Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sólo me podría atar a ti y a nadie más. ¿Está mal eso? por SoundlessSorrow

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Dedicado a Kai Hoshino, pues la muy puta dice que quiere tener su nombre en anónimo e.é De todas formas te adoro xDD

Gracias a los rw, muchas gracias:3 Espero este capi les guste~

—Te odio —me dijo mientras miraba el enlace que nos unía. Era casi invisible, pero se veía, aquel hilo rojo imperceptible. Su voz había sonado tan rota que hasta yo sentí un poco de pena por él, jamás pensé o me llegó a pasar por la cabeza las consecuencias de no aprenderme los hechizos bien. Nota mental: ir a pedirle disculpas a mi padre cuando le dije que esos hechizos jamás me servirían en la vida. ¿Y si este niñato tenía alguien a quién amaba? ¿Si tenía sueños? De alguna forma lo había atado a mí incondicionalmente sin dejarle oportunidad de decidir, hasta yo lo encontré algo cruel esto del vinculamiento de almas... Yo en realidad no tenía mucho que perder, he vivido solo desde que tengo los dieciséis, Marie la quería pero no la amaba como para sufrir tanto, no tenía nada que perder... pero quizá él sí.

—¡Realmente te odio humano estúpido! —gritó haciendo berrinche. Comencé a reírme por lo bajo y me miró amenazante, deje enseguida de reír. Él iba a contestar a esto cuando sentimos aplausos.

Miramos ambos a nuestro alrededor y todo el público que había presenciado la pelea aplaudía, gritando de felicidad. Esto hizo al niñato deshacer el límite y la gente empezó a aglomerarse a nuestro alrededor, gritando cosas como “¡La mejor ceremonia de vinculación en mucho tiempo!” , “¡Pero qué original su forma de vincularse!” Y cosas así, como si esto hubiera sido planeado. Si, nosotros habíamos planeado el asesinarnos primero y luego vincularnos... sí... claro, idiotas.

La gente suele amar este tipo de ceremonias, porque es muy poco común los vinculamientos, ya que las personas ya no suelen entrelazarse como antes, y yo tampoco lo habría hecho nunca. Pero bueno, lo hecho hecho está. Valga la rebundancia.

El mocoso y yo intentamos salir de la aglomeración, costó. ¿Saben? La gente se acercaba mucho a felicitarnos, como si de verdad quisiéramos estar unidos el uno al otro para siempre... siempre, joder. La única forma de que fuéramos libres es que uno muriera, pero es lo mismo que deshacer el vinculamiento.

El niño me tomó de la mano y me obligó a salir junto a él de la aglomeración, pero como era casi imposible tomó su varita y murmuró algo. Y en un abrir y cerrar de ojos, o sea cuando parpadeé ya no estaba rodeado de gente, estaba en un parque y al lado estaba el mocoso respirando agitadamente.

—Pero que molesta era la gente —jadeó algo cansado. Debe ser un hechizo que no ha perfeccionado porque está demasiado cansado. Lo ayude a incorporarse, aceptó gustoso pero luego me empujó mirándome con asco—. ¿Te dije que te odio?
—Sí, y algo me dice que seguirás diciéndolo —comenté enojado—. ¿Algo nuevo que aportar a la clase, genio?
—Soy un mago no un genio.
—Joder, que los magos sois unos estúpidos y no entienden los chistes —gruñí y comencé a caminar, y él empezó a seguirme. ¿Por qué lo hacía? Le miré y noté que era por el hilo, ah sí. El hilo al principio se niega a dejarte a separarte de la pareja, suele durar un par de días, espero no pase de uno. Luego la pareja puede separarse por bastante tiempo y cosas así, no entiendo bien esto del vinculamiento.

Me insultó la mitad del camino sobre lo idiota que soy, siempre quejándose. Hasta que se dio cuenta de que no tenía idea a donde íbamos.

