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El dolor nunca es eterno por yuljiyongie

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Notas del capitulo:

Ya actualicé Consecuencias si gustan pasen a leerlo.

 

 Aquí les dejo el capítulo de este longfic…

 

-Estúpido Seung – murmuró Dong Wook  al ver la escena.  Apresurado se acercó al menor y notó sus ojos rojos. Se sorprendió. – Lo esperaremos en el estacionamiento – Ji asintió y se alejaron.

 

******************

 

POV SEUNG

 

Tenía rato esperando que JiYong volviera, pero ni rastro de él así que le pedí a se7en buscarlo. Cuando se fue Bom apareció delante de mí,  sonriendo amablemente.

 

-¡buen juego, Seung! –me abrazó. Nuestros compañeros nos miraron y algunos me sonrieron cómplices.  Debía ser claro con ella, no iba a ser yo quien lastimara a mi mejor amiga. – El partido fue genial – me soltó

-Bom necesitamos hablar

-está bien, conozco un lugar – sin más me arrastró.  Caminamos durante unos minutos y nos detuvimos delante de un gran árbol  -¿de qué quieres hablar? – preguntó tímida.

-Bom… tú… eres mi mejor amiga – sentí nervios – y… yo te quiero como tal. – un poco de desilusión opacó su mirada. – sé que en los últimos días  han pasado cosas que… - me interrumpió.

-no sigas – habló cabizbaja

-Bommie por favor – oí  un sollozo de su parte y la abracé. –no llores yo te quiero mucho.

-yo también… pero… de otra forma

-lo lamento… no puedo corresponderte – la separe de mí. Ella limpió sus lágrimas.

-¿podríamos… intentarlo? – preguntó esperanzada. Si no tuviese estos sentimientos que tengo por esa persona no dudaría en  estar con ella, pero simplemente no puedo. Negué con la cabeza. Ella bajó la mirada y exhaló. – ¿seguiremos siendo amigos?

-por supuesto – asentí sonriéndole

-¿puedo hacer algo?

-lo que quieras

 

De la nada la tenía colgada a mi cuello besándome con pasión. Me sorprendió tanto que no conseguía moverme. Su lengua rozó mi labio y la aparté. Su cara estaba roja y su boca igual.

 

-Seung… per…perdóname – tartamudeó – no lo puede evitar –intentó acercarse, pero retrocedí.

-no vemos Bom – lo más rápido que mis pies pudieron desaparecí de ahí. Ese beso que me dio no me hizo sentir nada, pero me afectó.  Mientras caminaba o casi corría mi teléfono sonó. Era se7en. - ¿Dónde estás? –pregunté

-¿ya acabaste? –preguntó al parecer molesto

-¿encontraste a JiYong o no?

-sí

-¿y porque no están aquí?

-íbamos a ir, pero vimos algo insólito.

-¿Qué cosa?

-…a ti… besándote con Bom

-…

-¿sorprendido?… no más que yo… ¡¿no que te gustaba JiYong?!

-¿Có…mo?

-después te doy los detalles, aunque tú deberías dármelos.  Solo apúrate que JiYong  está esperando en tu auto.  Le dije que había olvidado algo para poder llamarte, ven – colgó.

 

¡Él me vio con Bom!

 

Llegué al campo y recogí las mochilas de los tres.  Ahora como le miraba a la cara sin sentir que lo engañé.

 

FIN POV SEUNG

 

 ******************

 

POV JIYONG

 

Mi corazón dolía. Desde que vi a Seung con esa pelirroja  lo único que ha causado es dolor. No me agrada sentir esto.

 

-¡Ji! – alzo la mirada, y ahí está. Viene sonriendo. Seguro por ella. –disculpa por tardar. Ya podemos irnos – abre la puerta de su carro para que yo entre. Lo hago y él va al lado del piloto.

-¿no esperaremos a Wook hyung? –pregunté al recordar que había ido a buscar algo.

-descuida, después lo llamo – encendió el auto y partimos.

 

FIN POV JIYONG

 

 

Tan rápido como llegaron a casa se pasó el fin de semana  y la relación entre JiYong  y Seung sufrió un traspié. El castaño estuvo ignorando cualquier acción que el mayor hacía para contentarlo, ya que parecía molesto por “algo”.  Seung llamó a Dong Wook porque no soportaba el trato indiferente del menor. Obviamente, éste le dio una suposición de su actitud y al escucharlo se alegró. Aunque claro no podían afirmar al cien por ciento  lo que el menor sentía o pensaba, pero quizás se trataba de… celos

 

Con la medianoche del domingo por acabar y el empezar de la madrugada del lunes el pelinegro no lograba conciliar el tan ansiado sueño. Escondido entre las  sabanas su cerebro no renunciaba a maquinar imágenes del menor alejándose u otras donde iba corriendo hacia él buscando refugio. Su vida juvenil  era verdaderamente un caos.   En sus antiguas relaciones las cosas no eran tan… complicadas.  

 

Los componentes de la pareja siempre se esmeraban por complacer al otro o complacerlo a él, en su mayoría. Sin embargo, ahora en esta “no relación” sólo él hacía todo. Si gustaba de algo, lo compraba; si quería  jugar, jugaban; si quería  distraerse, inventaba cualquier tontería para entretenerlo.   ¿A cambio de qué?… quejas porque no era su estilo, berrinches porque no ganaba,  y criticas por hacer cosas bobas.

 

¿Qué era lo que debía hacer?

 

Suspiró profundamente. Quitó las sabanas de su cuerpo y caminó a la ventana.  La abrió.  El aire frio del otoño ingresó revolviendo suavemente su cabello oscuro,  acariciando sus facciones masculinas y previendo de oxigeno a sus pulmones y su mente. Entreabrió la boca dándole paso a ingresar, degustando de su gélido sabor. Éste inundó por completo su ser. 

