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CielxSebastian: Esto no es una situación normal por Kara no sora

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Notas del fanfic:

La historia esta compuesta por tres one short.
Contiene Lemon, a partir del segundo capitulo.

Notas del capitulo:

Cambiare un poco la actitud de Ciel y Sebastian, pero es parte de la historia.

─¡Sebastian...!! ¡Noooo! No lo hagas... alejaté... vete... ¡Sebastian es una orden! ¡Alejate!... ¡Duele Sebastian!... por favor, detente... ¡Ayudaaa!... ¡Basta! ¡Alejate!


La oscuridad cubría el cielo lleno de estrellas, la mansión Phantomhive estaba cubierta de oscuridad, los pasillos desérticos, ni siquiera un indefenso ratón paseaba por las silenciosas habitaciones de la elegante construcción, que se encontraba totalmente sumergida en la tranquilidad de la noche... o al menos lo había estado hasta que unos desgarradores gritos rompieron el silencio... la voz provenía de la habitación principal de la gran casa... la habitación del joven conde...
─¿Qués es lo que esta pasando? ─Pregunto Bard, cuando se encontró, en uno de los pasillos con los otros dos sirvientes de la mansión, que de igual forma, parecían dirigirse a la habitación de su amo.
─No lo se, escuche al joven amo pedir ayuda ─Respondió Finnian, mientras los tres caminaban de manera apresurada por el pasillo que los llevaría a la habitación de su joven amo.
─Tenemos que darnos prisa, bocchan esta en problemas... ─Dijo Maylene mientras se colocaba los lentes sobre la cabeza, para descubrir sus ojos.
Ninguno de los tres dijo nada más mientras se dirigían a gran velocidad a la la habitación de Ciel, ninguno de los sirvientes mencionó nada, pero los tres lo habían escuchado, el joven amo parecía estar siendo agredido por... el Mayordomo de la familia Phantomhive... Sebastian Michaelis.
En el momento en el que los tres se encontraban frente a la puerta de la habitación, de la cual provenía la voz de Ciel, Maylene intentó abrirla, sin embargo, esta se encontraba cerrada con llave.
Los tres sirvientes de la casa intercambiaron miradas preocupas.
─Yo la abriré ─Dijo Finnian de inmediato, mostrándose dispuesto a tirar la puerta de un golpe.
─No es necesario eso.. ─Fue interrumpido por una voz a su espalda, mientras su mano era detenida por una mano cubierta con un guante blanco.
─Se-Sebastian ─Dijeron los tres al mismo tiempo, mientras observaban como el mayordomo (quien traía un candelabro en la mano, con tres velas encendidas), mantenía los ojos clavados en la puerta, como si fuera capaz de ver lo que ocurría del otro lado de esta, donde aun se podían escuchar los gritos de suplica del joven amo...
─D-duele... du-duele... po-por f-favor Sebastian...
Sin detenerse siquiera a dirigir una mirada o una palabra más a los atónitos criados de la mansión, el mayordomo se adentro de inmediato en la habitación del joven Conde, cerrando la puerta tras de si, sin permitir que los demás siquiera lograran ver lo que ocurría dentro de esta.
Al ver esta acción, preocupados por lo que decía el joven amo, mientras estaba en esa habitación cerrada con llave, de inmediato se dispusieron a entrar tras él, sin embargo, fueron detenidos por un hombre mayor, que vestía de traje y utilizaba un monóculo en su ojo derecho, este se encontraba de pie frente a la puerta con su mano extendida para negarles el paso.
─Tanaka-san ─Hablaron sorprendidos los jóvenes sirvientes.
─Es mejor dejar que Sebastian-san se encargue de esto ─Afirmó mientras los obligaba a caminar, para alejarlos de la recamara de Ciel.
─P-pero... ─Finnian intento hablar, mientras hacia intentos de volver, pero era detenido por Tanaka.
─¿De verdad ustedes dudan de Sebastian-san? ─Cuestionó simplemente el hombre. La respuesta fue mas que obvia, cuando los tres dejaron de poner resistencia y se alejaron, no sin antes lanzar miradas preocupadas a la puerta que aun permanecía cerrada... quedando todo en completo silencio...

