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Code Mafia por Aiko Natssume

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Notas del fanfic:

Como sabemos, los personajes de One Piece le pertenecen a Eiichiro Oda-sama, este fanfic no tiene otra intención más que entretener...


ESTE FANFIC SÓLO LO PUEDEN ENCONTRAR EN AMOR YAOI Y SÓLO POR ESTA CUENTA, si lo leen en otra página o por parte de otro usuario LOS ESTÁN ENGAÑANDO, denuncien, por favor.

Notas del capitulo:

Aquí estoy con un nuevo fic :3 Será sobre mafiosos de todo el mundo, en concreto las mafias más famosas del planeta que son: Japón, China, Italia, Estados Unidos y Rusia. Espero que os guste el fic ^^

Apagó la televisión de su despacho dejando el mando en la mesa, coloco los pies en su escritorio y, colocando sus manos detrás de su nuca, miró el techo y acto seguido cerró los ojos. Los acontecimientos eran los siguientes: la mafia China, la familia Tríada había movido fichas en el tablero, trafico de explosivos por todo el sur de Asia junto con amenazas de muerte a políticos muy importantes de China eran lo más destacable para él, Roronoa Zoro. El Yakuza más importante de todo Japón sabía que tarde o temprano tendría que actuar y arriesgarse a ser descubierto por la policía, pero ese era el pacto que habían hecho los cinco emperadores de la mafia, desorientar al mundo, hacerlos sentirse inseguros, crear caos y destrucción consiguiendo así una Nueva Era en el mundo…

-Señor, está aquí Kuroashi Sanji, ¿quiere que pase?- preguntó la secretaria del peli verde por el teléfono

-Sí Nami, hazlo pasar- dicho eso el moreno dejó el aparato y se acomodó en su asiento, tras unos segundos la puerta se abrió dejando paso a un rubio con una ceja extrañamente rizada bien vestido

-Tu querida secretaria está tan guapa como siempre- dijo el de la piel pálida con un corazón en su ojo- eso me hace recordar por qué vengo aquí- dicho eso se encendió un cigarrillo con increíble elegancia expulsando el humo unos segundos después- y bien, marimo. ¿Qué tal todo?

-¿Quieres dejar de hacer el idiota y cerrar la puerta?- el moreno tenía una media sonrisa, ese estúpido pervertido siempre se comportaba así cuando alguien podía oírles y le divertía. Cuando el otro cerró la puerta pudo ver como una pequeña sonrisa sensual se dibujada en su rostro- vaya… que adorable nadie pensaría que esa sonrisa es para mí.

El rubio apagó el cigarrillo en un cenicero que se encontraba en una pequeña mesita al lado de la puerta, sonrió para sí ese marimo era muy atento en esas cosas. Tras eso, se acercó lentamente hasta el peli verde y con sus dos pálidas manos le bajó los pies de la mesa y se acomodó entre sus piernas.

-Ya sabes perfectamente que esa y mil cosas más son para ti- le susurró al oído con una voz juguetona- además… contigo haría cosa que nadie se imaginaría- empezó a juguetear con el lóbulo mordiéndolo levemente llegando hasta los labios del moreno y lamiéndolos cual caramelo se tratase. Con una de sus manos acariciaba el pecho por debajo de las prendas perfilando la gran cicatriz que surcaba este,  lamió lo suficientemente los labios del otro como para que un pequeño hilo de saliva escapara de sus labios llegando hasta un poco menos de la barbilla.

Empezó a recorrer con sus labios el cuello del moreno estremeciéndolo, con sus dos manos desabrochó lentamente la camisa tirándola en alguna parte de la habitación y mientras recorría el bien formado pecho de Zoro lo miraba con una dulce pero a la vez sensual mirada.

-¿Qué ha pasado?- le preguntó el rubio en un susurro mientras jugueteaba con los pendientes

-¿E… eh?- estaba tan extrañamente excitado que aquella pregunta le había sacado de sus cabales, tan solo quería que el rubio siguiera ya que era muy rara vez que él tomaba la iniciativa- ¿a qué te… refieres?- poco a poco la cordura volvía a él y su garganta ya no estaba tan seca.

-Las noticias… -dijo mientras arrastraba sus manos hasta la entrepierna del moreno- sobre la mafia china y antes de ayer noticias sobre la mafia italiana- mientras había estado hablando ya había liberado el miembro de la prisión de tela y lo masturbaba con una única mano- ¿qué está pasando Zoro-kun~?-

-¿A… ah… a ti qué más… t… te da?- su garganta se había secado totalmente haciéndole dificultoso hablar

-¿No me lo vas a decir...?- su voz sonó falsamente triste mientras hacía un puchero- vamos… - empezó a mover sus caderas de atrás a delante rozando el miembro del otro endureciéndolo más- si no me lo dices no podré atender a tu amigo…- relamiéndose los labios siguió con el vaivén.

