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Taeminnie por Hikari-Shiroi

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Notas del capitulo:

Fanfic raro que nació de una tarde aburrida cuidando niños ruidosos de los que, por supuesto, ninguno era TaeMin xD

 

Si había algo que MinHo odiara más que perder, sin duda, serian sus vecinos. Aún ni siquiera los conocía, pero desde el mismo momento en que irrumpieron en su casa, con galletas y presentes varios, para darles la bienvenido, MinHo supo que los odiaba. ¿Quién dijo que era necesario tener buena relación con los vecinos? ¿No es mejor ignorarse y dejar que cada uno viva su vida en paz? Por desgracia, su madre no pensaba igual. Ella era tan amigable y sociable.

Obligado por su madre, MinHo, había salido a regalar un par de saludos y sonrisas a los vecinos y, sin saber cómo, entre un “eres muy guapo” y un “que jovencito más amable”, había terminado comprometiéndose a cuidar de su hijo (el cual no sabía que existía, ni tampoco quería) si en algún momento lo necesitaba. Y MinHo rezó a todos los santos y vírgenes que conocía para que nunca jamás tuviera que cumplir esa promesa. Porque MinHo odiaba a los niños y más aun a los niños de los vecinos que siempre hacen tanto ruido.

Pero el fatídico día llegó. Los padres de MinHo pensaron que sería maravilloso salir a cenar con sus vecinos para conocerse mejor. Por supuesto, no podían dejar al pequeño Taeminnie (así era como se llamaba el hijo de los vecinos) solo, así que MinHo, el maduro y responsable jovencito se haría cargo de él mientras los padres se divertían.

MinHo pensó en gritar, romper cosas y negarse, pero MinHo era MinHo, el no podía. Tal vez si hubiera sido una chico más corriente, menos hijo perfecto. Pero MinHo no se podía decir que no a sus padres y debía guardar las formas siempre.

A las siete en punto su madre gritaba por toda la casa buscando sus pendientes. Su padre, completamente listo, se acercó a la habitación de MinHo a darle unas últimas indicaciones típicas. Diez minutos más tarde el timbre de la puerta sonaba y la familia Choi acudía a abrir. Todos perfectamente arreglados y con sonrisas de catálogo recibían a la familia vecina. Los saludos y las despedidas fueron todas juntas mientras MinHo buscaba al niño con la mirada, pero no había ni rastro de algún infante. Tal vez lo han dejado con alguien más, pensó MinHo.

–Taemin llegará enseguida, fue a jugar a casa de su primo y lo está trayendo ahora mismo –dijo la vecina.

MinHo asintió con una sonrisa un poco –bastante– desilusionada. Sus padres se despidieron y prometieron que no tardarían, pero MinHo sabía que era mentira, no los vería hasta bien entrada la noche porque confiaban en él y no tenían reparo en dejarlo solo, y a cargo de un niño, durante un largo periodo de tiempo.

La casa estaba tan silenciosa que MinHo pensó que podría morir de la alegría. Para MinHo no había nada mejor que el silencio y el orden. Un silencio que fue interrumpido por el sonido del timbre de la puerta sonando. Demasiado pronto, todavía no he disfrutado lo suficiente, pensó MinHo.

Se acomodo la camisa en el espejo del recibidor y abrió la puerta con una sonrisa perfecta. Pero lo que vio no era lo que esperaba. De pie en el porche no se encontraba Taeminnie, un niño de unos 9 o 10 años, sino un adolescente con rostro infantil. Según la forma en que los vecinos habían descrito a su pequeño Taeminnie, cualquiera habría imaginado que no es más que un niño, pero claramente, era un joven de unos 15 años por lo menos.

MinHo quedó sorprendido y luego horrorizado. Se esperaba tener que cuidar a un niño tontito al que podría entretener con algún estúpido juguete mientras el disfrutaba de algún libro, pero cuidar de un adolescente no estaba en sus planes porque no tenía un plan para ello.

TaeMin, ajeno a la preocupación de MinHo, discutía con el que debía ser su primo.

–No quiero quedarme, ya soy mayor. –decía, con un puchero que contradecía sus palabras, al joven que se encontraba a su lado. Este, negaba efusivamente mientras intentaba contener la risa y repetía que por órdenes de su tía tenía que quedarse.

