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Time Breaker (5927) por Mahiko

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Notas del capitulo:

Actualización que me pidieron mucho. Al parecer los dejé a todos muertos de suspenso ¿no? mwahahaha >:D (?

Recuerden que esta cosa se actualizará una vez cada fin de mes, así que por favor no sigan preguntando =w= 

Dedicado a mi grupo en FB, 5927 Fans Unite <3

— ¿Nos vamos, Gokudera-kun?—

El aludido observó rápidamente en todas direcciones, confundido. A su alrededor, el mismo barrio de la misma ciudad que conocía tan bien y el mismo cielo despejado, bastante típico en esta época del año; Y frente a él, el mismo chico castaño junto al cual recorría el trayecto hacia la escuela de todas las mañanas le dedicaba una sonrisa.

De pronto, los recuerdos de lo que acababa de suceder se agolparon en su mente. Parte de él deseó que todo eso no se tratara más que de una pesadilla, pero supo que había sido real cuando se dio cuenta que aún sostenía el Time Breaker entre sus manos. Dubitativo, miró de reojo la pantalla del extraño artefacto.

24 de Mayo, 7:32 AM.

Funcionó. Había regresado a la mañana de aquel fatídico día.

— ¿Pasa algo?— Inquirió Tsuna extrañado.

— ¿Eh? N-no, no pasa nada— Respondió el peliplateado nervioso mientras ocultaba apresuradamente el dispositivo que lo había traído de vuelta al pasado en su bolso escolar y sonreía ampliamente— ¿Entonces, nos vamos ya, Décimo?—

—S-sí…—

— ¡Espera un poco, Gokudera!— Interrumpió Reborn en el momento en que estaban a punto de irse.

— ¿Pasa algo, Reborn-san?— Preguntó el ojiverde a pesar que sabía perfectamente lo que iba a decir el Arcobaleno.

—Bueno, no, no pasa nada…aún—

— ¿Qué se supone que significa eso, Reborn?— Reprochó el ojimiel.

—El asunto es que durante toda esta mañana he tenido un Mal Presentimiento. Así que, Gokudera, necesito que me prometas que mantendrás especialmente vigilado a Tsuna hoy, no quiero que suceda nada que tengamos que lamentar después, ¿entendido?—

— ¡No digas esas cosas que dan miedo!—

— ¿Puedes prometer eso, Gokudera?—El Arcobaleno reiteró su pregunta, ignorando por completo la protesta de su alumno.

Exactamente la misma conversación de antes. Pero esta vez, el peliplateado no estaba dispuesto a dejar que las cosas terminaran ahí. Lo más probable es que Reborn tenga algún tipo de información acerca del enemigo que persigue al Décimo; y de ser así, era imprescindible que se la dijera para poder evitar aquel fatal desenlace.

—Claro que sí, Reborn-san— Respondió el ojiverde decidido—Pero me gustaría preguntarle una cosa—

—Está bien, dime—

— ¿A qué se refiere exactamente con mal presentimiento? ¿Qué clase de peligro acecha al Décimo?—

—Un mal presentimiento es simplemente eso, y no sirve para sacar ninguna conclusión. Como sea, no tengo ni la menor idea de cuál pueda ser ese peligro, o si existe siquiera. Por eso te pido que mantengas especialmente vigilado a Tsuna, para que podamos estar un paso delante de cualquier peligro que pueda aparecer—

— ¿Está seguro de que no sabe si hay, por ejemplo, algún enemigo persiguiéndole o also así?— Gokudera insistió en su pregunta mientras apretaba los puños.

— ¿Y cómo quieres que lo sepa?— El Arcobaleno reiteró su respuesta, extrañado por aquella actitud inusual en el peliplateado.

