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Where are you? por SHINee Doll

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Notas del fanfic:

Un juego que comenzó hace un año...

Notas del capitulo:

Dedicado a mi adorada Rose, porque un día como hoy, hace un año, iniciamos un juego especial. ¡Estamos de aniversario, amore! xD I love you ~

— ¿Dónde estás?

Con JinKi siempre debían hacerse las preguntas de forma directa. Tampoco sabía cuándo tendría otra oportunidad de hablar con él o si acaso llegaría a tenerla, así que JongHyun pasó de los saludos cordiales y las demás formalidades apenas aceptar la llamada y reconocer su voz.

— He estado bien, si eso es lo que te preocupa. Mi alimentación es balanceada y duermo lo suficiente.

— JinKi, ¿dónde estás?

La verdad es que le alegraba saber que estaba bien. Aunque, más que eso, le hubiese gustado el poder verle, recibir una de sus sonrisas y abrazar su cuerpo delgado. Igual que en ese tiempo donde eran los mejores amigos y podía visitarlo tanto como quería, que le recibía en su apartamento cada que se le ocurría detenerse en su edificio.

Habían pasado seis meses desde que se marchó. ¿A dónde? Nunca lo supo.

— Te gustaría este lugar, JongHyun. — advirtió su sonrisa por el tono de voz. — Es muy bonito.

— ¿Dónde es? — miró por la ventana, suspirando cuando le escuchó reír. — ¿Por qué no me lo dices?

— Si te lo digo, te resultará muy fácil encontrarme…

— ¿Y? — si eso era justamente lo que más deseaba en la vida: estar con él de nuevo.

— Estoy escondiéndome. — dijo con simpleza, sorprendiéndolo por la certeza de sus palabras. — Decidí escapar de esa vida absurda, JongHyun. No te diré que ésta es mejor, pero sí es agradable.

— ¿Lo que tratas de decirme es que no hay espacio para mí en tu nueva vida?

Dolió el sólo pensar que respondería a su pregunta con un “sí” lleno de frialdad. JinKi no era una de esas personas que abandona a sus amigos, que deja lo que ama atrás porque sí.

Al menos, el Lee JinKi que conoció no era así.

Su primer encuentro fue en uno de los salones de la Universidad de Seúl, en el Departamento de Artes. Se dirigía al taller de composición musical, una de las materias que decidió adelantar en la carrera de Música. Él estaba ahí, sentado en la última mesa del aula. El único lugar disponible era el que se encontraba a su lado. No dudó al tomarlo, pero sí una vez ocuparlo y saberse observado por todos.

«Se ha sentado con Lee, ¿puedes creerlo?», murmuró alguien. «¡Imposible! Debe ser un completo idiota si lo hizo», siguió alguien más. Y a esas voces se hubieran sumado otras si el profesor asignado al curso no ordenase silencio para comenzar la primera lección.

Ahn ChilHyun fue quien terminó de entrelazar sus destinos. Había solicitado una composición semanal por mesa, un trabajo en pareja que esperaba encontrar el lunes, una hora antes del inicio de la clase, sobre su escritorio de reluciente madera importada. ¡Cómo iba él a imaginarlo! Suspiró, volviendo sus ojos castaños, como de cachorro, hacia el muchacho a su costado, un par de centímetros más alto. Los orbes rasgados de Lee apenas se posaron en él.

Fue Song Qian, una amiga suya, dos años mayor y perteneciente al Departamento de Danza, la que le dio la información necesaria sobre el otro.

Su nombre: Lee JinKi. Un año mayor que él, estudiante (también) de Música, admirador del profesor Ahn, apodado “Onew” por su mejor amigo Choi MinHo, el novio de Jung JungSoo, una amiga de la muchacha y suya también, llegada de Estados Unidos y que se hacía llamar “Krystal” con frecuencia, refiriéndose a Song como “Victoria” y a él como “Jong”. Aunque las relaciones no quedaban ahí, porque JinKi mantenía un noviazgo con la hermana de Krystal: Jung SooYeon(al que él conocía como “Jessica”), miembro del Departamento de Teatro.