-Al carajo- agarró al rubio del brazo acercándolo tanto a él como para robarle un beso que se hizo veroz e intenso para los dos, la saliva se escapaba de sus labios y sus cuerpos buscaban un contacto mayor. Cuando se separaban por la necesidad de aire un hilo de saliva los seguía uniendo- no me chantajearas con eso, cejas de sushi, ahora mismo haré que gimas mi nombre.

Sin previo aviso arrancó la camisa dejándola hechos girones molestando bastante a Sanji pero no le dio importancia y comenzó a lamer vivazmente el abdomen pálido de su amante mientras que con una de sus manos empezaba a desabrochar los pantalones. Los gemidos eran cada vez más profundos y altos, excitando más por momentos al moreno. Cuando se deshizo tanto de los pantalones como de los bóxers agarró el endurecido pene del rubio y empezó a masturbarle.

Pasado un tiempo los dos se encontraban completamente desnudos, Zoro penetraba al rubio cada vez más rápido volviéndolo loco por segundos. Al estar Sanji encima del marimo era él quien debía moverme más que su acompañante, la silla se movía constantemente hacia atrás haciendo que cada vez se balanceara más avisando que pronto se caería al suelo. Tras unos largos e intensos minutos de sexo a “escondidas” los dos se corrieron a la vez satisfaciendo al otro, jadeantes se separaron y buscaron sus ropas para comenzar a vestirse.

-Estúpido marimo… -insultó el rubio al ver su camisa totalmente destrozada- ¿ahora como salgo de aquí?

-No salgas con nada- dijo el otro ya vestido y sentado en su silla

-¿¡Eres idiota?! ¡No pienso ir medio desnudo por la calle! – el otro tan solo se rió mientras llamaba a su secretaria para que le llevara una camiseta nueva.

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Luffy se encontraba en el sofá del amplio salón con la cabeza colgando mientras que sus piernas se agarraban al sofá para no caer al suelo. Estaba bastante aburrido, sobre todo cuando su querido hermanito se iba a trabajar. La única compañía que tenía eran los múltiples criados que a algunos conocía desde hace muchos años, para él, eran como su familia.

Cambió de posición y se quedó tumbado en el suelo. En la televisión no echaban nada que a él le interesara, a esa hora tan solo estaban las noticias y eso le aburría mucho. Aun sabiendo que no encontraría nada cogió el mando, que se encontraba en una mesita de café, y encendió la televisión. Lo primero que apareció en la gran pantalla fue unas imágenes sobre traficación de drogas, sin saber por qué se quedo viendo aquello un rato curioso, no sabía que era aquello blanco pero al ver como la mujer que explicaba como esa droga quería ser llevada a otros países, supo que era algo malo.

-¡Luffy! ¿Dónde estás?- gritó la voz de una mujer, al oírla Luffy se giró esperando que aquella mujer llegara hasta donde él estaba.

-¡Estoy aquí!

-¡Luffy! ¿Cuántas veces voy a tener que decirte que hagas tu tarea?- la mujer se colocó delante de la televisión para que el menor le prestara atención, era una mujer pelirroja bastante alta y con sobrepeso, su cabello era largo y rizado. Lo que más llamaba la atención era su gran rostro el cual parecía de un hombre y de pocos amigos- ¡si no la haces no te haré la comida!

-Pero Dadan! ¡Estudiar es muy aburrido!- le reprochó el menor haciendo un lindo puchero pero aquello no funcionaba con esa mujer

-¡Me da igual que te parezca aburrido, es tu deber!- la mujer apagó la televisión desde el monitor- ¡vamos!

-Para ser una mujer tienes el carácter de un hombre…- murmuró el moreno mientras se levanta

-¡¡MALDITO MOCOSO!!

Luffy se escapó corriendo, si se quedaba allí sabía perfectamente que Dadan le asesinaría literalmente, y es que el moreno conocía a esa mujer desde hace ya más de diez años, tanto para él como para su hermano la pelirroja era como una madre. Ella les cuidaba cuando su abuelo tenía que irse a trabajar y con ella juagaban burlándose de ella. Ahora, tras diez largos años Dadan seguía cuidando a Luffy por petición de Ace, pero no solo aquello era su labor, era la jefa de todos los empleados de la casa ordenándoles que hacer.