— ¡Por favor, Reborn-san, esto es importante! —El ojiverde, visiblemente alterado, subió el tono de voz al pronunciar esas palabras— ¡Si sabe algo- ¡

—¡¡Ya te he dicho que no sé nada!!— Reborn interrumpió las palabras de Gokudera usando un tono de voz que dejaba en claro que no estaba dispuesto a seguir con esta conversación—Como sea, se les está haciendo tarde para ir a la escuela—

— ¡Reborn tiene razón, Gokudera-kun!—La preocupación se hacía notoria en la voz de Tsuna al decir aquello— Por ahora, vayamos a la escuela, ¿sí?—

—Como diga, Décimo—Respondió el peliplateado agachando la mirada.

Así ambos iniciaron el usual trayecto hacia la escuela.

—Décimo, ¿Le importa si tomamos una ruta diferente hoy?— Preguntó el peliplateado a poco andar.

— ¿Eh? N-no…—

Dicho esto, el ojiverde entró en una estrecha calle que lo condujo a una de las avenidas más céntricas de Namimori, que por esa hora se encontraba atiborrada de gente que se dirigía apresuradamente a sus lugares de trabajo o estudio mientras su acompañante se limitaba a seguirle en silencio.

Por su parte, el castaño se sentía algo inquieto; más eso nada tenía que ver con las palabras de su tutor, sino que con la extraña actitud de su mano derecha. A estas alturas, conocía a Reborn lo suficiente para saber que acostumbraba decir de vez en cuando cosas que carecían de todo sentido, de modo que lo sucedido antes de salir lo tenía sin ciudado. Gokudera también debía ser consciente de eso, sin embargo desde aquella conversación había empezado a actuar diferente. Y ahora, en lugar de hablarle animadamente todo el camino de cualquier cosa como todas las mañanas, simplemente caminaba unos pasos por delante de él, cabizbajo, sin decir una palabra, sin mirarlo siquiera. Incluso le había pedido que tomaran una ruta diferente hacia la escuela. Era cierto que Gokudera tendía a preocuparse bastante por él –a veces demasiado- por lo que no era de extrañar que aquel escalofriante presagio que había hecho Reborn le hubiese afectado; sin embargo, el ojimiel tenía la ligera impresión que lo que preocupaba al peliplateado era algo más, algo completamente diferente. Quería preguntar, pero no sabía cómo. Quería hablarle, pero no sabía de qué. En ese momento, sólo sabía que aquel silencio que se había instalado de pronto entre ambos era insoportable.

— ¿Sabes, Gokudera-kun?— Finalmente fue Tsuna quien, nervioso, se decidió a romper el hielo—S-si te preocupa lo que dijo Reborn antes de salir, no creo que sea necesario que pienses más en eso. Después de todo ya sabes cómo es él y- —

— ¡¡Por supuesto que debo preocuparme!!— Respondió el ojiverde alterado mientras se volteaba, interrumpiendo las palabras del castaño

El ojimiel sólo podía mirarle fijamente con los ojos abiertos de par en par como respuesta. Esa había sido la primera vez que Gokudera alzaba la voz para hablarle.

— ¡L-lo siento muchísimo, décimo— Dijo el peliplateado apenado a modo de disculpa mientras hacía una profunda reverencia—Yo…Bueno, creo que hablé sin pensar…—¿¡Pero en qué estaba pensando!? ¡Había sido un tonto! ¡No podía dejar que el décimo se preocupara ni mucho menos sospechara algo de lo que estaba pasando!

—N-no pasa nada, Tal vez yo no debí haber preguntado…—Respondió el castaño esbozando una sonrisa—Como sea, lo mejor será que no hablemos más de este asunto, ¿sí?—

—C-claro…—

No pasó mucho tiempo hasta que finalmente arribaran a la Secundaria Namimori para pasar un día escolar que, afortunadamente, volvió a transcurrir sin ningún incidente. Esta vez, Gokudera tomó asiento en el pupitre ubicado inmediatamente detrás del de Tsuna, con el propósito de mantener sobre él la más estricta vigilancia posible. A decir verdad, dudaba bastante que el enemigo se atreviese a atacar mientras estuvieran en la escuela, considerando la gran cantidad de gente presente en ese lugar, sin embargo descartar por completo esa posibilidad sería demasiado ingenuo de su parte. Al mismo tiempo, procuró actuar como siempre dentro de lo posible, evitando decir o hacer algo que pudiese despertar sospechas acerca de lo que realmente estaba ocurriendo.

