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De principe a Reina por UsagiYumiko-sensei

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Notas del capitulo:

Jejeje me he decidido en poner este porque empieza ya el viaje de los dos esposos, manden reviews si les gusto ok? Gracias :D

Los cantos y susurros que daban los monjes, alrededor de la pareja real, provocaba eco por todo el templo, y eso incomodaba un poco al rubio vestido de blanco además de que se moría de nervios por que llegara la parte final; el beso que sellaba la unión entre el y el pelinegro.

De por si ya estaba muy incomodo con estar tomado de las manos con él príncipe pelinegro, temía hacer el ridículo frente a su pueblo y ante su madre –lo mejor era que su padre no estaba presente ahí por culpa de sus deberes reales, de ser así se moriría-, sus manos temblorosas eran la prueba de que tenia miedo de lo que podría pasar.

El canto de lo monjes cada vez era mas débil, y el sacerdote que pronunciaba las frases sagradas de unión ya se acercaba al final del pergamino; Erwann solo cerro los ojos muy fuerte y espero impaciente a que los monjes y el sacerdote quedaran en silencio.

Aunque el tiempo se le hizo eterno, como cuando te quedas mirando fijamente el reloj esperando a que pasaran cinco minutos y te das cuenta que se tarda mucho la aguja del segundero en dar la vuelta completa para que sea el minuto.

Respiraba hondo y suave para calmar sus mariposas en el estomago hasta que sintió un apretón en sus manos, abrió de golpe sus ojos y en ese preciso momento lo que mas temía y estaba esperando empezó; los monjes cesaron su canto y el sacerdote leyó la ultima frase, el momento había llegado al fin.

Un monje pequeño y viejo tria una copa de vidrio con un vino servido ya en el, se lo ofreció al rubio, esté soltó una mano del agarre de su pareja y tomó la copa ofrecida y el monje se retiró. Erwann dudo un poco en tomarlo o no, pero reunió todo el coraje que pudo y le dio un sorbo al vino, lo retuvo en su boca y lentamente se acerco a Yareth.

El pelinegro vio el nerviosismo en el pequeño rubio por su forma de temblar y el sonrojo que mostraban sus mejillas, no dudo en sospechar que el principito nunca había besado antes, así que decidió ayudarle un poco acercándose mas a el y con la mano libre que tenia, tomo el rostro de Erwann y lo bezo tiernamente.

Sincronizada mente abrieron sus bocas para que el vino pasara de ambas y se cumpliera la unión. Ese fue el momento mas caliente que Erwann pudo haber experimentado, incluso pudo sentir como la lengua de Yareth le rozo por unos momentos sus labios. Fue algo muy intenso y demasiado desconocido para el rubio, nunca pensó que el mundo pudiera desaparecer por completo en unos segundos.

Todo el pueblo estallo en gritos de alegría por la feliz pareja, les lanzaron flores y muérdagos para la buena suerte amorosa, lo cual de eso escaseaban mucho la dichosa pareja.

Saliendo del templo, los “novios” se fueron juntos en el carruaje blanco de Erwann. Un momento algo incomodo y silencioso para ambos, no tenían nada que decirle al otro, eso duró mitad del camino, ahora pasaban por el puente junto a las cataratas de humo blanquecino, a solo unos 30 kilómetros de llegar a Los Mármoles cuando el pelinegro tomó las riendas de la conversación.

-¿Nunca habías besado?- su tono de despreocupación por la osadía que –en vista de Erwann- acababa de cometer cada vez le impresionaba mas al rubio sonrojado como un tomate.

-N-No… jamás- Tartamudeo el pobre rubio, acosado por la despreocupación del pelinegro príncipe.

-Se notó- su respuesta fue fría pero la acompaño con una risita irónica- me sorprende de que alguien como tu aun sea virgen de labios… a perdón “Fuera” virgen de labios.

Virgen… no era de extrañar que esa palabra fuera desconocida para el rubio ingenuo y puro que, hasta ahora, todas sus frustraciones se fueron a la llegada de esa duda.

-¿Virgen? ¿Qué es eso?-.                              

El príncipe le volteo a ver sorprendido por la pregunta, no pudo evitar mostrar una sonrisita burlona mientras le daba su vaga o mas bien vulgar explicación al inocente rubio de ojos azules.

-Virgen es alguien que nunca ha experimento la “suciedad” con otra persona y sigue tan inmaculado y sano como su madre lo trajo al mundo.

Digamos que el príncipe del país de los cristales no es muy educado o inteligente o delicado que digamos.

-¿“Suciedad”?-.

Y Erwann es tan ingenuo que no entiende que incrementa la vulgaridad del príncipe Yareth en la primera impresión después de su boda.

-Digamos que es cuando… una pareja se siente ese deseo indecoroso una de otra que… ¿de veras no sabes eso?- Pregunto sarcásticamente Yareth con su profunda voz.

