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unstable-enjoyment.com ~ Digital Skin por JHS_LCFR

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-¿Tú eres el responsable de esto?—preguntó, señalando el refrigerador vacío.

Asentí, avergonzado. Suspiró y se cruzó de brazos, pero su postura ahora era más relajada.

-¿Me estás diciendo que Jongin está comiendo? ¿Y bien?

-Había muchas cosas…vencidas; pero logré cocinarle algo—titubeé, daba miedo.

 

~Flashback~

Del pánico di un paso para atrás, de forma que pudiera esconderme tras la puerta cuando ésta se abriera, pero el baño era tan chiquito que pisé la cortina y la arranqué de su lugar junto con el palo, delatando mi posición. Ay madres…

-¿¡Quién anda ahí!? ¡¡Si vienes a robar más vale que te largues, aquí no tenemos nada!!—bramó dirigiéndose a la puerta, que cuando se abrió bruscamente casi me barre en el camino, pero yo ya estaba patas arriba en la bañera, habiéndome lastimado nuevamente la cadera—Pero, ¿Qué carajo…?

-¡No me mate, señorita! ¡¡No me lastime, señorita!!—“Nunca faltarle el respeto a una dama”, decía mamá, “Por ende, tratarla de más joven”—Señorita, yo sólo le cociné a Jongin y le planché el---

Me tomó del cuello de la remera. Sentí un perfume feito y aliento a bebida y tabaco. Su piel estaba reseca por culpa del cigarro; sin embargo, la jovencita tenía los mismos rasgos que Kai: los mismos labios, los mismos ojos penetrantes, sólo que ella los adornaba y embellecía con las típicas virtudes de la mujer…aunque se viese rabiosa en aquel momento.

-¿Qué le hiciste?

-F…f…fu…fue al colegio, señorita. T…tenía muchas faltas. No lo podía dejar durmiendo ahí—levanté los brazos, en señal de hallarme completamente indefenso, la cortina se me había enredado en las piernas y me las estrangulaba soberanamente, hiriéndome.

Entrecerró los ojos y me miró de arriba abajo, acto seguido me soltó y marchó a la cocina.

-¿Qué hiciste con la comida?

-Le cociné. Le hice la cena y el desayuno—se me ocurrió una idea, aunque temblaba—Q… ¿Quiere que le cocine algo, noona-ssi?

Se giró hacia mí, mirada filosa y postura erguida, como en posición de ataque. Llevaba un vestido rojo apretado y la trenza en su cabello se encontraba arruinada, con mechones saliendo disparados hacia cualquier lado.

-GaEul—me espetó—Y no me digas “señorita”; lamentablemente no soy tan joven.

~Fin del Flashback~

 

-¿C…cómo está?—pregunté luego de servirle el plato.

Masticó lento, ceño fruncido y mirada fija en el plato. Tragó y pareció pensárselo, se limpió con una hoja del rollo de cocina.

-Hacía mucho que no comía así. ¿Jongin te invitó?

-¿Eh?—¿Qué hacer: responder al cumplido y contestar la pregunta o al revés?—Gracias, en realidad…Jongin no me invitó.

-¿Entonces qué haces aquí?

-Pues…emh…

No podía contarle la verdad, pero a la vez, ¿Por qué no? ¿Sabría ella del trabajo de Jongin? ¿Por qué lo dejaba hacerlo si era así? Me lamí los labios, nervioso. No era la primera vez que no sabía qué hacer, pero la mirada penetrante de la señorita GaEul y el factor de que Kai no estuviera allí para ayudarme me hacía temblar: no quería que ella también me pensara como un pervertido acosador disfrazado de una cara “tierna” (según dicen) como la mía, con una actitud “adorable” (dicen) como la mía.

-Te estás tardando demasiado en contestar—susurró, agarrando firmemente el tenedor.

Sucumbí y termine explicándole todo; sorprendentemente, me dejó tomar asiento frente a ella y me escuchó tranquila y silenciosamente, una vez hube terminado jugó con la comida, apoyando su cabeza en una mano y el codo sobre la mesa.

-Entiendo; pero sabes que Jongin no te quiere, ¿Verdad?

