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$Playboy Night$ por Strawberryloveless

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Notas del capitulo:

Las cosas se complican para Alexander cuando a Selene le hes asignado un guardaespaldas por parte de Dagna, quien ha prometido mantener segura a la chica. Selene y su mejor amiga Karina, asisten a una fiesta llamada EXCLUSIVE PARTY, en donde conocerán a varias chicas interesantes.


5. EXCLUSIVE PARTY: desconocidos-conocidos

Siento un alivio cuando las manos de Alexander por fin me sueltan. Las marcas de sus dedos que me apretaron con tanta fuerza, se han quedado grabadas sobre mi piel bajo un color carmín. Sobo con las yemas los lugares irritados y miro hacia la chica playboy, quien detrás de nosotros, se mantiene de brazos cruzados y una mirada dura ¿qué lo hará rogar una vez más? Se refiere a que esta no es la primera vez que algo así sucede ¿se ha repetido antes? ¿cuándo? Entonces la escena de la fiesta de ayer vuelve a mi mente. Alexander estaba arrodillado frente Dagna, mientras que ella repartía órdenes para Karime y el resto de las chicas desconocidas. Podría ser que Dagna ¿este hablando de ese momento? Muy discretamente observo al moreno, quien erguido, mira a la rubia con sus diminutos ojos cafés entornados, apretando los puños y soltándolos en escasos segundos. Está más que furioso.

— Bien. Parece ser que aprendes rápido — sonríe Dagna comenzando a caminar hacia nosotros. Los dos hombres con traje la siguen en silencio y sin despegar la mirada de él.

— ¿Quién rayos eres tú? — cuestiona Alexander mirándola con desprecio.

— Alguien con quien no deberías meterte, niñito — ella se inclina y toma mi bolso escolar, el cual ha caído al suelo cuando Alexander me jaló minutos antes. Lo sacude y casi de inmediato lo coloca sobre su hombro. Después se vuelve a verme y esa mirada amable regresa a sus ojos — Se hace tarde. Vamos — me tiende una mano dispuesta a acompañarme. 

— ¡Un momento! — grita el moreno y de un movimiento rápido toma bruscamente el brazo de Dagna, jalándola con violencia — ¿A dónde crees que vas con ella? — los uniformados se acercan de inmediato pero Dagna los detiene con una señal y ellos obedecen, frenándose al instante. 

— Te dije que no volvería a pedírtelo amable.

Ella gira la muñeca y haciendo una maniobra impresionante, suelta un fuerte golpe sobre el pecho del chico, extendiendo la palma frente a él y empujándolo lejos de nosotras. Alexander dobla el cuerpo, retorciéndose de dolor y cerrando los ojos como consecuencia. Se agacha, apoyando una rodilla sobre el suelo mientras se queja por la emergente sensación. 

— ¡Maldita! — grita mientras levanta el rostro y su ceño fruncido refleja que el dolor aún no pasa. 

— Es la primera vez que intentas tocarme — habla con sequedad — Y la última vez que la tocas a ella ¿entendiste? — su ronca y fuerte voz llama la atención de más personas alrededor, incrementando nuestro público — Vámonos Selene.

— ¡Esto…esto no se va a quedar así! — grita histérico Alexander cuando damos media vuelta para comenzar a andar.

— Sí, claro, lo que digas — responde la rubia sin siquiera voltear a verlo — Vigílenlo — ordena al par de hombres, quienes asienten e inmediatamente se colocan a ambos lados del moreno.

— Dagna — la llamo y mi voz suena temblorosa. 

— Tranquila, no tienes nada de qué preocuparte — me sonríe con dulzura y yo me quedo desconcertada ¿es posible que alguien cambie de humor tan drásticamente como ella? — Vamos, ya es tarde — me toma de la mano y comenzamos a caminar.

— Dagna, Alexander no es de mi nivel — retomo la palabra y con ello su atención — Él tiene dinero y puede hacer muchas cosas que…

— Relájate — interrumpe utilizando esa palabra tan característica de ella — Para cuando él mueva un dedo, yo ya habré movido ambas manos — me rodea por encima del hombro sonriendo con aires de confianza — Él no volverá a tocarte, de eso me encargo yo.

Me deja muda. Una vez más, parece no bromear con lo que dice ¿de dónde ha salido esta chica? Es como si Dios hubiese escuchado mis plegarias y por esa razón envió a un ángel guardián disfrazado de playboy para protegerme. Suspiro borrando ilógicos pensamientos y acelero el paso.

Caminamos de la mano hasta atravesar la gigantesca puerta de cristal de mi universidad. Noto que a nuestro alrededor, hay muchas personas que nos miran con excesiva atención y yo pienso que solo se puede deber a tres razones: 

  1. Al escándalo de hacía unos minutos allá afuera.
  2. A que vamos caminando de esta forma.
  3. Todos saben quién es ella. 

Opto por no darle demasiada importancia al asunto, pues hacerlo solo consigue abrumarme más de lo que ya estoy. Llegamos hasta el salón de clases y ella se detiene, dejándome en frente. 

— Servida, señorita — dice jugueteando y haciéndome entrega de mi bolso escolar. 

— Muchas gracias — respondo dibujando una tímida sonrisa.

— No hay nada que agradecer — ella me coloca una mano sobre la mejilla y al instante, escucho crecer un  murmullo detrás nuestro — ¿Puedo verte más tarde hoy? — pregunta y su mirada brilla deseosa.

— Dagna, tengo tareas y trabajos pendientes — susurro tratando de suavizar la voz — Además, la siguiente semana…

— Tienes exámenes — termina ella la frase — Lo sé, has estado repitiéndolo constantemente — me hace sonrojar ¿en verdad lo he dicho tanto? Una tristeza invade el rostro de la rubia, por lo cual me siento obligada a dar una explicación.

— No es que no quiera verte — comienzo a decir y sus ojos me miran — Me gustaría poder hacerlo, la pasamos muy bien juntas — una leve sonrisa se dibuja en sus labios — Pero he estado demasiado distraída estos días y no quiero reprobar materias. Sabes lo que podría pasar.

— Perderías la beca — murmura ella y tras un suspiro, vuelve a cambiar el semblante — Esta bien, lo entiendo — dice mientras me coloca una mano sobre el hombro — Solo recuerda lo que mencioné antes, si necesitas asesorías, no dudes en pedir mi ayuda. 

— Muchas gracias por la oferta, pero ya tengo quien me asesore en las materias — Dagna me mira sumamente seria y siento que está malinterpretando las cosas, por lo que una vez más, me siento obligada a darle una explicación — Mi mejor amiga, Karina. Ella es una genio para la escuela — la chica playboy se cruza de brazos y su mirada se vuelve profundamente misteriosa.

— Ya veo — habla con certera molestia, pero esta vez es diferente a las anteriores ¿esta celosa? 

— ¡Selene! — un grito nos sobresalta a ambas.

— ¡Karina! — mi voz suena mucho más fuerte de lo planeado. 

La veo correr presurosa hacia nosotras. Va llegando tarde, como cada día. Ella desacelera el paso conforme se aproxima y cuando llega, se planta frente a mí, inhalando con fuerza mientras intenta recuperar el aliento. La tostada piel de su rostro lleva un sonrojo natural, prueba de que ha corrido un par de minutos antes. Sonríe y agitando su alborotada cabellera castaña habla: 

— Dime por favor que aún no llega la maestra — une las palmas en un gesto de súplica, haciéndome reír.

— Sería tu tercer retardo ¿verdad? — ella asiente nerviosa — Tienes suerte, aún no llega — la castaña deja escapar un suspiro, tranquilizándose — No cabe duda que Dios ayuda a las persona flojas — le digo bromeando y ella me mira sonriente. 

— ¡Te extrañé ayer! — se lanza sorpresivamente a mí, dándome un fuerte abrazo — ¿Se puede saber por qué faltaste? Me preocupé mucho por ti — estoy por responder a su pregunta cuando recuerdo que me he olvidado de la chica playboy.

— Te lo contaré luego, primero quiero que conozcas a alguien.

— ¿A quién? — ella mueve la cabeza en todas direcciones y noto que Dagna se ha apartado de mi lado. 

La busco a detalle y la visualizo recargada sobre uno de los pilares al fondo del pasillo. Nos observa con atención y su mirada es fría, parece un tanto molesta, incluso más que antes ¿qué le pasa? 

— Ven — ella responde a mi llamado acercándose a nosotras — Karina, te presento a Dagna Meardi.

— Es un placer — expresa sonriendo la castaña, mientras extiende la mano para saludarla.

— Dagna, esta es mi mejor amiga de quien te hablaba hace un momento — la chica playboy asiente y estrecha su mano a la de ella. 

— El placer es todo mío — habla firme mientras sonríe. 

— ¿Meardi? — la castaña piensa en voz alta y al parecer, se encuentra en un dilema mental — Meardi, Meardi… ¿dónde he escuchado ese apellido antes? — aunque ella murmura bajo, ambas podemos escuchar lo que dice — ¡Oh por dios! ¡No puede ser! — grita sobresaltándonos por segunda ocasión desde que llegó —  ¿Eres hija de los Meardi? ¿La única heredera de la famosa aerolínea? — ella eleva la voz, lo suficiente como para captar algunas miradas curiosas.

— Yo no lo diría de ese modo pero sí, soy yo — Dagna parece repentinamente tímida y avergonzada, reacción que no había visto en ella hasta ahora. Percibo como el murmullo de hace unos instantes incrementa.

— Definitivamente, es un placer conocerte — reitera la castaña quien parece haber recuperado la compostura.

— No es para tanto — la rubia sonríe y esa mirada fría de hace unos momentos, desaparece por completo.

— Si fuiste tú el motivo por el cual Selene faltó a la escuela ayer, estoy totalmente a favor de que lo siga haciendo — bromea mi mejor amiga dándome un codazo. 

Siento como el rostro comienza a arderme y miro con incomodidad a la rubia, quien al parecer le ha hecho gracia el comentario, pues ha soltado una sincera y fuerte carcajada. Bueno, al menos parece que se llevarán bien.

— La clase está por comenzar señoritas ¿qué hacen aquí afuera? — la voz de nuestra amargada maestra interrumpe la charla — Vayan adentro de inmediato.

— Adiós, ha sido un gusto — Karina susurra despidiéndose y rápidamente entra al salón de clases. 

— Señorita Mondragón, usted también — la mujer me mira con ojos entornados. Yo asiento temerosa. Definitivamente esta maestra no me agrada para nada. 

— Nos vemos después — digo despidiéndome de la rubia, pero cuando estoy por entrar al aula, Dagna me detiene, jalándome suavemente del bolso escolar. Yo me vuelvo atrás, mirándola interrogante, sin embargo ella tiene los ojos puestos sobre mi profesora.