MinHo volvió a la realidad, sin un plan todavía. El primo de TaeMin tendría su edad, ¿por qué no podía él hacerse cargo de TaeMin?, pensó MinHo.

TaeMin seguía discutiendo cuando fue empujado por su primo dentro de la casa. El primo saludó a MinHo fugazmente y salió corriendo hasta un auto aparcado en frente de la casa. TaeMin gritó e insulto al auto que se alejaba ya de la casa. MinHo seguía perplejo, ni siquiera había podido preguntarle su nombre.

TaeMin suspiró y entro a la casa apartando a MinHo bruscamente. Se tiró sobre el sofá como un peso muerto y volvió a suspirar. MinHo cerró la puerta, todavía perplejo, y caminó hasta el joven.

–Hola. –saludó MinHo con una de sus sonrisas perfectas mientras le extendía la mano.

–Hola. –respondió TaeMin sin ánimo y sin corresponderle el apretón.

MinHo bajo la mano, que mantuvo extendida esperando el saludo de TaeMin, molesto por la falta de modales del muchacho.

–Mira, –habló el muchacho cuando llevaban un par de minutos sin hablar uno en frente del otro. —se que no quieres que esté aquí y yo no quiero estar aquí. –MinHo asintió levemente dando gracias a que el muchacho fuera un poco inteligente. –Me quedaré aquí mirando la televisión, tú puedes quedarte, irte, o hacer lo que quieras. Cuando vuelan mis padres les diré que te has portado bien conmigo y tú les dirás a los tuyos los mismo, ¿entendido? –MinHo se sintió un poco ofendido de que un niño le diera ordenes, pero se sentía conforme con el plan.

 

Al principio, le había parecido que no sería una noche tan mala, pero eso era porque no recordaba lo ruidosa que podía ser la televisión. Llevaba diez minutos intentando concentrarse en su libro, pero no había quien se concentrara si se de fondo tenia los diálogos de alguna de esas series de dibujos animadas ilógicas y carente de originalidad. MinHo salió de la habitación molesta y se encontró con TaeMin dormitando frente al televisor.

–Disculpa –dijo con el tono más cortés que conocía.– ¿podrías bajar un poco el volumen?

TaeMin movió un poco la cabeza abriendo los ojos y parpadeó un par de veces antes de apagar el televisor. MinHo pensó que se había molestado, pero en vez de dirigirle alguna mala mirada, TaeMin, sacó unos auriculares del bolsillo de su pantalón, los conectó a su teléfono y volvió a cerrar los ojos.

MinHo regresó a su habitación complacido.

 

Había avanzado un par de páginas cuando su padre llamó. Le preguntó que tal iba todo y le dijo que se tardarían un poco más de lo esperado (MinHo ya lo sabía) y que era conveniente que hiciera algo de cenar.

MinHo salió de la habitación y preguntó a TaeMin si tenía hambre. Él respondió con una vago gesto con la mano que MinHo interpreto como “un poco”.

Preparó algo y lo sirvió en el comedor atrayendo la atención de TaeMin que se sentó frente a uno de los platos sin quitarse los auriculares, algo que a MinHo no le molesto. Es mejor si no tenemos que hablar, pensó MinHo.

MinHo pensó que la música de TaeMin estaba alta, tan alta que hasta el mismo podía escucharla. TaeMin parecía no darse cuenta de lo incomodo que era para MinHo intentar comer con ese estridente sonido de fondo.

–Disculpa –dijo MinHo atrayendo la atención de TaeMin. –¿podrías bajar un poco el volumen?

TaeMin hizo ademán de mirarlo, pero se quito los auriculares, los enrolló en el teléfono y lo dejó sobre la mesa.

Terminaron de comer sin dirigirse la palabra.

 

TaeMin se sentó en el sofá y empezó a jugar un juego en su teléfono. Tenía una molesta musiquita de fondo que iba acompañada de un agudo sonido cada vez que TaeMin tocaba la pantalla.

MinHo recogió la mesa y lavó los platos. TaeMin seguía jugando. MinHo llegó a su límite mientras alimentaba a los peces.

–Disculpa –dijo MinHo atrayendo por tercera vez en la noche. Esta vez TaeMin lo miró. –¿podrías bajar un poco el volumen?

