi-sama –dijeron todos al unísono con decisión aunque no cumplieron con eso de disculparse entre ellos.

 

−Bien, ahora váyanse a sus hogares y más les vale que no los encuentre peleando otra vez o me veré obligado a decirles a sus padres sobre esto −amenazó.

 

−Sí, Sarutobi-sama –todos se retiraron con una inclinación de despedida y se marcharon a sus respectivas casas.

 

−Ahhh… −dejó salir un suspiro cansado−. “Me prometieron lo mismo ayer” –igualmente siguió caminando hasta llegar a su torre, donde tendría que dedicar su tarde en el papeleo.

 

 

 

Los jóvenes de la familia Uzumaki llegaron maldiciendo a la otra familia y sus oraciones fueron escuchadas por el hijo del líder del clan.

 

−¿Pelea con los Uchihas? –preguntó con una sonrisa burlona.

 

−Esos idiotas se lo buscaron, Naruto.

 

−Sakura, mi hermosa prima, me imagino que tu vocabulario habrás olvidado –dedujo hábilmente conociendo perfectamente el carácter de la pelirrosada.

 

−Esas chicas se lo ganaron, par de zorras –se cruzó los brazos y frunció el ceño, en señal de berrinche.

 

−Aunque… −cortó un ojimarina dudoso.

 

−Dinos, Gaara, no nos dejes con la intriga –incitó a hablar.

 

−Yo me quedé con las ganas de una bronca más.

 

−¡Pero mírate, nomás! –exclamó con sorna el rubio−. Estás hecho toda una desgracia, se nota que te masacraron bien.

 

−Me vengaré de ese idiota –apretó sus puños con fuerza y se mordió los labios.

 

−Mi abuelo dijo que ya no quería más peleas –interrumpió un niño de 12 años acercándose al grupo de jóvenes.

 

−¡Konohamaru! Tiempo sin verte, pequeño –el ojiazul lo cogió del cuello y le repartió unos coscorrones en la cabeza.

 

−Jejeje… −se separó−. Tenía que ayudar al viejo, pero me he dado un descanso. ¿Y qué mejor que venir con ustedes? –explicó.

 

−Información tienes, ¿verdad, mocoso? –la ojiverde lo cogió del cuello de su ropa y lo levantó del suelo−. ¡Habla!

 

−¡¡Bájame, marimacho!! –se retorcía como lombriz.

 

−Ya, chicos, no peleemos entre nosotros –calmó el de piel morena para evitar un disputa innecesaria.

 

−Está bien –lo soltó, pero su ceño fruncido seguía presente.

 

−¿Y bien, Konohomaru? ¿Cuáles son las buenas nuevas?

 

−Los Uchihas van a presentar a su menor hijo para que se comprometa con el heredero del clan Hyuga –comunicó mirando hacia todos lados, si un anbu se enteraba que él era un espía, lo mataban.

 

−¿Y eso qué nos importa? –atacó la chica molesta.

 

−Nos importa mucho, querida –contestó el blondo pasando su brazo por el hombro de su prima−. Esta noche, iremos a arruinar la celebración, para que de una buena vez entiendan que con el clan Uzumaki no se juega –terminado de decir esto, todos los presentes sonrieron con malicia.

 

 

 

En otro lugar, sin conocimiento alguno a este maléfico plan, se encontraba un joven moreno de ojos negros que respondía al nombre de Sasuke, el hijo menor del jefe actual, un doncel muy hermoso y de alta educación.

 

Miraba desde su amplio balcón su jardín y más allá de los muros se podía ver el mundo exterior, donde nada era perfecto, contrario a lo que sus padres se empeñaron en mostrarle dentro de su burbuja, de la cual no podía salir.

 

−Hermano.

 

−Dime, Itachi.

 

−Padre ya me informó que ya es oficial tu compromiso.

 

−Me imagino que la noticia venía acompañada con una sonrisa triunfante –infirió acertadamente.

 

−Sabes bien que padre solo quiero lo mejor para ti –se acercó al menor lo abrazó por la espalda.

 

−¿Mi bien? ¿No querrás decir su bien? –deshizo el contacto bruscamente.

 

−Sasuke, por favor…

 

−Sé muy bien que no tengo que hacerle berrinche a la cabeza de la familia Uchiha, sin embargo, no pienso quedarme callado.

 

−Piensa bien en lo qué harás, mira que eres el hijo doncel de Fugaku Uchiha, cumples un importante rol –posó una mano en su hombro transmitiendo comprensión.