— Le ofrezco una disculpa. No es mi intención retrasar su clase — la mujer clava su rígida mirada sobre mi acompañante y al ver a quien tiene enfrente, se queda perpleja.

— ¿Señorita Meardi? — suelta e inmediatamente hace una reverencia con la cabeza y su alborotada cabellera rubia cubierta de algunas canas, se sacude cuando vuelve a elevar el rostro — Disculpe, no la he reconocido, ha pasado algún tiempo desde la última vez que nos vimos. 

— No se preocupe — le sonríe amable la rubia menor — Sé que su clase está por comenzar, pero me gustaría que me dejara hablar unos minutos más con la señorita Mondragón.

— Claro que sí — responde con aprobación la mujer — Únicamente le pido que sea breve. Selene está atrasada con el temario de clases y no sería bueno para ella retrasarse aún más — sus ojos verdes me miran con reproche y yo suspiro cuando soy consciente de lo que trata de decir.

— Así será — promete Dagna y dicho esto, la maestra Gloria entra al aula de clase silenciosamente.

— ¿Ahora entiendes porque estoy tan preocupada por los exámenes? ¡Me acaba de condenar con la mirada! — le digo con suma angustia y ella me sonríe.

— No te preocupes. Tu amiga te enseñará bien — ella me anima y señala a Karina a través del cristal del aula, quien al percatarse de nuestra indiscreción, saluda con energía.

— De no ser por ella creo que aun estaría en preparatoria — me lamento — Como dijo mi madre ayer: soy muy torpe — Dagna me mira moviendo la cabeza negativamente.

— No digas algo como eso — comienza a hablar severa — Todos tenemos debilidades. Es injusto que te juzgues tan duramente — sonríe y después de reflexionar un poco, su angelical voz vuelve a invadir mis oídos — Es como poner a un pez sobre tierra firme. No será capaz de hacer nada ¿verdad? — la escucho con atención mientras analizo cada una de sus palabras — En cambio, si lo colocas en agua, veras todo lo que es capaz de hacer — ella me acaricia el rostro — Solo es cuestión de que encuentres tus fortalezas.

— Tienes razón, lamento haber dicho algo tan tonto — ella sonríe suavizando el rostro. 

— Tengo asuntos pendientes por resolver y tú tienes que estudiar, así que me despido — ella se acerca y me planta un delicado e inesperado beso en la mejilla. Me quedo pasmada ¡estamos en público, cualquiera puede vernos! Agacho el rostro y ella se aleja, dedicándome una tierna sonrisa — Entiendo, perdón por hacerlo tan de repente. Me dieron ganas — dice con inocencia mientras me levanta el rostro y clava sus ojos miel en el azul profundo de los míos — Estudia mucho — ella me atrae hacia su cuerpo y me envuelve en un sofocante abrazo — Nos veremos después. 

— De acuerdo. Gracias por traerme y… por todo lo demás — trato de sonar normal, pues estoy verdaderamente embriagada por el olor que su cuerpo desprende ¿siempre ha olido tan bien? 

— Adiós preciosa — ella se separa y mirándome intensamente como si fuera la última vez, da media vuelta y se aleja a paso lento. 

Me quedo mirándola embobada mientras ella desaparece frente a mí sobre el gris y elegante piso del campus. La veo atravesar las puertas de cristal y yo cierro los ojos un instante. Cuando los abro, ella se ha esfumado y yo estoy decidida.

— No más distracciones, tengo que salvar el semestre — entro al aula.

El día ha transcurrido como de costumbre. No ha ocurrido nada interesante. Siempre los mismos maestros, las mismas personas, las pláticas de cada día. Todos hablan sobre el clima, sus relaciones, las borracheras de la noche anterior y del hecho de que odian venir a la escuela. Hay veces en las que quisiera salir corriendo de aquí y cambiar mi vida por completo pero, ese es solo un sueño más.

Debo admitir que me siento sumamente orgullosa. He logrado entender a la perfección cada uno de los temas vistos en la clase de hoy. Ahora solo es cuestión de que Karina me explique los anteriores y sin duda, estaré preparada para la semana de exámenes. Un poco del estrés que me agobiaba desaparece y en su lugar, una repentina desilusión me invade. De haber sabido que esto sería tan fácil de aprender, habría aceptado ver a Dagna mas tarde. La idea de contactarla me cruza la mente, pero decido desecharla.

La maestra Gloria ya no mencionó nada durante el resto de la clase, pero pude notar que me miraba más que lo acostumbrado, razón por la que me incomodé un poco ¿de dónde conocerá ella a Dagna? O mejor dicho ¿de dónde conocerá Dagna a mi profesora? Me refiero a que ésta es una escuela privada de clase media, los maestros que tenemos aquí no son de alto nivel y prestigio como los que seguramente le han tocado a ella. 

Yo he conseguido entrar a este lugar gracias a que tengo buenas notas y debido a ello, me han otorgado una beca académica que me permite pagar solo la mitad de la cuota de cada mes, facilitándoles las cosas a mis padres y dándome la oportunidad de estudiar con un buen nivel de enseñanza. Eso, con la condición de que mantenga un promedio perfecto. Ahora que lo pienso, no sé nada respecto a los estudios de la chica playboy. Mi curiosidad se activa, me pregunto si ella estudiará o trabajará. Ni siquiera sé qué edad tiene o que hace durante sus tiempos libres. 

Los sucesos ocurridos estos últimos días vuelven a llenarme la cabeza y junto a ellos, una inmensa lista de preguntas me agobia ¿por qué todos la alaban y le obedecen? Se ve que es muy respetada y que su simple presencia es motivo para hacer reverencias y halagos, pero ¿cuál es realmente la razón de eso? Lo que trato de decir es, que alguien sea millonaria no es motivo o justificación suficiente para que todos deban inclinarse y besarle los pies.

— ¿Selene? — la voz de Karina me saca de mi cuestionario mental.

— ¿Qué pasa?

— Has estado en otra galaxia desde que salimos de clase ¿estás bien?

— Sí, perdón — sacudo la cabeza tratado de aplacar mis pensamientos — Simplemente estoy cansada — mi mejor amiga sonríe y yo le correspondo de igual forma — ¿Qué decías?

— Que ayer cuando faltaste a clase, un hombre vino a ocupar tu lugar y a tomar notas por ti.

— ¿Un hombre? — pregunto desconcertada.

— Sí, era alto y fuerte. Llevaba traje negro y también lentes oscuros — ella describe al desconocido y conforme habla, todo me parece aún más raro — Dijo que venía en representación tuya a tomar los apuntes del día, ya que tu no estabas en condiciones de hacerlo y que había sido enviado por órdenes de alguien que no le estaba permitido revelar — Karina abre y cierra su par de ojos verdes mientras habla con un deje de asombro en su voz. Ella suele ser muy expresiva cuando se trata de contar cosas como estas — Me preocupe cuando lo oí decir aquello, pero me preocupe todavía más al ver que no respondías mis textos y llamadas — ella me mira ansiosa — Te juro que pensé lo peor.

— Ya ves que no ha pasado nada. Sencillamente no escuche el despertador. 

— Eso sí que es raro viniendo de ti — arquea una ceja y clava sus esmeraldas en mi — A ese hombre, obviamente no lo has enviado tú — esa chispa aparece en sus ojos y entiendo que está llena de curiosidad.

— Está claro que no — sonrío y hago memoria, recordando el pequeño bloc de notas que había recibido la noche anterior. Los apuntes eran perfectos y todo estaba en orden, con una letra increíblemente redonda y explicaciones detalladas de cada concepto. 

— Lo ha mandado Meardi ¿cierto? — una media sonrisa se dibuja en sus labios. Ya debe tener mil historias inventadas en su cabeza.

— Obviamente — respondo sonrojándome levemente y mirando en otra dirección.

— Vaya, vaya — ella se lleva una mano al mentón — Quien iba a decir que personas tan simples como nosotras tendrían el honor de charlar con alguien como ella — de repente amplía su sonrisa y sé que esta por decir una barbaridad — O aún mejor, quien diría que tú podrías enrollarte románticamente con alguien de su status. 

— ¿Qué? ¿Enrollarnos? No, para nada — hablo tensa y los ojos de Karina se abren de par en par.

— ¿De verdad? Vaya — ella hace una mueca de decepción — Creí que algo había pasado entre ustedes. 

— No es el caso — miento — Además ¿por qué asumes que debió pasar algo? — trato de evitar pensar en los múltiples encuentros que he tenido con la rubia. 

— ¿Tal vez porque ella es lesbiana? — sus palabras me secan inmediatamente la boca — Todos saben que ha rechazado las mejores propuestas de matrimonio con hombres y mujeres encantadoramente ricos — lloriquea desilusionada.

— ¿De verdad? — la pregunta se escapa de mi boca y Karina se vuelve a verme frunciendo el ceño, aparentemente extrañada.

— Si, todos lo saben — ella examina mi rostro y al ver que no reflejo aparentemente ninguna emoción, decide seguir hablando — Es muy bonita, poderosa, rica y ahora que la conozco, puedo decir que es una persona que impone demasiado. Sin duda podrías caer en sus encantos, igual que todos ellos — miro directo a sus ojos verdes y sé que no está mintiendo ¡yo no sabía nada de esto! 

— Y en cuanto a esas propuestas ¿qué tipo de mujeres se le han declarado? — intento sonar desinteresada pero fallo, mi mejor amiga me conoce a la perfección.

— ¡Sabia que te gustaba! — dice pegando un grito y saltando de emoción.

— ¡Yo no dije eso! — me ruborizo con violencia ante su insinuación y ella me toma de ambas manos.

— Pero al menos estas interesada en ella ¿no? — enmudezco pero eso no la detiene — Eres más afortunada que cenicienta Selene.

— ¿De qué hablas? Esta loca Karina — desvío la mirada con nerviosismo y ella sonríe.

— ¡Por dios! ¡No te hagas la tonta! — vuelve a gritar escandalosamente moviendo sus brazos por todas partes — Es obvio que Dagna está loca por ti ¡se le nota hasta en la forma de sonreír!

— ¿De verdad? — me siento avergonzada solo de pensarlo.

— ¡Por supuesto! Toda nuestra clase está hablando de eso, pero tal parece que la única que no se da cuenta eres tú — ella me da un leve golpecito en la frente — ¡Reacciona!  Ahora tienes a dos peces gordos en la palma de tu mano.

— ¿Dos peces gordos?

— ¡Claro! Alexander y Meardi — sus manos simulan ser una pistola y ella me encañona con su dedo índice — Debes tener un blanco fijo y asegurarte de apuntar alto — su pulgar se flexiona —  ¡PUM! Así te quedarás con quien más te convenga — se encoge de hombros — O con quien mas te quiera.

