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De principe a Reina por UsagiYumiko-sensei

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Notas del capitulo:

GOMEN!!! no puedo evitar subir y actualizar el fic jajaja XD bueno, disfruten este cap. ya ni me acuerdo de que tanto he escribido jaja

En el mundo humano siempre hay anhelos, deseos desesperados que surgen sin falta en los corazones de todo ser humano; estos deseos siempre son materialistas y egoístas, aunque también las criaturas mágicas no se salvan de ese defecto humano. Claro que sus deseos son menos egoístas y materialistas, de hecho son mucho mas imposibles que los humanos y claro que depende de cada ser lo que desea, aunque son muy pocos los que tienen ese sentimiento tan profundo.

Se acerca el otoño, el viento empieza a soplar un poco mas que antes y el clima se empieza a poner fresco, con menos sol cada día, las nubes se acumulan en las ciudades y de vez en cuando llueve, las pequeñas gotas de agua caen ligeramente sobre las calles, sobre los tejados, hacen tiernos sonidos cuando se estampan en las ventanas y para los enamorados solo los acarician y endulzan sus momentos felices color de rosa y a las parejas les hace sonreír eso. Y aunque no se lo crean, Yareth y Erwann, los recién casados, ahora viajan por una de las ciudades mas populares por su romanticismo.

En dicha ciudad el amor, la lujuria, y la belleza abunda mucho y ellos aun así no lo notan, o por lo menos uno de ellos.

-¿A dónde me llevas Yareth? No conozco para nada este sitio- decía un tierno rubio tomado de la mano del joven de cabellos azabaches y ojos café-verdes- Además apesta mucho a vino o algo así.

-Tranquilo, que aun no llegamos al centro de este lugar- sonreía placentero- Incluso puedo presumir que te gustara mucho este sitio.

-¿Por qué?

-¿Por qué? Pues porque es Paris, la ciudad del amor.

La parejita de seres mágicos había salido del desierto para ir por los caminos y calles de Francia, y en especial de su capital París, que es donde ahora nuestro pícaro Yareth de las Montañas Rojas quiso llevar a Erwann.

No paso mucho tiempo para que llegaran al centro definitivo de Paris, ver la torre Eiffel les avisaba claro esta, el moreno se emociono en el interior al llegar a dicho lugar, tenia tantos planes nuevos que hacer con su esposo.

-Bien, ahora que estamos aquí primero debemos buscar el hotel- se dispuso sin preguntar.

-¿Cuál hotel?- pregunto débil y cansado el rubio.

-Ya veras, es solo para criaturas mágicas, ahí podremos descansar en paz por el tiempo que pasemos aquí ¿de acuerdo?-.

-¡SI!

-Veo que estas muy cansado, así que tendré que darme prisa en encontrarlo-.

Yareth había escuchado sobre un magnifico hotel para las criaturas mágicas, este se encontraba oculto a la vista humana como todo lo relacionado con la magia, y para llegar a su escondite debían encontrar un lugar que fuera misterioso y que fuera bueno para esconder algo. Yareth no lo dudo ni un segundo y su primera sospecha fue el de entrar a un callejón oscuro de entre unos grandes edificios de una calle desolada, ahí nadie buscaría ni se entrometería.

Cuando empezaron a entrar al llegar al final del callejón habían sido transportados a la entrada de un majestuoso hotel de primera, con grandes ventanales de fuera con una inmensa fuente enfrente. Mucha gente pasaba por ahí, la gran mayoría eran criaturas y seres con descendencia mágica noble.

Quizá te preguntes si hay monstruos, pero lastimada mente no hay, el porque de eso es otra historia que tendrá su lugar en otra ocasión, lo importante aun es como la pareja sobrevive vagabundeando por el mundo humano y disfrutando su “luna de miel”.

Al entrar al hotel y registrarse Erwann empezó a bostezar mucho, incluso se recargaba en el brazo de Yareth por tanto cansancio que sentía, no entendía el porque si ni siquiera habían hecho un recorrido tan largo y con mas razón Yareth se empezó a preocupar por el pequeño  rubio. Cuando por fin entraron a la habitación designada, Erwann dirigió su atención en buscar la recamara y tumbarse en la cama, no noto para nada lo magnifica que era su habitación, solo podía sentir la suavidad de la cama y el delicioso aroma de las flores que adornaban la costosa habitación y en unos instantes se quedo dormido.