Abrí los ojos. ¿Cómo? ¿Cómo era eso? ¡Si me besó!

-Te está usando para que le des de comer. E incluso tú le diste dinero, ¿Crees que va a cambiar su actitud de un día para el otro por un cameo tuyo en su vida? No, señor. Yo le enseñé a no confiar en la gente, y así lo hará. Ya pagamos las consecuencias de confiar a ciegas y así estamos.

Lo que decía la señorita GaEul hería bastante, pero en cierto punto tenía razón. Cuando conocí a Chanyeol no me volví más ruidoso y boca sucia, y eso que él ya estaba dando vueltas desde la secundaria…

-¿P…puedo preguntar por qué?—tartamudeé; si quería ayudar a Kai, tendría que saber más de su famiñia.

-¿Por qué, qué?

-Por qué están…viviendo así, como lo hacen ahora.

No quise sonar rudo o descortés, eso era faltarle el respeto al otro. “Y hay que tenerle respeto a todos”, decía papá, “Trata a los demás como quieres que te traten, en una de esas seguro vuelve”. Pero no volvía, nunca volvía. Ni siquiera con Yifan: no había logrado ni la mitad de cosas que quería vivir con él.

-Es un pozo profundo, chico. ¿Vas a dar el paso igual?—inquirió, divertida.

Asentí.

-De acuerdo, no me hago responsable—se levantó y llevó el plato al fregadero, donde empezó a lavar con desgana—Somos tres hijos: yo, SuJin y Jongin. Entre Jong y yo hay 9 años de diferencia; entre SuJin y Jong, cinco. Por motivos que no mereces saber, y no te ofendas, nuestros padres murieron en un accidente de coche. Una noche cualquiera, una carretera cualquiera, ¡Pum! Listo, muertos, tengo que cargarme la casa entera a los hombros—espetó, frustrada y refregando con frenesí—Jongin recién terminaba primaria y SuJin ya casi terminaba la secundaria, por lo que le pedí que me ayudara a conseguir dinero para…bueno, subsistir—el plato estaba ya blanco, como el vaso y los cubiertos, ¿Por qué los lavaba de vuelta?—Pero la muy perra se cogió a su profesor de Química y se comprometió con él a mis espaldas cuando cumplió dieciocho; incluso falsificó mi firma para el permiso—Me levanté, se lastimaría las muñecas si seguía así—Conclusión: SuJin se fue al diablo y yo me quedé con Jongin, secos, completamente secos porque la señorita quería su puto vestido blanco para la boda y se llevó todo, ¡Todo se llevó y ahora Jongin hace esas horribles, HORRIBLES cosas para--!

Crash, el plato resbaló y se estrelló contra el piso. Corrí a apartarla para empezar a barrer, se hallaba descalza y se podría lastimar los piececitos con los pedazos punzantes y filosos. Mientras juntaba todo con cuidado, noté que tenía lindos pies: pequeños, tenía las uñas pintadas con un blanco claro, como indicando que se rehusaba a usar rojo (color que mamá me decía que era fuerte, como las mujeres que lo llevaban; ella siempre llevaba rosa claro, delicado, suave). El claro color me hizo pensar bastantes cosas tontas: que con su vestido era alguien que no quería ser, pues ese one-piece apretado y con un dragón blanco a lo largo resultaban casi atemorizantes en comparación a quien veía bajo él. Una señorita no tan joven que sintió desperdiciar su vida, pues todo le había ido mal, llorando en la cocina de su casa de dos puertasy sin paredes internas, tapándose la cara y sin arreglarse el hermoso cabello ondulado que poseía, oculto tras una destrozada trenza.

Dejé caer los restos del plato en el cesto de basura y me acerqué a ella, cuidándome de no espantarla. Con mucha, muchísima vergüenza, le tomé de los hombros y la abracé como pude, palmeándole tranquilamente la espalda (es lo más correcto para un primer abrazo, pensaba yo). Sorpresivamente se deshizo entre mis brazos, gimiendo y temblando; media hora después, se dejó arropar para dormir. Antes de sumirse en el mundo de los sueños (o pesadillas, según me contaba ella), me reveló que trabajaba de bailarina exótica en un bar, pasándose toda la noche subida a un tubo de acero mal limpiado y llegando recién al mediodía, donde dormía y recuperaba fuerzas para volver a trabajar.

