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Cosas de chicos por lezti akira

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Notas del capitulo:

Hola gente bonita que lee esto.

Espero que el capítulo les guste aunque es un poco técnico.

Cosas de chicos

Capítulo XVIII

 

Porque incluso si lo único que podía ofrecerle era el dolor…

 

 

Naruto apuró el agua de su vaso cuando la seria mirada de Fugaku Uchiha se enfocó en él. Ni siquiera la sonrisa condescendiente de Mikoto Uchiha era lo suficientemente reconfortante como para tranquilizarlo.

 

A su lado izquierdo estaba Itachi, con un porte estoico; brazos apoyados contra el cristal de la mesa, barbilla recargada contra las manos, ojos cerrados y ceño fruncido. Itachi se había limitado a escuchar todo lo que Fugaku, su padre, tenía que decir respecto al cambio de opinión de Sasuke. Para el vástago mayor de los Uchiha era sumamente importante comprender y analizar cada uno de los inconvenientes respecto a la enfermedad de Sasuke y a su propio deseo por quedarse en Japón, cuando hasta hacía unas horas esperaba impacientemente porque tuvieran todo arreglado para su viaje a Londres, allá con su atolondrado tío Obito y la tía Rin.

 

Fugaku era un hombre serio, criado bajo la rectitud, valores inquebrantables y un poco de mente cerrada, mas no era un padre opresivo, al menos ya no tanto, y se esforzaba por mantenerse fuerte para toda la familia. No sabía demostrar su afecto de otra forma, lo que hacía que a oídos de Sasuke sonara como alguien intransigente. Así pues, cuando su hijo menor le confesó que no deseaba irse, y que aceptaba todo lo que su enfermedad conllevaba, para los demás Uchiha fue predecible su reacción: la furia.

 

Mikoto sonreía forzadamente, pero sus oscuros ojos hablaban todo lo que en ese momento estaba callando por puro respeto a la decisión de su hijo. Quizás lo suyo era un temor puro que ensombrecía su esperanza, aquella que hasta ese momento la había mantenido firme y sensata. Su parte racional le repetía que la enfermedad de Sasuke tenía tratamiento, que estaban a tiempo, que según las palabras del oftalmólogo y el oncólogo se trataba de un tumor benigno. Lo que calentaba su frío pecho lleno de dudas. No obstante, su mente jugaba con ello, construía escenarios fatídicos y la transportaba a la desesperación.

 

—Padre — empezó Sasuke al ver que Fugaku no diría nada hasta que explotara, es decir al final —, sé muy bien lo que dije. Que no quería quedarme aquí y que de hecho tampoco quería un tratamiento. Estaba muy dispuesto a morir.

 

Fugaku frunció el ceño y Mikoto agachó la cabeza, aquellas hirientes palabras eran dagas para cada uno de ellos. Sasuke en un principio había renegado sobre la enfermedad, y después sobre iniciar un tratamiento, su deseo era morir. Tan joven y tan trágico.

 

Naruto se mordió el labio inferior con saña, ¿Cómo podía decir tan fácilmente que estaba dispuesto a morir, así como así? ¿Acaso desde un principio lo suyo era simplemente ir a morir a otro lugar, solo y si esperanza, resentido con la vida? ¿Era un idiota empedernido o qué? Se contuvo de soltarle un golpe en pleno rostro al moreno, guardando su decepción y horror para otro momento.

 

—Accedí al tratamiento solo porque Itachi me lo pidió — agregó, recolocando los lentes en su sitio sobre el puente nasal —. Y ahora decido quedarme porque… Naruto me ha hecho entender que, pase lo que pase, aquí están ustedes, y mis amigos…

 

—Las cosas habrían sido menos dramáticas si hubieras entendido eso desde un principio, Sasuke — Fugaku suspiró pesadamente. Sin embargo, la furia naciente en él se disipó con una sonrisa pequeña y unos ojos llenos de orgullo —. Nosotros siempre estaremos para ti, hijo.

 

Sin mediar palabra la cabeza de la familia Uchiha se levantó de su silla y se alejó con pasos firmes hacia su estudio. Tenía varias llamadas que hacer para que Sasuke empezara con el tratamiento ahí de inmediato.

 

Mikoto se levantó solo para abrazar a Sasuke, mesando sus suaves cabellos ébano. Ese era su niño.

 

 

 

 

 

Shizune entrelazó sus manos sobre el escritorio de su consultorio. Una laptop ocupaba el lado izquierdo del escritorio, frente a ella de lado derecho un botecito contenía bolígrafos negros, hojas llenas de apartados que Naruto no comprendía se apilaban ordenadamente en un extremo; en una mesita descansaba un impresora. El consultorio era silencioso, todo lo contrario a lo que el blondo recordaba de la última (y única) vez que había pisado un hospital. Aquella vez en que todos ellos decidieron acompañar a Lee con el traumatólogo después de su cirugía. A diferencia de Shizune, el doctor Asuma Sarutobi no portaba estetoscopio, tenía una barba algo descuidada y olía a tabaco; además, a través de los delgados muros podía escuchar los gritos de dolor de los pacientes cuando los residentes del servicio reducían una luxación, o quitaban el yeso con sus cortadoras de mano.