 

−Sí, el de unir a las dos familias y darle nietos para que no se extinga el apellido Uchiha –bufó fastidiado.

 

−Hermano, aunque no lo creas, tu función es más que eso.

 

−Entonces, ¿cuál es? –lo miró con sus grandes ojos como cuando era un  niño que lo mataba la curiosidad.

 

−Eso ni yo lo sé, pero pronto lo descubrirás –le sonrió.

 

−Lindas palabras, hermano –viró sus ojos en señal de sarcasmo.

 

−Si tanto te molesta, dile a padre que no lo harás –aconsejó−. Como lo hizo el primo Sai cuando rechazó a Orochimaru, al tío Danzo no le gustó, pero tampoco lo obligó.

 

−Yo… −lo había considerado, pero una decisión había tomado, aunque la idea no le agradaba−. Yo pienso casarme con Neji Hyuga, además, lo conozco desde que somos infantes.

 

−Creí que no querías…

 

−Era solo para provocarte, tonto –le sonrió con falsedad−. Ahora, retírate, me tengo que alistar para mi compromiso con la familia Uchiha.

 

−¿Seguro que estás bien?

 

−Sí, solo retírate –lo empujaba fuera del cuarto.

 

−Sasuke… Soy tu hermano, puedes confiar en mí –en el marco de la puerta se quedó mirándolo con cariño paternal.

 

−Estoy bien, no te preocupes por nada –sonrió sinceramente, calmando un poco a su hermano−. En verdad, estoy bien.

 

−Está bien –se rindió, solo para darle un poco de espacio−. Cualquier cosa, no dudes en llamarme.

 

−Sí, gracias, Itachi. Arréglate que quiero verte guapo –y cerró la puerta resbalándose lentamente hasta que su trasero chocó con el piso y un suspiró salió de sus labios.

 

Sasuke se paró del suelo y volvió a observar el paisaje que estaba disponible a sus ojos, se quedó mirándolo, pese a que, verdaderamente estaba comenzando el viaje dentro de su mente, haciendo caso omiso a  la bulla que venía de abajo por la fiesta que iba a presenciar en su honor.

 

El moreno preferiría si todos se esfumaran, así él podría elegir a quién él amaba, pero su amor era prohibido, su padre nunca lo aceptaría, no solo su padre, sino todo su clan, lo exiliarían con tan solo pronunciar su nombre. Por lo que había decidido acatar a todo lo que su familia le proponía-como en ese momento, que lo habían comprometido con Neji-, sentía que era una manera de disculparse por sus sentimientos.

 

En buena hora se enamoró de un Uzumaki.

 

Se alejó de su balcón y se metió al baño, una larga ducha le esperaba. Esa era su forma de olvidar sus problemas y relajarse; su ropa dentro de poco llegaría, su madre se encargaría de eso, lo vestiría, lo arreglaría para que se vea más hermoso de lo que ya era. Suspiró por segunda vez.

 

 

 

La noche cayó para toda Konoha, para la población que nada tenía que ver con las familias más importantes, no era más que una tranquila noche, una tan tranquila que se consideraría aburrida. Para la familia Uchiha, la emoción los haría explotar, pero sabían cómo controlarla, si no tendían autocontrol iban aparecer como los Uzumakis. Y hablando de esa familia, algunos integrantes estaban preparándose formalmente, a sus familiares les comunicaban que iban a ir a una fiesta hecha por un amigo y los ingenuos les creían, y hasta se ofrecían a acompañarlos, pero eran rechazados con la excusa de que vivía cerca.

 

Con una sonrisa un grupo de jóvenes, todos aproximadamente de unos 17 años, salían del barrio Uzumaki con las malas intenciones de arruinar la celebración que festejaban los otros. La otra familia había decidió que la fiesta sea de máscaras, mejor para ellos, ocultar su identidad iba a ser pan comido y no tenían que preocuparse de las invitaciones, Konohamaru había robado las que iban destinadas para el Hogake y su esposa, estos nunca se enterarían  de que habían sido invitados.

 

Confiados, abandonaron su hogar, un rubio, un pelirrojo, dos castaños, un moreno, una pelirrosada, una rubia y-con extorciones logró convencer a los chicos para que él también vaya-un niño castaño.