TaeMin  guardo el teléfono en su bolsillo sin dejar de mirar a MinHo. Se mantuvieron la mirada durante unos minutos hasta que TaeMin habló.

–¿No sabes decir otra cosa?

–¿Qué? –preguntó MinHo desconcertado por la pregunta.

TaeMin bufó y desvió la mirada hacia la ventana. MinHo volvió a su habitación pensando en que había querido decir TaeMin.

Eran las nueve cuando MinHo escuchó murmullos en el salón. Entreabrió la puerta y vio a TaeMin paseando por el salón mientras hablaba solo.

–No, no…te he dicho que te olvides de mi…no me importa…¿Qué parte de no es la que no entiendes?...idiota, deja de llamarme…inténtalo...¡ja! no estoy en casa, no me encontraras porque estoy en casa de los vecinos y…mierda.

MinHo salió de la habitación cuando Taemin dejó de hablar. Vio el teléfono de TaeMin en su mano y una expresión de preocupación en su cara. MinHo caminó hasta el salón y TaeMin se dejó caer en el sofá.

– ¿Quieres que baje el volumen? –preguntó burlón TaeMin cuando vio a MinHo detenerse frente a él. MinHo decidió ignorar eso.

–¿Ocurre algo?

–Nada importante. –respondió sonriendo.

La puerta empezó a ser aporreada y el timbre sonaba sin cesar. Una voz desde fuera llamaba a TaeMin.

–Nada importante. –repitió TaeMin poniéndose de pie y arrastrando a MinHo a la cocina.

MinHo no estaba seguro de que debía pregunta primero, aunque lo más conveniente era no hacer preguntas porque TaeMin no iba a responder a nada. Pero es normal preguntarse que ocurre cuando un extraño empieza a golpear tu puerta llamando al hijo de los vecinos.

TaeMin se movía sin parar por la cocina y MinHo solo contaba los minutos que el extraño llevaba golpeando la puerta y gritando sin parar. MinHo pregunto por tercera vez que ocurría, pero TaeMin lo ignoró.

A los veinte minutos ya era demasiado para MinHo. No podía soportarlo. Ese niño estúpido no le decía que pasaba y el estúpido de la puerta no se callaba.

MinHo salió decidido de la cocina y TaeMin intentó detenerlo. Abrió la puerta con el ceño fruncido y encaró al extraño.

–Eres muy ruidoso.—las palabras salieron lentamente de los labios de MinHo.

–¿Quién eres tú? –pregunto el extraño mirando a MinHo, pero olvidó la pregunta cuando vio a TaeMin escondido detrás de MinHo. –¡Tú!

–Yo. –respondió TaeMin en voz baja.

El extraño comenzó a gritar cosas que MinHo no entendía y TaeMin se escondía detrás de MinHo gritando también.

–¡Basta! –gritó MinHo haciendo que ambos se callaran.

El extraño ignoró a MinHo y tomó a TaeMin del brazo. TaeMin fue arrastrado por el extraño mientras intentaba oponerse. MinHo vio como TaeMin gritaba que lo dejara y el extraño lo agarraba con más fuerza. Y sin saber porque, MinHo le asesto un golpe en la mejilla al extraño y empujó a TaeMin dentro de casa antes de cerrar la puerta.

Ambos se quedaron apoyados en la puerta en silencio mientras escuchaban al extraño quejarse. Durante unos momentos se quedó en silencio y luego escucharon una moto alejarse. TaeMin miró a MinHo. MinHo miro a TaeMin y lo empujo hasta el sofá. TaeMin se sentó, despreocupado.

–¿Qué fue eso? –preguntó molesto MinHo mientras lo miraba duramente.

TaeMin se desperezó en el sofá y respondió:

–Un derechazo increíble.

MinHo lo fulminó con la mirada.

–Está bien, está bien, te lo contaré. No ha pasado nada importante, –dijo y MinHo negó.—es lo de siempre, se la chupas una vez y ya se cree tu dueño. –soltó TaeMin encogiéndose de hombros.

MinHo no entendía a que se refería. Iba a preguntarle cuando TaeMin se adelantó:

–Supongo que un robot como tú no puede entenderlo. –sonrió burlonamente y soltó una carcajada.

–No soy un robot. –el semblante de MinHo era serio, pero no intimidó a TaeMin. –¿Por qué crees que soy un robot?

