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De principe a Reina por UsagiYumiko-sensei

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Notas del capitulo:

Ammmm lo siento, estoy actualize y actualize el fic jajaja, esq lo tengo casi acabado ya jeje. Disfruten este capitulo.

Es el mediodía del segundo día del matrimonio de Erwann y Yareth, dos príncipes de diferentes países, que ahora van encaminados a su tiempo de amantes, o en otras palabras; la llamada Luna de Miel.

La carroza blanca de la familia MoonWilde dominaba los senderos de la frontera con su gran velocidad y majestuosidad, ya llevaba varias horas así desde que abandono el palacio real. Dicha carroza transportaba nada más y nada menos que a nuestra linda parejita que se moría del cansancio. Al parecer su fiesta de bodas fue muy agotadora para ellos puesto que entre la danza, el canto y la cerveza ¿quién no se cansaría?

-Yareth, me muero de sueño- se quejaba sin parar el príncipe Erwann quien cerraba los ojos para que la luz no le lastimara por culpa de su desvelo- déjame dormir en tu regazo.

-¿crees que yo no tengo sueño?- replico con el ceño fruncido el moreno- ¿porque no mejor me dejas a mi dormir en tu regazo? Después de todo eres mi “esposa”.

Dicho esto Erwann hizo una mueca de desaprobación y añadió:

-“Esposa” suena mal, ¿Por qué no mejor solo “Esposo”?-.

-No- respondió sin titubeos- tu posición es mejor como la esposa en el matrimonio, así que se una buena esposa y déjame dormir en tu regazo.

Yareth se abalanzó hacia Erwann y se dejo caer en sus delgadas piernas cubiertas por ahora un corto pantalón plateado. Erwann solo se sonrojo por tener al chico moreno entre sus piernas que rápidamente se quedo dormido.

Ver su melena negra como la misma noche acurrucada en su regazo y sentir su respiración, inhalando y exhalando cerca de sus rodillas le metían un sentimiento inquieto al rubio; poco después se acostumbro a esa sensación y sin pensarlo acaricio la parte posterior de la cabellera de su moreno esposo y en menos de un minuto se quedo dormido.

La carroza bajo un poco su velocidad, puesto que cabalgaba ahora por senderos un poco rocosos, pero no cambio su rumbo. Pasaba cerca de acantilados, a través del bosque, siguiendo el arroyo, y muchos más caminos que llevaban a la frontera, donde el reino de Makrram, un mundo mágico, acaba e inicia la tierra de los hombres.

Ese mundo, donde abundaba mucho la ignorancia y la maldad, abarcaba demasiado espacio en el planeta, tanto que incluso los reinos mágicos tuvieron que ocultarse para no ser descubiertos por ellos y evitar ser corrompidos por dichos hombres.

Los “hijos de la naturaleza” (elfos, ninfas, hadas, etc.) se ocultaron en los países donde abundaba el verdor, “los seres de piedra” o nombrados también como los “guerreros de cenizas” (enanos, trolls, gigantes, etc.) se fueron a un entorno mas apto a sus costumbres, algún lugar lleno de rocas y paisajes donde pusieran a prueba sus habilidades. Los “seres de libertad” (sirenas, tritones, etc.) fueron a las profundidades el océano, donde nunca serian encontrados y sin ningún esfuerzo en tratar de esconderse. Y las “personas de blanco” o mejor dicho “los seres del reflejo” (hechiceros, sabios, deidades, etc.) que se restringieron en lo alto de montañas o bosques solitarios. Y hay aun más reinos pero por el momento nombremos solo a estos, que son los más importantes.

Digamos que el pequeño Erwann es un hijo de la naturaleza y su esposo, Yareth, es un ser del reflejo. Y claro que ya se imaginaran que tipo de criaturas son, y si no lo saben pues bueno; si, Erwann es un noble elfo y Yareth es como un descendiente de una familia notable e igualmente noble de videntes y espiritistas que de alguna manera son muy pacifistas al igual que los elfos. Aunque el moreno no tenga muchas habilidades en eso ya que lo único que puede hacer es ver el pasado a su antojo, no es muy útil que se diga pero algo es algo.

Erwann por su parte tiene cualidades básicas de un elfo cualquiera, su única virtud es que es tan inocente y amable que aplacaría el corazón del más odioso y amargado ogro. No podríamos decir que clase de relación o resultado saldrá de este matrimonio.