 

Separó los parpados dejando a la vista el cielo oscuro con pequeñas y brillantes estrellas que simulaban ciento de formas para quien las admirara con paciencia y devoción.  Sonrió consciente de la paz que era capaz de percibir. Fuera del barullo, de la música, de los gritos de emoción o llanto,  de lo diario.

 

Otorgó  a la naturaleza continuar con su puesta y  se marchó en busca de su propio cielo.

 

Sigiloso, como si fuera un ser del bajo mundo  ingresó a la habitación del lado. Cuidando de chocarse con algún objeto anduvo hasta el lecho donde reposaba su persona favorita. Podría  volver esa acción un fetichismo para su placidez.  Siseó ante tal ocurrencia.  Ambicionaba esculpir en su magín (mente, cerebro) la tierna imagen de menor aferrado al gorrino.  El camino  de los delgados brazos cruzar por debajo y encima  del cuerpo del animal.  La  comodidad con la que reposaba la cabeza   sobre una de las patas. 

 

La confianza  que jugaba con él como gustaba le proveyó el coraje para aproximarse  y sentarse sobre la blanda cama.  Con ligeros pasos sus dedos  tocaron los del castaño.  Transitaron los desnudos brazos hasta asentarse sobre el cabello.

 

-¿No ves… como me lastimas… cuando dejo… de oír tu voz? – Murmuró -¿No lo comprendes?

 

Con la realidad  de regreso  y la fuga del valor que poseyó por instantes se enderezó.  Dio la espalda desconociendo el par de orbes que lo miraban afligidos.  Con la culpa recorriéndolo por no notar la demanda en el único que subsistía a su lado día y noche.

 

-perdóname –Atrevido al pedirlo, pero apocado al comprender el daño.

 

Patidifuso (asombrado)  giró y lo miró. Sentado con el gorrino escudándolo,  lo observaba.  Y aunque la oscuridad podía ser un impedimento en su visibilidad  ahora era su compañera encubierto ocultando en ella su júbilo.

 

-No quise hacer algo que te lastimara… ¿Me perdonarás?

 

Con esa vocecita pusilánime como no iba a perdonarlo. Es más, no había que perdonar, sólo era la inestabilidad  de sus sentimientos lo que le afectaban.  Animoso se trasladó y extendió su mano.  Con dudas fue tomada.  Se apoderó de una sabana y rodeó al menor con ella, como el manto de una virgen o un santo. Ideal para él.

 

Descalzos  se desplazaron al ajarafe (azotea), en el tercer y último piso de la residencia.  Sin darle cabida  al frio de sus pies  prosiguieron hasta detenerse en el centro. Algunos muebles, lámparas, plantas armonizaban el espacio.    Olvidando la temperatura y haciendo omisión  a los posibles cambios de clima se estiraron sobre la superficie cubierta por una amplia alfombra.  

 

-¿Por qué  estamos aquí? – preguntó JiYong

-mira el cielo – respondió sin verlo.

-¿Qué tiene?

-cierra los ojos – sugirió

-¿Para qué?

-quiero que sientas lo que yo – cruzaron sus miradas. – inténtalo

-okey

 

Bajó los párpados superiores y sopló.  El viento en su rostro lo estremeció, pero obvió esa sensación para sentir lo que el otro sentía.  Dejó que sus sentidos  descubrieran  un nuevo sentir.  Libre de tensiones, con la mente en blanco. Halló la paz.

 

-muy bien – a sus oídos, como parte del viento transcurrió.  Viró su mirada cegada  embelesándose  con esos ojos negros tal la misma noche que admiraban en silencio.    – ve las estrellas. – obedeció.

 

Fingiendo de grandes artistas dieron forma a las estrellas.  Sonrisas y risas llenaron la falta de melodía en el ambiente.  Desde un simple triangulo hasta un majestuoso teatro  con palcos, butacas, vestíbulos, escenario, camerinos y demás.

 

-¡es estupendo todo lo que vemos!  - exclamó el castaño a viva voz.

-habla bajo. Hay personas durmiendo – dijo entre risas

-¡oh! –una expresión exagerada de alarma marcó su faz y  sus manos taparon  su boca. - ¿deberíamos susurrar? – dijo bajito.

-¿tal vez? – rieron

-gracias – musitó.  – no sé como lo haces, pero… a tu lado… soy feliz. – ligeramente mordió su labio. Él sonrió. - ¿puedes… ab…brazarme? – balbuceó retraído.

 

Sin emitir palabra, porque no podía, Seung fue encerrando entre sus brazos  el cuerpo envuelto.  Los corazones de ambos  emprendieron una carrera sin fin. Ji ocultó su rostro en el cuello  ajeno. Sus pieles se tocaron, tensándolos, suplicando porque el otro no lo sintiera, aunque lo sintieron pero no cuestionaron por la simple razón de salvaguardar su propia situación.

 

-No me gustan los abrazos – acotó el menor. El pelinegro lo separó de su cuello para ver su rostro. No entendiendo porque le pidió aquello sino gustaba. – Mis padres… ya no lo hacen – un poco de aire escapó de su boca – pero los tuyos… se sienten bien -   elevó su mirada encontrándose con la estupefacción del mayor. Sonrió.  – Gracias -  removiéndose consiguió apoyarse en su codo y ladeando el rostro pegó sus labios a la mejilla del mayor dando por  culminado su agradecimiento.   

 

El tiempo pareció detenerse por ese acto. De a pocos  la fineza de esa boca se alejó. Con preguntas indescifrables en los ojos del otro se contemplaron.  El menor se avergonzó, quizá no estaba bien agradecer con ese gesto a otro chico, pero así lo demandó su mente.  Bajó la mirada y  el calor se acumuló en sus mejillas.  Quería esconderse. Con premura  se abalanzó sobre el mayor rehuyendo de su mirada.  Ocultó su pequeño rostro en el pecho del más grande y lo abrazó con fuerza para evitar que lo apartase.     