Si la gente evitaba a JinKi, eso se debía a su estatus dentro del campus. Siento el mejor amigo de MinHo, candidato a las nacionales de atletismo, y el novio de la mayor de las Jung, quien acababa de firmar un contrato para un drama apenas llegasen las vacaciones de verano, ¿quién se sentía digno de él?

«Aún no estabas aquí cuando el Departamento de Música tuvo su primer festival de otoño», contó Victoria con aire soñador. «Jessica y Onew interpretaron una canción juntos, creo que el título era ‘One Year Later‘. Fue una maravilla, Jjong. Si JinKi no estuviese comprometido con ella, incluso yo estuviese haciendo fila tras él. La gente le teme porque es talentoso, tiene dinero, buenas amistades y un futuro exitoso asegurado. Son tontos, porque no ven la calidad de persona frente a ellos.»

Para JongHyun aquella conversación con la joven Song significó mucho. Y entendió algunos de los cotilleos que escuchó en los pasillos. ¿Quién era él, en realidad, para estar a lado de JinKi? Seguramente le comenzarían a ver como un vividor, un sinvergüenza que se aprovecharía de las habilidades del mayor para obtener notas altas y figurarse un “buen compositor”.

— No he dado a entender tal cosa. — se defendió Lee, soltando un suspiro de cansancio.

— Entonces, ¿qué tratas de decirme? — preguntó Kim, jugando con un hilo suelto de las cortinas.

— Eres tú quien no tiene espacio en su vida para mí.

El viernes por la tarde debían reunirse para comenzar con la dichosa composición. JongHyun esperó durante hora y media y, cuando se disponía a marcharse, divisó a JinKi caminar en su dirección. Permaneció de pie, mirándolo fijamente, sonriéndole con amabilidad.

Kim no deseaba admitirlo, pero el mayor lograba ponerlo nervioso. Solía mirarle durante la hora que estaban juntos en el aula, estudiando sus facciones atractivas y sus escasas expresiones mientras el profesor hablaba. Al moreno todo aquello le parecía raro, porque al estar a su lado, durante esos sesenta minutos de taller, JinKi apenas y respiraba. Fruncía el ceño de vez en cuando, a veces sus labios se torcían en una mueca que a él le parecía adorable.

A JongHyun le gustaba JinKi. Era algo en su personalidad misteriosa y melancólica. El menor le creía poseedor de un corazón puro y dulce, al que se llegaba lentamente. Y eso le gustaba también.

JinKi se detuvo a mitad del camino y JongHyun vio a Jessica correr hacia él. Lee se giró, dejando al menor una perfecta vista de su perfil (a pesar de la enorme distancia aún) y de la escena en general. Fue ella quien habló primero, y no alcanzó a escucharle, aunque supo que gritaba por la mirada que portaba. Golpeó el pecho de JinKi con sus manos vueltas puños y sus cabellos rubios se agitaron. Lee se mantuvo quieto, y cuando se hartó del drama le aferró las muñecas y soltó alguna cosa que terminó de hacerla enfurecer.

JongHyun sintió que le faltaba el aliento cuando Jessica alzó la mano y le volteó el rostro de una bofetada al mayor, dándose la vuelta, volviendo sobre sus propios pasos.

JinKi no fue tras ella, y Kim no comprendió nada.

— JinKi, sabes que eso no es verdad. — le regañó, con el corazón oprimido dentro de su pecho.

— No, JongHyun. — se quejó. — No lo sé.

«JinKi, lo de hace un momento…», inició JongHyun cuando el muchacho se acercó y tomó asiento a su lado, sacando de su mochila un cuaderno y una pluma. «Lamento la demora. Se me atravesó algo en el camino». Eso el menor lo sabía, y seguramente ese “algo” era más bien un “alguien” en minifalda rosada y tacones.