TaeMin se quedó pensativo unos momentos y MinHo se impacientó.

–Porque eres tan serio y…así, muy serio, como un robot. –MinHo seguía sin entender. –¿Cuántos años tienes? –preguntó repentinamente.

–Veinte. –respondió sin inmutarse.

–Eres muy joven, si tus padres te dejan solo toda la tarde deberías invitar a alguna chica, o salir y olvidarte del niño al que te obligaron a cuidar, no quedarte y repetir la misma frase una y otra vez. –explicó.

MinHo por fin entendió a que se refería. Pero MinHo no sabía como explicarle que no podía hacer nada de esas cosas. Sus padres le habían dicho que cuide de TaeMin y él debía cumplirlo. Aunque tenía razón cuando decía que parecía una robot. MinHo no era así normalmente, no, ni mucho menos. Pero con extraños tendía a guardar las formas. No podía comportarse confianzudamente con cualquiera. O tal vez si podía, pero sus padres no le habían educado así y hasta que estuviera fuera de zona de peligro no podía ser “normal”. ¿Qué ocurriría si él invitara a Jinki o a algún otro amigo mientras cuida a TaeMin y a este le ocurre algo mientras no está pendiente? Sus padres se enterarían y se sentirían decepcionado de su hijo. Esa faceta suya de buen hijo responsable le obligaba a ser un robot (según decía TaeMin).

–No puedo. –respondió simplemente.

TaeMin lo miro de pies a cabeza y bufó.

–¿Por qué eres tan correcto?

MinHo no sabía que responder, pero no hizo falta. De un salto TaeMin se puso en pie y repentinamente lo besó.

MinHo entró en crisis mental ante el repentino beso. No era que nunca haya besado a nadie, había tenido un par de novias, pero nunca jamás de los jamases un chico lo había besado. ¿Qué debía hacer? ¿Apartarlo? ¿Corresponder? Antes de tomar una decisión Taemin se aparto y rió.

–¿Era tu primer beso? –pregunto con una sonrisa en los labios.

–Por supuesto que no. –respondió MinHo ofendido.

TaeMin rio ruidosamente y se acerco a MinHo. Se acerco demasiado.

–¿Por qué eres tan correcto? –repitió la pregunta. –¿alguna vez has hecho algo malo? –acaricio el brazo de MinHo tentativamente.

–¿M-malo? –MinHo estaba nervioso, no sabía que responder o preguntar, ni siquiera sabía si debía apartar a TaeMin o esperar a descubrir que pretendía.

–Sí, malo. –más y más cerca. –hagamos algo malo, MinHo. –susurro la última frase sobre sus labios y lo besó.

El beso era diferente. Antes, cuando lo besó, parecía probar algo, como si esperara que MinHo lo apartara de un golpe. Pero este beso tenía confianza. TaeMin sabía lo que quería y estaba forzando a MinHo a ello.

TaeMin besaba y mordía y MinHo correspondía torpemente todavía preguntadose porque lo hacía. De repente, sintió la lengua de TaeMin y un escalofrió le recorrió la columna. TaeMin agarraba a MinHo por la nuca y se pegaba a él. MinHo estaba atontado. Eran demasiadas sensaciones, demasiado contacto y TaeMin se movía muy rápido.

TaeMin se dejo caer hacia atrás llevando a MinHo consigo. Se removió en el sofá y quedó encima de MinHo. El beso parecía no poder ser más intenso y húmedo, pero aun así, TaeMin conseguía incrementar esa sensación que se instalaba en el estomago de MinHo y se extendía por toda sus extremidades. Mordía ferozmente y MinHo empezaba a seguirle el ritmo. Soltó una risa aguda en medio del beso y se separo, dejando a MinHo agitado y con los labios hinchados.

–¿Por qué no me detienes? –preguntó sonriendo.

MinHo estaba aun demasiado aturdido por el beso como para saber a qué se refería. Entonces TaeMin se movió sobre él rozando un lugar muy intimo y perdió la noción de todo un momento para caer estrepitosamente sobre la realidad.

