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Dos clases de amor. por camui michiru

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Notas del fanfic:

Bien como ya dije este fic es dedicado a jhosee.

Ehm… me salió algo larguito y es que últimamente me cuesta hacer fics de menos de 6000 palabras D: pero bueno, espero la lectura no sea pesada.

Lo hice con mucho cariño nwn

Feliz año nuevo jhosee!! Y también para todo el que lea el fic, sean felices!! Y pásenla bien con su familia.

Que se diviertan.

Por cierto, espero haber acertado en algo ;-; lo que pasa es que se me dio mucho poder y quiza no supe como usarlo (?)



Notas del capitulo:

Es la primera vez que uso a the Gazette para un fic D: así que espero les agrade...

 

Reita.

 

Normalmente es difícil creer que es posible que en el mismo instante en que alguien esta metiéndose en problemas, tú estás haciendo algo parecido, y no solo en ese momento sino también en el mismo lugar… Estaba sentado en la sala de espera, aguardando el momento en que me tocara entrar a hablar con el director de la escuela. ¿Qué había hecho para estar ahí? Bueno pues…

—Anda, Akira, acompáñanos—decía uno de mis compañeros de clase.

—Lo siento, pero no puedo ir con ustedes.

—Vamos, solo será un rato, habrá bebida y chicas… ¡tías de lo mas buenas, lo prometo!

—Pero que insistente… que no puedo, si vuelvo a reprobar esta vez ten por seguro que mi papa me va a matar y soy demasiado joven para morir, no, definitivamente yo pasó. —Esperaba que eso bastara para que me dejara en paz, claro que tenía ganas de salir a divertirme y conocer algunas nuevas “amigas”, pero ya tendría verdadero tiempo para divertirme, si es que pasaba el periodo.

—¿No lo has escuchado ya? No quiere venir, déjalo en paz, seguramente si no viene es por ocultar sus extraños gustos. Quizá prefiere mas a un lindo macho que a una preciosa señorita—Escuché las risas a mi espaldas, ese que hablaba era un tipo que siempre estaba buscando pelea y yo no estaba de humor para aguantar sus estupideces.

—Y ¿Si así fuera qué? Ese no es tu maldito problema. Claro a menos que… detrás de esa homofobia que tanto muestras, este escondido un maricón de closet… ya sabes, normalmente los homosexuales reprimidos se esconden det…—no alcance a terminar mi oración cuando ya tenía a ese bestia encima de mí. Sí, en mi distracción me derribo, fui a dar de espaldas contra el suelo, y no, no bastándole con que me golpeara parte de la cabeza y espalda contra el suelo, me metió tremendo golpe en la cara, logrando que degustara el sabor de mi sangre en mi lengua, ignore el dolor por la herida en mi labio y me incorpore a modo de quedar sentado, levante los brazos y busque las manos ajenas con las propias para detener cualquier otro intento de golpearme.

—Maldito bastardo. —Puse toda mi fuerza en mis brazos y empuje al ese pedazo de idiota, logrando que esta vez fuera él quien se quedara tumbado en el suelo. Me levante a la par de él y estaba dispuesto a dejar las cosas por la paz, pero el contrario empezó a caminar hacia mí, adoptando una pose de pelea, entonces importándome un comino que estuviéramos en la escuela, me le fui encima como en un principio el había hecho conmigo, salvo que yo no tuve la intención de derribarlo, solo de empujarlo para obligarle a retroceder. Mi idea era estamparlo contra alguna pared, pero no podia ver lo que había detrás de ese tipejo, lo único en lo que me concentraba era en ese rostro tan patético, que mostraba cierta sorpresa al notar que le estaba haciendo retroceder.

Bien me sorprendí bastante con lo siguiente que paso, por que en verdad no creí que le estuviese empujando tan fuerte… El cuerpo de mi problemático compañero choco contra  el vidrio de la ventana del aula con tal fuerza que lo atravesamos, incluso no supe ni cómo fue que saltamos la barda que delimitaba la ventana, realmente fue impresionante. Cuando estuvimos fuera del aula sentía algunas heridas en mis brazos y algunas otras partes de mi cuerpo, pero pese a ello, me acerque a mi compañero que se retorcía sobre el pasillo lleno de vidrios y le regrese el golpe que se había atrevido a darme.

—Pendejo—dije luego del golpe y justo me iba a escabullir cuando vi a una de las maestras más molestas de la escuela, con una cara de espanto y a la vez con el rostro tan rojo por toda esa furia contenida.

Mi contrincante estaba en la enfermería, al parecer a él le había ido peor que a mí, nada demasiado grave, pero si tenía varias heridas por todo el cuerpo además del golpe que le había dado y que la verdad se merecía. “Suzuki Akira” Escuché que me llamaban, me levante lentamente de mi lugar, como si de una persona de la tercera edad se tratase, conforme el tiempo iba pasando, las heridas me dolían más, quizá después de mi regaño me retractaría por no haber querido la “ayuda” e iría completamente arrepentido a la enfermería. Entre a la oficina del director, me quede observando los pequeños títulos, algunos trofeos y demás hasta que escuché aquella voz, no ofreciéndome, sino ordenándome.

—Toma asiento. —Señalo con su mano la silla frente al escritorio.

Yo me fui a sentar sin dudarlo, me quede callado, si bien ya me había acostumbrado un poco a las visitas, el director, según sabia de nombre: Shiroyama Yuu, me seguía inspirando algo de miedo.

—Parece que te gusta venir a visitarme Suzuki, aunque buscarte problemas es el modo más equivocado para hacerlo. —Se inclinó hacía el frente y recargo sus antebrazos en el escritorio mientras me miraba de forma inquisitiva—. Esta vez no voy a perdonar una falta como la que has cometido hace unos momentos.

—¡Pero no ha sido culpa mía! Bueno no completamente mi culpa…—No me pude guardar esas palabras, era la pura verdad aquello no había sido mi culpa, ni siquiera merecía un regaño, según yo.