 

Que feliz estaba Seung.  Si por él fuera daría miles de besos y abrazos a ese inexperto individuo que  acunaba. Correspondió con firmeza.  Nadie los separaría si el menor así lo quería. Olvidaría, daría todo y mucho más para ganarse su corazón. Eso haría.     

 

******************

  

LUNES

 

-¡Qué bonito! – exclamó JiYong.

 

La universidad estaba completamente adornada.  Arbolitos, bastones, luces y papanoeles por doquier.    Los alumnos al ingresar  se llenaban del espíritu navideño y JiYong no era excepción para ello. El recinto era tan grande y la universidad  no había escatimado en gastos.  En los parlantes se transmitía un villancico clásico acompañando a los estudiantes.

 

-JiYong debemos entrar al salón – decía Seung  jalándolo de la mano.

-¡Nooo! – se agarró del marco de la entrada

-todos te están viendo, entra -  con sus dos manos lo jaloneó. De donde sacaba fuerzas el menor para no ceder era un misterio. Sus compañeros reian al verlos. 

-¡mis regalos!… ¡se los llevarán!

-¡no son tuyos! – exclamó.

 

Seung no supo en qué momento fue que JiYong se percató del gran árbol que había  en el campo fuera del edificio donde estaban, pero más que eso se trataba de las cajas de regalo de distintos tamaño que habían al pie  de éste. Cuando el castaño lo vio, sus ojos brillaron totalmente iluminados y no dudo en querer ir tras ellos. Su niño interno y externo le exigía descubrir el contenido de cada caja.  Los regalos eran para los niños y él se sentía como tal, los demás ya eran más grandes desde su punto de vista, por lo tanto esos de ahí debían ser sus regalos.

 

-¡Quiero ir! -   Su vista estaba nublada por las lágrimas que se acumulaban.  Sentía que si no iba por ellos después sería demasiado tarde. La única mano con la que se sostenía ya no soportaba, su fuerza se acababa y el pelinegro no se rendía.  Con toda la tristeza del mundo entero  desertó de su idea y  se dejó caer al suelo.

-¡Al fin! – expresó Seung al darse por  vencedor. Sonrió a sus amigos y éstos igual. Sin embargo segundos después escuchó sollozos  provenientes del castaño. Creyó que sólo jugaba, pero al parecer se equivocó.  –Ji – lo llamó.

-¡Malo! – gritó.  Abrazó sus piernas y escondió su rostro. Su sonoro llanto atrajo a sus compañeros.  Lo miraron preocupados y a Seung lo reprendieron.

-¡¿Qué?! -  frunció el ceño. Él solo estaba protegiendo el decorado, era obvio que esas cajas eran solo decorativas y si JiYong iba las rompería todas, y de decorativas no les quedaría  ni la cinta.

-Seung ¿Por qué lo tratas así? – preguntó Sandara  acercándose hasta el menor. – lo hiciste llorar

-¿yo? – preguntó indignado.

-¿Quién más? – aportó Bae

 

-Ji no llores – Dara se arrodilló a su altura -  si quieres luego vamos a ver el árbol – el castaño  la miró. – prometo llevarte ¿sí? – jadeó y asintió. Ella sacó un pañuelo y limpió sus lágrimas – un chico bonito no puede llorar así.

-gracias noona – susurró

-¡arriba! – ella se levantó y ayudándolo él también.  Caminaron juntos  hasta su asiento. -  espera hasta el receso ¿ok?

-sí

 

-tsk… - Seung chasqueó la lengua viendo como la rubia ayudaba a Ji.

 

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-el día de mañana se va  a exponer la nota de todos en el mural. La nota de nadie se va a esconder. Si quieren saber porque esa nota solo busquen a sus profesores  y pídanles  sus promedios y calculen. A partir del miércoles hasta el martes de la siguiente semana serán los exámenes de recuperación para quienes deban darlo y los que no, irán a  vacacional. – Explicó la profesora .El sonido de las campanas anunció el receso. – pueden salir jóvenes. – Ella  tomó sus pertenencias y salió del salón.

 

-¡Noona… vamos! – la voz de JiYong captó la atención de sus compañeros, quienes rieron al ver como se llevaba a Sandara. Eran seguidos por Seung que iba bastante calmado. Cuando estuvieron próximos a llegar al árbol de navidad notaron las cadenas que lo rodeaban. -¿Por qué tiene eso?

-no lo sé –respondió igual de confundida.

 

-¡chicos! ¿Qué hacen por acá? – ambos voltearon y vieron a Tablo.

 

-¿Por qué el árbol está encerrado? – preguntó el castaño apuntando.

-es para que los alumnos no ingresen, obviamente

-¿y cómo sacaremos los regalos?

-no se van a sacar los regalos 

-te lo dije – habló Seung que ya los había alcanzado.

-¿Por qué no?

-porque son donaciones para una organización de niños pobres – al oír aquello se desilusionó.  Soltó la mano de Sandara, cruzó sus brazos y se sentó en el pasto.

-¿Qué haces? – preguntó la rubia

-me quedaré aquí hasta que me den mi regalo

-¿No oíste lo que dijeron? – cuestionó Seung

-uhm… - Ji lo miró de arriba – abajo y bufó – no me importa. Quiero mi regalo.

-JiYong, éstos son para los niños que no tienen regalos en navidad en cambio tú puedes comprar todo lo que quieras. ¿Entiendes? -   explicó el supervisor.

-¡No!

-deja de comportarte así, párate – dijo Seung, pero fue ignorado. – No lo volveré a repetir – su voz se tornó seria.  -¡ya levántate! – lo cogió del brazo.

-¡guau! – le ladró rabioso

-¡¿Qué te pasa?! – estaba sorprendido. - ¿Acaso te crees perro?

