No me mal entiendan; no soy un debilucho sentimental. Al contrario; soy considerado el ser más frío que alguna vez ha pisado cualquier mundo. O por lo menos, así lo era.
A lo largo de mi camino junto con Yusuke, Kuwabara y Kurama he descubierto que esto no es así. Hay demonios y humanos mucho más fríos que yo. También encontré la razón de ellos por ser así; no tenían un motivo para cambiar, no tenían amigos.
Como ya sabrán soy un niño prohíbido, un no deseado, un marginado. Por el simple hecho de haber nacido hombre, fui desterrado de mi tierra natal cuando era solo un bebé por la mejor amiga de mi madre, quien luego de esto se suicidó. Mi único motivo en la vida era encontrar la Villa Glacial y asesinar a las mujeres del hielo, a ellas que me dieron la espalda y me marcaron de por vida. Solo entrenaba, peleaba, y asesinaba por ese motivo. Me encontraba en un lugar muy oscuro. Esto cambió cuando me enteré de que tenía una hermana gemela; Yukina. En ese momento mi rumbo de vida cambió. Decidí hacerme la operación del Jagan, del tercer ojo para poder encontrarla, pero no quería matarla. No sabía muy bien que sería lo que haría una vez que la encontrara, pero si entendía que necesitaba hacerlo.
Pero antes, conocí a Kurama, fue muy extraño. Él es muy extraño. Fui abriendome de a poco, pero aún no fue suficiente, aún necesitaba más, aún la oscuridad era una parte escencial en mi. Pero, al conocerlo, pude comenzar a ver una luz, una esperanza de la cual me fue muy dificil confiar al principio.
Luego llegó Yusuke Urameshi. Al principio éramos enemigos. Combatimos, y cuando me derrotó comprendí que el era muy diferente a todos los demás con los cuales me había enfrentado antes. Puedo decir que un poco de sus emociones llegaron a mi, de cierta forma, con el tiempo.
Kuwabara, ¡já! es un idiota, pero logró demostrarme que es un gran idiota, en el buen sentido. Jamás le da la espalda a la injusticia y debo admitir (no se lo digan o los mato) que tiene un enorme poder, a pesar de ser solo un humano.
Jamás creí que esto me llegara a ocurrir a mi, pero acabé combatiendo junto a ellos en varias ocaciones, como equipo. Yo soy parte de un equipo. Pero no es algo tan frío a como suena, somos...amigos. Puedo decir que luego de haberlos conocido, luego de haber vivido todo junto a ellos, soy feliz.
Tsk, cada día estoy más emocional, quizás deba alejarme de ellos por las buenas y para siempre.
No.
No podría.
Ellos quitaron la oscuridad de mi vida, borraron el dolor y el resentimiento de esos horribles recuerdos, y pusieron otros más alegres en su lugar.
No me importa si esto me hace ver como un debilucho, sé que no lo soy. Pero ellos son lo más importante para mi, y no voy a dejar que les ocurra nada, no voy a dejar que mueran. Son mi luz y voy a defenderlos aunque me cueste la vida.
Pero jamás se los voy a decir.
Mucho menos a Kuwabara.
Idiota.
-¡Hiei!- llamó Yusuke a su compañero, quien se encontraba sobre la rama de un árbol, sumido en sus pensamientos.
-Hn.
-¡Baja ya! ¡Koenma nos está llamando!
-Hn ¿Y a mi que rayos me importa?
-¡Oye no seas mal educado con Urameshi, enano!
-Dejalo Kuwabara, ya vendrá. Vamos, chicos- dijo Kurama viendo a Hiei con una sonrisa en su rostro. El demonio de fuego solo desvió la mirada.
-Si, mejor vamos Urameshi. No lograremos nada esperando a ese enano. Y creo que Yukina cocinó. ¡Seguro esta delicioso!- exclamó el pelinaranaja con pequeños corazones en sus ojos.
-Si, vamos. ¡Te esperamos Hiei!- gritó por última vez Yusuke, para luego retirarse con sus amigos.
De verdad, son unos idiotas. Mis amigos idiotas.
Fin.