«Estúpido amor, tonto amor…», habló el mayor de pronto, mirando un punto incierto en el espacio. «El final del amor siempre es un adiós y lágrimas. Desearía que cambiaras de opinión y vuelvas a mi lado otra vez». JongHyun le miró boquiabierto y JinKi inclinó el rostro, dejando que los cabellos le cubrieran por completo los ojos. «Es demasiado deprimente, ¿verdad?», preguntó en un susurro. «Pensé que sería una buena idea para una canción». Kim asintió, entendiendo finalmente la intención del otro. «Es muy bueno, JinKi. Usémoslo».

El rumor se extendió el lunes a primera hora y llegó a oídos de JongHyun durante el almuerzo: JinKi y Jessica habían roto. No supo si alegrarse o sentirte entristecido por el mayor, especialmente luego de la escena del viernes.

Lástima que fuese sólo un rumor. El moreno lo comprobó cuando, al entrar a la cafetería, vio a Jessica sentada en una de las mesas centrales, mostrando una brillante y costosa sortija en su dedo anular. JinKi tomó asiento a su lado, dejando frente a ella una lata de refresco antes de rodearle los hombros con uno de sus brazos.

Ese fue el final de los cotilleos. Si antes dudaban de la sinceridad de ambos al decir “estamos comprometidos”, ya no lo hicieron más. Sin embargo, para JongHyun, algo no estaba bien ahí.

«Jessica se ha montado un drama el viernes porque JinKi no quiso acompañarle a una fiesta en un centro nocturno», le narró Victoria con el ceño fruncido. «Krystal y MinHo estaban ahí cuando él le dijo que tenía un trabajo pendiente con un compañero. Se puso a llorar y lo mandó al diablo. Cuando él se fue, lo siguió y discutieron, aunque me imaginó que fue ella la que dijo todo».

Si así habían sido las cosas, ¿cómo es que terminó esa sortija en el dedo de la mayor de las Jung? Pues bien, eso ocurrió el sábado por la noche, a mitad de una cena familiar por el aniversario de boda de los padres de JinKi. Él se había acercado a una todavía molesta Jessica y, frente a todos los invitados, le había pedido matrimonio. Jessica aceptó apenas ver el anillo, abrazándolo con fuerza, para luego besarle la mejilla y sonreír radiante para la cámara que sostenía su hermana.

«Con Onew las cosas son así», les interrumpió MinHo, quien llegó a mitad de la explicación, buscando a la joven Song para entregarle un encargo de su novia. «Siempre hace algo inesperado. Usar el humor de Jessica y la fiesta de sus padres para semejante propuesta», se burló, mirando al moreno con cierta molestia en sus orbes enormes. «No sé por qué te importa tanto su vida, pero espero sepas mantenerte fuera de ella».

Si eso fue una amenaza, JongHyun la ignoró por completo.

Recibieron la felicitación de su profesor de composición durante la hora de clase. Incluso el hombre se tomó la libertad de anotarlos como participantes en el festival de otoño, obligándoles (literalmente) a cantarla. JinKi aceptó y él le imitó, aunque con ciertas dudas.

— JinKi, eres mi mejor amigo. — susurró JongHyun, y un deje de desesperación se dejó escuchar en su tono de voz. — Desapareciste un día, esta es la segunda vez que me llamas en seis meses, y dices que no tienes lugar en mi vida. — ahogó un quejido, cerrando los ojos. — JinKi, no sé por qué haces y dices todo esto. No tiene sentido. Trato de comprenderte, juro que lo hago, pero no puedo.

— Dices que eres mi mejor amigo y, a pesar de ello, no advertiste el tormento por el que atravesaba mi corazón en el tiempo que nos conocimos. — JongHyun calló, aturdido. — MinHo lo hizo sin que tuviera que contárselo.

— Llevaban mucho tiempo juntos. — se justificó tontamente. — Si yo hubiera pasado contigo…

— ¿Por qué no pudiste notarlo, JongHyun?

El festival se acercaba y con ello crecía la incertidumbre de JongHyun. ¿Podría él ser capaz de pararse frente a todos y cantar con JinKi? No podía. Siquiera había escuchado al mayor cantar, ¿y si lo dejaba en ridículo?