—Esto no es sobre culpas, pudiste haberte provocado lesiones de mayor importancia, tú y tu compañero. —Se le notaba el enfado en aquella fría mirada—. Y lo siento, pero si van a matarse lo van a hacer fuera de mi escuela, aquí no voy a permitir un comportamiento tan descuidado y salvaje. Desde hoy, ya no eres un alumno perteneciente a esta institución.

— ¡¿QUE?!—Me exalte—, no puede hacerme esto, no he sido yo quien comenzó el pleito… además—No termine de formular mi oración pues el director me interrumpió.

—No has sido tú quien lo comenzó, pero lo continuaste…—Me miró fijamente unos instantes antes de soltar un prolongado suspiro—. Sabes muy bien que no es la primera vez que armas un desastre así, ¿ya se te olvido lo del laboratorio de química?, ¿los papelitos subidos de tono con tus compañeras?, ¿la burla a uno de nuestros docentes?, ¡por dios santo! ¡La provocación en el comedor que dio inicio a la pelea de comida! Te he pasado muchísimas cosas, porque sé de tu situación, porque vi potencial en ti, pero sigues dejándote llevar por tu inmadurez, por tu impulsividad, ¡no piensas las cosas antes de hacerlas!—Hizo una pausa—. Lo siento, esta es mi última palabra, llamaré a tus padres para que vengan a recoger tus papeles, ahora ve a la enfermería a que te curen esas heridas. Retírate. —Una vez más ordeno, y sin poder negarme pues, obedecí.

Al salir del despacho del director, choque contra un chico con cara de pocos amigos y con sus ropas todas desarregladas, solté una queja porque de verdad que me sentía bastante “sensible”, el más bajo me miró, y dejo que su indiscreta vista se quedara sobre la banda que llevaba cubriendo mi nariz, como si fuera lo más raro que había visto. Seguí caminando como un anciano, con la intención de dirigirme a la enfermería, sin querer enterándome del nombre de aquel enano.

 

RUKI

 

“Takanori Matsumoto” me llamaron. Sin embargo continué en el lugar donde me había quedado, observando aquel chico con la banda en el rostro. << ¿Acaso será un deforme? ¿O simplemente estará intentando llamar la atención? >> me pegunté seriamente, como si fuera importante saberlo.

—Hey tú, que ya puedes pasar—dijo con cierto desespero la secretaria del director.

Entre a su oficina y sin que me invitara a tomar asiento, me senté en la silla al frente de su escritorio. El pelinegro no me dirigió la palabra, ni siquiera me miró, estaba muy entretenido escribiendo sabrá dios que cosa en unos papeles. Me puse a recorrer su oficina con la mirada, no era diferente a la de los demás directores de las diversas escuelas en las que había estado. No llevaba mucho en esa escuela, pero ya me había tardado en hacer alguna travesura, así que por fin conocía aquel lugar, ¿Cuál era el motivo de que estuviera ahí? Pues uno muy divertido…

—shh… ¡no hagas ruido! —susurré entre jadeos.

—Taka, eres tu el que hace ruido…—contesto sencillamente Shima, mientras en su rostro se formaba un sonrisa de costado.

—Mierda… es cierto…—Esta vez ya no pude susurrar, estaba gimiendo a todo lo que daba, si bien aquel no era el mejor sexo que había tenido, pues era memorable.

La puerta del salón estaba cerrada, pero si nos escuchaba algún prefecto o profesor bien podría pedir la llave y abrir el salón, algo que no era muy bueno, al menos no hasta que alcanzara el orgasmo. Sentía las manos de Shima aferrándose a mi cadera, me jalaba y empujaba como si su vida dependiera de ello y bueno así ¿quién no gemiría?, además mi amigo estaba de tan buen ver, que a veces solo me bastaba con un pequeño beso juguetón para sentirme excitado. Cuando una de sus manos empezó a masturbarme, me volví loco, presionaba mi miembro con fuerza, en especial cuando su mano envolvía mi glande, o cuando uno de sus dedos se restregaba contra mi meato, yo sentía que ese dedo trataba de introducirse por aquel pequeño orificio, como si al contrario no le bastara con penetrarme por otro.

—Maldita sea… Shima, ¡mas fuerte!—ordené entre un grito, no sabía cuánto tiempo llevábamos en ese salón provocándonos hasta que ya no habíamos logrado contenernos, tampoco sabía que tan lejos llegaban mis gemidos y la verdad no dudaba que hasta el otro edificio, por que cuando me lo proponía podía ser tremendamente escandaloso. Entonces cuando sentía que no faltaba mucho para que pudiera llegar al orgasmo, la puerta se abrió de golpe, y me permitió ver la figura de hombre con el rostro tremendamente colorado, nada más le faltaba el chorrito de sangre deslizándose desde su nariz.

El estúpido de Shima, se asusto tanto que me empujo sin delicadeza alguna hacía el frente, consiguiendo sacar su miembro de mi interior y dejando que me fuera de boca contra el escritorio sobre el que estábamos. Y ahí estaba yo con los pantalones abajo, la camisa abierta, aun medio excitado y con la cara contra el escritorio mientras mi supuesto amigo se arreglaba las ropas. << ¡Maldito Shima, cabrón! >>

La verdad no puse atención a lo que el profesor, que nos había encontrado, estaba diciendo. Solo entendí algunas palabras como, “acto”, “indecente”, “adolescente”, “precoz”, “castigo” y “director”. Como pude me puse de rodillas y me acomode el pantalón y la camisa, antes de que me bajaran a jalones del escritorio.

— ¡Oiga! ¡Puedo caminar yo solito!—fue lo último que dije antes de que me siguieran prácticamente arrastrando hasta la dirección, mientras que detrás de nosotros venia Kouyou, con una cara de pena que me parecía patético, después de que se la había estado pasando tan bien. ¡Si iba arrepentirse de ello, de menos hubiera continuado hasta terminar!

