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$Playboy Night$ por Strawberryloveless

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Notas del capitulo:

Anya y Ainara resultan ser unas viejas conocidas de Selene, a quienes por supuesto ella no recuerda. Por azares del destino Dagna y el resto de sus amigas terminarán cenando en casa de Selene, sin tener en cuenta que más tarde esa noche, la chica descubrirá uno de los secretos que todas ocultan.

8. SECRETOS INSOLITOS

 

— ¿Yo las liberé? — parpadeo nerviosa — ¿De dónde?

— De la prisión Lunar — Ainara habla pausada, como tratando de que sus palabras sean asimiladas por mi, letra por letra. 

— ¿Prisión Lunar? ¿Eso existe? ¿Son criminales o algo por el estilo? — miro a la segunda rubia, finalmente ha dejado de reír para prestarme atención.

— Nara, no deberías forzarla a recordar. Odra fue clara cuando mencionó que sus recuerdos quedaron sellados tras el accidente — Anya coloca una mano sobre el hombro de su hermana, quien desanimada asiente con la cabeza. 

— ¿Accidente? — ambas me miran desilusionadas y suspiran.

— Tienes razón, el exceso de información solo le hará daño. 

Otra vez esas palabras, al parecer no es solo Dagna quien las dice. Le he prometido que seria paciente y aunque justo ahora me encuentro llena de dudas y curiosidad, decido seguir lo pactado y no preguntar mas. 

— ¿Y bien? ¿Nos invitarás la cena? — Anya señala la bolsa con el pollo rostizado y yo reacciono mirando la hora en el celular. 

— Es demasiado tarde. No sé si sea una buena idea — respondo con timidez.

— ¿Porqué no la seria? No es como que somos unas desconocidas para ti — la rubia de cabello largo arquea una ceja mientras analiza mi reacción. 

— Mis padres no están en casa. No creo que les agrade llegar y ver, que llevé visitas durante su ausencia — digo tratando de rechazar la propuesta. 

— Con mayor razón debes invitarnos — la de ojos azules sonríe — Te haremos compañía y mientras, podemos protegerte de ese sujeto — extrañamente Ainara me inspira mayor confianza que Alexander y su hermana.

— Ademas, hemos viajado durante días para encontrarte y estamos hambrientas — Anya sigue con la vista clavada en la bolsa de supermercado. 

— De acuerdo… — digo rendida ante sus insistentes comentarios — Pero tenemos otro problema — ambas me miran interrogantes y yo me sonrojo de vergüenza — Solo he comprado una porción, tendríamos que regresar por más.

— Entonces regresemos — Ainara me arrebata de las manos la bolsa y decidida, emprende camino de vuelta al supermercado. 

— El verdadero problema es que no tengo suficiente dinero para hacer eso — me arden las mejillas por tan bochornosa situación. 

— Nosotras invitaremos el resto — dice la menor.

— Eso, a cambio de cenar en tu casa — la más grande nos mira por encima del hombro y sus profundas miradas me hacen aceptar por segunda ocasión.

— Bien, entonces lo haremos así. 

— Excelente.

Anya alcanza a Ainara, quien al verla acercarse despeja una mano pasando la bolsa de plástico del lado contrario, para poder entrelazar la suya a la de su hermana menor. Camino detrás de ambas y las escucho platicar animadamente ¿porqué siempre termino con desconocidas? y peor aún, ¿envuelta en este tipo de situaciones? Suspiro, decidiendo que lo mejor es seguirles la corriente.

Pese a que dijeron que solo comprarían dos porciones más de pollo, terminaron por comprar medio supermercado y aunque traté de oponerme a ello, resultó inútil. Las dos creyeron necesario llevar más de la cuenta, principalmente porque de esa manera se asegurarían de que me alimento correctamente el resto de la semana. Me parece completamente absurdo que un par de desconocidas se tomen la molestia de preocuparse por mi salud, aunque bueno… ellas han mencionado que no es la primera vez que nos vemos. A veces, quisiera poder recordarlo.

Justo ahora vamos caminando de regreso a casa y durante nuestro pequeño recorrido, me he dado cuenta que ambas carecen de un rostro animado y gentil, como es el caso de Dagna, Odra y Karime. Pese a ser hermosas, las dos hermanas se asemejan más al tipo de persona que es Valentina. Tengo media hora de haberlas conocido y ya he podido descifrar que Ainara es mucho mas seria y fría que Anya, pero tal parece que la menor sabe sobrellevarlo, pues ambas se ven demasiado unidas, como si se entendieran a la perfección. 

Mi teléfono no ha dejado de vibrar y pienso que puede ser mi madre quien insiste tanto, de todas formas no puedo responder ya que llevo las manos excesivamente ocupadas por las bolsas de plástico. Le devolveré la llamada una vez que esté en casa.

Faltan tan solo dos cuadras para llegar. He acelerado el paso, por lo que ahora voy delante de ambas, pero la luz roja del semáforo nos detiene justo antes de cruzar la calle. Espero paciente mientras las escucho carcajearse por una broma que no logro entender, cuando repentinamente del otro lado de la banqueta, un rostro familiar aparece en la oscuridad. Entorno la mirada y efectivamente corroboro que se trata de la maestra Gloria. Que mala suerte, incluso fuera de la escuela debo encontrármela. 

El color verde nos permite retomar nuestro camino y sin despegar la vista de la mujer mayor, cruzo la calle para acto seguido, escuchar el taconeo de mis dos acompañantes detrás mío. Gloria va distraída texteando por celular, y yo imploro al cielo que siga de esa manera. No quiero que me vea. Por desgracia y como si hubiese escuchado mi pensar, ella eleva la vista, mirando al frente y topándose con nosotras tres. Me extraña notar como inmediatamente deja de caminar y su rostro palidece demasiado cuando nos ve. 

— Buenas noches maestra — digo saludándola por educación cuando nuestros caminos se cruzan, pero ella parece estar en shock — Es raro encontrarla por estos rumbos. 

Soy totalmente ignorada, la canosa de ojos verdes tiene las pupilas clavadas en mi compañía trasera. Miro por encima del hombro al par de hermanas y veo que ambas la miran con desprecio ¿qué rayos pasa? ¿se conocen? 

— ¿Porqué nos detenemos? Sigamos — Ainara esquiva a la mujer, empujándome para continuar caminando, mientras arrastra a Anya detrás suyo. 

— H… ¡hasta luego! — grito volviendo la vista atrás pero la maestra Gloria ni siquiera se mueve. Permanece de espaldas, completamente petrificada. 

— ¡Vamos! — me apresura la mayor — Avanza…

— Ya voy — acelero el paso y de reojo veo como Anya mantiene la vista baja ¿qué le sucedió? 

Reprimo nuevamente mi curiosidad y opto por seguir caminando.

Luego de andar un par de minutos más, llegamos. Ha sido verdaderamente incómodo el silencio que se formó después del encuentro con mi profesora ¿a qué se debió? Bueno, supongo que ese será otro misterio que tendré que descubrir con el tiempo. 

— ¿Dónde pongo esto? — Ainara se encuentra de pie en la entrada principal de la casa y trae consigo alrededor de diez bolsas de plástico, cinco en cada mano. 

— Por acá — señalo la mesa del comedor y ella asiente para acto seguido, encaminarse y colocar la inmensa cantidad de productos sobre el viejo mueble de madera. 

— Anya, ven aquí — observo que la hermana menor obedece al llamado e inmediatamente entra, cerrando la puerta detrás suyo para después, aproximarse a nosotras — Pon tus bolsas junto a las mías — añade Ainara.

— Si Nara.

Las veo moverse con rapidez. Una se encarga de sacar todos los productos del plástico y la otra tiene la tarea de ordenar las cosas, clasificándolas por tamaño y tipo de empaque. No hablan, no se miran, pero definitivamente se entienden muy bien. Noto que Anya comienza a recobrar el sentido cada minuto que pasa y yo me siento aliviada de que sea así. Sorprendida por su excepcional trabajo en equipo, decido dejar de mirarlas como una boba y antes de emprender camino hacia la cocina, pregunto: 

— Además del pollo ¿desean que prepare algo más? — mi voz capta su atención y ambas se miran mutuamente.

— No queremos ser una molestia — sonrío sarcástica ante su modesto comentario.

— Han comprado demasiadas cosas, podría hacer alguna pasta o ensalada — sugiero — Si no recuerdo mal, las dos dijeron que están muy hambrientas — ellas se quedan pensativas un instante y aunque no dicen nada, siento que intercambian pensamientos, justo como pasa entre Odra y Dagna.

—  Pasta, la que desees hacer — asiento ante el comentario de Ainara y con los nervios de punta, decido empezar a preparar la cena. 

Como mencioné antes, no soy buena cocinando. Creo que si me inscribiera a un concurso, terminaría formando parte de la categoría de las peores cocineras del mundo, realmente soy terrible. Sin embargo heme aquí, preparando la cena un domingo por la noche, para un par de extrañas que acabo de conocer.

El timbre suena y tras ello, me limpio ambas manos sobre la franela roja que está tendida cerca del lavabo para después, rápidamente encaminarme hacia la puerta. 

