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TOGETHER ITSUMO por Ryuigi

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Notas del fanfic:

Este es un oneshot que esta mañana se me ha ocurrido y que de la nada he sentido la obligación de escribir. No es gran cosa pero, ¿supongo que la inspiracion de momento tambien se puede valorar no?XD 

Pasen y lean, espero que les guste y por favor escribanme reviews para saber vuestras opiniones.

Gracias!

Notas del capitulo:

No es un oneshot merecedor de un gran premio pero espero que os guste lo que he escrito el dia de hoy, un capricho mio puesto que jamas he escrito un oneshot en mi vida XDD

¡¡Comentad por favor~~ !!

 

Disfrutad del cap

 ...

 

¿Dónde estaba?

 

Ah, si…

 

Él ya no pertenecía a ese mundo…

 

Había sido ensartado, atravesado por una espada de hierro oxidado y luego, todo se había vuelto oscuro. Incluso ya no escuchaba aquella voz llamarlo con desesperación y miedo.

 

Ibuki… Cuanto le hubiera gustado poder verlo por última vez antes de partir al ocaso. Cuantas cosas le hubiera gustado decirle antes de haber abandonado el mundo de los vivos.

 

Ibuki… Él era todo lo que tenía. Una existencia que lo mantenía en pie cada vez que su alma lloraba las penurias del pasado. Jamás había creído que de verlo como a un cocinero loco, parlanchín y pesado fuera a verlo como alguien especial para su persona.

 

Se sentía tan desgraciado… Era como si su propio dios lo odiara y lo estuviese castigando. ¿Sería la voluntad del gran señor vampiro, dueño de aquella gigantesca mansión el cual él había protegido cual perro guardián? Sería lo lógico. Jamás le habían agradado los vampiros y siempre los había despreciado en cierto modo puesto que eran una amenaza para su propia raza, incluso había llegado a matar a más de uno para proteger a las personas de sus ataques. Lo extraño del asunto era que acabo ahí metido, trabajando para aquel chupasangre, sin remedio alguno. Aun y todo no le desagradaba del todo permanecer en aquel sitio. Muchos humanos vivían allí a la vez que servían al señor de aquellas tierras. Según muchos, una vez había sido príncipe de Francia pero tras la revolución todo decayó dejando a la monarquía en nada y ahora se suponía que vivía cual simple noble, lo cual explicaría todas sus riquezas sin crear sospechas.  Podría ser así… El ex rey vampiro lo había condenado a la muerte enviando a una de sus sanguijuelas y… Ahora que lo pensaba, ni tiempo le había dado para ver el rostro de su asesino para en un futuro poder maldecirlo desde el más allá.

 

¿Que mas daba aquello? Todo había acabado… Ahora que era feliz tuvo que interponerse algo en su camino y eliminar su existencia. Jamás se lo perdonaría. Había dejado al único ser en la tierra al que amaba solo. Sentía ganas de llorar, llorar hasta que no tuviera más lágrimas que derramar, pero sabía que en su estado le sería imposible. Su cuerpo ya no seguía vivo, pero su mente aun atesoraba todos aquellos recuerdos que había vivido los últimos meses como única cosa positiva que llevarse consigo por siempre. Imágenes pasaron por su mente, recordando cuanto había odiado a aquel loco y charlatán cocinero. Cuantas veces lo había querido golpear para que dejase de molestarlo. Había sido un cretino con él y aun ni se había disculpado por ello y jamás podría hacerlo… Él siempre tan sonriente, tan alegre y atento… No había día en el que no se encontraran. Sus turnos de guardia siempre habían sido nocturnos y el cocinero siempre estaba pendiente para cuando este fuera a por algo de comer a la cocina, cosa que al principio le facilitaba a duras penas puesto que aun eran un par de desconocidos. Siempre lo había consentido como nadie jamás lo había hecho, pero él seguía con sus típicos gruñidos y quejas al no ser de naturaleza sociable. Pero todo aquello fue cambiando de a poco, Ibuki, el cocinero, consiguió al fin ablandar su corazón en un día lluvioso de otoño cuando decidieron ir a tomar algo. Él acabo borracho y deprimido al recordar su pasado como esclavo, en cambio Ibuki, lo consoló de tal manera que chispas surgieron entre ellos y sellaron aquel pacto de amor uniendo sus cuerpos en uno solo bajo el manto de lluvia, ocultos en uno de los callejones de la ciudad. A partir de ese día todo había sido perfecto. Él era feliz junto aquel risueño cocinero que lo cuidaba y amaba como nadie. Habían compartido excursiones diurnas ya que ambos libraban del trabajo y también secretos que jamás habían sido revelados. Sus propios lechos habían sido testigos del amor, cariño y afecto mutuo. Pero ahora... Ahora todo aquello había acabado.

