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Escapar por Amane san

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Notas del capitulo:

Espero que sea de su agrado...

-Así que quieres escapar.

Se escuchó un murmuro detrás de si, y con la velocidad de un rayo, volteo enseguida con aparente gesto consternado, había sido lo más cautelosa posible, ¿Cómo era posible? Justo ahora…

-Christian… yo

La mencionada bloqueó sus labios con un dedo que después de realizar su cometido se deslizo sobre los suaves labios de su amada, recorrió sus blancos pómulos con hipnotizante lentitud subía y bajaba, delineando cada parte de su bello rostro.

- Olvídalo…

Dijo con rudeza mientras la arrojaba contra la cama con una evidente falta de delicadeza, para después colocarse encima de ella, sosteniendo sus muñecas que descansaban a los costados, prohibiéndole todo movimiento. Gabriel se quejó por lo bajo, emitió un pequeño bufido, de verdad que las cosas habían llegado demasiado lejos… de nuevo. Si buscas paz debes buscarla, si lo que se deseaba era acabar con los dolores más profundos del corazón lo mejor es cortarlo de raíz, sin misericordia ni tregua, pero, ¿Por qué no podía solo alejarse? ¿acaso era este un aviso? ¿su vida estaba destinada de esta manera?... quizás Cristian tenía razón y debía olvidar todo intento de libertad, ¿valdría la pena pelear?

Los ojos de ambas se encontraron en un momento de desolador silencio, ninguna de las dos retrocedía en la guerra de miradas, en el rostro de Gabriel, un pequeño dejo de molestia adornaba sus finas facciones, su cabello largo y castaño estaba revuelto sobre su cara y Cristian solo observaba con un interés que parecía crecer con cada segundo que pasaba, Gabriel para ella era una joya, una preciosa gema que le pertenecía, tanta belleza solo podía ser de una persona y hacía tiempo que había decidido que ella sería esa persona, sin lugar a dudas.

-¿Qué?- fingió Gabriel ruborizada

-¿Te avergüenza que te mire?- contesto burlona

- Me vergüenza más el hecho de que estés encima de mí de lo más casual, vamos muévete de una vez

-Si lo hago te irás

-Naturalmente

-Te he dicho que lo olvidaras Gabriel

-¿Esperas que te siga ciegamente?

- Lo harás

Gabriel soltó un pequeño gemido y apretó con fuerza los ojos al sentir a Cristian introducir sus frías manos por debajo de la playera debajo de su camisa, comenzó a desplazarse y a tocar todo cuanto a su paso se encontraba, levanto su blusa y la detuvo encima de sus voluminosos pechos.

-Cris-tian- habló con dificultad, no podía seguir sosteniéndole la mirada, giró ligeramente la cabeza de lado y respiro pesadamente.- De-déjame ir… así n-no quiero que… - Gemido.

-¿Por qué te escurres como un ladrón por la noche? – Se detuvo.

-No me dejaste otra alternativa, o esperas que crea que de habértelo dicho simplemente accederías.- dijo Gabriel haciendo obvia la reacción que Cristian había tenido.

- Desde luego que no, “esta” es tu realidad – Concluyó Cristian moviendo su mano de nuevo en un movimiento más fuerte, lo que fue seguido por un ligero sonido de molestia, odiaba lo que estaba pasando porque en el fondo solo quería escapar, escabullirse ahora que todavía parecía haber una pequeña luz al final de su inestable viaje, pero al mismo tiempo no podía evitar una fuerte atracción hacia la persona encima suyo y desde luego un sincero y profundo amor, pero, ¿debía olvidarse de todo lo demás? Esa no era su personalidad. Aferrarse a una realidad le parecía tan efímero  como el no hacerlo.

-¿Esa es toda la resistencia que pondrás? Te presumías más fuerte.

- Tú presumías amarme… - balbuceó, Cristian de nueva cuenta se detuvo, con fríos y penetrantes ojos clavo la mirada en la de Gabriel en un minuto que ardió con la fuerza de centenares de soles.

-¿Cómo puedes no darte cuenta? Esto, lo que hago ahora, lo que hice antes, son todas muestras de mi afecto… es por eso que dejarte marchar no es una opción, entiéndelo de una vez.

-…

-Suspiro- No importa, de una u otra forma, me asegurare de que lo entiendas, no importa cuánto me tarde o el tiempo que deba gastar en esto, porque no me rendiré nunca hasta que admitas que todo tu cuerpo y que tu corazón me pertenece… a mí y solo a mí, es la única realidad a la que debes apegarte, y poco a poco me aseguraré de que tu cuerpo lo entienda, para que cuando tu alma y corazón vacilen, sea él quien me ayude a retenerte a mi lado.

Ni una palabra salió de los labios sellados de Gabriel, había perdido de repente las ganas de resistirse, aquellas palabras le sabían agridulces y desoladoras, fascinantes y aterradoras, al igual que todo lo que rodeaba a aquella extraña criatura que la había atrapado desde hace tiempo. Fue ahí, en la oscuridad de la noche que se entregó completa y sinceramente por primera vez, su interior fue arremetido con fuerza y dulzura, cual castigo atada a las irremediables ondas de placer que le proporcionó su amante, y cuando al fin la creía satisfecha, volvía a ser tomada, aún más febril y delirante que la última vez.

-¿Te quedarás a mi lado?- pregunto Cristian cuando los primeros rayos del sol que tocaron sus ojos.

-…- Gabriel no respondió a aquella necesitada pregunta, giró la vista hacía el enorme ventanal que casi las cubría y sintió el cuerpo de su amante pegarse fuertemente contra el suyo, permaneció en silencio y dibujo una imperceptible sonrisa, estaba algo cansada por lo que decidió dejar de pelear y resignarse al agridulce néctar que se negaba a liberar su mano… al menos por ese día.

 

 

 

Notas finales:

Me divirtió mucho escribir esto, a todos ustedes gracias por leerlo, también gracias por sus comentarios que serán muy bien recibidos :) ¡Hasta la próxima!


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