— ¿Quien podrá ser a ésta hora? — me interrogo en voz alta y tras mi pregunta, las hermanas se ríen divertidas. Las miro extrañada y sin decir palabra alguna, giro la perilla. 

— Buenas noches — un inmenso ramo de rosas blancas se clava en medio de mis pupilas — Espero no molestar — el perfecto rostro de Dagna aparece detrás del elegante arreglo floral, sobresaltándome. 

— ¡Dagna! — carcajadas provenientes del comedor me hacen enrojecer. 

— ¡Sabía que era ella! — las palabras de Ainara llegan hasta mis oídos.  

— Tómalas, son para ti — dice con gentileza agitando el colorido detalle, al tiempo que clava sus curiosos ojos miel en el interior de la casa, clara señal de que también escuchó las voces.

— G…gracias, pasa. 

Me hago a un lado para alejarme de la puerta y colocar el precioso arreglo de flores sobre la mesita que está en la sala. A espaldas mío, escucho que Dagna resopla cuando ve a quienes me acompañan. No pasa ni un minuto cuando comienza a hablar.

— Así que ¿vinieron a verla a ella antes que a mi? — las hermanas ríen con evidente nerviosismo cuando la chica playboy pregunta reprochándoles celosa.

— Anya no se pudo contener, quería ver a Selene otra vez.

— ¿Y qué hay de ti Ainara? Querías verla también ¿cierto? — su interrogante hace que la hermana mayor se sonroje, tras lo cual decide quedarse muda y asentir con un movimiento leve de cabeza — Comprendo. 

— Dagna, no te quedes allí. Pasa, eres bienvenida — insisto por segunda vez pero la rubia me mira seria y percibo que algo no esta bien. 

— No vengo sola — abro los ojos de par en par y ella me hace una mueca avergonzada — ¡Chicas, ya pueden salir! — grita.

Repentinamente de los alrededores aparecen Odra, Karime, Valentina, Hilda y Neferet. Todas se acercan desde distintos puntos de la calle para finalmente, plantarse detrás de Dagna. Las miro con la boca abierta ¿qué hacen todas aquí? ¿porqué estaban escondidas?

— ¡Hola preciosa! — Neferet capta mi atención y Dagna no tarda en lanzarle una mirada asesina. 

— Selene ¿cómo estás? ¿te has sentido mejor? — Odra me saluda colocando una de sus manos sobre mi frente y yo me sacudo inquieta.

— H…hola a todas — tartamudeo — Sí, he estado bien. 

— Nos alegra oír eso — las cinco recién llegadas responden al unísono, mirándose con sorpresa entre sí y ocasionando que Dagna ponga los ojos en blanco, para después abrir la boca y dirigirse a mi: 

— No respondías el teléfono — mientras la rubia me evalúa de arriba abajo, yo recuerdo que he olvidado devolverle las llamadas a mi madre — Estaba preocupada.

— En realidad, todas estábamos preocupadas por ti — Hilda me mira sonriente y sus amigas a los costados asienten, corroborando que lo que dice es cierto. 

— Pero ¿porqué? estoy bien, no ha pasado nada — las observo detenidamente. Todas están al pie de la puerta, amontonadas y mirándome como si fuese un bicho raro. 

— Fue una falsa alarma — anuncia Odra y todas suspiran aliviadas, incrementando con ello mis recientes dudas. 

— ¿Falsa alarma? — repito perpleja.

— La pulsera — Dagna señala el accesorio de tela amarillo que me dio hace tan solo un par de horas y yo ladeo la cabeza interrogante — Te dije que es un amuleto protector.

— No entiendo.

— Utilizamos nuestras habilidades para hacerlo, por lo que no se trata de un accesorio común y corriente ¿entiendes? — me sorprende que Valentina me dirija la palabra, pero lo hace. 

— Lo que ellas tratan de decir es que, al ser hecho por nosotras seis, el amuleto tiene el poder de avisarnos cuando estás en una situación peligrosa — Karime me toma de la mano y señala la parte trasera de mi muñeca — Fue hecho con mechones de cabello de cada una ¿ves la atadura? 

Estudio el objeto de cerca y noto que efectivamente, aunque de lejos parece tejido a base de una tela común, no lo es. Logro apreciar que en su mayoría la pulsera está hecha de cabellos rubios, lo cual indica que Dagna ha puesto una proporción mayor que el resto de sus amigas. También hay un par de mechones que asumo pertenecen a Karime, Odra y Valentina, puesto que son castaños y rojizos, entre los cuales resaltan algunos color negro, pertenecientes a Hilda y Neferet ¿cómo han hecho algo así? Pasmada, elevo la vista clavándola momentáneamente en cada una de ellas. 

— Eso quiere decir que, ¿las seis sintieron que estaba en peligro? ¿Por eso han venido todas? — el motín de chicas hermosas asiente en silencio y yo frunzo el ceño, incrédula por la reciente información.

— ¿Ha pasado algo? — Dagna me mira con suma preocupación y tras ella, el semblante del resto de sus amigas también cambia. 

— Nada, todo ha estado bien — en ese momento recuerdo al par de rubias — Con la excepción de que… — me hago a un lado y las recién llegadas logran notar que tengo compañía — Me las he encontrado a ellas — digo señalando a mis invitadas. 

— ¿Ainara y Anya? — Neferet arruga el rostro con desaprobación — ¿Qué hacen ustedes aquí?

— ¿Y a solas con Selene? — Hilda le hace segunda y yo me quedo en silencio. 

Las dos hermanas abandonan sus tareas domésticas y dejando las bolsas del supermercado a un lado, se encaminan hacia la puerta, dónde el resto de sus compañeras las miran ansiosas. 

— ¿Fueron ustedes quienes pusieron a Selene en peligro? — aunque parece acusación, Odra habla con la tranquilidad de siempre, evitando que las chicas mal interpreten su comentario.  

— No. Probablemente fue el insecto ese — Anya parece molesta solo de recordarlo.

— Estaba con ella mucho antes de que nosotras llegáramos — Ainara me mira de reojo al hablar y en ese preciso momento las palabras de Alexander me cruzan por la mente:

 

“No son humanas’’

 

La imagen de su herida abdominal me nubla el pensamiento, pero la voz de Dagna me saca rápidamente del abismo mental. 

— ¿Estaba contigo? — la playboy se vuelve a verme con suma atención y yo afirmo a su pregunta — ¿Te dijo algo? 

— No — me limito responder. Ella arquea una ceja no muy convencida de lo que digo, así que dirige sus pupilas una vez más hacia el par.

— Le dijo que no somos humanas — Anya me delata gustosa y sonriente. Tras ello, la chica playboy resopla aparentemente disgustada por mi mentira. 

— Lamento interrumpir su conversación chicas, pero ¿me permiten entrar a casa? 

— ¡Mamá! Olvidé llamarte — grito con sorpresa cuando logro visualizarla detrás del resto. 

— Se puede saber ¿porqué las tienes en la calle? Invítalas a pasar — Anabel me ignora poniendo su típica cara de desaprobación — Eres naturalmente descortés. 

— Acabamos de llegar, no se preocupe. Un gusto, soy Neferet — la morena de ojos verdes le tiende una mano a mi madre y ella no duda en estrechar la suya. 

— El gusto es todo mío.

— Es un placer volver a verla — Dagna saluda colocando una mano sobre su pecho mientras acompaña esas palabras con una corta reverencia. El resto la sigue, imitando sus movimientos y alimentando el ego de mi madre. 

— ¡Oh, que va! Si el gusto es todo mío. Me alegra que vuelvas a visitarnos — me causa gracia ver a mi mamá tan ruborizada — ¡Pasen, adelante! — dice empujándolas nerviosamente e invitándolas a nuestro hogar. 

— Gracias, después de usted — la rubia se hace a un lado y sus compañeras vuelven a copiar su acción, abriendo camino entre las seis y permitiendo que mi madre ingrese primero. 

Neferet sigue los pasos de Anabel y tras ella, el resto también lo hace en silencio. Dagna espera a que todas entren para ser ella quien cierre la puerta al final. Llegamos al comedor y caemos en la cuenta de que somos demasiadas para el pequeño mueble, el cual solo consta de cuatro sillas. Debido a esto, el grupito decide separarse. Odra, Karime, Ainara, Anya, Hilda y Neferet se sientan en la sala, mientras que Valentina, mi madre, Dagna y yo, optamos por ir directamente hacia la mesa. 

— Lamento causarle tantas molestias — la rubia retoma la palabra y con ello, la atención de Anabel.

— No es para tanto — sonríe — ¿Planeaban una cena? — mi madre pregunta analizando los miles de productos y bolsas que hay frente a nosotras.

— Si — Anya responde en la distancia — Nos hemos encontrado a Selene por casualidad cerca del supermercado, así que decidimos cenar todas juntas para hacerle compañía durante su ausencia.

— Ya veo — asiente quedándose pensativa — Muchas gracias por cuidar de mi hija — tras un par de segundos vuelve a hablar — Creo que no conozco a ninguna de ustedes — Anabel clava sus negras pupilas sobre cada una de las invitadas — ¿Amigas tuyas? — interroga a la chica playboy. 

