¿Qué me dices?
Se habían reunido para esperar la llegada del nuevo año.
-Ha sido un buen año, ¿no lo crees? –Comenzó el de mayor estatura mientras abría los ventanales del pequeño patio de su apartamento.
Habían decidido ver los fuegos artificiales desde el apartamento del más joven, puesto que era el lugar más cercano al centro de la ciudad. La idea de ir a hacer tumulto con el resto de las personas de la ciudad le provocaba escalofríos al par de estudiantes. Y compartir ese momento, juntos, no le desagradaba para nada al de más edad, de hecho su rostro se había iluminado cuando el menor le ofreció ir a su departamento para la cuenta regresiva hacia el 2013.
-Ha sido bueno, especialmente por tener a un aprendiz como tú. –Le sonrió de manera boba mientras el chico cargaba un par de velas hacia el exterior. El de cabello oscuro se detuvo abruptamente y le miró algo sorprendido, la mueca le pareció inusual y le confundió -¿Sucede algo? –Dejó caer la cabeza un poco hacia el lado derecho en un gesto de incomprensión, cual perro lo haría.
Se le quedó mirando y dejó escapar una pequeña risa entre dientes mientras sacudía levemente la cabeza, -No, no es nada. –Intentó que pareciera algo insignificante su reacción de hacía unos segundos, pero en el de cabello claro quedó un poco curioso del porqué de su gesto.
Le siguió con la mirada, esperando que le diera la verdadera respuesta… porque sabía que tenía una y no se la quería decir. -¿Y qué me dices de ti? –El más alto apagó las luces de la habitación y le hizo señas para que le acompañara afuera. -¿Qué hay de tu año? –Volvió a preguntar mientras tomaba asiento en la banca.
La respuesta del menor no llegó. Y por instantes ambos olvidaron que había una pregunta por resolver.
Con vela en mano y siguiendo el reloj que Min Ho había colocado con cuidado sobre la barandilla empezaron a recitar los diez segundos faltantes para que dieran las doce y se diera inicio a otro año.
-Dos… -Dijeron al unísono, Onew mantenía clavada la mirada en el reloj ignorando las acciones de su acompañante, –Uno… -tanto que no advirtió las manos que tomaban su rostro y le obligaban a quitar la vista del pequeño aparato.
Por el rabillo del ojo pudo ver cómo el firmamento se llenaba de brillantes colores mientras el silencioso ambiente retumbaba con el sonido de los petardos y los cohetes, pero eso dejó de importarle cuando movió los ojos hacia el frente encontrándose con el rostro ajeno a escasos milímetros del suyo. Pronto sintió una presión sobre sus labios, un roce casto. Abrió los ojos de par en par intentando procesar lo sucedido una vez el rostro del menor comenzaba a alejarse y sus labios volvían a sentir el frío aire.
-Quiero empezar una historia contigo, ¿qué me dices? –El rostro que el menor ofrecía dejó al mayor indefenso, con un claro sentimiento de esperanza.
Bajó la cabeza en un gesto avergonzado no por otorgarle una respuesta negativa sino porque quería ocultar el sonrojo que empezaba a rondar sus pómulos. Sostuvo la mano derecha ajena con la suya izquierda y entrelazó sus dedos. No podía darle una respuesta concreta por miedo a que las palabras no salieran ante la emoción que en esos momentos le volcaba el corazón. Después de todo era un poco vergonzoso que él siendo el de más edad pudiera comportarse como una chica de colegio al ser mirada por su ídolo escolar.
-¿Onew? –Se acercó al de menor estatura buscando su mirada.
¡Haz algo, haz algo! Pensó para sí mismo. En un acto desesperado por no poder encontrar su voz alzó el rostro y besó al más joven.
La acción lo tomó desprevenido y no pudo evitar sonreír en el ósculo, riéndose al saber que el de cabello claro estaba nervioso. Se separó sin avisar y recargó su frente con la del mayor. –Tomaré eso como un sí.