“Eres tan suave con todos. Estás tan indefenso…Jongin te hará pedazos”; me dijo triste antes de cerrar sus párpados. Asentí, no muy de acuerdo, y contuve las lágrimas sonriendo. Incluso me permití cantarle cuando se movía inquieta, susurrando palabras que no puedo repetir porque se me quiebra el alma.

…Porque estamos rotos.

¿Qué debemos hacer para recuperar

Nuestra inocencia

Y todas las promesas que adoramos?

Danos vida otra vez,

Que sólo queremos serlo todo…

¿Saben? En mi caso, cantar tiene algo malo. A mis ojos, lo peor que te puede pasar cuando cantas es que se te quiebre la voz. ¿Por qué? Porque es ahí donde te das cuenta que cada palabra que brota de tu ser está repleto de una carga emocional que necesitas descargar, pero cuando te escuchas roto al armonizar es imposible que ignores los recuerdos que te vienen a la cabeza.

En resumen, terminé cruzándome de brazos en la cama, al lado de GaEul, y hundí el rostro, tratando de ahuyentar a la imagen de esa persona caminando lejos de mí, saliendo por la puerta, dejándome sin ropas, completamente vulnerable y sin nada más que vergüenza por mi fragilidad.

 

 

-¡Hyung!—abrió la puerta ruidosamente y comenzó a saltar—¡Hyung, Hyung, Hyung! ¡¡Mira lo que me compré!! ¡Es más rica, es marrón y dice “chocolate”! ¡HYUUUUUUNG!—bramó al no encontrarme.

Salí del baño retándolo por lo bajo y con la cortina en las manos: es el día de hoy que no sé cómo poner el palo, y si logro colocarlo, me olvido de pasarle las argollas de la cortina.

…gracias, Jongin.

Por lo bajo le reprendí que no mirara antes de entrar, que GaEul estaba durmiendo y que necesitaba descansar, El chasqueó la lengua contra el paladar y me levantó un hombro. Me sacó: eso era no respetarme, y quedaba de muy mal gusto a la vez. Se lo golpeé suavemente y le agité el índice frente a la cara.

-Y no me lo vuelvas a hacer, que no te doy más dinero para la leche.

-¡No~!

-¡Chist! Deje dormir a su hermana y haga los deberes, callado.

-Pero…

-¡¡CHIST!!

A los quince minutos Kai se sacaba los sesos resolviendo una ecuación mientras yo pasaba el trapo de piso en el tocador: la suciedad que había allí me retorcía el estómago, encontré varios bichos aplastados brutalmente detrás del lavamanos y el inodoro. ¿Cómo no se daban cuenta? Si tenían un palo y un trapo, ¿Por qué no los usaban?

Ponte en el lugar de GaEul o de Kai…

…¿Tú, tendrías tiempo y ganas de hacerlo?

Callé a mi consciencia y seguí limpiando, pasándome las siguientes dos horas repasando y trapeando y refregando el tocador. Cuando me decidí por la cocina, noté que no había productos de limpieza, con suerte había detergente. ¿Cómo tenían rociador para el baño pero no para la cocina? Contuve las ganas de renegar, como siempre y busqué mi pantalón.

-Kai…me voy al supermercado.

Escuché un estruendoso cierre de un libro y el lápiz caer al suelo, rebotando contra el piso sin baldosas ni madera.

-¿¡Esos grandes que ocupan una manzana y que tienen escaleras eléctricas y tienen sandías?

-¿Sandías?—¿Les gustaban?

-¡¡¡Sí!!!—abrió los brazos—Así de grande, y cuando te las comes queda la cáscara en forma de sonrisa, está genial.

-Bueno, entonces, sí…voy a ése tipo de supermercados—en sus ojos se reflejaba el brillo de la emoción—Quieres… ¿Venir conmigo?

Me abrazó y sonreí, a pesar de las palabras de GaEul-ssi.

Luego, antes de irnos, le hice levantar el lápiz.

 

 

-Noona me preguntó dónde estamos, que ya se tiene que ir a trabajar.