— Sí. Lamento no haberlas presentado antes — Dagna se levanta del asiento para comenzar a hablar — De izquierda a derecha, ellas son: Odra, mi verdad. Karime, mi voz. Ainara, mi luz. Anya, mi control, Hilda, mi futuro y Neferet, mi pasado — conforme habla, cada una hace una reverencia con la cabeza — Junto a nosotras está Valentina, mi poder. Todas son fieles amigas mías. 

La chica playboy finaliza la presentación sentándose nuevamente junto a mí. Anabel la mira boquiabierta por tan inesperada introducción, y yo no puedo evitar repetir mentalmente las palabras que ha usado para cada una. Viniendo de ella, deben simbolizar algo ¿qué significarán realmente?

— ¡Oh! Que manera tan peculiar de describir a tus amistades — mi madre sonríe maravillada y casi al instante clava su mirada en la pelirroja a su derecha — Entonces, ella debe ser tu novia ¿no es así? — su pregunta me congela al instante.

— ¿Novia? — repite perpleja la playboy. 

— Si, Selene me comentó que es pelirroja. 

Neferet y Odra estallan a carcajadas cuando Dagna me lanza una mirada llena de interrogantes ¡Demonios! Dije una mentira como esa, con la intención de que las dudas que mi madre tenía sobre la chica playboy desaparecieran, pero jamás imaginé que se lo preguntaría en cuanto tuviera la primera oportunidad, y peor aún, delante de todas sus amigas. Siento que mi rostro comienza a enrojecer bajo la penetrante mirada de la rubia. Un silencio aplastante invade la habitación y decido que es momento de cambiar el tema. Estoy por hablar, cuando la voz de mi madre me hace enmudecer. 

— Lo lamento, ¿me he equivocado de persona? — dice poniéndose tímida — No hay muchas pelirrojas por aquí y asumí que era ella.  

— Lo es — Dagna abraza a Valentina, quien al principio se sobresalta pero después, parece disfrutar el contacto — No hablamos mucho sobre nuestra relación ¿verdad? — Dagna le guiña un ojo a su supuesta pareja, quien no tarda ni un segundo en ponerse colorada.

— Si, preferimos mantenerlo en secreto — dice la pelirroja adoptando postura para interpretar su papel. 

— Entiendo, con una sociedad como la nuestra, siempre es mejor actuar con cuidado — Anabel las mira indiscretamente de pies a cabeza — Aunque hacen buena pareja. 

Abro la boca con asombro ¿qué rayos? mi madre por lo general tiende a ser un tanto agresiva y grosera con las personas que tienen distintas preferencias sexuales ¿ahora las idolatra? No puedo creerlo.

— Muchas gracias, nos lo dicen a menudo — Valentina sonríe y por un momento parece comenzar a recuperar la confianza de siempre. 

— ¿Llevan mucho tiempo juntas? 

— ¡Mamá! Eso no es de tu incumbencia — grito un tanto enfadada por su intromisión. 

— Tranquila, no nos molesta responder mientras se trate de tu madre — Dagna me lanza una sonrisa de oreja a oreja y por alguna extraña razón comienzo a sentirme irritada con la situación.

— Como quieras — me levanto dispuesta a huir de la plática y antes de marcharme, vuelvo a hablar — Continuaré preparando la cena — anuncio.

— En ese caso, permíteme ayudarte — Neferet corre detrás mío.

Noto que Dagna le lanza una mirada severa pero la morena decide ignorarla. Tras esto, la chica playboy parece dispuesta a levantarse e ir detrás suyo, sin embargo mi madre vuelve a interrogarla, deteniendo sus movimientos y dejándola atrapada en una plática que solo Valentina parece estar disfrutando.

— Yo también quiero ayudar — Karime nos alcanza cuando ya hemos entrado a la segunda habitación — No soy buena cocinera, pero puedo ayudarte en otra cosa — añade con optimismo. 

— ¿De verdad? Yo soy terrible pero debo hacerlo como anfitriona — digo en un suspiro y la castaña se carcajea.

— En ese caso, yo puedo cocinar — Ainara aparece repentinamente al pie de la puerta.

— ¿Segura? No tienes porque hacerlo, yo puedo…

— Déjame hacerlo — insiste — La cantidad de invitadas incrementó y tú odias cocinar. 

— De…acuerdo — la miro perpleja por tan inesperada consideración. 

— ¿Deseas que prepare solo pollo y pasta? — la alta rubia me mira llena de expectativa.

— Supongo que eso ya no será suficiente. Somos al rededor de diez personas — me quedo pensativa — Creo que antes del plato fuerte, iría bien una crema o sopa. 

— Buena elección, lo prepararé entonces.

— Y una ensalada para acompañar la carne. Yo puedo encargarme de hacerla — Neferet se une a nuestra conversación — Nunca deben faltar vegetales en el plato, son muy importantes.

— De acuerdo — la rubia asiente y moviéndose con lentitud pero ágilmente, comienza a preparar lo ordenado. Tras ella, la morena también pone manos en marcha. 

— ¿Y de beber? — Karime me mira pensativa — Podríamos preparar limonada, incluso una naranjada. 

— Claro, iré por los ingredientes.

— Sel — la voz de Ainara me detiene en la puerta, vuelvo la vista atrás y ella ya me está mirando — ¿Puedes traerme la crema que dejó Anya sobre la mesa? Por favor.

— Si — hacia años que nadie me llamaba de esa manera, dibujo una media sonrisa y ella corresponde con ternura. 

Creo que es la segunda, o tal vez la primera vez que la veo sonreír. Por lo general su rostro es serio, rígido y nada amigable, igual que el de su hermana menor. Sin embargo, ambas son demasiado atentas y serviciales. Sacándolas de mis pensamientos, emprendo nuevamente camino fuera de la cocina. Salgo de la habitación y de reojo veo que en la sala, Hilda y Anya intercambian risas y comentarios que no logro descifrar. Por otro lado, Odra se encuentra entretenida en una llamada telefónica. 

Finalmente llego al comedor, en donde Dagna y Valentina continúan platicando sobre su supuesta relación. Me acerco sigilosamente. La pelirroja y mi madre ni siquiera notan mi presencia, al parecer están demasiado metidas en su conversación. A diferencia de ambas, la chica playboy me clava los ojos casi de inmediato, pero decido ignorarla buscando entre las bolsas y productos, la crema que Ainara me ha pedido. 

— Entiendo ¿entonces son amigas de toda la vida? — la interrogante de mi madre llega a mis oídos.

¡Aquí está! Mis manos encuentran el frasco con el ingrediente lácteo. Lo pongo de lado y continuo buscando ahora, lo que Karime necesita.

— Sí, desde entonces hemos sido demasiado cercanas — Valentina habla con orgullo — Sabemos lo mucho que nos necesitamos.

Su respuesta me irrita ¿en qué estaba pensando cuando decidí emparejarla con Dagna? Cualquier otra de la presentes hubiera estado mejor como su novia ficticia ¿porqué tuve que elegirla a ella? Permanezco con la vista baja, buscando las naranjas y limones que utilizaremos para preparar las bebidas. 

— ¿Necesitas ayuda? — Dagna me mira sonriente. 

— No, gracias — respondo a secas. 

— ¿Estás enojada? — susurra con desagrado.

— No, es solo que…

— ¿Verdad, Dagna? — la pelirroja interrumpe mientras coloca una mano sobre la de la rubia. Ambas nos quedamos mudas — Nuestras familias también son muy unidas — Valentina vuelve a hablar pero esta vez dirigiéndose a mi madre, quien aparentemente está cautivada con lo que le cuenta. 

Veo sus manos entrelazarse intencionalmente por obra de la pelirroja, y el hecho de que Dagna no ponga resistencia a las innecesarias acciones de Valentina, me hace enfurecer ¿porqué? No lo sé, pero...  ¡no puedo evitarlo! 

Una vez que he reunido todos los ingredientes, le hecho una mirada dura y doy media vuelta, dispuesta a volver a la cocina para continuar con mi labor. Avanzo y justo en ese momento voy tan hundida en mis pensamientos, que inesperadamente choco contra Odra, quien al parecer también estaba distraída texteando por celular. 

— ¡Perdón! ¿Estás bien? — la castaña de mechas rubias me detiene por los hombros, ayudándome a recuperar el equilibrio — No te vi.

— Yo tampoco a ti.

— Tal parece que estamos destinadas a toparnos siempre de esta manera ¿no? — ambas sonreímos y comenzamos a juntar los limones y naranjas que se han caído al suelo debido a nuestro impacto.

— ¿Todo en orden? — pregunta la mayor — Pareces enfadada. 

— Estoy bien. No te preocupes.

Odra me examina mesuradamente y aunque percibo que no esta conforme con mi respuesta, decide no interrogarme más. Sonríe gentil como siempre, para después cambiar el tema:

— ¿Me regalas un vaso con agua? Estoy sedienta.

— Claro.

Llegamos hasta la cocina y un delicioso olor a spaghetti me inunda el olfato. Ainara está frente a la estufa, vigilando que la pasta no se queme. No muy lejos de la rubia distingo a Neferet, quien al fondo de la habitación se encuentra realmente entretenida preparando la ensalada. Karime por su parte, espera paciente mientras se divierte  navegando en las redes sociales.