—¿A dónde estamos yendo? —me tiró la manga del chaleco para obligarme a mirarle.
—Yo estoy yendo a mi departamento, no sé a dónde vas tú —siseé. Frunció el ceño y seguí caminando, para que él volviera a seguirme.
—¿Por qué debemos ir para allá? —hizo un puchero y me reí ante su cara—. ¿De qué te ríes? —comenzó a atisogarme con preguntas, como no le respondí empezó a insultarme nuevamente, lo que hizo que aumentara mi risa. Llegó el momento en que empezó a golpearme el brazo para que yo dejase de reír, grave error, comencé a reírme a carcajadas por su estúpida manera de golpear.
—¡Golpeas como una abuela! —me burlé y siguió golpeándome, joder. Era un mocoso muy gracioso, pero todavía no me decía como se llamaba, bueno. Si voy a estar atado a él toda la vida, al menos debería saber su nombre, ¿No? —Niño, ¿cómo te llamas?
—No soy un niño —gruñó—. Soy Cristian Jäger para tú información. ¡Hijo de Démian y Lea Jäger! ¡Y tengo dieciséis años!
—Todo un niño —bufé—. Me llamo Zeke, Zeke Grevanday. Y como te crees tan importante por presentar a tus padres, también presentaré a los míos. ¡Soy la oveja negra de la familia Grevanday! ¡Hijo de Sasha y Narcissa Grevanday! Ahora que ya te he copiado y te he demostrado que tu apellido no me interesa, ¿podrías callarte? De verás pienso que si sigues hablando terminaré suicidandome, sólo para no tener que escucharte más. ¿Entendido? Por favor cállate.
—¡Estúpido! —exclamó pero si se quedo callado. Luego de eso me siguió en silencio, mirando sólo el piso mientras cruzaba sus brazos en un gesto insatisfecho, que adorable se veía enojado—. ¿De v-verás ellos son tus padres? —rompió su silencio, oh. Habían sido los cinco minutos más hermosos de mi vida.
—Sí —espeté algo disgustado, no es que odiara a mis padres pero eh... Me hartaba el ser sobrevalorado sólo por ser hijos de ellos, el escritor millonario que se había casado con una psicópata, como dicen las malas lenguas. Mamá es normal, sólo que algo excéntrica por su marcada infancia, y papá, bueno mi padre está algo loco. Los amo, pero no soportaba el tener que cargar con aquellas sombras a todos lados, como “El niño del escritor” o “El hijo de la psicópata” , no me gustaba. Así que hablé con ellos y decidieron dejarme vivir solo, antes me mantenían pero ahora que soy mayor de edad me tengo que mantener yo.

No era necesario el explicarles todo esto pero bueno, con algo había que rellenar, ¿no? Además está el pesado de Christian que quiere saber si de verdad ellos son mis padres.

—Nuestros padres solían ir juntos en media* ¿Sabes? —aquello me sorprendió. Pensaba que me iba a recriminar o algo, pero sólo soltó eso. Reí bajito mirándole enternecido, tenía una cara adorable—. Mamá habla de tus padres cuando salen en algún anuncio, siempre se ve nostálgica... Me sorprendió que fueras su hijo, ellos decían que eran muy amables y bastante divertidos, veo que no heredaste nada de eso.

Estúpido mocoso. Pensé que iría a decir algo bueno y tierno, pero no. Será el resto de mi vida más feliz y complaciente que jamás tendré, por favor que alguien me mate.
—Por favor jódete —susurré y la conversación murió puesto que llegamos a mi departamento. Saqué la llave y abrí. Le miré tirando la indirecta que podía pasar, aunque yo sabía que igual lo haría con o sin mi permiso. Cerró y vi como miraba mi departamento. No era la gran cosa, el pasillo que daba a las dos habitaciones que tenía, dos baños y una cocina pequeña. Me senté en el sofá y él seguía analizando todo —¿En esta pocilga vives?

Quería golpearle tan, tan mal. Pero seguro me denunciaría, ¿por qué el destino me hizo esto a mí? No hice nada malo, nada. Además de haberle roto la nariz a mi tío Aleksandr porque él rompió mis juguetes, eso y quemar la alfombra cuando tenía catorce... Aparte de eso, no he hecho nada malo para que el jodido universo se ponga en mi contra. ¿No podía atarme a una chiquilla simpática? ¿O aunque fuera un chico amable y vérsatil? ¿No? Como sea...