-Respóndele, dile que tardaremos una hora y media quizás, hay que llenar la heladera y comprar cosas de limpieza—le dije, buscando la góndola de enlatados.

Mientras tipeaba concentrado, le tiré del hombro y lo dirigí a cada zona: limpieza, enlatados, harinas, panadería (se quedó sentado en frente del mostrador durante quince minutos, oliendo el pan recién horneado), la pescadería fue la peor (comenzó a chillar cuando vio los pescados muertos, con sus ojos saltones) y nos detuvimos en la frutería cuando un curioso pensamiento me cruzó la cabeza.

Le hice el desayuno y me tuvo contra el refrigerador…

Si le compro dos o tres sandías…

¡¡¡¡…!!!!

Me paralicé: ¡Cómo iba a pensar eso, degenerado! Jongin no pareció notarlo porque sobaba las frutas con amor, como si fueran un premio, un milagro. Lástima que se confundió y terminó abrazado a un melón, pobrecito. Le indiqué dónde estaban las sandías y enloqueció: la cosecha había sido buena y estaban gigantes, pude ver a Kai con los ojos vidriosos.

-Cómprame, cómprame, cómprame…--lloriqueó, tironeándome de la remera.

Yo me sonrojé hasta las orejas, el vendedor me miraba de una forma rara, y si bien se limitó a levantar una sola ceja, su cara daba miedo. Levanté dos dedos, mudo y tembloroso con Jongin apoyándose sobre mí y agarré las dos sandías: Jongin llevó el carro durante todo la compra, contento. Incluso tomaba carrera y técnicamente saltaba sobre el carrito, sobre los fierros que sobresalían arriba de las ruedas: lo perseguí corriendo a través de los pasillos, temiendo que se cayera.

En el nivel de arriba, el 2, se hallaba todo lo que fuera electrodomésticos y Kai, sorprendentemente, se aburrió en aquel sector (fuimos sólo para mirar, no me caía el dinero del cielo). Lo que terminó de asombrarme fue cuando llegamos al sector librería: Jongin caminó hacia unos volúmenes de la Guerra Fría y empezó a girarlos, abrirlos, cerrarlos.

-¿Te gusta la Historia?

-No lo sé. Sé que la mejores notas las tengo en esa materia—dijo pasando las hojas y deteniéndose cuando empezaba un nuevo capítulo sólo para leer los títulos en negrita.

-Yo trabajo en una tienda de libros, puedo prestarte algunos si pido permiso—no era una biblioteca, pero el dueño me quería bastante.

Levantó la cabeza (no mucho, era más alto que yo) y me buscó los ojos.

-¿En serio? ¿Harías eso por mí?

-Por supuesto—sonreí.

Rió seca y silenciosamente, guardó el libro en su lugar y nos dirigimos a la caja. A cada paso, la voz de GaEul-ssi asomaba como humo y se filtraba en mis pensamientos: quizás, sólo quizás, tendría razón. Ahí estaba yo con un carro repleto de comida para él, le había limpiado parte de la casa y lo había alimentado desde el día anterior. Quizás era demasiado compasivo. Quizás…quizás…

-¿Eran tus amigos?

-¿Eh?—¿A qué venía eso?

-Anteanoche—aclaró—Esos que estaban ahí… ¿Eran tus amigos?

-Ah, sí…sí, sí. Chanyeol y Yifan.

Avanzó como un zombie, pasos pesados y lentos, parecía haberse cansado de llevar el carro. Mientras esperábamos en la cola, apoyó los codos en el chango y comenzó a jugar con una naranja en la mano.

-El rubio estaba bueno.

Dejé de moverme.

“Estás tan indefenso”

-¿Ah, sí?—pregunté mordiéndome el labio, mirando fijamente mis zapatos.

-Sí, hoy en la escuela pensaba: nos vendría bien un chico así en el departamento.

-¿Qué departamento?

-En el que filmo.

“Te hará pedazos”.