— Eso harías tú si estuvieras en mi lugar, sin embargo yo no me tengo tanta confianza. 

— ¡Osh! Pero que falta de autoestima — la morena me mira de arriba abajo — ¡Eres preciosa! No por algo anda tras de ti el chico más popular de la universidad y la joven más codiciada del país — ella me toma de la mano y me hace girar sobre mis pies — ¡Solo mírate! Piel blanca como la nieve, cabello largo y negro, ojos azules, medidas perfectas ¿qué más necesitas? ¡Por Dios, que alguien le dé un espejo a esta chica! — Karina grita desesperada al tiempo que se toma de los cabellos para hacer más dramática la escena. No puedo evitar soltar una carcajada ante el numerito de mi amiga pues, ha llamado la atención de más de una persona. Ella me mira y deja que su aguda voz ría al compás de la mía.

— Gracias. Tú siempre me haces sentir mejor — le digo aún entre risas.

— ¿De qué? Solo digo lo que veo — ella sonríe limpiándose las lágrimas de alegría y cambia el semblante — Por cierto, ahora que hablamos de Alexander ¿cómo vas con él? — mi sonrisa se borra al instante.

— Igual, ya sabes — suspiro — Es lo mismo de siempre — la castaña mueve la cabeza con desaprobación.

— Te dije que hablaras con tus padres. No puedes estar con una persona así — Karina habla muy seriamente y yo pongo los ojos en blanco.

— Lo sé, pero es lo que ellos quieren para mí, además tú sabes cómo son, especialmente mi mamá —  ella tuerce la boca y asiente con la cabeza.

— Es verdad, pero créeme que estando en tu lugar eso me importaría poco. Preferiría que se enojen conmigo a estar aguantando a un tipo como él — me encojo de hombros y ella me mira desesperada — De acuerdo, es tu vida. Yo solo te doy opciones — levanta ambas manos, resignada.

— Y lo aprecio, gracias. 

El resto del día se ha ido volando, principalmente porque en las últimas clases no hemos hecho otra cosa más que repasar el temario para la semana de exámenes. Me he puesto al corriente con los trabajos pendientes del día de ayer y también he logrado justificar mi falta con la mayoría de los profesores, lo cual me ha quitado un peso de encima.  

Pese a que va en la misma universidad que yo, no he vuelto a ver a Alexander desde esta mañana, así como tampoco a Dagna y aunque he tratado de ignorarlo la mayor parte del día, murmullos y miradas interesadas me han estado acechando a donde quiera que voy. Entre las numerosas platicas de la escuela, he logrado escuchar palabras como “Dagna” “lesbiana” “Meardi” “millonaria” “Alexander” “novia” “interesada” y cosas que sinceramente han comenzado a ponerme de mal humor. Para mi suerte las clases ya han terminado y justo ahora me encuentro caminando a casa de Karina para estudiar. 

Mi mejor amiga y yo nos conocimos accidentalmente en secundaria pero, curiosamente desde entonces hemos coincidido en las mismas escuelas una y otra vez, razón por la que terminamos volviéndonos irremediablemente inseparables. Siempre somos honestas la una con la otra y si algo llega a molestarnos lo decimos sin rodeos, por lo que nos entendemos a la perfección. Nuestras madres al igual que nosotras, son buenas amigas y con el paso del tiempo se han vuelto demasiado cercanas, a tal grado que en ocasiones suelo llamar “tía’’ a la madre de Karina.  

Su padre murió cuando ella era muy pequeña durante un accidente en el lugar en donde trabajaba y debido a ello, su mamá solía ser una mujer sombría de pocas palabras y muchas lágrimas. En ocasiones la señora estaba tan frustrada que descargaba toda su rabia sobre Karina y sus hermanos pequeños, Carlos y Kevin. Como consecuencia de todo lo que pasaba en su hogar, Karina solía ser muy retraída y solitaria cuando la conocí. Sin embargo, yo no supe de esto hasta que nos volvimos mejores amigas. Con el tiempo ella cambió y se ha vuelto una persona completamente diferente. Es una chica fuerte, llena de una energía y espontaneidad que enamora a cualquiera. Karina es el tipo de persona que agradeces haber conocido y tener en tu vida.  Su familia pertenece a un rango social mucho más elevado que la mía y aunque vive a tan solo unas cuantas cuadras de nuestra casa, su hogar está ubicado en una zona mucho más refinada y elegante que la nuestra.

“Tal vez no sean de la alta sociedad, pero tienen dinero. Amistades como esas te pueden abrir muchas puertas en el futuro Selene. Recuérdalo”

Las palabras de mi madre siempre me traen un sabor amargo a la boca ¿por qué a ella le interesa únicamente el dinero? Yo no valoro a las personas por lo que tienen, si no por lo que realmente son. Siempre he creído que tener dinero no es cosa del otro mundo, solo te da mejores comodidades y opciones, pero no muy diferentes a las de los demás. Al final no importa si nadas en riqueza, porque terminaras siendo enterrado sin nada y tus millones pasaran a manos de otro. Creo que si hay algo valioso en una persona, no es su dinero o su estatus, son más bien las experiencias, el apoyo, el amor, las alegrías y tristezas que compartes con otros y eso, es algo que no tiene precio.

Karina es mi mejor amiga y si la he elegido a ella, ha sido porque es una chica divertida, amable, generosa y con quien disfruto mucho compartir mi tiempo, incluso cuando pasamos el día entero en casa viendo televisión sin tener algún plan o nada más que hacer. Cualquier cosa es suficiente para nosotras, después de todo, somos personas demasiado sencillas. 

— Empecemos — dice la castaña una vez que nos hemos puesto cómodas en su habitación.

— De acuerdo — y dicho esto, comenzamos con la sesión “HARD” Así es como Karina y yo decidimos nombrar a las reuniones de estudio más difíciles del semestre, las cuales generalmente se dan durante los exámenes finales. 

Para cuando vuelvo a revisar mi celular, ya se ha hecho tarde. Pasan de las 8:00 p.m. y las calles están casi vacías. El tiempo se ha ido rapidísimo y es hasta ahora que recuerdo, no le he avisado a mi madre que estaría fuera de casa tato tiempo. Inmediatamente me levanto de la mesita de estudio de Karina y ella entiende sin decir algo, que la hora de marcharme ha llegado.

— ¿Quieres que te lleve? — me pregunta y yo asiento.

— Por favor y gracias — ella sonríe y se incorpora con rapidez. Toma las llaves de su auto, el cual no suele usar con frecuencia y ambas bajamos las escaleras con agilidad. 

Me sé incluso su casa de memoria, tan segura estoy de ello que si me vendasen los ojos podría caminar sin problemas, sin siquiera tropezar o golpearme con algo. Nos despedimos con un grito de su madre y salimos por la puerta principal. Tardamos menos de diez minutos en llegar a nuestro destino, pues debido a la hora, no hay nada de tráfico y solo escasas cuadras separan nuestros hogares. Bajo del auto y me despido a señas de mi mejor amiga, quien responde de igual manera y antes de arrancar, espera paciente hasta que entro a casa. 

Miro alrededor, todo está limpio y perfectamente bien acomodado, como siempre. Anuncio mi llegada y mi madre responde desde su habitación que está en el segundo piso, arriba. Pongo los ojos en blanco, al parecer solo soy merecedora de ser recibida en la puerta cuando Dagna está cerca. Dejo el bolso escolar sobre uno de los sillones y me encamino a la cocina. Cereal con leche, esa será mi cena de hoy. 

Una vez que mi estómago ya no se queja más, subo a mi habitación y lo primero que hago después de tirarme sobre el colchón es sacar el celular. No tengo ningún mensaje o llamada de ella y tampoco de él. Alexander me da igual pero ¿Dagna? me parece realmente extraño no tener noticias sobre ella. Desde que nos conocemos no habíamos estado separadas tanto tiempo, tantas horas… me siento espontáneamente nostálgica ¿la extraño? ¿por qué? ni siquiera la he tratado lo suficiente como para sentirme de esta manera. El tintineo de mi celular junto con la vibración del mismo, me hacen dar un brinco del susto. Acaba de llegarme un mensaje de texto. 

Miro la pantalla y aferrándome a la esperanza de que pueda ser ella, lo abro para leer lo siguiente:

 

De: Karina M.

Para: Selene M.

Recibido a las 8:56 p.m.

“Acabo de ver a tu rubia con una sensual pelirroja ¡Tienes competencia! Jajaja. Buenas noches”

 

Me quedo atónita mirando la pantalla del aparato ¿qué debería contestar? Realmente no esperaba una noticia así ¿Dagna con alguien más? Me sonrojo cuando soy consciente de lo que me está pasando ¿celos? Imposible. Releo un par de veces el mensaje que ha enviado mi mejor amiga y la nueva emoción crece aún más en mi interior, quemándome el pecho ¿quién es la chica con la que está? ¿pelirroja? Valentina aparece en mis recuerdos y junto a ella, las palabras que le dijo a Dagna el día anterior: 

“Quería verte”

Sacudo la cabeza ¿en qué demonios estoy pensando? Es normal que salga con otras chicas, antes de mí tenía una vida, amigas y asuntos por resolver. No necesariamente tiene que andar haciendo cosas prohibidas con alguna de ellas y en todo caso, si lo hiciera, yo no tendría por qué estarme preocupando, después de todo no somos más que simples amigas. Tengo que parar de pensar en tonterías.

Suspiro y tomo el teléfono para desbloquearlo nuevamente y redactar lo siguiente:

 

De: Selene M.

Para: Karina M.

Enviado a las 9:11 p.m.

“No es mi rubia y ella puede estar con quien quiera, no necesariamente con una sensual pelirroja. Nos vemos mañana”

 

Y bloqueo la pantalla.

Coloco el aparato en mi mesita de noche y me encamino al baño. Cepillo los dientes y trenzo el cabello en dos largas coletas oscuras. Mientras me cambio de ropa para dormir, logro escuchar el sonido de mi teléfono una vez más. Karina debe haber respondido. Me acerco ansiosa por leer la estupidez con la que seguramente ha contestado, pero me sorprendo al leer el remitente. No es ella. 

 

De: Número Privado

Para: Selene M.

Recibido a las 9:32 p.m.

“Espero que hayas tenido un excelente día, el mío estuvo bastante aburrido sin ti (me hiciste falta) En fin, solo quería saludarte. Descansa y estudia mientras tengas tiempo porque: el fin de semana serás toda para mí. Besos

P.D. Sobre advertencia no hay engaño”

 

Es Dagna. 