El moreno subió corriendo las escaleras de la gran mansión aun escuchando los gritos de Dadan mientras él se reía. Justo en ese momento vio como uno de los mayordomos habría la gran puerta dejando pasar a un pecoso de pelo moreno, llevaba ropa formal, unos pantalones negros y una camisa naranja con dos botones abiertos dejando ver algo de su bien formado pecho.

-¡ACE!- el menor corrió todo lo que sus piernas le impedían hacia su hermano, incluso saltó unos cuantas escaleras para llegar cuanto antes hasta él. Cuando lo alcanzó lo abrazó tan repentinamente que los dos acabaron en el suelo- ¡por fin has llegado! ¡Te he echado de menos!

-Hola Luffy- con una amplia sonrisa saludó a su hermano y apartándolo un poco de él se levantaron los dos- ¿qué tal has pasado el día?

-¡Dadan quería que estudiara!- le contó el pequeño pero al ver a la mujer acercarse bastante enfadada se escondió detrás de su hermano buscando protección

-¡Ace! ¡Dile a tu hermano que se comporte! ¡Siempre está igual! ¡Si no hace su tarea no comerá!

-Luffy tienes que hacer tu tarea si no, Dadan te gritará- el pecoso se había girado quedando mirando a su hermanito a los ojos quien estaba algo molesto de que no le defendiera- empezarás a hacer tu tarea desde mañana, ¿vale?- el pequeño sonrió ampliamente al ver como Ace le había librado ese día- ahora, vete a lavarte las manos que vamos a comer ahora

-¡Vale!- sonriendo se fue corriendo a su cuarto dejando a Dadan y al moreno solos

Portgas miraba como su hermano se iba a su cuarto corriendo y feliz, una sonrisa adornó su rostro y tras ver como desaparecía entre los pasillos de la segunda planta miró a la pelirroja, esta estaba molesta ya que no había conseguido que Monkey D. Luffy estudiara. Cuando vio que el pecoso la miraba le devolvió la mirada.

-Esta mañana, estaba viendo la tele- le informó la mujer- estaba viendo las noticias, sobre las drogas. ¿Te han pillado?

-Tsk… - el semblante de Ace cambió a ser serio- sí… esos estúpidos del FBI…- murmuró

-Ace- la llamó- sabes que algún día, tendrás que contárselo. No puedes estar engañando a tu hermano toda la vida, él ya no es un niño, tiene 17 años y muy pronto cumplirá 18, será mayor de edad. ¿Por qué se lo ocultas?

-… -el otro no contestó y miró unos segundos el suelo, la pelirroja tenía razón su hermanito ya no era el pequeño niño que siempre necesitaba a su hermano pero… esa inocencia que contenía… le hacía parecer vulnerable, tras un largo rato miró a Dadan- para protegerle

Y dicho eso, el pecoso, Ace se fue a su cuarto a cambiarse de ropa y a esconder el arma que siempre llevaba con él, al fin y al cabo, con Luffy él tan solo era un empresario…

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La mercancía acababa de llegar, había venido en un barco mercante, sobre las aguas internacionales, hasta acabar en uno de los enormes camiones de la mafia más importante de China. En las cajas venía escrito con pintura roja, con grandes letras “muy frágil” haciendo que los que llevasen la carga tuvieran que ir con más cuidado.

En menos de lo que se esperaba la mercancía llego a su destino siendo colocada poco a poco en aquel gran almacén, cuando los encargados de contar las cajas comprobaron que todo estaba en su sitio ordenaron cerras las puertas y acto seguido ser selladas con llave. Una mercancía así no podía ser perdido ni mucho menos encontrada por gente no deseada…

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Law salió de sala de operaciones mientras se secaba las manos con un trapo blanco, de aquella operación había sacado bastantes órganos con los cuales podrían serle de gran interés a su gran socio y a él. Cuando llegó al piso de arriba fue directamente a su despacho buscando unos papeles sobre qué tipos de clientes desearían aquellos órganos, cogió esos documentos y comenzó a leer detenidamente. En ese instante, alguien llamó a la puerta.

-Adelante- la puerta se abrió dejando pasar a un pelirrojo más alto que el pelinegro, su piel era pálida, muy pálida. Sus vestimentas se basaban en unos pantalones negros junto a una chaqueta negra también y dentro de esta una camiseta roja haciendo llamativa su piel.  

-Ya estoy aquí, ¿tienes todo preparado?- preguntó mientras se dejaba caer en un gran sofá que se encontraba en el despacho

-Sí, solo espera un poco más y te los daré- dicho eso siguió con su tarea y al rato dos hombres volvieron con dos maletines negros, cuando se los entregaron a su jefe este se acercó a pelirrojo y se los dios- aquí tienes Kidd, cuando consigas el dinero lla…

No le dio tiempo a terminar su frase ya que el celular de Kidd comenzó a sonar y seguido este contestó. Aquello molesto bastante al moreno, odiaba ser interrumpido y más por uno de esos aparatos, sabía también que las conversaciones que mantenía el pelirrojo por teléfono eran largas y muy aburridas, según él. Por ello tras un corto tiempo su paciencia se agotó y estuvo a punto de quitarle el celular cuando escuchó algo que le llamó la atención.

