El tricolor corría a la puerta mientras intentaba no pisar ningún cuerpo muerto.
...........................................................Capítulo 10
Llego a su destino y una sorpresiva flecha choca en su casco aturdiendo a Atem, sorprendido voltea a ver a su contrincante y encuentra a los jóvenes de su casa sobándose la cabeza pero por debajo de los cascos muy avergonzados.
-Lo sentimos señor. -dijo un chico de ojos color chocolate.
-¿No lo lastimamos, verdad? -preguntaba un chico que solo se le veían sus gemas amatistas
-No, vayan al otro extremo, hay menos hombres. –ordeno sin voltear mientras una flecha raspo su brazo.
-Noble, salga de ahí. -grito el de ojos chocolate. Déjenos el trabajo.
Atem asintió saliendo de campo y busco a su padre para ayudarlo, a decir verdad le preocupaba ya que su padre estaba en una edad mayor.
-Padre, sigues aquí. -gritaba mientras veía a la multitud en pelea, entro esquivando y atacando en ocasiones. Responde!
-Hijo. -dijo un hombre que estaba rodeado. -Ya tienes trabajo, conde mío, disfruta la vida.
Viendo como la espada atravesaba el cuerpo de su padre. Y así la persona que le dio vida, había perdido la suya. Poco a poco el hombre caía como una hoja en otoño, el tricolor no sabía cómo reaccionar solo que la adrenalina y furia eran parte de él, así fue matando a todo lo que se encontraba a su paso hasta que se encontró con esos conocidos ojos verdes.
-Ryo! -grito volviendo a su cordura. ¿Qué haces aquí? acaso... ¿Dónde está Yugi?
-Cálmate...Atem, estamos peleando. -dijo mientras sus ojos se abrían e impulso a el tricolor hasta el suelo junto con él -Cuidado.
-Gracias. -suspiro y volvieron a pelear.
Paso tiempo y veían que los aldeanos seguían trayendo gente, cada vez los enemigos eran más rápidos, en sus ojos había mas vida que en los anteriores. Aun eran unos adolecentes, el grito del jefe de arqueros dio señal para que los guerreros entraran al castillo, pero dejo a sus hombres a la guardia para prevenir infiltraciones.
Agitados y llevando a los heridos que encontraron la puerta se abría dejándolos entrar a ellos, y algunos pueblerinos se infiltraron causando grandes líos dentro de la infraestructura, estos llevaban los mismos trajes que los nobles-hablaremos de ello luego-.
-Genial estamos rodeados. -dijo enojado Atem quitándose el casco. -Bien Ryo ayúdame, escucha atentamente dile a los otros jefes que se retiren, ellos tienen más tropas que nosotros.
-Enseguida vuelvo. -respondió.
El albino se dirigía firmemente hacia una de las puertas laterales con un aura frio y deprimente que parecía que las paredes rogaban que parasen la matanza. Llego a su destino abrió levemente la puerta, salió en busca de un noble, después de preguntar y registrar, solo quedaba un noble de pie y ese era su valeroso Bakura.
-Bakura. -llamó una voz tan conocida. Tienes que ordenar la retirada, no somos suficientes.
Sin voltear le respondió. -Te hare caso cuando me expliques como llegaste aquí. -mientras sacaba su espada de un cadáver.
-Por favor te lo explicare después pero no arriesgues más tu vida. -decía en tono suplicante.
Y de un llamado potente el preclaro anuncio la retirada. En las que no todos lograron vivir.
Jadeante Bakura cerró la puerta dejando algunos hombres para vigilarla llevándose a Ryo ya que tenía muchas cosas que explicarle.
En tanto en otra parte del castillo.......
Con un vaso de agua en la mano, dando largos suspiros, mirando al vacio se encontraba un castaño y al frente suyo un tricolor.
- Pensando no los encontraremos. -protestaba el nuevo conde- .Vamos afuera, si lo raptaron no me lo perdonare.
- Usted acaso piensa suicidarse, siento que tenga muchos sentimientos encontrados pero no dejare que salga. -dijo el castaño cogiendo fuertemente el ante brazo del otro luego de calmarse lo soltó.
El tricolor daba vueltas por la sala intentando calmarse, se harto y empezó a gritaba.
-Hay ya estoy muerto por dentro, sino lo tengo a él no soy nada ni nadie. -dijo desesperado. Ya suficiente con que mi esposa lo allá torturado.
-¿Que cree que yo me siento calmado? -le dijo acorralándolo a la pared mientras cogía su garganta.
-Suéltame. -dijo entrecortado y soltándose de su agarre- .Seto entonces, vamos a buscarlos.
El ojiazul solo lo acorralo puso sus hombros contra la pared dejando sentir su respiración al tricolor – prideshipping, no se preocupen, no llegara a mas- cuando el oji rubí logro hablar le dijo incómodamente con la mirada baja.
-No crees que estas muy cerca, Kaiba...reacciona -le decía mientras cogía sus hombros y lo apartaba- no te preocupes, lo volveré a buscar dentro del castillo.
Y así el tricolor registraba cada espacio de su hogar, hasta encontrarse con alguien tirado en su cama.
Mientras tanto los arqueros........
El joven amatista colocaba la flecha con plumas, tensaba el arco, buscaba un objetivo y lanzaba la flecha. El objeto volador atravesó el pecho del hombre tiñéndolo de un rojo intenso, ese par de horas que iba con el arco y ya parecía todo un dotado.
