JongIn y KyungSoo. Suena bien.
KyungSoo no tiene fe en los milagros. No tenía fe en el amor. Pero JongIn apareció. Y ahora cree en JongIn. La piel morena que reluce con el sol, es como un fenómeno natural. JongIn tiene su propio brillo, no necesita más.
-¿Qué piensa mi hyung favorito?
-En ti, en mí. En los dos.
JongIn le besa suave. Le acaricia el cabello y se siente como una ventisca en primavera. JongIn tiene el primer beso de KyungSoo. Su primera vez también. A JongIn le gusta sumergirse en el mundo de KyungSoo, perderse en su voz, en sus labios y en su cuerpo. JongIn se siente infinito cuando KyungSoo lo mira y le sonríe.
No llevan mucho tiempo, pero cada segundo el tiempo se vuelve especial. Es algo espiritual. KyungSoo acaricia la espalda de JongIn y el mundo se suspende en la galaxia. Todo deja de existir, menos las caricias compartidas.
-Nunca nos separaremos. Porque yo soy tú y tú eres yo. Nos complementamos.
KyungSoo ríe lento. Lento como la voz de JongIn cuando le dice que lo ama. Que siempre lo va a sostener, no importa si el mundo se cae a pedazos. JongIn respira en el cuello de su chico, causándole cosquillas. Besa los morados que ha dejado.
-JongIn, tu eres mi infinito. Eres todo lo que tengo, lo único que quiero.
Ambos se arrullan en un beso, en un latido de un mismo corazón. KyungSoo muerde el labio de JongIn.
-Es trampa que muerdas.
KyungSoo no contesta. Y ambos recuerdan cuando se envuelven, en una noche todo es posible.
Cuando nadan en el cuerpo del otro y la Luna se ve hermosa desde donde están. Ser uno es transportarse a otra dimensión. Sentir un millón de sensaciones desconocidas.
Hay peleas de una noche, de un día y otras que JongIn termina con un ojo morado. Pero está bien, porque no son una pareja perfecta. Solo son ellos. Solo es KyungSoo. Solo es JongIn.
KyungSoo enreda su mano en la de JongIn.
JongIn y KyungSoo. Suena bien.
A ninguno le importa si tienen las puertas del cielo cerradas. Por un tiempo o por la eternidad. Lo importante es que hoy están juntos y quizás mañana también.
|F|I|N|
JongIn y KyungSoo. Suena bien.
KyungSoo no tiene fe en los milagros. No tenía fe en el amor. Pero JongIn apareció. Y ahora cree en JongIn. La piel morena que reluce con el sol, es como un fenómeno natural. JongIn tiene su propio brillo, no necesita más.
-¿Qué piensa mi hyung favorito?
-En ti, en mí. En los dos.
JongIn le besa suave. Le acaricia el cabello y se siente como una ventisca en primavera. JongIn tiene el primer beso de KyungSoo. Su primera vez también. A JongIn le gusta sumergirse en el mundo de KyungSoo, perderse en su voz, en sus labios y en su cuerpo. JongIn se siente infinito cuando KyungSoo lo mira y le sonríe.
No llevan mucho tiempo, pero cada segundo el tiempo se vuelve especial. Es algo espiritual. KyungSoo acaricia la espalda de JongIn y el mundo se suspende en la galaxia. Todo deja de existir, menos las caricias compartidas.
-Nunca nos separaremos. Porque yo soy tú y tú eres yo. Nos complementamos.
KyungSoo ríe lento. Lento como la voz de JongIn cuando le dice que lo ama. Que siempre lo va a sostener, no importa si el mundo se cae a pedazos. JongIn respira en el cuello de su chico, causándole cosquillas. Besa los morados que ha dejado.
-JongIn, tu eres mi infinito. Eres todo lo que tengo, lo único que quiero.
Ambos se arrullan en un beso, en un latido de un mismo corazón. KyungSoo muerde el labio de JongIn.
-Es trampa que muerdas.
KyungSoo no contesta. Y ambos recuerdan cuando se envuelven, en una noche todo es posible. Cuando nadan en el cuerpo del otro y la Luna se ve hermosa desde donde están. Ser uno es transportarse a otra dimensión. Sentir un millón de sensaciones desconocidas.
Hay peleas de una noche, de un día y otras que JongIn termina con un ojo morado. Pero está bien, porque no son una pareja perfecta. Solo son ellos. Solo es KyungSoo. Solo es JongIn.
KyungSoo enreda su mano en la de JongIn.
JongIn y KyungSoo. Suena bien.
A ninguno le importa si tienen las puertas del cielo cerradas. Por un tiempo o por la eternidad. Lo importante es que hoy están juntos y quizás mañana también.
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