-¿El oso polar también?- habló Kidd- perfecto, con la edad que tiene se podrá matar y utilizar la piel, mañana comenzaremos- dicho eso colgó y miró a Law quien estaba mirándolo algo molesto- ¿qué?

-¿Traficas… con animales?- le preguntó, por alguna desconocida razón el moreno estaba curioso por aquel tema, sobre todo si se trataba de osos polares

-Claro, mucha gente pide dinero por sus pieles o incluso por tenerlos como mascotas, es un buen negocio, algo arriesgado pero se gana mucho dinero- Law escucha atento lo que le decía el otro así que el pequeño oso polar acabaría convertido en unas botas o incluso en chaleco… dependiendo del tamaño una lástima recorrió su cuerpo- ¿por qué? ¿Ocurre algo?

-No puedes vender ese oso polar

-¿Qué? ¿Te has vuelto loco? Yo haré lo que quiera y si quiero vender ese oso polar lo venderé…

-Te lo compro- le interrumpió en seguida el moreno- yo seré tu comprador

Kidd no entendía nada, ¿qué demonios le pasaba? ¿Acaso se había convertido en un amante de los animales? Paseó una de sus manos por el pecho de Trafalgar Law, ellos dos, después de todo… eran algo más que socios.

El moreno sabía cuáles eran las intenciones del pelirrojo, lo conocía bien, follarlo allí mismo incontables de veces hasta acabar muerto del cansancio. Pero esta vez, era él quien tenía la sartén cogida por el mango, podía chantajear al poderoso y famoso mafioso de China. Una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios.

-¿Quieres jugar?- acercándose mucho al otro empezó a lamerle el lóbulo haciendo que jadeara de placer- jugaremos~… -cuando el otro estuvo a punto de tumbarlo en el sofá el otro lo calló- si me das el oso polar a mí

-¿Qué?- el otro gruñó enfadado, ese cirujano era muy listo cuando se lo proponía- está bien, está bien, vamos a por el maldito oso polar.

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Llegaron al gran almacén en menos de una hora era de noche por lo cual la visibilidad era muy pequeña y no pudieron andar hasta acostumbrarse lo suficiente, el pelirrojo abrió una pequeña puerta, en comparación las  otras dos las cuales eran 3 metros de altura, y los dos entraron en el lugar. Kidd encendió la luz y comenzó a buscar la caja del oso gruñendo, tener que hacer eso él mismo por tan solo sexo bueno… sexo solo no, con Law el sexo era algo muy placentero y le encantaría hacerlo con él todos los días pero no podía ser así, tenía que cumplir unas obligaciones.

-Veamos… ¿dónde estará..?- Kidd buscaba entre las cajas seguido por Law

-Si hay un animal dentro, tendrá que tener agujeros, ¿no?

El pelirrojo encontró la caja, una caja mediana en la cual estaban las iniciales O.P. , que significaban, claramente, “Oso Polar”. Con la fuerza sobre-humana que poseía Kidd, abrió la caja dejando ver al pequeño osito que había dentro. Estaba asustado, muy asustado y más cuando vio a dos hombres delante de la caja, no podía hacer nada tan solo esperar a que lo peor le ocurriera.

-Ahí lo tienes- Law miraba con cierto cariño al oso polar- ¿sigues seguro de que lo quieres?

-Sí- se acercó poco a poco al osito polar y comenzó a acariciarle la cabeza para demostrarle que no era ningún enemigo, el pequeño oso blanco empezó a no tener miedo y a dejarse acariciar con mucho gusto, a los pocos minutos este estaba cerca del moreno buscando más caricias- y pensar que fueras a venderlo… -con cuidado lo cogió y lo puso entre sus brazos.

-Negocios, vámonos

Cuando los dos entraron en el coche Law colocó al osito entre sus piernas y este segundos después se durmió siendo acariciado por el cirujano.

-¿Le vas a poner nombre?- le preguntó burlón Kidd mientras conducía

-Cállate- le bufó Law- “te voy a llamar Bepo”- pensó para sí mientras miraba al osito polar dormir.

Notas finales:

Cualquier duda o sugerencia me la podreis contar en los reviews ^^ Espero sus reviews con mucho gusto hehe

¡Besitos!


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