Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

unstable-enjoyment.com ~ Digital Skin por JHS_LCFR

[Reviews - 293]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Perdonen, no revisé.

 

Libros abiertos de par en par, desparramados sobre la mesa; finas capaz de tierra en el suelo, culpa de no haber barrido; envases de fideos instantáneos tirados en el piso, en el sillón y en la cama, para no perder tiempo cocinando; ropa desparramada y hecha un bollo sobre las sillas y el televisor, así no tenía que tardarme planchándolas o buscándolas en el cajón correspondiente; aire caldeado y caliente, por no abrir las ventanas que me lastimarían los ojos a la hora de estudiar.

Sí, mi casa era un desastre.

Y encima había rendido mal.

Haber faltado a tanta cantidad de clases me la había puesto difícil, sumado a que intenté aprender el contenido de más o menos un mes en dos semanas a las apuradas y leyendo con pánico y nervios…no, no merecería haber aprobado. Era lo justo, no me había concentrado en la facultad y merecía este castigo. Por suerte en una semana podría rendir de vuelta, y únicamente lo que me había salido mal (no tendría que estudiarlo todo de vuelta). El problema era que no tenía ganas de nada, estaba tan malhumorado y cansado y me ofuscaba tanto que la casa estuviera hecha una mugre que me la pasé todo el día con el ceño fruncido y acostado sobre la mesa, corriendo lo que me molestara o agarrando lo que sirviera de almohada.

El segundero del reloj me impidió dormir: me marcaba que se me estaba acabando el tiempo para limpiar y, por ende, para estudiar y descansar. Era un constante martillar en la sien que decía “no vaguees ahí, levántate, limpia, muévete”, casi con la misma voz que mi madre cuando era pequeño y no quería ordenar mi cuarto. Terminé levantándome de mala gana y, resoplando ruidosamente (me gustaba protestar, nadie me decía nada ahora) barrí y recogí todo. Cinco bolsas, cinco bolsas de consorcio a reventar llené en media hora…hice tres pasadas con el lavarropas y desperdicié otros cuarenta minuto planchando medio dormido, amenazando con chamuscarme la mano o las remeras en cualquier momento. Cuando hube terminado, miré a mí alrededor: todo brillaba de vuelta, casi veía mi reflejo en las ventanas o en el espejo de la sala, sin embargo…algo me faltaba. Algo, algo… ¿Qué era? Mi teléfono vibró, era un mensaje de Chanyeol.

 

<< ¿Cuándo vas a aparecer? ¿Cómo rendiste? >>

 

Aparecer…Chanyeol, Yifan, Jongin… ¡Jongin! ¡Jongin rendía los finales esta semana! ¡¡Y me había olvidado!! ¡Madres, me mataría por haberlo abandonado! Ya era de noche, pero era viernes, así que no quedaría mal si caía ahora. Corrí atravesando las calles y al llegar me atendió GaEul, con los ojos abiertos como platos.

-Te pasó un camión por encima, ¿Verdad? Te ves…

-Lo sé, lo siento, me olvidé por completo de pasar—respiraba con dificultad, comer tanto ramen instantáneo había terminado de arruinarme el estado físico—Y pensé…en pasarme…para…Aigoo, calambre, ¡Calambre!—suspiré, tomándome de la pierna.

-Pasa, los demás andan como zombies, pero con suerte responderán—dijo entrando a la sala.

Y en efecto, llegue y nadie pareció notarlo: Yifan y Chanyeol apoyaban las frentes sobre la mesa, tapándoselas con los brazos, GaEul-ssi bostezaba y anunciaba que iría a ponerse el pijama para más tarde irse a dormir, y Jongin…Jongin estaba…alucinante. Se había dormido levemente, cabeza hacia atrás y desparramado sobre la silla, no había notado mi presencia en absoluto y roncaba suavemente. Pero no fue su postura sino otra cosa la que me hechizó esa vez: gruñía mi nombre, como llamándome.

-Ha estado así desde que te fuiste, se ha vuelto insoportable ya—bromeó GaEul.

-¿Ah, sí? ¿Me extrañó mucho?—Me acerqué a él inconscientemente para pararme detrás y dejar que apoyara la cabeza en mi estómago, no quería que se contracturara después.

-Peor. Kevin y yo lo hemos encontrado varias veces tocándose…ya sabes, pensando en ti.