En el mismo instante en el que entro en la habitación de su joven amo, cerró la puerta tras de si, sabia que a su amo no le gustaría que el resto de los sirvientes de la casa lo vieran en ese estado... aun que aun no sabia exactamente, ¿qué le estaba ocurriendo a su amo?
Lo cierto era que mientras estaba en su habitación ocupándose de organizar las actividades del día siguiente, cuando a sus sensibles oídos llego la voz de su amo, lo llamaba, era verdad, pero no de la manera habitual.
En el momento en el que la puerta estuvo cerrada, dirigió la mirada a la cama donde se encontraba Ciel debajo de las sabanas, totalmente cubierto, ocultando su rostro entre las almohadas de la cama y las sabanas que lo cubrían. Se acercó a la cama de inmediato, y tras dejar el candelabro en la mesita de noche, colocó una de sus enguantadas manos en el hombro de Ciel; él tenia razón, el amo tenia pesadillas...
Las lágrimas surcaban el rostro del joven conde, mezclándose con el sudor que inundaba su frente, algunas se perdían en las almohadas, otras terminaban en el cabello del chico, mientras unas mas iban a parar a sus delgados labios, debido a los bruscos movimientos que este hacia, provocados por las pesadillas.
─Bocchan... despierte ─Le susurro muy cerca de su oído, mientras colocaba su mano izquierda sobre la mejilla del chico, y con su dedo pulgar limpiaba sus lágrimas.
─Nooo... du-duele... ─ Seguía diciendo Ciel entre sueños, mientras apartaba la mano de Sebastian de un fuerte manotazo.
─Bocchan, solo esta soñando ─La voz de Sebastian era dulce, pero también firme, en un intento de despertar a su señor─... despierte...
─Se-basti-an... ─La voz de Ciel era entrecortada y su respiración estaba muy agitada, pero al menos ya había despertado.
Sus ojos estaban rojos e hinchados, y su rostro aun tenía lágrimas que bajaban por sus pálidas mejillas hasta perderse en la comisura de sus labios; Sebastian no fue capaz de evitar una expresión de sorpresa debido a esa imagen de su amo e incluso no pudo ocultar un mirada tierna hacia su bocchan, al verlo en ese estado; se veía realmente tierno, como un niño pequeño... si, por que aun era un niño, aunque él fingiera no serlo.
─Bocchan... ¿se encuen...? ─No fue capaz de concluir la pregunta, pues en el momento en que Ciel lo vio acercarse, se hizo para atrás en la cama, con mirada asustada.
─¡ Aléjate! ─Dijo con ímpetu alejándose cuanto podía del mayordomo, estando a punto de caerse de la cama.
─¡Bocchan! ─Soltó Sebastian preocupado, dando un paso al frente, al darse cuenta que el chico estuvo a punto de caerse.
─¡Que te alejes! ─Grito Ciel; mientras liberaba esas palabras, sus ojos se volvieron rojos y brillantes, con una rendija negra en el medio─. No te me acerques... ¡Es una orden! ─Grito con más ímpetu.
─Bocchan... ─La voz de Sebastian fue apenas un susurro, lentamente se hizo para atrás, sin apartar la mirada del ojiazul, hasta quedar recargado en la pared, lo más lejos del Conde, que le permitía esa habitación.
Sus ojos estaban fijos en Ciel, él cual también lo miraba, con sus ojos rojos y afilados que aun liberaban unas cuantas lágrimas, no cabía duda, esas palabras y ordenes del conde no eran por enojo, estaba muy lejos de ser esa la razón por la que le pedía mantenerse lejos... no, la razón era miedo... el miedo inundaba su mirada, esa era la razón, le temía...
La pesadilla que el joven había tenido era la causante de que en ese momento no le permitiera acercase "─¡Sebastian...!! ¡Noooo! No lo hagas... aléjate... vete... ¡Sebastian es una ordén! ¡ Aléjate!... ¡Duele Sebastian!... por favor, detente... ¡Ayudaaa!... ¡Basta! ¡ Aléjate!"
¿Qué era lo que le había hecho en ese sueño, no, en esa pesadilla, para que actuara de esa manera?