Y ahora estaba ahí, en esa habitación, cuando lo que quería era ir a buscar alguien que no terminara dejándome a medias.

—Vaya que te habías tardado en dar “señales de vida”—Finalmente me hablo el director, sin despegar la mirada de aquellos papeles.

—Si bueno, no podía darme a conocer sino era con algo… especial, ¿no cree?—comente, tratando de imitar la indiferencia del otro. << Aunque de especial no ha tenido nada >>, pensé algo enfadado.

—Estas consiente de la advertencia que le hice a tu padre ¿no?—preguntó, observándome por primera vez.

—Bueno  pues… algo así, pero no vale si no me la hizo directamente a mí. —Le guiñe el ojo. Bien estaba pasándome un poquillo, pero que mas daba, ese director debía ser como los demás, me soportaría muchas cosas antes de hartarse y mandarme al demonio, o al menos eso pensé. Se quedo en silencio, simplemente observándome como si estuviera sintiendo pena por mí, aquello me hizo sentirme aun mas enfadado.

—Pues lamento informarte que este ha sido tu debut y despedida. —Me quede sorprendido, mientras mi cerebro reflexionaba aquellas palabras. No, esto no podía ser, acaso, ¿planeaba echarme a la primer travesura?— Fui bastante claro con tu padre, le dije que no sería tolérate contigo, el hecho de que provengas de una familia acomodada no te hace especial, yo no voy a permitir que una manzana podrida me eche a perder a las demás.

— ¿Qué? Usted no puede echarme así como así. —No es que deseara quedarme en esa escuela y redimirme, sino que me sentía humillado, jamás un director me había hablado así, además la “fiesta” apenas comenzaba, y el ya quería acabar de tajo con la diversión.

—Puedo y estoy haciéndolo, no tengo intenciones de retenerte en un lugar donde se nota a leguas que no perteneces, ándate y ve a buscar un motel donde puedas satisfacer al cien por ciento tus necesidades, pero no vengas a ocupar aquí un lugar que otro bien puede aprovechar mejor que tu. Ahora, sal de mi oficina, ya me encargare yo de tu padre.

Me levante completamente enfadado, ¿quien se creía ese para hablarme así? Bien, me ahorre el berrinche porque lo veía aun más humillante, así que solo me levante y abandone aquel lugar, sin las mínimas ganas de querer volver a ver a ese maldito director…

 

REITA

 

¿Ese puede parecer el final de algo que nunca comenzó, no es así? Pues no pueden estar más equivocados. Mi padre decidió que no seguiría estudiando hasta que de verdad aprendiera el valor de tener la oportunidad de estudiar. << No volverás a la escuela, hasta el día que vengas a rogarme por regresar a ella >> fueron sus palabras. Me dejo bien claro que tendría que trabajar, ver lo duro que era hacerlo sin ser un profesionista, darme golpes contra los obstáculos de la vida, y que el día menos pensado, empezaría a extrañar la escuela. Sinceramente yo no le creí, pero ya llevaba 4 meses trabajando en una cafetería, era mesero y mi vida dependía de rolar turnos, a veces me tocaba en las mañanas, otras en las tardes y como era la clase de establecimiento que permanecía abierto las 24 horas, a veces cuando mi papa lo permitía, era víctima del turno nocturno.

El sueldo no era tan malo, pero tampoco tan bueno, además de que estaba obligado a dar gasto en la casa, ah~ tantas cosas habían cambiado. En fin, ahora no estoy seguro si todo lo que me paso en esos meses fue malo o fue bueno, uno con el tiempo aprende a ver las cosas desde diferentes puntos de vista, pero cuando lo estás viviendo, no puedes más que mirar lo que está frente a tus ojos, olvidando que hay algo más allá de ellos. Para aquel mes, ya me había olvidado del enano al que solo había visto para entonces una vez, así que, cuando el destino volvió a encontrarnos, no pude reconocerlo a simple vista.

— ¿Bien y que desean ordenar?—pregunté, sin poner especial atención en los dos chicos sentados en aquella mesa.

—Uhm yo solo quiero un café cargado y mi amigo un cappuccino y unas crepas de cajeta. —Me pareció que el que me había dirigido la palabra, se me había quedado viendo demasiado, como si buscara algo en mi rostro.

—Bien, traeré su orden en un momento. —Di media vuelta y fui hasta la barra para pasar la orden, unos 15 minutos después, quizá menos, la orden estaba lista para ser entregada, tome la charola y me acerque hasta aquella mesa de hacía algunos minutos y cuando tome el cappuccino para dejarle sobre la mesa, una mano en mi trasero me hizo soltarle de golpe, provocando que el liquido se derramara en toda la superficie de la mesa y cayera por los costados de esta—. ¡Mierda!—exclamé con el rostro colorado a más no poder, << ¿pero qué demonios? >> pensé.

— ¡Pero si eres tú! —Gritó el más bajo, mientras que le fulminaba con la mirada—. ¿Qué le has hecho a la banda sobre tu nariz?—Eso ultimo me sorprendió ya que yo no recordaba haberlo visto nunca en mi vida. Sin embargo a pesar de mi distracción, fui capaz de dejar la bandeja en la sucia mesa y llevar mi mano a retirar la ajena de mi trasero.

—Bien pues no sé de donde te conozco, pero vaya manera que tienes de saludar a las personas. Créeme que con un “Hola” es suficiente y de hecho te agradecería mucho que no te tomaras esas confiancitas para conmigo. —Mire al amigo de aquel atrevido cliente, y la verdad este no parecía muy sorprendido de las acciones de su compañero de mesa, es mas hasta parecía muy divertido, sin importarle mucho el tener que estarse cuidando de que el derramado cappuccino, no le alcanzara.