Sus dudas se fueron cuando un sábado, tres semanas antes de la fecha, Lee le citó en el mismo lugar donde escribieron la canción para practicar. Cantaron frente a los amigos de él, y Krystal no dejó de elogiar la voz de JongHyun y la buena pareja que hacían. Fue vergonzoso, especialmente ese último comentario, y las mejillas de Kim se encendieron, al tiempo que JinKi mostraba una tímida sonrisa que el moreno no le conocía.

JongHyun se dio cuenta de algo en ese momento: Jessica no estaba contenta.

Cantar frente a los otros fue más sencillo de lo que alguna vez imaginó. Sus voces se complementaban tan bien que la sala se puso de pie al final y aplaudió. El profesor Ahn sonreía ampliamente, con su esposa Kwon BoAh, la mejor maestra de danza de la universidad, secándose un par de lágrimas traicioneras.

Recibió una felicitación ensayada de Choi y una mucho más cálida de la menor de las Jung. Jessica no estaba ahí y nada se reflejó en el rostro de JinKi al notarlo.

«JongHyun, celebremos», propuso Lee cuando todo finalizó y él se disponía a irse a casa. «Tomemos un par de cervezas en el apartamento». No pudo negarse. El más bajo deseaba conocer todas las facetas del castaño, convertirse en su amigo y quizá un poco más que eso.

Subieron al coche del mayor y éste condujo hasta su departamento: un piso amplio, ordenado y elegante que dejó al otro boquiabierto. Se sentaron en la sala, en el suelo, con la espalda apoyada en uno de los sofás y seis botellas en la mesa de centro, y antes de lo pensado el número aumentó considerablemente y los ojos, generalmente inexpresivos de JinKi, dejaron ver un montón de sentimientos que el moreno no supo descifrar.

«¿Alguna vez te has enamorado?», le preguntó JinKi, sorprendiéndolo. Arrastraba las palabras a causa del alcohol, volviendo su voz un susurro amargo. «Creo que no», admitió el menor, sin mirarlo. Le gustaba JinKi, ¿contaba? Se llevó la botella a los labios, dando un trago largo.

«No existe tal cosa como el amor eterno», comentó después de terminarse la botella, y JongHyun sonrió al reconocer el final de la canción que habían escrito. «Voy a casarme, JongHyun».

Él lo sabía. Lo sabía y odiaba saberlo. Viró el rostro y suspiró, con el mayor muy cerca a la vez que muy lejos. Sus ojos se encontraron y JinKi sonrió levemente, estirando sus labios gruesos, disparando el pulso de Kim, que correspondió también. Lee iba a casarse con Jung al terminar la universidad o quizá un año después. ¿Qué estaría haciendo él en ese momento? No tenía la menor idea. Tampoco deseaba pensar en el futuro, porque en el presente se encontraba Lee JinKi y eso era lo único que le importaba.

«¿La amas?», se atrevió a preguntar, borrando la sonrisa del castaño. «No lo haces, ¿verdad?». JinKi suspiró y esa fue su respuesta. «Entonces, ¿por qué te casarás con ella?».

La historia era larga y no fue por JinKi que se enteró, sino por MinHo, dos semanas después, luego de rogarle mucho y confesarle cuánto le gustaba el mayor. Ambos habían sido comprometidos por sus padres al nacer. Sus madres, mejores amigas de toda la vida, soñaban con la unión de sus casas. ¿Por qué todavía había familias que decidían el futuro de sus hijos? JongHyun no lo sabía, pero no se sorprendió cuando Choi le dijo que él mismo estaba comprometido con Krystal. Sólo que su caso era especial, porque él ya estaba enamorado de ella cuando le informaron del compromiso y conquistar a la muchacha no fue tan complicado como pensó en un principio.

La verdad no cambió las cosas. JinKi igual iba a casarse con Jessica.

Al menos eso pensaba él. Una discusión entre ambos, a causa de JongHyun y todo el tiempo que JinKi pasaba con él, llevó a Jessica a un berrinche estúpido y la sortija volvió al poder del mayor. Terminaron ambos chicos, finalmente amigos cercanos, en un bar de buena reputación y la mejor “medicina” para el “mal de amores”. JongHyun no imaginó que JinKi bebería tanto, al borde de no poder mantenerse en pie por sí mismo.