─Bocchan ─Dijo con voz suave y dulce, lo que ocasionó que Ciel abriera sus ojos tan grandes como son a causa de la sorpresa─, bocchan, por favor, yo no le he hecho nada, solo fue un mal sueño ─Le explicó con la ternura empleada para explicar a un niño pequeño que su mascota ha muerto, Ciel abrazó con fuerza la almohada que traía en brazos.
>>Yo nunca lo lastimaría bocchan, yo estoy aquí para protegerlo ─Los ojos de Sebastian tenían una mirada triste y suplicante, por lo que la dirigió al suelo, no era aceptable que un demonio se mostrara así ante un humano... o ante quien alguna vez, fue humano...
─Se-Sebastian ─El mencionado levantó la mirada sin importarle nada, no podía negarselo, ese nombre en labios del conde, realmente le gustaba mucho y más al saberse llamado; sobre todo cuando su voz le pedía protección, solo con una sola palabra.
Permanecieron un momento en silencio, solo mirándose a los ojos, Ciel había dejado de llorar, y ya no mirada con tanto miedo a Sebastian, sin embargo, este aun lo miraba con suplica a él.
─ Acércate ─Su voz temblaba, aun le temía, y Sebastian lo sabía, por lo que se le acercó con lentitud, hasta quedar de frente a él, aun separados por la cama.
─Mi señor ─Le llamó sentándose en el borde de la cama, recargándose en la pared.
Ciel dudo unos segundos antes de acercase gateando, al lado de la cama en el que se encontraba el mayordomo.
─¿Puedo saber que lo asusto tanto? ─Cuestionó el demonio, mientras limpiaba con su mano, el resto de lágrimas en el rostro de Ciel, en un principio, el joven se tenso y estuvo a punto de apartar la mano de Sebastian de su rostro, pero la mano libre de este, le detuvo.
El que le detuviera le asusto aun más, pero después de unos segundos su cuerpo se relajo, su ojos lentamente se fueron cerrando, mientras sentía como una de las manos de Sebastian acariciaba su mejilla y la otra se entrelazaba entre los dedos de la mano que le había sujetado anteriormente.
Mas la relajación solo duro unos segundos, pues la imagen de Sebastian con mirada asesina y una sonrisa macabra apareció en su mente, haciéndolo abrir lo ojos de inmediato y empujar al mayordomo para que dejara de acariciar su rostro, sin embargo, este aun mantenía sus manos juntas, a pesar de los intentos de Ciel por apartarlas.
Levantó la mirada, el niño una vez más lo alejaba... de verdad esa situación estaba acabando con el muro al rededor del corazón del demonio, esas acciones de parte de SU pequeño, de verdad le estaban lastimando.
Sus ojos anteriormente fijos en su mano atrapada por la del demonio, se dirigieron al frente, para poder verlo a los ojos y ordenarle que se fuera... pero todo intento de apartarse se fue cuando sus ojos presenciaron el rostro triste de demonio... ¿acaso se estaba volviendo loco? ¿De verdad estaba viendo eso?
Inconscientemente su mano se dirigió al rostro del demonio, el movimiento de su mano fue seguido segundo a segundo por los ojos de este, hasta el momento en que entro en contacto con su piel, pues en ese instante se cerraron automáticamente para poder sentir la caricia que su joven amo le brindaba.
─Sebastian... ─Lo llamo en un susurro, al tiempo que continuaba con la caricia sobre la mejilla del mencionado, quien al ver que el niño no seguía hablando se obligo a abrir los ojos, no sin antes sujetar con un poco más de fuerza la mano del conde─ ¿me odias? ─Cuestionó el conde en el mismo instante en que sus miradas se encontraron.
La sorpresa fue evidente en el rostro del demonio, ¿de verdad el joven conde le estaba cuestionando eso?
─Yo estoy aquí para protegerlo... bocchan ─Respondió tras un largo silencio, en el que se debatió si debía o no decir la verdad a su joven amo.
─Yo no pregunte eso ─Afirmó con frialdad mientras detenía la caricia con brusquedad y apartaba su mano; esperaba una respuesta, sin embargo, el demonio no parecía estar dispuesto a responder, ¿acaso no estaba obligado a decirle la verdad a causa del contrato?... No, ese contrato había terminado, ahora, ejercían uno nuevo...