—pff… Tenias pinta de ser más divertido… incluso te veías mucho mas interésate con la bandita…—No sé si era mi imaginación o ese era un adolescente que quizá de ello solo tendría la edad, pues a mí me parecía más un infante que nada.

—Iré por algo para limpiar—dije ignorando su comentario, me fui a conseguir un trapo, pero para cuando regrese, los chicos ya no estaban en la mesa, aunque sobre la charola encontré el dinero exacto de lo de la orden.

Aquella noche me regañaron por no ser cuidadoso a la hora de repartir las ordenes, Yutaka era muy estricto respecto a dar un buen servicio a los clientes, trate de defenderme, pero él no era de la clase de personas que con excusas te ganabas. Si hubiera podido seguramente me habría dicho “Si el cliente te toquetea, te dejas, pero le llevas su orden completa” Creí que después de mi mal servicio y la aparente decepción del molesto enanito, ya no volvería a verlo por el lugar, pero me equivoque.

La noche siguiente, justo a la misma hora y en la misma mesa, me encontré preguntándole que iba a ordenar.

— ¿Hoy si me dirás donde está la interesante bandita?— << Que molesto >> Fue mi respuesta mental.

—No me dejan llevarla puesta durante las horas de trabajo, da mala imagen al negocio. ¿Contento? Ahora dime que vas a ordenar. —No sabía por qué le había explicado mis razones, pero bueno, lo hecho, hecho estaba.

—Una pregunta mas y te digo lo que voy a ordenar, prometo que dejare buena propina—Me guiño el ojo.

—Bien, pregunta…

—¿A qué hora termina tu turno?

—A las 7:30—dije mientras arrugaba el entrecejo ¿Y ese para que querría saber algo como eso?

—Bien tráeme una rebanada de pastel de chocolate, no del que tiene nueces, sino del de fresa, una orden de hot cakes acompañados con cajeta en lugar de miel, el cappuccino  que derramaste ayer, el café que me debes y una rebanada de flan de vainilla. —Tal vez estaba interpretando mal su sonrisa, pero para mí que tenía una pizca de malicia.

—En un momento regreso con la orden.

Después de nuestra conversación, no volvió a molestarme, note que su amigo del día anterior, llego unos minutos después de que le fuera a entregar su orden. A pesar de que atendía a las demás mesas, a veces echaba algunos vistazos a aquella mesa en la que platicaban alegremente esos dos chicos. Me sorprendí viendo la sonrisa de aquel chico, era muy hermosa y sí me ponía a observarle detalladamente, su rostro era una completa obra de arte, su cabello castaño bien cuidado y brilloso, era bastante llamativo además de que aun con su ropa puesta se podia apreciar su musculatura ligeramente marcada. Era bastante atractivo. Lleve mis manos a cubrir mi rostro ¿Qué demonios me estaba pasando?

— ¡Hey, Akira, deja de distraerte y ponte a trabajar!—escuché a Yutaka gritándome desde la barra.

— ¡Bien, bien, ya voy!

Las horas pasaron tranquilas, cerca de las 7:15 se retiraron los chicos de la mesa que, no sabía porque yo cuidaba tanto, y como había prometido el castaño, habían dejado una buena propina. 15 minutos más tarde estaba abandonando la cafetería por la puerta trasera, fue en ese lugar donde me encontré a quien menos esperaba.

—Vaya, bastante puntual.

—Se puede saber... ¿Qué estás haciendo aquí?

—Esperándote ¡duuh!

—Y ¿por qué? —Le mire con recelo.

—Porque me gustas.

Fue lo suficientemente directo como para dejarme sorprendido y usar eso en mi contra. Se acerco a mí con agilidad y antes de que pudiera hacer algo para evitarlo, los labios del contrario devoraban los míos, con una ansiedad, que parecía como si lo hubiese estado deseando desde hacía mucho tiempo. ¿Qué si me negué a corresponder? No, la verdad no, desde ese momento, me perdí en el mundo de esa persona, un beso basto para hacerme caer en la profundidad de las sombras, donde no era nada más que un ciego guiado por la mano que apretaba la propia.

Esa noche, fue la primera que estuvimos juntos, sí, no fue el día siguiente, ni el siguiente ni el día después de este, y lo que en ese momento pareció “genial”, ahora pienso que me habría gustado que fuese maravilloso. Esa noche no hubo un nombre que gritar, no hasta la mañana siguiente cuando nos presentamos formalmente. Seguramente, estas pensando que aquello solo fue una pasión de una sola noche ¿verdad? Pues nuevamente, te equivocas…

Takanori y yo comenzamos a salir, cuando me harte de verlo saliendo con otros hombres, le propuse que formalizáramos nuestra relación, le dije que no podía soportar el hecho de tener que compartirlo, así que podíamos volvernos “novios” o terminar definitivamente con lo que para mí, parecía solo una aventura. El se vio tan mortificado como yo, con la sola idea de que las noches  que pasábamos juntos terminaran, así que acepto mi proposición y dejo de acostarse con otras personas, claro que seguía siendo el mismo chico al que le gustaba salir a divertirse, normalmente yo lo acompañaba, pero cuando no podía, no me preocupaba pues confiaba enteramente en él.

En el tiempo que estuve saliendo con Takanori, un chico de cabellos oscuros entro a trabajar en la cafetería, su nombre era Manabu y con el tiempo nos convertimos en buenos amigos, normalmente si yo quería salir con Ruki; como solo sus más allegados le llamaban, y tenía que cubrir un turno, el se ofrecía para quedarse en mi lugar. Era un chico bastante amable, quizá demasiado.