Taeminnie, el hijo de sus vecinos, a quien debía cuidar, lo besó. Y él no lo detuvo. Ahora, tumbado en el carísimo sofá de sus padres y con Taemin sentado sobre sus caderas, se sentía incapaz de detener la situación. Porque MinHo era serio y correcto, pero no tonto. Sabía que pretendía TaeMin, pero también sabía que no tenía la fuerza suficiente para pararlo, y tampoco quería. MinHo se pregunto qué pasaba con MinHo. Lo que hacía era raro, peligroso y definitivamente decepcionaría a sus padres, pero no quería parar. Quería ver hasta donde llegaba TaeMin, volver a besarlo.

TaeMin rió y lo saco de su ensimismamiento, y antes de que pudiera decir nada se volvió a mover. Tentativo, lujurioso y tan dulce.

Taemin se movió una, dos y tres veces más sin dejar de sonreír, contemplando como MinHo se removía ligeramente con cada contacto. Se acerco a MinHo y lo besó fugazmente mientras se volvía a mover. MinHo gimió.

–Vaya, el robot también puede sentir. –susurró TaeMin cerca de los labios de MinHo.

MinHo cerró los ojos y se agarró las caderas de TaeMin. Estaba dispuesto a ignorar todos los comentarios molestos de TaeMin. Obligó a TaeMin a moverse, pero este le dio un golpe en el brazo y lo obligo a que lo soltara.

–Espera, tú no puedes obligarme. –lo miró fijamente y MinHo le respondió con la misma intensidad. No le importaba salirse un poco de tanta formalidad y seriedad, tampoco le importaban los comentarios molestos de TaeMin, pero lo que si le importaba es que ese niño pensará que él iba a dirigir la situación, después de todo, él seguía estando al cuidado de MinHo. –¿Acaso sabes cómo? –preguntó burlonamente. Estaba claro que con eso dejaba a MinHo sin argumentos, pero tampoco se iba a someter a la voluntad de TaeMin.

Volvió a agarrar las caderas de TaeMin y él lo aparto de nuevo molesto. MinHo iba a agarrarlo una vez más cuando TaeMin dio un pequeño salto que lo desconcertó completamente para luego arrancarle un gemido grave de la garganta. TaeMin rió y repitió la acción un par de veces más. MinHo seguía gimiendo y TaeMin aprovecho para dar un fuerte tirón a la camisa de MinHo y abrirla arrancando los botones, MinHo iba a reprocharla, pero TaeMin se removió bruscamente sobre él y MinHo volvió a gemir.

–Que sensible eres. –se burló. MinHo iba a responder, pero se quedo mudo cuando sintió las manos de TaeMin deslizarse por su estomago hasta el botón de los pantalones y desabrocharlo. MinHo se sintió asustado de repente y se sentó de un salto haciendo que TaeMin se cayera al piso. –Auch, no seas tan bruto.

MinHo seguía asustado y se levanto de golpe cuando vio que TaeMin iba a subirse encima de nuevo. Pero fue una mala idea, había olvidado que sus pantalones estaban desabrochados. Los pantalones resbalaron por sus piernas y cayeron al piso. TaeMin estallo en carcajadas aun desde el piso. MinHo se sintió tan avergonzado que estaba a punto de irse corriendo sin pantalones, pero una mano de TaeMin lo agarró por la rodilla. Iba a hacer que lo soltara, pero TaeMin fue más rápido y se puso de pie interponiéndose en su camino. Sonrió ladinamente y atacó los labios de MinHo. Mientras lo besaba lo empujó, obligándolo a sentarse. MinHo no opuso resistencia y siguió besando a TaeMin mientras este se sentada en sus piernas, pero paró repentinamente cuando una mano de TaeMin se deslizo por su pecho hasta sus bóxers. Se puso de pie de nuevo y TaeMin volvió a caer al piso. TaeMin se quejo y MinHo le pido disculpas con la mirada, pero antes de que pudiera siquiera volver a pensar en huir, TaeMin se acerco a él y le bajo los bóxers de una tirón y le dio un golpe con la mano detrás de la rodilla para que se sentaran.

Se arrodillo delante de él y le envió una mirada recriminatoria mientras MinHo seguía sorprendido. Rápidamente, tomó la erección de MinHo entre sus manos y dio una lamida al a punta. MinHo gimió fuertemente y cerró los ojos. Dio otra lamida y una sensación electrizante recorrió a MinHo desde la cabeza a los pies. Antes de que pudiera reponerse y apartarlo (cosa que TaeMin dudaba que ahora hiciera) dio otra lamida y besó la punta. MinHo seguía gimiendo intentado reprimir algún que otro gemido, pero se le hizo imposible cuando TaeMin empezó a engullir su erección.