El silencio se apodero de la habitación, tantas cosas le habían pasado al joven conde esos últimos días, que ya no sabia ni como debía actuar, ¿acaso estaba bien seguir siendo como era y no mostrar sus sentimientos? En otro tiempo, pensando en una situación así, hubiera estado más que seguro que la respuesta era si, pero ahora que lo vivía, no sabia que responder, ¿no se suponía que los demonios eran criaturas sin sentimientos? ¿entonces por que le pasaba eso a él? ¿que no se suponía que ahora era un demonio?
─Siempre pensé... ─ comenzó a decir, atrayendo la atención del adulto aun sentado frente a él, que permanecía como captor de su mano─, que los demonios no tenían sentimientos, que solo se dejan llevar por el contrato que firman ─Sebastian se sorprendió, aun así no profeso ninguna palabra, lo dejaría hablar primero a él─, sin embargo, ahora soy uno y los sentimientos siguen... pensé que podría deshacerme de ellos, pero parecen incluso mas fuertes que antes... ─Terminó el chico en un susurro, con forme hablaba su voz se hacia más y más débil.
─Lo cierto, amo, es que tenemos sentimientos, solo que depende de nosotros el dejarnos influenciar por ellos o no...
─Entonces si me odias... ─ Parecía hablar más para él, que si no fuera por que su acompañante era un demonio, nunca lo hubiera oído.
─Yo no he dicho eso ─Aclaró mientras tiraba un poco de la mano por la que lo mantenía sujeto, tomándolo desprevenido, por lo que lo hizo perder el equilibrio y terminar sentado en las piernas del demonio, lo cual causó un gran sonrojo en el joven demonio, arrancando una sonrisa de los labios del kuroshitsuji.
Si bien Ciel no intento apartarse, si cerro los ojos con fuerza, como si eso pudiera evitar que el demonio viera su sonrojado rostro y escuchara a su acelerado corazón. Sebastian en cambio clavo su mirada en su tierno e infantil rostro. Colocó su dedo indice en la sien del chico, para luego pasarlo por su mejilla, luego por su labio inferior, por su barbilla, por el cuello, hasta detenerse en la clavícula, para después pasar su mano a la nuca del chico, para servirle de soporte y que pudiera recostarse con más comodidad; su vista estaba concentrada en sus labios, los cuales se veían realmente tentadores y... deliciosos; sin poder resistirse, se lamió los labios con lasciva antes de acercarse a los del chico, para depositar en ellos un casto... pero largo beso.
Ciel se sentía bastante extraño recostado en las piernas de su mayordomo, mas no podía negarse que era una sensación agradable, sentía el calor apoderarse de su rostro y su corazón demasiado acelerado, por lo que cerró los ojos con fuerza; su cuerpo se relajo al sentir las caricias del mayordomo en su rostro, un estremecimiento le recorrió el cuerpo al sentir su dedo bajando por su cuello, con lentitud exagerada, cuando la mano del mayor se posó detrás de su nuca, se recargo mientras un suspiro escapaba de sus labios, lo que lo hizo sonrojar aun más... e incremento la sonrisa del demonio.
Su comodidad fue interrumpida por la imagen de Sebastian cubierto de sangre, apareciendo entre la oscuridad, haciendo que el miedo comenzara a apoderarse de él nuevamente, hasta que sintió un contacto cálido, haciendo presión en sus labios... Sebastian lo estaba besando.
De inmediato, la imagen del aterrador Sebastian desapareció de su mente, dejando que una sensación de calidez se apoderara de él.
Sebastian no podía ser tan cruel como para fingir una calidez y ternura como esas ¿o sí? No, estaba seguro de eso... o por lo menos era lo que se decía a si mismo en ese momento, en el que los labios del mayordomo estaban sobre los suyos.
Apenas estaba acostumbrándose a ese dulce contacto, cuando este terminó, aunque aun sentía la mano del demonio en su nuca y su respiración muy cerca de sus labios, para después sentirla golpear contra sus mejillas y finalmente sobre su oreja izquierda.
─¿Qué fue lo que soñó, bocchan? ─Le cuestionó Sebastian, con voz baja hablándole al oído, abrazando al chico con un poco más de fuerza, acercándolo un poco más a su pecho, mientras liberaba la mano del chico, para poder colocar su mano en el vientre del muchacho.