 

RUKI

 

Mis intentos con la escuela terminaron luego de que me expulsaran de aquel instituto de cuarta. Después de ello pensé que jamás volvería a ver al chico de la bandita en el rostro, pero el destino se encargo de que nuestras vidas se entrelazaran, de una forma tan fuerte que en su momento yo creí que era incapaz de romperse el lazo con nos unía. El era como una novedad en mi mundo, mi dinero no le importaba, ni mi posición económica, me regañaba como si yo fuera un niño pequeño incluso no temía enfadarse conmigo o gritarme, cuando llegábamos a pelear el nunca doblaba las manos a diferencia de toda la  gente lambiscona a mi alrededor, por eso era único en mi mundo. Ah y como yo siempre necesitaba quien me marcara un alto, quien regresara mis pies al frio suelo, el era perfecto para ello y por eso le amaba, como jamás había amado a nadie.

Su nuevo amigo, un chico de cabellos azabaches que lo perseguía a todas horas durante el trabajo, casi siempre era la causa de nuestras peleas. Claro que como Akira se había convertido en algo tan importante para mí, sentía celos de todo lo que se le acercaba, me pertenecía y no tenía por qué andarle sonriendo a ese flacucho meserillo de quinta.

Cuando lo pienso ahora me veo tremendamente enamorado de ese muchacho, en aquel tiempo, y me pregunto ¿Cómo conseguí dejar de amarlo?, ¿no es esa la pregunta que todos se hacen cuando logran dejar atrás un amor tan grande? El noviazgo con él era perfecto, era la primera vez que yo tenía algo formal, nunca nadie había sido tan especial para mí como para dejar mi vida promiscua y problemática.

Con el probé de lo que era tener una cita, salir al cine, los detalles por los meses cumplidos, las cenas románticas e incluso, la forma que tenia de…hacer el amor, era especial. Ah en ese tiempo aquel término era muy difícil de si quiera pensar para mí. El fue mi primera vez en muchas cosas, pero luego descubrí, que no era la clase amor que yo quería, bueno, no en ese momento y aun ahora no es lo que deseo. Cuando teníamos un poco más de 7 meses de novios, pasó algo que no estaba en mis planes…

Bueno pues Shima celebraba el final de su castigo. Sí, después de todo continuábamos siendo amigos y yo… yo todavía era un poco problemático. Lo cual explica por qué Kouyou estaba castigado. Sus padres no estarían una semana en casa, así que tendría toda la casa para él, nos encargamos de organizar una gran fiesta, a la cual mi querido novio no podía ir por su estúpido trabajo. Deduje que tendría que pasarme toda la fiesta bailando con cualquiera y teniendo que usar toda mi fuerza de voluntad para no acostarme con medio mundo. Iba a ser una completa tortura ver a todos besuqueándose y toqueteándose y yo como en un tipo de abstinencia.

Y paso tal cual, al final yo andaba con un humor de perros, iba a irme de la fiesta temprano, y justo iba para la salida cuando me tope con Shima y un rubio al cual no conocía.

— ¡Ruki! Por fin te encuentro, ven. —Me hizo una seña con la mano para que me acercara y fui rápidamente hasta ellos.

El chico con el que estaba Shima era… bueno la palabra guapo se quedaba corta. Su mirada era demasiado dura, fría, bueno me faltaban palabras para describirla, sus ojos de un falso azul claro, se veían magníficos, pero lo más destacable de ese chico eran sus labios, No eran nada del otro mundo, su labio inferior era algo más grueso que el superior, pero no era el tamaño o el color lo que les hacía tan llamativos, era ese manera en la que paseaba su lengua sobre ellos, esa invitación silenciosa que te hacía, incitándote a probarlos.

—Bien, el es Ruki. —Kouyou me señalo—. El es Byou —señalo al rubio—. Y yo los dejo conociéndose, tengo que buscar a alguien, ya vuelvo.

Y sin más se fue, dejándome ahí con su amigo o lo que fuera. El otro me miraba como si me inspeccionara, en ese momento me sentí mas como una presa que como el depredador.

—Vaya pues, a mi no me pareces la gran cosa… a pesar de que muchos hablan de ti…—Cabrón, ¿acaso estaba burlándose de mi altura o solo era mi trauma?

—Bien pues, yo podría decirte lo mismo, pero como nadie habla de ti, como no hay quien te conozca pues…— Sonrei maliciosamente.

—Ya, pues eso es porque yo no voy por ahí acostándome con cualquiera. —Me sonrió de la misma manera en que yo lo había hecho.

—O… quizá, es porque no eres alguien que valga la pena recordar…—Me cruce de brazos.

Como repuesta solo obtuve su risa, maldición, ¡hasta su risa era magnifica y seductora! Se acerco a mí lentamente y me rodeo, sentí aquella respiración sobre la piel de mi cuello y percibí como mi piel se erizaba ante aquel “contacto”. El muy atrevido dejo varios besos en mi cuello que me prendieron en serio, disimule como pude el temblor de mi cuerpo y antes de seguir casi derritiéndome escuche esas palabras susurradas contra mi oído.

—No soy una persona de muchas palabras, prefiero los actos… ¿por qué no nos demostramos quien es el que no vale la pena recordar? —Detecte la malicia en su voz, algo que solo me excito aun mas, en ese momento no pensé en Akira, simplemente me voltee y me aferre al cuello del rubio, lleve mis labios a los suyos y le bese con intensidad, con una pasión hasta el momento desconocida en mi, ¿Por qué? Pues porque tenía una necesidad tan enorme de tener esos labios, de devorarlos, de besarlos hasta hacerles sangrar, una clase de necesidad que jamás había sentido con Akira. Sí, claro que lo amaba, me gustaba, pero una verdadera desesperación por tenerle jamás había sentido, todo era atracción y nada más que eso.

Subimos las escaleras torpemente, manteniendo nuestros labios unidos aún cuando empezamos a caminar por el primer piso de la casa, buscando alguna de las habitaciones de invitados, que estuviera sin ocupar. Cuando finalmente conseguimos una, irrumpimos en ella y el rubio se encargo de cerrar la puerta con un fuerte azote, ni se preocupo por poner el seguro. Me separo de su cuerpo bruscamente, algo que me sorprendió y me aventó contra la cama, de una manera tan salvaje que… me gusto.

