El pequeño que tiene prohibido acercarse a sus compañeros, el que se tiene que aislar de todos, sin dar reclamos. No poder acercarse a lo que mas quieres, e incluso que los adultos y maestros te eviten con miedo a morir.
Por que tener que vivir así?... Un sufrimiento que nadie comprende a excepción de el y los que son inmunes a ese veneno que traen ellos. Nacer regente de esta constelación se consideraba el privilegiado, pero a ese "Privilegiado" no le gusta el don que se le fue otorgado, y como futuro Santo del Templo que debía ser, tenia que aceptar aquello sin reclamos, pero el solo quería poder compartir con sus compañeros, acaso eso estaba prohibido desde siempre?.. convivir con niños de tu edad?. No lo creía.
El dolor de no poder salir mas allá de los pilares de aquel Templo habitado solo por el, se hacia cada vez mas grande e inevitable, el rencor de si mismo por ser como es.. aumentaba.
Todos en el Santuario decían que el no existía, que no había ningún aprendiz de esa constelación, o que solo era un mito su existencia. Se decía que no había ningún privilegiado de esta generación, y que el Templo estaba desprotegido, mas sin embargo era una mentira. El estaba alli, como futuro Santo de lugar, nadie conocía su existencia a excepción del Patriarca y su maestro, No creo que maestro no se podía llamar, por que aquel que se suponía era su "maestro" nunca estaba con el, solo se aparecía para dejar los escritos que el utilizaba para aprender como "entrenamiento", hasta ahora todo lo que sabia, lo había aprendido solo, sin ayuda de nadie. Así fallase o por sus mismos errores en la técnica quedara herido, se las tenia que arreglar para curarse solo, sin quejas.
Quien podría soportar un estilo de vida tal?.. Nadie, solo los que nacieron con su don, y en esta generación, solo existía el con esa rareza en la sangre.. nadie con quien convivir.
Muchas veces quiso salir, pero el miedo a ser castigado no se lo permitió, y otra día paso sin que el conociera, lo que era el "Coliseo" o todo lo que estuviera fuera de su futuro Templo. Era muy bello, no se podía negar. Un hombre de hermosos y muy largos cabellos celestes, ondulados un poco desordenados, pero hermosos. Unos ojos color cielo, que podían mostrar el infinito universo con solo mirarlos. Su piel de tez blanca, piel de porcelana hermosa que el poseía. Tenia un pequeño lunarcito que se ubicaba al costado izquierdo de su rostro, estaba bajo su ojo y resaltaba sobre la piel blanca que tenia. Su cuerpo pequeño con rasgos finos y delicados, pero a la vez las de un pequeño que se a esforzado mucho en su entrenamiento.
Afrodita era su nombre, como la de la misma Diosa Olímpica de la belleza. El era el poseedor de tan bello cuerpo. Su belleza era incomparable. Aunque a el no le importaba cuan bello era, mas bien solo quería tener amigos y poder compartir con ellos.. era su único anhelo. Su piel tenia algunos rasguños y moretones nada grave, pero de algunas heridas le brotaban sangre. Nadie sabia cuan herido o enfermo estuviera, pues nadie le visitaba como para enterarse, siempre fue así. Y el siempre se curo solo, sin ayuda de nadie.
El no ser conocido por nadie, dolía. Pero era soportable. Nadie conocía de su existencia, pero el si conocía la de ellos. Siempre fue así, con el. El regente de la constelación de Piscis.