—Sí, en esta pocilga vivo —contesté—. No porque tengas unos padres millonarios y una mansión puedes venir a recriminar mi casa, ¿Entendido? —dije tajante.
—S-sí —musitó con un tono débil —. Lo lamento, pero no me acostumbro a... esto.
—¿Crees que yo si? —bufé—. Como sea, ¿qué puedo esperar de un mocoso? Sé que algún día iré a la cárcel por haberme vinculado con un menor de edad... Joder.
—N-no te pasará nada si lo evito, digo, con mi dinero y eso... —volteó la mirada fingiendo que había algo interesante que mirar.
—¿Y por qué me ayudarías? —recriminé—. No, mejor no contestes. No estoy preparado para otro comentario sarcástico de tu parte. Iré a prepararme algo, ¿quieres comer algo?
—Un sándwich estaría bien, gracias.
—Lo que sea —me levanté y fui a la cocina, saque el pan y comencé a cortarle las orillas. Seguro es un mocoso mimado que odia las orillas, o eso creo, ya que cuando tenía su edad yo las odiaba. Le grité como le gustaba el pan y me contestó que con jamon y queso, eh... Hice la comida y fui a dejarselo, cuando llegué él tenía sus maletas. ¿Pero qué...?
—Traje mis cosas, con magia —me mostró su varita—. Traje ropa, mis cosas personales y algo de dinero. ¿Está bien?
—Eh, sí —le entregué el sándwich—. ¿Pero por qué las traes?
—¿No es obvio? Viviré aquí contigo, ahora que por tú culpa estoy atado a ti... ¿Qué más puedo hacer? —comentó algo aburrido. Le tiraría mi comida en este instante de no ser que estoy jodido de hambre. ¿Por qué, universo, por qué?
—Haz lo que quieras.

Y se tomó eso muy literal, ¿saben? No ayudaba en nada. Apenas limpiaba cuando comía, apenas decía por favor y gracias, es un estúpido niño mimado. Me obliga a dormirme temprano para poder trabajar y traer dinero, él sólo se sienta a ver televisión o leer mis libros...

*-*

El día en el trabajo fue una mierda. Realmente una basura, mi jefa estuvo gritándome todo el día, diciendo que soy un niño mimado que creo que por mi apellido lo tendré todo en bandeja de plata. Pues no es así querida jefa, no es así. Tengo mis propios problemas y lamento el haber tirado la bandeja de chocolate sobre un cliente, lo lamento mucho. Trabajo como camarero en un restaurante, no es la gran cosa pero sirve para mantenerme. Pero sé que debo aspirar a algo más, no sé si pueda mantenernos a ambos. Estoy estudiando pedagogía en literatura, sé que con eso no pueda ganar mucho pero es algo que me gusta bastante, como sea.

Llegué a casa mojado, pues estaba lloviendo. Mi dedo meñique dolía por la presión del hilo que es casi invisible, dolía porque sigue sin acostumbrarse al estar tantas horas separado. Es una molesta, como si me pincharan constantes agujas en el meñique.
Abrí la puerta y estaba algo desierto el lugar, miré y no estaba Christian como acostumbraba verlo, (jugando videojuegos o quejándose de mi departamento) fui a al cocina y vi el desorden que había dejado, este niño apenas sabe cocinar algo. Ordené algo hastiado, y me desabroché la corbata. Sé que Christian está en el departamento, porque cuando entré mi meñique dejó de doler.

—¿Christian? —llamé. Nada, volví a llamarlo alzando la voz aún más. Escuché un quejido, como si estuviese... llorando. ¿Por qué estaría llorando? Bueno, aunque sea mago supongo que aún alberga sentimientos. Es sólo un mocoso de dieciséis, quizá extraña su hogar. Aunque dudo que sea eso, porque cuando le insistí en vivir en su casa en vez de mi departamento, sólo dijo “Es mi oportunidad para independizarme” y bueno, eso. Pero quizá si extraña su hogar, al igual que yo cuando tenía su edad. Quizá lo mejor sea dejarlo solo un rato, quizá eso sea lo mejor...

Otro quejido, otro lamento. Sólo tengo que ignorarlo, yo a su edad quería estar solo y no que me molestaran con preguntas sobre qué me había pasado. Otro quejido. Quizá debo acercarme... los adolescentes pretenden querer estar solos aunque siempre necesitan apoyo, bueno no sé por qué hablo si sigo siendo adolescente, creo... pero soy más maduro que él, eso sí.

Avancé silenciosamente a la habitación, y al hacerlo los quejidos aumentaron. Al estar al otro lado de la puerta de su habitación, supe que estaba llorando. Iba a tocar la puerta pero detuve mis nudillos a unos centímetros. Estaba sufriendo, no era un llanto de felicidad. ¿Por qué iba a estar feliz de todos modos? ¿Esto es mi culpa? Escuché otro llanto, ahora lo sentí como si estuviera intentando no hacer ruido para no preocuparme... ya estoy preocupado, aunque este niño me sea una patada a los testículos (si fuera chica, sería una patada a los ovarios, para que vayan comprendiendo que tan molesto es), me preocupa.