Yareth en esos momentos solo pudo apreciar la cara dormitante de su tierno esposo y acompañarlo en su deleite en los brazos de Morfeo. Luego de unas horas el moreno se despertó tranquilamente mirando de frente el dulce rostro de Erwann, acaricio su mejilla y lo admiro por un tiempo más, luego se levanto de la cama y empezó a investigar la habitación del hotel.

La enorme y lujosa habitación tenía un baño muy hermoso, con una enorme tina de baño, luego tenía una mini salita en donde comer y acomodar los alimentos, después seguía el pequeño balcón que daba hacia la nada. Para ser más exactos el lugar donde estaban, el hotel de Bond Marianne, es un lugar situado en una dimensión de la nada, quiere decir que solo existe el hotel y nada mas, el resto puede ser oscuridad inmensa o alguna versión del espacio exterior.

Yareth solo podía observar una inmensa capa de morado que se extendía por todo alrededor del hotel de Bond Marianne, y ya cansado de esa vista se fue hacia el cuarto de baño y relajarse un poco en la gran tina. El suelo era de azulejos color salmón y dorado, todo era tan refinado y estaba bien decorado que puso de buen humor al moreno en tan solo verlo, pero esta felicidad cambio un poco al ver que faltaban varios jabones en la ducha, solo estaban los que pertenecían al mismo hotel, y estos no le gustaban al moreno.

Gracias a eso una idea se le vino a la mente y fue velozmente a despertar a Erwann que aun permanecía perdido en el cómodo mundo de los sueños.

-Erwann, despierta que quiero ir de compras- le susurraba dulcemente en el oído del rubio- ¿no quieres ir?

De inmediato el rubio abrió los ojos y respondió con un claro si, a Erwann le fascinaba ir a dar paseos y por el cansancio que tenia antes no pudo disfrutar nada del recorrido anterior, pero ahora con su siesta estaba seguro que disfrutaría caminar con Yareth por las calles de esa ciudad llamada París.

Sus cabellos rubios como los rayos del sol estaban desacomodados y en sus mejillas tenia las marcas de las sabanas, pero eso no le impedía estar tan feliz por salir y ver tranquilamente otra parte más del mundo humano. Salieron del hotel e igualmente de la dimensión para pasar por las calles silenciosas de una noche oscura con estrellas brillantes adornándola, cruzaron por esos lares silenciosos para llegar por fin al bullicio de la ciudad con sus miles de luces artificiales alumbrando las casas, calles y edificios.

Era raro ver que anteriormente no veían ni alguna señal de vida y ahora hasta los empujaban al cruzar las calles en luz roja. Pero como primera misión del moreno tuvo que esperar para realizar su plan misterioso ahora solo debía preocuparse en como sobrevivir en ese lugar que los humanos llaman “supermercado”.

-¿Qué es todo esto? ¿Algún laberinto de los abismos?- preguntaba lago asustado el rubio.

-No lo se, según los rumores que dicen, los humanos usan este lugar para  obtener todos sus bienes materiales- explico un tanto inseguro el moreno- bien lo primero en conseguir es el shampoo.

-¿Shampoo?

-Si, jabón más bien dicho-.

-¿Y como es?-.

-Pues… Solo busca cualquier botella que diga shampoo ¿de acuerdo?-.

-Bien-.

El pequeñín termino por perderse entre los pasillos repletos de gente con sus carritos que le gritaban por estorbar de vez en cuando pero al final termino por encontrar el producto que buscaba. Igualmente el moreno no se salvo pues a el le toco comprar un poco de comida, ya que los buffet del hotel son de lo mismo y eso aburre.

Después de las compras y una muy difícil y ridícula discusión en la caja registradora, la pareja regreso a su habitación de hotel y Yareth le propuso a Erwann darse un baño.

-¿Por qué no quieres bañarte conmigo?- preguntaba algo seco el moreno.

-NO, me da vergüenza mostrarme así ante alguien mas- respondía refunfuñando adorablemente el rubio.

-Vamos, no hay nada de que preocuparse ya que somos hombres, además eres un elfo debes estar acostumbrado a bañarte al aire libre-.

-Si, pero no a la vista de otras personas- seguía reprochando el pequeño con las mejillas rojas.

-Bien, como quieras- dijo definitivamente el moreno con tono de rabia- báñate cuando quieras, pero después de mi.