Dentro de la habitación la ropa no nos duro más que un par de minutos, cuando con ayuda de la luz de la calle que se filtraba por la ventana, pude ver el torso desnudo del contrario, tan hermoso, tan exquisito, olvide por completo que tenía novio y me hundí en la pálida piel del rubio, bese, mordí, lamí cada porción de la piel de su pecho, no deje que mis manos se quedaran quietas, acaricie todo lugar que no recibía atención de mis labios, momentáneamente Byou se quedo quieto, me dejo jugar con su cuerpo, marcarlo si es que se me antojaba, su trasero estaba sobre mis muslos y sus rodillas a los costados de mis caderas. Sus dedos se metían entre mis cabellos, acariciaban mi espalda y jugueteaban en la piel de mi nuca mientras mis labios se entretenían con los obscuros pezones en su pecho.

Llegado el momento sentí el brusco jalón de mi cabeza, separando mis labios de aquellos erectos botones en su pecho. Me miro unos instantes, con su mano libre acaricio mi mejilla, con una ternura increíble y de un momento a otro, volvió a pasar a la bestialidad. Me empujo dejándome recostado en la cama, ahora era su turno de jugar conmigo, sus labios fueron a atacar mi cuello, a llenarlo de mordida tras mordida, sentía las succiones sobre mi piel y como sus labios se iban deslizando por mi cuello hasta mi pecho. Fue incluso mucho mas sádico que yo, esos dientes se clavaron fuertemente en uno de mis pezones y tiraron fuertemente de el, hasta que finalmente este resbalo de entre aquellos dientes, sentí que el mismo procedimiento se repetía con mi otro pezón y luego de un poco mas de deliciosa tortura, aquellos labios continuaron su recorrido; en ese momento no pensé en las marcas que tan brusco trato me dejaría.

En segundos aquellos labios se apoderaron de mi miembro de manera tan sorpresiva que un sonoro gemido se escapo de mis labios, bien tenía que controlarme un poco mas pues era bastante vergonzoso comenzar a gemir como loco al poco tiempo de haber empezado “inspeccionarnos”. La idea de controlarme se fue al diablo cuando sentí las succiones sobre mi glande, realmente parecía como si quisiese apresurar de ese modo la salida de mi semilla y beberle completamente, me retorcía en la cama cual lombriz y en ese momento eso era, nada más que una lombriz del agua mas puerca que podía existir, serle infiel a quien te entrega su corazón del modo en el que Akira lo había hecho, era como ser la peor mierda del mundo, pero ¿Quieres saber cuánto me importo eso?.

Seguí disfrutando sin remordimiento alguno de esa experta boca, esos labios apretaban mi miembro, mientras yo no paraba de mover las caderas de adelante hacia atrás buscando llegar hasta el fondo de aquella deliciosa garganta, lleve mis manos a apretar las sabanas entre estas, tiraba de ellas tratando desahogar con ello todo el placer que sentía. De un momento a otro mi miembro abandono aquella húmeda cavidad y tras ello las caderas de Byou se acomodaron entre mis piernas, tuve a la vista esos fríos ojos y tan seductores labios, esta vez no era yo quien manejaba, era el manejado, el manipulado para el placer ajeno, no era nada y Byou lo era todo. Lleve mis manos a rodear el cuello ajeno y le jale con brusquedad, busque sus labios con la misma desesperación de hacía un rato, en respuesta a ello percibí como la erección ajena se restregaba contra la propia, dándome un motivo más para gemir aun entre los besos que le arrebataba al rubio. Ya no podía mas, le quería, le necesitaba; abrí las piernas ofreciéndome cual pelandusca y ordené.

—Entra. —Quise ser tan dominante como de costumbre, pero él no era cualquiera. Lo siguiente que recibí, no fue lo que había pedido. El dorso de la mano ajena, golpeo mi mejilla con tal fuerza que la sentí arder, me queje, deguste la sangre en mi lengua, me había hecho una herida con los dientes en la parte interior de la mejilla. Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras sentía que mi miembro iba a explotar en cualquier momento.

— ¿Quién eres tú para ordenarme? Te diré quien, nadie. Ahora pídemelo como se debe—dijo sin detener esos frotes entre su miembro y el mío. Solté las lágrimas que había luchado por retener. Ah aquello no podía ser mejor.

—Por favor…Byou… Te lo suplico…—Estaba completamente deshecho en esa cama, a merced del otro, observe esa mirada, esos labios que sonrieron con la burla pintada en ellos, sin previo aviso sentí el entrar del miembro ajeno en mi interior, grité, me revolqué, arquee mi espalda y busque volver a poner mis manos en algún lugar del cuerpo ajeno, donde pudiera clavar mis uñas con fuerza. Las paredes de mi entrada se contraían con fuerza, casi asfixiando el falo del rubio, escuche apenas el “relájate” que me susurro.

Pero daba igual que me relajara o no, entre los planes de Byou no estaba esperar a que me acostumbrara a aquella invasión. Empezó a mover las caderas, las embestidas habían comenzado, y los gemidos iban en aumento, yo ya no podía contener ningún sonido, incluso si no tenía mi boca ocupada en los labios del rubio, la mantenía abierta, soltando queja tras queja, en algún momento un hilo de mi saliva se escurrió por parte de mi mejilla, incluso la sencilla tarea de tragar saliva se me había olvidado con solo sentir como el contrario se movía dentro de mí.