— Aquí tienes — la chef se vuelve a verme por encima del hombro y yo le hago entrega de la crema.

— Gracias. 

— Por nada — sonrío y me dirijo ahora hacia la castaña — Karime, aquí están los ingredientes para el agua. 

— Bien — sonríe la edecán — Tomaré prestada una tabla y un cuchillo de tu cocina — anuncia. 

— Claro, adelante. 

— También un par de jarras — apruebo sus palabras y ella comienza a trabajar.

— El agua esta por aquí — retomo la atención de Odra quien curiosa, husmea lo que prepara Neferet — Ten.

— Muchas gracias — la castaña de mechas rubia toma el recipiente y bebe del vaso con suma rapidez. 

— Sel — Ainara vuelve a llamarme de esa manera — ¿Tienes sal?

— ¿Y azúcar? — Karime pregunta mientras inspecciona la alacena. 

— Deberían de estar por aquí — me acerco a un pequeño mueble de metal junto al refrigerador. Abro los cajones y corroboro que justo hoy, se han terminado ambas cosas — Tendré que volver al supermercado — anuncio y todas parecen desaprobar la idea, en parte supongo que eso se debe a que pasan de las once de la noche — Iré rápido, no se preocupen — añado tratando de tranquilizarlas. 

— ¿Piensas ir sola? — pregunta Odra cuando termina de beber la ultima pizca del líquido transparente. 

— Supongo…

— Imposible, yo iré contigo — la voz de Dagna nos toma por sorpresa a todas. Miramos detrás nuestro y efectivamente, la rubia de ojos miel se encuentra recargada en el marco de la puerta ¿desde hace cuanto tiempo está espiándonos? 

— Prefiero ir con alguien más — las palabras salen de mi boca sin siquiera pensarlas. Dagna me mira con los ojos bien abiertos, igual que el resto. Agacho la cabeza de inmediato, completamente sonrojada por mi actitud ¿qué demonios me pasa? Yo no soy así — Mi madre está demasiado entretenida con tu conversación, no quiero arruinarle la noche — trato de arreglarlo pero muy en el fondo sé, que ya es demasiado tarde. 

— Entonces yo iré con ella — Neferet deja de lado las verduras y yo pienso que siempre está dispuesta a acompañarme a donde quiera que vaya, sin importar qué. 

— No — la voz de la rubia hace eco en la habitación — Dije que seré yo quien la acompañe y así será.  

Reina el silencio. 

— No te preocupes Selene, yo me encargo de tu madre — Odra interfiere, hablando con tranquilidad y desvaneciendo el incómodo momento.

— No tarden demasiado, estamos hambrientas — la morena de ojos verdes habla clavando sus pupilas en la chica playboy. 

— Tardaremos lo que sea necesario — Dagna continua a la defensiva y Neferet sonríe, quedándose muda y declarando su rendición — Vamos — la rubia me mira y yo asiento. 

Salimos de la cocina y Valentina inmediatamente nos detiene. 

— ¿Van a algún lado? — pregunta clavando sus ojos principalmente en mí. 

— Al supermercado, necesitamos algunos ingredientes más — le responde Dagna con desinterés.

— En ese caso, las acompañaré.

— No — mi voz suena más fuerte de lo que creí — Estás en medio de una plática con mi madre ¿no es así? — ella se queda quieta — Sería descortés de tu parte si la dejas hablando sola. No te preocupes, Dagna va conmigo así que estaré bien — hablo con evidente sarcasmo y ella lo nota. Frunce el ceño con desagrado pero no dice más.

— Es tarde, vayan con cuidado — añade mi madre antes de que salgamos por la puerta. 

Creí por un instante que Dagna traía auto, pero desafortunadamente no es así. Tendremos que andar y para mi desgracia eso solo incrementará las probabilidades de entablar una charla que definitivamente no quiero tener con ella.

Caminamos en silencio por las calles vacías. El ruido de los grillos y el armonioso movimiento de las ramas de los árboles, son nuestra melodía nocturna. Ella no ha dicho nada desde que salimos de casa y por lo tanto, yo tampoco. Hace mucho frío, clara prueba de que el invierno está por llegar.

La luz roja del semáforo nos detiene, haciéndome volver al pasado para recordar el incómodo encuentro con la maestra Gloria. Dagna debe saber algo al respecto, probablemente debería preguntarle, aunque me temo que tendrá que ser en otra ocasión.  

— ¿Qué fue eso? — ella inicia la conversación con una pregunta inesperada.

— ¿Qué cosa?

— La escena con Valentina.

— No fue nada, únicamente dije lo que pensaba — respondo a secas.

— Parecías celosa.

— No lo estoy — carraspeo — ¿Qué fue lo tuyo? 

— ¿Lo mío? — ella me mira de reojo arqueando una ceja.

— Sabes perfectamente de lo que hablo. 

La luz cambia a verde y ambas retomamos nuestro andar.

— No fue nada, únicamente hice lo que me obligaste a hacer — ella imita algunas de mis palabras, enfureciéndome. 

— ¿Lo que yo te obligué a hacer? — me vuelvo a verla molesta. 

— Si. Después de todo, fuiste tú quien nos relacionó. 

— ¿Y eso significa que debes dejarla hacer lo que le plazca? — elevo la voz mientras detengo mi andar. 

— Y entonces ¿qué se supone que haga? — ella frena sus movimientos y me hace frente — ¿Debería rechazarla cuando se supone que es mi novia? Fuiste tú quien me metió en este lío con Valentina — expresa con desesperación — No entiendo porqué te molestas.

— ¡Yo tampoco! — grito — Simplemente me irrita ver lo que hace y que tú no la detengas — aparece ese familiar nudo en la garganta — Realmente me hace sentir… — enmudezco al ser consciente de lo que estoy por decir. 

— ¿Celosa? — Dagna completa la frase y yo elevo la vista, mirándola completamente sonrojada. 

— ¡No es eso! Es solo que yo…

— Estás celosa — ella esboza una sonrisa — Admítelo y te perdonaré.

— ¿Qué? ¿Perdonarme qué cosa? — pregunto escandalizada por su diversión ante tal situación. 

— Perdonarte que hayas mentido tan cruelmente sobre algo como esto. 

— ¡No! — me vuelvo a poner en marcha y ella me sigue de cerca. 

— Admítelo — insiste. 

— ¡No! En todo caso la que debería perdonarte soy yo — alego con dignidad y ella arquea ambas cejas sorprendida.

— ¿Perdonarme? Si yo no he hecho nada — murmura con inocencia.

— ¿Nada? — giro la cabeza mirándola con fastidio — ¿Y el abrazo? ¿Sus manos entrelazadas? ¿Eso no significa nada para ti? 

— Absolutamente nada.

— ¿Porqué no? ¡Debido a eso, Valentina parecía tan feliz!

— No entiendo porqué le das tanta importancia a ella.

— Porque sé lo que siente por ti — gruño furiosa — Aunque tú la veas como una amiga, me enfada que la dejes aprovecharse de esta situación — hablo sintiéndome tan libre de poder soltar lo que tanto me agobia.

— Pero ella…

 — No sabes lo mal que me hace sentir — interrumpo clavándole los ojos con enfado y luego abro la boca para decir — ¡Eres tan injusta Dagna!

— ¿Injusta? — su tono me hace retroceder y tras esto, ella se abalanza sobre mi. Besándome con desesperación. 

— ¡Mph! Dag… — no me permite hablar.

Ella roza mis labios con sofocante deseo, mientras yo me retuerzo tratando de liberarme, pero es demasiado fuerte, más de lo que recordaba ¿hacia cuánto desde nuestro último beso? Dagna separa los labios y como consecuencia yo la imito, permitiendo que nuestras lenguas se encuentren. Su boca es tan cálida, sus besos tan ardientes, su olor tan embriagante y su abrazo tan acogedor. La extrañaba, definitivamente la echaba de menos. Continuamos así, unidas por una lluvia de profundos besos, los cuales han comenzado a tener consecuencias en otras partes de mi cuerpo. Dagna se separa y nuestras agitadas respiraciones inundan mis oídos. Está sonrojada y seguramente yo también lo estoy. 

— Tu eres la injusta — dice entre jadeos — Sabes lo que siento por ti y aún así le mientes a tu madre, metiéndome en un lío como este — aunque parece molesta, habla con suavidad — Y lo peor es que elegiste a Valentina ¿no pudiste enrollarme con alguien más? — quiero responder, contradecirla, alegar, pero tiene razón. Soy injusta al molestarme por algo que yo misma cause, pero soy aun más injusta al reaccionar de esta forma sabiendo y teniendo muy en claro, que ella y yo no somos nada. 

Ella vuelve a besarme y sus manos me abrazan, sosteniendo mi cintura y pegándome mucho más a las deliciosas curvas que posee su cuerpo. Muerde mi labio inferior y reacciono, suspirando entre las infinitas caricias que su boca me ofrece. Estoy caliente, siento incluso que la temperatura de nuestros cuerpos no deja de subir. Su lengua rosa la mía una y otra vez, ocasionando que nuestra saliva comience a desbordarse por la comisura de nuestros labios. 