Dado eso se metió al cuarto de baño con un gran enojo y azoto la puerta, empezó a llenar la tina con agua caliente y se enjabono la cabeza con el shampoo que acababan de comprar pero algo salió mal. Cuando termino de darse el baño y se miro en el espejo no pudo evitar sorprenderse de horror y salir corriendo con Erwann.

-¡AAAAH! ¡Dios mío! ¡Erwann! ¿Qué cosa has comprado?- gritaba histéricamente el moreno por la habitación hasta llegar a con Erwann.

-¿Qué sucede Yareth? ¿Te has lastimado?- pregunto preocupado el rubio acercándose al moreno que tenia una toalla cubriendo su cadera y otra cubriendo su cabeza.

-¡Mira! ¡Esto es abominable!-.

El moreno soltó la toalla de su cabeza y se pudo admirar que su cabellera negra como la noche se había vuelto castaña, Erwann se impacto tanto que incluso abrió su boca con asombro.

-¿Qué tipo de shampoo compraste?

Al parecer el pequeñín compro un shampoo con tinte incluido; se lamento mucho por la equivocación y trato de consolar a su ahora castaño esposo, ya que su cabello negro tan distinguido se había esfumado para siempre.

-¿Y ahora que hare? Mi cabello, mi hermosa descendencia familiar- Yareth solo decía eso mientras estaba en posición fetal ante el espejo del cuarto de baño.

Erwann se sentía muy apenado por no haber leído bien la etiqueta del producto, ahora debía ayudarle a Yareth sea como sea. Fue por todo el hotel preguntando y pidiendo ayuda para reponer el color de cabello natural de su esposo, aunque fue larga la investigación puesto que al estar rodeado de criaturas mágicas que no saben nada de los suburbios humanos no da muchos resultados.

Por fin le dieron la solución de ir a un salón de belleza y de hacer que le pinten el cabello de nuevo. Erwann puso mucho esmero en poder llevar a Yareth a la ciudad de nuevo y buscar un salón de belleza y al llegar a este dos chicas se pusieron manos a la obra para restaurar el color negro en los cabellos de Yareth.

Cuando por fin terminaron no quedaron muy satisfechos pero era lago diferente al fin; Yareth no regreso completamente a su color natural de cabello, las chicas no pudieron explicar concretamente el porque no se volvió negro, sin embrago, ahora su cabellera era mas oscura solo que con débiles tonos de entre rojizo y negro; ahora el príncipe Yareth estaba de mejor humor.

-De verdad lo siento Yareth, no me fije para nada en la etiqueta-.

-Ya todo pasó Erwann, no estoy enojado-.

-¿Si? ¡Me alegro!-.

-Oye que te parece si te invito a comer en un restaurante- Yareth sonaba muy feliz ya que su plan empezaba a marchar- como dicen que en Francia se come mejor.

La pareja camino un rato por las calles, viendo todo tipo de cosas, las tiendas, las personas, e incluso algunos animales que había por ahí. Aun reinaba el día y en los parques siempre hay actividad por doquier y en eso había una competencia de perros, saltaban obstáculos, traían juguetes y otras cosas mas, con eso se entretuvieron un poco en ver lo lindos que eran los perros.

Erwann estaba muy contento por todo lo que le había pasado, incluso por momentos olvidaba que Yareth era su esposo y era como su mejor amistad, le agradaba tanto estar a su lado pero poco a poco empezó a notar diversas cosas que le empezaban a preocupar, desde que llegaron a esa ciudad de nombre Paris.

Notaba cada aspecto de Yareth, desde su manera de hablar hasta su manera de respirar, como se reía, cuando se enojaba, como caminaba, su postura, el aroma que deja en su almohada por las mañanas, ¡Dios! Erwann estaba muy confundido por todo en lo que le prestaba atención sobre Yareth.

A pesar de tratar de distraerse por cualquier cosa no puede dejarlo de ver, incluso cuando duermen –en la misma cama- cuando ya es mas de media noche el se despierta y ve la cara dormida de Yareth a su lado, muy cerca de el, y eso hace que su cara se torne caliente y, en todo caso, roja de vergüenza.

Yareth condujo a Erwann a un elegante restaurante, donde todo era mucho más fino que el mismo hotel, tenía detalles vintage y ventanales grandes decorados con marcos dorados y cortinas color vino, todas las mesas tenían una vela encendida en medio y unas rosas rojas y blancas, todo tenía un aire muy romántico y tranquilo.

Los príncipes tomaron la mesa que estaba cerca de un marco gigante sobre unos ángeles que se miraban tiernamente en un lecho de rosas, parece ser que eran una pareja. Al sentarse inmediatamente el camarero llego a tomar la orden de la hermosa pareja.