Al pasar un puente de madera y marfil la carroza blanca paró bruscamente e hizo despertar de golpe al matrimonio que plácidamente dormía en su interior. Al sentir tal impacto ambos príncipes sacaron su cabeza por las ventanas y preguntaron al unisonó “¿Por qué paramos?”

Pero su única respuesta fue la de que el conductor, el Sr.Withwood, bajara de su puesto y se dirigiera a las ventanas de la carroza.

-Discúlpenme, majestades, pero hemos llegado a la frontera y el carruaje real no puede salir del reino, así que por ahora, con todo mi lamento, deben de ir por su cuenta.- se disculpo el buen viejecito con un verdadero tono lastimero en su voz, le dolía dejar a los príncipes.

-¿Cómo dice? ¡¿Planea abandonarnos así?!- gritó muy enfadado el moreno al escuchar las excusas ridículas del viejecillo.

-No te preocupes Yareth- intento apaciguar a ira de su esposo el rubio pequeño no se sorprendió por la situación- Gracias Sr.Withwood, no se preocupe mucho que estaremos bien en el camino se lo aseguro.

-¿pero que dices Erwann?-.

-Yareth, sabes que este reino es mágico y no debemos arriesgarnos a que nos descubran con la carroza real- Erwann le dio una palmadita a Yareth en su espalda y bajo de la carroza con una maleta pequeña- además tenemos el suficiente “dinero” para viajar por el mundo de los hombres, así que no te precipites y alteres tanto.

-¿viajar? Estas diciendo que ¿quieres ir a ver el mundo humano?-.

-Si, ese era mi plan para nuestro tiempo de amantes- concluyó el rubio dando una sonrisa.

-¿Tiempo de amantes?- siguió preguntando Yareth ahora cansándose de esas sorpresas que nunca creyó que podrían pasar.

-Se refiere a la luna de miel, majestad- explico débilmente el viejecillo con cierto temor al moreno.

-Ya veo, pero Erwann ¿sabes cuidarte en el mundo humano?-.

-En realidad no, nunca pensé en que algún día me casaría de verdad y planearía este tipo de cosas, así que no me moleste en investigar o algo así, pero ayer mi madre estuvo insistiendo tanto sobre esto cuando llegamos al castillo después del festejo que tuve que elegir. Una vez un comerciante hablo sobre el mundo humano y me intereso un poco, por eso escogí ir a verlo ¿no te parece interesante?

Todos los presentes –el viejecillo Withwood y Yareth- se quedaron con la cara boquiabierta por la sencillez e inocencia que desprendía Erwann al no saber cuantos peligros había en el mundo humano. Yareth solo se dio por vencido y suspiro profundamente; se quedo por unos momentos cabizbajo y por fin pronuncio para su tierno esposo.

-Y ¿como piensas viajar por el mundo humano?

-Pues es obvio- resoplo el rubio en son de burla- con el transportador del mercado de la roca.

-¡¿Qué?! ¿Estás loco? ¿Cómo piensas ir a un lugar así? Sabes que hay muchos delincuentes en ese lugar- reprocho duramente el moreno ante la inconsciencia de su esposo.

-¡Ya no es así! Ha cambiado en estos últimos meses, solo debo ir al transportador y podremos movernos sin problemas por el mundo entero-.

Quien diría que el plan del rubio –que era tan descabellado- acabara por convencer al moreno. Ahora caminaban por un lugar rocoso y desierto, miles y miles de kilómetros lejos de la frontera de Makrram, donde el pequeño rubio nació y ahora abandonó por cierto tiempo.

-Por pura casualidad ¿sabes donde encontrar al mercado de la roca?- pregunto Yareth mientras saltaba de una roca a otra.

-Si, mi madre dijo que solo buscara un árbol y ahí aparecería- Al parecer el rubio creía todo.

-Estamos perdidos- se dijo a si mismo con voz melancólica.

Pasaron varias horas caminando sin sentido alguno, con mucho cansancio y los colores del ocaso amenazando el cielo, pronto oscurecería y ellos seguían solos ahí en medio de la nada pero como caído del cielo Erwann vio a lo lejos un árbol seco y retorcido que estaba en medio del desierto al igual que ellos rodeado de pocas pero grandes rocas.

-¡Mira Yareth! Lo logramos, ahora podemos estar tranquilos- se alucino el rubio al saber que pronto iría al mercado de la roca.                                     