Si no la amaba, no sentía absolutamente nada por ella, ¿por qué se ponía así cada que Jessica se tomaba la libertad de dejarlo? Quizá nunca lo supiera.

Condujo él, con JinKi murmurando cosas que no alcanzaba a comprender y le tomó mucho tiempo llegar al piso del mayor porque el elevador estaba en reparación y las escaleras representaban un enorme desafío para los torpes pies de Lee. Tampoco imaginó que esa noche se besarían por vez primera, torpes y bebidos, con aroma a vodka y sabor a tequila, a mitad de un arrebato de necesidad, tomando los labios del otro con desesperación, como si la vida se les fuera en ello.

El lunes siguiente, JinKi y Jessica estaban juntos de nuevo.

— Tú no la amabas. — soltó JongHyun, cambiando el rumbo de la conversación para tratar de resolver las dudas que por tanto tiempo había mantenido. — ¿Por qué te aferrabas a ella de ese modo?, ¿por qué no aprovechaste alguna de esas veces que te dejó el camino libre para tratar de ser feliz?, ¿por qué siempre tenías que regresar?

— No siempre fui yo quien volvió. — respondió con enfado, indignado. — También ella lo hizo, pidiéndome perdón entre lágrimas y promesas vacías. Estábamos destinados desde el momento de ser concebidos, ¿cómo podía no aceptarla de vuelta?, ¿cómo podía ella no hacer lo mismo conmigo?

— Tonterías. — cortó, golpeando el muro con el puño.

— ¿Por qué tú te aferrabas a mí? — le regresó con amargura. — No, espera. No fue así. Sólo serví para saciar tu curiosidad, porque tan pronto le conociste a él…

— Fuiste tú el que me utilizó, no al revés. — le interrumpió. — Cada que ella te dejaba, ibas directo a mí, a refugiarte entre mis brazos y…

— Aprovechaste cada ocasión, ¿no es así?

A ese beso siguieron otros, cada vez más necesitados, más hambrientos, más apasionados. Ninguno hablaba de esos encuentros, se limitaban a vivirlos, sin ataduras, sin prejuicios. MinHo se dio cuenta, más nunca comentó nada. Sólo se tornaban íntimos cuando la mayor de las Jung y el único hijo de los Lee discutían a gritos, cuando ella le dejaba o él se marchaba sin mirarla. Y eso ocurría con frecuencia, dos veces por semana en ocasiones.

JongHyun reconocía patrones en la relación de ambos. Jessica armaba escenas los viernes y se reconciliaba con él los lunes. ¿Qué hacía durante el fin de semana? Posiblemente lo mismo que JinKi: pasar los días con alguien más y tal vez las noches también.

No era amor. No sabían qué era, pero no podían llamar “amor” a algo tan vacío, ¿o sí?

El menor se sentía preso en esa relación que sostenía con JinKi cuando su prometida no estaba por ahí, y a la vez se conformaba, porque podía tenerle, aunque no fuese suyo…

JongHyun le quería, eso estaba claro. Pero, ¿qué pensaba JinKi?

Siguieron de esa forma por meses, hasta que las cosas con Jessica se calmaron y las peleas se volvieron pocas. Algo en ella era diferente; como si finalmente hubiera aceptado algo que llevaba una vida entera negando: su atracción por JinKi. Jonghyun lo notó en su mirada. Por vez primera la mayor de las Jung comenzó a ver a su prometido realmente y encontró en él un atractivo que antes no percibió. El carácter de Lee era distinto para entonces, su personalidad se había modificado completamente, la envidia que antes sentían por él se transformó en admiración sincera y su círculo de amistades creció. Muchas chicas comenzaron a buscarlo al saber las cosas con su novia tensas y eso no le pasó de noche a la rubia.

Si JinKi era otro, se debía a JongHyun. Sus encuentros dejaban en él un extraño sentimiento de libertad, confianza, seguridad y… sensualidad. Kim se lo hizo saber también, arrinconándolo contra el colchón un viernes por la noche que “hacían un trabajo”, devorándole los labios y acariciándolo bajo las ropas.