Me tiembla el cuerpo y creo que las piernas no podrán sostenerme por mucho tiempo. Es como si ella me robara toda la energía, todas las fuerzas y yo estoy cediendo, cayendo una vez mas en su juego, en sus besos, en sus encantos. Muerde mis labios con ternura por segunda ocasión pero, a diferencia de la primera, esta vez mi entrepierna responde, incrementando mi pulso y nublándome el juicio. Dagna comienza a caminar lenta y cuidadosamente, sacándonos de la banqueta para conducirnos a un lugar menos público mientras continua besándome. Sus pasos son mi guía y aunque tengo los ojos cerrados a causa de nuestra unión, confío en ella. 

Mi espalda finalmente topa con un tipo de material que parece madera, intensificando nuestros besos. No me queda más oxigeno, ella se lo ha robado todo. Dagna separa el rostro de mi y yo entreabro los ojos, apreciando el momento exacto en el que ella se lame los labios con excitación. Su mirada parece mas oscura que en ocasiones pasadas y por un momento siento que me va a devorar. Une por tercera vez nuestras bocas y sus manos me toman por sorpresa, posándose por encima de la ropa sobre mis senos. Jadeo pero ella no detiene el encuentro. Su boca es sofocante, no puedo resistirme, no quiero hacerlo. 

Escucho un par de risas y murmuros en la distancia. Abro un poco los ojos y noto que un grupo de chicas va pasando a escasos metros de nosotras, justo por la acera que abandonamos hacia unos segundos. Nos miran sonrojadas y por primera vez, siento que no me importa en absoluto la opinión de los demás. La quiero a ella, necesito disfrutar de este momento. La he extrañado tanto y aunque no hemos estado distanciadas por mucho tiempo, tengo una sed inmensa que solo sus labios saben saciar. 

Sus manos comienzan a estrujar mis senos con cuidado y aunque es por encima de la ropa, el contacto me hace vibrar. Su boca no para de explorar la mía, lamiendo, besando y mordiendo toda fracción de piel por la que pasa. Jadeo cuando inesperadamente comienza a recorrer mis mejillas, pasando por la garganta y rozándome la mandíbula. Mi cuerpo arde, deseoso por sentir más y ella parece entender perfectamente mi necesidad, ya que comienza a besarme con mayor desesperación. Una de sus manos suelta mis senos y con astucia, se introduce por debajo de mi playera y aunque sé hacia donde va, no la detengo. 

Suspiro infinidad de veces cuando Dagna merodea por mi cuello, lamiendo desde la base hasta el lóbulo de mi oreja y siento como la piel se me eriza bajo sus ávidas caricias. Su mano intrusa finalmente llega hasta la varilla del sujetador, la cual evade por debajo sin problema alguno. Gimo bajamente cuando entramos en contacto y mi pecho se acopla perfectamente a la palma de su mano. No estoy exagerando, realmente encajan a la perfección, como si ambos hubiesen sido hechos el uno para el otro. Ella masajea con gentileza, apretando y soltando la abultada piel. Está caliente, incluso mas que yo. Dagna arde entera y justo ahora caigo en la cuenta de que nos hemos pasado de la raya. Estar haciendo algo como esto en un lugar tan público es demasiado vergonzoso, en los sanitarios durante las fiestas mínimo teníamos un poco mas de privacidad. 

Sus dedos se centran en mi pezón y yo gimo cuando ella lo aprieta con dulzura. Tras mi reacción, escucho que Dagna traga saliva con dificultad. Incluso en una situación como esta ¿se está conteniendo? Mis pensamientos se esfuman cuando ella muerde el lóbulo de mi oreja, haciéndome jadear repetidas veces. Tan solo basta un par de roces, besos y toques para que ella me haga sentir en el cielo, no quiero siquiera imaginar que pasaría si llegáramos a más. 

Abro los ojos cuando siento que deja de moverse. Nuestras miradas se encuentran y noto lo agitada que está. 

— No puedo evitarlo — dice entre suspiros — Trato de contenerme pero tu voz…tus gemidos. No me ayudas para nada — vuelve a tragar saliva y noto que su deseo la está matando por dentro. 

— No te contengas — incluso yo resulto sorprendida por mis palabras. Dagna abre los ojos de par en par, para casi de inmediato dibujar una sincera y amplia sonrisa. 

— Debes saber que si me permites avanzar, después no seré capaz de detenerme. 

— Entonces, no te detengas — no estoy segura de que mis palabras y el lugar sean los correctos, pero mi cuerpo lo pide, implorando con urgencia sentirla entera. 

— Te lo advertí — dice antes de volver a besarme. 

Nuestro encuentro reinicia, pero justo cuando estamos por llegar a la mejor parte, escuchamos a una mujer bocear por altavoz. 

— Atención: el supermercado cerrará en diez minutos. Gracias y buenas noches.

Las gigantescas bocinas se apagan y tras ello, miramos la hora. Son casi las doce, por lo que desafortunadamente decidimos posponer nuestra actividad y correr hacia el edificio. 

Caminamos de regreso a casa y una vez más, el silencio se presenta entre nosotras pero en ésta ocasión es diferente. No se trata de un momento incómodo, se trata de esa fracción de segundo llena de paz y tranquilidad que solo puedo tener con ella. Volvemos a parar en la misma calle del semáforo y es entonces que recuerdo mi pregunta.

— Dagna ¿de dónde conoces a la maestra Gloria? — ni siquiera titubeo al decirlo.

— ¿Pasó algo? Si preguntas debe haber una buena razón — su manera de evadir mis interrogantes me hace fruncir el ceño.

— Te diré el motivo cuando respondas mi pregunta.

— Me parece justo — ella me guiña un ojo y yo recuerdo que durante el camino hacia el supermercado, nuestra charla era completamente diferente a la de ahora — Veamos — dice haciendo memoria — Ya conoces a las hermanas Labrot, así que no debería ser difícil para ti asimilar esta información. 

— ¿Labrot? — repito confundida.

— Anya y Ainara, ese es su apellido.

— ¡Oh! — me quedo asombrada, de por si sus nombres ya son demasiado raros — ¿Ellas la conocen también? 

— Digamos que conozco a Gloria debido a ambas. 

— ¿Cuál es su relación? — pregunto ansiosa por saber. 

— La más involucrada con el tema es Anya — sus palabras me hacen recordar la escena de hacia unas horas. Ambas habían ignorado a la maestra, sin embargo la hermana menor parecía la mas afectada — Veamos ¿cómo podría explicártelo? — la chica playboy medita unos segundos. 

— ¿Su relación es mala? 

— Podría decirse — limita su respuesta — Te lo diré de esta manera. 

— Soy toda oídos — murmuro interesada.

— Anya y Ainara son medias hermanas — abro los ojos de par en par — Ainara es la hija legítima y por lo tanto, futura heredera de los famosos Labrot. Anya en cambio, fue producto de una aventura que tuvo su padre con una mujer desconocida.

— Y ¿la mujer desconocida es…? 

— Gloria — la rubia me mira expectante y yo no puedo creer lo que estoy escuchando.

— Eso explica su reacción — murmuro repasando nuevamente la escena en mi cabeza. 

— ¿Su reacción?  

— Si, hoy tuvimos un encuentro con ella — Dagna parece ahora la sorprendida.

— ¿Cómo sucedió? ¿Como actuó Anya?

— La topamos justo cuando volvíamos de hacer las compras e íbamos a cruzar la calle. La saludé pero ella no pudo siquiera devolverme el gesto. Al principio me pareció normal porque no tenemos una buena relación alumna-maestra… — a mi mente regresa la expresión de Gloria y continúo relatando — Fue hasta varios segundos después que noté la tensión que había entre ellas tres. En ese momento no entendí la razón pero con lo que me cuentas, todo tiene más sentido — hago memoria y prosigo — Anya no hizo mas que permanecer callada. Se veía muy afectada con su presencia. 

— ¿Qué hay de Ainara? ¿Cuál fue su reacción? — pregunta con cierta cautela la chica playboy. 

— Seriedad, frialdad — respondo — Actuó como si no la conociera. 

— Ya veo, aún después de tantos años sigue molesta con ella. 

— ¿Molesta? No entiendo ¿qué tiene que ver Ainara en todo esto?

— Las cosas son mas complicadas de lo que puedes imaginarte, Anya ha tenido una vida demasiado difícil y Ainara siempre ha tratado de protegerla — mi mente vuela, recordando lo unidas que son.

— Quiero saber… — murmuro — Quiero saber más ¿podrías contarme? — ante mi petición Dagna dibuja una media sonrisa y asiente. 

— De acuerdo, sin embargo tendré que omitir un par de detalles que aún no estás preparada para escuchar ¿esta bien? 

— Sí, esta bien.

— ¿Por dónde debería empezar? — ella eleva la vista, clavando sus hermosos ojos miel hacia el estrellado cielo. 

— Desde el principio, quiero entenderlo todo… — me sonrojo — Quiero comenzar a entender tu mundo, aunque sea poco a poco — ella sonríe con más ternura que antes. Me toma de la mano y sin detener nuestro andar, comienza a hablar.

— Como sabrás, Ainara es la hermana mayor, tiene 23 años y Anya 21. Sus padres pertenecen a una de las familias mas importantes de nuestro reino, por lo que su prestigio e imagen son intachables — suspira — Desafortunadamente el Gran General cometió un error y se enredó con una chica demasiado joven para él.