El Conde se puso rígido ante la pregunta, realmente no quería decirle a Sebastian de que trataba su sueño y más por que él estaba en ese sueño... no, el era el causante de esa pesadilla...
─¡No! ─ respondió tajante─, no te diré ─Agregó mientras ocultaba el rostro en el pecho del adulto.
─Si no habla sobre su pesadilla ─hablo Sebastian mientras dirigía su mano, desde el vientre del joven amo a su cabeza, para poder acariciar su cabello, no sin desaprovechar la situación para acariciar su delicado cuerpo, pasando por su pecho, su cuello... antes de llegar a su objetivo, ocasionando que un escalofrió recorriera el cuerpo del más pequeño─... puede que vuelva a tenerla ─Concluyo dándole un beso en la frente.
Ciel simplemente cerro sus ojos con mas fuerza al sentir la caricia del demonio, realmente no quería hablar del sueño que había tenido. Sebastian revolvía sus cabellos oscuros, jugando con algunos mechones e internando caricias al rostro del joven, quien no podía evitar sentirse como "eso" que se negaba a aceptar que era, como un niño pequeño, que necesitaba que lo cuidaran y mimaran...
Pasaban los minutos y Ciel no se decidía a hablar, de nuevo comenzaba a quedarse dormido, pero la imagen de Sebastian con mirada asesina aparecía frente a él, devolviéndolo a la realidad, quizá el demonio tenía razón y debía hablar de la pesadilla para poder volver a dormir...
Abrió los ojos lentamente, temía encontrarse con esa mirada asesina que tenia el Sebastian de su pesadilla, sin embargo, se encontró con el adulto, observando en dirección al reloj sobre la mesita de noche, el cual era visible gracias a la luz que aun emitían las velas del candelabro, este marcaba la 1:17 de la mañana.
─E-estaba e-en una ha-habitación oscura ─Comenzó a hablar, de manera entrecortada, atrayendo la atención del demonio, quien clavó su mirada rojiza en los ojos azules de Ciel, los cuales se volvieron del mismo color que los del demonio por unos segundos─. No podía ver nada, no tenía la menor idea de donde estaba, no estaba seguro si era la mansión u otro lugar ─Sebastian seguía acariciando su cabello, lo cual le daba confianza para hablar, pero también lo hacía sentirse avergonzado.
>>Luego escuche como se abría una puerta y una tenue luz comenzó a entrar en la habitación, era de un candelabro, cuando estaba más cerca pude ver el contorno de quien lo llevaba, fue cuando me di cuenta de que era tú ─Sebastian se tenso, deteniendo las caricias que le hacia en el cabello al amo, Ciel guardo silencio un momento, intentando controlar esas ganas de llorar que comenzaban a apoderarse él nuevamente, cuando comenzó a hablar de nuevo, el mayordomo continuo con las caricias a su cabellera.
>>Me sentí relajado cuando vi que eras tu ─su sonrojo se volvió más notorio─, te pregunte que estaba pasando, pero no respondiste, solo estabas frente a mi con la mirada agachada, no podía ver tu rostro, pregunte donde estábamos, pero tampoco obtuve respuesta, comencé a enojarme y ordene obtener una respuesta ─Ciel se estremeció, apretando los puños mientras los colocaba sobre su pecho, Sebastian se enterneció al verlo actuar como un niño pequeño, y más aun, por que este se encontraba en sus brazos, como si de un pequeñín se tratase... con la mano que estaba en la nuca del niño, atrajo su rostro a su pecho para darle un poco de tranquilidad, sintió como el muchacho liberaba un suspiro y cuando lo sintió relajarse nuevamente relajo la presión que ejercía sobre él, para dejarlo continuar hablando.
>>En ese momento tú... no, el Sebastian de mi sueño ─ corrigió de inmediato, haciendo que Sebastian sonriera y sin poder evitarlo, roso con sus labios los de Ciel, quien se sonrojo aun más de lo que ya estaba, el mayor le dedicó una mirada traviesa, indicándole que continuara, mas tubo que esperar un momento a que la vergüenza se le pasara al Conde, para que este pudiera seguir hablando─. El Sebastian de mi sueño dejo caer el candelabro, fue ahí que me di cuenta que estaba en mi cuarto, porque las sabanas de la cama se comenzaron a quemar... y... ─Con cada palabra, la voz del chico se hacia más débil, hasta terminar en apenas un suspiro, que solo el demonio seria capaz de oír.