— Cuando KiBum apareció, cambiaste.

— Fue él quien me hizo darme cuenta de que lo nuestro era incorrecto.

— Lo sabías desde el comienzo, JongHyun.

— No quería aceptarlo. — reconoció al final. — Pensé que…

Se detuvo, sin poder creer los giros de aquella conversación telefónica. ¿Qué iba a decirle? “Pensé que llegarías a amarme, que la dejarías por mí”. Eso era, y le dio vergüenza.

— Terminé con Jessica el día que besaste a KiBum. — soltó con cierta ironía JinKi, y JongHyun creyó escucharlo llenar un vaso y el tintinear de los cubos de hielo. — Sólo que esa vez no fui hacia ti, sino a decirles a mis padres que no seguiría con esa farsa.

— JinKi… — eso JongHyun no lo sabía, nadie se lo dijo.

— Me echaron de su casa y me amenazaron con quitármelo todo si no arreglaba las cosas con ella.

JongHyun suspiró resignado, imaginando el final de la “hazaña” de JinKi.

— Volví a mi apartamento, empaqué una maleta y me fui. Tiré la sortija de compromiso a mitad de la carretera, mientras llovía, igual que el tipo de aquella estúpida película que vimos. Sólo que no lloré, JongHyun, porque no sentía absolutamente nada, siquiera paz interior o libertad. Al contrario, me sentía más atado que nunca… sólo que a alguien más.

Le escuchaba sin habla, con el día muriendo en el exterior, con el cielo oscureciéndose. Y no salía de su asombro, porque creía a JinKi incapaz de todo eso y… ¿era verdad?

— Si me fui… — siguió, dando un trago a su bebida. Finalmente JongHyun se percató de ello, de los cambios de voz del otro mientras hablaba, de su sinceridad desbordándose a causa de los primeros efectos del alcohol. — Si lo dejé todo, fue por cobarde. — admitió. — Porque tenía miedo de ti, de mí, de aceptar que me gustaba estar contigo, que anhelaba los gritos de Jessica para recibir tus caricias, que la besaba pensando en ti.

— JinKi, ¿dónde estás? — repitió con voz rota, ahogándose en una repentina desesperación.

— No lo sé. — respondió, dejando el vaso sobre una mesa, riéndose bajo. — Pero puedo decirte dónde estás tú ahora.

— JinKi… — imploró, caminando por la sala y el recibidor.

— Estás donde siempre has estado… — susurró. — en el mismo lugar… — suspiró. — en mi corazón. — y el otro se quedó sin aliento, incrédulo, nervioso, ansioso. — He intentado olvidarte, pero él se niega a obedecerme, JongHyun. Y te extraña…

JongHyun detuvo su andar y se apoyó en la pared, sintiendo su corazón estremecerse. Él amaba a JinKi. Seguía haciéndolo. Y de repente él llamaba y…

— He dicho lo que tenía que decir. — habló de nuevo, sacándolo de sus pensamientos. — Adiós, Jjong. — y estuvo a punto de colgar, pero JongHyun logró detenerlo. — ¿Me preguntarás de nuevo dónde estoy? — se burló, aunque el menor sabía que era una forma de protegerse de lo que fuera a decirle él.

— No me lo dirás de todas formas. — respondió bajo, con los ojos cerrados para no llorar. — Sólo… quería decirte… JinKi, te amo. — soltó toscamente, sintiéndose estúpido. — Sólo… eso. Te amo.

Permanecieron ambos en silencio y el menor podía escuchar la respiración irregular del otro. Sólo esperaba que el mayor no oyera el errático palpitar de su corazón.

— Estoy en Guri. — susurró antes de colgar.

Y eso fue todo lo que JongHyun necesitó para tomar su chaqueta y las llaves del auto.

Notas finales:

Estoy enganchada con el Onsica por un motivo desconocido. No sé cuándo comenzó, pero debía ser Jessica la que estuviera en medio de ambos. Algún día le daré a la joven Jung su propio cuento de hadas a lado de Jinki. Por ahora, sólo es la bruja de esta historia... o algo así.


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