-Grrrr… - gruñó mostrándole sus dientes blancos.

-JiYong cálmate – pidió Tablo a cambio recibió ladridos y por poco es mordido.

-¡Guau! ¡Guau! ¡Guau! ¡Guau! – empezó su orquesta de ladridos provocando risas a quienes pasaban cerca.

-¡deja de ladrar! – gritó Seung hyun.  Al ver que el menor no se callaba se desesperó. -   ¡Suficiente! – de forma ruda  levantó al menor y lo echó sobre su hombro.

-¿Seung qué haces?  - preguntó alarmada la rubia

-dile a se7en que recoja nuestras mochilas. Yo me lo llevaré. Adiós – se despidió y comenzó a  andar.

-¡bájame! – pataleó

-no hasta que lleguemos a mi carro – decía molesto

-¡No puedes tratarme así!… ¡Quiero caminar!            

-¡shhh…!

-¡no me voy a callar!… ¡Auxilio!… ¡Me quieren llevar!… ¡Auxilio!   - gritaba con todas sus fuerzas a la vez que golpeaba con sus puños la espalda de su “raptor”.

-¡No grites!  - la vergüenza se apoderó de él al notar las miradas de los demás.    

-¡¡¡BAJAME!!!

-¡Ya te bajé! – lo soltó bruscamente haciéndolo caer

-¡¿Por qué me botaste?! – gritó mientras se sobaba

-¡Entra al auto!

-No

-No me obligues a hacerlo  - dijo entre dientes con la mirada más  cargada que pudo poner.  Sus ojos asustaron al castaño obligándolo a levantarse. –Entra. – abrió la portezuela y Ji entró. Exhaló al cerrarla.                      

 

******************

 

En el salón Bom esperaba aburrida que Seung entrase por la puerta. Desde que salió tras Sandara y JiYong desapareció. Un suspiro nació de sus labios. A pesar de haber sido rechazada sus sentimientos no cambiarían fácilmente. Como no enamorarse de ese chico si era casi perfecto.    

 

-¿y ese suspiro? – Dong Wook la sacó de su nube.

-no es nada – sonrió con flojera.

-no se te vería tan triste si no sucediera nada

-pues… - habló en voz baja -¿sabes dónde está Seung?

-ah… era eso – rió

-¿Por qué te ríes? – frunció el entrecejo

-sabes que Seung  y yo somos los mejores amigos ¿No? – Bom asintió – y nos contamos todo. TODO. – Recalcó. Se miraron a  los ojos y ella comprendió a lo que se refería. Tragó. – cometeré una infidencia, pero lo hago por el bien de todos los implicados.

-¿Cuál? –preguntó avergonzada.

-Seung está enamorado

-¿Qué?

-no te voy a dar detalles. Solamente  voy a pedirte que no hagas cosas que compliquen la situación que  él tiene con esa persona.

-¿Tú sabes quién es?

-claro, pero no te lo diré

-por favor – suplicó

-No

-entonces solo dime si estudia aquí

-ehm… sí, y eso es todo. Tengo que irme. Adiós. – tomó las mochilas de los tres y se fue dejando con una gran y  nueva incertidumbre a la pelirroja.

 

******************

 

POV JIYONG

 

Me duele el trasero y ese gruñón que no me habla.  Yo solo quería un regalo. Nada más. Lo miré de reojo. Su mirada se mantenía en la carretera. Es un aburrido. ¡Ya sé! Del interior de  mi cazadora saqué mi teléfono. Busqué y encontré el número de Yunho.

 

-¡hyung! – exclamé al oír que contestó

-Ji ¿Cómo estás?

-bien. Estudiando. – oí un bufido a  mi lado, pero no le hice caso.

-que bueno.  ¿Dónde estás?

-ahm… - miré a los lados – no sé

-¿no sabes?

-estoy en el carro

-oh… ¿No estás en la universidad?

-hoy fue el último día de asistencia y salí temprano. Queda la semana de recuperación y luego la entrega de diplomas y eso.

-le diré a Seung que me diga tus notas cuando se publiquen.

-¿Por qué?

-si no tienes buenas notas no te daré tu regalo.

-eso no es justo

-¿No dijiste que estabas estudiando?

-pero… es… difícil

-poco a poco aprenderás. Ten confianza.

-¡sí! – él si sabia como darme ánimos. Reí.

-JiYong ¿Dónde vas a celebrar  navidad?

-supongo que en mi casa – Me había olvidado que faltaba poco para ese día.

-ten cargado ese día tu celular porque te llamaré antes de medianoche.

-¿Me llamarás?

-sí

- ¡Qué emoción! ¡Hyung me va a llamar!

-jajaja…  presumo que tu casa ya está decorada ¿No?

-¡ahh! ¡Mi casa!

-¿Qué tienes? – preguntó Seung  viéndome preocupado

-hyung te llamo luego. Adiós – colgué  y miré a Seung.  – no he arreglado mi casa. Tenemos que comprar los adornos de navidad. – expliqué rápidamente.

-pensé que era algo más – respondió restándole importancia  a lo que le había dicho.

-vamos al super

-no

-pero tenemos que comprar

-estamos a unas cuadras de tu casa no voy a dar la vuelta.

-por favor

-no

-please!!

-…

-¡Es por Navidad~! – tomé su brazo y empecé a jalarlo

-¡nos estrellaremos! – pisó el freno y lo solté. Sopló.

-¿vamos a comprar? – murmuré

-sí. Vamos a comprar. – sonreí en silencio. Siempre consigo lo que quiero.

 

¡Punto para JiYong! ¡Oh… sí!