 

 

 

Se miraba una y otra vez en el espejo sin poder creer que la imagen que se veía reflejada era él, su madre tenía razón, se veía realmente hermoso, parecía una muñeca de porcelana. Con el vestido ajustado para que se resaltara su estrecha cintura, su vientre plano, sus amplias caderas y su redondo trasero; un suave rubor se asomó en sus mejillas, se pudiera, se casaría con el mismo,  sonrió ante este pensamiento.

 

−Sasuke, deja de mirarte, sé que estás encantador, pero ya pareces un vanidoso –habló su madre parada frente al tocador con un colorete en la mano.

 

−No, mamá, natural ya me veo bien –se sentó sobre su cama.

 

−No, jovencito, tiene que tener un poco de color en esos labios.

 

−No me gusta –se quedó cruzándose de brazos.

 

−Ni lo vas a sentir –se acercó a su hijo y le levantó el mentón, delicadamente le pasó el lápiz por esos pálidos labios.

 

−¡Hmp! –hizo un puchero.

 

−Ya, ya, ya terminamos, gruñón.

 

−Soy hombre, los hombre no usamos colorete.

 

−Pero te ves lindo –se juntó las manos y los ojitos negros le brillaban.

 

−Gracias, mamá.

 

−Todo un bombón –le cogió una de esas mejillas y la apretó suavemente.

 

−Sí, mamá, muchas gracias.

 

−Hijo, por ti cometo incesto –le guiñó un ojo pícaramente.

 

−¡Mamá! –con un fuerte sonrojo se volteó.

 

−Ohhh… Sasuke –se burló maternalmente−. Sigues siendo mi bebé.

 

−“Tu bebé que no quiere casarse” –quiso decirle, pero no era lo debido.

 

−Vamos, hijo –se aproximó a la puerta−. Tu padre ya debe de estar impaciente, mejor apurémonos antes de que se malogre el hígado –abrió la puerta y le ofreció su mano, gesto que fue aprobado por el menor, este miró por última vez su reflejo y sonrió falsamente. Que el teatro comience.

 

 

El público estaba expectante, Sasuke, el hijo menor de Fugaku poseía una belleza única, aunque su carácter era de los mil demonios, podía ocultarlo detrás de una de esas sonrisas que solo unos pocos afortunados podían llegar a verla y admirarla. El líder no dejaba de mirar las escaleras buscando a su esposa y a su hijo que aun no bajaban, ellos sabían cómo crear emoción.

 

En esa misma sala, se encontraban 8 personas que se desplazaban sonriendo hipócritamente a todos los invitados que no los conocían, pero a los presentes no les incomodaba su presencia, por lo que solo respondían amablemente. Por suerte de los chicos, las luces estaban bien bajito, de ese modo no podían distinguir el color de sus cabellos que eran algo llamativos.

 

Repentinamente, todo se apagó y una única luz alumbraba la amplia escalera doble, si uno se esforzaba un poco, podía notar que dos figuras se movían, la sombra izquierda iba más rápido que la derecha, que con parsimonia caminaba.

 

Una mujer morena se paró en el centro con una sonrisa amigable, era muy bella, poseía una saya rosada y un tassel negro que a las justas se podían notar, porque sobre estas estaba cotardía azul con un cinturón debajo de los pechos de color dorado, y en su fino cuello colgaba un collar dorado con una gema tanzanita. Era la matriarca de la familia Uchiha, Mikoto Uchiha.

 

Al rato apareció un joven muy parecido a la mujer, solo que este tenía el cabello negro hasta las orejas en un curioso corte de pelo, sus puntas terminaban levantadas como si del trasero de un pato se tratase. Era un doncel, pues su figura era muy delicada y usaba un largo vestido verde ceñido en las caderas y con mandas holgadas, encima de esto iba un corsé con flores doradas. En su pálido rostro resaltaban sus jalados ojos negros que lo hacían más seductor.

 

Los convidados quedaron sorprendidos por lo que veían, en verdad que era el doncel más bello que podía existir, sin embargo, un rubio alborotado pensaba que esa sonrisa que se mostraba en sus labios no era más que una farsa, con una sonrisa verdadera le parecería perfecto.

 

La música comenzó a sonar y entre todos los presentes, un castaño pelilargo de ojos perlas y bien vestido se acercó al joven doncel cuando este bajó siendo sostenido de la mano de su madre, y su larga mano le ofreció, el moreno la aceptó y fueron hasta el centro de la espaciosa sala donde todos estaban alrededor observando a la pareja con cierta envidia.

 

−Sasuke, déjame decirte que estás esplendido –loó el pelilargo cogiéndolo de la cintura con mucha sutileza, en cierto modo le daba miedo que lo vaya a romper si su agarre era fuerte.

