Cosas de chicos
Había una sola razón por la que a Sasuke le gustaran los helados…
Hacia calor, demasiado para el gusto de Sasuke, si estuviera en su poder ya estaría nevando o cuando menos nublado, pero no tenia tanta suerte como para tener una mísera nube en el cielo. Un firmamento despejado y azul claro, un sol brillante en lo alto. Un día precioso. Sasuke ni siquiera estaba en un lugar para relajarse de todo aquello, un parque lleno de niños correteando por todas partes, el sonido de los sube y baja, las cadenas de los columpios, el ruido de la resbaladilla, el coro de gritos divertidos ¿Dónde carajos se había metido? ¿Era una penitencia autoimpuesta? No, por supuesto que no. Si fuera por el estaría el la piscina de su casa, nadando tranquilamente. Pero no, el tenia que estar ahí, sufriendo lo indecible ¿y todo porque? Claro, porque Naruto le había llamado, porque ese rubio atolondrado lo había citado en el parque, y el no podía negarse, porque hacia calor y porque se trataba de Naruto, no necesitaba mas razones que esas.
Sasuke pateo una piedrecilla con su tenis, las bermudas blancas que llevaba ahora tenían una mancha de tierra y su camiseta azul marino parecía tener exceso de tela. Saco su celular de su bolsillo, aun estaba dentro del tiempo “llegue demasiado temprano”. Joder.
Diez minutos después Sasuke diviso la inconfundible figura de Naruto, no es que fuera realmente diferente a la de cualquier chico, quizás un poco por su estatura pequeña a comparación del resto, o por sus cabellos rubios que sobresalían de entre el común negro de la población japonesa. Pese al aspecto extranjero de Naruto, lo que le hacia inconfundible eran los escandalosos colores con los que siempre se vestía ¿Por qué usaba ese conjunto naranja chillón? ¿Era para llamar aun más la atención (porque no había que desmeritar su extrovertida personalidad)?
Naruto levanto un brazo para llamar su atención, moviéndola de un lado hacia el otro efusivamente.
— ¿Llevas mucho tiempo esperando? — pregunto una vez estuvo a su lado.
Casi veinticinco minutos — Acabo de llegar
—Genial… que bueno que hayas tenido tiempo para venir, no sabes lo jodidamente aburrido que estaba en mi casa — Sasuke se levanto de su asiento al ver que Naruto no se sentaría, eso era un claro ¿A dónde vamos?
Sasuke echo a andar, pasos relativamente cortos y sutilmente desganados, la razón: estaba acalorado. Naruto a su lado parloteaba alegremente sobre nada en especifico, Sasuke sabia que no era importante ponerle atención porque para el día siguiente inclusive Naruto ya abría olvidado sobre que había hablado. Caminaron por la mitad del parque, buscando… buscando cualquier cosa que llamara la atención de Naruto. Entonces los alegres zafiros contemplaron lo mejor de un día caluroso. Los helados. Seria mentir el decir que caminaron cual gente normal hacia el carrito de helados, lo cierto es que Sasuke había sido técnicamente arrastrado hasta el dichoso carrito. De lo único que Sasuke fue consciente fue de la mano caliente de Naruto contra su piel. Su compra fue más rápida que el llegar ahí; dos simples helados, uno de chocolate y otro de limón.
Lo siguiente que hicieron fue buscar un resguardo del sol, la sombra de unos cuantos arboles que se alejaban del ajetreado centro eran perfectos, apartados templados y de apariencia cómoda. Terminaron sentados ahí, con sus espaldas recargadas contra el grueso tronco de uno de los arboles, ellos quedaba escondidos a la vista de los demás. El show favorito de Sasuke empezó al momento que Naruto saco su sonrosada lengua. Naruto comía gustosamente, daba un lengüetazo lento y redondeaba la forma de su helado, otro corto y rápido y daba la impresión de aumentar el ritmo, después cogía un poco del helado y lo metía a su boca, mientras se derretía él se estremecía por el frio, y Sasuke lo contemplaba embelesado. El ritual se extendía tanto como durara el dulce. Pero como de costumbre Sasuke apenas si recordaba el suyo, era cuando Naruto lo miraba con los ojos entrecerrados, las mejillas sonrojadas y los labios húmedos y entreabiertos.
—Sasuke, se esta derritiendo ¿Si no te lo ibas a comer para que lo compraste? — le reprendía, con cierto tiemble de recriminación ¿acaso seria un delito el dejar morir un pobre helado? — Bueno, al menos podría comérmelo yo — ofrecía inmediatamente al haber terminado el suyo, Sasuke se lo cedía sin mucha ceremonia, de esa manera pagaba su horrible crimen y el ganaba mas minutos de contemplar esa lengua que parecía hacer maravillas.
Naruto era un experto con la boca, Sasuke solo deseaba averiguar si esa experiencia serviría en otros aspectos. ¿Lamería tan gustosamente alguna otra cosa que no fuera un dulce? ¿Qué tal piel? Mejor aun ¿Qué tal su…? Oh, si. Debía seguir siendo buena en chupar, lamer, mordisquear aun cuando lo que estuviera en su boquita fuera otra cosa no comestible. Igual, con un poco de suerte, atrevimiento y un cien por ciento de oportunidad Sasuke sabría que era tener esa boca y esa lengua en su anatomía.
—Mira — dijo Sasuke, captando la atención de Naruto, el helado de limón desaparecido — tienes aquí — un delgado dedo removiendo parte del dulce de la comisura de los labios de Naruto — anda, comételo — ordeno con un retintín de broma, pero Naruto siempre se tomaba eso literal, eso o amaba saborearlo.
—Como usted ordene, amo — agregaba Naruto, siguiendo la broma. Solo camaradería entre amigos, los mejores amigos, así que no importaba si el obedecía la orden, no abría motivo para pensar mal aun cuando fueran hombres. Entonces Naruto se metía el dedo de Sasuke a la boca, daba una lamida y tronaba los labios cuando se separaba. Era hasta cierto punto lascivo.
—Eso fue tan gay
—No — negaba Naruto, meciendo la cabeza de un lado al otro — tu cara de satisfacción lo es
Entonces Sasuke sonreía mientras Naruto lo hacía abiertamente. Era gracioso ver hasta qué punto eran capaces de llegar en un simple e inocente juego.
—Y ¿Quieres otro helado, Naruto?
Por respuesta una sonrisa, un sonrojo tenue y el mudo sentimiento de ser cómplices en algo que no resultaba normal entre dos amigos, menos dos amigos hombres. Pero ellos eran especiales y lo sabían aunque jamás lo admitirían frente a otros. Aún tenían ese orgullo masculino que evitaba que esas demostraciones fueran en público.
La razón por la que a Sasuke le gustaran los helados tenia nombre y cuerpo, no es que disfrutara el comiéndolos, pero contemplar a Naruto mientras degustaba ese frio dulce no tenia precio.