¿¿¡¡P-P-PPero qué no veía que había gente ahí escuchando!!?? Instantáneamente le tapé los oídos a Kai, que seguía murmurándome, buscándome en sus sueños. Me llamó la atención que dijera “Kevin”, así me había dicho Yifan que se llamaba en Canadá, su hogar: por lo visto, se habían vuelto cercanos; me pareció estupendo y no pude evitar sonreír: si lo pensabas bien, éramos como una familia. Una familia rara, pero unida y cálida, ayudándose mutuamente y no dejando a nadie atrás. Salvo yo, que desaparecí del planeta socialmente durante dos semanas enteras para nada, y tenía llorando y anhelándome al chico que me volvía loco. De pronto lo vi: Jongin, disimuladamente y por debajo de la mesa, tenía su mano apoyada en su entrepierna. ¡No piensen mal! Sólo la tenía apoyada, pero su…emh…“entusiasmo”…era notable, muy notable. Enrojecí por completo, sentí el calor abrumarme y levanté la cabeza, intentando despejarme.

No, no podía pensar en su “eso” y en “lo otro” ni bien lo veía, quedaría mal; pero lo extrañaba tanto…y si bien podía manejarme solo en casa, como aquella noche (ay, madres…me da vergüenza todavía hacerlo), necesitaba mi…“dosis”…diaria de Jongin. La dosis que no había recibido durante dos semanas.

-Disculpen—dije, carraspeando; todos se levantaron sorprendidos, saltaron y gritaron “qué pasó” o “yo no fui”—Bah, Jongin...—me encontró detrás de él, se sorprendió de verme—¿Podría pedirte que me acompañes a casa? Necesito decirte algo en privado—y, tomándole de los hombros, apreté el agarre, esperando que me entendiera.

-C…claro—Estaba sonrojado, se miró disimuladamente allí abajo y enrojeció más aún—Sí, vamos.

Arrastrando la silla, se levantó y caminó a paso cansado conmigo hasta la puerta. Me despedí con la vergüenza carcomiéndome a pleno; Yifan y GaEul sabían qué pensaba hacer ya, y Chanyeol se estaba riendo: estaba quedando tan mal…pero, entiéndanme. Ya no aguantaba más. Arrastrando los pies, Jongin me acompañó a casa, adormilado y bostezando ruidosamente, cruzando calles y doblando esquinas, fui mordiéndome el labio: no, tenía que volver, disculparme y quedarme con todos. No tenía cara para arrancarles a Jongin así, de repente y despedirme secamente, ignorando los problemas de los demás; pero estaba cansado de hacer lo que los demás  quisieran, y ninguno se había notado molesto con la acción que había llevado a cabo. De pronto, cuando Kai daba cabezazos mientras caminábamos a casa, intenté hablar para despertarlo.

-¿Te fue bien en el colegio?—titubeé, no se me ocurría nada y me cuidaba de que no tropezara con el cordón.

-Mmh…te extrañé—murmuró, tenía los ojos cerrados y con suerte caminaba en línea recta.

-Yo también, yo también, cuidado la vereda. ¿Aprobaste? ¿Reprobaste? ¿Ya rendiste todo?

-Mmmrgh… ¿Tú?

Fruncí el ceño, ¿Qué significaba “Mmrgh”? ¿Sí, no, me hago el tonto y no te respondo porque reprobé? Llegamos a casa y no pude seguir hablando; cuando extraje las llaves para abrir la puerta, sentí que me abrazaba por detrás, apresándome contra el picaporte, casi hundiéndomelo en el estómago.

-Estás calentito—susurró, casi riendo—Te extrañé tanto, Kyungsoo—dijo con tono distante mientras recorría mi pecho sin vergüenza—No me gustó estar solo…“atenderme” solo…

-Ah… ¿Ah, no?—dije desinteresadamente mientras abría la puerta como podía; no me dejaba pensar, no podía sinceramente, la imagen de Kai haciendo lo mismo que yo, escondido de Yifan y GaEul, explorándose a sí mismo, llamándome dormido…Dios, mi control…—Pues, falta poco para que rinda, luego podrás volv---

En el segundo que cruzamos el umbral, cerró la puerta detrás de sí y se abalanzó encima mío, tirándome al suelo, estrellándonos a ambos en un abrazo sofocante y posesivo.