 

FIN POV JIYONG

 

 

Los jóvenes recorrieron varios establecimientos en busca de los mejores adornos navideños.  El mayor gastó mucho dinero, pero el entusiasmo del castaño compensaba cada won invertido. Verlo correr de un lado a otro por cada cosa que brillaba lo alegraba.  Cuando terminaron de comprar subieron las compras al auto y se enrumbaron a la casa.  El día entero la pasaron decorando. Jugaron y terminaron agotados.  La apaciguada noche los acompañó en sus dulces sueños hasta que los rayos del sol los obligó a despertar.

 

-¿tenemos que ir?

-será solo un rato después volveremos

-qué más da

 

Sin nada de entusiasmo Ji fue junto a Seung hasta la universidad.  Al llegar notaron la cantidad de estudiantes que abarrotaban los salones. Entre ellos se felicitaban y otros maldecían por lo bajo. Cuando llegaron a su salón Wook que también estaba ahí  los vio.

 

-Seung tienes que ver – dijo emocionado.  Arrastró al pelinegro y lo metió en el tumulto de gente frente al mural. – mira el puesto en que estás. – Seung buscó su nombre en la lista y al encontrarlo sus ojos se abrieron de la sorpresa.

-es… ¡es increíble!

-felicitaciones. Estas entre los diez primeros. – ambos se abrazaron. Sirvió de mucho el empeño que puso para aprobar los cursos. Wook estaba cinco puestos más abajo. Nada mal. – nuestros padres no podrán decirnos nada.  Podremos celebrar.

-¡sí! – exclamó satisfecho

 

-¿y yo dónde estoy?   - la voz de JiYong se escuchó a su lado. Ellos giraron a verlo.  

-¿Qué pasa? –preguntó Seung un poco más calmado. Por un segundo había olvidado a Ji.

-no me encuentro en esta lista – señaló la hoja de gran tamaño frente a él.

-de seguro no has buscado bien, yo lo haré. – empezó desde el primer puesto que era ocupado increíblemente por Young Bae, que aun no llegaba. Bajó, bajo, bajó, pero nada. Su nombre no aparecía. – qué raro.

-¿no está? – preguntó Wook

-no

-¿Qué significa? – cuestionó el menor

-hay que preguntar

-sí

 

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Los tres buscaron al supervisor y lo encontraron saliendo de la sub-dirección.

 

-muchachos que gusto verlos – dijo con su simpática sonrisa.

-queríamos hacerle una pregunta – habló el mayor

-¿Cuál?

-¿Por qué JiYong no aparece en la lista de alumnos? – habló Seung

-oh…eso

-sí, ¿Por qué no estoy?

-sobre  tu calificación en general ya lo hemos hablado  con la madre Seung – el nombrado se sorprendió. -  ella les va a explicar lo que ha sucedido, y JiYong, tú deberás tomar una decisión.

-¿Qué decisión? – preguntó el pelinegro

-tu madre les explicará. Debo atender otros asuntos, cuídense. – se fue.

-¿y ahora? – preguntó el castaño

-vamos a mi casa. Mi mamá debe estar ahí – Ji asintió y  salieron.

 

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“TOC, TOC”

 

-mamá – Llamó Seung al entrar al despacho de su madre. 

-hola cariño – lo saludó con una hermosa sonrisa. -¿Qué necesitas?

-pasa – susurró a su espalda permitiendo notar la presencia de JiYong.

-oh… JiYong también está aquí – expresó emocionada. – Tomen asiento – ellos caminaron y se sentaron frente a ella. - ¿Seung te está cuidando bien? – preguntó al menor.

-sí señora Choi – respondió rápido

-bien, si no ya sabe que le cae – miró retadora a su hijo causando risas en el castaño.

-mamá vinimos por algo serio – dijo Seung

-¿De qué se trata?

-es sobre la situación académica de JiYong. El supervisor nos dijo que a ti te lo habían dicho.

-es sobre eso – bajó la mirada organizando sus ideas.

-¿Hay algo malo? – preguntó el menor con miedo.

-JiYong… - ella lo miró cálidamente – tú has faltado mucho tiempo a clases. No has presentados tus tareas, ni tampoco trabajos. Este ciclo prácticamente no has asistido.  – él tragó saliva angustiado. – Tus profesores saben los motivos de tus faltas, al igual que el director – observó de reojo a su hijo – y aunque han querido ayudarte también deben ser justos con el resto de alumnos, y al haber faltado casi un 75% porciento lastimosamente has desaprobado todos los cursos.

-¿To…odos? – dijo con la voz a punto de quebrarse. Quizá no era el más inteligente de los estudiantes, pero en su vida había reprobado si quiera un curso.

-sí – respondió con pena. Él chico no merecía esa nota. Tenía una gran capacidad de recepción, pero no se podía pasar por alto haber faltado casi todo el ciclo.   

-¿hay alguna alternativa para que lo recupere? – habló Seung

-hay dos – representó con sus dedos

-¿Cuáles?

-el primero es… que debas empezar todo el ciclo nuevamente

-¿rep…pet…iré? – sollozó,  pero los cálidos  brazos del pelinegro  lo confortaron

-la segunda opción es… que des un examen extraordinario de todos los cursos antes de comenzar el tercer ciclo. Que es en marzo.

-¿De verdad pueda dar esos exámenes? – preguntó Seung

-sí. Sin embargo… - dirigió su mirada al menor – no sé si sea factible esta opción para ti. Tu memoria es la de un niño de once años. Todos los conocimientos que adquiriste en siete años los has perdido. Y aprenderlo en solo dos meses… no sé si seas capaz. – su rostro denotaba tristeza. Era muy lógico su razonamiento. Como él iba a entender temas universitarios si no tenía ni los conocimientos básicos secundarios.

-no pod…dré – rompió en llanto recostando su cabeza sobre el escritorio.

-Ji no te pongas así. Yo sé que  tú podrás aprender rápido. Yo te ayudaré –  reanimó el mayor    

-¿tú cre…es? – articuló con desánimo.