Claro, ya se me hacía raro que no me hubiese mandado algo durante todo el día. Releo un par de veces la frase “me hiciste falta” y pongo los ojos en blanco. Tanta falta le he hecho, que se tuvo que conseguir a una sensual pelirroja. Solo de volverlo a pensar me pongo inquieta. Es obvio que esa chica está más que loca por Dagna y ella lo sabe, entonces ¿por qué salen juntas? La luz de la pantalla se apaga de repente, bloqueando automáticamente el aparato y regresándome a la realidad. Coloco el código de acceso y escribo.

 

De: Selene M.

Para: Número Privado

Enviado a las 9:42 p.m.

“Mi día fue como cualquier otro, solo que sin pelirrojas rondándome. Aún no he dado mi aprobación para pasar el fin de semana contigo. Buenas noches”

 

Pulso enviar y cuando releo lo que he mandado me sonrojo de inmediato. Lo admito, soné bastante obvia, bastante celosa para ser exacta. Mierda, no era eso lo que quería. Suspiro profundamente ¿qué rayos me está pasando? Estoy fuera de mi misma. Tengo que calmarme y recordar que yo no tengo una relación con ella, por lo que ambas somos libres de hacer lo que queramos. Para empezar, a mí ni siquiera me gustan las chicas. 

El sonido del teléfono indica que la playboy ha respondido.

 

De: Número Privado

Para: Selene M.

Recibido a las 9:45 p.m.

“Así como hay amigas castañas de ojos verdes, también las hay pelirrojas de ojos cafés. Si es esto un ataque de celos, debo admitir que mi reacción es ésta: 

:D!

P.D. Obtendré tu aprobación. Buenas noches. Más besos”

 

Mi rostro se calienta otra vez. Era obvio que para ella sería fácil notarlo, después de todo no he sido demasiado discreta guardando mis celos. Bloqueo la pantalla puesto que ya no se me ocurre que responder. Pensativa, me enrosco entre las sabanas y caigo rendida en un sueño profundo.

Cuando despierto, me siento totalmente recargada y llena de energías. Es la segunda noche que duermo increíblemente bien. Miro la hora y noto que he despertado más temprano de lo acostumbrado. Tomo un baño rápido y me arreglo sutilmente, para después bajar a la cocina. Como cada mañana, mi madre ha madrugado y cabe destacar que me ha preparado un exquisito desayuno, el cual por primera vez en varios meses, se sienta a disfrutar conmigo. Mi padre no está. Él generalmente sale desde muy temprano a trabajar y vuelve hasta altas horas de la noche, por lo que casi no suelo frecuentarlo. 

Justo ahora estoy en medio de una charla con mi madre, hablamos acerca de los exámenes de la próxima semana y la beca académica. Me está sermoneando sobre mantener el promedio necesario para no perderla y también, ha aprovechado la oportunidad para quejarse sobre los gastos y carencias que hay en nuestra familia. Me recuerda una vez más que tengo que socializar y mantener relaciones con gente de alto estatus. Sé a quien se refiere, pues aunque no se ha atrevido a mencionar su nombre, es claro que está hablando de Dagna. No ha parado de decir una y otra vez, la importancia que tiene dejar una buena impresión con ella y con su familia, si es que en algún momento llegara a conocerlos. 

Agradecida por haber terminado de comer, me levanto con rapidez para finalizar la tediosa plática. Me despido de mi madre como de costumbre y ella me acompaña hasta la puerta. No para de hablar hasta que salgo de casa. Suspiro aliviada una vez que cierra la puerta y como cada día, emprendo mi ruta diaria, caminando rumbo a la escuela. 

He avanzado aproximadamente dos cuadras cuando noto una figura en la distancia. Continúo mi andar y conforme me acerco, reconozco de quien se trata. Frente a mí, Alexander está recargado sobre su auto, esperándome. Me detengo al instante y él me observa furioso. Analizo nuestro alrededor y me doy cuenta de que la calle está completamente vacía. Estamos solos. Trato de volver pero mis piernas no responden. Un miedo se apodera de mí y el nombre de la chica playboy quiere salir de mi garganta. Él escupe antes de comenzar a acercarse y yo pienso que es simplemente desagradable. 

— Me alegra encontrarte sola. Necesito hablar contigo — su voz suena entre burlona y molesta. 

Doy un paso atrás cuando el moreno está a escasos metros de mí ¡no quiero que se me acerque! Y como si mis plegarias llegaran una vez más hasta el cielo, el ruido de un auto que se derrapa a toda velocidad, atrae nuestra atención cuando se estaciona junto a la acera en donde estamos parados. 

Se trata de un Audi TT color blanco del cual, un hombre de cabellos negros y traje del mismo color, baja de él. Con suma elegancia cierra la puerta del auto y rodeando el mismo a paso firme, camina sin pausa alguna hasta nosotros.

— Señorita Mondragón. Necesito que me acompañe — ordena el sujeto con seriedad.

— ¡Un momento! — grita el moreno y el hombre le lanza una señal de mano, indicándole que guarde silencio.

— A usted — habla ahora mirando a Alexander — Le recomiendo que se mantenga alejado de la señorita.

— ¿Alejado? Es mi novia y puedo estar cerca de ella tanto como quiera — alega él, acercándose al hombre con aires de superioridad.

— Tengo instrucciones de usar la violencia, si es que usted se rehúsa a entender — advierte el desconocido y Alexander frena inmediatamente sus movimientos.

— Ya entiendo — sonríe — Esa lesbiana es tu jefa — el trajeado ignora el comentario de mal gusto y se vuelve a verme.

— Señorita, por favor. Acompáñeme — sin pensarlo siquiera dos veces, lo sigo hasta el auto. No tanto porque realmente quiera ir con él, sino porque quedarme con Alexander seria estúpido.

— ¿Ahora hasta guardaespaldas tienes? ¡No puedo creerlo! ¡Tú y esa lesbiana de mierd…!

Los gritos del moreno cesan cuando el hombre cierra la puerta del auto. Luego rodea nuevamente el vehículo y sube ágilmente al asiento del conductor. Veo a través del cristal que mi novio saca el celular y enfurecido, camina de un lado a otro mientras habla. 

Arrancamos y durante el camino, prefiero quedarme callada. Miro de reojo al desconocido y noto que se trata de un hombre de aproximadamente 25 o 30 años. Es blanco, tiene el cabello negro y extremadamente rizado. Aunque lleva traje, puede notarse a través de las prendas que está en forma. Sus ojos oscuros me miran por el retrovisor y yo me sonrojo al darme cuenta de que me ha atrapado viéndolo. 

— Mi nombre es David. Seré su guardaespaldas desde hoy — yo lo miro impactada ¿mi guardaespaldas personal? ¿cómo en las películas? Dejo de lado mis fantasías y me doy cuenta de quién está detrás de todo esto.

— Yo no pedí uno.

— Son órdenes de la señorita Meardi — explica el hombre. 

— Lo imaginé — él sonríe y yo suelto un suspiro. De todas formas no puedo hacer nada.

El resto del camino ya no hablamos. 

Una vez que llegamos a la universidad, David se estaciona frente a la entrada de cristal y baja con rapidez, rodeando el auto en cuestión de segundos y abriéndome la puerta una vez más. Luego, me ofrece una mano para ayudarme a bajar y yo me ruborizo cuando noto la cantidad de audiencia que hay a mi alrededor. Murmullos y miradas se enfocan en nosotros. Escucho un par de comentarios desagradables, acompañados de algunas risas que me hacen suspirar con fastidio. Siempre he odiado ser el centro de atención. Sin decir nada, bajo del auto ignorando el bullicio y miro a mi guardaespaldas.

— Gracias por traerme.

— Cuando sus clases finalicen, estaré esperándola aquí mismo — me informa el hombre.

— No hay necesidad de eso. Hoy me iré en el auto de una compañera — miento cuando Karina me pasa por la mente. David asiente pero entiendo que de todas formas estará vigilándome. 

Sin darle más vueltas al asunto e ignorando al público de mi alrededor, emprendo camino al aula de clases. Durante el corto trayecto, me han saludado infinidad de personas desconocidas ¿cuál es la razón? No lo sé. Tal vez sea por Dagna. Llego al salón y una enorme cantidad de personas me intercepta en la puerta, gritando y hablándome con suma emoción e impidiéndome entrar. Me quedo paralizada sin saber qué hacer.

— Déjenla tranquila — la multitud mira por encima de mi hombro y al instante, retroceden temerosos — Su clase está por comenzar, así que regresen adentro – todos obedecen y en cuestión de segundos estoy sola con la desconocida.

— Gracias — digo girando el cuerpo para conocer a la dueña de aquella misteriosa voz. 

Cuando mis ojos la encuentran, quedo completamente asombrada. Su apariencia es todo, menos lo que imagine, empezando tan solo con el color de su cabello que parece ser en su totalidad blanco. Es bajita y demasiado delgada a mi parecer. Lleva una perforación en la nariz y no logro distinguir si sus ojos son azules o plateados. Lo que más me ha llamado la atención son sus pecas, pues las pequeñas manchas cubren por todas partes el cuerpo y cara de la chica. 

— De nada — responde con sequedad continuando su camino. 

Sin saber que decir, la miro desaparecer por las escaleras que conducen al segundo piso del edificio ¿quién es? Creo que nunca antes la había visto. Tuerzo la boca pensativa y decido esperar para preguntarle a Karina, ella es muy popular, seguro que la conoce.

Finalmente entro al salón y aunque los murmullos continúan, nadie vuelve a acercarse. Saco el celular con la intención de distraerme un poco, pero termino escribiendo un mensaje para la chica playboy.

 

De: Selene M.

Para: Número Privado

Enviado a las 8:12 a.m.

“No necesito un guardaespaldas”

 

Pulso enviar y me recuesto sobre el pupitre, cerrando los ojos un momento y tratando de olvidar las miradas y cuchicheos provenientes de todas partes. El sonido del celular me hace desbloquearlo de inmediato.

 

De: Número Privado

Para: Selene M.

Recibido a las 8:15 a.m.

“Nada mejor que empezar el día con un mensaje tuyo, aunque me hubiese gustado leer algo más dulce.

P.D. Claro que lo necesitas”

 

No respondo. 

Aunque me cuesta aceptarlo, Dagna tiene razón. Alexander me hace temblar la mayor parte del tiempo y yo no sé cómo defenderme. Nunca aprendí algo sobre defensa personal o cosas por el estilo. Además, soy una persona demasiado tranquila por lo que jamás he necesitado usar la violencia con alguien. 

Karina me distrae y yo sonrío cuando la veo entrar corriendo al salón de clases y detrás suyo, la maestra Gloria cierra la puerta para después lanzarme una mirada desaprobatoria, borrando mi sonrisa.

— Siempre tarde — digo burlándome de mi mejor amiga cuando se sienta a mi lado.