En verdad que Erwann estaba muy confundido con su actitud propia, nunca creyó que de verdad llegara ese día en que el viviría con su futuro esposo y que debería planear su tiempo de amantes pero eso ya esta pasando, y pensar que era él el que no quería que se realizara la boda y ahora aceptaba esa unión como si nada.

Algo le pasaba pero no sabia que.

-Bien y ¿Qué se hace para entrar al mercado?- pregunto desesperado e impaciente el moreno.

-Mira y aprende querido- dijo engreídamente el rubio con una mueca de felicidad.

Erwann solo poso su delicada y blanca mano en la corteza dura y seca del árbol retorcido y sin hojas, movió lentamente los dedos de lado a lado y entonces la retiro. Poco después unas líneas brillantes empezaron a brotar del lugar donde Erwann toco con su mano y se formo el contorno de una puerta.

-Impresionante… ¿ese es el poder de un elfo?- se dijo a si mismo el moreno, lo cual el rubio ni escucho.

Erwann tomo de la mano a Yareth y con la misma mano de antes volvió a tocar el mismo lugar –que ahora era una puerta dibujada en la corteza del árbol- y en segundos las líneas brillantes desaparecieron y la pareja cruzo rápidamente por esa gran abertura que al poco rato desapareció volviendo a ser la dura y seca corteza de árbol que era antes de ser tocado por el elfo.

Yareth tenia los ojos cerrados, solo podía sentir el dulce y terso toque de la mano de Erwann, pero entonces empezó a sentir diferentes toques de varias partes como sus hombros y brazos; de hecho parecían golpes en vez de ligeros toques, eso enfureció un poco a Yareth ¿Quién se atrevía a golpear a dichoso príncipe? Entonces abrió de golpe sus ojos café-oliva con ira para darse cuenta que estaba parado entre muchas personas, o mas bien criaturas desconocidas.

A su derecha e izquierda pasaban de largo criaturas que ni en su vida había escuchado o visto, como los gnomos, duendecillos murciélago, los asquerosos moluscos terrestres, híbridos de gigantes y trolls, y uno que otro hombre carroñero (criatura semi humana que vive de desperdicios que los monstruos o humanos no quieren).

El moreno no pregunto ni dudo en donde se encontraba, lógicamente ya estaba dentro del mercado de la roca, un lugar escondido en el mundo humano donde mercancía mágica viaja libremente y viajeros –como en este caso lo son Erwann y Yareth- necesitan ayuda ya sea por alojamiento, información, utilería, etc.

-Yareth ven, no te quedes ahí pasmado ¡sígueme!- le interrumpió la melodiosa voz del rubio que jalaba igualmente de la mano de su moreno esposo.

La parejita fue cruzando el mar de gente llevándose toda la atención de las pocas personas que notaban su presencia. Había tantos lugares y puestos ambulantes alrededor que no sabían en cual debían pedir indicaciones sobre el dicho transportador que les ayudaría en su luna de miel o tiempo de amantes; sus preocupaciones y dudas no cesaban hasta que su salvación llego de mala manera con un grito que no era de bienvenida al parecer.

-¡Miren quienes llegaron a esta tierra!- anuncio una voz muy varonil y arrogante- Al parecer nos debemos sentir afortunados de que la realeza venga a pisar nuestra humilde y pobre tierra, y mas por ser de la familia noble del país de los cristales.

La multitud se quedo quieta al fin y hubo un siniestro silencio, luego las personas empezaron a abrirse paso ante un hombre seguido de unos híbridos ciclopes.

-Me alegra verte príncipe Yareth de las Montañas Rojas- saludo con cortesía el hombre de cabellera marrón y abundante cubierta por un sombrero estilo vaquero negro y con la ropa de un mercader muy desaliñada y desgastada.

-Y a mi igual, forastero Jackie- respondió el moreno que enseguida escondió al rubio poniéndose enfrente de el para que no lo vieran los seres amenazantes- nunca creí que salieras de la prisión de los tritones, debió ser muy horrendo vivir en el fondo del mar por un buen tiempo con todos esos horrendos peces viéndote como si estuvieras en una pesadilla ¿no?

-Me lo merecía por matar a sus semejantes y venderlos en los mercados humanos- se acerco ahora mucho mas intimidante el hombre y rascándose incomodo su barbilla con su barba a medio rasurar- ahora me han tachado como un traidor y no puedo salir de este mercado de mala muerte.

