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Se supone por SHINee Doll

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Notas del capitulo:

Este es el último one-shot del 2012 que voy a publicar. Y sí, lo escribí con "Se supone" de Luis Fonsi de fondo. Espero les guste.

«Lleva a Kibum este sobre. Le he llamado, así que sabe que no podré ir. Dile que Taemin está bien ahora y saldrá del hospital el próximo fin de semana. ¡Gracias, Minho!»

 

Lee Jinki no tiene idea del problema que esto representa para mí. Hemos sido amigos los últimos dos años, pero por cuestiones del destino Kibum y él se conocieron. Creo que la palabra «destino» es demasiado; quizá sea más preciso decir que Lee Taemin (el novio de Jinki) fue quien los cruzó y convirtió en buenos colegas. Eso ocurrió hace un año, aunque esta es la primera vez que realmente considero que me afecta su relación.

 

Taemin ha tenido un accidente en coche y está en el hospital. Se recupera exitosamente y no es algo que le ponga en riesgo realmente. Sin embargo, Jinki ha insistido en permanecer a su lado cada segundo, dejándome a cargo del estudio fotográfico que abrimos hace seis meses.

 

Con Kim Kibum las cosas no están bien. Nunca se lo conté a Jinki por pura cobardía, supongo que él tampoco se lo dijo por orgullo. Nosotros fuimos pareja por tres años y rompimos un par de semanas antes de que conociera a Jinki. «Pasado es pasado», pensé en ese tiempo y no le hablé de mi corazón roto y los sueños deshechos. El tiempo pasó, las heridas comenzaron a curarse y seguí adelante. Luego ellos se volvieron unidos y me topé con Kibum más veces de las que creí posibles después de terminar. Entonces comprendí que jamás podría olvidarlo y que le seguía queriendo de la misma estúpida manera que antes.

 

Lástima que sus sentimientos no fuesen iguales a los míos. En el cumpleaños de Taemin llegó acompañado por Kim Jonghyun, un castaño musculoso de sonrisa sincera y ojos de cachorro. ¿Un amigo?, no especificó su relación, pero obviamente se trataba de su nuevo «amor». Ambos se sentaron en la misma mesa que nosotros tres y aunque quizá no había motivo alguno para ello, sentía la mirada de Kibum clavada en mí. Jonghyun me miró una vez con curiosidad y después me ignoró completamente. «Tal para cual», pensé yo, forzando una sonrisa y tomándome una lata de cerveza de golpe.

 

— No puedes imaginar qué tan difícil es hacer esto, Jinki. — digo a la nada, suspirando. — ¿Qué pasa si no soy capaz de llamar a la puerta, de enfrentar su mirada, si mi voz se pierde?, ¿qué haré entonces?

 

Nada ha cambiado desde la última vez que estuve en el vecindario de Kibum, siquiera se ha marchitado una sola de las rosas en su jardín. Aún tengo presente el día que florecieron por vez primera, ese brillo peculiar en los orbes felinos, esa inmensa sonrisa que le adornó los labios, su abrazo. Él siempre ha sido de esas personas expresivas, de las que pueden decirlo todo con una mirada y destruir a la gente con una palabra.

 

Me armo de valor y llamo a su puerta. Se siente extraño hacerlo, porque en todas mis visitas anteriores no necesité una invitación, un motivo o esperar que me abriera. La primera vez que visité su casa ya éramos novios, estábamos en ese momento encantador de la relación donde pasábamos muchas horas juntos, hablando, riendo, abrazados, besándonos. Me quedé a dormir con él en muchas ocasiones, compartimos cama en más de un sentido. Hubo semanas enteras donde no regresé a mi apartamento. Incluso me dio la mitad de su armario y del mueble del baño para que guardase algunas de mis cosas. No vivimos juntos oficialmente, pero como si lo hubiéramos hecho.

 

— Buenas noches. — no se me ocurre otra cosa que decir cuando me abre.

 

— Pasa. — casi había olvidado lo fría que podía sonar su voz cuando debía dirigirse a quien no le apetecía. Me estremezco bajo su mirada vacía, entrando a la casa donde alguna vez viví los mejores y más felices momentos. — ¿Sabes algo de Taemin?

 

— Le darán el alta este fin de semana. — respondo automáticamente, siguiéndole a la sala. Es realmente extraño el actuar como un visitante en la casa donde alguna vez me comporté como dueño. — Si tanto te preocupa, deberías ir a visitarlo y no esperar que alguien te de noticias suyas.

 

— ¿Disculpa? — enarca una ceja, fulminándome con sus ojos. — No tengo por qué darte explicaciones, Minho... — lanza serio, mordaz, y yo espero paciente a que continúe. — pero lo haré para callarte. Acabo de volver de San Francisco esta tarde. Si no he ido a ver a Taemin, es porque no me encontraba en Seúl, no porque no me de la gana.

 

— Bien, me disculpo. — rueda los ojos y una pequeña sonrisa se instala en mis labios. — Acá está lo que te envía Jinki. — extiendo el sobre en su dirección y lo toma con cierta desconfianza. — No he mirado, si eso es lo que te preocupa. — admito que estuve tentado muchas veces, pero Jinki fue claro al decirme que estaba prohibido mirar el contenido del envoltorio de papel.