 

Si hubiese sido tan solo algo más veloz… Si su mano no le hubiera fallado al blandir su propia espada contra la del contrario para bloquearlo… Ahora era tarde para arrepentirse. La vida jamás solía dar segundas oportunidades, pero le hubiera gustado tanto que pudiera ser así.  

 

Pronto lo vendrían a buscar y su alma se liberaría completamente de su cuerpo, de seguro, inerte en el suelo, con la piel blanca tras su marcha y los ropajes destrozados a la vez que un profundo agujero en su estomago, atravesándolo desde un lado a otro. Él esperaba paciente para llegar a ver aquella luz que todos mencionaban al ser llevado al otro mundo, pero más que una luz, sintió como una ardiente oleada se penetraba en lo más profundo de su ser y desgarraba aquello inexistente. Aquello no era precisamente la puerta al cielo, mas bien, era la puerta al infierno. A pesar de muerto, sentía un horrible dolor. Quería gritar, pedir que parasen de una vez aquella tortura. Pero nada sucedía más que aumentar su dolor. ¿Era aquel su castigo, una forma de pagar todos sus pecados?

 

De pronto todo se detuvo.

 

 

Tum, tum…

Tum, tum…

 

Ecos de suaves golpes lo inundaban.

 

 

Tum, tum… 

 

Tum…

 

 

Y nada más… Todo quedo en silencio nuevamente. Un silencio sepulcral que lo asusto de sobremanera. Quería huir y esconderse en alguna parte. Ahora se sentía aterrado. El averno lo aterraba y no quería acabar allí tras aquel insoportable sufrimiento que había pasado rato antes. Al poco, un suave pitido lo alerto nuevamente y después murmullos lejanos, voces distorsionadas y un contacto cálido sobre su… ¿Cabeza? Llantos de fondo hicieron que prestara más atención.  Aquellas voces lo llamaban por su nombre escuchándose amortiguadas, como si algo se interpusiera entre ellas.  Sintió algo caer sobre lo que sería su rostro y después, la esperada luz. ¿Eran los ángeles quienes lo protegían y lloraban por él guiándolos, ahora sí, al infinito descanso? Siguió a aquella llamada y sus ojos se entreabrieron dejando ver una castaña cabellera ondear con el viento. Dios Santo… Aquello era tan real. Dios le había brindado aquel bonito sueño donde su alma descansaría en paz por siempre. Reconocía aquel pelo desde lejos, era de su amado Ibuki. Dios lo había plasmado en su sueño y le recordaba los momentos de alegría. Quiso alzar su mano y tocarlo, pero sentía miedo de que si lo hiciera, desapareciese, por lo que, solo decidió a llamarlo para poder ver su  rostro. Mala fue su idea cuando repentinamente, al mover su lengua, sintió algo extraño y empalagoso en su boca, pero aquello no fue lo peor, aquel ardor comenzó a concentrarse ahora en su garganta impidiéndole hablar. ¿Qué era aquello? ¿Dios lo amaba o lo castigaba realmente? Sin poderlo evitar, comenzó a removerse sin mucha fuerza, alertando a aquel que posaba sobre él. De pronto, pudo distinguir unos acuosos ojos mirarlo con incredulidad y a la vez una inmensa preocupación. ¡Era él! ¡Por todos los santos!

 

 

-I…bu…ki… -Estiró su mano hacia el mayor en petición de ayuda a pesar de saber que este no podría hacer nada puesto que solo era un sueño, una ilusión creada por el gran señor todopoderoso.

 

-¡Izumi! ¡Izumi! ¡¡Estás vivo!! -¿¿Cómo??- ¡Oh dios santo! –Inconscientemente abrió los ojos de par en par a continuación llevándose con desespero una mano a su cuello al no poder soportar más aquella horrible sequia.

 

-A… Agu… a… -Las manos ajenas tomaban su rostro palpándolo con rapidez intentando mediante palabras tranquilizarlo.-

 

-¡Señor! –Divisó como su castaño alzaba la vista viéndose frustrado al no saber qué hacer.-

 

-Debe tomar… Y lo más apropiado seria que usted se lo diera, puesto que su condición no permite que lo alimente yo.