 

−Gracias, Neji, tú siempre tan encantador –la mano que descansaba en el hombro del otro ejerció un poco de fuerza.

 

−Me alegro tanto de que dentro de poco seamos esposos.

 

−¿Y cómo está tu prima, Hinata? –preguntó intentando cambiar de tópico.

 

−Está en casa, no quiso venir –se dio cuenta que sonaba mal, por lo que cambió−. Se sentía algo mal, creo que le iba a dar un resfrío, y para mayor seguridad, se quedó en casa a reposar.

 

−“Suertuda” ¿Alguna noticia que quieras contarme?

 

−Hoy día un grupo de la familia Uzumaki buscó pelea con unos de los nuestros, pero le dieron su merecido.

 

−No me sorprende, todos los días es lo mismo, siempre que salen a la calle es para buscar conflicto “Ojalá que no haya ido él, no soportaría imaginarlo con su bello rostro dañado”.

 

−¿Sasuke, estás bien, te has puesto algo alicaído? –lo miró preocupado por su repentino cambio.

 

−No, es solo que me entristece todo esto de la enemistad, un día de estos algo mayor va a pasar, y es algo que yo no quiero –mintió rápidamente, aunque es cierto modo, era cierto lo que decía.

 

−No te angusties, amor mío –calmó con una sonrisa−. Son solo peleas callejeras que intentan demostrar la fuerza que poseen, míralo más como un pasatiempo para ociosos.

 

−Tal vez tienes razón, Neji.

 

La música seguía, pero algunos se cansaban de solo mirarlos bailar, por lo que un rubio sacó a bailar a una pelirrosada que gustosa aceptó la propuesta silenciosa. Intentaban estar alejados de la luz, si los descubrían antes de tiempo, irían a quejarse con sus padres y era algo que no querían.

 

Poco a poco más parejas se unieron al baile, y una de esas chocó con el dúo, ocasionando que esta se rompiera. Cuando el descuidado par se disculpó, Neji los perdonó y giró para seguir bailando con el moreno, pero no lo encontró, en cambio, una castaña le cogió del hombro y este tuvo que seguir para no ser maleducado. Su Sasuke se había escapado.

 

El rubio, quien no dejaba de ver al joven doncel, lo siguió disculpándose con la ojiverde que lo miró con el ceño fruncido, asimismo, un chico azabache de piel sumamente pálida apareció en su rescate y la invitó a danzar juntos, posteriormente, este terminaría en el suelo por el golpe que ella le proporcionaría por su comentario acerca de su poca belleza.

 

El doncel era muy ágil para escapar de la multitud que, cada vez que pasaba por su lado, le ofrecía una pieza de baile. Finalmente, llegó al jardín y se dirigió a la pileta, donde se sentó y contempló el agua y las flores que flotaban en esta.

 

Necesitaba aire, creía a ver visto un muchacho con el pelo en punta, lo primero que pensó fue que él había venido, pero era imposible. Sus familias no podían verse ni en pintura y, mucho menos, iban a invitarlo a una fiesta privada. Suspiró y con su mano jugaba con el agua moviendo la flor blanca.

 

−Disculpa –interrumpió el acosador quedándose maravillado por su piel que se veía tan tersa y brillante con la luz de la luna, asustando al joven.

 

−¿Quién…? –miraba por todos lados no encontraba al dueño de la voz−. Muéstrese o llamo a los guardias.

 

−Descuida, no te haré daño –salió de las sombras, pero no completamente, su rostro aun permanecía en la penumbra.

 

−Salga de ahí –se paró y miraba fijamente al joven misterioso, su corazón latía fuertemente, podía jurar que tenía el pelo parado.

 

−No, mejor ven tú aquí –sus ojos eran claros, azules, y una brillante sonrisa afloraba de sus labios.

 

−Yo… −se encaminó lentamente hacia esa figura. No era seguro obedecerle, pero algo en sí mismo no respondía, creía-un poco desconfiado-en que podía ser él, que había venido solo a verlo, ahora agradecía que esté tan hermoso. A unos pasos de él, escuchó que lo llamaban, antes de contestar, una mano lo cogió y lo metió entre los arbustos, le tapaba la boca para que no haga ruido.

 

−¡Sasuke! –gritaba un ojinegro−. ¿Dónde está el idiota? Su padre lo llama y desaparece –suspira cansado−. Ese golpe de esa ruda chica sí que duele, le pediré a mi tía Mikoto alguna crema –se retiró sobándose las costillas.