— Estuve a punto de no llegar — habla pausada, tratando de recuperar el aliento — Esa vieja bruja casi me deja afuera del salón — ella mira a la maestra con reproche y yo me río. 

El resto de la semana pasó en cámara lenta, las horas parecen una eternidad y las clases en lugar de avanzar, retroceden. He pasado todas las tardes estudiando en casa de Karina, pues su manera de explicar y enseñar sin duda es la mejor. No he vuelto a recibir mensajes de Dagna y tampoco le he enviado alguno yo. Sin duda, lo que me parece más raro en todo esto, es el hecho de que ella simplemente desapareciera. La última vez que la vi fue aquella mañana, cuando me defendió de Alexander, quien curiosamente, tampoco se ha vuelto a presentar en la escuela. Es como si ambos hubiesen decidido esfumarse de mi vida por arte de magia y aunque reconozco que estaría sumamente feliz si mi novio desapareciera, no lo estaría si fuera el caso de la chica playboy.

— Karina — llamo a mi mejor amiga, quien decide dejar momentáneamente su teléfono para prestarme atención — ¿Conoces a una chica de cabello blanco? Parece que tiene clase en el segundo piso. 

— ¿De cabello blanco? — ella piensa un par de segundos y vuelve a hablar — La única chica de cabello blanco en la universidad es Melania.

— ¿Melania? — repito su nombre, pues me parece demasiado raro — ¿Quién es? Nunca antes la había visto por aquí. 

— Recientemente fue transferida a nuestra universidad — comienza a explicar — Pertenece a una de las familias más ricas de la ciudad y creo que también es hija única.

— Ya veo. 

— ¿Porqué preguntas? ¿Te hizo algo?

— Nada de eso, es solo que esta mañana apareció frente a la puerta de nuestro salón y todos salieron huyendo — mi mejor amiga parece no sorprenderse con el relato.

— Todos le temen — tuerce la boca y eleva la mirada — A pesar de ser rica, ella es demasiado solitaria y su apariencia no le ayuda mucho — Karina se encoge de hombros y pareciera que un escalofrío le invade el cuerpo — Me da un poco de miedo, así que solo he cruzado un par de palabras con ella.

— Yo no creo que sea aterradora, solo es...diferente.

— Tú siempre ves el lado bueno de las personas — ella suelta un suspiro y yo sonrío.

Sin agregar algo más, volvemos a nuestro almuerzo.

Es viernes por la noche y el ruido de la ciudad es mucho más fuerte que cualquier otro día, puesto que todo mundo tiende a salir de fiesta. Los antros, bares, restaurantes y plazas comerciales suelen llenarse a tope. Cabe mencionar que, también es en éstos días cuando más accidentes automovilísticos se registran mensualmente, ya que muchas personas no son lo suficientemente responsables y beben, sabiendo que horas más tarde estarán frente al volante. 

Por mi parte, no tengo planes. Estoy exhausta y no tanto por el hecho de haber tenido una semana activa, pero estudiar todas las tardes, es razón suficiente para solo querer dormir llegando a casa. Miro el celular por última vez antes de caer rendida. Siento como inmediatamente mi cuerpo se relaja y a mi mente, llega la imagen de una hermosa rubia, quien con grandes ojos miel y vestida de conejita, me habla con voz suave.

Despierto debido a que mi celular suena una y otra vez, imparable. Con ojos entrecerrados y movimientos lentos busco sobre el mueble y cuando lo encuentro, tomo el aparato para deslizar el dedo sobre la pantalla, respondiendo.

— ¿Selene? — es mi mejor amiga.

— ¿Qué pasa? Es… demasiado temprano Karina — un bostezo se cuela entre mi frase.

— ¿Temprano? Si ya es medio día — dice soltando una carcajada — ¡Que floja eres! — grita por la bocina y yo me incorporo con pereza. 

— ¿De verdad? 

— De verdad.

— Mmm… — balbuceo adormilada alejando el teléfono de mi oreja y mirando la hora en la pantalla. Ella tiene razón — ¿Y para qué me llamas? Es sábado.

— Para invitarte a salir ¡hace mucho que no vamos juntas de fiesta! — ella habla con emoción — Hemos estudiando toda la semana y merecemos un descanso ¿no crees?

— Eso es cierto — respondo aun soñolienta — ¿Qué tienes en mente?

— Tengo entradas para una fiesta esta noche ¿qué opinas? ¿Tienes ganas de bailar o prefieres hacer algo más tranquilo? — me quedo pensativa un rato. 

He dormido bien los últimos días y el cansancio de hace unas horas, se ha esfumado. No tengo más pendientes por hacer y si a eso le agregamos que, hace meses que Karina y yo no salimos juntas, creo que es una buena idea aprovechar esta oportunidad y tener un desestrés antes de la semana de exámenes.

— Vamos de fiesta — respondo convencida y mi mejor amiga pega un grito tan fuerte, que me hace alejar el teléfono de mi oído.

— Perfecto, entonces paso a recogerte a las diez ¿te parece?

— Sí, está bien. Nos vemos más tarde.

— Adiosito — dice antes de cortar la llamada. 

Miro la pantalla del celular, corroborando una vez más que ya pasa del medio día ¿realmente he dormido tanto? 

Sin muchos ánimos, me levanto de la cama y me encamino a la puerta. Tengo más hambre que ganas de bañarme, por lo que bajo presurosa las escaleras y al instante, mi olfato se impregna con un exquisito olor a “hot cakes” mi desayuno preferido, o debería decir ¿mi comida favorita? Cuando entro a la cocina me topo con mi madre, quien frente a la estufa, está terminando de hacer los deliciosos pastelillos de harina. Me siento y el ruido de la madera cruje, delatándome y haciendo que mi madre clave sus oscuros ojos en mí. 

— Ya es medio día — me dice con disgusto.

— No me regañes, estaba cansada — balbuceo mientras mis ojos se posan en la deliciosa torre de pasteles redondos que están junto al microondas — He estado estudiando para los exámenes finales toda la semana y justo ahora muero de hambre.

— Lo sé, por eso he preparado tus favoritos — dice colocándome enfrente, un plato con tres pastelillos cubiertos de mantequilla y miel — Son para ti.

— Gracias mamá — trago saliva al tomar los cubiertos. Anoche me he ido a la cama sin cenar y por esa razón estoy tan hambrienta — ¿Y papá? ¿Ya se ha ido?

— Sí, tiene demasiado trabajo que hacer — se limita a responder mi madre — ¿Quieres algo de tomar? — yo asiento con la cabeza y tras mi respuesta, la veo girar la perilla de la estufa y el fuego cesa. Llena una taza con leche y la coloca junto a los pastelillos extra cerca de mí y después, con pasos lentos se sienta cara a cara.

— ¿Ya desayunaste? — le pregunto, pues su plato está vacío.

— Sí, con tu padre.

— Que bien — arqueo una ceja mirando con preocupación a mi madre. 

Aunque generalmente ella es una persona seria y reservada, hoy percibo cierta ansiedad en su hablar y actuar ¿habrá tenido una pelea con mi padre? La observo y veo que tiene la vista clavada al suelo, parece distante ¿que estará pensando?

— ¿Y Dagna? — suelta de repente. Trago el bocado tratando de disimular la sorpresa que me he llevado por su pregunta. 

— Hace varios días que no la veo.

— Ya — habla bajo. Como no logro descifrar que pasa por su mente, decido preguntarlo directamente. 

— ¿Está todo bien? ¿Pasó algo? — ella se cruza de brazos y recargándose sobre el respaldo de la silla me mira inquieta.

— Estuve investigando — comienza a decir — Sobre esa chica — mi madre habla pausada mientras acomoda su larga cabellera rizada — No sabía que Dagna era lesbiana — tras sus palabras, casi me ahogo con el vaso de leche.

— ¿Lesbiana? — pregunto fingiendo sorpresa. Mi madre se revuelve sobre la silla y noto que le incomoda demasiado hablarlo. 

— Sí, verás. El otro día estaba platicando con la madre de Karina y surgió el tema de la familia Meardi — ella se lleva una mano al mentón, pensativa — No recuerdo porque razón terminamos hablando de ti y de la buena relación que tienes con esa chica — sus ojos se entornan, mirándome aún con mayor seriedad — Le conté que ustedes se llevan de maravilla y que incluso has dormido en su casa — frunce el ceño y de inmediato continua hablando — No sé si me lo habrá dicho por envidia o con buena intención pero…  me comento que Dagna es lesbiana — desvía la mirada — ¿Tú, lo sabias?

— Si — corroboro y veo que ella se queda inmóvil. Ahora que mi madre lo sabe, no puedo negarlo y mucho menos seguírselo ocultando. Después de todo, es la verdad y tarde o temprano terminará por descubrirla.

— Ella… — carraspea — Ella no ha intentado nada contigo ¿verdad? — su mirada regresa a mí y yo la esquivo tomando un cuarto pastelillo y colocándolo sobre mi plato.

— No madre, para nada.

— ¿Ni siquiera cuando te quedaste a dormir con ella? — me mira atenta de arriba abajo, está analizando mi reacción. 

Trato de mantener la calma y controlar los nervios. Pongo los codos sobre la mesa y entrelazó las manos, fijo la mirada sobre su anillo de matrimonio, lo usa incluso después de tanto tiempo, igual que mi padre.

— No, si siquiera esa vez — miento haciendo contacto visual para que mi respuesta parezca creíble — Es una chica muy tranquila y respetuosa, jamás me haría algo así — siento que un rubor me invade el rostro al recordar las escenas del baño. Esta más que claro que Dagna es todo, menos tranquila — Además, solo somos amigas — noto que los hombros de mi madre se relajan visiblemente.

— Me alegro — suelta un suspiro y suaviza la voz — Espero que nunca trate de sobrepasarse contigo Selene.

— Claro que no lo hará mamá — ella arquea una ceja con angustia y su rostro tenso me hace hablar pensar — Además tiene novia.

— ¿De verdad? No sabía nada al respecto — mi comentario anterior debió finalizar la plática pero ahora parece más interesada que antes — ¿La conoces?

— No.

— ¿Segura? — insiste con ese peculiar tono de “dime la verdad” 

— Segura, lo único que sé es que…— mi mente maquinea con velocidad recordando el mensaje de Karina — Es pelirroja.

— Oh, ya veo — nuevamente se calma y yo me aplaudo por lograr mi objetivo — Le gustan chicas exuberantes.

— Así parece — desvió la mirada cuando esa extraña sensación me revuelve el estómago otra vez. 

— Es raro que nadie lo sepa — toma un pastelillo de harina y untándole mantequilla, se lleva una rebanada grande a la boca — Probablemente mantiene sus relaciones ocultas para no dañar la reputación de su familia — pongo los ojos en blanco, aquí vamos de nuevo.