-Me alegra, ahora si me disculpas – le miro arrogante, mucho mas de lo que ya era su mirada- debo de ir a hacer cosas más importantes que hablar contigo.

El moreno empujo un poco al rubio y estaba dispuesto a dar media vuelta para largarse hasta que le tomo del hombro el hombre grande.

-No iras a ninguna parte, si mal recuerdo el que me acuso por sospechas de traición fuiste tu- susurro (pero aun audible) el hombre con su varonil y fuerte voz- ¿o me equivoco?

-Recuerdas bien para ser una vil rata cobarde que intento librarse de su castigo en la corte- ahora el tono de voz de Yareth era divertida y un poco siniestra, tanto que alarmo al pobre y asustadizo rubio- te ves bien, aunque es difícil de creer por la clase de castigo que tuviste que soportar.

-Aunque sea una “vil rata” como dices, aun soy una criatura mágica, así que no puedo morir por pasar 7 meses en las profundidades del mar más espantosas de todas custodiado por tritones, que por cierto no son muy agradables que se diga, no juegan póker, no hablan ni se ríen, son aburridos además de feos-.

-Te quejas como una mujer- resoplo aburrido el moreno- dime ya que quieres, estoy perdiendo mí tiempo contigo.

-¿Quieres saberlo príncipe? Bien te lo diré- el hombre chasqueo sus dedos índice y pulgar y como respuesta los dos híbridos ciclope se formaron alrededor del moreno- Quiero que te marches de este mercado, ¡esta es mi tierra y no dejare que un sucio bebe soplón como tú se atreva a pisarla!

El hombre tomo de las ropas del pecho a Yareth y estaba dispuesto a golpearlo en el rostro con su puño y musculosos brazos velludos hasta que una dulce y delicada voz que parecía el canto de mil ruiseñores interrumpió la pelea.

-¡Basta! Por favor ¡no lo lastimen!

Erwann se escurrió por debajo del brazo del enorme hombre e igualmente toco dicha extensión con sus manos de tersa piel e imploro con sus grandes ojos azules muy abiertos de miedo.

El hombre al ver dicha figura tan tierna y hermosa se quedo viéndolo embobado, como si viera la mas hermosa hija del rey de las sirenas en frente de el, no ni eso, era como ver a una Venus, con su piel suave color perla, esa melena sedosa, curveada y rubia como los mismísimos rayos del sol y esos ojos grandes y azules como el zafiro. Y no solo el hombre de nombre Jackie (al parecer) si no que todos a su alrededor se quedaron anonadados por la belleza del pequeño Erwann.

-Q-Q-QUE…- Balbuceo el hombre que inquieto mucho al moreno príncipe- ¡PERO QUE BELLEZA!

Erwann quedo sorprendido y Yareth se cabreo por la actitud que tomo el hombre que enseguida se arrodillo ante el rubio alejando su brazo y entonces tomo la débil mando del rubio.

-¿Quién eres dulce criatura?- cambio su tono de voz que asombro a todos- ¿Te has perdido? No temas, puedo ayudarte si gustas.

Yareth por supuesto no se enojo, se inundo de ira; tanto que empujo con el pie –pateo mejor dicho- al hombre castaño y rodeo con el brazo al pobre rubio que ni en cuenta de que estaba siendo acosado.

-¡Deja a Erwann! Es mío, ¡mi esposo! Y no tienes derecho a tocar su delicada piel con tus sucias manos- grito muy cabreado el moreno.

-¡TÚ ERES UN-..!- el insulto se interrumpió por la llegada de un grito chillón e igual de arrogante que la del hombre grande llamado Jackie.

-¡Deja de armar alboroto Jackie! Solo das a mostrar tu testaruda y violenta personalidad el pequeño-.

-¿Jack? ¡¿Donde estas pequeñajo escurridizo?!- empezó a armar otro alboroto el hombre castaño.

-Vamos, no te enojes tanto hermano- de nuevo de la multitud se abrió paso un joven con vestimentas de mercader un poco mas arregladas que las de Jackie, de cabello marrón y con un gorro de lana gris adornando su cabeza- Que asustas al jovencito.

El chico se aproximo al la pareja morena-rubia y les dijo con una sonrisa amable:

-Bienvenidos, lamento mucho que hayan tenido que soportar a mi hermano Jackie, mi nombre es Jack Caratuerta, el hermano mayor, y me gustaría remediar la descortesía de mi hermanito.