-No vuelvas a abandonarme así—me retó, caprichoso—No sabes o difícil que fue…Yifan me retaba porque le arruinaba las sábanas…no fue agradable, pero tampoco lo podía controlar…

Me estremecí por completo, me dieron ganas de…bueno…cómo decirlo…

…jugar. Sí, jugar, molestarlo: la idea surgió de repente y me había electrizado el cuerpo. Acaricié con la punta de mis dedos su brazo hasta llegar al codo, trazando una línea que le diera cosquillas.

-¿Qué soñabas que ensuciabas la cama, eh?—me mordí el labio, en mi mente sonaba más erótico y menos patético, pero bueno…había que intentar, y con la prácticas se hacía el maestro.

Sin embargo, el efecto en Kai fue completamente diferente: pareció haberse revitalizado, se revolvió sobre mí y rápidamente habló con suavidad mientras me bajaba el cierre de la campera.

-Que estábamos solos…y que tú estabas enfermo…—no entendí al principio, y terminé torciendo la cara por la duda, ¿Le excitaba ver gente enferma?—Tenías fiebre…linda fiebre…—siguió—Y estabas en la cama, así, destapado…e hirviendo…y todo sudado—Su mano terminó de bajar el cierre, se abrió paso bajo mi remera y continuó hablando—Otra vez soñé que estábamos solos en casa, mi casa…y que se te había acabado el agua caliente, y tuviste que salir porque te habías congelado con el agua fría, pero no había toallas…ése fue uno de los mejores—rió mientras bajaba a besarme el estómago.

Cerré los ojos por el contacto: la abstinencia estaba desapareciendo poco a poco, cada beso, cada caricia de Jongin era una inyección de fuego, una que iba directamente a los nervios, descontrolándome.

-¿Tuviste algún sueño favorito?—pregunté, tirando suavemente de sus cabellos.

Tarareó a modo de afirmación, no tardó en hablar. Le tirabas un poco de la lengua, y perdía toda vergüenza.

-Era de tu primera vez…nuestra primera vez queriendo, con cariño. Y con los roles cambiados, claro. Fue tan lindo verte gritar así, con un brazo sobre tu cara, tapándote los ojos…—recordé el cuerpo moreno de Jongin sobre mí, adentrándose y meciéndose con cuidado de no lastimarme, ahogué un gemido al sentir los dientes de Kai pellizcando mi piel—Pero más me gustó cuando te corriste…manchaste todo, todo, todo, todo…Fue volcánico, hermoso—rió.

Sus dedos se concentraron en mis pectorales…bueno ya saben dónde. Fue un leve apretar, y detonar un botón en mi cabeza que me hizo chillar de emoción. Sus besos sonoros en mi mandíbula o detrás de la oreja me nublaban la vista, estaba tan sensible que me desmoronaba emocionalmente…veía cualquier cosa, oía cualquier cosa, pero sí podía percibir a Jongin sobre mí, jugando con mi cuerpo, deleitándose con ese juego previo. Y por ende, deleitándome a mí también con sus habilidades.

-¿Tú me extrañaste a mí, Hyung?

Era difícil hablar con su cabeza viajando por mi cuerpo y sus manos bajando hasta mi pantalón.

-Tanto que…me…—no, daba mucho bochorno decirlo—Te copié—admití, sonrojado mientras arqueaba mi espalda.

Se detuvo de inmediato y se sentó sobre mí, manos en alto y ojos como platos.

-Te masturbaste—aclaró, anonadado—Tú, Do Kyungsoo, niño bien, educado y respetuoso… ¡Te sobaste el ---

-¡¡¡¡KIM JONGIN!!!!—le tapé la boca con una mano, para golpearle suavemente la nuca con la otra—¡¡Esas cosas no se dicen, caramba!! ¡Si serás boca sucia!

