Era una obscura noche de luna llena, llevaba no mucho rato vagando por el bosque, un inmenso sentimiento de temor recorría su cuerpo de manera repentina, como un rayo que parte en dos un árbol. No sabía porque estaba en ese lugar, o como había llegado… sentía la inexplicable necesidad de seguirse adentrando en ese lugar. Mientras caminaba por el sendero que atravesaba el bosque sintió la fría brisa chocar con su cuerpo, pudo haber traído algo con que abrigarse, mas solo traía un traje blanco, similar a un vestido, era un traje bastante elegante y lindo como los que acostumbraba usar de niño.
—Hmm… ¿Qué es…?-se detuvo en seco, paralizado por el miedo; parado debajo de un árbol en la penumbra de la noche, había un hombre… no, un hombre no... Un muchacho.
Aquella misteriosa silueta se encontraba ahí, mirando el cielo y la luna, sin percatarse de que alguien lo miraba, sumido en los recuerdos de ese tortuoso pasado en el que le arrebataron su felicidad de manera injusta. No tardo mucho en sentir la mirada de alguien a sus espaldas, se dio la vuelta encontrándose a quien lo observaba desde hacía unos minutos, lo miro de pies a cabeza, examinando cada parte de él con la mirada para luego clavar sus fríos ojos azules en los de su acompañante, causando que un escalofrío recorriera el cuerpo del joven de cabello celeste. Permanecieron en silencio por unos segundos mirándose el uno al otro directamente a los ojos. « ¿Por qué no recaccionó como los demás? ¿Por qué sigue ahí parado, mirándome?» eran los pensamientos del muchacho de cabellos rosas en esos momentos, no entendía porque a pesar de que evidentemente tenía miedo no había salido huyendo.
— ¿Qué haces aquí? –se atrevió a preguntar el peli rosa. Más no recibió respuesta alguna. Y decidió darse media vuelta e irse pero un grito lo detuvo.
— ¡E-Espera! No te vayas…-el joven dejo de caminar y se quedo quieto, mas no se había dado lavuelta para verle de nuevo- ¿Q-quien eres?
— ¿Por qué te interesa?-dijo dando media vuelta y volviendo a mirarlo a los ojos- ¿Acaso no tienes ya una idea de quien, o que soy?
—…-sentía que tenía que huir, algo en su interior le gritaba que debia irse lo antes posible, pero había algo en este hombre que llamaba su atención- N-no me has respondido ¿Q-quien eres? ¿Y por qué estás aquí, en este bosque?
—hm…-una sonrisa de medio lado se dibujo en el pálido rostro del joven de cabellos rosas y su mirada azul comenzó a tener un cierto brillo carmesí- ¿Qué sabes exactamente de este lugar? ¿Cuánto te han dicho?-dijo avanzando a paso lento hacia el chico, quien se quedo inmóvil, el miedo y los nervios lo tenían paralizado.
—…d-dicen… que… aquí… vive un vampiro…
—Dime-volvió a comenzó a hablar estando ya a solo medio paso de él, era alto, bastante más alto que el chico de cabello celeste - ¿tienes miedo? –preguntó tomándolo del mentón haciéndolo mantener la cabeza inclinada hacia arriba para que le mirase directo a los ojos.
—…Yo…-el menor desvió la mirada y ante esto el mayor lo hizo volver a mirarle a los ojos, había perdido su oportunidad de huir- ¿Por qué… habría de tener miedo?...-pregunto no pudiendo evitar sentirse nervioso, las piernas no le respondían y sentía el corazón en la garganta, la adrenalina del momento era demasiada.
—Sabes bien el porqué…-aquella mirada azul del extraño y misterioso joven había desaparecido y había sido reemplazada por una intensa mirada color carmesí- deberías escuchar mas a esas personas, todas las leyendas tienen algo de verdad en ellas… ¿o acaso, querías comprobarlo en carne propia?
El tono de voz de aquel sujeto y su intensa mirada lo hicieron estremecer. No era posible, tenía que ser mentira… ese joven que se encontraba a tan pocos centímetros de él, era el vampiro al que todos temían.
¿Por qué no huía? ¿Por qué seguía ahí? ¿Qué ocurría con ese humano? «No es como los demás… es muy diferente a los humanos que he conocido… será mejor irme…»
—¡¡Mikuo!! ¡¡Mikuo!!-el mencionado volteo alarmado hacia el lugar de donde provenía la voz… habían venido a buscarlo, una vez más se giro rápidamente para buscar al muchacho que lo acompañaba hasta hace unos segundos, pero… no había nadie, se había ido.
—Pero… ¿a donde fue?-lo busco por todas partes con la mirada pero fue inútil, se había esfumado sin dejar rastro, era como si nunca hubiese estado ahí.
—¡¡Mikuo!!
No podía hacerlos esperar más, lo mejor era volver al pueblo ya, así que inmediatamente regresó por donde había llegado pero con una sola cosa en mente; volver la noche siguiente.
La noche que ya pronto llega a su fin, deja la promesa de volver, una rosa blanca que crece ha florecido bajo la luz de la luna.