Cuando la jornada escolar terminó, el peliplateado decidió que lo mejor era usar en el camino de regreso la misma ruta que habían tomado aquella mañana, puesto que pasaba por el centro de Namimori, el cual a esta hora se encontraría lleno de estudiantes regresando a su casa después de la escuela o pasando un rato agradable con sus amigos antes de regresar a casa y de gente haciendo la compra, lo cual coartaría bastante las posibilidades del enemigo en caso de ataque.

Así lo hicieron, y mientras paseaba junto al castaño por aquellas céntricas avenidas, el ojiverde se sintió un poco más tranquilo. Repletas de gente como estaban, nadie se atrevería a generar la conmoción que significaría atacar en un lugar como ese. Definitivamente el cambio de ruta había sido un buen plan. Tal vez esta vez todo saldría bien.

—Gokudera-kun…creo que…alguien nos siguie—Murmuró de pronto el ojimiel.

Alarmado, el peliplateado observó rápidamente a su alrededor. ¿Qué? ¿De nuevo? Y ¿Precisamente ahí? Sea quien sea, el enemigo que los perseguía debía estar loco de remate.

No tardó en visualizar la silueta de aquel hombre misterioso, observándolos escondido tras un árbol ubicado en la acera de enfrente. Este pareció percatarse de que lo habían descubierto pues desapareció al instante. Sin embargo, esta vez el ojiverde tuvo tiempo de notar algo en lo que la primera vez no había reparado: Justo antes de que el enemigo desapareciera, siquiera tan sólo por una milésima de segundo, estaba convencido de haber visto el inconfundible rastro producido por las Llamas de Niebla. ¿Entonces estaban tratando con ilusionistas? Eso explicaba bastantes cosas.

Buscó al enemigo con la mirada, y lo encontró escondido a la salida de un estrecho callejón que se extendía justamente al lado de ellos. Aunque la oscuridad de aquel lugar ocultaba parcialmente su silueta, el intenso brillo de aquellos ojos escarlata era algo que Gokudera jamás podría olvidar.

—Estás loco si piensas que permitiré que pongas siquiera un dedo encima del Décimo— El peliplateado increpó al enemigo, desafiante, mientras se giraba para mirar frente a frente a aquel hombre misterioso y al mismo tiempo escudar con su cuerpo a un Tsuna que, tembloroso, se había aferrado de su espalda.

—Pues eso ya lo veremos— Respondió el enemigo en un tono burlón que irritó sobremanera al ojiverde en el mismo momento en que le propinaba una patada en pleno estómago con la fuerza suficiente para hacerlo caer de rodillas al suelo.

— ¡Gokudera-kun!— llamó el castaño preocupado

—Por favor…décimo... ¡huya! — El peliplateado hacía su mayor esfuerzo para ponerse en pie y hacerle frente al enemigo, pero el dolor que sentía producto de aquel golpe se lo impedía

—Demasiado tarde— La misma voz burlona de antes se dejó escuchar, seguida del estruendo de un disparo. 