— ¿Gran General? — ladeo la cabeza perpleja.

— Es su padre — abro la boca con asombro — La familia Labrot se caracteriza por concebir y criar generales, quienes durante el resto de su vida tienen la tarea de proteger la corona.

— Ya veo, eso quiere decir que ¿Ainara y Anya podrían convertirse en Grandes Generales algún día?

— Así es.

— Ya veo. 

— Como mencioné, Gloria era demasiado joven en aquel entonces, así que renunció a hacerse cargo de Anya con tal de seguir con sus estudios. El Gran General se vio forzado a llevarla al reino y aunque su esposa se negó rotundamente a reconocerla como segunda hija legítima, al final tuvo que aceptarlo por el bien de su familia. 

— Y fue así como Anya conoció a Ainara…

— Si, aunque Anya nació dos años después que ella, ambas se hicieron tan cercanas que nadie sospechó que la menor era una bastarda. Hasta que… — Dagna enmudece.

— ¿Hasta qué? — repito con intriga.

— Hasta que alguien descubrió la verdad y Anya fue encerrada alrededor de diez años.

— ¿Por diez años? — la miro desconcertada — ¿Quién haría algo tan horrible como eso?

— Gloria, el Gran General y su madrastra — resopla — Ninguno quizo asumir las consecuencias, así que los tres acordaron encerrarla, ya que de lo contrario la corona podría asesinarla. 

— ¿Qué? ¡No puedo creerlo!

— No está permitido engendrar bastardos en nuestro reino. 

— Que regla tan estúpida, bastardos o no, siguen siendo vidas — me siento enfadada — ¿Y cómo logró liberarse? 

— Pese a no compartir un lazo sanguíneo cien por ciento puro, Ainara y Anya crearon uno casi real — mientras escucho el relato, mi mente divaga, recordando los pocos momentos que he compartido junto a las dos — Ainara luchó por años, sirviendo como una leal y eficiente guardiana para la corona, hasta que ese día llegó. 

— ¿Qué día? 

— El día de su nombramiento oficial como sucesora de los Labrot — ella me mira directamente a la cara — Ese día, Ainara tenia la oportunidad de pedir lo que quisiera, riqueza, poder, mujeres…cualquier cosa, pero pidió que liberaran a su hermana. 

— ¡Y se lo concedieron! 

— No del todo — Dagna borra mi sonrisa mientras entrelaza nuestras manos con más fuerza — Anya está condicionada a comportarse de cierta manera o de lo contrario Ainara será encerrada en su lugar.

— ¿Qué? ¡Eso es realmente injusto! 

— Lo es, sin embargo nuestros superiores siempre han tenido un mal presentimiento sobre Anya — ella parece repentinamente preocupada — Y yo también. 

— ¿A qué te refieres con un mal presentimiento? 

— Debido a su situación, Anya no formó lazos con nadie más que no fuese Ainara, por lo que suele actuar por impulso, imprudencia y egoísmo la mayor parte del tiempo. No le preocupa lastimar o causar daño a otros, siempre y cuando su hermana mayor este bien.  

— Pero eso no quiere decir que sea mala — mis murmuros hacen que Dagna sonría.

— Lo sé — vuelve a mirar al cielo —  Por esa razón la corona decidió darle una segunda oportunidad y reconocerla como integrante de las nueve. No cualquiera tiene el privilegio de pertenecer a un grupo tan importante, siendo una bastarda.

— Ya veo, y así ambas hermanas trabajan juntas.

— Sí y a cambio, Ainara aceptó asumir la responsabilidad por las acciones de Anya.

Nuestras voces cesan. Dagna parece no querer seguir hablando del tema y yo me muero de ganas por hacerle mil preguntas más, entre ellas lo que Alexander ha estado diciendo desde el otro día. No puedo desperdiciar esta oportunidad, estamos solas y la chica playboy parece muy accesible para responder el día de hoy. 

— El cielo esta hermoso está noche — murmura la rubia.

— Si — sonrío mientras clavo la vista hacia el infinito mar de estrellas. 

No falta mucho camino para llegar a casa y yo sigo indecisa. No sé si debería arruinar el momento de esta manera, pero he cumplido con mi promesa de ser paciente todo el día, así que lo mínimo que puede hacer para compensarme, es responder otro par de mis interrogantes. Decidida, me armo de valor suficiente y tratando de sonar lo más seria posible, reinicio la conversación.

— Dagna — ella inmediatamente me mira — Sobre lo que dijo Alexander…

— ¿Que no somos humanas? — esboza una sonrisa tras sus palabras.

— Sí — trago saliva nerviosa — Eso ¿debería creerlo? — mantengo la mirada fija sobre su rostro.

— Probablemente — ella clava su profunda mirada miel y el cuerpo me tiembla al instante — Si eso resultara cierto ¿me tendrías miedo?

Su rostro tenso me seca la boca mientras la interrogante me acelera el corazón. La herida de Alexander reaparece en mi mente y no puedo evitar sentirme aturdida ¿no es humana? ¿ninguna de ellas lo es? La miro de arriba abajo y aunque la examino cautelosamente, no veo que tenga algo diferente a mí ¿será un disfraz? 

— ¿Y? — vuelve a preguntar intrigada.

Estoy por responder cuando mi teléfono suena, sobresaltándonos a ambas. Observo en la pantalla que es mi madre quien llama, seguramente está desesperada. 

— ¿Hola?

— Selene ¿dónde están? Ha pasado casi una hora desde que se marcharon — suena molesta.

— Justo ahora estamos en la esquina, llegaremos en menos de cinco minutos. 

— De acuerdo. Apresúrense.

Anabel cuelga y Dagna me mira interrogante, tras lo cual correspondo únicamente encogiéndome de hombros. Damos un par de pasos más y finalmente llegamos a casa. 

 — ¿A dónde diablos fueron? Tardaron demasiado — la primera en reprocharnos es nada mas y nada menos, que Valentina. 

— Perdimos la noción del tiempo mientras platicábamos — se excusa Dagna.

— Si claro, platicando... — la pelirroja pone los ojos en blanco pero nadie más vuelve a interrogarnos. 

— Aquí tienen lo que faltaba — me acerco al comedor en donde ahora se encuentran sentadas Karime, Ainara y Anya. Coloco la bolsa frente a ellas y rápidamente cada quien toma lo necesario para finalizar su tarea — ¿Dónde está mi madre? — pregunto a las chicas restantes pues al analizar la habitación, veo que no está por ninguna parte. 

— Subió a dormir — responde Neferet mientras saca uno de los frascos con sal — Dijo que estaba más cansada que hambrienta. 

— Ya veo. 

Aunque respondo con desinterés, me parece muy extraño que mi madre se haya marchado sin cersiorarse primero de que he llegado a casa. Tal vez ¿la obligaron? Sacudo la cabeza, decidiendo que no es momento para hacerme estúpidos cuestionarios mentales y ayudo a mis invitadas.

Finalmente, luego de un par de horas y un millón de problemas e interrupciones, nos sentamos a cenar. La comida ha quedado realmente deliciosa pese a las trabas que hubo durante el proceso para realizarla. Yo estoy junto a Dagna y a mi otro costado se encuentra Ainara, quien por supuesto tiene a Anya del otro lado. El resto de las chicas se ha acomodado nuevamente por falta de espacio, al rededor la sala.

— La ensalada esta riquísima — argumenta Karime levantándose y sirviéndose una segunda porción. 

— La sopa también — Odra ha dejado el plato vacío y aparentemente está satisfecha. 

— Sel ¿me pasas el pollo? — la hermana mayor me mira sonriente y yo asiento para acto seguido, estirarme y alcanzar el recipiente con la carne — Gracias — dice cuando se lo entrego.

— Por nada — la miro de reojo y noto lo perfectamente blanca que es su piel, lo fino de su cabello y lo delgadas que son sus cejas. Es bonita, igual que el resto. 

— Nara, sírveme más — pide la hermana menor. La rubia de cabello corto sonríe y su gesto es tan deslumbrante que me derrite el corazón, esa sonrisa debe ser exclusivamente para Anya. 

Sin creer por lo que ambas han pasado, decido volver a mi plato. 

— Mañana — Odra habla captando nuestra atención — No olviden que mañana tenemos un evento importante. 

— ¿Tenemos que ir? — Neferet no parece muy animada con el recordatorio. 

— Es indispensable que todas estemos allí, no quiero excusas — Dagna le echa una mirada dura y más que por su comentario, percibo que sigue molesta por su actitud tan servicial conmigo — Tú también debes venir — sus ojos se clavan directamente en mi, dejándome estupefacta.

— ¿Yo? 

— Sí, mañana te presentaré a las nueve — la chica playboy aprieta mi mano y su calidez me hace vibrar.

— ¿Qué? Creí que el resto llegaría en tres días — Hilda habla entre bocados.

— Lexa se ha reunido con Uma y Krishna — la voz de Odra nos hace mirarla por segunda ocasión — Tal parece que las tres llegarán a tiempo para acompañarnos al evento. 