 

— ¿Quieres un vaso con agua, refresco, un café? — suspiro, negando. ¿Por qué tanta amabilidad repentina?

 

— ¿Ha estado bien Jonghyun? — pregunto, apoyando la espalda en el respaldo del sofá. Siguen igual de cómodos.

 

— ¿Por qué preguntas por él? — no sé qué le sorprende, siempre suelo hacer preguntas de esa clase.

 

— Es un chico agradable. — me encojo de hombros, sonriendo. Su mirada se suaviza un poco.

 

— Está en Chicago. — susurra, sacando las fotografías del sobre y observándolas con cuidado. — Nos vimos el fin de semana en Los Ángeles, luego cada uno se fue a donde tenía que ir y después volví a Corea.

 

— ¿Salieron bien las fotos? — asiente y sonríe hacia ellas, complacido. — Jinki ha hecho todo el trabajo. Te lo pregunto porque a veces comete errores y arruina todo. Sabes lo torpe que llega a ser.

 

No acostumbro hablar tanto; no es uno de mis talentos, pero en momentos así lo creo necesario. Estoy nervioso, así que eso también influye; hace que se me suelte la lengua. Él lo sabe y por eso me mira menos frío y me sonríe con algo más de sinceridad. Debo llenar cada espacio vacío, aprovechar al máximo esta oportunidad que me está siendo dada para volver a estar cerca de él, así sean un par de minutos, unos cuantos segundos, ¡no me importa! Sólo quiero estar con él un instante.

 

— Jinki lo hizo estupendamente. — asiento, aliviado. No me gustaría escucharlo quejarse del mal servicio. — ¿Está yendo bien el negocio?, ¿tienen suficientes clientes?

 

— Mejor de lo que imaginamos al abrir. — ahora es él quien parece necesitar hablar, lo noto en el movimiento de sus dedos, en la postura de su cuerpo. — ¿Al final no te decidiste por un nuevo color para la sala?

 

Antes de terminar conmigo, Kibum decidió que el color de la habitación era aburrido, viejo y oscuro. A mí me gustaba, me hacía sentir cómodo y en casa. Discutimos por eso un par de veces y fui yo quien cedió, dejándolo elegir un tono brillante que trajese luz a toda la casa. Fue una estúpida pelea por la pintura de la sala, pero después de esa siguieron un montón más por asuntos más significativos y finalmente una noche ambos estallamos y la relación se fue por un tubo, junto con los buenos momentos y los planes futuros.

 

— Me di cuenta que tenías razón. — admite lentamente, sin mirarme. — Otro color le haría perder su calidez.

 

En sí, su casa no ha cambiado en absoluto en estos dos años. Los mismos colores, muebles, cuadros y adornos. Sólo hay algo diferente: la puerta (ahora cerrada) de su alcoba. Posiblemente asegurada. ¿Sería así a diario o sólo porque me encuentro de visita? A Kibum nunca le gustó cerrar su puerta, decía que no tenía nada que esconder.

 

— Será mejor que me vaya. — hablo, poniéndome de pie. Él me imita, aunque algo en su mirada es diferente.

 

Camino a la puerta mi corazón se desboca. Se supone que hemos terminado hace bastante tiempo, que ya no siento nada por él, que lo mejor fue alejarnos. Entonces, ¿por qué duele el despedirse?, ¿por qué tengo el deseo de volver cada paso y estrecharlo entre mis brazos?, ¿por qué siento las lágrimas agolparse en mis ojos?

 

Se supone que lo superé hace mucho, que el pasado no me pesa, que los recuerdos han sido enterrados y las heridas cicatrizaron. Se supone que hemos madurado, que nuestras vidas tomaron otros rumbos y cada uno encontró el camino correcto. Él tiene a Jonghyun ahora, yo tengo de momento únicamente mi trabajo y mis amigos, pero no necesito algo más. Se supone que no me sentiría así, que entraría y saldría con la misma indiferencia que ensayé durante el camino, que él no me miraría con esa suavidad, que no sujetaría mi brazo como lo hace. Se supone que me marcharía sin mirar atrás, pero mi mano se niega a girar la chapa.

 

— No era cierto. — dice en un murmullo, apartando su mano. — Nunca pasó nada entre Siwon y yo.

 

Se supone que eso ya no importa, que no cambia lo ocurrido y que no me interesa. Nuestra última discusión fue a causa de Choi Siwon, uno de sus compañeros de trabajo, un amigo de mi hermano. El rumor de su romance se extendió como polvora y llegó a mí. Dudé de todos, y lograron convencerme de que era cierto. Kibum actuaba diferente, me esquivaba y no me dejaba tocarlo en ocasiones. Lo acusé, dijo que podía creer lo que quisiera y terminó echándome de su casa, de su vida y de su corazón. Estaba enojado, furioso, y dije muchas cosas que no creía ciertas, que le ofendieron y seguro volvieron su dolor lágrimas a mitad de la noche. Un par de días después me arrepentí, pero era tarde para disculparme. Con Kibum no hay segundas oportunidades, siempre lo supe.

