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De principe a Reina por UsagiYumiko-sensei

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Notas del capitulo:

El fin se acerca!!! ok ya no más melodramas, por favor sigan leyendo :P

Dicen que la primavera es la que da al amor, pero es mentira, en verdad el amor esta en todos lados. En verano, otoño e invierno, nada es obstáculo para esa loca y pequeña cosa llamada amor.

Ni siquiera los crudos y fríos vientos de los senderos de el país mas frio de todo el mundo detiene a este sentimiento, ya que por la entrada hacia el país de los cristales pasa una carroza grande jalada por molbullos (un tipo de lobos gigantes que pueden hablar), y dentro de esta linda y cómoda carroza se encuentran acobijados y acurrucados la pareja de Erwann y Yareth.

Después de una enorme charla en Japón, Erwann decidió aceptar ir con Yareth a su país por un tiempo pero prometieron que siguieran viajando por el mundo humano.

Por unos días más de viaje atreves del cruel clima de invierno que tiene el país de los cristales llegaron al territorio de la capital, El Jardín de Murjalla.

Erwann se emociono mucho al ver ese lugar tan, pero tan diferente a cualquier otro que haya visto, incluso era mejor que el mundo de los humanos y comparado con parís, era una maravilla.

Todo era de edificios grandes en el suelo y flotando por el cielo, carrozas viajaban igual por tierra y cielo, todas las estructuras eran muy extrañas y divertidas; tenían estructuras mágicas con colores llamativos y dibujos de protección etc.

Igual por el cielo había personas caminando como si nada y también los acompañaban animales voladores muy extraños, todo tenía un ambiente misterioso y amigable.

Al adentrarse mas al centro de la ciudad por fin vio lo esperado, su caja de pandora que tanto deseaba ver, ahí flotando sobre un gran lago color rosa estaba ante él el magnifico castillo de Gogh-Maurjalla.

El castillo era de un fuerte color purpura, tenia ventanales grandes y distorsionados por todas partes, en los balcones que se veían de frente tenían gárgolas no tan visibles, tenia igual muchas torres retorcidas y una gran puerta de rojo carmín.

Pero algo que definitivamente impresionó mucho mas a Erwann que la forma que tenia la estructura del castillo era que a pesar de ser exageradamente enorme era que a sus costados tenia cataratas de agua en forma de colores que se esparcían por todas partes; unas llegaban al lago (obviamente las rosas) y otras se evaporaban en el aire a pocos metros del castillo.

Eso era tan mágico y sensacional que embobó completamente al pequeño elfo y ni se dio cuenta de algo también esencial y extraño, el día que se simulaba estar nublado era solo de un color celeste que cubría completamente a la ciudad.

-Oye Yareth, ¿esta es tu casa?- preguntaba inocentemente el rubio.

-Si, aquí esta toda mi familia, mi madre y mi padre junto con unos tíos y primos- la aclaración de Yareth parecía más odiosa que de cariño, parece ser que no le agrada mucho convivir con su familia.

Igualmente la nieve caía al suelo de piedras, era ligera y solo caía en mínimas partes. Erwann junto con Yareth bajaron del carruaje y caminaron hacia el castillo flotante con cataratas de colores.

-¡Eres un tramposo Marsellus! ¡Esa estrategia no existe!- se escucho de pronto un grito que provenía en dirección al lago.

-¡Caro que existe! Por lo menos en mi mente- le continúo otra voz casi idéntica a la primera.

-Otra vez esos dos, no los soporto- comentó el moreno tomando al elfo por el hombro- Ven, vámonos rápido.

Entonces de la nada Erwann y Yareth empezaron a levitar en el aire, el rubio grito de impresión pero su esposo le consoló un poco y entonces se quedaron quietos mientras sus cuerpos se dirían a la entrada del majestuoso castillo de Gogh-Maurjalla.

-Ya falta poco, por favor no mires abajo por ningún motivo ¿ok?- dijo el moreno secamente.