El pequeño rubio negó con su cabeza, sacudiendo sus cabellos delgados y curveados. En verdad que no entendía nada de las explicaciones que salían de la boca de su esposo.

El pelinegro quedo estupefacto por la pureza del hermoso rubio, quizá es verdad que puedes juzgar a alguien con solo verlo, pues el príncipe Erwann era exactamente igual a como lucia. Pero al príncipe le pareció divertido molestar al pequeñín, así que siguió dispersando las dudas de Erwann.

Todo el camino, estuvieron platicando hasta que el carruaje se detuvo delante de un gran portal de mármol de tonos beige y decorado con enredaderas, en su cima se podía ver un letrero de madera bien tallada con las letras que decían: “Bienvenidos a Los Mármoles”.

-¿Porque paramos en este lugar?- Pregunto muy confundido el pelinegro, ya que creyó que le llevarían al castillo no a un pueblo.

-Es el pueblo de Los Mármoles- dice sonriente el rubio- es una tradición venir a festejar por la boda a un pueblo cercano.

-¿Y porque? No son de familias reales-.

-¿No es mejor convivir con todos los que te aman en ves de excluirlos para ir a una aburrida reunión de personas aristócratas?- Respondió en modo de pregunta un poco molesto por la reacción del pelinegro- Además todos somos del reino, todos nacimos aquí, no debemos de diferenciarnos.

Yareth solo se le quedo mirando profundamente como si le hubieran reprochado por algún error que cometiera, que le saliera una mala palabra o hubiera insultado a alguien. El conductor del carruaje se poso a fuera, en la puerta para abrirles a los príncipes, ahora esposos.

-Gracias Sr.Withwood- dijo Erwann agradeciéndole al viejecito vestido con un extraño traje blanco y de cabellos del mismo color que igual le respondió que fue un placer llevarlos hasta el pueblo.

Ambos, Erwann y Yareth, caminaron por el pueblo vacio, en verdad que no había nadie por las calles o en sus casas. Se oía un completo silencio.

-Me pregunto que estarán haciendo todos- rompió el silencio el pequeño rubio con una voz curiosa por saber que hará el pueblo para sorprenderlos- ¿se escondieron?

El día empezaba a oscurecer, el ocaso se hacia presente y el cielo se teñía a los tonos naranjas, amarillos y rojizos que esté ofrecía, en ese momento Erwann pensó que mejor debían volver al castillo aunque fuese caminando, pero no se rindió en su búsqueda por la sorpresa. “Si me voy ahora los demás habrán hecho la sorpresa en vano”.

Justo cuando doblaban por una casa de esquina para ir a la plaza principal los sorprendió una avalancha de flores de todos los colores seguido de unos gritos entusiastas de todos los pueblerinos. La pareja avanzo y fueron recibidos por los abrazos de la familia real (madre y hermanos de Erwann) que igualmente felicitaron y abrazaron a Yareth. Extrañamente no se encontraba ahí la reina Bell, o algún familiar que recibiera al príncipe pelinegro pero eso no lo notó nadie, o mas bien no importo mucho, ni para el mismísimo príncipe de las Montañas Rojas.

La fiesta se inició con el toque de los músicos, que iniciaron con ritmos alegres para que todo el mundo se animara y bailara al compás, algunos hombres trajeron barriles gigantes de cerveza y empezaron a repartirlo en grandes tarros de vidrio.

En poco tiempo las personas empezaron a bailar y estar tan animosas que esto contagio mucho al rubio, que se moría de ganas en participar en la fiesta pero se sentía mal en pensar que dejaría ahí solo a Yareth, después de todo son esposos, así que se armó de valor y se acerco un poco mas al moreno para preguntarle y animarlo a unirse a la fiesta.

-Yareth ¿sabes bailar?-.

-Si, pero no este tipo de música- respondió secamente el príncipe con cara amargada.

-¡Mejor aun! Yo te enseñare a bailar ¿Qué dices?

El moreno trato de negarse pero la ímpetu del rubio lo obligo a ser raptado por el. Estuvieron tratando de moverse como los demás bailarines pero no podían hacerlo todavía, no hasta que el pelinegro aprendiera a moverse alocadamente como lo hacia el rubio.

-No, no, no Yareth- le regañaba riéndose el pequeño Erwann- debes llevarte por la música, mírame ami.

El rubio se separo por unos momentos de su pareja y se poso frente a los músicos y empezó a danzar como nunca  en su vida. Su delicado y pequeño cuerpo se movía como las hojas y pétalos de rosas que eran arrastradas por el viento y jugaban con el a su velocidad y gracia; saltaba, sonreía y giraba al compas de la melodía hasta que se adueño de la pista y todos le seguían el paso o le animaban con aplausos.