—¿Estás bien? —hablé bajo. Carraspeé y volví a intentarlo—. ¿Christian, estás bien?
—Vete —fue lo único que dijo. Había sonado frio y bastante arisco, pero en la última letra se había quebrado al decirlo. Sólo fingía, ¿Por qué los adolescentes pretendemos estar bien, cuándo nos estamos derrumbando? Tomé la perilla y la volteé, pero estaba cerrada. Estúpido mocoso, tengo las llaves. Saque la que tenía que usar y la usé, al entrar vi al mocoso con todos sus cabellos pelirrojos ocultando sus ojos —. Te dije que te f-fueras. ¿Estás sordo?

Sonreí por su intento de ser sarcástico, pobre niño. Sé que le miré con ternura porque reaccionó evitando mi mirada —Pero esta es mí casa, por lo que yo hago lo que quiero. ¿Vale? —contesté alzando la voz un poco, él asintió intentando no mostrarme sus lágrimas—. ¿Estás bien? —volví a preguntar.
—¿Lo parezco? —gimió. Sus ojos café demostraban tanto dolor que sentí un dolor agudo en el pecho. Empezó a arder, dolía demasiado mi pecho. ¿Pero qué...?

Cuando te vinculas a alguien... si el sentir de esa persona es tan intenso, te afecta también a ti.

Eso me lo había contado mamá cuando yo tenía catorce, explicándome porque a veces cuando ella se deprimía papá también sufría. Aunque yo siempre he creído que Papá hubiera sufrido junto a ella con o sin vinculamiento, ya el amor es así. Pero esto era producto del vinculamiento, porque el único sentimiento positivo que sentía por Christian era cariño.

Extendí mi mano y le revolví el cabello, intentando ser algo de apoyo. Sé que este niño no es de mi incumbencia, bueno en realidad sí porque pasa a ser parte mía ya que estamos vinculados, pero entienden a lo que me refiero. Este chico necesita apoyo y tendré que dárselo. Eso era lo que pedía aquel dolor que se albergaba en mi pecho, aunque ese dolor no fuese mío.

Ayúdale.


Ayúdale, apóyale. Demuéstrale que estás ahí, que siempre lo estarás. Porque de eso trata el vinculamiento, de eso trata el profundo amor... Cuando crezcas Zeke, comprenderás que a veces el amor es tan fuerte que sólo podrás atarte a una persona. Y cuando lo hagas, porque es mi deseo de madre que puedas enamorarte de esta manera tan pura y a la vez tan enferma, enferma porque sientes que no respiras si no estás atado a esa persona, pura porque el amor es un sentimiento inocente y devoto, cuando lo hagas debes entregarte por completo a ese vínculo. Porque de eso trata, estar siempre allí. Para siempre.

Mi madre me había dicho eso una noche, y aunque no estoy  atado a Christian por amor ni nada parecido, es mi deber. El ayudarle, debía. ¿Quién lo haría? Si ahora, aunque por más que nos odiemos, sólo somos nosotros, sólo Zeke y Christian.

Me acerqué a él y le rodeé con mis brazos, intentando reconfortarlo. Creo que lo hice, pues echó a llorar intentando reprimir sus gritos, su dolor yacía latente en mi pecho. Comenzó a gemir, y sólo pude abrazarle. Sólo eso... ¿Por qué los adolescentes sufren tanto? ¿Es algo natural? ¿El tener que tropezar de manera tan brusca, sólo para aprender? ¿No es algo cruel, el sufrir siendo tan jóvenes? ¿No es algo cruel el tener que llorar de esta manera? El escucharlo llorar me hizo recordar mi adolescencia, cerré los ojos e intenté en no pensar en eso. El dolor volvió a mí, pero no era el de Christian (Pues su dolor jamás me dejó, seguía albergándose en mi pecho), mas mis recuerdos comenzaron a hacer eco en mi cabeza, a gritarme.

Sé que comencé a llorar, pues sentía mis mejillas arder. No me gustaba llorar, pero tenía que resignarme a hacerlo ahora. No quería seguir recordando, me hacía daño el hacerlo. Por lo que volví a guardarme todo eso para mí, sólo lloré en silencio mientras Christian lloraba con intensidad.

Sólo somos un par de llorones.

Luego de eso él dejó de llorar al notar que yo también lo hacía, me preguntó el porqué de mis lágrimas y sólo le contesté que había recordado algo, lo cual no era del todo mentira. Dejó de hacerlo porque empezó a reírse diciendo que yo era infantil, sólo le sonreí. ¿Yo infantil? ¡Pues se equivoca! ¿Quién es el mocoso que estaba llorando desde antes que yo llegara? Claro que yo me guardé eso, no quería tampoco ser golpeado.