-Aquí tienen la cartilla, por favor tomen su tiempo- el camarero se marcho a paso lento por si ya tenían la orden pensada y le avisaban ya pero no sucedió, de hecho Erwann y Yareth estaban intentando saber que clase de platillos eran esos, nada de los ingredientes les parecía familiar y por un momento Yareth pensó que fue una mala idea leer esas revistas del supermercado sobre una cita perfecta.

Al final le pidieron la opinión al camarero y mientras esperaban la orden charlaron por un buen rato.

-¿Cómo te enteraste de esta ciudad?- seguía preguntando el rubio con demasiada avidez en escuchar la voz de Yareth.

-Unos años atrás viaje fuera de mi reino y, bueno, muchas cosas pasan- dio por concluir Yareth en su charla mientras bebía un poco del vino que habían servido anteriormente.

Erwann solo podía admirarlo como tomaba elegantemente el vino de la copa de cristal; observaba sus pestañas largas, sus labios color salmón y delgados al igual que sus dedos pálidos, no sabia porque pero todo lo que veía en Yareth le encantaba, no podía parar de verlo. Le era tan hipnotisante que no escucho mucho de la conversación que tenían, el solo oír su voz era como una canción de cuna que lo metía en un sueño –aun estando despierto- que jamás abandonaría.

Pronto llego la comida y Erwann tuvo que dejar lamentablemente su observación momentánea y empezar a comer junto con Yareth. El tiempo pasó rápido y la pareja salió complacida del restaurante y caminaron por una calle amplia; el sol se empezaba a ocultar y las estrellas invadían el cielo con su inicial presencia, el clima se volvía frio con un viento ligero que sacudía las melenas de todas las personas que caminaban en ese momento, incluidos Yareth y Erwann.   

Llevaban un paso lento para poder hablar, no prestaban mucha atención a su alrededor y trataban de caminar juntos el uno del otro, pero eso no duro mucho ya que al lugar donde sus pies los condujeron fue unos de los monumento mas maravillosos del mundo humano.

-Mira, hemos llegado a la Torre Eiffel- anuncio no tan sorprendido por la majestuosa estructura en frente de el- ¿no te parece mas hermosa en la noche?

-Cielos, si que es linda- Erwann tenia la boca boquiabierta, a pesar de no ser una de las tantas construcciones que el conocía en su país, ver lo que podían hacer los hombres le parecía hermoso.

La contemplaron en silencio por un buen tramo de tiempo, miraban como la ciudad se oscurecía cada vez más y se empezaba a iluminar por todas esas luces de colores –amarillo mayormente- y entonces Erwann no pudo contenerse más y se alejo del lado de Yareth. El moreno no supo el porque el rubio se alejaba rumbo a unos arboles cercanos, incluso pensó si era porque estaba cansado y quería sentarse por ahí pero fue una suposición errónea.

Erwann solo se recargo en el árbol y entonces fue absorbido completamente por este, desapareció completamente entre la corteza y dejando a un sorprendido moreno que se escandalizo al ver este incidente. Corrió hasta dicho árbol y le estuvo gritando mientras golpeaba el tronco, muchas personas lo veían extrañados y otros se burlaban de él pero Yareth no se sentía nada estúpido o avergonzado, no le importaba para nada lo que le dijeran un montón de débiles e insignificantes humanos.

-¡Demonios! ¡Erwann vuelve aquí!- ese fue su ultimo reclamo para darse por vencido en obligar al árbol a devolverlo, solo se dejo caer sobre sus rodillas y esperar a que volviera.

Pero… ¿Y si no volvía? ¿Y si se quedo atrapado para siempre dentro del árbol?

Si ese fuera el caso entonces ¿Qué haría?

Esos pensamientos tan negativos y entristecedores hacían que el moreno se preocupara mucho, incluso en pensar en lo peor que pasaría en el futuro.

Y en el preciso momento en el que le empecé a tomar cariño

Yareth tomo una posición fetal aun incado y solo reflexiono sobre el incidente.

¿Fue secuestrado?

¿El árbol tomo vida y se lo llevó?

¿Es un ritual de lo elfos desvanecerse en los arboles?

¿Estaré alucinando?

O quizás sea que… ¿Me abandonó?

Eso ultimo fue el gran golpe bajo para el corazoncito del moreno, quien a su vez estaba muy inquieto por el rubio. ¿Era posible que se hubiera cansado de él y se marcho sin más?