Yareth quedo adonizado por lo que veía, un hermoso e inimaginable ser bailaba ante él una danza que haría sonreír al más amargado de los seres, en su interior se sentía inundado por un sentimiento de alegría que le permitió, por fin después de tantos años, esbozar una ligera sonrisa pero no duró mucho porque hermosa melena rubia que se veía a lo lejos brin cotear paró como toda la gente que bailaba igualmente al compas de la música.

“¿Qué sucede?” se pregunto el pelinegro por la extraña reacción de todos, pero pronto fue contestada por el grito inesperado del líder de la banda, un viejo y gordito violinista, que estaba enfrente de los integrantes musicales.

-¡Amigos y majestades, el baile de MayBurm esta por empezar!-.

Esa frase puso a todos a revolverse como locos por unos momentos, en eso el rubio Erwann se acerco lo más rápido que pudo al pelinegro y lo arrastro a unirse a la muchedumbre que pronto empezó a formar varios círculos que partían desde el centro de la plaza y formaban tres hileras de este circulo.

-¿Qué sucede Erwann?- pregunto aun más sospechoso el príncipe Yareth.

-Bailaremos la danza de MayBurm- respondió en susurros el pequeño príncipe- MayBurm es una leyenda sobre el bosque, cuenta de un  hombre que se enamoró profundamente de los árboles y plantas que abundaban en el bosque, en si, amaba a los bosques, pero su amor pronto se convirtió en odio cuando un día una persona inconsciente daño, menormente, un árbol. El hombre con toda su ira se convirtió en una criatura totalmente horrible, abandonando todo razonamiento humano y atacó a la persona y todas aquellas que dañaran al bosque, desde entonces él es el guardián de los bosques del reino de Makrram; MayBurm. Dado eso, por respeto y tradición, siempre en nuestras fiestas debemos de danzar en su nombre un baile.

-Oh, ya veo- realmente a Yareth le pareció un poco abstracta la manera en que Erwann contaba la leyenda pero no le importo, lo único en ese momento que cautivaba toda su atención era de cómo bailaría ante tantas personas y en especial frente a Erwann, la persona que bailaba más bonito de todos los presentes, o eso pensaba el moreno.

-No te pongas tenso Yareth- dijo de repente la voz dulce del rubio, asustando un poco al moreno- solo muévete como los demás, ya me vista bailar ¿no? Haz lo mismo.

“Es imposible, nunca podre bailar tan bonito como tú”

El toque del violín retumbó y en eso la música empezó a sonar y el baile comenzó al instante. Todos estaban tomados de la mano y empezaron a brincar de un lado a otro, entre risas y gritos de fulgor el moreno sostenía fuerte la delgada mano de Erwann; pero falto poco para que cambiaran de posición puesto que los círculos se rompieron por un momento, intercambiando lugares. Una mujer –ama de casa al parecer- se llevó a Yareth de la mano y le hizo seguirle igualmente como lo hacia anteriormente con Erwann; después paso otro cambió pero ahora con una niña pequeña que lo dirigió por otra parte y así sucesivamente.

Entre tanto enredo, Yareth solo deseaba volver a sentir la mano del rubio entre las tantas parejas que le habían tocado desde entonces. Ya había empezado a aprender como moverse en el baile; hasta que cuando la muisca se empezó a tornar mas rápida una tersa y delicada mano rozo la suya y ahí estaba, sonriente y pícaro.

-Quería alcanzarte antes de que acabara el baile.

-¿Temías que me perdiera o tropezara?- dijo sarcásticamente el moreno acompañado con una débil sonrisa engreída.

La pareja real siguió el baile a la misma rapidez con la que había cambiado hace poco tiempo, hasta que por fin seco con un magnifico toque de violín; todos dieron una reverencia para todos y volvieron a gritar eufóricos y algunas personas cerca de Erwann le abrazaron y él, gustoso, aceptó los abrazos.

Yareth seguía impresionado por la gran bondad y empatía que se tenía en ese reino, y más con la realeza. Nunca pensó que ese tipo de cosas se podían hacer entre nobles y plebeyos a su parecer, puesto que en su país son diferentes, nunca se dejan ver ni a la misma familia que no sea cercana –tíos o primos que no vivan juntos o sean especiales en la familia-, pero a pesar de que era extraño le parecía de lo mas maravilloso de todo en ese reino.

Primero le encanto el paisaje que le pertenecía a Makrram, luego de sus habitantes, personas muy amables, luego de la familia real, tan hermosa y natural, y ahora de sus costumbres.

¡De verdad que no se cansaba de esas sorpresas!

Después de la “danza de MayBurm”, la fiesta seguía con su trayectoria principal, puesto que incluyeron ahora el banquete. Todo repleto se las comidas típicas y propias de las familias de Los Mármoles, y así fue hasta el amanecer.


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