Luego de eso reí y fui a hacer algo de comer. Puse la olla y saque los fideos, mientras le pedía ayuda con descongelar el pollo. Christian chistó algo molesto, pero se resignó y le pedí ayuda con la ensalada. Al terminar nos sentamos a cenar y él me contaba que había hecho en el día, había aprendido a lavar algo de ropa y a cocinarse por sí mismo algunas cosas. Yo le comenté lo de mi jefa y él se burló de mí, típico de él. Pero eso esperaba, que no se mostrara igual de triste que antes. Mi pecho ya no dolía tanto como anteriormente, pero igual habían a veces punzadas de dolor, del dolor de Christian.

Cuando terminamos, él me dijo que lavaría la loza y yo fui a cambiarme de ropa. Así pasó la tarde, mientras él intentaba ser útil para no ser regañado y yo intentando desestresarme.

Lo raro vino en la noche, cuando yo ya estaba intentando dormir y él estaba en su pieza haciendo lo mismo, estaba pensando y analizando el día como hacía siempre, cuando sentí la puerta abrirse. Me puse en alerta pero recordé que era Christian, bah, aun no me logro acostumbrar a estar viviendo con alguien. Me calmé pues a veces le da miedo dormir solo, y abrió mi cama y se metió. Como había hecho algunas noches, pero esta vez no se quedó en su lado, si no que... me abrazó.

Me abrazó y acomodó su cabeza en mi espalda, sentí como intentaba no llorar.

—Zeke —me llamó despacio, intentando no hacer mucho ruido—. ¿Estás despierto?
—Sí —contesté enseguida. Me volteé y le quedé mirando, él seguía abrazado a lo que ahora era mi pecho.

Lo que pasó no lo vi venir, se acercó a mí y me besó. Era cálido pero a la vez frio, no sé si se me entiende... El contacto era cálido, pero él no transmitía nada. Devolví el beso a tientas, si él lo quería... tampoco es como si yo no fuese bisexual, porque eso soy. ¿No se los comenté? Mi error.

Comenzó a subir el tono, fue extraño. Pasó sus brazos por mi cuello y jadeaba de vez en cuando. Le pedí permiso para que mi lengua entrase en su boca y aceptó gustoso. Empezó a gemir entre los besos, y comencé a descender a su cuello. Lamí y mordí, él sólo suspiraba.

—Ayúdame —gimió. Le miré intentando descifrar lo que decía. ¿Qué quería decir con eso? —. Ayúdame.

Volvió a repetirlo.  Expusó más su cuello y seguí besándolo, él sólo suspiraba. ¿Cómo quería que lo ayudara? Poso su mano en mi cara mirándome con las mejillas rojas, se veía hasta cierto punto tierno. Volví a morder, y siguió suspirando.

—Ayúdame —gimió—. Por favor...
—¿Cómo? —lo miré, no sabía a donde quería llegar con eso.
—Tócame —pusó mis manos en su cintura. Le apreté con delicadeza y otro suspiró dejó que saliera de su boca. ¿Por qué quería esto? ¿No qué me odia? ¿Qué pretende?
—¿Por qué? —pregunté—. ¿No es esto una acción que querrías hacer con alguien que amas?
—¿Qué importa ya? —su voz se quebró—. Estoy atado a ti, de todas formas no me sirve amar a nadie más. No debo, no puedo entregarme a nadie más que a ti y por eso lo hago. Sólo tócame.
—¿Estás seguro? —volví a preguntar. Su respuesta tenía lógica, ahora estábamos atados y no había forma de romper aquel lazo, pero esto... no me agrada. El que hiciera esto porque estuviera herido no me gusta en lo más mínimo.
—Sí —su voz se volvió a quebrar. Le besé en los labios, pero seguía siendo un contacto frio. Y eso hacía que mi pecho doliera. ¿Por qué?

Paré toda acción cuando comenzó a llorar desconsoladamente. Se refugió en mi pecho y sólo lo pude abrazar. Apóyale. ¿Cómo hacer eso? ¿Qué debo hacer para que este mocoso sea feliz a mi lado?

Notas finales:

Ya xdd kashdkjh xd eso, chao. ¿Reviews? ¿Les gustó? Adiósin ~

PD: Media : Es como highschool, eh. Son los últimos cuatro años del colegio aquí en Chile, van desde los catorce más o menos hasta los dieciocho, es una aproximación xD.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).