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Crónicas de un muchacho perfecto por Wenn

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Notas del fanfic:

Hola a tod@s! :) pues este es mi primer fic original, espero les guste :3 insisto soy un asco para los resumenes :P jajaja pero denle una oportunidad, juro no defraudar a nadie :3

Notas del capitulo:

Este primer cap. es una introducción a Mattias, el considerado chico perfecto (protagonista xD jaja) y su vida normal, espero les guste, como ya dije antes es mi primer fic original, y lo estoy escribiendo junto con otro, pero a veces me inspiro con uno y a veces con el otro y asi xD espero les guste! esperaré sus comentarios :3 Este es como una introducción, no se acostumbren a que esté tan leve(; ciao!

Mattias se despertó con el sonido del despertador. Miró su celular y encontró 26 llamadas perdidas de Miriam, y unos tres mensajes que decían exactamente lo mismo: ¿Dónde estás?, ¿Porqué no me contestas?,   Eres un idiota, ya verás mañana. Eliminar. Eliminar. Eliminar. Buzón vacio. Se volvió a recostar en la cama, y se quejó por la luz que entraba desde su ventana. Se percató de la hora que era y decidió comenzar a vestirse. Al levantarse se contempló en el espejo de cuerpo completo de su habitación y se preguntó, ladeando la cabeza y torciendo una mueca, cómo rayos llegó a estar como estaba. Hombros anchos, cintura delgada, músculos marcados,  1.79 de estatura, si jamás había hecho nada de ejercicio, más que tal vez unos cuantos años de voleibol pero la idea no lo convencía, además de que comía como animal sin engordar nada. Se dice que la gente nunca está conforme con su apariencia física, y era cierto. No estaba conforme con todo aquello, no era común, debería estar gordo, enano como sus padres y sin una pisca de músculos. Aunque claro está que estando así, tampoco estaría conforme consigo mismo. Esos eran sus razonamientos matutinos, siempre lo mismo, cada mañana. Se encogió de hombro, torciendo la mueca de nuevo, y llegó al vestidor para ponerse unos jeans flojos y una camisa que en su opinión estaba muy pegada, pero que Valentine siempre le decía: “Es la moda, y te vez súper sexy”. Súper sexy, se repetía mentalmente Matthew mientras se colocaba la camisa roja.  Muchos le decían que el rojo era definitivamente un color que le combinaba al dedillo con sus grandes ojos marrones claro rojizo (raro, se decía a sí mismo, soy raro) y su cabello negro ligeramente rizado y largo que hacía suspirar a todas las chicas de los alrededores. Vivía en un pueblo pequeño, así que los alrededores eran básicamente todos lados. Tenía que caminar hasta la escuela, pues aun no tenía un auto. Licencia pero no auto, se replicaba a sí mismo, licencia pero no auto joder.


Cuando llegó al instituto, las chicas lo comenzaban a mirar con sonrisas tímidas, y las porristas presumidas lo llegaban a saludar, ante lo cual él solo sonreía levemente. Los chicos comúnmente lo miraban con admiración, menos los populares, que lo saludaban al pasar y lo seguían a todos lados. Se había ganado una popularidad muy grande, pero no le gustaba. Siempre había sido amable, y solía reírse de todo. Hablaba con todos sin importar quiénes fueran, para él todos podían ser agradables. “Trátame bien, y así te trato yo”, era su lema de vida, pero ahora su lema lo estaba castrando. Además de que un chico con su apariencia siempre le vendría bien al grupo de los abusivos y presumidos de la preparatoria (mientras mejor parecidos, mejores candidatos), mientras más social había sido, más se ganaba a la gente y más resonaba su nombre por los pasillos. Punto para los populares.


-Matthy~-se escuchó una voz melosa detrás de él, ante lo cual solo pudo fruncir los labios y voltear para  encontrarse con la rezón número tres de su entrada al grupo social más cotizado de la escuela.


-Miriam-dijo con una sonrisa amable, como la que daba a toda mujer. Sus modales y caballerosidad lo llevaban a saludar de la mejor manera a la peor persona, pues él no juzgaba por buena o mala persona a la gente.