-confío en ti – posó sus manos en el pequeño rostro– ¿confías en mí? – cruzaron sus miradas.

-sí – dijo en voz baja.

-eso es suficiente. Vas a ver que lo lograrás. – lo abrazó.  La señora Choi al ver la preocupación de su hijo sonrió.

 

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-mamá ¿estás segura? – preguntó Seung con los nervios carcomiéndolo.

-yo me encargaré de todo. Tranquilo.  – Sonrió – mejor ve a buscar a JiYong. Parece que se perdió en el baño.

-está bien. – exhaló

-los esperaré en el comedor. –Él asintió y salió en busca del castaño.

 

-JiYong –dio dos toques a la puerta del baño. Escuchaba murmullitos al otro lado de la puerta. – JiYong ¿está todo bien? – volvió a tocar y caló el silencio.

-ahm… ya salgo – dijo desde el otro lado.

-mi mamá nos está esperando para almorzar juntos.

-en un rato voy

-esperaré aquí

-¡No! – gritó negándose

-¿Por qué?

-ve con tu mamá yo iré luego

-ya has estado buen rato en el baño. Sal.

-Pero…

-¿Qué has hecho? – preguntó  acucioso.

-¿Yo?… nada – se oía nervioso

-voy a entrar – avisó

-no, no espera… - se apoyó en la puerta

-déjame entrar – giró la perilla. A pesar de estar abierta no podía abrirla por la presión del otro lado. – no te apoyes

-no entres

-quítate de la puerta voy a entrar. A la una… - retrocedió

-Seung no

-a las dos…

-no… no – se alejó

-¡a las tres! – corrió

-¡ya abrí! – extendió la puerta completamente. No obstante fue embestido por el pelinegro  que no pudo detenerse a tiempo.  -¡aahh!  - ambos cayeron al piso… mojado. -¡eso si me dolió! – se quejó.

-¡¿Por qué abriste?! – reclamó tratando de recuperarse de la caída.  Estaba aturdido.

-fui yo quien más se golpeó no tú – frunció el ceño. A la vez sentía como su espalda y piernas eran empapadas.

-sí, pero… - se detuvo. Ahora que analizaba el rostro del menor, el piso, y la ropa que llevaba. -¿Por qué está mojado? –levantó la mano que apoyaba a un lado de la cabeza del cuerpo bajo el suyo y el agua se escurrió.

-¿ah? – Abrió sus ojos desmesuradamente – esto… bu…eno… - esquivó su mirada.

 

Cómo explicaría que cuando terminó de hacer sus necesidades la curiosidad lo asaltó y empezó a inspeccionar cada objeto hasta que llegó a la ducha. Le llamó la atención al ver que era como una manguera  de jardineros y se podía sacar. Alzándose un poco logró descolgarla. Era de color  plateado y tenía varios botones.  Sonrió de lado y apuntando hacia la pared de la ducha probó el primer botón.  Un chorro delgado comenzó a salir. Se aburrió. Apretó el segundo y salió agua con más fuerza. Esto iba mejorando. Un juego le vino a la mente.  Con mucho estilo tomó  la manguera y  fingió ser un bombero. –Apaguemos el incendio – se decía.  Apretó un botón tras otro tan seguido que cuando se cansó de hacerlo no sabía cual machucar.  No podía tapar con sus manos el fuerte chorro que salía. Necesitaba ayuda, pero tenía miedo de ser castigado.  Volvió a presionar uno y otro y milagrosamente todo se detuvo. Suspiró aliviado. Volvió a colocar la manguera en su lugar y observó el ambiente. Las paredes, el espejo, el lavamanos, el retrete, el piso, ¡el techo! Todo estaba bañado en agua, incluyéndolo a él. -¿Qué hago? – se preguntó.  Rebuscó  entre varias cosas y halló una camisa de color celeste.  Con ésta fregaría el piso o por lo menos es la intención que tenía antes de la interrupción  de Seung.

 

-¿y bien? – levantó una ceja esperando la respuesta.

-yo… yo… ¡no me  hagas nada! – gritó asustado. Con sus manos tapó su rostro esperando ser golpeado por el mayor.

-Ji no… - el pelinegro iba a reírse de lo gracioso que se veía temblando, pero antes fue interrumpido por las conocidas voces de sus padres.

 

-¡¿Seung hyun que estás haciendo?! –exclamaron los dos desde la puerta. El nombrado giró su rostro hacia ellos, pero no  reaccionó.  Escucharon los sollozos provenientes del menor y  la primera en actuar fue la señora Choi.  -¡Seung quítate! – expresó molesta. Él obedeció apartándose completamente del castaño. – Oh… pequeño no llores – dijo reincorporándolo hasta sentarlo.

-yo… yo… no quería – lloró en el regazo de la mujer.

-cálmate. – acarició su espalda con suavidad.

-Seung ve a tu habitación – la voz del señor Choi  resonó en la estancia.

-¿yo por qué? – preguntó Seung

-¡sólo ve! – alzó la voz y él no tuvo más alternativa que obedecer. Aunque no entendía el porqué de la molestia. – voy a hablar con él.  – dijo minutos después.

-está bien – el choque de los zapatos de su esposo con el suelo se fue alejando. – Ven conmigo – le dijo al menor y éste entre jadeos aceptó.

 

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-¡yo jamás haría algo contra la voluntad de JiYong! – exclamó sumamente sorprendido. – en serio están mal interpretando los hechos, fue un accidente.

-¿y por eso lloraba? – preguntó su madre

-no sé… quizá se asustó… no lo sé

-está bien. Te creo – habló su padre más calmado al escuchar los argumentos de su hijo. -¿Dónde está el chico? – le consultó a su esposa.

-lo llevé a una de las habitaciones de huéspedes. Le di algunas ropas para que se cambiase.

-tráelo para almorzar  y tú también cámbiate.- le dijo al pelinegro y salió de la habitación.