>>Y... dirigió su mirada hacía mi... sus ojos eran demasiado rojos y con una mirada acecina que nunca antes había visto, me tomó del cuello y con brusquedad me obligó a recostarme sobre la cama, que comenzaba a ser consumida por las llamas, la presión en mi cuello era tan fuerte que sentía que perdía la conciencia a causa de la falta de oxigeno... cuando estaba a punto de desmayarme dejo de asfixiarme, sentí el aire volver a mis pulmones, él permanecía sobre mi, riéndose de mis esfuerzos por alejarlo, le ordenaba que se fuera pero solo sonreía de manera terrorífica, sentía como el calor de las llamas cada vez estaba más cerca, el calor me ahogaba y más por que aun mantenía su mano en mi cuello, cuando sentía las llamas demasiado cerca de mis pies comenzó a reírse y dijo que estaba harto de tener que obedecerme, que no tenía por que estar obedeciendo a un simple humano... que siempre lo sería sin importar que...
>>También dijo que se aprovecharía de la inmortalidad que había obtenido... para... p-para hacerme sufrir ─Ciel no resistió más... las lágrimas comenzaron a surcar sus mejillas, sin embargo quería seguir hablando... le diría todo a Sebastian, a ese Sebastian que en ese momento se comportaba de manera dulce con él.
Sebastian escuchaba atentamente las palabras de Ciel, ahora entendía el por que de la actitud del chico, cuando había entrado a su habitación.
El joven intento llevar sus manos a su rostro para secar sus lágrimas, pero fue detenido por la mano libre de Sebastian, haciendo que volviera a colocarlas sobre su pecho, para luego dirigir su mano a sus labios, para poder retirar su guante blanco y dejarlo aun lado de él, en la cama, para luego limpiar las lágrimas del chico, el cual lo tomo del brazo en un intento de evitarlo, pero el calor de la mano de Sebastian realmente era muy agradable, por lo que relajo la fuerza que ejercía sobre el brazo del mayor, pero no aparto las manos.
Sebastian se dio cuenta del intento del chico de apartar su mano, sin embargo, siguió en lo que hacía, logrando que este se relajara de nuevo, aunque las lagrimas seguían saliendo de sus ojos, pero de manera más calmada.
─D-de la manga de su saco saco un cuchillo ─Sebastian se sorprendió al darse cuenta que el niño tenía intenciones de seguir hablando, tal fue su sorpresa que se puso tenso y aparto la mano del rostro de Ciel, el movimiento fue tan brusco que el chico resbalo un poco de sus brazos, lo que asusto a ambos, sin embargo reaccionó rápidamente, para volver a acomodar al chico en sus brazos, recargándose con más comodidad en la pared, Ciel lo miro sorprendido, no era normal que Sebastian cometiera errores como ese, sin embargo entendió la razón por la que lo había hecho.
En situaciones normales, le habría regañado e incluso le habría soltado una bofetada, por haber estado a punto de dejarlo caer, pero esa no era una situación normal, después de todo, no era normal que el llorara, o que Sebastian lo besara (ese pensamiento lo hizo sonrojar), tampoco era normal que ellos actuaran de manera dulce el uno con el otro, o fueran tan cariñosos, si esa no era una situación normal, así que lo dejaría pasar, pues después de todo, quería desahogar su miedo a esa pesadilla, contándole al causante de esta, cada detalle de ella.
Ciel volvió a acurrucarse en el pecho del demonio, seguiría hablando, aunque eso le sorprendiera al demonio, después de todo, aunque el tuviera la estatura de un niño y en los últimos minutos había actuado como tal, demostraría que también podía actuar de forma madura... las lágrimas, eso no era un inconveniente, después de todo, un adulto maduro es capaz de aceptar que hay ocasiones en las que es imposible no llorar, sin embargo, se esforzó por que su voz no mostrara el miedo que tenia a que esa horrible pesadilla se hiciera verdad.