 

-Pero… -Su rostro se descompuso en duda y rápidamente volteo la mirada hacia él.- Lo hare. –Dijo al fin escuchándosele decidido a pesar de que el dolor no le permitiese centrarse bien en aquellos de a su alrededor.

 

Un quejido escapo de sus labios escuchándose lastimero y de pronto, algo poso sobre sus labios humedeciéndolos. Su lengua busco aquella sensación liquida y como si algo lo empujase a ello, se aferro al brazo del castaño comenzando a sorber con desespero. Aquello que tragaba le era completamente desconocido pero la sensación de quemazón se iba aliviando, disipando hasta quedar en nada.

 

-Es suficiente, lo vas a matar. –Advirtió una voz haciéndolo parar de golpe.- Aquella voz había sonado autoritaria, seria y su cuerpo había obedecido sin ninguna queja. Apartó sus labios e inconscientemente se relamió llevándose consigo los restos de su primera comida. Luego, alzo despacio la mirada sintiéndose cada vez mas recuperado sin saber realmente el por qué y al fin, pudo ver el rostro de su querido cocinero mirarlo con total y completa alegría.

 

 

-Izu… -Lagrimas resbalaros por sus ojos pero él las seco son sus pulgares cuidadosamente.-

 

-Ibuki… -Su voz había sonado algo ronca esta vez.- ¿Qué ha pasado? Yo…

 

-Shhh… -Una amplia sonrisa se dibujo en su rostro a pesar de que sus ojos, aun acuosos, permanecieran descargándose de tanto en tanto.- No digas nada… -Lo rodeo con sus brazos en un suave abrazo.- Has regresado. Lo demás no importa Izu. Estas aquí… Conmigo. Dios, soy tan feliz de que estés aquí de nuevo.

 

-Yo… -Era ahora o nunca.- Lo siento… Jamás debí haberte tratado de aquella manera. Yo… Lo siento mucho Ibuki. Tenía tanto miedo. Pensaba que me iría para siempre yo… ¿Estoy vivo verdad? Dime que esto no es un sueño… -Por fin pudo descargar su propia angustia en gruesas lagrimas que iban mojando la camisa del mayor.-

 

-¿Pero qué dices tonto…? No hay nada que perdonar… -Lo estrechó mas fuerte esta vez- Jamás me he sentido tan agradecido de que la historia hubiera comenzado así para terminar de esta manera…  Yo te amo Izumi… -Esta vez fue él quien se aferro al mayor temblando de pura alegría.-

 

-Ten cuidado, aun no te podrás controlar del todo. –Una voz saco al menor de su burbuja haciéndolo girar su cabeza y alzando mas la vista para ver quien le hablaba. Enorme fue su sorpresa al ver al mismo señor vampiro frente a él, mirándolo con aquellos misteriosos y profundos ojos azul cristalino. Su cuerpo tembló como respuesta a aquella mirada y sus manos aflojaron algo el agarré sobre el castaño. Un profundo miedo y respeto surgió dentro de sí, extrañándolo.- Ahora no eres como antes. –Añadió el vampiro sin cambiar su serio rostro.-

 

-¿Có… mo? –Incluso aquella pregunta le había resultado un gran atrevimiento por lo que se había escuchado entrecortada. ¿Qué le estaba sucediendo?-

 

-Izu… -La voz del castaño interrumpió el hilo de sus pensamientos haciéndole voltear de regreso la cabeza para esta vez mirarlo a él topándose con cierto temor en sus ojos.- Tú…

 

-Les dejare solos para que puedan hablar tranquilos. –El vampiro, con paso altivo, de dio media vuelta y se retiro tras haber echado una última mirada a aquellos dos.-

 

-Ibuki… ¿Qué sucede? –Admitía que no le gustaba nada aquella expresión que le estaba mostrando puesto que veía que algo estaba mal. –

 

-Izu tu… ¡Lo siento! ¡De verdad que si! Y, yo. ¡Soy un maldito egoísta! Aun sabiendo que tu no… Yo…

 

-Espera, espera… - Lo tomó de los hombros para que se tranquilizara y lo mirase.- ¿Qué ocurre?