¡Maldición! ¿Cómo podía ser esto posible? ¡De nuevo había estado ahí pero no había sido capaz de hacer nada! Cosas como estas llenaban la mente del ojiverde mientras, frustrado, golpeaba el suelo con sus puños. Sólo después de unos instantes que se le hicieron una eternidad, fue capaz de incorporarse, sólo para encontrarse con la misma horripilante escena de antes: El décimo tendido en el suelo, con la herida de la bala que le había arrebatado la vida aun sangrando, aunque ahora se añadía el desagradable extra de los curiosos que empezaban a rodearlos preguntándose qué había pasado o si alguien había visto algo y que si había que llamar a la policía. ¿Y el enemigo? Por supuesto, de él no había ningún rastro. Lágrimas empezaron a brotar sin control desde los ojos esmeralda de Gokudera. Lágrimas amargas, lágrimas de frustración, de impotencia, de rabia; más las reprimió mientras buscaba algo desesperadamente en su bolso escolar.

Aún era demasiado pronto para rendirse.

Finalmente encontró lo que buscaba. Extrajo del interior del bolso el Time Breaker y, luchando contra el temblor de sus manos, configuró una vez más la pantalla e introdujo el anillo con sus llamas en la ranura dispuesta para ese propósito. Si había que repetir ese día diez, cien o mil veces antes de poder acabar con ese tipo, lo haría.

+++

— ¿Eh? ¿Todavía está aquí, décimo?— Preguntó Gokudera mientras se acercaba al castaño que se encontraba sentado en las bancas del patio de la escuela—Todos ya han ido a cambiarse, yo lo esperaba solamente a usted para que volvamos a casa—

—Lo siento, Gokudera-kun, pero creo que la clase de Educación Física de hoy fue demasiado para mí, así que estaba descansando un poco—Admitió el ojimiel apenado mientras trataba de esbozar una sonrisa.

El peliplateado rio por lo bajo. No lo culpaba. Debía reconocer que la clase de Educación Física que acababan de tener había sido especialmente dura, y si a eso le sumábamos el hecho de que aquel día les correspondía dicha clase en el último periodo, pues no era de extrañar que el ojimiel estuviera así de cansado.

—No se preocupe, lo esperaré para que podamos regresar juntos—Afirmó el ojiverde sonriendo.

— ¿Eh? No es necesario, puedes irte si quieres…—

—Por supuesto que es necesario— Dijo el peliplateado decidido mientras miraba fijamente al ojimiel.

—C-como digas—Tsuna no se atrevió a seguir protestando. Entendía perfectamente que Gokudera aún debía seguir afectado por esa conversación que había tenido con Reborn aquella mañana antes de salir hacia la escuela—Bueno, entonces iré ahora mismo a los camarines a cambiarme, Espérame aquí, ¿sí? No tardo—

El ojiverde asintió mientras observaba al castaño alejarse. Acto seguido, tomó asiento en una de las bancas y exhaló un gran suspiro. Debía aprovechar ese tiempo a solas para analizar lo que estaba pasando, y si era posible, idear algún plan.

No era tarea fácil. De sólo recordar aquellos ojos rojos que lo miraban con furia y esa voz despectiva y burlona sentía sentía como la sangre hervía dentro de sus venas producto de la rabia. Apretó los puños. No era tiempo para eso. Debía procurar mantener la calma y pensar en algún plan. Bueno, no tenía demasiada información sobre el enemigo precisamente, lo que complicaba aún más las cosas. Había intentado preguntarle a Reborn, pero el Arcobaleno seguía insistiendo en que no tenía ni la menor idea de nada, por lo que no le quedaba otra opción que hacerse a la idea que, en el caso que tuviera algún tipo de información, no se la daría. Y francamente, no podía pensar en nadie más a quien preguntarle. Como si eso fuera poco, la manía del enemigo de aparecer y desaparecer a cada segundo impedía obtener algún tipo de información útil en el campo de batalla. Eso sí, durante la última pelea, estaba completamente seguro de haber visto que el enemigo había utilizado llamas de niebla en el instante que desapareció. ¿Entonces el tipo ese era un ilusionista? De ser así, se explicarían algunas cosas, pero se añadía un nuevo obstáculo, pues él no sabía mucho de ilusiones precisamente. Las únicas personas que conocía que manejaban bien ese tema eran los de Kokuyo, pero la sola idea de tener que ir a ese lugar, y más encima pedirle ayuda a esa gente lo disgustaba sobremanera, por lo que desechó esa idea inmediatamente. Pero ¿A quién más le podría pedir ayuda? En ese momento, la única persona que pasó por su mente era Bianchi. Debía admitir que muchas veces le sorprendía lo mucho que sabía su hermana acerca de temas que él nunca esperó que ella tuviera ningún tipo de conocimiento. Y en último caso, si ella no sabía nada, podría pedirle que consultara con su padre o con los contactos de su familia en Italia. Sí, eso haría. Si lograban llegar sanos y salvos a casa, le pediría ayuda a Bianchi. Tal vez no era precisamente una buena idea, pero era la mejor en la que podía pensar en aquel instante.