 

Naruto supuso que cada especialidad era un mundo. En el consultorio había tres máquinas diferentes de las que apenas si recordaba el nombre. Un esquema enorme sobre la anatomía del ojo decoraba la pared derecha, y diplomas y certificados encuadrados se apostaban en la pared tras la doctora.  Nada de huesos de plástico, yeso, cubetas de agua y radiografías a diestra y siniestra.

 

—Mire joven Naruto, lo que Sasuke tiene es un tumor demasiado raro, hablamos  de que los tumores del nervio óptico representan el cuatro porciento; y de este porcentaje se deriva el meningioma de la vaina del nervio óptico. Un tumor benigno pero raro en la edad del joven Sasuke, y que por su edad presenta un curso un tanto más agresivo. Le hemos solicitado resonancias magnéticas y, dada nuestra experiencia, lo más factible es realizarle una cirugía.

 

Tanto Sasuke como Naruto escuchaban todas las palabras de la doctora, aunque eran Mikoto y Fugaku los que asentían en silencio.

 

—Claro, el procedimiento no es inocuo. Una cirugía conlleva ciertos riesgos, complicaciones mínimas o, ya puestos en el tema, también pueden ser fatales. Si ustedes aceptan deberán firmarnos un documento en el que están conscientes de todos los problemas que pueden haber, y aún así aceptan. Esto no significa que a su hijo le tengan que pasar todas las cosas malas que pueden pasar en un quirófano.

 

—¿Y debemos esperarnos un tiempo? ¿O cuándo podría hacerlo? — intervino Fugaku.

 

—En cuanto ustedes firmen, y pase el papeleo, un par de estudios para valorar al joven y entonces nosotros haremos la cirugía. Les repito, este tipo de tumores es un poco más agresivo a esta edad, por lo que hay que actuar lo más rápido posible.

 

—Pero no perderé la vista… ¿o sí? — inquirió dudoso Sasuke, la mano de Naruto apretando la suya, le brindo cierto confort ante la duda.

 

Sasuke aunque no lo dijera en voz alta tenía fe en que saldría vivo de la operación. Quería vivir y continuar junto a Naruto. Su mejor amigo…

 

—Puede haber una disminución de tu agudeza visual, esta puede ser parcial o total, alteraciones de los movimientos de tus ojos… en tu caso que es más bien de un solo ojo, la probabilidad es menor. Eso, en cambio, no es una garantía de que no puedas perder la visión de ese ojo.

 

—¿Alguna otra duda?

 

—No, en realidad. ¿Qué es lo que hay que firmar?

 

 

 

 

 

Sasuke y Naruto estaban en el parque en el que se conocieron. A la mente de Naruto acudió el recuerdo de un tierno Sasuke con vestidos de lasitos y peinados pulcros. Sasuke rememoraba las palabras de Naruto, aquel juramento sobre estar siempre juntos, siempre que se quisieran.

 

Mantenían las manos entrelazadas, la cabeza de Sasuke recargada en el hombro del blondo.

 

—Te quiero — murmuró débilmente Sasuke. Sintiendo su corazón acelerarse. Deseando poder decirlo más alto, y al mismo tiempo no se escuchado.

 

—Yo también te quiero idiota… — Naruto agachó la cabeza, con las mejillas coloradas —. De verdad estoy enamorado de ti.

 

Sasuke rió por lo bajo, incrédulo ante la confesión de su mejor amigo, del chico al que secretamente amaba.

 

—¿Eso es una confesión, torpe? Sabía que eras medio inútil, pero esto… puff esto te sobrepasa.

 

—¡Eres un malagradecido! Estúpido Uchiha — se quejó Naruto, intentando sonar molesto.

 

—Siempre supe que no podrías resistirte a mi encanto natural.

 

—¿Cuál encanto? Si eres como un dolor en el trasero.

 

El Uchiha se reincorporó, soltando la mano del rubio. El blondo inmediatamente levantó la cabeza, buscando sus ojos. Exhibiendo por primera vez el temor de ser rechazado. Lo que le dejo indefenso ante el sorpresivo beso que le obsequió el moreno.

 

Un sutil contacto de labios temblorosos. Una presión gentil. La respiración superficial de ambos. Sus corazones bombeando sangre tan rápidamente que los estaban mareando.

 

—Siempre tuve la esperanza de que tú también te enamorarías de mí — exclamó triunfante el Namikaze.  

 

 

 

Porque incluso si lo único que podía ofrecerle era el dolor, Naruto seguiría teniendo la creencia de que eso era parte del amor. Y estaba bien.  

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado.

Nos seguimos leyendo. Al fin estamos en la recta final del fic.

 


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