He charlado un buen rato con mi madre. Ella no volvió a preguntar sobre mí y Dagna después de enterarse sobre su supuesta relación con la pelirroja y aunque debo admitir, que me arrepiento de haber dicho una mentira como esa, ya no puedo revertirlo. Después de todo ¿qué sería lo peor que podría pasar? Dagna ni siquiera tiene porque enterarse de esto. 

Aprovechando el momento, le conté a mi madre que Karina me había invitado a salir esta noche y que lo más probable seria que me quedaría a dormir en su casa. Ella ha accedido dándome el permiso sin siquiera pensarlo mucho. Anabel adora a mi mejor amiga, por lo que no hay “peros” cuando se trata de salir o quedarme con ella. Después de todo, conocemos a Karina y a su familia desde hace años. Sabe que no corro ningún peligro a su lado. 

He decidido pasar el resto de la tarde viendo televisión y leyendo cosas sin sentido. Estoy un tanto aburrida, por lo que decido tomar el celular y distraerme en las redes sociales. Sin aguantar la curiosidad por mucho tiempo, reviso las llamadas y mensajes de texto. Nada. Ni rastro de la chica playboy. Miro los últimos mensajes de nuestra conversación y mis pupilas se clavan específicamente en uno de ellos. Aquel que lleva la frase “el fin de semana serás toda para mí” me deja pensativa ¿lo habrá olvidado? Es sábado por la noche y a estas alturas ya debería tener alguna invitación de su parte ¿estará molesta conmigo? Sacudo la cabeza, puede que solo esté ocupada. Lanzo el aparato sobre el colchón y soltando un largo suspiro, me recuesto. 

Mi subconsciente pide a gritos su presencia.Tengo la tentación de llamarla pero no sé si sea correcto, creo que mandarle un mensaje sería una mejor idea. Estoy ansiosa. Lo único que quiero es oír su voz, acariciar su cabello, sentir el aroma que su cuerpo deja impregnado sobre el mío cuando me abraza. Me sonrojo incorporándome con rapidez ¿qué diablos estoy pensando? Miro el reloj y son las 8:45 p.m. Estoy a buen tiempo de darme un relajante baño y prepararme para salir.

Como no tengo muchas ganas de arreglarme hoy, opto por ponerme una blusa negra sin mangas con un estampado de mi banda favorita de rock, mientras que para la parte de abajo, elijo una falda lisa color rojo pálido, la cual hace juego con mi conjunto superior. En cuanto al calzado, creo que usar unos botines de plataforma negros, son la mejor opción. Me dejo el cabello suelto y paso a maquillar el rostro. Coloco un poco de base liquida, polvo compacto, algo de rímel, un labial potente, perfume y estoy lista. 

Karina aparece a la hora acordada y mi madre anuncia su llegada con un grito. Bajo rápidamente las escaleras y me topo a mi mejor amiga, quien sentada en uno de los sillones de la sala, tiene el celular en manos y está tan entretenida que no percibe mi presencia. La analizo de arriba abajo y noto que pese a los años, seguimos teniendo el mismo estilo para vestir. Ella lleva una blusa de tirantes verde pálido y una falda negra con relieves del mismo color que la parte superior. Al igual que yo, está usando unos botines no muy altos, color negro. En cuanto al cabello, ha optado por una media coleta, la cual permite lucir sus brillantes y poco maquillados ojos verdes.

— Karina — la llamo y ella levanta el rostro. Me mira unos segundos y habla.

— Te ves muy guapa — dice sonriente.

— Gracias. Tú no te quedas atrás — ella ríe incorporándose con pereza. 

— ¿Estas lista? — asiento a su pregunta — Entonces, vámonos. 

Tomando su bolso y sacando las llaves del auto, la castaña se despide de mi madre con un fuerte abrazo, para después plantarle un beso en la mejilla. Anabel corresponde al detalle con cierta dificultad y yo sonrío al ver lo incomoda que se pone, tal vez de ella heredé la poca muestra de afecto que tengo hacia los demás. Salimos de casa y caminando con rapidez llegamos hasta el auto.

Llegamos a un edificio alto y al parecer muy nuevo. Noto que la multitud se amontona en la puerta de entrada, la cual tiene un letrero brillante que dice: “EXCLUSIVE PARTY” es el nombre de la fiesta. El lugar es aproximadamente de dos o tres plantas y sin verlo, puedo imaginar el  mar de gente que seguro debe haber adentro. Miro a mi mejor amiga y ella me hace una señal con la cabeza como diciendo “ahí es”. Bajamos del auto y notamos que esta vez hay varias filas para entrar al evento.

— ¿En cuál vamos nosotras? — le pregunto a Karina, quien mirando los boletos frunce el ceño.

— No tengo idea — se vuelve a ver al gentío — Formémonos en esa. 

Yo la sigo y conforme nos acercamos al edificio el ruido de la música se escucha más fuerte, haciendo eco por toda la calle. Lujosos autos se estacionan detrás del viejo, pero bien cuidado BMW de Karina y nosotras nos colocamos junto a la pared, en la última fila de la entrada.

— Mira — ella señala la parte superior del sitio y yo elevo la vista a lo que parece ser la terraza del lugar, de donde varias personas nos miran desde lo alto como si fuésemos insectos. Fuerzo la vista y veo que todos beben, comen y bailan mientras luces de todos colores destellan hacia todas direcciones, iluminando el oscuro cielo sobre sus cabezas. 

Vuelvo la vista al frente y mirando a la increíble multitud que tengo adelante, me doy cuenta de que hay un rostro familiar en la distancia. Ella lleva un escotado vestido blanco y altos tacones color negro. Su larga cabellera castaña se mueve de un lado a otro y una espectacular sonrisa adorna su blanco y bien maquillado rostro. Es Karime, quien como siempre está recibiendo una vez más a los impacientes invitados. Por instinto pero muy discretamente, miro los alrededores buscando a la rubia, sin embargo no la encuentro por ninguna parte.

— Ahí está. Es ella, ven — Karina me toma repentinamente del brazo y me saca de la fila.

Atravesamos las enormes hileras con paso firme y aunque hubo quejas y reclamaciones por doquier, mi mejor amiga no se detiene y continúa arrastrándome detrás suyo. Finalmente llegamos hasta la conocida edecán de vestido blanco y cabellos castaños.

— ¡Karime!

— ¡Karina! Pensé que no vendrías — grita con emoción la segunda castaña clavando sus ojos cafés en nosotras — ¿Selene?  — me reconoce casi de inmediato.

— Hola — saludo con timidez y ella sonríe.

— No puede ser ¿se conocen? — pregunta mi mejor amiga arqueando una ceja curiosa.

— Si, por Dagna — respondo con brevedad — Y ustedes ¿cómo es que se conocen?

— Vamos a la misma academia de ballet — habla Karime mirando a la de ojos verdes.

— Exacto — confirma Karina asintiendo con la cabeza.

— Ya veo — sonrío para ambas y vuelvo a hablar — Nosotras somos amigas desde secundaria ¿verdad? — Karina asiente por segunda ocasión y la edecán nos mira incrédula. 

— Vaya, pero que pequeño es el mundo — un par de comentarios desagradables nos obligan a finalizar la plática más rápido de lo planeado — Las dejaré entrar primero — comenta Karime y ambas suspiramos aliviadas, pues la fila de gente detrás de nosotras no ha hecho más que incrementar.

Karina hace entrega de los boletos y Karime troza en dos pedazos los papeles, para después colocar un sello en nuestras muñecas y darnos un trago de bienvenida a la abrumadora fiesta. Nos despedimos para entrar al lugar y el aniquilante olor a alcohol me inunda el olfato cuando atravesamos la puerta. Mis ojos se cierran por inercia cuando las cegantes luces blancas nos alumbran, parpadeando repetidas veces por doquier. Karina me lleva de la mano mientras nos abre camino entre la multitud. Noto que el primer piso está lleno de hombres y mujeres que bailan frenéticamente al compás de la música electrónica. Está muy lleno, por lo que decidimos subir a la segunda planta y para nuestra suerte, esta menos concurrido. 

— Primero tomemos algo — accedo a la proposición de Karina.

Caminamos atravesando el rectangular espacio rodeado de personas y llegamos hasta la barra, en donde nuevamente me topo con un rostro familiar. Se trata de la chica morena que me atendió hace pocos días en la fiesta “LADY’S NIGHT”. Parece que me reconoce sin dificultad, pues sonriente, me saluda con un gesto de cabeza para luego decir:

— ¿Otra vez por aquí? — ella sacude su rizada cabellera oscura mientras continua con su labor.

— Hola — me siento alegre de verla — Si, vine a divertirme un poco.

— Parece que conoces a todos en esta fiesta Selene — la voz de Karina me hace mirarla y la veo sentarse en uno de los bancos altos junto a la barra.

— Solo han sido dos personas. 

— Es broma, tonta — ella sonríe y yo correspondo.

— Karina, te presento a…  — me llevo una mano al mentón — Te llamas Samantha ¿verdad? — la morena del otro lado de la barra, afirma.

— Sí, pero todos me dicen Sam.

— Entiendo — una vez más vuelvo la vista hacia mi acompañante — Karina ella es Sam, amiga de Dagna también. 

— Es un gusto — mi mejor amiga le lanza una encantadora sonrisa que coincide con la de ella.

— Al contrario ¿qué puedo ofrecerles de beber? 

— A mi me gustaría un Vodka con jugo de piña y bastante hielo, por favor — pide amable mi mejor amiga. La morena asiente y me mira interrogante. 

— Yo quiero lo de la vez pasada — Sam confirma los pedidos mentalmente y sin decir más, comienza a preparar la orden.

Mientras esperamos, decidimos disfrutar del espectáculo a nuestras espaldas por lo que ambas giramos sobre el asiento. Hoy hay más hombres que mujeres, lo cual debo admitir, me desagrada un poco. Las paredes y cristales vibran debido el alto volumen de la música, mientras gritos, voces e indescifrables palabras se mezclan unas con otras, formando un armonioso murmullo que a la vez es abrumador. Hay parejas por doquier, gente sola, tríos y grupos conformados por más de cinco integrantes. También ha venido gente mayor y chicos menores de edad, los cuales creo yo, no deberían estar en un ambiente como este. Samantha coloca las bebidas sobre la barra y Karina da vuelta sobre el asiento, dando un largo trago para después comenzar a moverse al ritmo de la música.

— ¡Adoro esa canción! — grita y aunque permanece sentada, eleva los brazos y menea la cadera con energía. La chica que nos atiende, no puede evitar reír al ver la emoción de mi mejor amiga. 