Un agudo grito proveniente del edificio de los camarines lo sacó de sus cavilaciones.

—Por favor, que no sea lo que estoy pensando—Se decía Gokudera a sí mismo una y otra vez mientras corría a toda prisa hacia el lugar desde dónde habían venido los gritos ¿Cuánto tiempo había pasado exactamente desde que el décimo se fue?

Al llegar a aquel lugar, encontró a una de las encargadas de la limpieza parada frente a la puerta abierta de par en par de los camarines de Hombres. Respiraba dificultosamente mientras cubría con sus manos su rostro empapado en sudor y los curiosos empezaban a reunirse junto a ella, murmurando. El peliplateado se abrió paso empujando a todo aquel que se interponía en su camino hasta llegar junto a la mujer. No necesitó preguntarle qué había sucedido pues pudo verlo con sus propios ojos: Tendido junto a la puerta, sangrando, sin vida, se encontraba Tsuna.

El Ojiverde cayó de rodillas al suelo, pues sus piernas se negaron a sostenerle de pie. ¿Cómo? Simplemente ¿Cómo era posible que el enemigo haya hecho de las suyas en plena escuela y nadie haya visto ni oído ni hecho nada? Está bien, que las clases ya habían terminado, pero los funcionarios del lugar y algunos estudiantes seguían ahí, ¿Entonces cómo? Seguramente el maldito había estado esperando en el camarín desde antes y atacó apenas el castaño entró, pues este aún vestía su uniforme de Educación Física. Pero eso sólo hacía esto más surreal ¡Que hasta hace un par de minutos antes de que el décimo fuera a cambiarse ese lugar estaba lleno de estudiantes! ¡Si él también había estado ahí! ¿Cómo se las había arreglado para esconderse en ese lugar? Y más encima, como siempre, había huido. Tenía el valor como para cometer un homicidio en medio de una secundaria pero no para dar la cara.

Unas lágrimas lucharon por caer desde sus ojos color esmeralda pero Gokudera las reprimió. Sabía perfectamente que llorar no servía de nada. Lo único que podía hacer era intentarlo de nuevo.

Decidido, usó una vez más el Time Breaker. Para su desgracia, esa estaba lejos de ser la última vez que tuviera que utilizar aquel artefacto. Lo intentó muchísimas veces más, demasiadas para contarlas, pero no lo logró. No importaba qué hiciera o qué intentara cambiar, el enemigo siempre encontraba una manera de salirse con la suya. Se acababan las opciones. Se acababan las ideas. Pero el tiempo aún no se acababa y mientras así fuera, su resolución de salvar al décimo a cualquier costo seguiría tan firme como la primera vez.

Notas finales:

Bueno, no sé si pueda decir que haya salido bien pero por lo menos me dejó bastante más conforme que el primer capítulo. Eso es positivo, supongo.

Ok, ya. En el próximo capítulo se empieza a saber la verdad, lo juro, así que perdónenme la vida ;AAA; pero no hay historia de bucles temporales sin capi de mundos fallidos uvú


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