Imaginé que empezaría a carcajear por mi cara, por mi repentina timidez o simplemente comenzaría a darme consejos sobre cómo…atenderme. Pero para mi sorpresa, empezó a gatear para acercar nuestras caras, chocando narices y casi compartiendo el aire que respirábamos. Se quedó así unos segundos, mirándome fijamente, asustándome. Sus labios estaban levemente abiertos, pero no se movía para besarme y tampoco parecía querer hablar. Por mi parte, no podía esperar ninguna reacción, ningún movimiento o pensamiento cuerdo; estaba tan…ansioso por estar con Jongin que tenerlo ahí, haciéndome esperar, me hacía perder la cordura. Estaba tan… “loco” por él que el simple hecho de tenerlo pero no tenerlo ahí, cerca pero no cerca, me excitaba inmensamente más de lo que jamás llegué a imaginar. No vi en ningún momento su mano deslizarse por mi estómago, bajar hasta mi jean y desabotonarlo usando sólo dos dedos, el ruido del cierre bajándose fue lo que me despertó.

-¿Aquí?—dije perplejo—P…pero el suelo está frío…y ordené todo…

-Shh—siseó, su aliento durmiendo sobre mis labios, haciéndoles cosquillas—No hables, no digas...nada.

Me estaba tocando… ¡Me estaba tocando cerca de “eso”! La primera vez me había abrazado o me había besado, pero siempre del ombligo para arriba, pero ahora…ahora…ay, madres, al diablo el ombligo…madres, madres, madres…Bajó sus dedos y apenas, apenas apenitas, tocó con el dedo índice mi…bulto. Sí, bulto…suena tan vergonzoso…

Más bochornoso fue el chillido de mujer que pegué al sentir esa pequeña y apenas firme presión contra la tela de la ropa interior. Para mí era un lugar tan prohibido, que no se tenía que tocar salvo para ir al baño…y ahora, Jongin con sólo apoyar un dedo hacía que me retorciera en el suelo, pidiendo más en mi fuero interno, gritando por más contacto con los nervios a flor de piel.

-¿Te incomodó cuando te lo hiciste?—preguntó en un hilo de voz, mientras apoyaba sus dedos delicadamente sobre el bóxer. Negué con la cabeza, apretando los labios; si hablaba, iba a chillar más que otra cosa—¿Cerraste los ojos?—asentí—Entonces estabas pensando en alguien—sonrió—En quién, Hyung, dime.

Sus dedos estaban estratégicamente posicionados alrededor de mi virilidad, lista para cualquier movimiento, y mi bóxer empezó a humedecerse cuando pensé la respuesta. Me daba muchísima vergüenza contestar en voz alta, tendría que cerrar los ojos y fingir que estaba en otro lugar, como aquella pared, de la cual había dejado de caer mágicamente, encontrándome de vuelta, parado, observando a través de la neblina.

-Dime en quién pensabas cuando lo hacías, Hyung. Vamos—me alentó con un suspiro lascivo.

En mi cabeza, el paisaje ya no estaba borroso, sino que había una pequeña figura esperándome del otro lado, parado y con una amplia sonrisa en el rostro: era Jongin, llamándome, con su voz apagada por alguna razón. Parpadeé y las imágenes de él sobre mí y en aquel campo desierto se intercambiaban, no sabía qué hacer.

-No tengas vergüenza—me dijo Jongin, usando su mano libre para acariciarme la mejilla, quemando, ardiendo—Dilo con mímica si quieres, pero necesito que lo digas. Necesito oírlo.

Repentinamente estaba caminando hacia él, la pared había desaparecido y el piso era visible y plano, sin pozos ni trampas oscuras, no era tan malo salir, sobre todo porque allí estaba esperándome alguien muy importante para mí.

Una vez estuvimos frente a frente, sonreí y vi cómo levantaba su brazo, extendiéndolo hacia mí. Tuve que imitarlo, sintiendo cómo lo que nos rodeaba, tanto real como imaginario, se hacía pedazos, se destruía, pero no nos lastimaba, no nos involucraba en su caos.

-Kyungsoo-yah—llamó nuevamente—Dime en quién estabas pensando—dijo, pero no en tono molesto. Él ya sabía la respuesta, y aún así me obligaba a contársela.

-Pensaba…—me costaba respirar, mi cuerpo ardía de pies a cabeza, temblaba y no podía mantener dos situaciones al mismo tiempo (la de mi cabeza y la de la vida real), me desconectaba constantemente—Pensaba…

La proyección mía y de Kai entrelazando dedos y riendo tontamente hizo explosión en mi cabeza, entrando todos mis sentidos en erupción. Me lamí los labios y abrí los párpados, encontrándome con Jongin iluminado por la luz de la calle que atravesaba débilmente las cortinas; sus ojos brillaban con emoción y respiraba por la boca. Ya no se veía tan confiado, casi que podía ver un atisbo de tristeza en sus gestos, como si su cara estuviera contraída en la decepción.