Pasado la gran sorpresa de los hermanos Caratuerta, Erwann y Yareth decidieron tomar la palabra del hermano mayor y pedirle el favor de ayudarlos a encontrar el transportador.

En la tienda donde los hermanos Caratuerta, que era una tienda de artículos de interés algo abandonada y con el nombre de “Mrs. Lavanda”, residían solos la pareja y los hermanos acompañados de los híbridos.

-Bien, en que les puedo ayudar a ustedes- tomo la palabra Jack que se sentaba feliz y sin preocupaciones en el mostrador.

-Pues, vera joven Jack, me llamo Erwann MoonWilde, soy el príncipe del país de los vientos y he venido al mercado de las rocas para buscar algo importante- explico cortésmente el rubio.

-Increíble, dos príncipes y uno es un elfo muy hermoso- reflexiono el joven del gorro gris- me pregunto que le has hecho a esta preciosura para que te siguiera ¿eh? Yareth.

-Es eso lo que también quería decir- Erwann de repente se sonrojo un poco al pensar en su explicación- vera, por nuestras tradiciones, debe de haber un matrimonio obligatorio y en mi caso, por ser el ultimo hijo del rey, debía casarme con un extranjero, y ese… bueno, es Yareth.

Los presentes se quedaron mirándolos sorprendidos, y ahora quien dio la palabra fue el gran hermano menor Jackie.

-c-como es posible… Si Yareth es una persona tan antipática ¿Cómo puede ser que se haya ligado a alguien tan lindo como Erwann?-.

-¿Ligar?

-¡Cállate Jackie! Que no soy apático-.

-¡Muy bien basta!- interfirió el hermano mayor- solo debemos ayudar a los tortolos en su, creo yo, luna de miel.

-Ah si, gracias Jack, de hecho buscábamos el transportador del mercado, ¿sabes donde está?-.

-¿El transportador? ¿Qué no saben que ya no sirve?-.

-¿Qué?- Erwann estaba estupefacto.

-Si, unos tipos vinieron e hicieron un gran alboroto y desactivaron el transportador llevándose el espíritu que le hacia funcionar- la voz de Jack era muy despreocupada.

-¡¿Qué?!- el rubio se sentía devastado por la noticia- ¡¿Ahora como podre viajar por el mundo humano?!

-Si quieres yo te guio- respondió a la plegaria del rubio el animoso Jack.

-No gracias, eres muy amable- le contradijo el moreno mirándole con odio.

-Saben si lo que quieren es viajar entonces creo que tenemos algo en la tienda que les puede ayudar- menciono al fin uno de los ciclopes que hasta ahora había mantenido un silencio permanente.

-¿De verdad?- volvió a ilusionarse el rubio-¡muchas gracias!

-A-Ah si no hay problema- respondieron los hermanos Caratuerta ya que sabían perfectamente que encontrar algo en la tienda de la Srita. Lavanda era como buscar la ajuga en el pajar. Pero la dulce mirada del rubio y su cara de felicidad les obligo moralmente que debieran ayudarle.

Y así estuvieron un buen rato buscando en todos los rincones del lugar lo que el ciclope había propuesto buscar para la ayuda del rubio elfo, un cinturón, pero no cualquier cinturón, este respondía a los deseos de su dueño, si este quería ir a dicho lugar con tanto deseo el cinturón se lo cumplía; esa era la solución para el problema de Erwann y Yareth.

-¡Demonios! Esa vieja si que tiene artículos de sobra, no se porque no los pone en la vitrina, así tendría mas fama y mas clientes- aclaraba burlonamente e igualmente fastidiado el joven del gorro gris.

-¡Oigan lo encontré!- se escucho el anuncio victorioso de la fuerte voz varonil de Jackie.

-¡Bien hecho hermanito!

Todos los presentes se acercaron a donde estaba Jackie y esperaron a que este mostrara el objeto que tanto añoraban encontrar.

-Miren bien- Jackie empezó a moverse lentamente hacia ellos- ¿no es el objeto mas raro que hayan visto en sus vidas?

Y en efecto era raro.

El cinturón que residía en las enormes y duras manos de Jackie era de un estilo muy antiguo, parecía hecho de bronce, muy grande y pesado, con una piedra circular color celeste en el centro y con marcas extrañas por todo el bronce.

-¿No me digan que nos lo tendremos que poner?- dudo preocupado el moreno por lo pesado que lucia el cinturón.