Erwann sentía como el aire frio pasaba por sus mejillas cada ves que se acercaban más al catillo de Gogh-Maurjalla, y gracias a esto le dio una idea de cuan lejos estaban de suelo firme y con mas razón no quiso voltear a mirar, así que para mayo seguridad cerro sus enormes ojos y oculto su rostro en el pecho de Yareth.

Al sentir en sus pies algo firme y duro pudo abrir por fin sus ojos sin despegarse del pecho de su amado y pudo observar unos escalones de marfil conduciendo a la puerta principal que era enorme con muchas joyas y piedras preciosas decorándola.

-Bien, bienvenido a mi hogar dulce hogar, el gran castillo de Gogh-Maurjalla- anuncio con descontento y desanimo por ver de nuevo su dichoso hogar real, o ¿era con sentimientos incómodos?

-Es muy bonita, tan elegante, original y enorme a simple vista- halago el rubio.

-Ah, muchas gracias jovencito, es usted muy amable- se escucho de pronto una dulce voz de tras de ellos.

-Sr. Dunguos, es un gusto volver a verlo- dijo el moreno con el mismo tono.

-Gracias señorito, igualmente me alegra de que regresara sano y salvo y con una compañía muy hermosa por cierto-.

El Sr. Dunguos era un viejo mayordomo con un traje color purpura y con un gran moño blanco con la insignia de las grandes letras “MR”; sin duda alguna el mayordomo oficial de la familia real Montañas Rojas.

-Por favor síganme- ofreció el viejecillo Sr. Dunguos- parece ser que no llevan muchas pertenencias.

En efecto, Erwann y Yareth solo llevaban consigo un solo bolso que contenía unos cuantos recuerdos de sus viajes y el cinturón que les obsequiaron los hermanos Caratuerta.

-Y señorito, disculpe mi atrevimiento en hacer la siguiente pregunta, pero como su madre no me ha dado detalles desde que regreso de la boda en el país de los vientos pues…- Dunguos se quedo callado por su propio incomodo por ser tan osado.

-Solo dime tus dudas y ya- aclaro un tanto irritado el moreno.

-Bueno, uno ¿Cómo quedo su cabello así?- la primera pregunta y la mas incomoda para Yareth- Y dos, ¿Cómo se llama este adorable jovencito? que sin duda debe ser su esposo, ¿o me equivoco?

Yareth solo guardo un corto silencio y con pesadez respondió.

-Él es Erwann MoonWilde, el último hijo del linaje actual de la familia real MoonWilde, y mi cabello esta así por su culpa- remato el moreno recordando el incidente de Paris.

-Oh, ya veo señorito - suspiro el viejo mayordomo mientras tomaba delicadamente el bolso de las manos delicadas de Erwann- Así que son problemas de apariencia ante tu pareja ¿eh? Pero no creo que lo necesite Señorito. Usted ya es muy apuesto tal y como esta ó estaba.

Lo ultimo dio un golpe bajo al orgullo de Yareth, el cabello negro era herencia familiar que han tenido todos los de la familia Montañas Rojas, bueno no todos, el tío Elergmenger tenia el pelo plateado y sus hijos nacieron con cabellos celestes.

-Sr. Dunguos, eso es un mal entendido- intervino la adorable voz de Erwann- vera, eso fue una equivocación mía al comprar productos de humanos. Se que Yareth es muy apuesto como esta, pero de verdad el asunto con su cabello fue mi culpa, ¡Lo siento mucho!

Yareth y Dunguos se quedaron con una expresión de asombro incontenible por lo dicho; Yareth se sorprendió por que le dijeran que era apuesto (y mas dicho por Erwann) y el Sr. Dunguos por la disculpa que ofrecía la inocente criatura.