-Pensaba en ti—dije al fin, viendo cómo respiraba hondamente, aliviado—Todo el tiempo pensé en ti.

Rió, nervioso. Note el efímero resplandor de una lágrima cayendo por su mejilla.

-Me hiciste creer que no, tonto. Me preocupaste—sonrió.

-Siempre pensaré en ti, Jongin—confesé, cara ardiendo a mil grados e intentando calmarlo—Siempre.

Ladeó la cabeza para besarme al tiempo que su mano subía hasta el elástico de mi ropa interior. Cuando se separó, apoyó su frente contra la mía.

-Siempre—me recalcó—Siempre, y sólo en mí.

-Lo prometo.

-Más te vale.

-Por supuesto.

-Porque eres mío.

-Así es.

-Y yo soy tuyo.

-Lo sé.

-Bien.

-Bien—accedí.

-Ahora, ¿Quieres comparar?—inquirió, picarón.

-¿De qué hablas?

-Ya sabes, tu imaginación con la realidad—se encogió de hombros—No es lo mismo imaginar lo que te puedo hacer…que el hecho de que te lo haga directamente.

-¡J…Jongin!

-Puedes tocarte todo lo que quieras, incluso en frente mío—se pasó la lengua por los labios—Pero, y lamento decepcionarte, tu mano no me llega ni a los tobillos—murmuró contra mi oído.

 

 

A la mañana siguiente, desperté en mi cama, arropado y por culpa del olor a quemado que venía de la cocina. Alguien me había llevado hasta allí después de lo ocurrido a la noche con Jongin, y probablemente había sido él, porque no me acompañaba en el lecho y se le escuchaba gritar desde la otra punta de la casa.

-¡Y métete el pollo en el culo, cocina chota! ¡¡Dios, qué humo de mierda!!

Cuando la neblina negra alcanzó mi pieza (la puerta estaba abierta), corrí hasta llegar a la cocina, el caos era indescriptible.

-¡Jongin!—estaba preocupado, tenía la cara negra y se giró hacia mí, rabioso.

-¡¡ME RETAS Y TE DOY CON EL POLLO POR LA CABEZA!!—me bramó, señalándome con el guante de cocina.

-¿¡Qué hiciste!?

-¡Lo metí al horno, nada más! ¡Es esta mierda que no quiere andar!

Saqué cuentas, me pasé una mano por la cara.

-¿Le sacaste la bolsa de náilon de adentro?

Silencio, maldijo entre dientes y tiró el guante al piso, encerrándose en el baño. Cuarenta minutos después, no había ni pollo ni nada para comer, decidimos tomar café para evitar discusiones y, entre sorbos silenciosos y de vergüenza, Kai dio un respingo al escuchar su teléfono. Mientras se dirigía a buscarlo, noté sus manos rojas e hinchadas, probablemente se quemó hasta que encontró el guante; anoté mentalmente pedirle que se alejara del horno y del microondas; no sólo por él, sino también por mí. Sin ofender.

-Noona—dijo volviendo al comedor—Waah, calmada, no me grites…habla despacio—protestó; pude verlo palidecer—No jodas, en serio, no lo hagas—Se dio vuelta y corrió a la computadora, me levanté arqueando una ceja—Espera, ¡Que esperes, te dije!

Cliqueó varias veces y, a medida que me acercaba, noté una gran imagen con la bandera de Corea del Sur arriba, al lado de la de la Cámara de Justicia en la pantalla.

Se me fue el aire.

-¡¡Ya vamos para allá!!—gritó, cortando; se giró hacia mí—Cerraron la página.

Pasaron los segundos, no pude moverme. Kai pareció perder noción de las cosas, pues volvió a tener esa mirada muerta, perdida que noté la primera vez que lo conocí, en el baño del club.

-…Cerraron la página…—repetía.

No, no importaba cuántas veces lo dijera. No lo podíamos asimilar.

 

Notas finales:

El nuevo papa es argentino...

...no tengo palabras, sinceramente. Y no en el buen sentido.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).