 

−Lo siento, fue algo impulsivo –se disculpó apenado el rubio que era unos centímetros más alto que él.

 

−Uzumaki… −susurró ensoñado, asustando al otro pensando que lo iba a delatar. Iba a excusarse o darle una explicación cuando sintió los labios de este sobre los suyos.

 

−… −se quedó sin habla por el acto que hizo su acompañante que estaba muy pegado a él, si tuvieran iluminación, podría percatarse del sonrojo que poseía el menor−. ¿Qué significa esto? Tú eres un Uchiha, no solo uno más, sino que eres el hijo menor de la cabeza y yo soy…

 

−Sé quién eres, un Uzumaki –interrumpió cogiéndole las manos−. Nuestras familias están en mutuo conflicto y haciendo esto, estamos traicionando a los nuestros, sin embargo yo… yo siempre te he amado, desde la primera vez que te vi en la calle, tú con tus primos y yo con los míos, cruzamos miradas, pero no pasó a mayores. Por mi amor a ti,  he contraído nupcias con el heredero del clan Hyuga, todo esto es por ti, Uzumaki.

 

−Sasuke… −no lo conocía, recién lo había visto en esta fiesta y lo encontraba encantador, por eso, le cogió fuertemente de la cintura y lo besó apasionadamente. ¡Al diablo sus familias! Este hermoso doncel que se dejaba iba a ser suyo para siempre.

 

−¿C-cu-ál… es tu… n-nombre? –respiraba agitado por el salvaje beso que había recibido.

 

−Mi nombre es Uzumaki…

 

−¡¡Naruto!! –terminó de decir un pelirrojo que gritaba molesto.

 

−¡Es Gaara! –exclamó espantado. Guió a su nueva pareja fuera de los arbustos y lo encaró aun de la mano.

 

−¡Aquí estoy! ¿Qué quieres?

 

−¡Aleluya estás viv…! –miró al ojinoche que tenía los ojos como platos−. ¿Qué estabas haciendo con él?

 

−Él es Sasuke y… −no sabía que responder, confiaba en el aguamarina, pero no estaba seguro si este iba a aceptar su clandestino amor.

 

−Eres tú… −susurró el menor asombrado−. Tú eres al que quiero –sintió que lo tenían de la mano y reaccionó intentando librarse del agarre−. ¡Suéltame, idiota!

 

−Sasuke, soy yo, tu amado Naruto –el espectador miraba con cierto desagrado la escena.

 

−No, te estás equivocado –lo miró fríamente−. Me disculpo, yo te confundí con él –señaló al que estaba al frente de ellos.

 

−¿Con Gaara? –preguntó dolido−. ¿Acaso todo lo que dijiste sobre que me amabas no era para mí, sino para Gaara?

 

−Estábamos en la oscuridad, no podía ver nada, imbécil.

 

−¿Y cómo sabías que era un Uzumaki?

 

−Por el cabello, los Uchihas no tenemos pelo en punta –antes de que él otro le refutara con respecto a su pelo−. Bueno, no como el de ustedes.

 

−Naruto, vámonos, esta fiesta está aburrida –sujetó de la mano a su amigo, rosando con la del moreno que se sonrojo al instante.

 

−Espera –se soltó y giró hacia el hipnotizado, quien lo miró de mala gana−. Voy a hacer que esos sentimientos sean para mí.

 

−¿Así? –sonrió con gracia−. ¿Tú y quién más?

 

−Rogaras para que estemos juntos o dejaré de llamarme Naruto Uzumaki –posó su mano izquierda al pecho.

 

−Como quieras, dobe –situó sus manos en sus caderas y lo miró desafiante.

 

−El beso que nos dimos será muestra de mi determinación, me amarás, Sasuke Uchiha y lucharemos juntos por nuestro imposible amor –le devolvió la mirada y se quedaron por unos segundos mirándose con firmeza.

 

−Ya, vámonos, Naruto, los chicos nos están esperando afuera –lo jalaba de las finas ropas.

 

−Nos vemos, dobe.

 

−Así será, teme.

 

Y se fueron dejando solo a un azabache que miraba divertido a la nada, ese rubio había sido capaz de hacer que se olvidará por completo de la presencia de su amado.

 

Notas finales:

Ojalá que les haya gustado, salió del corazón <3

 

Bueno, nos vemos pronto ^^


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