Las mordidas y demás ataques de aquella sádica boca continuaron, el placer empezó a llegar en gran parte del dolor de esos “ataques”, con tan solo eso me hizo esclavo de de su sadismo, en algún punto aquella posición ya no le pareció del todo satisfactoria, saco su miembro de mi entrada y se encargo de dejarme de boca contra la cama. Tiro de mis caderas, obligándome a levantar el trasero, de modo que mis rodillas quedaran flexionadas y yo apoyado en ellas. Nuevamente el repentino entrar de su falo en mi interior me llevo a gritar, y las siguientes embestidas, aun mas bestiales que las anteriores, bueno… pues me mantuvieron gritando. Sentí ese cuerpo inclinándose sobre el mío, su pecho pegándose a mi espalda y esa respiración en mi oído, si continuaba así iba a deshacerme por completo, sus dientes comenzaron a jugar con mi oreja y lóbulo, no estaba a gusto con haberme hecho rendirme ante él, parecía querer todo de mi.

—Takanori…—Incluso mi nombre era mucho más especial susurrado desde esos labios—. Eres más fácil de someter de lo que dicen. —y ahí estaba él, desbaratándome con sus palabras, con sus acciones, con esas manos que tiraban con fuerza de mi cadera, con esos dientes que me lastimaban, con esa mano que me masturbaba sin cesar buscando provocarme el orgasmo. Y ahí estaba yo, tirando a la basura el amor que se suponía sentía por Akira y poniendo en un pedestal el que estaba naciendo por ese ser tan cruel.

No diré que todo acabo ahí, que solo pasamos una noche entera en esa habitación y que solo nos vimos aquella vez, que solamente me entregue a esa persona una noche; porque eso no fue lo que pasó. A la mañana siguiente no desperté con él, pero si con su número de teléfono anotado en un papel, dejado sobre el buro a lado de la cama y con la palabra, llámame, añadida debajo del número.

No vi a Akira en semana y media, no podía con todas esas marcas en mi cuerpo contando mi infidelidad.

 

REITA

 

Ya llevaba semana y días desde que no veía a Taka, según me había dicho tendría que salir de viaje con su papa por asuntos de la familia. No me quedo de otra más que aceptar que no lo vería durante unos días, sin embargo aunque lo acepté, no dejaba de extrañarlo. << Quizá debí acompañarle a esa fiesta >> pensé, habría podido disfrutar un poco más de él antes de que se fuera sin despedirse.

Esta semana estaba siendo difícil, no solo porque Ruki no estaba, sino por que algo estaba molestándome y era ese incidente hacía algunos días…

—H-hola, siento el retraso, después de que fui yo quien te citó aquí.

— ¡Hola, Manabu!—salude efusivamente—. No hay cuidado, no has tardado tanto.

El pelinegro me sonrió, se sentó enfrente de mí, parecía muy nervioso, jugueteaba con sus dedos sobre la mesa y evitaba a toda costa mirarme, ¿acaso le había hecho algo? Tome la taza del café que había pedido y le lleve hasta mis labios para darle un par de sorbos.

—Ordené un café mientras llegabas, ¿quieres que pida algo para ti?—pregunté, buscando romper ese incomodo silencio del que pocas veces había sido víctima en su compañía.

—No…—Reacciono de inmediato—. Solo… uhm, seré breve e iré directo al grano.

—Está bien

—Soy muy afortunado al poder ser tu amigo, de verdad lo soy y uhm… me gustaría seguir siéndolo… pero… uhm… aunque no puedas aceptar mis sentimientos, al menos me gustaría que los conocieras…

—¿Sentimientos?—empezaba a sentirme asustado.

—Yo… estoy enamorado de ti…—ahora sus mejillas estaban pintadas de un rosado intenso—. Y no espero que… bueno ya sabes… correspondas mis sentimientos… solo… uhm…

—Yo solo puedo… ofrecerte mi amistad—dije entre un susurro, en realidad no sabía que decir, cuando rechazas a alguien, lo hagas de buena manera o no, siempre le lastimaras y yo quería que Manabu estuviera bien, que no saliera herido de eso, pero aquello era un deseo imposible.

—No, yo no pido otra cosa que no sea eso… solo, no sé porque lo dije, tenía que decirlo, pero tu amistad está bien…—Estaba nervioso, quizá arrepentido de haberme confesado sus sentimientos, pero lo que más me enternecía era su preocupación, quería que conociera lo que sentía por mí, pero no quería perder mi amistad.

Aun me preocupaba Manabu, pensaba mucho en lo que sentía cada que me veía o hablaba conmigo, ¿debía ser doloroso no?, y pues yo lo quería mucho, no tenía intenciones de lastimarle todos los días con mi presencia, pero alejarme de él no era muy ¿extremo?, me habría gustado pedirle que no me amara, que no pensara en mí, pero no tuve el valor de pedirle algo tan cobarde, tan doloroso y estúpido, porque sus sentimientos no dejarían de existir solo porque yo se lo pidiera. Eso sí, no iba a romper nuestra amistad, porque él deseaba seguir siendo mi amigo y yo se lo había prometido.

Ese día tuve un encuentro que en aquel momento me pareció sin importancia, pero solo ahora que he madurado, después de lastimar y ser lastimado, es que veo cuán importante fue.

Como de costumbre estaba llevando órdenes de aquí para allá, no era un día muy atareado, de hecho estaba bastante tranquilo, cerca de las cinco de la tarde, un pelinegro de labios carnosos entro en la cafetería, me toco atenderle. Con el primer vistazo que le di, basto para reconocerlo.

—Akira. —Dijo dedicándome una amplia sonrisa— vaya, había escuchado rumores de que trabajabas en un café, pero no tenía idea donde, y mira donde nos hemos venido a encontrar.

—Shiroyama-san—Hice una reverencia—. ¿Rumores? No creo que haya gente hablando sobre mí.

—La hay, aunque tú no lo creas.

—Bien y ¿qué dicen los rumores de mi?

—Dicen que… has caído en las redes de Takanori Matsumoto… ¿es así?

—Con todo el respeto que se merece, no pienso que deba darle explicaciones sobre mi vida privada, pero sí, efectivamente estoy saliendo con él.

—Te diré algo…pero antes… trae una rebanada de flan de vainilla, para llevar, anda.