— Eso quiere decir que las nueve estaremos reunidas antes de lo planeado — Dagna las mira detenidamente a todas — Lo cual significa, que podremos dar inicio a nuestro plan. 

— Tengo una pregunta — me animo a interrumpir antes de que la conversación se torne mas confusa de lo que ya es. 

— Dime — la playboy me mira interesada.

— Se supone que son nueve ¿no? — ella asiente pausada — Pero ustedes son siete y si faltan tres, entonces…

— Anya y Ainara cuentan como un solo integrante — Odra sonríe mientras explica — Ambas pertenecen a la misma familia, así que se cuentan como si se tratara de una sola persona. 

— Oh, ya entiendo — todas sonríen a mi reacción de asombro, con excepción de Valentina.

— Si contáramos individualmente, seríamos más de nueve — Karime comienza a enumerar con los dedos.

—¿De verdad? — pregunto llena de curiosidad.

— Si, Odra y yo también tenemos hermanos. Ambos integrantes de las nueve.

— Osiris es hombre, no debería pertenecer a nuestro grupo — Neferet mira a la de mechas rubias, quien no tarda en abogar. 

— Mi hermano es especial y ustedes lo saben, por eso forma parte de nosotras. 

El comentario de Odra silencia al resto y yo decido lanzar otra interrogante.

— ¿Y ellos no vendrán?

— No, sin nuestra presencia la corona quedaría desprotegida, así que tanto Osiris como Kora, fueron asignados para permanecer en el reino. 

— ¿Osiris y Kora? Sus nombres son tan parecidos… — digo bajamente y las chicas parecen confusas — Me refiero a que, todas comparten con sus hermanos la letra inicial de cada uno de sus nombres ¿no lo han notado?

— Anya y Ainara… — la rubia de ojos verdes mira a su hermana mayor.

— Odra y Osiris… — la de mechas rubias habla pensativa.

— Karime y Kora… — la castaña también parece sorprendida — Es verdad, no me había dado cuenta.

— Es demasiado extraño, pero me gusta — sonrío al imaginar que si tuviera un hermano, pediría que lo llamaran similar a mí — ¿Qué tipo de evento es el de mañana? 

— Es una fiesta — Dagna parece emocionada al responder — Es una POOL PARTY 

— ¿Qué es eso? — pregunto aún perpleja.

— Una fiesta con alberca ¿no sabes inglés? — Valentina no tarda en atacarme, pero basta una mirada de Dagna para aplacar su ira. 

— Ya veo. 

— Así que no olvides llevar tu traje de baño — Neferet me guiña un ojo con picardía.

— Y tampoco olvides llevar a Karina — el comentario de Odra me hace sonreír — Está mas que invitada de mi parte.

— ¿Quién es Karina? — las dos hermanas hablan al unísono. 

— La mejor amiga de Selene — responde Dagna observándolas con atención — Chicas, ya hemos robado demasiado tiempo de ella el día de hoy y mañana tiene que ir a la universidad — dice cortando la conversación —  Apresurémonos a lavar todo para dejarla descansar.

— No tienen porqué molestarse, yo limpiaré todo mañana — me apresuro a decir cuando las veo levantarse dispuestas a ayudar.

— Hemos llegado sin invitación, así que nos iremos cuando todo esté limpio — alega mi rubia playboy. 

— De acuerdo, pero entonces yo también ayudaré — Dagna no se opone más y juntas, comenzamos a limpiar el desastre que hemos dejado en la cocina y también en el comedor. 

He recogido una cantidad peligrosa de platos y justo ahora la llevo hacia el lavabo, en donde Ainara se encarga de dejar impecables los vasos y cubiertos que hemos utilizado. Durante mi camino veo que Neferet y Valentina se encargan de limpiar la mesa. Dagna y Karime por otro lado, son responsables de barrer y trapear el piso, mientras que Odra y Anya separan los desechos arrojándolos a la basura. No han pasado ni diez minutos desde que empezamos a limpiar y estamos por terminar. Para ser ricas, estas chicas saben hacer su trabajo muy bien.

La pila de platos es tan alta y pesada que me obliga a caminar lento. Trato de pisar con cuidado y lo más firme que puedo para evitar un accidente. Sin embargo, es tan típico de mi, que no me sorprendo cuando tropiezo. No logro ver con qué, ni mucho menos descifro cómo, pero estoy por caer al suelo cuando Ainara me sostiene, evitando mi impacto y controlando de manera impresionante que algún plato se quiebre contra el piso. 

— ¿Estás bien? — pregunta angustiada.

— Si, lo lamento.

— ¿Con qué tropezaste? No hay nada por aquí — ella analiza nuestro al rededor y yo la imito, corroborando su información.

— No lo sé, pero había algo…— murmuro tratando de encontrar algún objeto como culpable, pero no lo hay — Aunque soy demasiado torpe y tropiezo todo el tiempo — Ainara sonríe levemente tras mi comentario.

— Olvídalo, ¿te lastimaste? ¿te duele algo? — ella me analiza de pies a cabeza.

— No, estoy bien. Muchas gracias — me sonríe e inmediatamente centra su atención en lo que llevo cargando. 

— No debiste traer esto tú sola, es demasiado peso. Dámelo — la rubia toma la enorme cantidad de platos de vidrio y sin esfuerzo alguno, los coloca junto al resto de trastes que faltan por lavar. 

— Muchas gracias Nara…

— ¡No la llames así! ¡Solo yo puedo hacerlo! — repentinamente Anya aparece en la habitación y yo me quedo estupefacta ante su reacción.

— Lo lamento, pensé que podría…

— ¡No puedes! — grita haciendo un berrinche — ¡Tú no eres su hermana, solo yo puedo llamarla así! ¡Solo yo puedo hacerlo! 

— ¡Anya! — la hermana mayor parece molesta — ¡Cálmate! — reprende elevando la voz.

— Nara, es solo que ella…

— ¡Basta! Ya no eres una niña pequeña ¡compórtate!

— ¡Deja de defenderla! — reprocha la menor.

— ¡No la estoy defendiendo! — la rubia de cabello corto traga saliva con dificultad mientras me mira de reojo — Solo… compórtate. Esto es ridículo — vuelve a repetir pero esta vez mucho más tranquila. 

— ¿Qué sucede? — Dagna aparece por la puerta y tras ella, el resto de las chicas tambien.

— Nada princesa — aunque Ainara miente, yo me quedo en silencio. 

— Llámame Dagna, aquí no soy ninguna princesa.

— Lo lamento. No es nada — se disculpa la hermana mayor. 

— Será mejor que vayan a casa — la chica playboy habla para todas — Odra, encárgate. 

— Claro. Vámonos — la de mechas rubias truena los dedos y sus compañeras asienten — Ha sido un placer verte de nuevo Selene, no olvides llevar a Karina mañana — insiste antes de emprender camino hacia la salida. 

— Nos veremos mañana preciosa — Neferet se marcha, pero no sin antes plantarme un beso en la muñeca.

— Hasta pronto Selene — Hilda se despide con un gesto de cabeza. 

— Gracias por la cena, hasta mañana — Karime sonríe para después alcanzar al resto.

— Lamento las molestias. Nos vemos después — Ainara me mira con esa seriedad que la caracteriza y yo sonrío, tratando de decirle con eso, que todo está bien.

— Adiós — Anya por su parte, va aferrada al cuerpo de su hermana mayor y no hace más que mirarme de reojo para luego despedirse cortamente.

 Todas han desaparecido con excepción de Dagna y Valentina.

— ¿Te quedarás con ella? — interroga la pelirroja.

— Solo un poco más — Dagna me mira sonriente.

— No deberías, sería mejor que nos vayamos todas juntas.

En ese preciso momento Valentina intenta tomar la mano de Dagna, quien ágilmente evita el encuentro y clava su miel en los diminutos ojos de su compañera, para luego abrir la boca y decir:

— Fue una mentira ¿entiendes? 

— ¿Qué?

— Nuestro supuesto noviazgo no es mas que eso, una mentira. No quieras llevarlo más lejos — Dagna habla con claridad, dejando a la pelirroja completamente muda y a mi, impactada. 

— Lo sé… solo creí que estaba bien irnos juntas — ella murmura sin energías — Pero en ese caso nos iremos primero. Hasta luego Selene. 

Valentina se marcha sin siquiera mirarme. La puerta se cierra y tras eso, Dagna y yo nos quedamos completamente solas. 

— ¿Te hizo daño? 

— ¿Quién?

— Anya.

— No, ninguna de las dos. 

— Me alegra — una vez corroborada mi respuesta, la rubia emprende camino hacia el lavadero y tomando el primer plato, comienza a tallar. 

— ¿Qué pasa con ella? — pregunto acercándome a Dagna para ayudarle a enjuagar la vajilla. 

— Hace rato olvide mencionarte esa parte — ella suelta un largo suspiro — Anya es demasiado posesiva con Ainara, incluso hemos llegado a creer que… 

— ¿Qué cosa? — abro los ojos intrigada.

— Que está enamorada de ella. 

— ¿Qué? Pero si son hermanas. 

— Eso no evita que pueda suceder. En nuestro reino no sería nada fuera de lo común.

Me quedo en silencio, meditando si será prudente lo que estoy a punto de preguntar.