Sentí que me tiraba al suelo y me tajaba el pecho, sacándome todo de adentro, dejándome vacio, como un cuerpo sucio, un cadáver mal embalsamado. La sensación de vacío era horrible: me hormigueaba el torso desde adentro, desde los músculos, los huesos parecieron desintegrarse, hechos de polvo, como apolillados, tuve ganas de vomitar, de llorar. Quise tirar el chango y marcharme mientras las frutas se estrellaban contra el piso, como mi cabeza sentía que golpeaba contra una pared de cemento maciza, matándome. Pero era un niño educado y respetuoso, tenía que portarme bien.

-Creo que ya gusta de alguien—comenté, como si eso llegase a herirlo.

-¿Ah, sí?—luego chasqueó la lengua—Si me lo propongo, puedo hacer que se fije en mí. No voy a negar que soy atractivo.

Otro tajo, desgarrador.

-Es un chico ato, de cabello negro. Muy delgado…y tenía una gran nariz y una risa burlona que me cayó mal—increíblemente, me estaba relajando al hablar así, empecé a pisar con entusiasmo—Como creyéndose mejor que Yifan, que cualquiera.

-Alto, ¿Muy alto? ¿Tenía grandes bolsas bajo los ojos y hablaba mal coreano?

No quise, pero fruncí el ceño.

-….Ssssí…

-Tao—sonrió—Sí, es bastante orgulloso. Pero dentro de todo es un buen tipo. Trabaja conmigo.

-¿¡Cómo!?

Ya habíamos llegado a la caja y asusté a la jovencita de coleta firme, que ahogó un grito. Le pedí disculpas y empezamos a pasar todo, cargando del otro lado con las cosas en cajas colocadas como piezas del Tetris en el carrito. Procuré hablar por lo bajo.

-¿Conoces a ese chico? ¿Al chico de la tienda?

-Iba con un chico bajito y castaño con cara de miedo, ¿No?

Recordé al que salió llorando: ¿Encajaba? Sinceramente, levanté los hombros y siguió hablando: aparentemente el chico había venido de China sin saber una palabra (como Yifan) hacía ya tres años porque había discutido con sus padres ya que quería abandonar la escuela para concentrarse completamente al wushu.

-Por eso se puso Wushu ZT: Wushu ZiTao.

-Aaaah—ni idea, no recordé ver su nombre en las solapas de la página.

Siguió contándome: aparentemente también había venido de incógnito, como que se había escapado de su casa enojado. Y claramente, le había salido mal, porque lo interceptaron en el aeropuerto y lo llevaron al “Departamento” (lugar donde trabajaban) al ver que no entendía el idioma y carecía de permiso de un adulto responsable.

-¿¡Cómo es eso!?

-Falsificó las firmas de sus padres y de alguna forma logró volar hasta aquí. Cuando lo atraparon, terminó viviendo con los “cuidas”, hasta que se empezó a portar bien y le trajeron a Baekhyun para cuidarlo.

-¿Cuidarlo?

Suspiró, claramente era demasiado tonto.

-Los “cuidas” son los que se lo llevaron y lo encerraron en lo que ahora sería su casa—dijo mientras llevábamos las bolsas en las manos, cortándonos la circulación y cruzando las puertas eléctricas—Se aseguran de que cumplas las reglas y te vuelvas un “nenito sucio y obediente”, dicen ellos. Luego, te ponen a prueba dejando que cuides a un nuevo secuestrado. Si lo retienes de la misma forma que te retuvieron a ti, prometen pagarte más. Si intentas escaparte con él, te agarran y bueno…o te matan o te azotan de forma que no te vuelvas a mover.

Tragué dificultosamente. Me daba miedo preguntar.

-¿…Y tú?

-Yo no fui raptado—sonrió, cruzando la calle—Yo me propuse voluntariamente. Y eso supone un trato completamente diferente. No bueno, sino diferente.

No iba a preguntar, ya había escuchado suficiente. Caminamos las cuadras restantes y llegamos a la casa, efectivamente vacía pues GaEul se había ido a trabajar. La alegría que irradiaba Jongin mientras llenaba la heladera aturdía: contaba las frutas y las acomodaba, miraba las verduras y las organizaba por color (me pareció tierno, me quedé mirándolo hasta que terminó, agachadito en el refrigerador), luego me fue alcanzando los productos de limpieza mientras yo repasaba la cocina y las hornallas.