─Sentía mucho calor, a causa del fuego que se estaba propagando por todo la habitación, pero no era el fuego lo que me daba miedo, eran los ojos de ese demonio frente a mi lo que me asustaba, utilizo el cuchillo que traía en la mano para desgarrar el camisón con el que duermo, e hizo presión con la punta de este sobre mi estomago...
>>Dijo que esta vez no fallaría... que no le importaba si era demonio o no, que me torturaría hasta que se cansara, para luego romper el contrato... comenzó a ejercer presión sobre mi vientre con el filo del cuchillo haciéndolo sangrar levemente, para luego repetir la acción en mi pecho, cuello... mientras me decía que no había forma de que me salvara, que nadie lo detendría... que sentiría en carne propia lo que el sentía cuando era herido por defenderme, que aunque fuera un demonio y no podía morir con facilidad, sentía dolor... también dijo que ya que no había sido capaz de comer mi alma, bebería mi sangre y que por eso había aceptado el segundo contrato, para poder acercarse con más facilidad...
─Basta bocchan ─Lo calló Sebastian, sabia que estaba siendo insolente, pero aunque la voz del chico se mantenía firme, las lágrimas seguían cruzando su rostro y las manos del chico comenzaban a apretar la de Sebastian, para poder controlar su miedo.
Ciel lo miro con el ceño fruncido (Sebastian ensancho su sonrisa, era una tierna imagen el ver al pequeño con expresión molesta, justo cuando aun caían lágrimas de sus ojos), claro estaba que no era una situación normal, pero el seguía siendo el amo ahí, y aunque mostrara debilidad al estar llorando solo por una pesadilla y actuando como un niño acurrucado en los brazos de su padre, no era razón para que Sebastian se sintiera con el derecho de darle ordenes.
─No me mire así por favor, bocchan ─Pidió Sebastian deteniendo el transcurso de las lagrimas del niño con su mano libre del guante, mientras lo levantaba un poco, para que estuviera más cómodo ─. No quiero que sufra recordando eso ─agregó con ternura haciendo que Ciel se sorprendiera y sonrojara a la vez─. Yo nunca haría algo como eso bocchan, nunca ─ Repitió depositando un beso corto en los labios del niño─. Y la razón por la que acepte el segundo contrato fue por que no deseaba pesarme de usted ─ agregó con voz sensual─... y no encontré mejor razón que un nuevo contrato ─Terminó de hablar en un susurro, muy cerca de su oído, para después depositar un beso detrás de su oreja, haciendo que el pequeño cuerpo se estremeciera.
Ciel no contesto, simplemente apretó con fuerza sus ojos, intentando evitar el sonrojo que comenzaba a apoderarse de sus mejillas, no fue capaz de ocultar una sonrisa, las lágrimas habían dejado de escapar de sus ojos, sin embargo, fue tomado por sorpresa, cuando los labios del mayordomo se posaron en sus mejillas, para borrar el rastro de las últimas lágrimas, haciéndolo sonrojar aun más.
Sebastian se acercó nuevamente a los labios del muchacho, para esta vez darle un verdadero beso, profundisandolo al levantar un poco el rostro del chico con la mano que mantenía en su nuca; el beso era suave, sin embargo era capaz de sentir lo complicado que era para el chico, el seguir su ritmo, después de todo, ese era su primer beso; el demonio sonrió contra los labios del oji-azul, al darse cuenta de esto, Ciel lo noto, por lo que lo empujo para apartarlo.
─No te rías de mi ─Lo regaño mientras se cruzaba de brazos y hacia un puchero, Sebastian no pudo evitar reírse─. ¡Te estoy diciendo que no te rías! ─Le dijo elevando un poco la voz, aunque realmente no parecía muy molesto.
─Hoy esta usted actuando mucho como suele hacerlo un niño berrinchudo de trece años ─Le dijo con una sonrisa burlona, Ciel lo miro unos segundos y después le saco la lengua, el oji-rojo volvió a reír.
─Y tu pareces estar muy feliz e insolente ─Le regaño dispuesto a darle un leve golpe en el pecho, cuando iba a repetir la acción, Sebastian lo detuvo, y tiro de su brazo para poder besarlo de nuevo, esta vez de una manera un poco mas exigente que la anterior, dándole más dificultades al menor para seguirlo.
