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El chico del café por aleii

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Notas del capitulo:

Hey hey hey!!!

pues espero les agrade la historia tanto como a mi

(: y que la disfruten mucho!

Cada sábado, cada miércoles y cada día de “noche especial” lo veía.

Los sábados iba junto con su familia. El papá, la mamá y Matty, el pequeño hermano. Siempre pedían café con leche y una charola de conchas.

Los miércoles usualmente iba con algunos amigos. Una graciosa chica de cabello rubio rizado y un chico de grandes ojos azules que escondía bajo unas enormes gafas.

Y los días de noches especiales iba solo. Siempre sentándose a un lado de la ventana, y cargando con algún libro nuevo. Algunas veces, cuando alcanzaba a leer el título, lo buscaba en internet o en alguna librería cercana. Casi siempre eran novelas de amor, o poemas.

Ya llevaba ocho libros que me hacían llorar, cinco que me mataban de risa, y dos en los cuales no podía dejar de leer.

Tenía un excelente gusto al escoger libros.

También la comida que elegía era bastante buena, no era de los chicos que siempre solían pedir hot dogs, o hamburguesas o cosas de ese estilo. Siempre era algo distinto, diferente.

Además siempre sonreía, cualquier día, todos. Siempre me miraba con aquellos grandes ojos cafés, y me mostraba esa enorme sonrisa adornada con dos hoyuelos a cada lado. Sus pequeñas pecas también parecían sonreírme.

Podría seguir diciendo muchas más cosas sobre él… como que era algo callado, y tímido. O que le gustaba mucho el color naranja, detalle que me parecía perfecto ya que combinaba bastante bien con su cabello café. O que a veces, cuando creía que nadie lo miraba, soltaba alguna que otra lagrimilla al leer sus libros. O que cuando estaba confundido solía fruncir ligeramente la nariz, como si estuviera disgustado, y que tenía una extraña manía de mirarse las manos unos segundos antes de comer…

Había muchos detalles más sobre él… ¡cientos!, pero tal vez nunca podría terminar de hablar sobre ellos, porque cada que pensaba en uno, se venía otro a mi cabeza, era una cosa de nunca acabar.

Ahora quizás debería hablar sobre mí.

Mi nombre es Sergio, tengo 22 años y estudio música. Todas las tardes y en vacaciones trabajo en una pequeña cafetería que queda cerca de mi casa.

Hace unos dos años que vivo sólo, debido a cierto problema que tuve en mi casa. Un problema bastante tonto y vergonzoso del cual no me gusta hablar.

Soy un chico bastante normal, mido 1 metro, 75 centímetros. Mi cabello es una mezcla entre rizado y despeinado, nunca tiene una forma neutra, siempre luce como si me acabara de despertar, pero en el restaurante tengo que usar una red y hace que mi cabello luzca casi lacio;  y es de color negro azulado ya que hace poco se me ocurrió jugar con el tinte de mi hermana Laura.

Mi cara es ovalada y siempre he sido muy blanco, casi como el papel; lo único que me ayuda un poco es que tengo rubor natural en mis mejillas, un rasgo de familia. Mis ojos son grandes, pero rasgados, y son azul deslavado, casi grises. Algunos amigos dicen que depende del humor que tenga, es el color que toman.

Y pues… desde hace casi unos seis meses que me he vuelto un acosador.  Y todo por culpa de aquel chico.

A veces, cuando estoy nostálgico, me gusta recordar la forma en que nos conocimos. Todo fue algo dramático y de novela; en algunas ocasiones hasta he llegado a pensar que tantas veces he recordado aquel momento que mi cabeza ya lo ha llegado a arreglar a su manera, dejándome creer en algo que jamás podría suceder.

Pero bueno, aquí el punto no es que tan chiflado este, sino hablar sobre aquel día.

Pues bien, todo comenzó un día de lluvia. Él ya había estado en varias ocasiones en el restaurante, pero nunca antes le había prestado atención suficiente; hasta aquel día. Manolo, mi superior, me mando a atender su mesa; esa era la primera vez que lo veía solo y lucía… triste, muy triste. Me acerque con cautela y siguiendo la rutina, saque del delantal la pequeña libreta y una pluma, esperando que el chico me pidiera algo.

Obviamente el chico no pidió absolutamente nada, solo se quedó mirando el menú fijamente.

Yo, siendo muy amable, le pregunte si estaba bien.

Entonces alzo su rostro y clavo aquellos impresionantes ojos en mi rostro. Fue como un ¡bum!, algo dentro de mi corazón se removió, y no pude alejar la mirada.

Sus ojos lucían rojos, como si llevara todo el día llorando. Además tenía una tristeza en la mirada… que término por destrozar a mi pequeño corazón.