-¿Porqué no me contestaste las llamadas corazón?-dijo la rubia de estatura baja, piel blanca, labios gruesos, ojos grandes verdes y siendo honestos, actitud de serpiente. Voz melosa y presumida, además de una mirada venenosa capaz de doblegar a las demás chicas del instituto. Había abrazado al joven de sonrisa honesta pero molesta.


-Me quedé dormido estudiando-dijo honesto mientras depositaba un beso en la frente de la chica, que sonreía victoriosa ante la mirada de las chicas que observaban a su perfecto novio. Era verdad que se consideraba a Mattias perfecto: tenía las mejores notas, la mejor actitud, siempre los trataba bien a todos, el más apuesto del instituto y el más caballeroso de la ciudad. Era perfecto salvo por el pequeño detalle de que jamás había sido realmente feliz, pero eso no le importaba a los populares, razón por la cual…


-Te van a salir llagas en la lengua Matthew-comentó burlón el mejor amigo del nombrado.


-¡Ezequiel!-gritó entusiasmado, mientras la rubia le lanzaba al amigo de su novio una mirada asesina, la cual fue contestada cuando éste le sacó la lengua. Miriam soltó una risa altanera y se fue a tomarle el brazo a un integrante del equipo de futbol, mientras Mattias suspiraba: le esperaba otro teatrito.


-Déjala ir compañero-dijo mientras le pasaba el brazo por los hombros de Mattias, quien lo miraba sonriente-Es una bruja, no sé porqué sigues con ella, pero en fin.


Ezequiel era un chico de la misma estatura de Mattias, pero más delgado, de hombros estrechos pero músculos marcados, cabello castaño y ojos verdes traviesos. Él era parte fundamental de su grupo de amigos, los del montón, que eran los únicos que sabían sobre los sentimientos de Mattias.


-Si no siguiera con ella, me pondría realmente celoso-comento un joven de estatura baja y ojos marrones penetrantes, profundos, bien parecido, pero un poco pasado de peso. Otro miembro de los populares, pero que los ignoraba igual que Mattias. Llegó de la mano de una chica de cabellos rizados y largos, ojos azules cielo y sonrisa resplandeciente. Ésta se lanzó hacia los brazos de Mattias, quien la recibió con una sonrisa. Ella era su mejor amiga desde el jardín de niños, y siempre sería así en su opinión.-Deja a mi novia, es mía-dijo jalando sobreprotector a la chica, quien reía por la actitud de su novio.


-Cálmate, Dave-dijo la chica depositando un beso en su mejilla y volteando a ver a su amigo-¿Se volvieron a enojar?


-Ya no sé qué hacer-dijo frustrado Matthew-Siempre se enoja y luego finge que estamos bien y luego se la pasa abrazando a otros tipos-dejó salir un suspiro de derrota para luego recobrar su actitud alegre-Pero en fin, vámonos por un helado, ¿sí?-dijo dirigiéndose al más bajo de los chicos, que era el único que tenía auto.


-Eres un abusivo-dijo fingiéndose indignado, pero luego aceptando tras los ojos de gato suplicante de Mattias y Ezequiel quien también tenía muchas ganas de un helado-Pero Elle viene adelante conmigo-concluyó dando un beso a la chica y encaminándose a la salida.


-Matthew-le llamó la directora del instituto desde su espalda.


-Buenos días-dijo el joven respetuoso.


-Buenos días-dijo la mujer mayor, encantada con la actitud del mejor estudiante, mientras a su espalda sus amigos hacían muecas chistosas en contra de la bruja-¿Crees que podamos hablar un segundito?


-Por supuesto-asintió con una sonrisa, para encaminarse con la mujer dejando atrás a sus burlones amigos.


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-Tenemos unas ligeras cosas que discutir Matt-comenzó la mujer mayor de cabellos cortos, era la única maestra que le hablaba de tú, y eso le agradaba a Mattias.


-Usted me dirá-comentó con su sonrisa típica de él.


-Resulta que comenzaron a haber problemas con tu papeleo-comentó más seria la mayor, haciendo que Mattias ladeara la cabeza intrigado-El gobierno considera que un joven no debería estar viviendo solo.