Pasado de esto, la pareja y el mayordomo subieron las escaleras y pasaron por la gran puerta adornada de piedras y joyas preciosas para pasar al castillo. Por dentro era algo sumamente impresionante, tenia tapizados tan elegantes y misteriosos de colores azules y purpuras, había cuadros muy raros y extravagantes de personas y en donde estaban las escaleras principales se encontraba una estatua negra de un hombre mirando hacia el cielo vestido muy elegantemente.

-No ha cambiado nada- expreso el moreno con un suspiro corto.

-Por supuesto que no- aclaro el mayordomo- un castillo no puede cambiar tan rápido.

Siguieron su camino subiendo las escaleras y pasando por miles de pasillos que ni Erwann sabia por donde iban, todo era tan misterioso y nuevo para el pequeño rubio que no ponía atención de por donde les llevaba el mayordomo hasta que pararon frente a una puerta con un gran diamante verde en el centro y un picaporte de oro.

-Señorito, su habitación esta tal y como la ha dejado desde que se fue- aclaro el Sr. Dunguos al tomar el picaporte y darle la vuelta sin empujarla para abrirla- Solo las mucamas han limpiado menormente, pero lo demás sigue intacto.

El Sr. Dunguos dio un empujoncito a la puerta y esta se abrió dando a ver una habitación con tapices rojos, con un ventanal de cortinas igual oscuras, con una enorme cama acolchonada e igualmente cubierta de techo por cortinas de terciopelo negro y de encajes de hilo dorado. Había solo un cuadro sobre un niño en un ventanal enorme del cual se veía que caía nieve al fondo.

-Increíble…- susurro el rubio admirando la habitación de Yareth.

Erwann se paseo por la habitación viendo mucho mas cosas que no se veían en el ángulo de la puerta, observo el agradable sofá que estaba en un rincón, también un espejo grande sobre una adorable tocador rustico, igual había un gran armario contra la pared y al acerarse mas al tocador descubrió una cajita de música muy bonita, con bordes plateados, de madera y de color blanco.

-Yareth ¿puedo darle cuerda?- pregunto mimoso el rubio sosteniendo la caja blanca entre sus manos pequeñas.

-No, lo siento Erwann pero olvide donde puse la llave de la caja- contesto el moreno.

-Que mal- se entristeció el rubio pero pronto recupero el animo al dejarse caer en la cama esponjosa de Yareth- ¡Que suave es!

-Es bastante cómoda, pero a veces me es algo fastidiosa por ser tan blanda- indico el moreno.

-Pero además lleva tu aroma- comento el rubio sumiendo su rostro mas a los cojines y almohadas- es agradable.

Yareth se conmovió mucho por el comentario de su rubio esposo; se hecho junto a el en la cama.

-Erwann- inicio otra conversación- ¿me amas?

Las mejillas suaves y blancas de Erwann se tornaron del color carmín, de pronto sintió como en su pecho su corazón palpitaba rápido y en su rostro se sentía calor.

-Bueno… ¿Por qué la pregunta?- tartamudeo un poco el rubio, pero al ver la expresión seria del moreno supo que debía dar una respuesta firme y seria- … Si.

Dada la repuesta Yareth solo se acerco más a Erwann y lo abraso fuertemente, en verdad le había encontrado el cariño a ese elfo rubio tan hermoso que tenia miedo de lo que podría pasar en un futuro algo distante.

-Oye Yareth, antes me habías dicho que tenias familia viviendo aquí- interrumpió con su dulce voz el rubio- ¿no querrán que me presentes ante ellos?

-Todo a su tiempo Erwann- explico- Además no creo que sea conveniente que nos apresuremos tanto en ese tipo de cosas, después de todo somos recién casados así que lo entenderán por si no estamos seguros de ir y presentarnos por querer estar a solas juntos.

-Entiendo- suspiro el rubio- Yareth… ¿tu también me quieres?