—Ya vuelvo con su pedido. —Fui por lo que habia ordenado y regrese con su pedido en una pequeña bolsa, con el logo del café. Tomó la bolsa, me entregó el dinero y dejó algo de propina, pero eso no fue todo lo que dejó.

Aquel día me obsequio algo mucho más valioso que el dinero, me dejó unas palabras que sí hubiese sabido escuchar, quizá me habrían advertido a tiempo de lo que estaba a punto de pasar.

—Ustedes dos…—Puso su mano libre en mi hombro y le presiono suavemente—. Son dos inmaduros enamorados… Pero eres tu quien se está convirtiendo en un hombre…—Me  sonrió, dio media vuelta y salió del establecimiento, dejándome ahí parado como un idiota, sin saber que había querido decir exactamente.

 

<< Tan solo unos meses después lo supe. >>

 

Finalmente habia llegado diciembre, de nuevo pasábamos una navidad juntos, aunque esta no había sido como la anterior, Taka no paso toda la noche conmigo, apenas tuvimos nuestro “festejo” y dijo que debía ir a una pequeña fiesta con su familia, era inevitable. Yo estaría solo hasta después de año nuevo, mis padres se habían ido a visitar a una tía y pues no había tenido ganas de acompañarles, no tenía ganas por que quería estar con Ruki. En todo ese tiempo que llevábamos juntos, me había enamorado más de él, cada día le necesitaba más y mi trabajo se convertía en un estorbo para poder verlo, además de que el también había estado muy ocupado con las cosas referentes a su familia.

El día 31 Salí de la cafetería y me fui prácticamente corriendo hasta mi casa, debía preparar una rica cena para ambos, sorprenderle con algo, pensé que anillos de promesa serían un bonito detalle, algo que nos identificara a cada uno como “propiedad” del otro, y más que como propiedad, yo me sentía su mitad y creía que él era la mía.

<< Vaya mitad que tenía… >>

Takanori no llego hasta después de las 11, casi las doce, tenia aliento alcohólico, no parecía estar tan tomado como para no poder estar en pie, sin embargo el olor del alcohol era bastante fuerte.

—Quieres decirme… ¿por qué vienes en este estado?—pregunté algo enfadado.

—Necesitaba un poco de valor…—fue su contestación, me sonrió, de forma tan cálida que pensé que ese no era Ruki. Observo todas las cosas en la mesa, el champagne estaba abierto, dentro de un pequeño cubo con hielo, tomo la botella de champagne y se sirvió una copa, a la cual solo dio 2 o 3 sorbos antes de dejar la copa sobre la mesa.

—Creo que ya has bebido demasiado por hoy…

—¿Qué es esto?—Me ignoro. Observe lo que señalaba y me petrifique, como se me había podido olvidar la pequeña caja con los dos añillos.

—Es… uhm…—Apenas estaba explicándome, cuando el ya había abierto la cajita. Me sentí morir cuando escuche esa risa, estaba riéndose de lo que había ahí dentro, me enfurecí, ¿Qué demonios le pasaba?

—Hace algunos meses conocí a alguien, me gusto tanto que lo convertí en mi amante…— Sus palabras me hicieron sentir como si me hubiesen tirado encima un balde de agua fría, ¿Qué estaba diciendo?, ¿que el muy hijo de puta me había estado siendo infiel?, no, en ese momento no quise creer sus palabras, no quise seguir escuchando, no tuve ni idea de cómo reaccionar, que hacer, que decir. Y cuando menos me di cuenta, mis lágrimas ya estaban dibujando húmedos caminos sobre mis mejillas.

—Me enamoré, como nunca creí enamorarme de alguien, escogí este día para confesártelo, porque hoy es el día indicado para dejar atrás el pasado, lo que ya no necesito y comenzar el año a lado de quien amo…—Tomo uno de los anillos en la pequeña caja, lo observo durante unos instantes, antes de dejarle caer en la champagne. Dejo la caja sobre la mesa y camino hasta donde yo estaba, sin poder moverme, solo escuchando como el amor se rompía y la tristeza junto con el dolor… nacían—. Ya no te necesito… y ya no te amo…—Me dijo con una tranquilidad tan terrorífica, tan desgarradora— Feliz año nuevo.

Mientras él se iba dejándome ahí vuelto pedazos, destrozado, sin ganas de festejar, sintiéndome tremendamente solo y desdichado, los festejos se escuchaban afuera, los cohetes tronaban en el cielo, la felicidad de los demás me golpeaba con tremenda fuerza, repitiéndome una y otra vez que acababa de ser abandonado, que me habían visto la cara desde hacía algún tiempo, que mi maldito y cínico novio incluso me había sonreído antes de romperme el corazón. ¿Qué hice yo? ¿Quieres saber cómo fue que actué? Pues bien…

Busque mi celular desesperadamente y cuando finalmente lo encontré, le llamé.

— ¿Bueno? —preguntó una voz animada.

— ¿Manabu? —dije estúpidamente, por supuesto que era él, por algo le había marcado a su celular.

—Akira, ¿que pasa? ¿Necesitas algo?

—¿Puedes venir a mi casa? Necesito verte…

Al otro lado de la bocina, un ingenuo se sonrojaba y sonreía estúpidamente, dejaría su feliz año nuevo y lo cambiaría por ser el triste consuelo después del año viejo.

 

 

Existen dos clases de amor:

El inmaduro que dice: “Te amo, porque te necesito”

Y El maduro que dice: “Te necesito porque te amo”

Notas finales:

Bien, si se me fueron muchas faltas de ortografia, me disculpo u.u

El fic esta escrito en la madrugada, bueno es de todo el dia mas la madrugada xD, parece ser q las ideas fluyen mas cuando estoy al borde del colpaso (?)

nah mentira, pero si me inspiro mas cuando tengo sueño xD

Bien espero les haya gustado, y no se hayan desepcionado con el lemon xD

 

bye bye <3


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