─Definitivamente es un niño, bocchan ─Le dijo tras separarse de él, para dejarlo respirar, Ciel lo fulmino con la mirada─, creo que tendremos que agrear clases extras a su horario ─Le informó con una sonrisa picarona y... ¿pervertida? Ciel se sonrojo levemente antes de entrelazar sus dedos alrededor del cuello de Sebastian con una mirada inocente.
─Solo si tu eres mi instructor ─Le respondió el chico, viendo como el demonio le sonreía tras esa respuesta, para luego sacar de su chaleco los lentes que solía utilizar cuando le daba alguna clase, Ciel sonrió ─¿Podemos comenzar con la clase ya? ─Pregunto con mirada tierna, Sebastian solo sonrió antes de acercarse a besarlo.
Ciel deslizó una de sus manos para acariciar la mejilla del demonio, pero en el acto, se topo con los lentes, moviendolos involuntariamente y haciendo que estos le golpearan en la frente, lo que lo hizo fruncir el entrecejo y separase de Sebastian, quien sonreía con burla, por lo que había pasado.
─No me agradan tus lentes ─Le dijo ignorando el acto burlón del demonio, mientras arrojaba los lentes al suelo, haciendo que se quebraran.
─ Tendrá que compararme otros, bocchan ─Le informo el demonio besando su cabello.
─No me agradan, así que no ─Afirmó el chico volviendo a rodear el cuello del mayor, quien no refuto en nada, y solo volvió a besarlo.
Estuvieron un rato así, solo besándose, ninguno de los dos pronunciaba palabra alguna, Sebastian sentía como el cuerpo de Ciel comenzaba a caer en un estado de somnolencia, sin embargo este se negaba a dormir. Apartando la mirada del pequeño observo el reloj, 2:36 de la mañana, realmente ya era muy tarde y el joven amo no había descansado nada; miro el candelabro, las velas estaban por terminarse.
─Bocchan... ─Lo llamo después del beso, mientras volvía a abrazarlo para acurrucarlo en su pecho─, es muy tarde, debe descansar... ─ Sintió el cuerpo del pequeño tensarse, ahora entendía por que a pesar de que el pequeño comenzaba a quedarse dormido, volvía a buscar sus labios pidiendo un nuevo beso, buscando una forma de no dormir, para no volver a soñar─, no se preocupe bocchan, yo siempre lo voy a cuidar... incluso de mi mismo en sus pesadillas ─Le dijo con voz suave al oído, para después depositar un beso en su frente, y después intentar levantarse...
─No... ─Le dijo Ciel acomodándose en el regazo de su mayordomo, apartando con sus manitas la cadena del traje de este, para poder ocultar su rostro en el pecho del mayor.
─¿Quiere qué me quede hasta que se duerma? ─Cuestionó Sebastian volviendo a sentarse en la cama, abrazando a su amo.
─No... quiero que te quedes toda la noche conmigo ─ Respondió más dormido que despierto.
─Yes, my lord ─La voz de Sebastian fue apenas un suspiro... pues no importaba si respondía o no, ya que su joven amo ya se encontraba dormido.
Deslizando la mano que estaba en la nuca del niño, para que este estuviera recargado en su brazo, se puso de pie; sosteniendo al pequeño con solo una mano, hizo a un lado las cobijas que cubrían al Conde en invierno y colocó las almohadas en contra el respaldo de la cama, se quito los zapatos y el chaleco que tenía la cadena que anteriormente había molestado a su señor, junto con la corbata, que ya estaba mal acomodada, debido a la sesión de besos anterior; para luego volver a sentarse en la cama, recargándose en las almohadas recién cambiadas de lugar, subiendo por completo sus pies para que estos sirvieran de cuna al pequeño cuerpo del amo, quien no se inmuto en ningún momento por los movimientos de Sebastian, y solo se dedicaba a dormir recargado en el pecho del mayor, quien lo observaba dormir mientras jugaba con su cabello, después de todo, el nunca dormía.

Notas finales:

Gracias por leer C:

pronto subire el siguiente capitulo xD


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