El moreno al ver los ojos azules brillando por emoción y curiosidad hiso mover sus sentimientos brutalmente y con una sonrisa pequeña y sincera dijo:

-Claro, desde que iniciamos la luna de miel me empezaste a gustar más y más cada vez- estiro la mano para acariciar un mechón de pelo rubio que caía sobre el hermoso rostro de Erwann- ¿a ti no te paso lo mismo?

Erwann guardo silencio pensando en que responder a una pregunta tan cargada y seria de sentimientos.

-No, de hecho fue antes de la ceremonia en la que me sentía extraño- dijo en voz entrecortada y su sonrojado rostro desviando la mirada de los ojos café-verde de Yareth- Cuando te vi salir de la carroza de repente mi cuerpo te identifico como el ser que amaría para siempre.

Ninguno se avergonzó en ese momento.

Ambos corazones latían sin frenar en sus pechos; se miraron al mismo tiempo fijamente entonces Erwann cerro los ojos esperando el momento en el que Yareth debía besarlo y lo iba a hacer si no hubiera ocurrido lo menos esperado por el moreno.

-¡Ahí va!- se oyó un grito eufórico de algún lugar fuera del cuarto.

-No me digas que…- murmuro para si el moreno.

Entonces la pesadilla de Yareth inicio. De la nada una piedra atravesó una parte del ventanal dando que el pánico del rubio se hiciera presente en la habitación, Yareth solo se quedo esperando aun lo peor.

-¿Le diste?-.

-¡Claro que no!-.

-¡Entonces ¿para que me quitaste la piedra si no le ibas a dar?!-.

-¡Porque me distrajiste!-.

-¡Calla y pon atención!-.

-¡¿Por qué?!-.

-¡Porque es Yareth a quien le haremos venganza!-.

-¡Cierto! ¿Quién se cree en irse del país y casarse?-.

-¡Lo pagara por habernos dejado solos!-.

-¡Sigue tirándole más piedras!-.

Dado la declaración de guerra y el fin de la conversación entre dos voces extrañas que no se diferenciaban en casi nada, se dio una pequeña lluvia de piedras a la habitación que destrozo por completo el ventanal y lleno de vidrios la mayor parte del suelo.

Erwann grito y busco refugio en el pecho de Yareth que este a su vez solo lo abrazaba protectoramente y observaba el ataque hasta que pasara, después de todo, sus oponentes eran solo unos críos.

-¡Se acabaron las piedras! ¿Lograste matarlo?-.

-¡No lo se! Ve a ver-.

-¡Ni loco! ¡¿Crees que me arriesgaría a que Yareth me saltara en cima si me acerco a mirar?!-.

-¡No seas cobarde! Venga, vamos los dos a ver-.

En el suelo se vieron las siluetas de dos sombras pequeñas que se acercaban por lo que quedaba del ventanal y ahí estaban, con expresiones de preocupación en sus rostros pequeños y redondos dos niños de no mas de 7 años, cabello negro rizado (demasiado) con ojos del mismo color azabache y con muchas pecas.

-Marsellus y Vangellius- presento de manera discreta el moreno- mis primos segundos por parte de padre; son unos escandalosos y celosos.

-¡No somos celosos!- gritaron al unisonó los niñitos.

-¿No? ¿Y esa escenita de las piedras por haberme ido que es?- espeto el moreno muy triunfal.

-Bueno… ¡Te lo merecías!- De nuevo en unisonó.

-Solo son unos metiches que se aficionan con el tipo que los trata mal ¿no es así?- Yareth les revolvió el cabello de mala manera, al parecer era muy mal pasado con los niños.

-Pe… pero… ¡espera!- intentaban calmar al chico maloso pero no les dejaba hablar- ¡Espera! También vinimos por parte de nuestra tía.

Yareth por fin paro de molestar a los niñitos y se quedo en blanco, no pensó que su madre los buscaría tan pronto haber llegado al castillo.

-Les diré algo, los dejo ir sin reprendas ni acusaciones si van a escoltar a Erwann a la sala del té- señalo a su rubio esposo con la palma de su mano y le susurro- no te preocupes.

