-Estoy embarazada- Sentenció Robin con firmeza
Toda la tripulación, que hasta hace un momento habían estado comiendo, se paró intentando procesar la noticia. Incluso Luffy apartó por un momento su hambre voraz para prestar atención a la arqueóloga.
-¿C-cómo...?- Intentó preguntar Nami sin salir de su asombro.
-Preferiría no entrar en detalles.- Cortó Robin adelantándose a la pregunta que seguramente estaba rondando la cabeza de sus compañeros, o de casi todos.- Simplemente os diré que he decidido tenerlo y criarlo como madre soltera.
A pesar de la tranquilidad con la que hablaba, Robin apenas podía contener la tormenta que se desencadenaba en su mente. Todo había sucedido muy deprisa y, simplemente, no se sentía preparada para hablar ni de cuándo, ni cómo, ni dónde. Pero, por encima de todo eso, aquello que le provocaba mayor pavor era el padre del niño que gestaba en su vientre.
-Se que es mucha responsabilidad cuidar a un hijo, por eso he decidido bajarme en la siguiente isla en la que desembarquemos y quedarme allí para que podáis...
Antes de que pudiese acabar la frase, Luffy había estampado su puño contra la mesa y con una voz tan seria como su mirada dijo:
-No lo permitiré, eres mi nakama y no pienso dejar que cargues con esto tu sola y mucho menos que dejes la tripulación por ello.
Todo el mundo se sorprendió de lo increíblemente maduro que podía llegar a ser Luffy cuando el momento lo requería y, aunque Robin sintió un cierto alivio al escuchar aquellas palabras por parte de su capitán, la razón le impedía ceder ante él.
-Luffy, se que lo haces con tu mejor intención pero cuidar y criar a un niño no es nada fácil y menos en un barco pirata. Ahora no solo debes pensar en mí sino también en el resto de la tripulación.
Le había costado mucho rechazar el consuelo que le ofrecía su capitán. De no haber sido por su fuerte autocontrol seguramente estaría llorando en ese momento. Era cierto que lo último que quería era marcharse de la tripulación, pero no iba a permitir que ellos pagaran por su irresponsabilidad.
-Bien, entonces que decidan ellos.- Dejó de mirar a Robin y uno a uno empezó a mirar al resto de sus nakamas- ¿se va o se queda?
-Se queda- Dijo Nami con decisión y con ella el resto de la tripulación.
-No sabéis lo que estáis diciendo.
-Robin- llamó el pequeño Chopper- si te preocupa el seguimiento del bebé, me puedo documentar para ayudarte en todo lo que puedas necesitar
-Chopper tiene razón- dijo Sanji- seguro que entre todos conseguimos que todo vaya bien.
-Seguís sin entenderlo,¿verdad? No puedo quedarme en este barco.
-¡¡¿Por qué?!!- Exigió saber Luffy- ¿Por qué estas tan obsesionada con que tienes que marcharte?
El ambiente cada vez era más tenso y la gente se impacientaba a cada segundo que pasaba acorralando sin darse cuenta a la arqueóloga que ya no sabía que más decir. Se sentía impotente y al borde del llanto pensando cómo había podido llegar a esa situación. La cocina parecía un campo de batalla en la que sus integrantes cada vez alzaban más la voz.
-¡¡BASTA!!
Zoro, que no había dicho nada a lo largo de la discusión, finalmente puso orden entre sus compañeros. Todos sabían que desde hacía unas semanas Zoro no estaba bien. Unas grandes ojeras se acumulaban debajo de sus ojos, se notaba cansado y derrotado. Incluso podría decirse que estaba triste aunque a más de uno esto le extrañase. Un ligero temblor, casi imperceptible, recorría su musculoso cuerpo mostrándole su propia inseguridad e inquietud.
-No lo soporto más.- Su voz denotaba miedo. Un miedo que no paso desapercibido para ninguno.
-Zoro.-Robin ni siquiera se dio cuenta de que le había llamado por su nombre.-No tienes que hacerlo.
-No puedo permitir que sigas mintiendo ni que soportes esto tu sola.
Robin comprendió el terrible sentimiento que soportaba Zoro en lo más profundo de su corazón ya que hubo un tiempo en el que ella sintió lo mismo. Él necesitaba su apoyo y no se le ocurrió otra forma de hacerlo que colocando su mano en el hombro del espadachín y darle un leve apretón.
Este le sonrió débilmente y encaró a sus compañeros.
-La verdad, es que el hijo que esta esperando Robin, es mio.
El silencio que se generó en la habitación solo fue interrumpido por el sonido de un plato al romperse contra el suelo. Sanji había empezado a acumular una lágrimas en sus ojos que representaban perfectamente el fuerte dolor que le aprisionaba el corazón y no fue capaz de reaccionar de otra manera que dando un portazo tras salir corriendo de su adorada cocina.