-Tú. –Llamo el jefe de los arqueros- .Al parecer eres muy bueno, te quedaras aquí con los veinte que quedan, cuando vuelva, si siguen aquí, podrán sentirse felices de haber protegido a todos los presentes.
-Pero tengo que darle un mensaje a un noble. –Dijo algo nervioso- .Es de suma importancia que llegue de mi.
-Yo también puedo dárselo, eres un simple arquero con buenas capacidades, es tu deber quedarte. –seguía diciendo.
Con la primera mentira que se le ocurrió le dijo que el mismo Zero le había pedido el favor. Así el jefe dejo libre a Yugi rápidamente, él cual salió disparado a buscar a Atem, mientras que el nombrado caminaba en los pasillos dirigiéndose nuevamente a su habitación encontrándose con la última persona que quería ver.
-¡Pero qué haces en mi cuarto! -grito alterado- .Después de toda esta cochinada y tu estas postrada en mi cama, me voy a vomitar.
-Pero que educado eres Yami... -dijo Kisara sentándose y acercándose un poco a Atem- .Recuerdas ese nombre... ¿verdad?
Por un momento el conde se quedo en silencio pensando, intentando recordar ese apodo, hasta que un recuerdo lo atrapo.
............................................................En la extraña memoria de Atem
-Kura kura kuraaa te encontrare. -reía una niña de pelos blancos azulados rebuscando el jardín- .Ni mi hermanito ni Yami se escaparan.
-Que dejes de llamarme Yami, solo Yugi lo hacía. -dijo una la voz de Atem con un tono melancólico desde una lugar desconocido.
La niña tendría unos 9 años buscaba muy animada a sus amigos, con una sonrisa en alto disfrutando de la naturaleza, hasta que encontró a un niño en posición fetal entre los arbustos.
-Te encontré -dijo la niña tirándose sobre el niño albino- como te encontré primero ya sabes lo que quiero.
-¡Kisaraaa! deja de decir tonterías, somos hermanos, entiéndelo. -dijo el albino que seguía en el suelo- . Algún día te casaras con un apuesto chico y yo me casare con una hermosa chica así ambos seremos felices.
-No, no, no nada de eso, tú sabes que yo te quiero para mí y no planeo compartirte. - decía mientras se acercaba al rostro de su hermano y en la posición que lo había atrapado no podía moverse.
-Basta, no te atrevas a besarme nuevamen... -dijo siendo interrumpido por los labios de su hermana y luego de alejarla- .Oye te dije que no lo hicieras.
La chica solo lo soltó y se fue con una sonrisa en la boca. Nunca se percataron de la presencia del pequeño tricolor sorprendido por la escena.
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-Así me llamaba Yugi... y tú. -dijo con mirada intrigada- .Pero...
-Pero nada, tú no te acuerdas de nada pero el día que nuestros padres nos comprometieron yo estaba peor que tú, en ese momento no recordabas a Yugi en cambio yo veía a mi hermano todos los días, debes saber lo torturante que es y qué hiciste por tu amiga, le traes a su primer amor. -dijo furiosa.- ¿Crees que me siento bien?
-Yo... en verdad lo siento. -dijo arrepentido- .La verdad es que ni me acordaba de ello, pero no estoy feliz por lo que te cause.
-Como quieras... igual no te escaparas. -dijo parándose- .Ya sabes lo que tengo aquí no.
Un silencio los envolvió, un silencio aterrador que disfrutaba la joven. Kisara disfrutaba la preocupación de el tricolor, es lo que estaba esperando todo este tiempo, que el comparta su sufrimiento.
-Sabes que falta, que tu Yugi venga para que veas como pierde su vida. -dijo riendo con el arma en su mano.
-No te atrevas a tocarlo. -grito enojadísimo.
-Y quien me impedirá eso –dijo agregando risas- ¿Tú? si ni siquiera sabes si está vivo en este momento.
-¡Que lo está! Desgraciada. -dijo tirándola contra el piso.
-Estás seguro de tu posición- le dijo cuando el metal rosaba su cuello- dudo que quieras moverte.
Tragando saliva, respiro hondo para decirle. - Si me matas Bakura te odiara, el tampoco aceptara que yo te mate así que deberías dejar las cosas así.
El arma empezaba a traspasar la capa de piel y la sangre empezaba a salir junto con los quejidos del tricolor, el cual se levanto tan pronto pudo reaccionar se levanto y puso un pie en el brazo de la chica.
-Veras que cuando termine esta disputa no tendrás que volverme a ver. -dijo cogiendo su garganta y limpiando la sangre- .La verdad no te matare, tampoco me lo perdonaría, creo que aun tienes momentos por vivir.
-Luego no te arrepientas de ello Atem, no lo hagas. -dijo Kisara mientras se limpiaba la marca de zapato en su brazo.
-Ten por seguro que no lo hare. -dijo el oji rubí saliendo de la habitación topándose bruscamente con Yugi provocando que cayeran al suelo.
El menor cerró los ojos como reflejo, se quito el casco y sobo su cabeza, al ver quién era el conde no dudo en abalanzársele, el de ojos amatistas que aun tenia la vista algo nublada se intrigo al hecho.
-Lo siento quien er...a Atem. -susurro con los ojos abiertos como platos- ¿Por qué estamos en el piso?
-No pongas excusa, solo ven, escapemos de este lugar y vivamos la vida como deberíamos haberlo hecho. -le dijo entre abrazos.
-Atem...¿Que le paso a tu cuello? -dijo asustado el amatista.