-Es opcional, lo puedes colocar en tu cintura o puedes sostenerlo en tus manos solamente- explico Jack quitándole el cinturón a su hermano menor y acercándose indecorosamente a Erwann- príncipe ¿quiere que le ponga el cinturón? Es mas seguro.

-Gracias por tu ayuda, te pagare lo que quieras puesto que tenemos prisa y debemos irnos- el moreno empezó a frustrarse mas por las actitudes de los hermanos Caratuerta.

-El dinero no importa- dijo secamente el peli marrón con una mirada de pocos amigos hacia el moreno- lo único que queríamos era ayudar a nuestro amigo Erwann.

¿“amigo”? dudo el moreno sobre la relación que malinterpretaba Jack sobre su esposo.

No quisieron seguir desperdiciando el tiempo y tomaron juntos el cinturón de cobre.

-Espera Erwann- intervino el peli marrón mayor- ¿sabes a donde te diriges? Porque si no lo sabes no funcionara.

Erwann solo sonrió victorioso y le respondió:

-Claro que lo se, no te preocupes.

Entonces poco a poco Erwann y Yareth fueron absorbidos por una brillante luz blanca que deslumbro por completo a los hermanos Caratuerta y a los híbridos. Dichos presentes dudaban de donde se habrían ido, puesto que el pequeño elfo no conocía ningún lugar del mundo humano.

La pareja al ser cegados por el fulgor de la luz solo sintieron un leve mareo para después caer en un suelo movedizo y cálido. El príncipe Yareth no sabía lo que pasaba, antes estaba en una tiendita de madera en el mercado de la roca y ahora estaba bajo un cielo despejado y azul, con el sol deslumbrando y tendido sobre blancas arenas muy calientes por los rayos solares. Podía escuchar un ruido muy calmante, era el agua, o más bien el mar ir y venir en calma, tocando suavemente la arena como si la acariciara, el sonido de las gaviotas que pasaban sobre él y oler la brisa salada.

¿Porque habían aparecido en una playa tan calmada y hermosa?

¿El rubio quería ver la playa y el mar?

Yareth solo se ergio lo mas pronto que pudo para ver a su esposo pero no lo vio posado a su lado, sino que lo veía correr por la arena dirigiéndose al mar, riéndose de cuando sentía el agua salada tocar sus pequeños y blancos pies e irse de nuevo con la marea.

-¡Es el mar!- gritaba el hermoso ser rubio mirando feliz a su pareja- ¡Nunca lo había visto! Ni siquiera había tocado la arena antes en mi vida, es tan hermosa y suave.

Yareth se acerco al rubio lentamente, poso sus manos en los hombros de este y le quito la capa verde oliva que cubría su delicada figura dejándolo en las ropas finas y blancas que usaba.

-Entonces disfrutémosla como es debido- fue su propuesta hacia el sonriente ser.

Durante una hora los príncipes estuvieron explorando y divirtiéndose en esa playa tan tranquila, subiendo las enromes rocas en que chocaban las olas del mar, cayendo en la blanca arena, sintiendo la salada agua y ver en ciertos rincones la vida marina –como los diminutos peces en estanques y los cangrejos que salían y se metían al mar-, después se recostaron en la sombre que ofrecía una pequeña palmera  un tanto alejada de la orilla. Mientras dormitaban los esposos, el rubio elfo inicio una conversación.

-¿Yareth, estas despierto?- su voz era como un arrullo para el moreno pero a pesar de eso este respondió con un gemido- Bien, porque aquí no es donde quería ir.

Al oír la declaración el moreno se despertó de golpe.

-¿No es aquí?

Si el rubio no tenia el deseo de ir a la playa, entonces ¿Qué quería?

-No, es verdad que nunca en mi vida he visto el océano, en mi país solo existen lagunas pero no tiene arena, he visto peces pero no tan coloridos como los que vimos en ese estanque pequeño entre las grandes rocas o incluso ni conocía que era un cangrejo de mar, o el sonido de las gaviotas, nunca en mi vida he salido de mi país y mucho menos haberlo visto en algún libro, siempre me lo han contado viajeros que llegan al palacio- el rubio cerro sus ojos azules y después le miro dulcemente al moreno- Mi deseo real era ir a Kurj-Kam.

Notas finales:

Me puse algo nerviosa al publicar este fic, ufff -.- sigan leyendo si les intereso esta historia


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