Tomo el vaso de cristal y doy un pequeño sorbo. El sabor del Whisky me regresa a la noche que estuve a solas con Dagna y como consecuencia, mi mente comienza a maquinar, pensando en donde podrá estar, después de todo Karime está aquí ¿qué estará haciendo ella? Saco el celular con la esperanza de encontrar alguna pista de la playboy, pero para mí mala suerte, solo  Alexander me ha mandado un texto. Desbloqueo la pantalla para leer:

 

De: Alexander R.

Para: Selene M.

Recibido a las: 10:57 p.m.

“Acabo de pasar por tu casa ¿dónde estás?”

 

Sin responder, pulso el botón que bloquea la pantalla y vuelvo a guardar el aparato dentro del bolso de Karina. Suspiro, sorprendiéndome a mí misma cuando noto lo decepcionada que me siento. Dagna dijo que pasaría el fin de semana conmigo, pero tal parece que lo ha olvidado… ningún mensaje o llamada. Nada de visitas o apariciones inesperadas, simplemente ha desaparecido.

Doy un segundo trago a la amarga bebida y esfumando los pensamientos anteriores, decido continuar estudiando el lugar. Mis ojos se pasean por las paredes y por las rectangulares ventanas que están muy cerca del techo de madera. Contemplo también al DJ, quien parece ser un hombre joven y alegre. Las luces blancas dominan la mayor parte del lugar, parpadeando repetidas veces y creando un efecto de cámara lenta a nuestro al rededor. El piso es sencillo, construido a base de azulejos de colores y cemento blanco, sobre el cual, miles de elegantes zapatos se pasean de un lado a otro. 

Un escándalo proveniente de un grupo de hombres que beben hasta el fondo de sus botellas, me hace elevar la mirada, están demasiado ebrios para mantenerse en pie. Luego, observo a un par de mujeres que cantan a todo volumen en el centro de la pista para después, pasear las pupilas sobre cada uno de los invitados al otro extremo del lugar que están sentados cerca de la segunda barra. La mayoría son parejitas enamoradas. Pongo los ojos en blanco y me centro en las mesas del lado izquierdo y es hasta entonces que nuestros ojos se encuentran. Su profunda mirada miel me hace estremecer, ahogándome con la bebida por tal sorpresa. Karina deja de bailar sobre el asiento y con evidente preocupación, comienza a darme leves palmadas sobre la espalda.

— Hey tranquila ¿estás bien?

— Si, solo me ahogue un poco — respondo mientras me limpio con el reverso de las manos la comisura de los labios. 

— Ten cuidado — la castaña parece aliviada y sin decir más, continúa bebiendo y bailando al ritmo de la música. Vuelvo a mirar en la misma dirección, analizándola de arriba abajo aun sin creer que es ella, pero no hay equivocación, Dagna está aquí. 

De piernas cruzadas y manos entrelazadas, me mira atenta desde el otro lado de la habitación. No sé porque presiento que lleva rato así, acechándome. La expresión de su rostro es indescifrable y parece estar sola ¿me ha estado mirado todo el tiempo? ¿por qué no se ha acercado? Mi mente se distrae cuando mis pupilas se enfocan en una pelirroja de piel blanca, quien tomando asiento junto a la playboy coloca dos copas de cristal y una larga botella de vino frente a ambas ¿vienen juntas? Las miro a detalle y noto que aunque Valentina habla imparable, Dagna no le presta ni la más mínima atención ¿cuánto tiempo llevan aquí?

— Selene, vamos a bailar — Karina me toma de las manos, jalándome a la pista. 

— Espera… Karina.

— Llevamos sentadas todo el rato — pierdo de vista a la rubia una vez que entramos al mar de gente — Además, has estado muy aburrida y se supone que vinimos a divertirnos. Anda, no me dejes bailando sola — ella me hace una mueca de tristeza y accedo a su petición. 

Es verdad, aunque Dagna había dicho que el fin de semana “seria suya” nunca tuvo la cortesía de llamarme o avisarme si la propuesta seguía en pie. Así que justo ahora, aunque ella está aquí en el mismo lugar que nosotras, yo vengo como acompañante de Karina y no tengo porque darle tanta importancia. Además, ella ha decidido traer a su sensual pelirroja ¿no? 

— ¡Baila! ¡Baila! — me incita Karina mientras levanta ambos brazos y agita su melena castaña, sintiendo la música.

Sin pensarlo más tiempo, comienzo a mover el cuerpo. Justo ha empezado a sonar una de mis canciones favoritas y Karina lo sabe, por lo que me anima a bailar aplaudiendo con las palmas. Ambas reímos y cantamos a todo pulmón, meneando las caderas y saltando frenéticamente en ocasiones, fusionándonos con el resto de las personas que hay a nuestro alrededor y por un momento me olvido de Dagna Meardi. Solo somos Karina y yo, gozando de un fin de semana en nuestro habitual y sencillo mundo.

Minutos más tarde, decido volver a la barra ya que estoy verdaderamente sedienta. Las plantas de los pies han comenzado a dolerme, a penas y puedo permanecer de pie. Karina se ha quedado en la pista de baile junto a un grupo de mujeres que se han unido a nosotras hace unas horas y yo he aprovechado la oportunidad para escapar y beber algo.

Durante mi regreso, camino con cuidado evitando concentrarme de más en el terrible dolor que me ocasionan los zapatos, así que para distraer la mente miro en dirección a donde la chica playboy estaba sentada hace un rato, pero no la encuentro ¿se ha ido? Tal vez le molesto el hecho de que la ignorara por completo. Mis vagos pensamientos se esfuman cuando una de las plataformas que llevo puestas se dobla repentinamente contra el suelo, causándome una punzada dolorosa en el tobillo y provocando que pierda el equilibrio por completo.

— ¡Cuidado! — escucho gritar a una chica desconocida, quien tomándome del brazo con astucia, evita mi caída — ¿Estas bien? — pregunta aliviada cuando ve que estoy a salvo y yo dirijo la mirada hacia ella — No estas ebria o algo por el estilo ¿verdad?

— No — respondo en un murmuro mientras niego con la cabeza también. Estoy asombrada, esta mujer es realmente hermosa, parece actriz de cine. 

— Me alegro. Un poco más y te hubieras dado un buen golpe — ella se ríe con ternura y esa dentadura perfecta adorna su largo rostro.

— Perdón por la molestia y muchas gracias por ayudarme — le sonrío con timidez.

— No es algo que debas agradecerme, cualquiera te habría ayudado — ella levanta el pulgar, sonriente. 

La miro con suma atención, realmente es bella y aunque lleva puesto algo de maquillaje, se nota que es el tipo de mujer que lo utiliza como un accesorio más. 

— ¿Vas a la barra?

— Sí.

— Yo también ¿te molesta si te acompaño? — niego con la cabeza y ella me regala un guiño — Bien.

Caminando a nuestro destino, la observo de reojo. Es demasiado alta y delgada, posee también una piel demasiado lisa y blanca. Tiene el cabello lacio y castaño con finos mechones color rubio que descansan sobre su pecho, incluso más abajo del mismo. Sus ojos son pequeños pero los lleva perfectamente delineados de negro, haciendo que el color grisáceo en ellos, resalte mucho más. Sin duda alguna es mayor que yo, debe tener alrededor de unos 20 o 24 años.

— Hoy ha venido demasiada gente — reinicia la conversación hablando alto y captando mi atención — Supongo que se debe a que es fin de semana — yo concuerdo con un gesto de cabeza y cuando vuelvo la vista al frente noto que muchas personas nos miran, principalmente a mí. Sus caras de disgusto y celos me hacen pensar que probablemente ella también es alguien importante. Suspiro, gracias a Dagna estoy más que acostumbrada a este tipo de situaciones.

— ¡Hola Samantha! ¿Cómo estás? ¿Qué tal tu noche? — la castaña saluda a la morena una vez que llegamos a la barra. 

— Odra, que gusto verte otra vez — ella corresponde al saludo con la misma alegría — Todo va muy bien ¿Y tú? ¿Qué te trae por aquí?

— Cierta persona — ella levanta una ceja y la morena asiente con seriedad — La estoy buscando.

— Entiendo — Samanta hace una mueca antes de volver a hablar — Me temo que en eso no puedo ayudarte pero ¿qué te ofrezco de beber?

— Vodka por favor, ya sabes cómo me gusta — la morena asiente y ambas se vuelven a verme interrogantes — ¿Y tú? ¿Qué vas a pedir? — mi nueva acompañante me mira expectante. 

— Whisky — digo con rapidez — Que sean dos, por favor.

— De acuerdo.

Mientras la chica prepara nuestros pedidos, ambas decidimos descansar los pies, por lo que tomamos asiento sobre los bancos de madera que hay a un lado de la barra.

— ¿Vienes sola? — pregunta de repente la mayor y yo niego con la cabeza — Claro, por algo has pedido dos bebidas ¿vienes con tu novio?

— No — carraspeo — Con una amiga, pero ella se ha quedado allá — señalo la pista de baile y la castaña enfoca su mirada sobre la multitud.

— No estarás inventando esto para deshacerte de mí ¿o sí? — su pregunta me hace mirarla perpleja y ella suelta una fuerte carcajada — Estoy jugando.

— Ah…— no lo pille a tiempo.  

Justo en ese momento un par de gritos divertidos captan mi atención. Tal parece que Karina y el resto de las chicas bailan intensamente al ritmo de la música mientras forman una larga fila e invitan a todo tipo de personas a unírseles, mientras danzan alrededor de la pista. Creo que fui demasiado expresiva ya que la nueva desconocida mira hacia donde yo tengo clavadas las pupilas.

— No me digas ¿ella es de quien hablabas? — pregunta mirando con diversión el espectáculo.

— Si — murmuro boquiabierta contemplando el estado de ebriedad en el que Karina se encuentra. Mi acompañante no logra contenerse más y explota riendo con energía.

— ¡Vaya amiga! Se nota que le gusta bailar — ella sonríe y yo le correspondo, afirmando su comentario.

— ¿Tú vienes sola?

—También con amigas — balbucea sin quitar sus brillantes ojos de Karina.

— ¿Y dónde las has dejado? — Sam nos hace entrega de las bebidas y ella se vuelve a verme con una expresión inocente.

— Por allí — una risa tímida se cuela en sus palabras — Son demasiado aburridas, además están ocupadas buscando a cierta persona.

Nuevamente dice esas palabras y aunque tengo curiosidad de preguntarle de quien habla, el hecho de que seamos unas desconocidas me impide tener tanta confianza y hacerlo. Ella bebe un trago corto de su vaso y yo siento que es tiempo de volver junto a mi mejor amiga. Ya está un poco alcoholizada, así que debo vigilar que no empeore.

— Ha sido un gusto.