— Dagna, si todas ustedes no son humanas ¿entonces qué son? ¿de qué reino provienen? — finalmente decido soltarlo, aprovechándome del momento y que el tema ha surgido sin querer.

— Nosotras… — esta vez, el teléfono de la playboy nos interrumpe — ¿Hola? 

Tomo como ventaja que estoy demasiado cerca de ella, tanto así que puedo escuchar a quien habla del otro lado de la linea. Si no me equivoco, la que está llamando es Odra. 

— Aún en casa de Selene ¿porqué? 

Ella habla con cautela y yo finjo estar distraída cuando me mira de reojo.

— ¿A quién?

Odra responde a la pregunta con un nombre conocido: Alexander. Me sorprende escuchar que están hablando sobre él, sin embargo trato de disimularlo para seguir escuchando.

—  Bien ¿en dónde lo tienen?

La mayor informa que cerca de mi casa, por un parque no muy lejos del centro comercial. 

— De acuerdo, termino con ella y voy para allá. No lo toquen hasta que yo llegue. 

Odra acata la orden y se despide, para después colgar.

— ¿Todo en orden? — pregunto cuando veo que guarda el teléfono en su bolso.

— Si, las chicas están en casa — miente — Llamaron para avisar — trago saliva logrando mantener la compostura y decido que mi momento de mentir ha llegado también.

— Dagna estoy muy cansada. Terminaré de lavar el resto de los platos cuando vuelva del colegio.

— ¿Segura? — ella arquea una ceja y percibo que por un momento no me cree.

— Si, es demasiado tarde — bostezo para ser mas convincente y ella cae redondita. Supongo que el pasar tanto tiempo juntas, me ha contagiado de sus habilidades para actuar. 

— Tienes razón, entonces me voy. 

— Gracias — le sonrío.

— A ti por aceptarnos sin haber sido invitadas — ella habla mientras camina hacia la puerta y yo la escolto.

— Siempre serán bienvenidas, mi madre parece adorarlas — la miro a los ojos — Y yo también — ella sonríe y decido soltar un segundo bostezo para parecer realmente fatigada.

— Mañana pasaré por ti para ir al evento, nos vemos a las nueve. 

— Sí, muchas gracias por todo. Hasta mañana.

Dagna parece estar por marcharse cuando repentinamente, se abalanza sobre mí y me roba un beso. Debo admitir que esperaba que lo hiciera

— Descansa — dice antes de dar media vuelta y comenzar a andar. Es verdad, habia olvidado que hoy no trajo auto.

Cierro la puerta y tras un par de segundos, decido asomarme por la ventana. Aún puedo verla caminando sobre la acera y tal parece que no lleva prisa alguna ¿debería seguirla? después de todo es un hecho que se dirige hacia dónde Odra y las demás chicas se encuentran ¿seguirá Alexander con ellas? Trato de contenerme pero, esta vez decido violar nuestro acuerdo. Tomo una chamarra, mi bolso y cerrando la puerta con sumo cuidado, salgo detrás de ella. 

Aunque unos treinta metros o más nos separan, camino lentamente. Dagna podría voltear en cualquier momento y seria una desgracia que me atrapara siguiéndola a mitad de la noche. Prefiero tener cautela, así que me escondo en cualquier árbol, auto o arbusto que encuentro para sentirme mucho más segura, ademas no sé a dónde se dirige exactamente, por lo que las chicas podrían estar en cualquier parte. Debo ser extremadamente cuidadosa. 

Luego de caminar al rededor de unos quince minutos, Dagna llega al supermercado y desaparece de la banqueta. Miro detenidamente antes de continuar, y noto que ha salido del camino. Se dirige hacia dónde horas antes ella y yo tuvimos nuestro encuentro amoroso. Para mi sorpresa se sigue de largo, adentrándose más y más en la zona verdosa con dirección al bosque ¿Odra y el resto están allí? Con mil y un interrogantes continúo mi persecución, hasta que un par de gritos lejanos me erizan la piel ¿es la voz de Alexander? Las piernas comienzan a temblarme y por un segundo, dudo en si debería seguir avanzando.

— ¡Les dije que no lo tocaran! — Dagna eleva la voz, sobresaltándome y haciendo que me oculte en el árbol más cercano — Hilda, suéltalo — ordena. 

Estamos lejos de la ciudad, en medio del bosque. Si algo llegara a suceder, es muy probable que nadie se de cuenta. Trago saliva con dificultad, mientras el corazón se me acelera y las manos se me empapan de sudor, decido asomarme para contemplar la escena. 

— Si — la de ojos azules y cabellos negros obedece. Suelta a mi novio y noto que al chico le es imposible moverse ya que está amarrado tanto de brazos como de piernas. 

Examino el espacio y veo que están todas, no falta ninguna. Dagna se acerca a dónde Odra, Ainara y Neferet guardan una distancia mucho mas prudente que Karime, Hilda, Valentina y Anya, quienes lo tienen rodeado y al parecer se divierten demasiado molestándolo. 

— ¡Malditas! ¡Suéltenme! — grita desesperado el moreno cada vez que le pican las costillas. 

— ¡Cállate! — Anya pide silencio mientras merodea a su al rededor.

— ¿Cómo fue que lo encontraron? — la rubia interroga a la de mechas rubias. 

— Iba camino a casa de Selene, así que lo topamos durante nuestro regreso.

— Ya veo. Es una suerte encontrarlo justo cuando Anya y Ainara han aparecido — Dagna se vuelve a verlo con desprecio — Tenemos que borrarle la memoria antes de que se nos adelante y le diga algo más a Selene. 

— ¿Y para qué borrarle la memoria? ¿No seria mejor comérnoslo? Es un estorbo y estamos demasiado hambrientas — las palabras de Anya me petrifican al instante. 

— No — responde la playboy con fastidio — Aunque quisiera poder hacerlo. 

— Entonces hagámoslo, por favor — insiste la hermana menor.

— No podemos — Dagna vuelve a rechazar la propuesta — El es nuestra pista más cercana para saber quién está detrás de todo esto, así que lo necesitamos. 

— ¿Siquiera podemos probarlo? — Anya no para de insistir — Hace días que mi hermana y yo no comemos carne humana — tras sus palabras la playboy mira a la segunda rubia de pelo corto, quien corrobora la información asintiendo con la cabeza — Aunque sea déjanos darle una mordida, todas deben estar hambrientas como nosotras.

Dagna mira al resto de chicas, quienes inevitablemente también parecen suplicar con la mirada. 

— De acuerdo, pero a cambio serás tú quien se encargue de borrarle la memoria.

— Si, será un placer — la hermana menor acepta la tarea con una sonrisa de oreja a oreja.

— Usen la herida vieja para comer, no podemos exponernos a dañar más su cuerpo ¿entendido?

— De acuerdo.

Todas responden al unísono y yo siento como las extremidades de mi ser, comienzan a helarse cada segundo que pasa. Se me seca la boca y el corazón me bombea con fuerza cuando veo a Anya levantar la playera del chico y lamer la herida en su abdomen ¿realmente hará, lo que creo que hará?  

— No puede ser… no puede ser — me repito en voz baja — Esto no puede ser cierto. Ellas van a… — Alexander grita de dolor cuando la rubia menor comienza a morderlo y yo quedo completamente muda, cuando tras ella, Karime, Hilda y Valentina la imitan. 

— ¡Basta! — grita él, antes de caer desmayado a causa del dolor. 

Sin importarles que el chico se haya desplomado, las que están satisfechas se hacen a un lado para permitir al resto comer. Ainara, Neferet y Odra se alimentan en la segunda ronda mientras que Dagna observa todo en silencio. Su mirada se vuelve a oscurecer, justo como cuando horas antes nos besábamos cerca de aquí. 

— Princesa, es tu turno — Neferet se hace a un lado, permitiéndome ver su rostro manchado de sangre. Las rodillas me tiemblan y siento ganas de vomitar cuando la veo lamerse la boca. 

— No quiero — dice negándose la rubia. 

— Deberías comer. Sabes que debemos hacerlo mientras permanezcamos aquí, de lo contrario estarás mas débil de lo normal — Odra interviene tratando de convencerla mientras se limpia el liquido rojo de los labios. 

— Sin tus poderes ya eres demasiado vulnerable, mínimo come para permanecer estable — Valentina también trata de que cambie de opinión. 

— De acuerdo, es solo que… — la rubia se acerca al cuerpo del moreno que yace inconsciente en el pasto e inclinándose, la veo morder y arrancar un trozo de carne de su abdomen. Luego de masticar y tragar, abre la boca para decir — Este chico sabe a mierda.

No puedo seguir observando, salgo corriendo a toda velocidad, completamente aturdida y desconcertada mientras las palabras de Dagna se repiten una y otra vez en mi cabeza.

“Probablemente, si eso resultara cierto ¿me tendrías miedo?’’

 

CONTINUARA...

Notas finales:

¿Qué les pareció? Finalmente se ha revelado uno de los mas grandes secretos de Dagna y sus amigas ¿qué creen que sean? ¿cómo reaccionará Selene ante este nuevo descubrimiento? Déjenme saberlo en los comentarios. Muchas gracias x la pacienca y por leerme, besos <3


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