 

-Mgh… T, tu… Ya no… Eres humano… -Mas lagrimas.-  ¡Lo siento de veras! ¡Yo no quería perderte! –Se excuso rápidamente  entre sollozos a la vez que con sus dos manos se cubría el rostro. –

 

 

Increíble… Realmente increíble… Ya no era… ¿Un humano? Entonces, ¿Qué era? Sus ojos se fijaron en algo rojizo que había resbalado desde su muñeca y ahora se encontraba seco sobre sus ropas. Sus ojos se abrieron exageradamente al comprender y al distinguir un corte no muy profundo en aquella zona de su brazo y también entendía aquel temor que sus ojos habían reflejado. Debía de ser una broma. Debía serlo pero… La cara de Ibuki no mentía. El jamás mentiría y después lloraría, no ante él. Se sentía en parte enfadado puesto que aquello en lo que se había convertido no le gustaba en absoluto pero… Otra parte de su ser le ordenaba que no se molestara con el mayor, que ahora debía disfrutar de su compañía más que nunca gracias a aquella segunda oportunidad que se le había concedido a pesar de serle gratas o no las condiciones. Si, Ibuki no tenía la culpa de que no quisiera estar solo y de haber actuado de esa manera. Él lo comprendía y por lo increíble que pudiera sonar, el también hubiera hecho lo mismo si la cosa hubiera sucedido al revés.

 

 

Sonrió con cariño al ver lo querido que era por el mayor y tomo sus manos apartándolas de su rostro para poder mirarlo aun sin cambiar su expresión.

 

-Te amo Ibuki… -Se sintió apenado al decirlo de aquel modo pero quería serle claro. Había decidido aprovechar cada segundo junto a él.- Yo tampoco quería irme… -Agachó leve la cabeza.-

 

-Oh Izu… -Y como si el mayor lo hubiese entendido con aquellas simples palabras, se volvió a abrazar a él llorando esta vez de pura alegría mientras que el menor se dedicaba a reír por lo bajo ante la reacción de su pareja.

 

 

 

 

-Ibu… ¿Estás seguro de esto? –Preguntó el ahora vampiro a su pareja mientras era desvestido con lentitud para ser después atendido por la boca del mayor a lo largo de su cuerpo.-

 

-Totalmente… -Respondió este antes de tomar la erguida extensión de su miembro y saborearlo por completo.

 

-Mhhh… -Los ojos del azabache se cerraron ante la oleada de placer que fue extendiéndose por todo su cuerpo llevándole a cumbres más altas de los que jamás había experimentado en su vida como humano. Alargó sus manos y entrelazo sus dedos con los sedosos cabellos de su pareja dejando que cada uno de los sonidos provenientes de su garganta saliesen por su boca.

 

-Estas más sensible de lo normal… Eso me gusta. –Comentó el castaño introduciéndose el duro miembro en su boca,  comenzando después un vaivén lento, atendiéndolo cuidadosamente mientras su lengua hacia el resto del trabajo. Poco tardo el menor en llegar al éxtasis llamando a su pareja en un pequeño grito por semejante gozo. Pero a pesar de que sus instintos habían despertado, su cuerpo no se hallaba completamente atendido como para relajarse y actuar.- Izu… Entrare. –Avisó con suavidad Ibuki tomando las caderas del menor y posicionándose entre sus piernas para luego acercarse y hacer contacto sin aun entrar.-

 

-Hazlo… Por favor. –Respondió sonriéndole y esperando impaciente a que lo tomara. Luego, después de aquello, todo paso demasiado rápido. Su cuerpo reaccionó al placer que las estocadas le proporcionaban y se aferro a su pareja enterrando su cabeza entre su hombro y cuello esperando para el ansiado final.

 

Sudorosos, jadeantes y entre gemidos, ambos se corrieron uno detrás de otro dejando como último, un grito en el aire. Lo había hecho. Había matado al humano que amaba entre quejidos y forcejeos. Gotas de sangre caían sobre las sábanas blancas y una pequeña sonrisa se dibujaba en el rostro de Izumi rato después.

 

 

-Te amo Ibuki… -Sus palabras fueron un susurró, siendo luego silenciados por el pequeño gruñido que el otro cuerpo profirió.-

 

-Izu… -Los ojos del castaño se entreabrieron dejando ver el rojizo brillo que ahora tenían.-

 

-Ven… -El azabache se colocó sobre el mayor y estiró su cuello dejándole espacio para que este pudiera alimentarse.- Toma de mi… -Y sin más, un par de colmillos perforaron la tersa piel del más joven comenzando a beber rápidamente arrancándole una nueva sonrisa.- Ahora estaremos juntos Ibu… Estaremos juntos para siempre…

 

 

 

Notas finales:

Bueno, ¿que os ha parecido? ¡¡Criticas en review por favor!! Os lo agradeceria mucho! de verdad de la buena! 

 

 

 

Gracias por haberos tomado vuestro tiempo en leer y hasta pronto

 

 

 

 

 

¡A cuidarse!

 

 

 

~*Ryuigi*~


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