 

— ¿Por qué no me lo dijiste entonces? — han pasado dos años, ¿por qué justo ahora?

 

— ¿Me hubieses creído? — posiblemente no, y ahora tampoco. — Incluso en este momento dudas, ¿no es así? Estúpidamente pensé que creirías en mí cuando todo eso sucedió, pero no fue así.

 

— Lo siento. — susurro, abriendo finalmente la puerta. — Lamento si te decepcioné en ese momento y lamento si lo hago ahora, Kibum. — escucho un bufido y fuerzo una sonrisa aunque no la vea. — Supongo que ya es tarde.

 

Salgo con el corazón encogido, inseguro. La última vez que sentí esta angustia fue al reparar en mi error. Le escucho llamarme y me detengo, dándole la espalda, jadeando al sentirlo correr hacia mí y abrazarme. Kibum no hace este tipo de cosas fácilmente, lo sé mejor que nadie. En una de sus manos lleva una de las fotos que acabo de entregarle y me pide la mire.

 

— Somos nosotros. — señalo confundido. Es una foto de nosotros dos, juntos, felices, sonrientes. — ¿Por qué-?

 

— No es tarde. — susurra, apoyando su frente en mi espalda. — Te he esperado dos años, Minho, y sé que lo seguiré haciendo el resto de mi vida de ser necesario...

 

— No entiendo. — francamente no lo hago, ¿qué es lo que ocurre?

 

— Se supone que te olvidaría, que sería feliz sin ti, que te odiaría por dudar de mis sentimientos, que... — toma aire, suspira, me abraza con más fuerza. — Se supone que estaría bien sin ti, pero no puedo... y tampoco quiero.

 

— Kibum... — él se siente igual que yo, ¿verdad?, por eso está diciéndome esto.

 

— Di que no me quieres aún, que tus sentimientos han cambiado, que no me amas... — suplica, apartando sus brazos. — Di eso y podré entenderlo, lo prometo.

 

— Se supone que es así, que ya no siento nada por ti... — tomo su rostro con mis manos, mirándolo a los ojos. — ¿Realmente lo entenderás?, ¿te darás por vencido si lo digo? — asiente y sus ojitos se cristalizan. — Si es de esa forma, entonces no se trata del mismo Kibum que conocí y amé.

 

— Si dices que no sientes nada por mí y que me has olvidado... — comienza, sonriendo un poco. — No serías el mismo Minho al que le entregué todo sin dudar.

 

Sonrío al escucharle. Kibum es así: sincero, directo, él. La primera vez que le vi quedé prendado de su mirada, de esos astutos ojos de gato que reflejaban un montón de cosas; la segunda vez mi mirada se detuvo en sus labios, delgados y rosados, suaves, acorazonados; la tercera vez me supe enamorado completamente. Nuestro primer beso fue único, delicado, cariñoso, y mandó mi pulso por los aires e hizo correr una maratón a mi corazón. La primera vez que hicimos el amor, me juré nunca dejarle, jamás apartarme de su lado...

 

— Aun te amo. — soy sincero, miro sus ojos mientras hablo. — Me siento como el primer día. Exactamente igual.

 

— No es tarde. —repite, sonriendo.

 

— Pensé que no había segundas oportunidades. — sonrío de vuelta, acariciando sus mejillas preciosas.

 

— Te amo. — confiesa, posando sus manos sobre las mías. — No se trata de oportunidades o tiempo, Minho.

 

— ¿Puedo volver? — cuestiono incrédulo, dando un paso al frente.

 

— Nunca te fuiste. — señala su corazón, volviendo a sonreír.

 

Se supone que entregaría el paquete y me iría. Se supone que él lo recibiría y me echaría de su casa. Se supone que todo fuese distinto en el interior, que las fotos fueran de Jonghyun y él. Se supone que Jonghyun es más que un amigo, que lo de ellos es serio, que se adoran con el alma; no que sea sólo eso: un amigo. Se supone que yo dude todavía, que no crea una sola palabra. Se supone que le olvide, que entierre su recuerdo en el pasado, que continúe con mi vida. Se supone que no sea así.

 

— Te amo, Kibum.

 

Beso sus labios bonitos, rodeando con mis brazos su cintura estrecha y sus brazos delgados me rodean el cuello. Kibum es todo lo que necesito, es lo que le hace falta a mi vida, es quien me hace feliz. He desperdiciado dos años, creyendo que podría superar su ausencia tal como él había superado la mía. Se supone que ambos éramos felices, que estábamos mejor sin el otro, que no volveriamos a buscarnos.

 

— Te amo, Minho.

 

Ahora, se supone que las cosas marchen bien, que podamos recuperar el tiempo perdido, que la relación vaya mejor, que las inseguridades no vuelvan a separarnos, que los miedos no controlen nuestras acciones y el enfado no hable por nosotros. Se supone que...

 

No. No se supone que sea así... Será así.

Notas finales:

Les deseo lo mejor hoy y siempre. ¡Bienvenido 2013! Las adoro ~


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