— Al contrario, el gusto de rescatarte ha sido todo mío — sonrío mientras siento que el rostro se me ruboriza solo de recordar el ridículo que pude haber pasado de no ser por ella. Estoy por volver a la pista cuando me detiene, colocando una mano sobre mi hombro — ¿Sería muy atrevido de mi parte si te pido que me unas a tu grupo? — abro los ojos de par en par y ella sonríe — Como te dije, mis amigas son aburridas y ustedes parecen estar pasándola mejor — une ambas palmas suplicando y haciéndome reír por primera vez.

— Está bien — respondo luego de pensarlo un poco, después de todo nos hemos hecho amigas del trío con el que Karina baila justo ahora, por lo que juntar a esta chica no debería ser un problema. 

— Gracias — ella muestra su dentadura perfecta una vez más y sin volver a hablar, me sigue hasta el centro de la pista.

— ¡Hey Karina! — la llamo gritando con fuerza y tras mirarme, inmediatamente se acerca a nosotras. Toma la segunda bebida que he pedido para ella y bebe con rapidez, como si de agua se tratara.

— Gracias, estaba muy sedienta — dice satisfecha cuando ha dejado el vaso medio vacío. Luego eleva la mirada, topándose con la extraña detrás de mí — ¿Quién es ella?

— ¡Ah! — reacciono, pues he olvidado presentarla — Karina ella es…  — me quedo muda. He olvidado su nombre o mejor dicho, creo que nunca nos presentamos. La miro por encima del hombro y ella me sonríe.

— Odra Saucedo, mucho gusto — la castaña extiende la mano y Karina la acepta, estrechando la suya con firmeza.

— Karina Mendoza. Un placer — ambas se sonríen y yo arqueo una ceja extrañada por el ambiente tan raro que estoy sintiendo entre las dos. 

— ¿Y tú? Además de ser la chica que tropieza con su propio calzado ¿cómo te llamas? — pregunta por fin la más alta mientras ladea la cabeza para verme mejor.

— Selene — respondo — Selene Mondragón — ella me da la mano. 

— Bien, ahora que todas nos conocemos ¿les parece si bailamos? Estoy realmente aburrida — sugiere animada la nueva integrante.

— Estoy de acuerdo — Karina levanta las manos con entusiasmo y sin darme siquiera tiempo de responder, ambas me arrastran hacia el grupo de mujeres con las que compartimos la pista.

No tiene remedio y resistirme no es una opción. Sin pensarlo más, comienzo a menear las caderas de un lado a otro, subiendo y bajando los brazos, acercándome y alejándome del grupo. La nueva baila exquisitamente bien, pero noto que se pega demasiado a mí cuerpo. Incluso hay ocasiones en las que me toma de la mano y me hace girar al ritmo de la música, rodeándome y empujándome con sus anchas caderas para que baile con más ganas. Karina junto al resto de las chicas, no ha dejado de traer más y más bebidas para todas. No sé cuánto tiempo ha pasado ni cuanto he bebido ya, pero sin duda es tarde y el alcohol empieza a correr por mis venas, puedo sentir sus efectos. Todo se torna doble y confuso mientras mis sentidos se debilitan cada segundo que pasa.

— Necesito ir al baño, pero no sé dónde está — le comento con angustia a la más alta, ya que mi mejor amiga se encuentra platicando con personas que no recuerdo sus nombres. Odra me da las indicaciones correspondientes y antes de que me vaya, me detiene mirándome de arriba abajo.

— ¿Estas segura de que puedes ir sola? — cuestiona con evidente preocupación.

— Sí, estoy bien — ella autoriza mi partida y mientras camino, noto que me observa detenidamente hasta que me pierde entre la muchedumbre. 

Para mi fortuna esta vez ha sido realmente sencillo encontrar el sanitario de mujeres y cabe destacar, que no he tenido que bajar o subir terribles escaleras como en fiestas pasadas, ya que el baño de damas se encuentra en el mismo piso en el que estamos. 

Abro la puerta y accidentalmente choco cara a cara con cuatro chicas que van de salida. Me hago a un lado y ellas agradecen que les ceda el paso. Una vez que desaparecen, entro al sanitario y el ruido de la música disminuye al instante cuando la puerta se cierra detrás mío. Camino rumbo a uno de los cubículos y entro a paso lento. Escucho que la puerta se abre y con ello, la música vuelve a aumentar y a disminuir en cuestión de segundos. Un rápido taconeo, me indica que una desconocida ha entrado a uno de los sanitarios de enfrente. Presiono el botón para que el inodoro se limpie y escucho que la puerta se abre una vez más, anunciando la llegada de una segunda persona. Quito el seguro y salgo, cruzándome de camino hacia los lavabos con una chica que al verme, sonríe con calidez. Escucho que entra al cubículo y cierra la puerta con cuidado. 

Coloco un poco de jabón espumoso en la palma cuando llego hasta los lavabos y froto suavemente sobre la piel desnuda de ambas manos. Mis oídos se percatan de que una de las chicas de antes sale y se aproxima hasta donde estoy. Miro a través del espejo cuando una delgada morena se coloca junto a mí y toma  jabón del recipiente automático. Trozo un pliego de papel y me seco las manos con movimientos pausados, mientras observo a la morena acomodar su larga cabellera negra para después, colocar un poco de labial sobre su carnosa boca. Tal parece que esta fiesta está impregnada de chicas exuberantes y bellas. 

Me encuentro retocando el maquillaje cuando veo a la morena guardar sus utensilios en la bolsa de mano, mientras se encamina a la entrada dispuesta a dejar el sanitario. Ella abre la puerta para salir y es entonces que me quedo inmóvil. La chica de cabellos negros sale y tras ella, una rubia de ojos miel entra de inmediato. La música desciende cuando la puerta se cierra y pasmada frente a los lavamanos, la miro acercarse por el cristal mientras noto como me examina de pies a cabeza, por no decir que me desnuda con la mirada. 

— Selene — dice rompiendo por fin el incómodo silencio.

— Hola Dagna — mi voz flaquea.

— Veo que te estas divirtiendo — sus palabras carecen de la calidez de siempre.

 — Supongo que tú también estas disfrutando la noche — ella me mira arqueando una ceja mientras se recarga sobre la pared de azulejos blancos.

— Yo diría que es todo lo contrario — murmura — No puedo divertirme cuando sé que la chica que me gusta está rodeada de mujeres que al parecer, no pueden quitarle los ojos de encima.

— No creo que sea a mí a quien miren — ante mi comentario ella ladea la cabeza incrédula.

— ¿Y porque no? Eres preciosa, solo que no te das cuenta — me sonrojo al instante y ella sonríe — Dije que estaría contigo el fin de semana pero veo que la estás pasando de maravilla sin mi compañía — suena a reproche.

— Esperé todo el día — comienzo a explicar — Y tú no apareciste, tampoco llamaste ni me mandaste un mensaje confirmando que nos veríamos hoy — doy media vuelta, quedando frente a frente — Así que di por hecho que estabas ocupada.

Un taconeo proveniente de los cubículos, nos indica que la segunda chica ha salido y se aproxima. Llega hasta los lavabos y al percibir el incómodo silencio que hay entre nosotras, nos mira avergonzada por la repentina intromisión. Sin decir algo, ella se acerca y toma un poco de jabón. Talla cuidadosamente sus manos y enjuaga con rapidez para después salir del sanitario casi trotando.

— Estuve muy ocupada los últimos días, incluso estuve fuera del país — la rubia retoma la plática y yo trato de no parecer sorprendida por sus palabras — Hace unas horas que regrese y quería llegar a tu casa para darte una sorpresa, pero no te encontré. 

— Eso… yo no lo sabía — murmuro sintiéndome triste por haberse marchado sin avisarme.

— Jamás te dejaría plantada y menos después de haberte extrañado tanto — sus ojos brillan y los nervios se me van a la cabeza, provocando que mi boca hable de más.

— Seguro que tu pelirroja ha hecho que me extrañes menos — para cuando lo proceso, ya lo he dicho. 

— ¿Estás hablando de Valentina? — noto que sonríe y yo me sonrojo, avergonzada de mis palabras — Te lo dije antes ¿no? es sólo una buena amiga. No tienes por qué ponerte celosa, ella sabe que solo tengo ojos para ti — su inesperado taconeo me sobresalta cuando se acerca.

— No estoy celosa, ni tengo porque estarlo — alego mientras retrocedo inconscientemente conforme ella se me acerca.

— Incluso un sentimiento tan negativo como los celos, te hace ver hermosa — Dagna me toma por los hombros y antes de que pueda reaccionar me besa. 

Siento sus labios rozar los míos y mi alma entera agradece el suave contacto de su piel. Me embriaga con su perfume, realmente huele exquisito. Su cuerpo se pega más al mío y con ello el beso se intensifica. Separa mis labios y entra, rozando y acariciando cada zona de mi boca con su cálida lengua. Me estremezco cuando desliza sus manos sobre mis hombros y las posiciona en mis caderas, mientras el aire comienza a faltar en mis pulmones ocasionando así, que mi parte racional se debilite. Estoy rindiéndome bajo la maestra figura que tengo enfrente. Dagna atrapa mis labios y enseguida siento sus dientes rozarme con dulzura. Imprevistamente ella me muerde con gentileza la rosada y abultada piel de mi labio inferior y acto seguido, succiona mi lengua tras rosarla repetidas veces, poseyendo mi boca por completo y haciéndome gemir de excitación. Sonidos ahogados emanan de mi garganta, sin embargo no son razón suficiente para que ella se detenga y por el contrario, su lengua vuelve a encontrarse con la mía, acariciándose y explorándose en un encuentro de movimientos exquisitamente placenteros. Siento sus manos colarse por debajo de mi blusa y sus escurridizos dedos acarician la piel desnuda de mi espalda con movimientos lentos y pausados, poniéndome la piel de gallina. 

— Dagna — susurro una vez que me ha liberado de su excitante boca.

— Te extrañé — ella acorta cualquier centímetro entre nosotras con ayuda de un caluroso abrazo — Más que nunca — suelta un suspiro antes de volver a besarme.

— ¡Selene! — la puerta se abre y una voz femenina acompañada de la música de afuera, nos hacen separarnos con brusquedad — ¡Oh, lo lamento! ¿interrumpo algo? — la castaña de mechas rubias se planta frente a nosotras y yo siento que el rostro me arde.

— ¿Odra? — susurra con sorpresa la chica playboy.

— Hola Dagna — ella sonríe divertida — Así que, por fin nos encontramos.

Ambas se miran directamente a los ojos y yo no entiendo que está pasando ¿también se conocen? 

 

 CONTINUARA...

 

Notas finales:

Que les pareció? Espero conocer sus opiniones :) gracias por leerme! Hasta la próxima :)


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