Sin esperar a que dijera algo, regrese a la cocina y llene un gran vaso con café lechero, una gran concha rellena de nata y regrese junto con el chico.

En cuanto me vio de nuevo, abrió los ojos, sorprendiéndose.

“Toma”, le dije, depositando todo en la mesa, “va por mi cuenta”, agregue y le guiñe un ojo.

El chico sonrío, logrando sacarme todo el aliento y murmuró “Gracias”

Yo sé que… esta no es la historia más romántica, ni más apasionada del mundo, pero a mí me llegó. Incluso a veces pensaba que estaba mal de la cabeza por enamorarme debido a algo como esto.

En algún punto, el verlo tan triste y deprimido me hizo recordar viejos tiempos. Aquellos días cuando apenas me había salido de mi casa y sentía que el mundo se me venía encima.

Ahora las cosas iban mucho mejor, pero cada vez que mi mente viajaba al pasado, sentía como mi corazón se comprimía del dolor.

Pero regresando a lo importante, ósea al chico… desde aquel momento fui su mesero personal. No importaba con quién viniera o donde se sentara, yo estaba ahí.

Y sabía tantas cosas de él con solo mirarlo.

Algunos podrían decir que me gustaba, yo prefería decir que estaba enamorado. Un gusto se podía pasar en cualquier momento, conociendo a cualquier persona, pero lo mío era amor. Y del bueno.

Aunque era un amor unilateral, ya que el chico… “mi chico” era heterosexual. Ya lo había visto en un par de ocasiones llegar con chicas en citas. Pero no importaba… aunque sintiera que pasaran mi corazón por un rallador, no me importaba; mientras él estuviera ahí, todo era perfecto.

Ahora no me quedaba más que esperarlo llegar y admirarlo en secreto. Eso era todo.

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………

 

De nuevo era una noche especial. Donde servíamos doble de todo. Café, pan, comida, sopa, postres, malteada… doble de lo que quisieras.

Y, puntualmente, la puerta fue cruzada por Alex, “mi chico”.

Tome una carta y sonrientemente me acerque hasta su mesa.

-Hola, buenas noches-salude y le tendí el menú

Alex lo tomo, regalándome una grandiosa sonrisa; de esas que te hacían bambolear y sentir las piernas como gelatina.

Miro la carta unos minutos, y fingí educadamente esperarlo a que tomara su decisión, pero yo ya sabía muy bien que pediría. Un café con leche y una dona de azúcar caliente.

-Creo que pediré un café con leche y una dona de azúcar, caliente por favor

¡Ding, ding, ding! ¿Quién había adivinado de nuevo?

Apunte todo en mi pequeña libreta, siguiendo el protocolo y entonces me fui.

En cuanto llegue a la cocina me pegue contra la pared, tomando aire. Hoy era uno de esos extraños y mágicos días donde Alex llegaba vestido de traje. Un sencillo traje negro, sin corbata, acompañado por sus siempre fieles converse azules. No sabía si eso me debería hacer feliz o no. Cuando venía vestido de aquella manera me provocaba pequeños ataques al corazón. ¡Me quería matar!

Ana me miro demasiado sonriente desde el otro lado de la cocina. Sus bonitos ojos verdes me miraban como diciendo “te pille”.

-¡Ya te vi!-exclamo, acercándose de aquella tan amenazadora que la caracterizaba-¿de nuevo alucinando por ese chico… como se llamaba?

-Alex-murmuré, apenado

-¡Ese!

-No puedo evitarlo…

-Estás enamorado, lo sé-masculló-pues deberías decirle lo que sientes ¡ya!

-No puedo y lo sabes

-¿Por qué? ¿Por qué eres gay? ¿Por qué él es hetero?

-Exacto, ¿Qué otras razones quieres?

-Yo soy hetero, y salgo con una amiga. Le estoy dando una oportunidad-afirmo, muy decidida

-Pero tú… tú eres rara

Ana me miro sonriendo de aquella manera en que lograba ponerme la piel de gallina, justo como lo hacía el gato de Alicia en el país de las maravillas.

-Lo sé, pero igual y él también es extraño. Por lo que me has contado de él ¡stalker!, ese tal Alex no es muy normal que digamos

-Pu-pues… puede que sí, pero eso no quiere decir que me vaya a aceptar

-Como quieras-se quejó Ana, frunciendo el entrecejo-pero yo creo que no es tan mala idea

¿No era mala idea? No… ¡era una pésima idea!

Tome lo que había pedido Alex de la barra y regrese a las mesas.