Entre el placer y el calor repentino que empezaba sentir, recordó que él seguía siendo MinHo y que no pensó que TaeMin llegaría tan lejos, porque nunca nadie había hecho eso con él. Ya no podía detenerlo, pero una voz en su cabeza le repetía que él era MinHo. La voz se iba volviendo más chillona y más lejana a la vez que TaeMin llevaba su erección más honda en su garganta, hasta que llego a un punto en que la voz desapareció y solo podía escuchar sus gemidos y el erótico sonido que hacia la boca de TaeMin en su tarea. Ya no era Choi MinHo, hijo de sus padres y orgullo de los mismos, ahora solo era MinHo, él que estaba recibiendo una mamada de TaeMin.

Instintivamente llevó sus manos a la cabeza de TaeMin y enredó sus dedos en el cabello del chico. Forzó a TaeMin a llevar su ritmo, pero a cambio recibió un ligero mordisco de advertencia y decidió que era mejor dejar que hiciera lo que él quisiera.

Estaba a punto de terminar, sentía que rozaba el éxtasis cuando TaeMin paró. Se separó y rio al ver la cara de frustración de MinHo. Se puso de pie ante la atenta mirada de MinHo curioso de ver que se disponía hacer –y que a la vez rogaba porque ahora no se echara atrás- y empezó a desvestirse lentamente sin dejar de sonreír. MinHo sentía que ese niño era la cosa más excitante que había visto nunca, y no es que el haya visto muchas cosas excitantes, pero seguramente lo era. Estaba a punto de lanzarse sobre TaeMin y arrancarle la ropa, pero prefirió disfrutar de cómo él se desvestía lentamente.

Completamente desnudo, TaeMin, tumbó a MinHo en el sofá y él se sentó encima. MinHo sabia como era el sexo con mujeres, pero en el caso de dos hombres estaba un poco perdido, aun así, tenía una ligera idea de cómo iba y eso le asqueaba a la vez que le calentaba.

TaeMin empezó a rozar peligrosamente sus glúteos con la erección de MinHo. Se movía cada vez más lento y de repente muy rápido. MinHo se sentía en el cielo, solo quería dejarse llevar y disfrutar, pero el cuello de TaeMin estaba tan cerca, tan blanco, y se veía tan exquisito que MinHo no pudo contenerse de darle un mordida. TaeMin gritó, y MinHo volvió morder, esta vez agarrándole por la nuca para acércale más y sentándose para estar más cómodo. TaeMin gemía mientras MinHo lamía y mordía su cuello. Por primera vez en la noche MinHo escuchaba los gemidos de TaeMin y le parecían que eran lo más ruidoso que había escuchado nunca. Gemía alto, agudo y a veces entrecortadamente. Era tan ruidoso, pero MinHo sentía que no quería dejar de escucharlos nunca. Esa melodía que salía de los labios de TaeMin era tan dulce y le hacía sentir emocionado, más que el silencio.

MinHo pensó que sus padres le habían estado privado de mucho todos estos años. Ellos eran tan ruidosos, pero querían que MinHo se mantuviera siempre en silencio. Decían que era el mejor sonido que se podía escuchar, pero mentían. Los gemidos cantarines de TaeMin eran lo más glorioso que se podría escuchar jamás.

El cuello de TaeMin ahora estaba infestado de manchas moradas. MinHo se detuvo a contemplar su obra y TaeMin estaba a punto de decir algo, probablemente una burla, pero todo lo que salió de sus labios fue un gemido agudo. MinHo había agarrado su erección y la acaricia con parsimonia. TaeMin cerró los ojos y suspiró entre gemidos mientras MinHo aumentaba el ritmo e intercalaba con ligeros apretones en la base. TaeMin sentía que las manos de MinHo eran las mejores que le habían tocado nunca. Quizás no fueran las mas expertas, pero eran tan suaves y ásperas a la vez que el tacto era fascinante.

MinHo disfrutaba solo con los gemidos de TaeMin, pero él quería más. Sin previo aviso, se levanto un poco y guio la erección de MinHo hasta su entrada. Se dejó caer de golpe soltando un grito que MinHo estaba seguro no era de placer, muy diferente al suyo, que fue un gemido gutural.