Para mi mala suerte, había nacido con un carácter sumiso pero levemente insistente, así…terco, porfiado. Pocas veces lo dejaba salir, porque estaba mal (“en cuanto a temas de opiniones, los tercos son los que se niegan a ver otras perspectivas”, me retaba mi abuelo) pero tenía un interrogante pinchándome la nuca, secándome la boca y temblequeándome las manos.

-Jongin…

-Mhh—tarareó mientras se hacía la cama.

¿Te gusta Yifan?

¿Física o sentimentalmente?

¿Por qué?

¿Sabías que a mí también?

¿Por qué te gusta él y yo no?

La última oración me tomó desprevenido: mi mente parecía volar mucho más rápido que el trayecto que estaban tomando las cosas. Dejé caer la hornalla, desarmándose sobre el áspero y gris piso.

-¡Ey, no la rompas! ¡No puedo comprar otra!

Ambos nos agachamos y rozamos nuestras manos. Yo, como en toda película de romance (nunca me gustaron esas de terror o de acción donde todos se mueren menos el protagonista, que lucha solo y desarmado contra ocho terroristas ametrallados y sale con un solo rasguño, así todo musculoso y sudado….preferiblemente calvo o rubio y con ojos azules, bien estadounidense), me alejé, avergonzado. Él siguió en su mundo y volvió a acomodar la hornalla para dejarla sobre la mesa; me miró serio y luego ablandó la mirada, medio sonriente.

-Era broma, no pasa nada. No llores.

-¿“No llores”? ¿Por qué?

Limpió las repentinas lágrimas que brotaban de mis lagrimales con el pulgar, sostuvo mi rostro y pareció contemplarme con una expresión exótica en el rostro. No sé si lo hizo a propósito, pero sus ojos reflejaban hambre….hambre de carne. Sus labios apenas se separaron, afirmando su agarre a mi cabeza.

-¿Te asustó el ruido? ¿O es algo más?

No se acercaba, pues ya casi rozábamos frentes. Parpadeé, intentando entender qué pasaba detrás de esos orbes oscuros y profundos. ¿Por qué me lastimaba con esos comentarios y después me hacía esto? No era justo, cualquiera se daría cuenta de que soy…inestable.

-Hyung—suspiró, yo cerré los ojos ante la caricia de su voz, contuve las ganas de murmurar, complacido—Aún no sé tu nombre. No entendí nada cuando me lo dijiste.

Ladeó la cabeza, las puntas de nuestras narices apenas se tocaron.

-Do…Kyung…—sus manos se acomodaron, tomándome una el costado del cuello y la otra estirando los dedos para rascar los cabellos de mi nuca con suavidad, derritiéndome—Soo.

-¿Kyungsoo Hyung?—preguntó dando un paso adelante, juntando nuestras piernas—Kyungsoo Hyung, me gusta cómo suena.

No me podía contener tanto tiempo haciendo caso a los demás. ¿Cuándo iba a tocarme a mí? Quería hacer lo que quisiera, quería que Jongin siguiera, quería que me besara de vuelta en los labios. Ya no me importaba si me usaba.

Ya no me pueden lastimar más.

Porque no hay más lugares sin heridas en mi cuerpo.

O al menos eso creí.

Jongin miró por el rabillo del ojo el reloj de la sala y se alejó en dirección a la puerta.

-Hasta mañana—sentenció, aún no se había sacado el uniforme—Me voy a trabajar.

Ah…

Suspiré dolido cuando se cerró la puerta, pues lo estaba dejando marchar. Estaba en el abismo del hoyo negro  estirando la mano para dejarse succionar por la fuerza de la supernova y yo no lo estaba ayudando.

Apoyé la espalda contra la heladera llena y tambaleante. Tiré con fuerza el trapo al piso y me tomé el puente de la nariz, llorando amargamente.

¿Cuándo me va a tocar a mí?

No hay más lugares sin heridas en mi cuerpo.

Dos respuestas.

Nunca.

No lo creas.

 

Notas finales:

Termino de escribir y digo: ufff, deben ser como las cinco...miro el reloj....

01:05 PM

¿Qué me pasa? xD ¿Será porque me desperté a las 7 y no tuve clases?


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