-ahh… - exhaló y se sentó sobre su cama. -¿Por qué creyeron que yo quería propasarme con él? ustedes saben cuanto lo cuido, no los entiendo.

-es la impresión que tuvimos tras escuchar los gritos – explicó ella – lamento que te culpáramos por algo así. Trata de entendernos. Es complicado conocer tus sentimientos y  ver como interactúas  con JiYong.

-yo sabré cómo y cuándo decirle lo que siento y sé que ahora no es el momento.

-dejaremos que tú lo hagas, descuida. Ahora obedece a tu padre y cámbiate. – dijo saliendo de la habitación.

 

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-lamento haber mojado su baño. No fue mi intención – se disculpó con la cabeza gacha.

-los empleados ya se encargaron de la limpieza. No te sientas mal – respondió la señora.

-no volveré a tocar nada, lo prometo -  levantó su mano derecha – en compensación los quiero invitar a pasar navidad en mi casa. ¿Quieren? – preguntó sonriendo

-¿Con nosotros? – preguntó asombrado el señor Choi.

-sí, no quiero estar solo en esa fecha. Digan que sí ¿sí?

-supongo que sería bueno relacionarnos más.

-no se arrepentirá señor Choi.

 

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1 SEMANA DESPUÉS

 

-¿una fiesta?

-Dong Wook me dio las invitaciones para que vayamos.

-¿y habrá piñata? – su emoción se manifestó en sus brillantes ojos.

-¿piñata? – dijo extrañado

-todas las fiestas tienen piñatas

-es una fiesta de fin de año, no de cumpleaños JiYong

-¿no habrá piñata? – hizo un puchero

-aish… puedo conseguir una piñata si tanto quieres

-¡entonces si iré!

-todo por un sí – dijo por lo bajo.

 

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Ya era  el día  veinticuatro del último mes del año y toda la gente iba de una tienda tras otra en busca de las últimas compras.  Y en una situación  parecida se hallaba JiYong. Él junto a sus empleados terminaban de poner todo en perfecto orden. La familia de Seung llegaría en un par de horas y todo debía estar en su lugar.  El mayor dijo que saldría un momento, pero ya habían transcurrido las horas y no volvía. Obviamente el menor no iba a esperarlo para hacer las cosas juntos como habían planeado. 

 

-¡ya volví! – la voz del pelinegro irrumpió la cocina. - ¿empezaron sin mí? – preguntó al castaño que tenía las manos ocupadas en una bandeja con uvas.  

-¿Qué esperabas? – Frunció los labios -  tardaste mucho tiempo y dijimos que todo lo haríamos nosotros. Por mi insistencia de esperarte tuvimos que correr con los preparativos. – expresó molesto y caminó hasta el refrigerador.

-estaba haciendo algo muy importante.  – Lo siguió – pero ya puedo ayudar.

-ya acabamos – dijo mirándolo. El mayor bajó la mirada un poco triste. Él quería participar de la organización. – ellos se van a ir a sus casas para estar con sus familias. Así que solo debemos esperar. 

-oh… entonces no hay nada que pueda hacer contigo. – murmuró, pero fue lo suficientemente claro para ser escuchado por el menor.

-ahm…  ¡podemos jugar! – soltó para animar al mayor. Era navidad no podían amargarse ni estar tristes con otros.

-¿Quieres jugar? – preguntó no tan convencido.

-sí. Vamos a mi habitación. – tomando al mayor del brazo lo llevó a su habitación.

 

Luego de dos horas de jugar con el PSP el celular de Seung sonó siendo los interlocutores sus padres avisando de su llegada. Los dos bajaron y saludaron a  los adultos.  El dueño de casa los invitó a  la sala para platicar.  Contaron varias anécdotas de navidad mientras veían en la  televisión como la gente abarrotaba las calles, tiendas y autobuses.

 

-falta poco para las doce. Traeré las uvas para pedir nuestros deseos. – dijo Ji parándose del mueble para ir a la cocina.

-yo te acompaño.  – la señora Choi lo imitó.

 

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EN LA AUTOPISTA

 

-¿Cuánto falta para llegar? –preguntó el hombre de perfecto peinado y vestimenta viendo a la gente reunida en distintos puntos de la calle esperando con ansias la llegada de la navidad.

-veinte minutos, señor – dijo uno de los miembros de su seguridad

-¿Qué hora es?

-cinco minutos para las doce

-márcale a mi esposa

-como usted diga

 

******************

 

-tres… dos… uno… ¡¡FELIZ NAVIDAD!! – exclamaron los cuatro participantes al momento que el reloj marcó las doce. Compartieron abrazos y los buenos deseos por  la fiesta del niño Jesús.  

-pasen al comedor traeré la cena – dijo la señora Choi.

-yo la ayudo – dijo Ji

-yo también mamá – dijo Seung

-entonces yo también – comentó entre risas el señor Choi

-apurémonos si queremos comer “temprano”.

 

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-aló – contestó el castaño con su Smartphone pegado a la oreja.

-Ji, soy Yunho

-¡hyung! – Sonrió – pensé que no llamarías.

-casi se me pasa por la diferencia de  horas, pero  aquí estoy cumpliendo

-muchas gracias por llamar. Es muy importante para mí.

-¿ya son las doce?

-sí

-oh… ¡Feliz Navidad!

-jaja feliz navidad adelantado hyung

-gracias Ji. ¿La estás pasando en tu casa?

-sí

-¿estás solo? – preguntó preocupado

-no. Los padres de Seung nos están acompañando.

-¡Qué bien!

-sí, son personas muy amables sobre todo la señora Choi. Ella es muy buena, me trata muy bien.

-jeje estoy seguro de que es así. Bueno entonces te dejo celebrar con ellos luego hablamos.

-que tú también la pases bien con tu familia.