-¡Bien! Pero será nuestro ultimo favor para ti- afirmaron los niñitos igual al unisonó con sus vocecitas chillonas.

Los dos niñitos tomaron de las manos a Erwann y se lo llevaron jalando.

-Eso lo distraerá para que pueda limpiar el desastre- murmuro pasa si mismo el moreno que veía molesto el ventanal destrozado.

Por los pasillos y escaleras solo se oían escandalosas risitas de niños y los gritos –un tanto ahogados- de preocupación por alguien de no caerse.

-Oigan ¿podríamos ir mas lento?- pregunto la dulce voz de Erwann pero no obtuvo una respuesta.

Lo único que hicieron los niños fue parara provocando que el rubio se callera por fin después de tanto zangoloteo; Marsellus y Vangellius se le acercaron y lo miraron fijamente sin perderse de nada que hiciera el rostro tan especial de Erwann.

-Vamos, ya casi llegamos al salón del té- anuncio uno de ellos.

-La tía Bell le fascina experimentar con las hojas de té- dijo el otro.

-Así que te recomendamos que todo lo que te de para tomar debes de decirle que está exquisito a pesar de que quieras escupirlo-.

-Solo lo tomaras una vez-.

-Y no te preocupes por si te cae mal en el estomago-.

-Marsellus y yo somos unos expertos en eso, te damos unos conejos-.

-Si tu té es de colores débiles, como el rosa pastel, no es toxico-.

-Pero si uno es muy brillante…-.

-Definitivamente retenlo en tu boca lo más que puedas y escúpelo en algún lugar, en la servilleta, a las plantas, o devuélvelo a la misma taza-

-Sin que la tía Bell te vea-.

Todas esas advertencias pusieron muy tenso al elfo que ahora estaba en blanco por lo que le pudiera pasar con la madre de Yareth por su dichoso pasatiempo. Siguieron caminando con lentitud esta vez, ya que por los nervios Erwann no podía mantenerse bien de pie y estaba muy distraído. Al detenerse en una puerta robusta color magenta y con unos grandes rubíes adornándola los hermanos Marsellus y Vangellius tocaron la puerta con ligeros golpes y esperaron una respuesta, no llego la anhelada frase de “pase” pero si se abrió la puerta; atreves de esta solo se veía plantas, miles y miles de plantas con y sin flores, casi ni se podía ver de que color era el tapiz de las paredes por el tamaño de las plantas y claro por la cantidad.

-Pasa, Erwann- se oyó la voz de una mujer contenta e impetuosa- No tengas tanto miedo, estoy por aquí.

Los hermanos le dieron un empujón a Erwann y le cerraron la puerta de un portazo, en ese momento el rubio no pudo sentirse mas traicionado que nunca, lo dejaron completamente solo.

-Ven ¡no te entretengas!- insistía la voz.

Erwann siguió el sonido de la voz entre las hojas de las plantas –que eran bastante extrañas para el pequeño rubio- y por fin llego donde residía la reina Bell. Ella solo estaba sentada en una silla junto a una mesita de té y oliendo ramos con distintas flores y separándoles para ponerlas en la mesita.

-Reina Bell- anuncio el pequeño ser delante de la mesita- ¿Cómo ha estad?

-Bien, gracias príncipe Erwann- respondió con una sonrisa sin dejar su labor de separar las flores.

-Me alegra- Erwann actuaba naturalmente todo lo que podía, le daban nervios estar ante la familia (madre) de Yareth; aunque ya la haya conocido en el día de su matrimonio aun no se sentía muy confiado de hablarle como a algún amigo.

-Por favor siéntate- pronuncio la reina después de terminar de separar las flores- quisiera hablar contigo si no te molesta.

-Para nada reina Bell, será un honor- si, al parecer Erwann era bueno para actuar (a su manera claro esta).

-¿Gustarías un Té mientras hablamos?-.