Estar dentro de TaeMin era lo mejor que podía haber después de sus gemidos. Se sentía tan estrecho y cálido. Sentía que había extrañado esa sensación a pesar de que era la primera vez que sentía algo así. Se moría de ganas de poder moverse, pero Taemin no estaba bien. Sintió un par de lagrimas caer sobre su hombro. Miró preocupado a TaeMin y este se refugió en el cuello de MinHo. No sollozaba, pero sí que dejaba un par de lágrimas que resbalan por el cuello de MinHo hasta caer en el sofá. MinHo no sabía qué hacer. Se quedó quieto abrazando suavemente a TaeMin que respiraba fuertemente.

TaeMin se irguió y se limpio los restos de lágrimas de las mejillas con el dorso de la mano. MinHo lo miro preocupado y él le respondió con una sonrisa. Se acerco y lo besó lentamente mientras empezaba a moverse. Movía sus caderas de arriba abajo, saliendo hasta la mitad y volviendo a entrar. Llevaron un ritmo lento, pero placentero, durante unos minutos, hasta que TaeMin cortó el beso y empezó a moverse más rápido.

MinHo agarró las caderas de TaeMin para ayudarle a moverse con más fuerza. Quería cerrar los ojos, pero la visión de TaeMin saltando sobre él, con el cabello pegado a la frente, el rostro contraído de placer y soltando esos gemidos era demasiado placentera.

Volvió a entrar en TaeMin de una estocada y él se removió. Entró varias veces desde ángulos distintos, hasta que en una embestida TaeMin gritó y en su cara de dibujo el placer absoluto. MinHo no sabía que había ocurrido, pero estaba seguro de que había dado en un punto en especial que hacía que TaeMin gritara de placer. Ayudó a TaeMin a moverse en la dirección correcta para dar en ese punto una y otra vez. Se sentía cada vez más cerca y TaeMin estaba igual. Solo hicieron falta un par de embestidas más y TaeMin se corrió entre sus vientres soltando un grito desafinado y MinHo lo hizo segundo después.

Se quedaron un momento sin moverse regulando sus respiraciones.

–Ha estado bien. –dijo TaeMin aun abrazado a MinHo.

MinHo no sabía que responder. En su vocabulario no había ninguna palabra que expresa lo genial que había sido porque decir bien se quedaba corto.

–Tus padres estarán muy decepcionado. –se burló TaeMin. MinHo sabía que así sería si lo supieran, pero estaba seguro que por conveniencia de ambos eso sería un secreto, así que no había nada que temer.

MinHo rio para sus adentros cuando se dio cuenta de que por una vez había hecho algo en contra de la voluntad de sus padres (porque acostarte con el hijo de los vecinos no es cuidarlo) y no le importaba, es más, le había encantado. No es que nunca hubiera hecho algún acto de rebeldía, pero beberse alguna cerveza con sus colegas, y casi emborracharse a espaldas de su padres no era tan malo si se compara con lo acababa de hacer. Por una vez MinHo se sintió un MinHo libre de hacer lo que quiera sin importarle lo que sus padres pensarán de él. Y, al parecer, TaeMin le acababa de robar esa inocencia de niño que aún conservaba. Era un adulto pero con un respeto infantil que casi rozaba la adoración a sus padres.

–¿Puedo ducharme? –preguntó TaeMin. MinHo le señaló donde estaba el baño de su habitación y antes de irse se giró y miró a MinHo con una mirada inocente (que parecía real a pesar de ser tan falsa):– ¿Por qué no vienes conmigo? –MinHo se sentía tentado a decir que sí, pero miró el reloj de pared que había en la habitación y se dio cuenta de lo tarde que era. TaeMin se dio cuenta también de la hora y rió escandalosamente antes de alejarse a la habitación y soltar un “será mejor que limpies esto un poco”.

MinHo maldijo al hijo de los vecinos por arruinar su tarde perfecta y ahora obligarle a trabajar a contrarreloj para dejarlo todo como estaba antes, pero también le perdono su falta de respeto hacia sus mayores por haberle dado cambio una tarde inolvidable y, quien sabe, una razón para que los vecinos le caigan bien.

 

Notas finales:

¿Alguien quiere un Taeminnie de vecino? Yo también ;)

Gracias por leer~~


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