-espero que todos tus deseos se cumplan Ji, te lo deseo de todo corazón. Lo mereces.

-gracias hyung. Ya tengo que regresar a la mesa, te llamo luego. Adiós.

-adiós 

******************

 

-el lugar es bastante tranquilo – comentó

-estamos a solo unas cuadras 

-lo sé – inhaló el aire que ingresaba por su ventana. Tragó saliva.  Recuerdos venían a su mente y el sentimiento de culpa que había guardado tantos años salió a flote.  El momento de corregir sus malos actos lo había alcanzado.  

-llegamos, señor – dijo su seguridad.  Un encargado de la entrada a la residencia se acercó al lujoso auto.

-disculpe, ¿de parte de quien viene? – preguntó como normalmente hacían con todos los autos desconocidos. El hombre notablemente adinerado buscó en su sacó su identificación y la mostró al vigilante. Éste al ver el nombre abrió los ojos y la boca de la sorpresa. –Usted…  es…  - sonrió completamente entusiasmado,  aunque desconociendo muchas cosas.

  

******************

 

-¿quieren más chocolate? – preguntó la señora

-yo lo traeré mamá – Seung se paró del asiento – JiYong acompáñame – le habló al menor y éste con una sonrisa fue con él.  Al llegar a la cocina llenaron una jarra con chocolate caliente directo de la  olla. –Ji…

-¿Qué? –preguntó  separando en un vaso un ramito de uvas para comerlas.

-Feliz navidad – el menor dejó de escoger las uvas y observó al mayor. Notando enseguida que tenía una caja envuelta en papel de regalo  en sus manos extendidas hacia él. – Es… mi regalo… para ti – habló nervioso.

-¿para mí?

-sí. Ten. – cogió una de sus manos y depositó el obsequio en su palma.

-¿puedo abrirlo?

-claro

 

Con poca delicadeza rompió el bonito papel y descubrió joyero. La abrió y  una hermosa pulsera  puntuada de diamante y  oro amarillo apareció con pequeños diseños por todo el contorno en forma  de óvalos con una línea horizontal dividiéndolos.

 

-¿puedo ponértelo? –su voz irrumpió el silencio formado. El castaño asintió.  Cogió la joya  y la colocó en la delgada muñeca. – Te queda  perfecto - balbuceó

-¿es… por esto… que tardaste en regresar? –preguntó sin despejar sus ojos del objeto brillante.

-quise comprarte algo especial. Algo… que te recuerde lo importante que eres para mí.

-yo… no sé si lo merezca – mordió su labio. – sólo te he causado molestias

-no es cierto.  Quizá no me entiendas, pero tú mereces todas las dádivas terrenales y celestiales. Nunca lo dudes. – le sonrió dulcemente.

-gracias – susurró. Levantó la mirada y correspondió el amable gesto. – regresemos al comedor

-sí – en una bandeja colocó la jarra, Ji cogió su vaso con uvas y juntos caminaron.

 

-pensé que debía ir a buscarlos – comentó la señora  al verlos entrar.

-¡Seung me dio un regalo! – corrió hacia la mujer y alzando un poco la chompa que llevaba puesto le mostró la  pulsera en su muñeca.

-es muy bonita – dijo al mirarla

-déjame ver – pidió  el señor Choi. Observó meticulosamente la alhaja y la reconoció – ésta es la que pertenece a la colección de… - la voz de su hijo le impidió continuar.

-¡Amistad! – se apresuró a decir. – es de… la colección de amistad, papá – miró fijamente a su progenitor y éste asintió.

-claro… - sonrió – la colección de amistad de Cartier

 

JiYong  entrecerró los ojos mirando a ambos hombres, no comprendiendo porque había tensión entre ellos.

 

“DING, DONG, DING, DONG”

 

-La puerta – dijo la señora Choi dando por terminado las miradas entre su esposo e hijo.

-debe ser el personal de seguridad -  dijo JiYong encaminándose a la  entrada.

-voy contigo -  el pelinegro después de dejar sobre la mesa la bandeja corrió hasta alcanzar al castaño. Llegó cuando ya había abierto la puerta.

 

La persona que se hallaba al otro lado ojeó de pies a cabeza al jovencito que apareció al abrirse la barrera de madera.  Esos ojos, el cabello, el rostro. Definitivamente estaba frente a quien buscaba. Una pequeña sonrisa afectó sus labios.

 

-has crecido – pronunció esas palabras.

-¿usted quién es? –preguntó Seung al reparar en el hombre. –Ji… - llamó al menor  percatándose como miraba fijamente los ojos del hombre.

-kwon JiYong – dijo el señor dando un paso adelante. Rápidamente el castaño retrocedió y  unas inexplicables  lágrimas comenzaron a derramarse por sus mejillas. Su respiración se agitó.

-¿lo conoces?  – Seung cuestionó sumamente preocupado.

-tí…o – Tartamudeó el castaño. Un fortísimo dolor remeció su cabeza - ¡¡¡AAAAHHHH!!!

 

 

CONTINÚA…

Notas finales:

Oh mi ji pobrecito ¿no es así? Regresó su tío… ¡OMG!

 

Les dejó el enlace de mi nuevo fic, espero que sea mini-fic  : P,  ¿Brazaletes imantados?

 

Excusa: mi internet se acabó y estoy en un problema un poco grave que espero tome solución el lunes. Es lo que deseo. Y pues otros problemas familiares que no sé cómo se irán a solucionar, ya que el “problema” no se ha dicho a la persona principal, me da miedo saber cómo reaccionará. Espero Dios nos ayude en esta, te lo ruego diosito, danos una mano.

 

 

Por nada del mundo se pierdan el sgte cap… ya lo saben no me culpen si no lo leen… :P

 

 

 

“…no  puedes irte ¡NO PUEDES!”

 

“…quizá esa persona está presente”

 

“… es imp…osible”

 

 

 

byebye


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