“Oh no” Esa pregunta le recordó la advertencia que le dieron los pequeños traidores de Marsellus y Vangellius.

-Cl-claro…- se mostro un tanto nervioso pero ahora no por la presencia de la reina Bell, si no por su salud.

-No te pongas tan nervioso, ya nos hemos visto anteriormente así que, en resumen ya nos conocemos- intento apaciguar al rubio la mujer de cabellos chocolate.

Erwann tomo lugar en la mesita y de inmediato la reina Bell le paso una taza de porcelana muy hermosa, saco de un cajón detrás de ella un frasco en forma de pera y vertió el líquido dentro de este en la taza de Erwann, solo en la de él.

-Bébela, es una nueva receta de té que se me ocurrió- rio la reina.

-Bien, provecho- asintió nervioso.

El rubio al mirar su taza noto que su color era de un color azul bebe, así que de inmediato supo que no moriría por nada que le haya puesto la reina Bell a esa cosa extraña. Le dio un sorbo pequeño y un sabor acido exploto en su boca causándole una extraña mueca que preocupo a la reina.

-¿Sabe mal?- pregunto con un hilo de voz.

-No, es perfecta- respondió el rubio con todo el dolor y fuerza del mundo, como le dijeron los hermanos que debía de decir, además de que no quería hacerle frente a su futura suegra sobre que su té sabia horrendo.

-¡Bien! Toma prueba este otro- la reina Bell le cambio la taza y el tipo de té también, ahora era un de un color purpura muy tenue- provecho.

Al darle otro sorbo el sabor fue de mal en peor, esta vez tenia un sabor un poco tosco, rasposo y muy amargo, al tragarlo al instante le dieron ganas de regurgitarlo pero se retuvo por modales a la reina Bell.

-Ese supo mejor ¿no?- era una afirmación muy temerosa, ya que le hizo ver a Erwann que a muchos le había dado los mismos tés y de seguro le decían que estaba exquisito.- Vamos, toma este otro.

Ahora el líquido era el más temeroso de todos, el pobre rubio se puso pálido del asombro por verlo y recordar de antemano el aviso de los traidores. El té nuevo era de un naranja neón.

-Te aseguro que es delicioso como los anteriores- sonrió de oreja a oreja muy complacida la reina chocolate.

Erwann solo trago en seco temblando un poco y le dio un pequeño sorbo para que no se le dificultara cuando tuviera que escupirlo pero cuando sintió el toxico té en sus papilas gustativas tuvo un sentimiento aun peor.

¡El té estaba delicioso!

Lo poco que tenia en su boca le daba la sensación de un sabor delicioso –a comparación de los anteriores tés-, pero a pesar de su sabor mejorado, tenia que escupirlo de alguna manera ya que es toxico.

Discretamente tomo la servilleta que tenía bajo la taza de porcelana y la acerco a su boca sin dejar de sonreírle a la reina Bell, ya bien tapada su boca dejo salir poco a poco el té, luego escondió ágilmente la servilleta en su puño y lo bajo lentamente de sus labios a sus rodillas.

-Bueno- rompió el silencio de nuevo la reina Bell.- Te he llamado por una sola cosa.

-¿Cuál?- pregunto inmediatamente Erwann.

-Ya te debió haber avisado mi hijo sobre sus posiciones ¿no?-.

-¿Posiciones?- Erwann se quedo pensando un momento sobre esa palabra y entonces se le vino a la mente su discusión en Japón.- ¿Sobre ser rey y reina?

-¡SI! Bueno, no exactamente ser ahora el rey y reina- rio nerviosa.- Claro que no, es muy pronto; me refiero a que los nombraremos futuros rey y reina.

Erwann no se asombró mucho por la noticia, ya su querido Yareth le había avisado sobre eso, lo único que esperaba impaciente era la forma en que se haría todo eso.

-Mañana nos reuniremos en el salón de fiestas a las 12 de la noche, dile eso también a Yareth-.


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