De nuevo leía. Lo hacía de una forma que me encantaba, totalmente concentrado, ajeno a todo el ruido y alboroto que había a su alrededor. Hasta había ocasiones en que llevaba su comida en la mesa más de una hora y el aún no se percataba de ella.

-Aquí tienes-murmuré, mirando de reojo el título del libro.

Me sorprendí al darme cuenta de que ese libro ya lo había traído antes.

-Me gustó mucho el final-musite

Al instante me calle. Alex me miraba confundido, poniendo aquella tierna carita.

-¿Hablas del libro?-preguntó

-Emm… si

Nos quedamos mirando, sin saber qué hacer. Esta era la tercera o cuarta vez que conversábamos más allá del “Buenas noches, ¿Qué va a ordenar?”

-Llevó casi un mes y medio tratando de terminarlo

-Pues debes acabarlo, esta excelente

-¿Pasa algo interesante con Jace?

-Pasa algo ¡muy! interesante-exclame, comenzando a emocionarme. Sentía unos pequeños retortijones de alegría en mi estómago.

-Bueno, entonces lo leeré todo-afirmo, regalándome aquella sonrisa tan hermosa

Entonces di media vuelta

Al llegar a la cocina, me fije en la mirada curiosa de Ana, que no dejaba de observarme desde el otro lado

-¡DILE!-grito y yo decidí escabullirme hasta los casilleros, ignorando por completo a Ana

 

 

Unas horas más tarde, Manolo se acercó hasta mi lado y me miro con aquella expresión de “estas en problemas”, minutos después estaba escuchando un rollo gigante, acerca de las responsabilidades y de cómo no las estaba cumpliendo.

Manolo me estaba echando en cara aquel pequeño error de hace una semana al cerrar mal la puerta trasera. “Podrían haberse llevado todo”, no dejaba de repetir y a la sexta ocasión que lo escuche, decidí quejarme.

-Está bien Manolo, ¿Qué quieres que haga?

-Necesito que esta noche te quedes hasta el final

-Pero…

-Considéralo como una prueba

Solté un bufido, pero me resigne, ¿Qué más podía hacer? Manolo bien podría haberme despedido al darse cuenta de que la puerta trasera no estaba del todo cerrada, pero me había perdonado, ahora no podía ponerme de quisquilloso.

-Está bien-murmuré, pensando que lo único bueno era que podría disfrutar de Alex toda la noche

O eso pensé, hasta que dieron las doce. Fernando fue a despertarme con un golpe, recordándome que era momento de cerrar el restaurante.

-Oye Sergio, ahí afuera sigue un cliente, hace un rato le dije que estábamos a punto de cerrar pero no me presto mucha atención… parecía algo concentrado leyendo

¡Oh! ¿Acaso hablaba de Alex?

-Iré a decirle, ya es muy tarde

-Lo sé, y bueno… me voy

-Ok

Salí de la cocina, donde había estado limpiando y me encontré con Alex, justo como me había dicho Fernando. Parecía bastante abstraído con el libro entre sus manos, y los ojos pegados totalmente a sus hojas.

Me acerque lentamente hasta su mesa, notando que éramos los únicos que quedábamos en el lugar y por alguna razón comencé a sentirme nervioso. Aunque sabía que nada sucedería, sentí que mi respiración se agitaba de solo pensarlo.

-Ehm… hola-murmuré tontamente

Alex alzo la mirada de su libro

-Ya son las 12…-musite-y estoy a punto de cerrar

-¡Oh! ¿Ya es tan tarde? Creo que me perdí leyendo

Le sonreí

-Pero tenías razón, el libro se pone muy bueno-afirmo, mostrándome una sonrisa

Mi corazón dio un vuelco

-Gracias por decírmelo-y entonces acercó su mano hasta mi brazo, tomándolo afectuosamente

Sentí chispas por mi cuerpo… mis ojos se abrieron por la sorpresa y no pude evitar sonrojarme como una colegiala enamorada. Mis piernas comenzaron a temblar y… en ese momento supe que no podía continuar así. Si no le decía lo que sentía…moriría en un instante.

En alguna ocasión había visto en una serie cómica que todas las personas tienen dentro un medidor que indica cuánto pueden soportar un amor no correspondido…

-¿Pasa algo?-Alex me miraba preocupado

Según la serie el declararse o no depende de la distribución del raciocinio o la confianza en uno mismo y debido a que estábamos solos y además el no alejaba la mirada de mi rostro esperando una clara respuesta, todo se puso mal, sentí que no podía controlarme…mis sentimientos se desbordaron en un instante y rebasaron lo que mi medidor podía aguantar.

No sé exactamente qué fue lo que me pasó pero…

-Me gustas Alex

Las palabras brotaron de mi boca sin poderlas detener. “Vomito verbal” diría Ana.

 

 


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