-Pero nunca había habido problema-comentó consternado. Sus estudios estaban pagados de por vida por el gobierno desde que sus padres se fueron, con tal de que Mattias siguiera con buenas notas, lo cual no era precisamente un problema.


-Lo sé Matthew, lo sé-siguió la mayor-, pero insisten en que no puedes seguir así. Insisten en darte un tutor especial.


-¿Para qué?-preguntó directo el muchacho.


-Para que cuide de ti-dijo la maestra-Él no viviría contigo, pero se encargará de tu bienestar, de que no te ocurra nada, te estará visitando y haciéndote compañía.-Todo aquello se le hacía muy extraño al muchacho, ¿para qué tener un tutor que para lo único que estará será para visitarlo de vez en cuando? Le pareció completamente ilógico.


-Yo creo que no-sonrió amable el chico-Lo siento, pero no le veo el caso, no habría diferencia.


-Si no aceptas-lo miró con pesar, casi herida, lo que sorprendió al chico- , me temo que el gobierno amenaza con quitar la ayuda escolar.


Ante esto, el chico pacífico, amable y caballeroso palideció de ira, pues bien sabía que con “gobierno” se refería a “su padre”, importante funcionario, poderoso y pedante, y “su madre”, Cruela de Vil que tortura hijos y no perros. Era una Miriam crecida. Apretó con fuerza los puños, primero lo abandonaban y luego trataban de controlarlo, joder.


-Pues ya qué-dijo con ojos molestos y tristes que entristecieron a la maestra, sin duda ese chico era especial, jamás se le veía triste, enojado o aburrido, y verlo con la cabeza gacha no era buena señal-¿Cuándo llega?


-Mañana vendrá a presentarse contigo-dijo la mayor-Su nombre es Christian Raider, es un gran abogado, pero se desempeña en el FBI.


-¿Creen que me meto drogas o algo así?-preguntó sorprendido Mattias, no podía creer que fuera necesario todo eso, y menos tratándose de un agente del FBI. Abogado o no, pensaba, sigue teniendo placa y pistola.


-El señor Raider, al igual que muchos agentes, promovieron un programa de tutela-le explicó la mayor al incrédulo chico-Comúnmente adoptan de manera parcial a algún niño huérfano. En tu caso, ya se tenía previsto darte un tutor, así que se les envió una solicitud y lo enviaran a él.


“Soy parte de un concurso”, pensó frustrado el muchacho de ojos rojizos, “Soy parte de un concurso de nuevo…Están jugando conmigo otra vez… ¿Por qué no me dejan en paz?”


-Entonces mañana lo veré-dijo acostumbrándose a los hechos, ahora se daba cuenta una vez más de que su vida no era más que un infierno.


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Salió de la oficina de su directora arrastrando los pies, sacó un cigarrillo que Dave le había regalado (aunque Mattias jamás había fumado), se lo colocó en los labios y se dispuso a prenderlo con su encendedor. Cuando lo iba a hacer un par de dedos presionaron el cigarrillo dejándolo inservible y Mattias alzó la vista.


-¿Es muy malo?-preguntó Elle viéndolo con ojos maternales.


-Necesito un bote de helado y muchas películas-dijo con tristeza mientras su amiga le acariciaba el rostro con ternura. Los demás los observaban expectantes desde el auto, estaban preocupados por su amigo, sin duda siempre habían sentido esas ganas de ahorcar a la fuente de sus males.


-¿Qué pasa?-preguntó la ojiazul.


-Están jugando con mi vida otra vez-dijo al tiempo que se llevaba la mano a los labios en forma de puño-No quiero que otro idiota se meta a arruinarla más.


-¿Y si vamos por un helado, y no le damos a él?-dijo bromista Elle, mientras golpeaba la palma de su mano con el otro puño.


-Uy, eres muy ruda-rió alegre al pelinegro, mientras la chica daba una mirada victoriosa a sus amigos. Éstos se la devolvieron complacidos y subiendo al auto, esperando a los otros dos.

Notas finales:

Qué tal la introducción?? les gustó?? xD eso espero, les prometo intencidad gente!! byeshi!


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