Hasta donde sabe nunca fue malo o al extremo indecoroso con ese pequeño encanto de rubio, además ya que conocía la personalidad de Erwann no era capaz de hacer eso.

Así que espero y espero su regreso pero no ocurrió absolutamente nada que fuera un milagro, así que termino por dormirse al die del árbol.

En su sueño solo se veía si mismo, reflejado en un espejo un tanto familiar, era muy grande con un marco de oro simulando dragones, uno encima el otro; de fondo solo se veía un tapizado rojo carmín y unos adornos florales que hacían juego.

Para el moreno era un poco nostálgico ya que no había visto ese tapizado de su castillo desde hace mucho tiempo, para ser mas específicos el de su habitación, había pasado una remodelación de interior y casi ni recordaba como se veía antes, pero ahí estaba, en su sueños aun vivía ese claro recuerdo de su niñez. Pero algo le parecía misterioso, no recordaba que fuera tan sombrío ese tiempo; solo se veía a si mismo, contemplando su frio e inexpresivo rostro, fino y pálido como siempre.

Yareth no entendía porque solo se podía ver a si mismo por el espejo, ¿no debía soñar con otra cosa? Incluso le empezó a aburrir su mismo rostro, pero pronto sucedió algo raro, su rostro empezó a cambiar, se fue transformando en su rostro actual, de un joven de 17 años pero lo sombrío aun no se quitaba del escenario.

¿Por qué sigo ahí? Este ambiente es extraño

Pero en ese momento mientras ya empezaba a examinar de nuevo su rostro por 4ta vez se vio por detrás un pequeño rayo de luz que cambiaba el tapiz rojo carmín por un verde esmeralda, y ese se fue agrandando más y más hasta convertir la habitación sombría en una habitación llena de plantas y vida, pero lo que mas dejo boquiabierta al moreno fue que ahora en su reflejo aparecía Erwann, su rubio esposo muy sonriente.

Ahora el rostro de Yareth reflejado mostraba una pequeña sonrisa y abrazaba al pequeño elfo, esa imagen solo provoco más al moreno. Ellos dos se veían tan felices que hasta daba envidia.

Pero para males del príncipe su sueño acabo con un toque cálido en su mano, al ver que era pudo observar el rostro de Erwann durmiendo sobre su hombro su sosteniendo su mano.

Verlo con su angelical rostro durmiente hizo que le entraran unas ganas incontables de abrazarlo, pero eso obviamente lo despertaría inmediatamente y no abría disfrutado de su lindo rostro durmiente así que mejor eligió el otro método.

Lentamente se acerco a su mejilla y la beso suavemente, luego fue su frente en la cual olio un poco su rubia melena, tenia un dulce olor a frutas, seguidamente beso por un lado la nariz pequeña y roja por el frio del elfo, pero el mayor premio fue el cálido beso que le planto en los besos al bello durmiente.

Fue un beso muy ligero lleno de cariño por parte del moreno pero algo muy inesperado ocurrió, la débil y delgada mano del rubio tomo la cabellera del moreno haciendo que este se acercara mucho mas a sus labios y su beso se fuera convirtiendo en uno mas apasionado.

Después de un rato sus labios se separaron y el sonrojo llego a las mejillas redondas del rubio; el clima se volvió muy frio y se podía observar la respiración de cada uno saliendo se sus bocas en forma de humo. Los dos solo se miraron y entonces Yareth inicio la conversación.

-Ya me comentaste que nunca habías besado ¿no?- tomo de la mano al rubio y prosiguió-¿Quisieras seguir intentando conmigo?

-Quieres decir… lo de… ¿besar?-.

-Si, después de todo estamos en Paris, la ciudad de amor-.

Dicho eso la pareja volvió a unir sus labios en un dulce toque que pronto se torno en una beso candente y apasionado donde el pequeño y débil Erwann experimento muchos sentimientos y sensaciones nuevas que le hacían perder por momentos cortos la cordura y le ponían la piel de gallina. Incluso probó el famoso beso francés, lo cual fue el golpe final para desmayarse en pleno inicio de sus primeras caricias en una relación amorosa, todo el mundo se les quedaba mirando por eso pero el moreno no se apeno de nada, es mas, hasta se sentía feliz por haber hecho que su pareja se haya desmayado por la pasión de sus besos.

Yareth estaba completamente feliz por estar en Paris.


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